El
único Dios verdadero
“Y esta es la vida eterna:
que te conozcan a ti, el único Dios verdadero, y a Jesucristo, a
quien has enviado” (Jn.
17:3).
Por Josué I. Hernández
En Juan 3:19 Cristo señaló
cual es la base y el camino para llegar a la condenación, “Y
esta es la condenación: que la luz vino al mundo, y los hombres
amaron más las tinieblas que la luz, porque sus obras eran
malas”. A su vez, en Juan 17:3 Jesucristo indicó cual es la
base y el camino a la vida eterna, “Esta es la vida eterna,
que te conozcan a ti, único Dios verdadero, y a tu enviado
Jesucristo” (NC).
La pregunta es la siguiente, y
a esta interrogante dedicamos el presente estudio, ¿negó Cristo
su propia deidad al decir que el Padre es “único Dios
verdadero”?
Podemos comenzar haciendo
algunas preguntas para centrar nuestra atención lo mejor posible
en nuestro texto. ¿Cuántos están involucrados en esta
declaración? ¿Por quiénes está orando Jesucristo, y para qué oró
por ellos? ¿En contraste con quién o quiénes el Padre es
diferenciado como “único Dios verdadero”? ¿Quiénes son los
dioses irreales o falsos? ¿Por qué Jesucristo se menciona en
tercera persona singular?
Queremos interpretar la
declaración en su contexto inmediato, y en su contexto remoto. A
su vez, vamos a considerar algunos pasajes de la sagrada
Escritura donde leemos de “único” o “solo”.
Consideremos de una vez lo
que Cristo no dijo. Creemos que esto nos puede ayudar a
discernir más claramente la declaración del Señor. Piénselo
detenidamente. Cristo no dijo “que nos conozcan a nosotros”, y
tampoco dijo, “que te conozcamos a ti”. Además, podemos entender
que Cristo no dijo, “tú eres el único Dios verdadero y yo soy un
dios falso”, y tampoco dijo, “tú eres el único Dios verdadero y
yo soy un dios menor”.
Una oración para nuestra
salvación
En primer lugar, Cristo
intercede por el bien espiritual de toda carne (v.2), y anhela
que toda la familia humana conozca al Padre (v.3). Si alguno
alcanzará vida eterna, será por Cristo, quien revela al Padre
(v.2,3,26).
En segundo lugar, el mundo
necesita la verdad, y la verdad viene del Padre a Cristo, de
Cristo a los apóstoles, y de los apóstoles al mundo
(v.6,8,14,17).
En tercer lugar, la humanidad
ha sido, y es, idólatra, adorando a muchos “dioses”, y no puede
así tener vida eterna (v.3). El contraste indicado existe entre
los dioses de la humanidad (irreales, falsos) y el Padre, no
entre el Padre y el Hijo. En otras palabras, el Padre es el
único Dios verdadero en contraste con los ídolos de la
humanidad, y su Hijo revela al Padre para la salvación humana
(cf. Jn. 1:18; 14:6-9).
Conocer a Dios
“Todos los religiosos — y
algunos que no profesan ninguna religión — hablan de conocer a
Dios. Cualquiera tendrá sus ideas acerca de Dios, y en cada
oportunidad las expresa, pero este tema tan solemne se trata muy
superficial y aun profanamente. Conocer a Dios no es simplemente
un conocimiento intelectual, sino el ser aprobado por El por
haberle obedecido para poder tener comunión con El” (W.
Partain).
El verbo “conocer” de nuestro
texto (gr. “ginosko”), es “aprobar” (cf. Jn. 1:10). Por lo
tanto, conocer a Dios es “aprobar” a Dios, y a consecuencia de
ello, obedecerle, “El que dice: Yo le conozco, y no
guarda sus mandamientos, el tal es mentiroso, y la verdad no
está en él” (1 Jn. 2:4; cf. Tito 1:16).
El Padre ha ubicado el acceso
a la vida eterna en Cristo, su Hijo (cf. Ef. 1:3-6). El santo
Hijo de Dios es el único camino al Padre (Jn. 14:6), él es el
apóstol (“enviado”; Heb. 3:1) que revela al Padre (cf. Jn.
3:17,34; 5:36,37; 8:18,27,29).
Juan escribió, “A Dios
nadie le vio jamás; el unigénito Hijo, que está en el seno del
Padre, él le ha dado a conocer” (Jn. 1:18). En fin, nadie
puede conocer a Dios sin la obra de Jesucristo, “Dios… nos ha
hablado por el Hijo” (Heb. 1:2).
Cristo dijo que la obediencia
al Padre es imprescindible para entrar en el reino de los
cielos, “No todo el que me dice: Señor, Señor, entrará en el
reino de los cielos, sino el que hace la voluntad de mi Padre
que está en los cielos” (Mat. 7:21). Cristo “vino a ser
autor de eterna salvación para todos los que le obedecen”
(Heb. 5:9).
Un sagrado vínculo
En el contexto inmediato el
“único Dios verdadero” y “Jesucristo” se mencionan en un sagrado
vínculo para bendecir al mundo. Ambos, el Padre y el Hijo, están
compartiendo gloria (Jn. 17:5,24), pertenencia (v.10), y
perfecta unidad (v.11,21).
Por lo tanto, la base y el
camino a la vida eterna se manifiesta en el verdadero
conocimiento del que envía, el Padre celestial, y de su enviado,
Jesucristo.
