Unidos, Ligados – No Repudiar

 

I. Mateo 19:5, 6

       A. Mat. 19:5,

               1. “dejará”. Lacueva: se despedirá de. Con todo amor y respeto.

                      a. Todavía pueden pedir y recibir consejos y otra ayuda de los padres (suegros)

                      b. Pero los “dejará” para ser familia separada. Es muy difícil si viven juntos.

               2. “se unirá” – Vine: kolao, encolar o cementar juntamente…unir firmemente. Lacueva: quedará unido, será adherido.

       B. Mat. 19:6, “ya no son dos, sino una sola carne. En la relación íntima.

               1. 1 Cor. 6:16, ¿O no sabéis que el que se une con una prostituta es hecho con ella un solo cuerpo? Porque dice: Los dos serán una sola carne”.

               2. Es la consumación del matrimonio. 1) el pacto o compromiso; 2) ratificado; 3) cohabitan (llegan a ser una sola carne).

       C. “Por tanto, lo que Dios juntó (ha unido), sunzeugnumi, enyugar juntos, ha uncido al mismo yugo.

       D. “ningún hombre lo separe”, corizo, apartar, romper, cortar, desunir, introducir discordia entre quienes estaban en buenas relaciones. Separación de cama y mesa. Padres, suegros, cuñados, abuelos, otros familiares y amigos son a veces culpables de hacer esto.

      

II. Mat. 19:9

       A. “Cualquiera que repudia a su mujer…” apoluo, Vine: dejar suelto de, dejar ir libre (apo, de, dese; luo, soltar, desligar; se traduce repudie en Mt. 5:31, 32; 19:3, 7, 8, 9… Mar. 10:12)

               1. LBLA dice, “se divorcie de”, pero margen dice “repudie”.

               2. “Divorcio” lleva idea de abogado, papeleo, juez – proceso legal.

               3. Apoluo no contiene el concepto de algún proceso legal.

       B. Se puede traducir “despedir” pero esto sucede después de repudiar.

       C. Cristo condena el repudiar mismo, el rechazo.

 

III. Rom. 7:2, 3

       A. “Porque la mujer casada”, jupandros, Vine: bajo (esto es, sometida a) un hombre, casada… bajo la autoridad del marido”.

       B. “está sujeta por la ley al marido mientras éste vive”. Sujeta, deo. Vine: “atar, literalmente, de ligar (p. ej.,  Hech. 22:5)… se dice de la esposa que está sujeta a su marido (Ro 7.2).

       C. 1 Cor. 7:27, “ligado a mujer,” deo, “el marido a la mujer”.

 

IV. 1 Cor. 7:10, 11.

       A. “que la esposa no se separe de su esposo”. Corizo (Mat. 19:6).

       B. 1 Cor. 7:11, 12, 13, “el marido no abandone a su mujer”. Afiemi, Vine: abandonar, dejar.

       C. Un hermano escribe, “los cristianos pueden separarse pero no pueden divorciarse”, pero No hay diferencia entre “separarse”, “repudiar,” “abandonar” o “dejar”.

       -- Compárese 1 Jn. 2:1, no pecar, pero si peca, tenemos Abogado. No separarse, pero si lo hace, reconcíliese o quédese sin casar.

       D. Todos se refieren a separar lo que Dios juntó, a romper el matrimonio.

       E. Muchas parejas que profesan ser cristianos pero que no se llevan bien viven separados bajo el mismo techo. ¿Cómo pueden ser “una sola carne” sin tener relación íntima? Tal separación es pecado.

 

V.  La idea básica en todos estos términos es “repudiar”.

       A. Apoluo, el hombre despide a su mujer (o “se divorcia de ella”) porque la repudia.

       B. Corizo, cualquier separación del marido de la esposa es el resultado del repudio o rechazo.

       C. Afiemi, el que abandone o deje a su esposa lo hace porque la repudia, la rechaza como esposa.

 

VI. Pero todavía están “ligados”.

       A. La mujer está “sujeta” al marido mientras éste vive, aunque estén separados.

       B. Todavía está “ligada” a él y él está “ligado” a ella.

       C. Estar “ligados” significa que ante los ojos de Dios todavía deberían vivir como esposos, cumpliendo con sus votos de marido/esposa.

