“LA FE VIENE DEL OÍR Y EL OÍR POR LA PALABRA DE CRISTO”
ROMANOS 10:17
I. ES NECESARIO OÍR EL EVANGELIO.
A. Jeremías 10:23, “Conozco, oh Jehová, que el hombre no es señor de su camino,
ni del hombre que camina es el ordenar sus pasos”.
B. Por lo tanto, Hebreos 1:1, Dios ha hablado. “Dios, habiendo hablado muchas
veces y de muchas maneras en otro tiempo a los padres por los profetas, 2 en
estos postreros días nos ha hablado por el Hijo, a quien constituyó
heredero de todo, y por quien asimismo hizo el universo”.
C. Romanos 10:13-17, “porque todo aquel que invocare el nombre del Señor, será
salvo. 14 ¿Cómo, pues, invocarán a aquel en el cual no han
creído? ¿Y cómo creerán en aquel de quien no han oído? ¿Y cómo oirán sin haber
quien les predique? 15 ¿Y cómo predicarán si no fueren
enviados? Como está escrito: ¡Cuán hermosos son los pies de los que anuncian la
paz, de los que anuncian buenas nuevas! 16 Mas no todos
obedecieron al evangelio; pues Isaías dice: Señor, ¿quién ha creído a nuestro
anuncio? 17 Así que la fe es por el oír, y el oír, por la
palabra de Dios”. No es posible ser salvo sin creer y el creer depende del oír.
D. Por eso Jesús dice, “El que tiene oídos para oír, oiga”, Lucas 8:8;
Apocalipsis 2 y 3.
II. ¿A QUIÉN DEBEMOS OÍR?
A. Debemos
oír a Dios. Miqueas 6:1, “Oíd ahora lo que dice Jehová”.
B. 1 Tesalonicenses 2:13, “Por lo cual también nosotros sin cesar damos gracias
a Dios, de que cuando recibisteis la palabra de Dios que oísteis de nosotros, la
recibisteis no como palabra de hombres, sino según es en verdad, la
palabra de Dios, la cual actúa en vosotros los creyentes”.
C. Moisés y los profetas dijeron repetidas veces que el pueblo debería oír la
palabra de Dios. Deuteronomio 31:11, “Leerás esta ley delante de todo Israel
a oídos de ellos”.
D.
Cristo es Dios el Hijo, o sea, “igual a Dios”, Juan 5:18. Es llamado Dios en
varios textos del Nuevo Testamento: Juan 1:1; Romanos 9:15; Tito 2:13; 2 Pedro
1:1; 1 Juan 5:20. Es el Creador, era adorado como Dios, perdonó pecados como
Dios, leyó pensamientos como Dios. Por lo tanto, debemos oírle: Mateo 17:5, “he
aquí una voz desde la nube, que decía: Este es mi Hijo amado, en quien tengo
complacencia; a él oíd”. Hechos 3:22, 23.
E. Después de su resurrección Cristo dijo a sus apóstoles (Mateo 28:18-20),
“Toda potestad me es dada en el cielo y en la tierra. 19 Por
tanto, id, y haced discípulos a todas las naciones, bautizándolos en l
nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo; 20 enseñándoles
que guarden todas las cosas que os he mandado; y he aquí yo estoy con vosotros
todos los días, hasta el fin del mundo. Amén”. Véanse Marcos 16:15, 16; Lucas
24:47.
F. Entonces
Jesús ascendió al cielo (Hechos 1:9-11), y el Espíritu Santo vino sobre los
apóstoles (Hechos 2:1-4) para recordarles todo lo que Jesús había enseñado (Juan
14:26) y para guiarles a toda la verdad (Juan 16:13), confirmando la predicación
de ellos con milagros (Marcos 16:15-20; Hechos 14:3; Hebreos 2:3, 4).
G.
Por lo tanto, es indispensable que escuchemos a los apóstoles porque ellos
predicaron el evangelio puro de Cristo y no solamente oírles sino también obedecer
al evangelio que predicaron para ser perdonados de los pecados. 1 Pedro
4:17; 2 Tesalonicenses 1:7, 8; Hechos 2:37, 38; 6:7; 8:12, 37, 38; 9:16;
10:48; 16:15, 34; 18:8. El apóstol Pablo habla de esta obediencia como “la
obediencia de la fe” (Romanos 1:6; 16:26; 6:17,18).
