Expiación limitada

Por Josué I. Hernández

 

La expiación limitada se deriva lógicamente de la elección incondicional, y esta última de la depravación total hereditaria. Como podemos observar, la estructura del calvinismo está conectada lógicamente desde su piedra fundamental, la depravación total hereditaria. En fin, el calvinismo afirma que la muerte de Cristo no fue motivada para salvar a los reprobados, sino solamente a los individuos que fueron elegidos incondicionalmente por Dios:

 

“Puesto que Dios ha designado a los elegidos para gloria, así también, por el eterno y más libre propósito de su voluntad, ha ordenado todos los medios para ello. Por lo cual, los que son elegidos, estando caídos en Adán, son redimidos por Cristo, eficazmente llamados a la fe en Cristo por su Espíritu que obra a su debido tiempo, justificados, adoptados, santificados y por su poder son guardados para salvación por medio de la fe. No hay otros que sean redimidos por Cristo, eficazmente llamados, justificados, adoptados, santificados y salvos, sino solamente los elegidos” (Confesión de Westminster, III 6).

 

“Al resto de la humanidad por su pecado, agradó a Dios pasarla por alto y destinarla a deshonra e ira, según el inescrutable consejo de su propia voluntad, por el cual extiende o retiene misericordia como a él le place para la gloria de su poder soberano sobre las criaturas, para la alabanza de su gloriosa justicia” (Confesión de Westminster, III 7).

 

¿Quiere Dios que todos sean salvos?

 

El calvinismo niega que Cristo haya muerto por todos, a la vez que argumenta que Dios no quiere que todos sean salvos. El lector puede observar cómo esto se opone al carácter de Dios, quien “no hace acepción de personas” (Hech. 10:34), y se opone a la palabra de Dios, donde leemos que Cristo “se dio a sí mismo en rescate por todos” (1 Tim. 2:6).  

 

“La doctrina de la expiación limitada (también conocida como «expiación definida» o «redención particular») dice que la expiación de Cristo se limitó (en su alcance y objetivo) a los elegidos; Jesús no expió los pecados de todas las personas del mundo” (R. C. Sproul, “¿Qué es la expiación limitada?”).

 

“Dios decretó que salvaría a un cierto número de personas de la humanidad caída, personas que la Biblia llama los elegidos. Para que ese plan de elección se llevara a cabo en la historia, Dios envió a Su Hijo al mundo con el objetivo específico de lograr la redención de los elegidos. Esto se cumplió perfectamente, sin que se desperdiciara ni una gota de la sangre de Cristo. Todos los que el Padre eligió para salvación son salvos por medio de la expiación” (R. C. Sproul, “¿Qué es la expiación limitada?”). 

 

Si el calvinismo tiene razón, Dios ha decretado soberanamente salvar a los elegidos, y no salvar a los demás. Es decir, debido a que el ser humano no puede escoger a Dios, será Dios quien escogerá por el hombre, salvando a unos, los escogidos incondicionalmente, y desechando a los reprobados.

 

En consideración de lo anterior, ¿qué sucederá con los niños, los recién nacidos, y los bebés aún por nacer? En el calvinismo no hay mecanismo que impida la condenación eterna de los reprobados, sin importar su edad.

 

Dios quiere que todos sean salvos

 

La Biblia enseña claramente que Dios envió a su santo Hijo para que el mundo sea salvo por él, por lo cual el evangelio debe ser predicado a todos (Mat. 28:19,20; Mar. 16:15,16; Luc. 24:46,47; Hech. 1:8; 8:4; Col. 1:5,6,23; Apoc. 14:6). Esto no es un desperdicio de la sangre de Cristo, como implica R. C. Sproul, esto es la bondad, el amor y la misericordia de Dios (Tito 3:4-7), es decir, su “gracia” manifestada (Tito 2:11; 3:7).

 

“El Señor no retarda su promesa, según algunos la tienen por tardanza, sino que es paciente para con nosotros, no queriendo que ninguno perezca, sino que todos procedan al arrepentimiento (2 Ped. 3:9).

 

“Porque esto es bueno y agradable delante de Dios nuestro Salvador, el cual quiere que todos los hombres sean salvos y vengan al conocimiento de la verdad” (1 Tim. 2:3,4).

 

Torciendo las sagradas Escrituras (2 Ped. 3:16), los calvinistas se apresuran a indicar que la palabra “todos” se aplica solamente a los elegidos, como si los apóstoles hubiesen dicho “todos los elegidos y no los reprobados”. Sin embargo, una lectura cuidadosa indica que “todos” es precisamente eso, “todos”, la totalidad de la humanidad.

 

Piénselo detenidamente. Mientras el calvinismo afirma que Dios es activo en la salvación de los elegidos, ¿por qué Dios está esperando con tanta paciencia (pasivamente) a que los elegidos se arrepientan? Si la teología reformada enseña que los elegidos no pueden escoger a Dios porque están depravados, y es Dios quien los atrae irresistiblemente, ¿por qué Dios está esperando? Si Dios ordenó de antemano todas las cosas y eligió soberanamente todo, ¿por qué necesita usar de paciencia? Si la soberana voluntad de Dios es que todos se salven, ¿quién se lo impide? ¿Está Dios teniendo paciencia consigo mismo?

 

Por el contrario, si el hombre tiene libre albedrío pleno, y puede llegar a escoger a Dios sujetándose al evangelio, entonces Dios es misericordioso al no querer que ninguno perezca; es paciente, esperando que todos se arrepientan; y es justo al condenar a “los que no conocieron a Dios, ni obedecen al evangelio de nuestro Señor Jesucristo” (2 Tes. 1:8,9). Esta interpretación es concordante con la evidencia bíblica, donde “todos” (1 Tim. 2:4,6; 2 Ped. 3:9) son precisamente eso, “todos los hombres”, la humanidad que debe arrepentirse y conocer la suprema verdad.

 

Conclusión

 

La Biblia dice que Dios envió a su Hijo “para que el mundo sea salvo por él” (Jn. 3:14-17). Jesucristo “es la propiciación por nuestros pecados; y no solamente por los nuestros, sino también por los de todo el mundo” (1 Jn. 2:2), “el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo” (Jn. 1:29).

 

La expiación no fue limitada por Dios a individuos preseleccionados incondicionalmente, por tal razón, no hay impedimento de parte de Dios para que todo el mundo sea salvo.