PECADOS DE LA LENGUA
Introducción.
A.
“Por tus palabras serás justificado, y por tus palabras serás condenado,” Mat
12:37.
B.
“La muerte y la vida están en el poder de la lengua,” Prov. 18:21.
La lengua puede causar mucho daño y también puede producir mucho bien.
C.
“El que guarda su boca guarda su vida,” Prov. 13:2
D.
“Si alguno no ofende en palabra, éste es hombre cabal, capaz también de frenar
el cuerpo entero,” Sant. 3:2; es decir, si uno puede controlar la lengua, puede
controlar el cuerpo entero.
E.
Pero para controlar la lengua es necesario controlar el
corazón. “De la abundancia del
corazón habla la boca,” Mat. 12:34; “Con toda diligencia guarda tu corazón,
porque de él {brotan} los manantiales de la vida,” Prov. 4:23. Entre hermanos el
mal uso de la lengua indica la falta de amor. El problema no comienza con la
lengua sino con el corazón.
I.
Palabras que causan daño (los pecados más comunes de la lengua).
A.
Mentir.
Algunos mienten para cubrir otro pecado, o para no lastimar los sentimientos de
alguien, o para tomar ventaja de otros, o por muchos otros motivos, pero Dios
aborrece “la lengua mentirosa,” Prov. 6:17; “habiendo dejado la mentira, hablad
la verdad cada uno con su prójimo,” Efes. 4:25; “Si alguno dice: Yo amo a Dios,
y aborrece a su hermano, es un mentiroso,” 1 Juan 4:20: “todos los mentirosos,
su herencia será el lago que arde con fuego y azufre, que es la muerte segunda,”
Apoc. 21:8. Por todo lado hay peligro de mentir: por ejemplo, a los cobradores
(“Mamá dice que no está”), decir que está enfermo para no ir al trabajo, a la
escuela, a la iglesia, etc. Mentir acerca del salario (ingresos) para pagar
menos impuestos, mentir al patrón, mentir a los clientes.
B.
Chismear, difamar, calumniar.
“no andarás calumniando en medio de tu pueblo,” Lev. 19:16; “El que anda con
chismes revela el secreto, pero el de espíritu fiel cubre el asunto,” Prov.
11:13; “Sin leña se apaga el fuego; y donde no hay chismoso, cesa la contienda;
El carbón es para las brasas, la leña para el fuego, y el hombre rencilloso para
provocar peleas,” Prov. 26:20, 21; “No sólo aprenden a ser ociosas, sino también
chismosas y entremetidas, hablando lo que no conviene,” 1 Tim. 5:13; “el
chismoso aparta los mejores amigos,” Prov. 16:28
“María me dijo lo que usted le contó en confianza y me dijo que no le dijera a
usted lo que me dijo… No le diga que se lo dije…”
Recuerde que si alguien le revela a usted un secreto acerca de otro, hará
lo mismo a otros acerca de usted.
Es necesario resistir al chismoso y no escuchar sus chismes: “El viento del
norte trae la lluvia; y la lengua detractora, el rostro airado,” Prov. 25:23.
¿Nos gusta escuchar a los que critican y condenan a los hermanos? ¿Criticamos y
aun hacemos burla de otros hermanos para que nos sintamos más santos y fieles?
¿Escuchamos críticas de hermanos para poder nivelar cuentas con ellos? ¿Hablamos
de otros, y aun de hermanos, porque no somos capaces de platicar de temas
bíblicos o por lo menos de ideas y temas importantes? Es decir, si hay visita o
estamos de visita hay que platicar y ¿de
qué vamos a platicar? ¿Es el tema más interesante el de las faltas de los
hermanos?
Recuerde que el daño hecho a la reputación de otro no se puede reparar.
(Ilustración de soltar las plumas de una almohada en el viento; no se pueden
recoger.)
Al escuchar juicios contra hermanos, recordemos Prov. 18:13, 17, “Al que
responde antes de oír, le es insensatez y deshonra… El primero que aboga por su
causa parece ser justo, pero viene su prójimo y lo pone a prueba.”
Aparentemente muchos hermanos creen que el chisme es sabroso, pero ¿de veras
quieren destruir amistades? “El chismoso aparta los mejores amigos,” Prov.
16:18. “El que cubre la transgresión busca amistad, pero el que divulga el
asunto aparta al amigo,” Prov. 17:9.
C.
Lisonjear, adular.