H. 1 Juan 4:6, Hablando de los apóstoles Juan dice, “Nosotros somos de Dios; el
que conoce a Dios, nos oye; el que no es de Dios, no nos oye. En esto conocemos
el espíritu de verdad y el espíritu de error”.
1. Las apostasías predichas por los apóstoles (Hechos 20:29, 30; 2
Tesalonicenses 2; 1 Timoteo 4:1-4; 2 Timoteo 3 y 4) eran el resultado de
abandonar la doctrina y las prácticas de los apóstoles (1 Corintios 4:17; 2
Timoteo 1:13; Filipenses 4:9).
2. Abandonaron el patrón divino y lo sustituyeron con doctrinas y prácticas
de hombres.
I. En lugar de escuchar a Cristo y los apóstoles muchos escuchan a sus padres y
otros familiares o a sus líderes religiosos (sacerdote, pastor, evangelista). Aceptan
los errores que les enseñan y rehúsan pensar por sí mismos. Hay que
recordarles que el mensaje de Dios es para cada individuo. Es mensaje personal y
es mensaje entendible.
III. “MIRAD LO QUE OÍS”, MARCOS 4:24
A. No oír un evangelio pervertido. Gálatas 1:6-8, “Estoy maravillado de que tan
pronto os hayáis alejado del que os llamó por la gracia de Cristo, para seguir
un evangelio diferente. 7 No que haya otro, sino que hay
algunos que os perturban y quieren pervertir el evangelio de Cristo.
8 Mas
si aun nosotros, o un ángel del cielo, os anunciare otro evangelio diferente del
que os hemos anunciado, sea anatema”. 2 Corintios 11:4.
B. No oír los “evangelios” falsos: Catolicismo (véanse 2 Tesalonicenses 2 y 1
Timoteo 4:1-3); Calvinismo (doctrinas de demonios, de que todos nacen pecadores,
predestinación, salvación por fe sola y no puede caer de la gracia; simplemente
“recibir a Cristo en su corazón”; orar la oración de pecador, etc.);
pentecostalismo (carismáticos que mal representan al Espíritu Santo, hablando
tonterías que ellos llaman “hablar en lenguas”; Libro de Mormón (pura fábula);
testigos de La Atalaya que blasfeman a Cristo, predicando un “cristo” creado
(otro cristo, 2 Corintios 11:4) y un evangelio totalmente mentiroso. Todos estos
rechazan el evangelio puro del Nuevo Testamento y lo sustituyen con doctrinas de
hombres (doctrinas de demonios, 1 Timoteo 4:1) que no salvan (Mateo 7:21-21;
15:9).
C. 1 Juan 4:1, “Amados, no creáis a todo espíritu, sino probad los espíritus si
son de Dios; porque muchos falsos profetas han salido por el mundo”. 1
Tesalonicenses 5:21, “Examinadlo todo; retened lo Bueno”.
IV. “MIRAD CÓMO OÍS”, LUCAS 8:18.
A.
Con toda reverencia. Recibir la palabra no como palabra de hombres sino como la
palabra de Dios, 1 Tesalonicenses 2:13.
B. No oír “pesadamente”. Mateo 13:15, “Porque el corazón de este pueblo se ha
engrosado, Y con los oídos oyen pesadamente, Y han cerrado sus ojos; Para que no
vean con los ojos, Y oigan con los oídos,
Y con el corazón entiendan, Y se conviertan, Y yo los sane”.
C. No oír con corazón como diamante. Zacarías 7:12, “2 y
pusieron su corazón como diamante, para no oír la ley ni las palabras que Jehová
de los ejércitos enviaba por su Espíritu, por medio de los profetas primeros;
vino, por tanto, gran enojo de parte de Jehová de los ejércitos.
D. Parábola del sembrador (Mateo 13; Marcos 4; Lucas 8).
1. “Junto al camino”. Corazón endurecido. La Palabra de Dios puede cambiar tales
corazones, Hebreos 4:12; Jeremías 23:29.
2. Piedra. Poca tierra. Pronto sale, pronto muere. Emocional, sin convicción.
Los tales deben calcular gastos antes de aceptar el evangelio, Lucas 14:25-33.
3. Espinos. Afanoso, engañado por riquezas. Proverbios 30:8, 9.
4. Buena tierra, como los casos de conversión en Hechos de los Apóstoles.
E. No oír con el propósito de aplicar el mensaje a otros.
F. No con “comezón” de oír fábulas y otras cosas humanas y agradables, 2 Timoteo
4:3, 4.