       D. “Ligado” no equivale a “casado”.

               1. “casarse”, gameo. Esta palabra se usa de la unión matrimonial, sea buena o mala.

               2. Por ej., Mat. 5:32, “cualquiera que se casa con una mujer repudiada, comete adulterio”. Al casarse está mal, pero sí se casa.

               3. Por eso, aunque casada por la ley, la pareja está cometiendo adulterio si es unión prohibida por Cristo.

       E. Muchas personas separadas (aunque divorciadas legalmente) todavía están ligadas a sus cónyuges.

 

VII. No repudiar en ningún sentido excepto por causa del pecado sexual.

       A. Hay mucho “repudio” que no llega a la separación final.

       B. Por ej., 1 Cor. 7:1-5.

               1. El hombre se casa para tener “ayuda idónea” (Gén. 2:18); esto incluye un cuerpo femenino para que su vida sea completa y la mujer se casa para tener cuerpo masculino para que su vida sea completa.

               2. Por eso, Pablo dice que el marido y la esposa son co-dueños del cuerpo de cada quien; es decir, la mujer que se casa ya no es dueña absoluta de su propio cuerpo. Si quiere ser dueña absoluta y exclusiva de su propio cuerpo que no se case.

               3. La “frigidez” (Larousse: “Ausencia anormal de deseo o de goce sexual”). Por eso, la mujer que tenga este problema no debe casarse.

               4. La frigidez de parte de la esposa es repudio, rechazo. Tal mujer diría, “Oh, yo nunca sería culpable de divorciarme de mi marido,” pero por su frigidez ya lo ha repudiado. Esto ha causado el fracaso de muchos hombres, porque el matrimonio es para evitar la fornicación, pero si la mujer no le responde sexualmente, ¿por qué estar casado? El busca otra mujer que le pueda satisfacer.

               5. Repito: La mujer que tenga este problema no debe casarse. Y la mujer que tenga el problema y no lo explica a su novio es hipócrita y engañadora.

               6. La relación íntima es parte integral del matrimonio. El matrimonio es para dar completa satisfacción de la pasión sexual tanto a la esposa como al marido. El marido que piense sólo en su propia satisfacción es egoísta, tosco, rudo, grosero. Tampoco debe casarse tal hombre.

               7. Pero si una mujer rehúsa al marido sexualmente y él cae en fornicación, ella no debería decir, “ahora puedo divorciarme de él y volver a casarme”, porque esto sería repudio mutuo. Primero ella lo repudia a él y luego él a ella. Ni uno ni otro debe pensar en nuevas nupcias.

               8. Alguien dirá, “pero si alguien desobedece 1 Cor. 7:4, 5, es pecado, pero no es divorcio”.

                      a. Jesús no dijo “divorcio”. El dijo “repudiar” y repudiar es repudiar (rechazar). Repito: el despedir no es primero. Repudiar es primero. Es básico. Entonces viene el despedir, o el dejar o el abandonar o el separarse. El MAL básico es el repudiar.

                      b. Aquí cabe muy bien Mat. 5:32 porque tal persona “hace” que su marido cometa adulterio. El cayó en fornicación, pero ¿por qué? El no se justifica pero los dos tienen la culpa.

       C. La mujer repudiada por su marido no debe repudiarlo a él excepto por causa de fornicación.

               1. Aunque repudiada, ella todavía está ligada a él. El es su marido y ella debe hacer todo lo posible por efectuar la reconciliación, 1 Cor. 7:11.

               2. Ella debe estar dispuesta a perdonarle y recibirlo como su marido.

               3. Ella debe ser fiel a sus votos a pesar de lo que él haya hecho (si no ha cometido fornicación). Aquí está un gran problema. Mucho repudio es mutuo. El hombre repudia y deja a su mujer y ella, resentida y amargada, le rechaza a él también.

