Introducción al calvinismo
Muy pocas doctrinas son tan
penetrantes en las iglesias y la teología moderna como lo es el calvinismo.
Aunque esta doctrina (enseñanza) no es moderna de ninguna manera, es reconocida
por su proponente más exitoso, Juan Calvino (1509-1564).
Calvino formalizó este sistema de
creencia en su obra “Los Institutos de la Religión Cristiana” (1536), el cual
con muy poca revisión se acepta, se estudia, y se enseña en las iglesias
evangélicas. Contemporáneo de Martín Lutero, la obra de Calvino se asoció
rápidamente con muchas de las iglesias reformadas de su época, y sigue siéndolo
aún hoy, en muchos credos denominacionales y confesiones de fe.
El calvinismo en pocas palabras
Debido a que muchos pueden
necesitar una introducción, o repaso sobre la teología reformada, o calvinismo,
queremos resumir en pocas palabras su naturaleza, es decir, lo que es en sí este
sistema de creencias, y luego, examinaremos sus componentes y principios.
Debe entenderse que el calvinismo
es un sistema de creencias altamente lógico, sistemático e interconectado, que
produce una cosmovisión particular, una manera de ver e interpretar a Dios, al
mundo y al ser humano, definiendo la naturaleza espiritual de este último y su
salvación. En palabras de R. C. Sproul, “la teología reformada no es un conjunto
caótico de ideas inconexas. Por el contrario, la teología reformada es
sistemática… la teología reformada trasciende de los meros cinco puntos del
calvinismo, porque es una cosmovisión de la vida y el mundo. Es una teología de
pacto. Es sacramental. Está comprometida a transformar la cultura” (“Los
excelentes puntos del calvinismo”).
El calvinismo contiene muchas
verdades que la mayoría de los estudiantes de la Biblia no discutiría, a la vez
que está entrelazado con muchas declaraciones que podemos cuestionar, e incluso,
señalar como falsas. En consecuencia, queda sobre los hombros del lector la
responsabilidad de separar la verdad del error, aferrándose a la verdad tal como
es revelada en la Biblia (cf. Jn. 17:17; Hech. 17:11; 1 Tes. 5:21).
El fundamento del calvinismo es la
soberanía total y completa de Dios. Según Calvino, dado que Dios es soberano, ha
hecho todas las elecciones y, por lo tanto, el hombre no tiene elección ni libre
albedrío práctico. Según el calvinismo el ser humano tiene libre albedrío para
lo malo, pero no para lo bueno, pues ha perdido su libertad en la corrupción
original. Calvino razonó que una de las elecciones que Dios hizo, es que el
hombre pecara. Este pecado, al que Dios sometió al hombre, corrompió la
naturaleza humana haciendo que toda la descendencia de Adán quedara totalmente
privada del bien, totalmente inclinada al mal y sus consecuencias.
Steven Lawson escribió, “El primer
hombre, Adán, pecó, y su transgresión y culpa fueron inmediatamente imputadas a
toda la humanidad (excepto Cristo). Con este único acto de desobediencia,
contaminó moralmente cada parte de su ser: mente, afectos, cuerpo, y voluntad”
(“El TULIP y las Doctrinas de la Gracia”).
Calvino argumentó que, para salvar
al hombre, Dios escogió a ciertas personas para ser salvas. Dado que el hombre
está depravado por naturaleza, y no podría aceptar las condiciones de Dios por
sí mismo, los elegidos han sido seleccionados sin requisitos previos. Para
lograr la salvación de los elegidos, el Espíritu Santo mueve a estos escogidos
hacia Dios, condenando así al resto de la humanidad a la eternidad en el
infierno. Estos seleccionados no pueden resistir la gracia y, por lo tanto, no
podrían apostatar ni perderse. El propósito de la elección de Dios fue producir
su propia gloria en su soberanía.
Los resultados de estas creencias,
que enseñan que el ser humano no tiene libre albedrío como para someterse a
Dios, indican que no hay control sobre la vida, ni el destino. Dios ha escogido
incondicionalmente a algunos para que sean salvos, quienes no podrán perderse
sin importar su comportamiento. Los que no han sido elegidos están sentenciados
al infierno, porque Dios no les ha elegido para salvación.
Los principios del calvinismo
Aunque Calvino no ordenó sus
creencias según el acrónimo inglés “TULIP”, una denominación prominente sí lo
hizo. Usaron este acrónimo para delinear e identificar sus creencias
fundamentales para su credo.
En inglés “TULIP” representa
los siguientes principios: Total Inherited Depravity of Man; Unconditional
Election; Limited Atonement; Irresistible Grace; Perseverance of the Saints.
En castellano, los
principios del calvinismo son:
·
Depravación
total hereditaria.
·
Elección
incondicional.
·
Expiación
limitada.
·
Gracia
irresistible.
·
Perseverancia
de los santos.
Debe enfatizarse que todos los principios de esta doctrina
están estrechamente interconectados. El sistema de creencias de Calvino era muy
lógico, lo cual tiene dos implicaciones. Primero, si se asume un principio del
sistema los demás principios serán aceptados naturalmente. Pero, si un principio
es rechazado, los demás no podrán ser aceptados. Por lo tanto, si refutamos un
principio del calvinismo, todo el sistema de creencias de la teología reformada
se desploma sobre sí misma.
Por qué estudiar el calvinismo
Mas que un ejercicio académico o un mero avance dogmático,
estudiar el calvinismo ha de ser un asunto de suma importancia y preocupación
para todos, ya que las doctrinas del calvinismo son el fundamento doctrinal de
la mayoría de los credos denominacionales.
Debido a que los principios del calvinismo se relacionan con
nuestras creencias espirituales más básicas, incluidos el libre albedrío humano
y el carácter de Dios, e incluso, el perdón de los pecados, debemos estudiar
diligentemente este tema antes de adoptar, o aferrarnos precipitadamente, a
semejantes creencias.
Una conclusión extraída falsamente, o un credo aceptado
ciegamente, producirá errores doctrinales y morales incalculables, lo que
conducirá a una fe sin base bíblica ni esperanza.
Resumen
El calvinismo es un conjunto de creencias altamente lógicas e
interconectadas, que influye en muchos credos denominacionales y confesiones de
fe.
El calvinismo intenta explicar la base de la salvación humana
a través de la soberanía de Dios, y afecta casi todos los aspectos de las
creencias, la moral y el comportamiento de uno.
Debido a su amplio alcance y aceptación, es inherentemente
importante que examinemos esta doctrina a la luz de las sagradas Escrituras.