MARÍA – SÓLO UNA COSA ES NECESARIA

MARÍA DE BETANIA, HERMANA DE MARTA Y LÁZARO

    

     Su nombre es mencionado pocas veces en la Biblia. No tiene un libro en específico que retrate su historia, como Rut; tampoco fue una reina con gran liderazgo, como Ester; ni contó con un propósito de Dios único, como María, la madre de Jesús. Sin embargo, hoy es recordada por una de las muestras de amor más sublimes de la historia, y fue su entrega total lo que la hizo especial ante los ojos Dios.

    María de Betania −mejor conocida como la hermana de Marta y Lázaro. Apenas es mencionada en tres textos de la Biblia, pero bastaron esas tres menciones para dejar grandes enseñanzas de lo que representa a una mujer que ama sin reservas.

     María de Betania sabía a quién acudir en medio de la adversidad.

     El contexto: María, Marta y Lázaro eran amigos muy estimados por Jesús. Un día, el hermano de María, Lázaro, enfermó terriblemente y ella, junto a su hermana, decidió avisarle a Jesús, pues, sabían que sólo Él podría ayudarles (Juan 11:3).

    Lázaro murió, pero Jesús ya sabía lo que pasaría (Juan 11:4) y en su tiempo, regresó a ver a sus amigas. ¿Qué pasó luego? Cuando Marta y María se dieron cuenta de que Jesús estaba por llegar, Marta corrió a recibirlo, pero María se quedó en casa hasta que Jesús la llamó (Juan 11:28-29). «Cuando la gente que estaba en la casa consolando a María la vio salir con tanta prisa, creyeron que iba a la tumba de Lázaro a llorar. Así que la siguieron. Cuando María llegó y vio a Jesús, cayó a sus pies y dijo: −Señor, si tan solo hubieras estado aquí, mi hermano no habría muerto» Juan 11:31-32.

     En medio de tan terrible circunstancia, donde parecía no haber esperanza alguna, María tenía confianza en Jesús, y sólo cuando estuvo frente a Él fue que descargó su dolor, después de todo, María sabía que sólo Él podía darle el consuelo y la fortaleza que necesitaba.

    María de Betania tenía sus prioridades muy claras.

   Ella entendía lo que era realmente importante en su vida.. 

   Lucas 10:38-40. Cuando Jesús llegó de visita, María dejó todo de lado y se sentó a escuchar a su Señor, mientras que su hermana, Marta, estaba atareada por los preparativos de la cena. Al ver la actitud de María, Marta se molestó y le pidió a Jesús que le instara a ayudarle, pero Jesús no respondió como ella esperaba.        Toda hermana debe leer y meditar mucho sobre este texto y siempre poner lo primero primero. Mat. 6:36.

     «El Señor le dijo: −Mi apreciada Marta, ¡Estás tan preocupada e inquieta con todos los detalles! “Pero sólo una sola es necesaria y María ha escogido la buena parte, la cual no le será quitada”. Lucas 10:41-42.

     Para Marta el alimento del cuerpo es de suma importancia pero ¿por cuánto tiempo dura el cuerpo?  Para María lo más necesario es alimentar el espíritu que vive para siempre.

     Al "escoger la mejor parte", Jesús quiso decir que aquellos cuya prioridad en la vida es Cristo, el conocerle y el estar cerca de Él, han elegido lo que durará hasta la eternidad, como "el oro, la plata y las piedras preciosas" que se mencionan en 1 Corintios 3:11-12. A partir de este incidente, aprendemos que quienes están distraídos con lo mundano y lo terrenal, están construyendo sobre el fundamento que es Cristo, con "madera, heno y paja", materiales que no podrán resistir el fuego que nos vendrá en momentos de prueba, ni serán recordados en la eternidad. La reprensión de Marta hacia Jesús nos permite ver su corazón y mente, mientras intentaba hacer todo perfecto y estaba tan distraída que perdió de vista con quién era que estaba hablando. El silencio de María, que veremos de nuevo en otro acontecimiento, indica una falta de preocupación por ella misma, especialmente para defenderse. Cuando nos centramos en Cristo, Él se convierte en nuestra mayor pasión y nuestra tendencia al egoísmo se atenúa y desvanece.

