ANA LA PROFETISA
LUCAS 2:36-38
Lucas 2:25-30, el testimonio de Simeón. Tomó al niño
Jesús en sus brazos y bendijo a Dios “Porque han visto mis ojos tu salvación”.
Lucas 2:36. Estaba también allí Ana,
profetisa.
Mujeres inspiradas incluyen a María, hermana de Aarón y de Moisés (Éxodo
15) era profetisa. Débora era profetisa (Jueces 4:4, 5, 6, 14). Ella era
juez (al igual que Jefté, Sansón, Gedeón, etc.). Instruía y juzgaba al pueblo de
Israel y dio órdenes a su general Barac. Otra profetisa se llamaba Hulda.
Aprendemos en 2 Reyes 22:11-20 que el rey Josías ordenó al sumo sacerdote que
consultara con ella acerca del libro de la Ley hallado en el Templo. Cinco
varones fueron a consultarla y ella profetizó los juicios de Dios sobre el
pueblo rebelde. También había profetisas en la iglesia. Hechos 2:17; 21:8, 9. 1
Cor. 11:5.
-- hija de Fanuel, de la tribu de Aser, -- Octavo hijo de Jacob (su madre
siendo Zilpa, la criada de Lea (Gén. 30:13). Algunos hablan de “las
tribus perdidas de la casa de Israel”. Una de aquellas tribus hubiera sido la de
Aser, pero no estaba perdida, pues aquí está una persona muy importante de esa
tribu. El concepto de las supuestas “tribus perdidas” se basa en la apostasía de
las diez tribus que fueron llevadas por Jeroboam hacia la idolatría cuando se
dividió el reino. Sin embargo, 2 Crón. 11:13-16 dice que los fieles de aquellas
tribus volvieron a Jerusalén para seguir adorando al Dios verdadero. Ana es
un buen ejemplo de aquellos fieles que se apartaron de las diez tribus que
apostataron. La profecía de Ezequiel 48:2 se refiere a la heredad de Aser en
el nuevo templo (espiritual) del “Israel de Dios” (Gál. 6:16). Véase Hech. 26:7.
Lo que hicieron los fieles de aquellas diez tribus es precisamente lo que hacen
hermanos fieles hoy en día. Al ver que la iglesia de la cual son miembros se
aparta de la verdad, la abandonan para unirse a hermanos fieles. Como en los
días de Jeroboam, así también ahora hay quienes se apartan de la ley de Dios
enseñando que las iglesias pueden centralizar sus fondos en una “iglesia
patrocinadora” o en alguna institución (escuela bíblica, asilo para niños,
clínica, etc.). Otros se apartan de la verdad enseñando que cuando Jesucristo
vino al mundo dejó sus atributos divinos (o dejó el uso de ellos) y que en toda
palabra y actividad actuaba como un mero hombre (como los apóstoles). También
muchos se han apartado de la verdad enseñando varios errores sobre el matrimonio
y nuevas nupcias (p. ej., que todos los divorciados se pueden volver a casar;
que el fornicario repudiado se puede volver a casar; que los del mundo no están
sujetos a las enseñanzas de Jesús sobre el matrimonio y divorcio, etc.). Y para
colmo de males, algunos que profesan ser hermanos fieles y conservadores apoyan
la “evolución”, enseñando que los seis días de la creación no eran días
consecutivos y literales de 24 horas, sino largos períodos de tiempo (que un
“día” podría haber sido de millones de años).
Lucas 2:37
Era viuda de edad muy avanzada…
y no se apartaba del templo, sirviendo
de noche y de día con ayunos y oraciones. Esto enfatiza que ella era muy
fiel, que estaba presente en cada servicio, tanto de noche como de día. Nunca
faltaba. Es como diríamos “estaba allí todo el tiempo”, o “cada vez que se
abrieron las puertas”. Las hermanas más avanzadas en años pueden servir a Dios
haciendo súplicas por todos los santos y por la obra del Señor. Col. 4:12, 13;
Efes. 6:18, 19.
Lucas 2:38 Esta, presentándose en la misma hora, daba
gracias a Dios, y hablaba del niño a todos los que esperaban la redención en
Jerusalén.