               4. Esto es difícil. Requiere que la mujer sea madura y muy cristiana. Aunque él la haya dejado, humillado, avergonzado y hasta empobrecido, todavía él es su marido, y ella debe ser fiel a sus votos. En lugar de odiarlo debe seguir amándolo. ¿Cuántas mujeres lo hacen? A veces la mujer está obligada a ocupar abogado para defender sus derechos, la custodia de los hijos, etc. y todo esto puede producir mucho disgusto, odio, resentimiento y amargura, pero la mujer debe seguir diciendo, “a pesar de todo él todavía es mi marido, ante los ojos de Dios aunque ya no estamos casados pero sí estamos ligados y debemos reconciliarnos y seguir como esposos”.

               5. Repito: la mujer que diga (o piense), “O. K., ya se acabó todo. No quiero ni saber de él” lo está repudiando y está mal ella también. Es repudio mutuo.

       D. Muchos hermanos míos (no digo “liberales”) enseñan que cuando el marido repudia a su mujer, ya no puede haber más repudio. Ella ya no tiene ni voz ni voto en el asunto. Está repudiada y ya.

               1. Pero una pregunta: cuando se casaron ¿el compromiso fue hecho por uno solo? ¿Ella no tuvo ni voz ni voto en el compromiso de ser esposos?

               2. Entonces, si ella tuvo su parte en el compromiso, ¿cómo es que ya no tiene nada que ver con el repudio? ¿Que los dos hicieron el compromiso, pero que él solo repudia y ella no tiene nada que decir ni hacer? ¿Quién puede creer tal cosa?

               3. El problema es que hermanos interpretan las palabras griegas a la luz de prácticas modernas en cuanto al llamado “divorcio” que no están en estos textos.

       E. Además, estos hermanos no son consecuentes. Por ejemplo, en el caso de un marido que comete fornicación con su secretaria y luego él mismo ocupa abogado y se divorcia de su esposa.

               1. Obviamente en tal caso el marido repudia a su mujer. Ella es mujer repudiada.

               2. Entonces, por ser la repudiada ¿ella no puede hacer nada? No, ellos dicen que sí, ella puede “contrademandar”, o ella puede decir a los ancianos que lo está repudiando por causa de fornicación, etc.

               3. Entonces, admiten que la repudiada sí puede repudiar. Que es repudio mutuo.

               4. Y esto es precisamente lo que estoy diciendo. Que aun separados (o divorciados) están ligados, y aunque el marido haya rechazado a su mujer ella no debe rechazarlo a él a menos que haya cometido fornicación.

       F. Entonces, si él comete fornicación (aun volviendo a casarse), ¿todavía está ligada a él? Claro que no. Algunos hermanos siguen llamando a este fornicario “the bound mate” (el cónyuge ligado) de ella. ¡Increíble!

               1. Lea 1 Cor. 6:16. El ahora es fornicario. Y si la esposa original todavía estuviera ligada a él, esto significaría que ella tendría que aceptar sus visitas, cocinar por él, lavar su ropa sucia y aun dormir con él.

               2. De esa manera, ya no sería una sola carne con su marido como antes sino una sola carne con un fornicario. Ella ya no está ligada a él en ningún sentido. No tiene obligación alguna hacia él y si él llega algún fin de semana queriendo favores de ella, le puede mostrar la calle.

       G. Pero ¿si le golpea a ella? Desde luego, tiene que defenderse. Si no puede usar la sartén o bate de béisbol, que marque 911 (número de emergencia en Estados Unidos) y dejar que la policía lo arregle como asaltante común y corriente.

               1. Pero no por eso puede repudiarlo. Todavía es su marido y debe ser fiel a sus votos.

               2. Antes de casarse con él ¿no podía saber que era violento? ¿Qué tomaba, usaba lenguaje violento, tenía problemas con otros? ¿Qué maravilla que un hombre bueno y pacífico de repente llegue a ser violento solamente con su esposa? Ella lo escogió. Ella hizo los votos para las buenas y las malas. Ella tendió su cama, ahora debe dormir en ella.