 

     Esto nos deja ver que María de Betania tenía mucho interés en la palabra de Dios, siempre estaba atenta a lo que venía de Dios, se preocupaba por aprender de Jesús y atesoraba más que cualquier cosa estar con Él y escucharle. Ella entendía que poner a Dios en primer lugar, era el secreto de una vida plena y victoriosa. En medio de un mundo hostil, escogió amar sin importarle el «qué dirán».

 

       El segundo incidente en el que María y Marta aparecen, ocurre en Juan 11 cuando su hermano Lázaro es resucitado de entre los muertos. Cuando María escucha que Jesús ha venido y la está llamando, ella sale inmediatamente y deja a aquellos que estaban llorando en su casa y se apresura para encontrarse con Jesús. Tan grande es su amor por Él y su deseo de agradarle y obedecerle, que deja a quienes habían llegado a consolarla y se pone en los brazos del gran consolador que el mundo jamás haya conocido. Jesús ve su gran tristeza y llora junto con ella, a pesar de que Él sabe que su tristeza va a ser de corta duración y que su hermano le sería restaurado momentáneamente. De la misma manera, cuando nos afligimos y lloramos, nuestro mayor consuelo se encuentra en Jesús, cuya compasión es ilimitada. Cuando ponemos nuestra mano en la mano cicatrizada por los clavos, encontramos consuelo, paz y seguridad, y aprendemos la verdad del Salmo 30:5b: "Por la noche durará el lloro, y a la mañana vendrá la alegría".

    El tercer incidente, occurió
unos días antes de la crucifixión de Cristo (Mateo 26:6-13; Marcos 14:3-9; Juan 12:1-8). Se había preparado una comida en casa de Simón el leproso, probablemente un leproso que había sido sanado por Jesús y se había convertido en uno de Sus seguidores. Marta nuevamente estaba sirviendo mientras Lázaro estaba a la mesa con Jesús y Sus discípulos. Jesús llegó a Betania a visitar nuevamente a Lázaro (luego de su resurrección), a Marta y María. unos días antes de la crucifixión de Cristo (Mateo 26:6-13; Marcos 14:3-9; Juan 12:1-8). Se había preparado una comida en casa de Simón el leproso, probablemente un leproso que había sido sanado por Jesús y se había convertido en uno de Sus seguidores. Marta nuevamente estaba sirviendo mientras Lázaro estaba a la mesa con Jesús y Sus discípulos., donde sus amigos le prepararon una cena en su honor. Los tiempos no eran buenos, en el ambiente de la ciudad ya se respiraba el odio hacia Jesús, pues hubo complot para matarle. Fue entonces, en medio de todo eso que María hizo lo impensable: Entonces María tomó un frasco con casi medio litro de un costoso perfume preparado con esencia de nardo, le ungió los pies a Jesús y los secó con sus propios cabellos. La casa se llenó de la fragancia del perfume» Juan 12:3 (NTV).

     Ese perfume que María vertió sobre Jesús era tan costoso y único que estaba valorado por el salario ¡de un año! Ahora piensa, ¿qué es esa cosa que atesoras más en tu vida? y ¿serías capaz de entregarlo por completo? Pensando en el valor de lo que, para ellos, fue un desperdicio cuando se pudo haber aprovechado para alimentar a los pobres (Juan 12:4/ Mateo 26:8-9).

     Derramar un perfume así de costoso puede ser ilógico para muchos, pero María entendía que Jesús tampoco era cualquier persona, y una persona extraordinaria, es digna de cosas extraordinarias. Fue así como en medio de la hostilidad, mientras unos la señalaban y otros planeaban matar a Jesús, a ella no le importó el “qué dirán” y decidió honrarlo con lo más valioso que tenía. Sólo cuando se ama de esa manera es posible honrar a Dios como María de Betania lo hizo, por eso su historia es recordada hasta el sol de hoy.