“Ellos le dijeron: ¿Dónde está
tu Padre? Respondió Jesús: Ni a mí me conocéis, ni a mi Padre;
si a mí me conocieseis, también a mi Padre conoceríais”
(Jn. 8:19).
“y el que me ve, ve al que me
envió” (Jn. 12:45).
“El que me aborrece a mí,
también a mi Padre aborrece”
(Jn. 15:23).
El verbo rogar
Cristo usó tres veces el verbo
“rogar”, indicando el sagrado vínculo con el Padre: “Yo ruego
por ellos… No ruego que los quites del mundo… Mas no ruego
solamente por éstos…” (Jn. 17:9,15,20).
El verbo rogar (gr. “erotáo”)
“sugiere con la mayor frecuencia que el que pide está en terreno
de igualdad o familiaridad con la persona a la que hace la
petición o pregunta… La conciencia de su igual dignidad, de su
intercesión poderosa y prevalente, se muestra en esto, que cada
vez que él pide, o afirma que él pedirá algo al Padre, siempre
utiliza el verbo erotao, esto es, pedir en términos de igualdad”
(W. E. Vine).
Otras declaraciones en el
relato de Juan
“En el principio existía el
Verbo, y el Verbo estaba con Dios, y el Verbo era Dios. El
estaba en el principio con Dios. Todas las cosas fueron hechas
por medio de El, y sin El nada de lo que ha sido hecho, fue
hecho” (Jn. 1:1-3,
LBLA).
“Y Jesús les respondió: Mi
Padre hasta ahora trabaja, y yo trabajo. Por esto los judíos aun
más procuraban matarle, porque no sólo quebrantaba el día de
reposo, sino que también decía que Dios era su propio Padre,
haciéndose igual a Dios”
(Jn. 5:17,18; “igual” (gr. “isos”): Igual en tamaño, cantidad y
calidad).
“para que todos honren al Hijo
como honran al Padre. El que no honra al Hijo, no honra al Padre
que le envió” (Jn.
5:23).
“Yo y el Padre uno somos.
Entonces los judíos volvieron a tomar piedras para apedrearle”
(Jn. 10:30,31; “uno” (gr. "jeis"): Esta palabra es de género
neutro, y no indica que son uno en persona o en propósito, sino
que son uno en naturaleza o esencia, A. T. Robertson).
“Le respondieron los judíos,
diciendo: Por buena obra no te apedreamos, sino por la
blasfemia; porque tú, siendo hombre, te haces Dios”
(Jn. 10:33).
“Jesús le dijo: Yo soy el
camino, y la verdad, y la vida; nadie viene al Padre, sino por
mí… Felipe le dijo: Señor, muéstranos el Padre, y nos basta.
Jesús le dijo: ¿Tanto tiempo hace que estoy con vosotros, y no
me has conocido, Felipe? El que me ha visto a mí, ha visto al
Padre; ¿cómo, pues, dices tú: Muéstranos el Padre?”
(Jn. 14:6-9).
“Entonces Tomás respondió y le
dijo: ¡Señor mío, y Dios mío! Jesús le dijo: Porque me has
visto, Tomás, creíste; bienaventurados los que no vieron, y
creyeron” (Jn.
20:28,29).
Reflexiones finales sobre
“único” y “sólo”
La palabra “único” (gr.
“mónos”) debe entenderse como único, sólo, solitario. Considere
los siguientes pasajes donde esta palabra aparece.
“Entonces Jesús le dijo: Vete,
Satanás, porque escrito está: Al Señor tu Dios adorarás, y a él
sólo servirás”
(Mat. 4:10)
·
Si únicamente Dios es digno de
“adoración”, ¿por qué Cristo aceptó ser adorado (Mat. 14:33)?
·
Entonces, Cristo no se excluyó
de la Deidad.
“al único y sabio Dios,
sea gloria mediante Jesucristo para siempre. Amén”
(Rom. 16:27)
·
Si solamente Dios es
absolutamente “sabio”, ¿por qué en Cristo encontramos todos los
tesoros de la sabiduría y el conocimiento (Col. 2:9)?
·
El lenguaje exalta claramente
la sabiduría/conocimiento de Jesús y lo identifica como divino.
“¿Quién no te temerá, oh
Señor, y glorificará tu nombre? pues sólo tú eres santo;
por lo cual todas las naciones vendrán y te adorarán, porque tus
juicios se han manifestado”
(Apoc. 15:4)
·
Si únicamente Dios es “santo”,
¿por qué Cristo es repetidamente llamado “el santo” (Luc. 1:35;
Hech. 2:27; 3:14)?
·
¿Qué del “Espíritu Santo”
(cf. Hech. 5:3,4)?
Conclusión
El apóstol Juan, el mismo
apóstol que escribió el “cuarto evangelio”, identificó a
Jesucristo como el verdadero Dios, diciendo: “Pero sabemos
que el Hijo de Dios ha venido, y nos ha dado entendimiento para
conocer al que es verdadero; y estamos en el verdadero, en su
Hijo Jesucristo. Este es el verdadero Dios, y la vida
eterna” (1 Jn. 5:20).
Si Cristo es “el verdadero
Dios”, sin excluir al Padre de la Deidad, así también, el
Padre es “el Dios verdadero”, sin excluir al Hijo de la
Deidad.
Cristo dijo, “Y esta es la
vida eterna: que te conozcan a ti, el único Dios verdadero, y a
Jesucristo, a quien has enviado” (Jn. 17:3). Evidentemente,
Cristo se incluye junto al Padre como la fuente de la vida
eterna.