               2. Recuérdese que Jesús no dio permiso alguno para repudiar excepto por causa del pecado sexual. Es todo. Algunos hermanos está insistiendo en otras causas (mayormente esta de la violencia), pero ¿dónde está el texto que lo enseñe? Se está usando pura sabiduría humana.

               3. Por eso, si no hay esa causa, la mujer debe tratar de efectuar la reconciliación, 1 Cor. 7:11. Y debe seguir fiel a sus votos (todo el paquete de promesas que le hizo).

 

VIII. Causas del repudio.

       -- Causas no bíblicas (Mat. 5:32; 19:9): incompatibilidad, no se entienden, no se llevan bien, problemas financieros, crueldad, abusivo, mal hablado, borrachera, que él no es cabeza, que ella no está sujeta, borrachera, él es cruel, ella es rencillosa, llorona, regañona, gastalona, etc.

       -- Tratan el matrimonio como si fuera un mero arreglo humano, sin compromiso fuerte y firme, no resueltos a tener un buen matrimonio.

       -- No consideran el matrimonio como un pacto divino de por vida. Mal. 2:14; Prov. 2:17. Muy difícil que un inconverso lo considere así. Solamente un cristiano entendería esto. Imposible que haya fuerte lazo espiritual entre cristiano e inconverso y esto complica el lazo matrimonial.

       -- Falta de preparación. Noviazgo sólo para divertirse en lugar de conocerse, conocer el carácter, el genio, hábitos, lenguaje, deseos y anhelos, cómo trata a su propia familia, etc. Si miente a otros, mentirá a su esposa. ¿Solamente toma una que otra cerveza? No se engañe. “Pero lo voy a reformar”. Olvídese de eso, el matrimonio no es un reformatorio.

       -- Problemas financieros. El dice que ella gasta demasiado, ella dice que él no gana lo suficiente. Pura avaricia, Col. 3:5; 1 Tim. 6:7, 8.

       -- Problemas sobre la crianza de los hijos, sobre todo si uno de los cónyuges no es cristiano (o si es de otra religión). Problemas sobre la disciplina de los hijos.

       -- Discordia religiosa, problema grande para los dos como para los hijos. Pensaron, “con amor arreglamos este problema”, pero convicciones religiosas presentan obstáculos tremendos.

       -- Desobediencia de 1 Cor. 7:4, 5. Falta de respeto de parte del marido, frigidez de parte de la mujer. El uso de la relación íntima como arma para castigar al marido.

       -- Inmadurez. Comportamiento no como adultos sino como niños consentidos. Los dos resueltos a salirse con la suya.

       -- El egoísmo. Sólo pensando en lo que “yo” debo recibir del arreglo en lugar de “¿qué puedo yo hacer para ayudar y servir a mi familia?” “¿Cómo puedo mostrar mi amor efectivamente?”

       -- Celos locos. Falta de confianza. Los dos pueden ser culpables en esto. Machismo (complejo de inferioridad, se siente muy inseguro), quiere ser dueño absoluto de la esposa, ella tiene que pedir permiso para toser.

       -- Falta de buena comunicación. El es muy callado y “ella me vuelve loco hablando todo el tiempo”. Conversar con franqueza sobre cualquier molestia, inquietud, antes de “explotar”.

       -- Padres/suegros/cuñados entremetidos. Padres que no saben “soltar”, esposos que no saben “dejar” padre/madre para unirse a su cónyuge.

       -- Falta de estudio bíblico sobre cómo formar buenas relaciones en el hogar. Simplemente no seguir la enseñanza bíblica para tener buen matrimonio.

       -- Falta de humildad -- no aceptar faltas y no perdonar. Siempre el otro tiene la culpa. Col. 3:12, 13; Sant. 5:16.

       -- Por no practicar la regla de oro, Mat. 7:12. ¡Qué regla más sencilla!

       -- Por no tomar en cuenta cómo el repudio afectará a otros, mayormente a los hijos. También a los padres, abuelos y otros.

