2 Timoteo 1:3-5,
“3Doy
gracias a Dios, al cual sirvo desde mis mayores con limpia conciencia, de que
sin cesar me acuerdo de ti en mis oraciones noche y día;
4deseando
verte, al acordarme de tus lágrimas, para llenarme de gozo;
5trayendo
a la memoria la fe no fingida que hay en ti, la cual habitó primero en tu abuela
Loida, y en tu madre Eunice, y estoy seguro que en ti también.”
2 Timoteo 3:14-17
“Pero persiste tú en lo que has aprendido y te persuadiste, sabiendo de quién
has aprendido;
15y
que desde la niñez has sabido las Sagradas Escrituras,
las cuales te pueden hacer sabio para la salvación por la fe que es en Cristo
Jesús.
6Toda
la Escritura es inspirada por Dios, y útil para enseñar, para redargüir, para
corregir, para instruir en justicia,
17a
fin de que el hombre de Dios sea perfecto, enteramente preparado para toda buena
obra.”
Deuteronomio 6:6-7,
“Y estas palabras que yo te mando hoy, estarán sobre tu corazón;
y las
repetirás a tus hijos, y hablarás de ellas estando en tu casa, y andando por el
camino, y al acostarte, y cuando te levantes.” Sin duda esta era la práctica
de Loida y Eunice.
Hechos 16:1-3,
“Después llegó a Derbe y
a Listra; y he aquí, había allí cierto discípulo llamado Timoteo, hijo de una
mujer judía creyente, pero de padre griego;
2y
daban buen testimonio de él los hermanos que estaban en Listra y en Iconio.
3Quiso
Pablo que éste fuese con él”.
Había relación estrecha entre Pablo y Timoteo.
2 Timoteo 1:3-4,
“Doy gracias a Dios, al cual
sirvo desde mis mayores con limpia conciencia, de que sin cesar me acuerdo de ti
en mis oraciones noche y día;
4deseando
verte, al acordarme de tus lágrimas, para llenarme de gozo”.
Filipenses 2:19-20,
“Espero en el Señor Jesús enviaros pronto a Timoteo, para que yo también esté de
buen ánimo al saber de vuestro estado;
20pues
a ninguno tengo del mismo ánimo, y que tan sinceramente se interese por vosotros.”
Estoy citando estos textos acerca de Timoteo, evangelista que era compañero muy
apreciado por Pablo. Timoteo era “producto” de la enseñanza de Eunice y
Loida.
Son descritas como mujeres piadosas de fe auténtica y solamente
se mencionan en la Biblia una vez en la segunda carta a Timoteo ( 2 Timoteo 1:5
). Eunice era
una joven judía, hija de Loida.
La primera vez que se habla de Eunice es en Hechos
16:1-3:
“Después llegó a Derbe y a Listra; y he aquí, había allí cierto discípulo
llamado Timoteo, hijo de una mujer judía creyente, pero de padre griego”.
Tito 2:3-5,
“Las ancianas asimismo sean
reverentes en su porte; no calumniadoras, no esclavas del vino, maestras del
bien;
4que
enseñen a las mujeres jóvenes a amar a sus maridos y a sus hijos,
5a
ser prudentes, castas, hacendosas en el hogar, buenas, sujetas a sus maridos,
para que la palabra de Dios no sea blasfemada.”
Las mujeres con experiencia deben enseñar a las mujeres jóvenes sobre el
matrimonio.
Sería muy bueno aconsejarles a las mujeres más jóvenes que todavía no se han
casado a que pongan mucho interés al escoger al hombre con el que se van a
casar. Conozco de muchos casos que se han casado con inconversos pensando que
algún día se convertirían al Señor, pero esto es un engaño. Sabemos las que
están casadas con maridos que no son creyentes lo difícil que es la convivencia
diaria. Por lo tanto, sed sabias y orad al Señor para que os muestre un hombre
que ama y vive para el Señor en primer lugar.
La enseñanza a Timoteo
Veamos la importancia de la enseñanza de la Palabra de Dios a los niños.
No se deja esta enseñanza a los maestros o maestras de la escuela dominical,
sino que es responsabilidad y obligación de los padres (Deuteronomio
4:9; 6:4-9).