Es pura hipocresía alabar a alguien en su presencia y luego meterle el cuchillo
en su ausencia. “El que oculta el odio {tiene} labios mentirosos, y el que
esparce calumnia es un necio,” Provo. 10:18; “Fieles son las heridas que causa
el que ama, pero engañosos son los besos del que aborrece”; El que reprende al
hombre hallará después mayor gracia que el que le lisonjea con la lengua.”
Esta táctica refleja mucho egoísmo; es decir, se practica para ganar alguna
ventaja personal.
D.
Palabras hirientes.
“La suave respuesta aparta el furor, pero la palabra hiriente hace subir la
ira,” Prov. 15:1; “El enojo del necio se conoce al instante, pero el prudente
oculta la deshonra,” Prov. 12:16; “El hombre iracundo suscita riñas, pero el
lento para la ira apacigua contiendas,” Prov. 15:18.
E.
El sarcasmo carnal.
“Hay quienes hablan como dando golpes (estocadas) de espada, pero la lengua de
los sabios es medicina,” Prov. 12:18; “su lengua es como espada afilada,” Salmo
57:4; “veneno de víbora hay debajo de sus labios,” Salmo 140:3; “Flecha asesina
es la lengua de ellos; hablan engaño. Con su boca habla de paz a su prójimo,
pero dentro de sí pone emboscada,” Jer. 9:8.
F.
Obscenidades, palabras corrompidas.
“Ninguna palabra obscena salga de vuestra boca, sino la que sea buena para
edificación según sea necesaria, para que imparta gracia a los que oyen,” Efes.
4:29; “Ni obscenidades, ni necedades, ni groserías, que no son apropiadas, sino
más bien acciones de gracias,” Efes. 5:4.
Por todo lado, en el trabajo, en la escuela y dondequiera la gente mundana y
perversa cuenta chistes; el cristiano no aprueba sino condena esto.
La persona dada a esta clase de habla muestra su ignorancia, su falta de
decencia, su carácter corrupto. Deshonra a sus padres, su esposa e hijos y si es
miembro mancha la iglesia (Efes. 5:27).
G.
Uso profano del nombre de Dios.
No solamente el jurar a la ligera (Mat. 23:16-22), sino el decir “Dios mío”,
“válgame Dios” y expresiones semejantes. “No tomarás el nombre del SEÑOR tu Dios
en vano,” Ex. 20:7. “Santo y temible es su nombre,” Salmo 111:9. Los que
maldicen y los que toman el nombre del Señor en vano de otras maneras creen que
necesitan estas palabras y expresiones para enfatizar lo que dicen, pero en
realidad esto indica falta de educación y un vocabulario deficiente.
H.
Sembrar discordia entre hermanos.
“El que siembra discordia entre hermanos,” una de las siete cosas que Dios
aborrece, Prov. 6:16-19.
I.
Murmurar.
Quejas, críticas hechas con disgusto e indignación, Luc. 15:2; “no murmuréis,” 1
Cor. 10:10; “haced todo sin murmuraciones y contiendas,” Fil. 2:14; “Hermanos,
no habléis mal los unos de los otros,” Sant. 4:11; “Hermanos, no murmuréis unos
contra otros, para que no seáis condenados. “¡He aquí, el Juez ya está a las
puertas!” Sant. 5:9.
J.
Maldecir.
Es cada vez “aceptable” el maldecir, por ejemplo, en libros, revistas,
películas. Programas de TV están repletos con lenguaje pesado. Expresiones que
usan los términos “hell” (infierno) y “damn” (condenar) son palabras de
maldición y no deben usarse. “Sea quitada de vosotros toda amargura, enojo, ira,
gritos, maledicencia, así como toda malicia,” Efes. 4:31; “Con ella (la
lengua) bendecimos al Señor y Padre, y con ella maldecimos a los hombres, que
han sido creados a la semejanza de Dios,” Sant. 4:9.
K.
Habla demasiado.
“En las muchas palabras no falta pecado, pero el que refrena sus labios es
prudente,” Prov. 10:19; “El que guarda su boca guarda su vida, pero al que mucho
abre sus labios le vendrá ruina,” Prov. 13:3. Un hermano dijo que “lo que la
hermana dice es verdad, pero es que ella sabe MUCHA verdad.”