A pesar de su “edad muy avanzada” todavía era muy útil al
Señor. Ejercía un don muy importante. 1 Cor. 14:1-3. Según los textos que hemos
citado sobre las profetisas, éstas instruían a todos. Débora gobernaba e
instruía al pueblo. Hulda instruía al rey y a todos los que estaban asociados
con él. Así también Ana “hablaba del niño a todos los que esperaban la redención
en Jerusalén”.
¿Cómo puede la hermana de edad avanzada servir a Dios ahora? Hay mucho que puede
hacer. La primera cosa es que tenga un espíritu amable y apacible. Debe
concentrarse en llevar el fruto del Espíritu (Gál. 5:22, 23). Hay ancianas
que al parecer sólo viven para quejarse, murmurar y causar miseria para sí
mismas y otras personas. Quieren toneladas de simpatía y compasión para sí
mismas sin expresar compasión por otros. Esto es puro egoísmo.
Desde luego, si son así en la vejez es porque así eran cuando eran más jóvenes.
Una anciana de carácter dulce no llegó a ser dulce simplemente por cumplir los
80 años. Lo que somos en la vejez es el colmo de lo que hemos sido por
años.
Otra cosa muy importante es la fiel asistencia a todos los servicios de la
iglesia. Ana “no se apartaba del templo”. Es posible que ella viviera allí, pero
el lenguaje no requiere eso. Probablemente significa que ella constantemente
frecuentaba el templo. Toda hermana de edad debe ser tan fiel en asistir a los
servicios de que puedan decir de ella, “no se apartaba del templo”. Recuerdo una
hermana de 95 años de edad a la que trajeron cada noche al servicio en silla de
rueda. Le pregunté cómo estaba y dijo que no servía para nada. Tuve que
asegurarle con todo énfasis que su presencia en la reunión era un ejemplo (un
sermón) tremendo.
Las hermanas de edad avanzada no tienen que estar en el sitio de reunión todos
los días para poder orar y para oír la palabra de Dios. Pueden leer sus Biblias.
Si no pueden leer o si batallan para leer, pueden escuchar la palabra grabada en
casetes. También pueden escuchar himnos y sermones. Muchos ancianos llenan sus
días viendo la televisión y consumiendo la basura de las novelas y programas de
conversación mundana.
La hermana de edad avanzada puede servir al Señor según sus posibilidades,
visitando enfermos, hermanos débiles en la fe, miembros nuevos, etc. Si no puede
ir en automóvil o en transportes públicos, puede ir donde pueda a pie. O puede
usar el teléfono. Si no tiene teléfono, puede escribir cartas y postales. En
fin, hay maneras de servir. De esta manera las personas de edad no están
simplemente sentadas en mecedoras pensando en los problemas de la vida,
queriendo que alguien les visite para escuchar sus quejas.
Es importante enfatizar lo que Pablo dice a Tito (2:3-5), “Las ancianas
asimismo sean reverentes en su porte; no calumniadoras, no esclavas del vino,
maestras del bien; 4 que enseñen a las mujeres jóvenes a amar a sus
maridos y a sus hijos, 5 a ser prudentes, castas, cuidadosas de su
casa, buenas, sujetas a sus maridos, para que la palabra de Dios no sea
blasfemada”. De la manera que la obra de supervisar la congregación se
reserva para los varones de edad y experiencia, así también las hermanas
“ancianas” tienen la responsabilidad de enseñar a las mujeres jóvenes sobre sus
deberes como ama de casa. Sin lugar a dudas las hermanas de edad avanzada pueden
solucionar muchos problemas en el hogar de hermanos más jóvenes y evitar el
divorcio.
Caleb es buen ejemplo. Josué 6:2 registra lo que pidió con respecto a su
herencia en la tierra de Canaán. “Dame, pues, ahora este monte”. No quería decir
“dame” en el sentido de que otros lo ganaran por él, sino que pedía el permiso
de pelear contra los gigantes de la tierra para tomar posesión de ese monte
(Hebrón). ¿Su edad? 85 años.
Prov. 16:31, “Corona de honra es la vejez que se halla en el camino de
justicia”.