Si el responsable y cabeza del hogar es el padre, y este no lo hace, la madre
debe coger las riendas y enseñar a sus hijos, como lo hizo Eunice con la ayuda
de su madre Loida, su madre. Debemos reconocer la importancia y gran
influencia que tienen las abuelas piadosas. No sólo darán cariño o regalos a
los nietos, sino el regalo más importante, la Palabra de Dios.
Creo que es una de las mayores y más graves negligencias que tienen los padres
cristianos si no enseñan a sus niños la Palabra de Dios. Como madre debe poner
esto como uno de sus deberes principales.
La madre debe enseñar y cantar acerca de Jesús, las cosas de Dios, aun a los
pequeños hijitos.
Debe contarles historias bíblicas,
mayormente acerca de Jesús y los personajes más reconocidos tanto del Antiguo
como el Nuevo Testamento. A los más pequeños les encantan tales historias
bíblicas, acerca de José, el infante Moisés, y sobre todo acerca de Jesús como
infante, como joven y sus obras maravillosas.
Cuéntales las historias bíblicas, saca lecciones para su vida y que vea que las
aplicas tú en tu vida, en primer lugar. Ora con ellos. Que sepan lo que agrada a
Dios y lo que no.
La Biblia habla en varios textos de los pecados de la juventud. Al llegar tus
hijos a ser jóvenes que puedan pecar, conviene mostrarles su pecado y señala a
Cristo como el único remedio y salvador de sus almas. Es el mejor tiempo
invertido con los hijos, el enseñarles las grandes cosas que Dios ha hecho.
¿Por qué podían enseñar a Timoteo las Escrituras? Porque había en ellas una fe
no fingida. Esto ¿qué quiere decir? Que su fe era genuina y verdadera, no
“hipócrita”. Se puede tener una fe falsa, dar una cara cuando uno va a la
iglesia o reuniones, pero luego en casa no vivir lo que se dice creer en el
corazón.
Cuidado con la indiferencia y la negligencia, los niños son muy inteligentes
para discernir la diferencia entre la “sincera fe” y la mera profesión de fe.
Una fe sincera no quiere decir que tenga una vida perfecta, pero se tiene que
ver en las acciones. Tiene que
haber un deseo de vivir para agradar a Dios y no pecar, un deseo de tener
comunión con Dios y leer la Palabra, cuando se ofende a algún miembro de la
familia debe pedirse perdón y buscar la reconciliación, se debe luchar con las
debilidades y pecados, esa fe genuina se mostrará en los momentos más difíciles
y cruciales de nuestra vida.
Sabemos que la fe de Loida y Eunice no se pueden heredar.
Podían enseñar al pequeño Timoteo, pero él tenía que ver su necesidad de
obedecer al evangelio. Pero lo que sí podemos ver es el fruto de esa
enseñanza y esa fe no fingida de su madre y abuela. Timoteo tenía las bases
bien puestas en su mente y corazón y Dios usó toda esa enseñanza y ejemplo para
confirmarle que necesitaba un cambio en su vida.
Pablo le llama “amado hijo” (2
Timoteo 1:2),
pero los cimientos estaban ya bien colocados. Pablo por el buen testimonio que
tenía Timoteo, lo llevó consigo para ser su ayudante, su compañero, y obviamente
era evangelista de mucha influencia.
Qué gozo para Eunice y Loida al saber que Timoteo estaba dedicado a predicar el
evangelio, y servir al Señor.
Creo que para una madre piadosa, no hay mayor gozo que ver a sus hijos andando
en el Señor y sirviéndole.
Podemos aprender varias cosas de la vida de estas dos mujeres:
- En primer lugar fueron mujeres de fe genuina, no falsa. Creyeron
en el Señor Jesucristo y se podía ver en su testimonio diario, eran mujeres
piadosas.
- Las dos vieron la importancia de enseñar las Escrituras a su hijo y nieto
Timoteo. Eran
obedientes a los mandatos de Dios, y para poder enseñar ellas mismas tenían que
conocer bien la Palabra de Dios.
- Sabían que su fe no se hereda y que Timoteo mismo tenía que creer por sí
mismo.
Necesitamos a muchas Loidas y Eunices en nuestras congregaciones.