¿"LA BIBLIA NO DICE CÓMO CUIDAR DE
HUÉRFANOS"?
Hay
hermanos sinceros que persisten en apoyar la práctica de enviar dinero de los
fondos de la iglesia para edificar y mantener instituciones para cuidar de
niños (se les llaman “orfanatos”, “orfanatorios” y “hogares para niños”), y la
defensa que hacen es ésta: "La Biblia no nos dice cómo hacer esta obra y creemos
que nuestro método es bueno". Luego se emplea la ilustración de que Jesús les
envió a sus apóstoles a predicar el evangelio sin decirles cómo ir, que
solamente les dijo que fueran (a pie, en barco, a caballo, etc., según la
conveniencia de ellos), y que cualquier método o manera de ir era aceptable a
Dios. Usan esta ilustración para "probar" que las iglesias pueden establecer
orfanatos para cuidar de niños, diciendo que "la Biblia no dice cómo hacer la
obra benévola de la iglesia".
Desde luego esta ilustración es
correcta con respecto al mandamiento de ir a predicar, pero no tiene nada que
ver con las instituciones que algunos han establecido para hacer la obra de
benevolencia. No son nada paralelos estos dos asuntos. Las instituciones no son
"medios de hacer la obra", sino otras organizaciones aparte de la iglesia. Un
orfanato no es simplemente un edificio o unos edificios, sino una
organización que utiliza edificios y
personal para cuidar de niños.
¿IGLESIA O INDIVIDUOS?
En primer lugar, es preciso
establecer la cuestión de responsabilidad; ¿es responsable la congregación de
hacer la obra de cuidar de niños? En este primer punto la cuestión ya está
resuelta, porque es imposible probar que la iglesia local tenga tal
responsabilidad. La persona que no distingue entre la responsabilidad de la
iglesia local y la responsabilidad del cristiano (que hace alguna obra buena
como individuo) no hace frente al estudio de la naturaleza y función (obra) de
la iglesia.
Como consecuencia de esta
confusión, los hermanos institucionales, al leer Sant. 1:27, concluyen
erróneamente que la Biblia requiere que la congregación se encargue de los
niños. Pero léase con cuidado este texto, en su contexto, para ver que la
enseñanza es para individuos: "Si alguno se cree religioso entre vosotros, y no
refrena su lengua, sino que engaña su corazón, la religión del tal es vana. La
religión pura y sin mácula delante de Dios el Padre es esta: Visitar a los
huérfanos y a las viudas en sus tribulaciones y guardarse sin mancha del mundo"
(vv. 26, 27). Obsérvense las palabras: "Alguno", "su lengua", "su corazón", "del
tal"; en fin, todo el párrafo, comenzando desde el v. 19 lleva el encabezado
correcto de "Hacedores de la palabra" y dice "todo hombre" (v. 19), "si alguno"
(v. 23); "él" (v. 24), y "el que" (v. 25). Es fácil ver que en este texto
Santiago está enseñando los deberes de cada uno de nosotros y no está pensando
en la ofrenda de alguna iglesia local, tema que se trata en 1 Cor. 16:1, 2; 2
Cor. 8 & 9; Rom. 15:25-27.
GÁLATAS 6:10
Este texto dice "así que, según
tengamos oportunidad, hagamos bien a todos, y mayormente a los de la familia de
la fe". Los hermanos que establecen instituciones con fondos de las iglesias
citan este texto para “probar” que las iglesias están obligadas a practicar la
benevolencia general, pero en primer lugar, el énfasis en este contexto es
espiritual. El v. 6 dice “Y al que se le enseña la palabra, que comparta toda
cosa buena con el que le enseña” (LBLA). Esta es la traducción correcta. Pablo
no dice “impartir a”, sino compartir con; es decir, los que enseñan deben
compartir los beneficios espirituales con los que están siendo enseñados.
