se añadieron aquel día como tres mil personas”

(Hech. 2:41)

 

Por Bill H. Reeves


Introducción

  1. La iglesia del Señor fue establecida el día de Pentecostés, el que siguió a la muerte, sepultura, resurrección, apariciones, y ascensión de Cristo al cielo (Hech. 2). Las Escrituras revelan que como tres mil personas respondieron a la predicación de los apóstoles aquel día por medio de obedecer al evangelio, Así que, los que recibieron su palabra fueron bautizados; y se añadieron aquel día como tres mil personas” (Hech. 2:41).

  2. Como resultado, Dios los añadió a la iglesia, “Y el Señor añadía cada día a la iglesia los que habían de ser salvos” (Hech. 2:47). Había otros muchos en Jerusalén aquel día aparte de los tres mil que obedecieron al evangelio, incluso muchos que oyeron el evangelio predicado por Pedro y los otros apóstoles pero que no obedecieron al evangelio.

  1. Dios espera que el hombre obedezca al evangelio (1 Ped. 4:17)

  2. Hay castigo para quien no obedezca el evangelio (2 Tes. 1:7-9)

  1. ¿Qué podemos saber acerca de estas “tres mil personas” (Hech. 2:41) que contribuyó a su aceptación del evangelio?

Consideremos algunas cosas que sabemos acerca de estos individuos según nos informa el texto:


I. Lo que caracterizó a los tres mil

  1. Creían en Dios

  1. Ese gentío que se congregó en Jerusalén fue compuesto de “varones piadosos de todas las naciones bajo el cielo” (Hech. 2:5).

  2. La palabra “piadosos” significa personas devotas, reverentes, o religiosas, que temían a Dios. Esos varones estaban en Jerusalén para una fiesta religiosa ordenada por Dios (Deut. 16:9,10,16).

  1. Escucharon en lugar de sacar conclusiones precipitadas.

  1. Algunos, cuando oyeron a los apóstoles hablando en lenguas que no entendían, estaban atónitos y perplejos (Hech. 2:12).

  2. Otros sacaron la conclusión precipitada de que los apóstoles estaban borrachos (2:13).

  3. No es sabio sacar conclusiones precipitadas. Debemos usar de la sobriedad y considerar los hechos del caso. Ser llevados solamente por las emociones guía a pensamientos, palabras y acciones necias.

  1. Consideraron las Escrituras.

  1. Pedro solicitó que le oyeran (2:14,22).

  2. Ellos pusieron la debida atención, y Pedro les explicó algunas de las profecías respecto a Cristo, y los eventos de esos días (2:16-21, 25-28, 34,35).

  1. Vieron que Jesús cumplió las profecías (2:22-35)

  1. Pudieron apreciar el cumplimiento de las profecías.

  2. Aceptaron la explicación de Pedro.

  1. Creyeron la conclusión del apóstol

  1. Que Jesús es ambos: “Señor y Cristo”, y que ellos le habían crucificado (Hech. 2:36).

  2. Entendieron que Pedro hablaba la verdad y que eran culpables de pecado, y “se compungieron de corazón” (2:37).

  1. No estuvieron contentos en sus pecados

  1. Quisieron saber cómo remediar su condición. Por eso preguntaron: “¿qué haremos?” (2:37). No querían quedarse condenados delante de Dios; deseaban estar reconciliados con Dios.

  2. ¡Es obvio que creyeron la predicación de Pedro! Su pregunta lo demuestra. Ahora creían en Jesús como Señor y Cristo.

  1. Estuvieron dispuestos a hacer cualquier mandato que Pedro les diera.

  1. Hay nobleza en esta sencilla y humilde disposición. No se encuentra en mucha gente de hoy (cf. Hech. 9:6; 16:30).

  2. Cuando Pedro respondió a su pregunta sobre qué hacer para hallar perdón de Dios, no discutieron con él, ni propusieron otra cosa.

  3. A estos creyentes en Jesús se les mandó arrepentirse y bautizarse cada uno de ellos en el nombre de Jesucristo, para perdón de los pecados (2:38).

  4. Hoy en día, muchos discuten con Pedro, queriendo ser salvos de otra manera o por otras condiciones. Pero, ¿quiénes fueron salvos aquel día? El texto nos dice (v. 41).


II. Imitando a los tres mil

Si la gente de hoy ha de ser salvada de sus pecados, y ser añadida por el Señor a los demás salvos, debe tener las mismas características

  1. Creer en Dios

  1. Si alguno no cree en Dios no le importará lo que dice la Biblia, la Palabra de Dios, acerca del perdón que Dios ofrece al mundo en el evangelio.

  1. Por esta razón Pablo, cuando predicó en Atenas, comenzó informando a la gente acerca del “Dios no conocido” (Hech. 17:23). Todavía no conocían a Jehová Dios ni creían en Él.

  2. Al llegar a gente que no conoce a Jehová Dios, primero hay que enseñarles acerca de Él (cf. Hech. 14:11-18). De otra manera tal gente no responderá al evangelio.