       -- Enfermedad, incapacidad sexual. “Efectivamente ya no tengo esposa” (así dijo un hermano con esposa inválida).

 

IX. Consecuencias del repudio.

       -- Consecuencias espirituales. Pecado, si desobedece Mat. 5:32; 19:9; 1 Cor. 7:10, 11.

       -- Presenta problema para la iglesia si es repudio no por pecado sexual. Disciplina si no hay arrepentimiento.

       -- Desagrada a Dios, separando lo que Él juntó. Mat.19:6.

       -- Ya no son una sola carne. Mat. 19:6.

       -- Han quebrado sus votos sagrados. Ecles. 5:5.

       -- Destruye la protección contra la fornicación.  1 Cor. 7:1. Un gran tropiezo para ambos. Expuestos a fuertes tentaciones. “Yo nunca me vuelvo a casar” (pero ¿en tres meses?). La soledad para mucha gente (mayormente mujeres) es una prueba severa.

       -- Los mejores amigos ahora son los peores enemigos.

       -- Secretos íntimos ahora en manos del adversario.

       -- Problemas económicos para ambos. Muchos hombres sostienen dos familias. Cuesta mucho enviar a los hijos de acá para allá entre los padres.

       -- Mujeres dejadas con la propiedad pero sin el $ o la capacidad para mantenerla. Marido llevó las herramientas.

       -- La salud sufre debido al estrés y el impacto emocional de la tragedia.

       -- Experiencia traumática para los hijos. Confusión. Son presionados y “estirados” porque la madre quiere convencerles que ella tiene razón y el padre hace lo mismo. Una niña dijo que era como “ping pong ball”.

       -- Una maestra dice que en una clase hay dos hermanos (hijos del mismo padre y la misma madre) pero con diferentes apellidos.

       -- Después de oír un estudio sobre el hogar bíblico con padre, madre e hijos, todos unidos en la familia un joven dijo que nunca había conocido la vida como descrita en ese estudio.

       -- Lamentablemente muchas veces tales hijos crecen, se casan y repiten la misma historia triste.

       -- Experiencia amarga para los padres/suegros (abuelos). Todos “estirados”. Mucha tristeza para todos.

       -- Sobre todo, el vivir en pecado sexual si se junta con otra persona y ser castigados en el infierno para siempre. Hay una sola causa para repudiar (pecado sexual)

       -- Muchísimas parejas, aunque casadas, viven en adulterio.

       -- En fin, mucha miseria de toda clase. Muchas veces el remedio es peor que el problema. “Ya no lo aguanto”; “Estoy hasta aquí con él”. Entonces, después del repudio, ¿pura felicidad?

       -- En todo caso de repudio hay pecado.

 

X. Por eso, antes de repudiar, pregúntese:

       -- ¿Estoy haciendo algo prohibido por Cristo? Mat. 5:32; 19:9; 1 Cor. 7:10, 11.

       -- ¿Estoy separando lo que Dios juntó? Mat.19:6.

       -- ¿Estoy simplemente queriendo soltarme del compromiso que hice con mi cónyuge y con Dios? Prov. 2:17; Mal. 2:14.

       -- ¿He obedecido Efes. 5:22-28; Tito 2:4. “Pero ya no lo amo” (quiere decir “amor romántico”), pero agapao no es solamente amor romántico. Significa “buena voluntad, buscar el bien del otro”.

       -- ¿He tomado en cuenta las consecuencias? El alma (la mía y la del cónyuge), mis hijos, padres/abuelos, situación económica?

       -- ¿Tengo en mente que Dios aborrece el repudio?

       -- ¿Estoy seguro(a) que seré más feliz después de repudiar? ¿Que el remedio no será peor que el problema?

       -- ¿Reconozco que estoy admitiendo que he fracasado en algo sumamente importante?

      

Conclusión. Casarnos para no repudiar al cónyuge, sino para hacer fuerte el lazo matrimonial.

       A. Efes. 5:24-28

       B. Tito 2:4, 5.

       C. Ecles. 5:3-5

       D. Prov. 5:15-19.