G. No oír como los atenienses que solamente querían oír algo nuevo y
diferente, Hechos 17:21.
H. No “tardos para oír” (Hebreos 5:11). Tardo = lento, indolente, perezoso (así
se traduce en Hebreos 6:12). Así son los que no asisten a los servicios
fielmente, llegan tarde, son distraídos durante el sermón o clase bíblica,
duermen, juegan con niños, mastican chicle, etc.
I. No oír como los del tiempo de Ezequiel 33:31, 32, “Oirán tus palabras, y no
las pondrán por obra; antes hacen halagos con sus bocas, y el corazón de ellos
anda en pos de su avaricia. 32 Y he aquí que tú eres a ellos
como cantor de amores, hermoso de voz y que canta bien; y oirán tus palabras,
pero no las pondrán por obra”. La palabra les entra por un oído y sale por el
otro.
J. Muchos tienen sus doctrinas y prácticas favoritas e intocables.
1. Mateo 15:12, los fariseos se ofendieron cuando Jesús denunció sus
tradiciones.
2. Hechos 7, los judíos no aceptaron la reprensión y mataron al predicador
(Esteban).
3. Hechos 17:32, los atenienses escucharon hasta que Pablo enseñara sobre la
resurrección. Muchos oirán solamente hasta cierto punto, luego tapan sus oídos.
4. Hechos 19, Demetrio y los plateros se enfurecieron cuando la predicación de
Pablo estorbó su fuente de ganancia.
V. OÍR LA PALABRA DE CRISTO PARA SER BENDECIDOS.
A.
Mateo 13:16, 17, “Pero bienaventurados vuestros ojos, porque ven; y vuestros
oídos, porque oyen. Porque de cierto os digo, que muchos
profetas y justos desearon ver lo que veis, y no lo vieron; y oír lo que oís, y
no lo oyeron”. Véase Apocalipsis 1:3.
B. Sobre todo, para tener una fe salvadora. Romanos 10:14, “¿Cómo, pues,
invocarán a aquel en el cual no han creído? ¿Y cómo creerán en aquel de quien no
han oído? ¿Y cómo oirán sin haber quien les predique?”
1. Hay toda clase de fe. Algunos tienen “poca fe” y muchos tienen “fe muerta”
(Santiago 2:14-26).
2. 1 Juan 3:18, “no amemos de palabra ni de lengua, sino de hecho y en verdad”.
De la misma manera no creamos “de palabra ni de lengua, sino de hecho y en
verdad”.
C. Para llevar fruto. Lucas 8:15, “Mas la que cayó en buena tierra, éstos son
los que con corazón bueno y recto retienen la palabra oída, y dan fruto con
perseverancia”.
D. Para no desviarnos. Hebreos 2:1, “Por tanto, es necesario que con más
diligencia atendamos a las cosas que hemos oído, no sea que nos deslicemos”.
E. Para no ser rechazados. Mateo 10:14, “Y si alguno no os recibiere, ni oyere
vuestras palabras, salid de aquella casa o ciudad, y sacudid el polvo de
vuestros pies”.
F. Isaías 55:2, 3, “Oídme atentamente, y comed del bien, y se deleitará vuestra
alma con grosura. 3 Inclinad vuestro oído, y venid a mí; oíd,
y vivirá vuestra alma; y haré con vosotros pacto eterno, las misericordias
firmes a David”.
CONCLUSIÓN.
A.
Es indispensable que la palabra oída sea acompañada de fe. Hebreos 4:2, “Porque
también a nosotros se nos ha anunciado la buena nueva como a ellos; pero no
les aprovechó el oír la palabra, por no ir acompañada de fe en los que la
oyeron”.
B. Además es indispensable que la palabra oída sea acompañada de obediencia.
Santiago 1:22, “Pero sed hacedores de la palabra, y no tan solamente oidores,
engañándoos a vosotros mismos. 23 Porque si alguno es oidor de
la palabra pero no hacedor de ella, éste es semejante al hombre que considera en
un espejo su rostro natural. 24 Porque él se considera a sí
mismo, y se va, y luego olvida cómo era”.
C. Por lo tanto, seamos de los que “le oían de buena gana” (Marcos 12:37) y con
los que con alegría obedecieron al evangelio para la salvación de sus almas.