     «Les digo la verdad, en cualquier lugar del mundo donde se predique la buena noticia, se recordará y se hablará de lo que hizo esta mujer» Mateo 26:13 (NTV).

Su relación con Jesús la llevó a comprender cosas que nadie entendía.

A lo largo de la Biblia, podemos ver en reiteradas ocasiones que Jesús hablaba a sus discípulos de su muerte y resurrección, pero cada vez, ellos parecían no entender esto, sino hasta que sucedió. Para María, no fue así. Luego de derramar su perfume, esto fue lo que Jesús dijo de ella: ¿Por qué critican a esta mujer por hacer algo tan bueno conmigo? Siempre habrá pobres entre ustedes, pero a mí no siempre me tendrán. Ella ha derramado este perfume sobre mí a fin de preparar mi cuerpo para el entierro» Mateo 26:11-12.

     Por ilógico que parezca, María no actuó de manera impulsiva. Ella pasó tanto tiempo a los pies de su amigo que llegó a comprender y a aceptar, mejor que los otros discípulos, el sacrificio de Jesús en la cruz. Los discípulos se entristecían y no querían escuchar de la muerte de Jesús, ¡se trataba de su héroe! Y nadie quiere ver morir a su héroe. Pero la relación que María tenía con Él la llevó a entender a cabalidad que Él ganaría sólo a través de su sacrificio y sufrimiento.

     María, con su perfume, preparó a Jesús para la victoria de su muerte, consciente de que luego, no tendría oportunidad de ungirlo. Verás, luego de la muerte de Jesús, cuando las mujeres fueron a su tumba para ungirlo conforme lo establecían las costumbres judías, Jesús ya no estaba ahí, pues, ya había resucitado.

     Sin duda alguna, su entrega genuina, pasión por Dios, fortaleza y entendimiento, son atributos que hicieron de María de Betania, una mujer digna de recordar y admirar.

 

    

     En un momento, María abrió vaso de un alabastro, derramó una parte de ese costoso perfume sobre la cabeza y los pies de Jesús, y los enjugó con sus cabellos. A pesar de las críticas de algunos de los discípulos por desperdiciar ese perfume tan costoso, María no dijo nada. Al igual que en el primer incidente (Lucas 10:38-42), María dejó que Jesús la defendiera. Jesús la defendió diciendo que ella había guardado este perfume para Su sepultura y había hecho un gran acto de servicio para Él, que sería recordado a través de los tiempos.
     Vemos aquí dos cosas acerca de María de donde podemos tomar nuestro ejemplo. En primer lugar, parece que ella sabía que el momento de la muerte de Jesús en la cruz estaba cerca, un hecho que se le había escapado a los discípulos de Jesús a pesar de la clara declaración que Él había hecho de esta verdad. Parece que María se contentó con escuchar a su Señor y meditar en Sus palabras, mientras que los discípulos discutían sobre quién sería el mayor entre ellos en el reino. Con ello, perdieron las importantes verdades que Jesús les estaba enseñando acerca de su inminente muerte y resurrección (Marcos 9:30-35). ¿Con qué frecuencia dejamos pasar verdades espirituales porque estamos enfocados en nosotros mismos y excesivamente preocupados por nuestras recompensas, nuestro estatus y nuestra reputación entre los hombres?
     En segundo lugar, vemos en María una decidida convicción y confianza en su Señor, tanto que ella no está obligada a defenderse frente a las críticas. ¿Con qué frecuencia aceptamos con entusiasmo una oportunidad para justificarnos ante los ojos de los demás que nos critican y se burlan de nosotros, especialmente cuando a nuestra fe se refiere? Pero si nosotros, como María, hacemos que el sentarnos a los pies de Jesús y escucharle a Él sea nuestra prioridad, tendremos su profundo entendimiento, su pasión por Cristo, y su fe absoluta en Su plan para nuestras vidas. Puede que no tengamos a Jesús personalmente sentado en nuestras habitaciones, pero tenemos Su palabra, la biblia, y a partir de ahí tenemos todo el conocimiento y la comprensión que necesitamos para vivir una vida de fe segura y confiada como la de María de Betania.