  1. Pero, aquel día de Pentecostés moraban en Jerusalén judíos de muchos países (Hech. 2:5,10) y ellos más que nadie creían en el Dios vivo y verdadero. No hubo necesidad alguna de establecer que Jehová es Dios (cf. Gen. 1:1; Ex. 20:11)

  1. Escuchar en lugar de sacar conclusiones precipitadas o menospreciar la doctrina apostólica.

  1. Muchas personas están enamoradas con sus doctrinas denominaciones y rehúsan escuchar el evangelio apostólico (cf. Sant. 1:19,20).

  2. La disposición de escuchar atentamente es esencial si uno ha de recibir con mansedumbre la palabra que puede salvar nuestras almas (Sant. 1:21).

  3. Hemos de examinar las Escrituras diariamente (Hech. 17:11; cf. 1 Tes. 5:21).

  4. Si la gente no escucha, no responderá al evangelio.

  1. Considerar las Escrituras.

  1. El evangelio es poder de Dios para salvación (Rom. 1:16; 1 Cor.1:21).

  2. Si la gente ha de ser salvada, tiene que imitar a los de Berea que recibieron la palabra con toda solicitud, escudriñando cada día las Escrituras para ver si estas cosas eran así” (Hech. 17:11).

  3. La Palabra de Dios produce fe (Rom. 10:17) y esto es lo que pasó con los de Berea: Así que creyeron muchos de ellos; y mujeres griegas distinguidas, y no pocos hombres” (Hech. 17:12).

  4. Si la gente no considera las Escrituras, no puede ser salvada y no responderá al evangelio.

  1. Reconocer su estado de pecado y creer que Jesús murió por nuestros pecados.

  1. El evangelio son las buenas nuevas de perdón de pecados por medio de Cristo (Hech. 13:38,39).

  2. Pablo escribió, por cuanto todos pecaron, y están destituidos de la gloria de Dios” (Rom. 3:23). Pero, Juan escribió, Si decimos que no tenemos pecado, nos engañamos a nosotros mismos, y la verdad no está en nosotros” (1 Jn. 1:8). (Los gnósticos negaban la realidad del pecado; negaron tener pecado).

  3. Los que no reconocen sus pecados no verán necesidad del evangelio. El que no piensa estar enfermo no buscará remedio. El que no reconoce que es pecador, no responderá al evangelio.

  1. No permanecer contento en sus pecados, sino desear corregir su situación.

  1. Desafortunadamente muchos hoy admiten que están en pecado pero no hacen caso de ello. Están contentos y no desean cambiar nada.

  2. Es necesario enseñar a los tales que aprecien la naturaleza horrible del pecado. ¡El pecado nos separa de Dios (Is. 59:2; Rom. 6:23)!

  3. Si la persona no se arrepiente, todo esto termina en el castigo (2 Tes. 1:9). Jesús describe el lugar al cual irán los perdidos como uno de “tinieblas de afuera” y “horno de fuego” y “lloro y crujir de dientes” (Mat. 8:12; 13:42).

  4. La única manera de que uno puede estar contento en sus pecados es que no comprende, o rechaza, la severidad del castigo que espera a los que mueran en sus pecados.

  5. Si alguno no quiere corregir sus pecados, no responderá al evangelio.

  1. Hacer lo que el Señor requiere de ella.

  1. Jesús vino a ser autor de eterna salvación para todos los que le obedecen” (Heb. 5:9).

  2. Pero, Jesús dijo que hay muchos que le dicen, “Señor, Señor” pero no hacen lo que él manda (Luc. 6:46). ¿Creen los tales que basta que la persona sea religiosa, miembro de alguna iglesia, buena gente? ¡Qué equivocados están!

  1. En lugar de hacer lo que mandó Pedro que se hiciera el día de Pentecostés, arrepentirse y bautizarse (Hech. 2:38), se prefiere hacer, creer, o decir, lo que alguno piense que es correcto, o lo que sus padres, o los llamados pastores, le hayan dicho.

  2. Jesús dijo que tenemos que creer, arrepentirnos y ser bautizados para ser salvos (Jn. 8:24; Luc. 13:3; Mar. 16:16).

  3. Esto es lo que los apóstoles enseñaron: creer, arrepentirse, y bautizarse (Hech. 2:37,38). Los casos de conversión registrados en Hechos lo verifican. Es un libro de muchos buenos ejemplos a seguir.

  4. Esto es lo que la persona tiene que hacer hoy en día: creer (Hech. 16:30), arrepentirse (Hech. 17:30), y ser bautizado (Hech. 22:16).


Conclusión

  1. Estimado amigo, ¿esto lo ha hecho usted?

  2. Si alguno no está dispuesto a hacer lo que el Señor requiere de él, entonces no responderá al evangelio.

  3. El día de Pentecostés, como 3000 personas oyeron el evangelio predicado, recibieron la palabra, y fueron bautizadas (Hech. 2:41).

  1. Estos obedientes mostraron las características necesarias de salvación.

  2. Si hoy en día la gente será salva, ella tiene que mostrar esas mismas características.

  3. Ninguna de estas características es opcional.

  4. Sin estas características no hay salvación.

  1. El plan de Dios para salvación es un plan de enseñanza. Seguiremos predicando con la esperanza de que la persona aprenda y sea salva.



Adaptado de un sermón del mismo nombre, originalmente en Power Point, por Josué Hernández