LA MADRE DE JACOBO Y JUAN
--- MATEO 20:20
Entonces se le acercó la madre de los hijos de Zebedeo con sus hijos,
postrándose ante él (prohibido en Hech. 10:25 y Apoc. 1:17; 19:10, pero
Jesús nunca prohibió que la gente se postrara delante de El) y pidiéndole
algo. 21 El le dijo: ¿Qué quieres? Ella le dijo: Ordena que en tu reino se
sienten estos dos hijos míos, el uno a tu derecha, y el otro a u izquierda. – Jesús
habla de su sufrimiento y muerte, pero sus discípulos siguen pensando en ser
grandes en un reino terrenal. Querían honor, poder, felicidad y todo esto lo
obtuvieron, pero no como ellos pensaban. Jesús ofrece estas cosas no a través
del poderío humano, sino a través del sufrimiento y servicio. Serían grandes,
pero yendo por el camino de la cruz. La madre de Jacobo y Juan era muy
ambiciosa, quería “lo mejor” (autoridad, poder, fama) para sus hijos, pues
quería que sus hijos obtuvieran ventaja sobre los otros apóstoles. Este es otro
caso del cual Santiago habla cuando dice, “Pedís mal” (Sant. 4:3). Muchos padres
quieren que sus hijos sean grandes pero ¿cuántos padres sinceramente quieren que
sus hijos sean fieles cristianos? Para muchos padres los hijos son muy
exitosos si están bien establecidos en su profesión o negocio, tienen buenas
casas, automóviles, etc.
Mateo 20:22 Entonces Jesús respondiendo, dijo: No sabéis lo
que pedís (Luc. 9:33). ¿Podéis beber del vaso que yo he de beber, -- Vaso
o copa (26:39) de sufrimiento. Jn. 18:11.
“No sabéis lo
que pedis”, obviamente la petición de la madre fue en realidad petición de
Jacabo y Juan.
--- Lucas
14:25-33, Jesús habla con toda franqueza del costo del discipulado. Enseña que
todos deben calcular gastos.
-- y ser bautizados con el bautismo con que yo soy bautizado? – Bautizado quiere
decir sumergido o abrumado con sufrimiento (escarnecido, escupido, azotado,
abofeteado, corona de espinas, clavos en las manos y en los pies).
Les esperaban diluvios de sufrimiento.
Sal. 69:2; 124:4,5; Isa. 43:2. Jesús siempre les habló con toda franqueza,
explicando el costo del discipulado. En Mat. 10:16-22 les dijo que (1) serían
rechazados, v. 14; (2) que la enseñanza de ellos sería rechazada; (3) que serían
entregados, 17,18; (4) aun por los familiares, v. 21; (5) que serían
aborrecidos, v. 22 y (6) terminó diciendo, “Y no temáis a los que matan el
cuerpo”, v. 28. En seguida habló de los grandes conflictos que habría entre
familiares (Mat. 10:34-39, que habría espada -- disensión y división -- en
lugar de paz). Habló de la abnegación de sí y de llevar su cruz Mat.
16:24,25, y la necesidad de renunciar todo por El, Luc. 14:33.
--- Este
bautismo de sufrimiento no era “aspersión” de sufrimiento sino “inmersión”,
sumergido en sufrimiento.
---
Esta pregunta es para nosotros también. ¿Estamos dispuestos a ser sumergidos en
sufrimiento con Cristo? ¿Qué sabemos de tal sufrimiento?
-- Y ellos le dijeron: Podemos. – En realidad los apóstoles
mostraron su disposición de sufrir y aun morir con Cristo. Jn. 11:16, “Dijo
entonces Tomás, llamado Dídimo, a sus condiscípulos: Vamos también nosotros,
para que muramos con él”; Luc. 22:33, “El le dijo: Señor, dispuesto estoy a ir
contigo no sólo a la cárcel, sino también a la muerte”, y lo mostró (Mat.
26:51), “Pero uno de los que estaban con Jesús, extendiendo la mano, sacó su
espada, e hiriendo a un siervo del sumo sacerdote, le quitó la oreja”. Sin lugar
a dudas los apóstoles estaban confusos. A pesar de todo lo que Jesús les había
dicho acerca de la verdadera naturaleza de su reino, y de todo lo que El iba a
sufrir, etc., ellos no comprendieron. Después sí comprendieron y sí podían beber
cualquier copa de sufrimiento por Cristo.
20:23 El les dijo: A la verdad, de mi vaso beberéis, y con el
bautismo con que yo soy bautizado, seréis bautizados; -- El sufrimiento de
los apóstoles comenzó pronto después de comenzar su ministerio (Hech. 4:3;
5:18). Jacobo fue degollado por Herodes (Hech. 12:2) y vemos a Juan, ya en su
vejez, desterrado en la isla de Patmos (Apoc. 1:9). Este texto muestra que Jesús
tenía confianza en sus apóstoles. El los vio no solamente como eran en ese
tiempo, sino como serían poco después. Comenzando el día de Pentecostés eran
hombres muy cambiados, verdaderamente dispuestos a sufrir y a morir por Cristo.
1 Ped. 4:13; 2 Cor. 4:10; Gál. 6:17; Jn. 15:20.
-- pero el sentaros a mi derecha y a mi izquierda, no es mío darlo,
sino a aquellos para quienes está preparado por mi Padre. – La exaltación de
los apóstoles sería de acuerdo al plan de Dios; es decir, no conforme a puestos
de autoridad, sino conforme al sufrimiento y el servicio. Tales honores se
reparten según el plan eterno de Dios.
20:24 Cuando los diez oyeron esto, se enojaron contra los dos
hermanos. -- Es el resultado inevitable de tal ambición, rivalidad y
ambición vana, pero no hay problema cuando alguien quiere ser grande a través de
sufrir y servir.
20:25 Entonces Jesús, llamándolos, dijo: Sabéis que los
gobernantes de las naciones se enseñorean de ellas, y los que son grandes
ejercen sobre ellas potestad. – De esta manera los hombres del mundo juzgan
la grandeza. El “grande” en este mundo es hombre prominente y da órdenes a
muchos hombres.
20:26 Mas entre vosotros no será así, {Luc. 22. 25-26.} sino
que el que quiera hacerse grande entre vosotros será vuestro servidor, 27
y el que quiera ser el primero entre vosotros será vuestro siervo; {Mt. 23. 11;
Mr. 9. 35; Luc. 22. 26.} 28 como el Hijo del Hombre no vino para ser
servido, sino para servir, (Jn. 13:5) – La Biblia nos da muchos ejemplos de
los que se hicieron grandes en el reino. Aparte de los apóstoles, profetas,
evangelistas, etc. que sirvieron fielmente al Señor, también leemos de otros
ejemplos como los siguientes: Dorcas, Hech. 9:36, 39; Febe, Aquila, Priscila,
Rom. 16:1, 3, 4 (y varios otros en este capítulo); familia de Estéfanas, 1 Cor.
16:15, 16; Gayo, 3 Jn. 5, 6, etc. De los tales Pablo dice (Fil. 2:3, 4) que sus
nombres están escritos en “el libro de la vida”. Esto indica claramente que los
tales son grandes ante los ojos de Dios.
-- y para dar su vida en rescate por muchos (26:28; Heb. 9:28).
– Dio su vida para rescatarnos (redimirnos), 1 Ped. 1:18, 19.
* * * * * * * * * *