Además, es obvio en estos versículos que el énfasis está sobre el deber
individual y no sobre el deber congregacional. Otra vez observamos el contexto:
v. 1, "si alguno ... tú también"; v. 3, "el que se cree"; v. 4, "cada uno"; v.
5, "cada uno"; v. 6, "El que"; v. 8, "el que siembra". Es obvio, pues, que los
deberes individuales se enfatizan en este texto. En el v. 15 se refiere a la
circuncisión (práctica no congregacional sino individual). Sin embargo, muchos
tropiezan diciendo que esta carta se dirige a "las iglesias de Galacia" (1:2) y,
por lo tanto, que todo mandamiento dado en esta carta es para las iglesias y
que, por eso, éstas deben ayudar con dinero de la ofrenda a los inconversos,
pero recuérdese el énfasis espiritual en este contexto y que trata de los
deberes individuales. Era el deber
de los hermanos leer esta carta en las congregaciones, por supuesto, pero se
trata de varios deberes individuales. Así también las cartas dirigidas a
Timoteo y a Tito dan muchas instrucciones para la congregación, aunque fueron
escritas a individuos.
EL CUIDAR DE NIÑOS
¿Qué es lo que necesitan los
niños destituidos? Necesitan hogar; necesitan permanecer con su madre si ella
vive. Sant. 1:27 habla del caso de alguna viuda con huérfanos, o sea, una
familia que perdió al esposo y padre. No conviene que los niños pierdan también
a su madre, o si la madre muere, no conviene que pierdan a su padre. Lo mismo en
casos del divorcio. Necesitan, por lo menos, uno de sus padres. Pero los
hermanos institucionales son muy crueles hacia los niños destituidos: quieren
sacarlos de su hogar natural -- ya medio destruido por la muerte o el divorcio
-- y despojarles aun más, separándolos de su hogar natural y dejándolos sin nada
de padres naturales. Dice Santiago que si queremos practicar la religión pura,
tenemos que ayudar a tal viuda para que provea para sus hijos para que el hogar
quede íntegro y los niños no estén esparcidos entre parientes ni mucho menos
colocados en asilos.
Todo niño normal urgentemente
necesita de hogar y no necesita de institución. Es acto cruel e inhumano colocar
a niños normales en tales lugares. Puede haber en la institución personal
responsable y benévolo que cuiden bien de ellos en cuanto a comida, ropa,
educación secular, etc., pero tal institución no es hogar. Es institución, y
nada más. Su ambiente es el de institución. No se emplean reglas de hogar sino
de institución. La atención que los niños reciben no es atención de hogar sino
de institución.
Sus "padres" y "madres" son más
bien guardianes, aunque trabajen con gran sacrificio y dedicación. No se niega
que éstos amen a los niños. En las instituciones edificadas por las iglesias de
Cristo, hay hermanos completamente dedicados a su tarea. Pero este amor y
devoción no cambia el hecho de que una institución no es un hogar. Se llaman
"hogares", pero si a una vaca se le llama caballo, no es por eso caballo. Se
puede cambiar la etiqueta, pero la etiqueta no es garantía de la autenticidad de
la mercancía.
Todos los niños necesitan de
familia, en el sentido normal de la familia. Necesitan ambiente de hogar y
familia normal, no institucional. Necesitan la atención y la disciplina
especial de hogar. Toda esto
demanda hogar. La iglesia no es hogar y no provee hogares y no puede establecer
hogares.
Los ancianos no son padres para
disciplinar a los niños que se entreguen a su cuidado. El trabajo de los
ancianos se explica en Hech. 20:28-29; Heb. 13:17; 1 Ped. 5:1-3. Es necesario
que todo niño tenga no solamente alimentos y techo, sino también la
disciplina. Los ancianos no tienen autoridad para disciplinar niños. Tampoco
puede hacerlo el personal de los orfanatos.
Los niños son carne y sangre; no
son propiedad de la iglesia. Si mueren los dos padres -- por ejemplo, en un
accidente -- sus hijos pertenecen a sus familiares. No son propiedad de la
iglesia..