“Todo tiene su tiempo… tiempo de callar y tiempo de hablar,” Ecles. 3:1,7. A
veces es muy juicioso simplemente callar, no decir nada. “Los sueños vienen de
la mucha tarea, y la voz del necio de las muchas palabras,” Ecles. 5:3. A muchos
les gusta contar todo lo que saben, pero de esa manera otros saben que no saben
casi nada. “Cuando calla, hasta el necio es tenido por sabio; y el que cierra
sus labios, por inteligente,” Prov. 17:28. “El que guarda su boca y su lengua
guarda su alma de angustias,” Prov. 21:23.
Los que hablan todo el tiempo no escuchan y no aprenden. Buena comunicación no
comienza con el hablar sino con el escuchar. Así pues si no tenemos nada que
decir, no digamos nada, porque muchos hablan y hablan cuando no tienen nada que
decir. O cuando no tienen nada de valor o importancia que decir.
L.
Con razón, pues, Santiago 3:6 dice, “Y la lengua es un fuego; es un mundo de
maldad. La lengua está puesta entre nuestros miembros, y es la que contamina el
cuerpo entero. Prende fuego al curso de nuestra vida, y es inflamada por el
infierno”; “tu lengua maquina agravios; como navaja afilada produce engaño,”
Salmo 52:2.
II.
Palabras que salvan y edifican.
“La lengua de los sabios es medicina,” Prov. 12:18.
A.
Enseñar el evangelio.
“Así que los que habían sido esparcidos iban predicando la palabra,” Hech. 8:4.
“Entonces Felipe abrió su boca, y comenzando desde esta Escritura, le anunció el
evangelio de Jesús,” Hech. 8:35; “Estad siempre listos para responder a todo el
que os pida razón de la esperanza que hay en vosotros,” 1 Ped. 3:15; “Que
vuestra conversación sea siempre con gracia, sazonada como con sal, para que
sepáis cómo debéis responder a cada persona,” Col. 4:6.
B.
Esparcir conocimiento.
“La lengua de los sabios embellece el conocimiento, pero la boca de los necios
expresa insensatez,” Prov. 15:2; “Los labios de los sabios esparcen
conocimiento,” Prov. 15:7; “Aguas profundas son las palabras de la boca del
hombre, y arroyo que rebosa es la fuente de la sabiduría,” Prov. 18:4; “Su boca
abre con sabiduría, y la ley de la misericordia está en su lengua,” Prov. 31:26;
hermanas de más edad y experiencia “enseñen a las jóvenes a que amen a sus
maridos, a que amen a sus hijos,” Tito 2:4.
Muchos de los familiares, amigos, conocidos de cristianos no conocen la Biblia.
Nos toca enseñarles. Si cada miembro o cada familia tuvieran un solo estudio de
una hora o de media hora cada semana, el resultado sería maravilloso. Habría
crecimiento de toda clase.
C.
Animar a otros.
“La congoja abate el corazón del hombre, pero la buena palabra lo alegra,” Prov.
12:25; “El hombre se alegra con la respuesta adecuada, y una palabra a tiempo,
cuán agradable es!” Prov. 16:24; “La suave respuesta aparta el furor, pero la
palabra hiriente hace subir la ira,” Prov. 15:4. Somos capaces de hablar buenas
palabras. Podemos impartir conocimiento, prendiendo la luz en el entendimiento
de mucha gente.
Es nada más
cuestión de hacerlo.
D.
Exhortar (con amor).
“exhortaos los unos a los otros cada día, mientras aún se dice: “Hoy”, para que
ninguno de vosotros se endurezca por el engaño del pecado,” Heb. 3:13; “Manzana
de oro con adornos de plata es la palabra dicha oportunamente,” Prov. 25:11;
“Plata escogida es la lengua del justo.”
Conclusion.
A.
Por eso, “Todo hombre sea pronto para oír, lento para hablar y lento para la
ira,” Sant. 1:19.
B.
“Guardaré mi boca con freno, en tanto que el impío esté frente a mí,” Salmo
39:1.
C.
“Sean gratos los dichos de mi boca y la meditación de mi corazón delante de ti,
oh Jehovah, Roca mía y Redentor mío,” Salmo 19:14.
D.
“El que quiere amar la vida y ver días Buenos refrene su lengua del mal, y sus
labios no hablen engaño,” 1 Ped. 3:10.
E.
“Si alguien parece ser religioso y no refrena su lengua, sino que engaña a su
corazón, la religión del tal es vana,” Sant. 1:26.