La carne

El enemigo dentro de las puertas

Sant. 1:14

Introducción.

      A. No nacemos pecadores, con naturaleza corrupta,  ni con deseos malos Gén 8:21; Ecles. 7:29.

      B. Esta doctrina calvinista niega el poder del evangelio y la eficacia de la sangre de Cristo, porque enseña que aun después de ser regenerado (después de ser hecho nueva criatura en Cristo), el cristiano sigue con su naturaleza corrupta. Esto quiere decir que según el calvinismo el evangelio (la sangre de Cristo) no tiene poder para quitar todo pecado del hombre.

I. Los deseos malos son creados por el hombre.

      A. Gén 6:5, “Y vio Jehová que la maldad de los hombres era mucha en la tierra, y que todo designio de los pensamientos del corazón de ellos era de continuo solamente el mal”. El hombre no nace con tales pensamientos malos; más bien, son creados en el corazón por el hombre mismo. El es responsable. Esto se ve claramente en Gén. 6:12, “Y miró Dios la tierra, y he aquí que estaba corrompida; porque toda carne había corrompido su camino sobre la tierra”.

      B. Jer 7:24, “caminaron en sus propios consejos, en la dureza de su corazón malvado”; 18:11, “conviértase ahora cada uno de su mal camino”. Obsérvese la palabra “su”; son propiedad del hombre mismo. Son suyos.

      C. 2 Tim. 4:3, “se amontonarán maestros conforme a sus propias concupiscencias”.

      D. 2 Ped. 3:3, “andando según sus propias concupiscencias”.

      E. Estos deseos no son los deseos normales o naturales que Dios nos da; es decir, el hombre no nace con estos deseos. Más bien, son deseos malos, concupiscencias, pasiones desordenadas, que el hombre mismo ha creado en su corazón desde su juventud. Son de él. SON SUYOS. Ha cultivado apetitos malos, carnales.

      F. Sant. 1:14, “cada uno es tentado, cuando de su propia concupiscencia es atraído y seducido”.

          1. Algunos hermanos enseñan que la “concupiscencia” (epithumia) es simplemente el deseo normal del hombre (el hambre, la sed, el deseo sexual, etc.), aun aplican este texto a Jesucristo, pero cuando la Biblia habla de “su propia epithumia” no se refiere a los deseos normales con los que nacemos, sino a los deseos carnales creados por el corazón perverso del hombre.

          2. Compárense los textos ya citados: Jer. 7:24; 18:11; 2 Tim. 4:3; 2 Ped. 3:3. Los que aplican Sant. 1:14 a Jesucristo cometen un grave error. Con esa interpretación errónea insultan a nuestro Señor Jesucristo.

II. El hombre ha creado un monstruo en su propio corazón.

      A. Este monstruo se llama la carne. El hombre hace esto al cultivar y estimular deseos malos. SI NO MATA A ESTE MONSTRUO LO DESTRUIRA.

      B. Los que crean este monstruo cooperan con Satanás, le ayudan. Le dan un arma que usar contra ellos mismos. Este monstruo se puede comparar que la falsa doctrina que carcoma como gangrena (2 Tim. 2:17); es decir, ambas cosas destruyen el alma.

      C. Hizo esto “en otro tiempo” (antes de convertido), Tito 3:3, “Porque nosotros también éramos en otro tiempo insensatos, rebeldes, extraviados, esclavos de concupiscencias y deleites diversos, viviendo en malicia y envidia, aborrecibles, y aborreciéndonos unos a otros”.

      D. Lo hizo en su “ignorancia”, 1 Ped. 1:14, “no os conforméis a los deseos que antes teníais estando en vuestra ignorancia”.

III. Al convertirse ¿qué se debe hacer con la carne?

      A. Rom 6:6,12, “nuestro viejo hombre fue crucificado … No reine, pues, el pecado en vuestro cuerpo mortal, de modo que lo obedezcáis en sus concupiscencias”. Cuando el hombre muere al pecado y se bautiza (se sepulta) para perdón de pecados (Rom. 6:4; Hech. 2:38), el Señor lo añade a su iglesia (Hech. 2:47), lo traslada a su reino (Col. 1:13). De esta manera es santificado o separado del mundo. Ya deja la práctica del pecado. Ya no vive en el pecado. Ya no anda en el mundo. Tiene cambio de corazón y cambio de vida. Tiene cambio de propósito.

      B. El cristiano sí tropieza de vez en cuando, y si confiesa su pecado, tiene Abogado (Cristo) y Dios le perdona (1 Jn.1:8-2:2), pero el cristiano no es pecador sino santo, pues no vive en pecado, no anda conforme a la carne (Rom. 8:1-5), no practica el pecado (1 Jn. 3:8-10). Repito: ¡la Biblia no llama al cristiano “pecador” sino “santo”!

      C. Por eso, Pablo dice en Rom. 13:14, “sino vestíos del Señor Jesucristo, y no proveáis para los deseos de la carne”. Seguramente el cristiano no ANDA conforme a la carne (Rom. 8:1). No PIENSA en las cosas de la carne, sino en las cosas del Espíritu (Rom. 8:5). Entonces deben tener cuidado todos los días de no proveer para ningún deseo de la carne que todavía exista en su corazón.

      C. Gál 5:16, “Andad en el Espíritu, y no satisfagáis los deseos de la carne”. El cristiano ANDA en el Espíritu, y satisface los deseos del espíritu.

      D. Efes. 4:31, “Quítense de vosotros toda amargura, enojo, ira, gritería y maledicencia, y toda malicia”. Si alguno retiene estas cualidades en su corazón y en su vida y no las quita, entonces NO ANDA CONFORME AL ESPIRITU SINO CONFORME A LA CARNE. El fin será la perdición, porque “los que PRACTICAN estas cosas no heredarán el reino de Dios”  (Gál. 5:21).

      E. Col 3:5, “Haced morir, pues, lo terrenal en vosotros: fornicación, impureza, pasiones desordenadas, malos deseos y avaricia que es idolatría”. Este texto da una orden, un mandamiento. Hay que hacerlo. El que no lo haga no es cristiano, sino que sigue siendo carnal.

      F. Tito 2:12, “enseñándonos que, renunciando a la impiedad y a los deseos mundanos, VIVAMOS en este siglo sobria, justa y piadosamente”. El cristiano no VIVE carnalmente, sino espiritualmente. VIVE sobria, justa y piadosamente. ¿Nunca peca? Sí, tropieza de vez en cuando, pero el pecado NO ES SU PRACTICA. NO ES SU VIDA. NO ES SU ANDAR.

      G. 1 Ped 2:11, “Amados, yo os ruego como a extranjeros y peregrinos, que os abstengáis de los deseos carnales que batallan contra el alma”.

      H. Por lo tanto, en lo concreto, en lo práctico, ¿qué se puede hacer para vencer este problema? Simplemente no cultivar (no proveer para, no satisfacer) deseos malos. Algunas avenidas por las cuales estos deseos malos vienen son:  mala compañía con actividades y pláticas mundanas, películas mundanas (la mayoría de las películas de la televisión son mundanas con lenguaje carnal, desnudez, violencia), música mundana, libros y revistas que promueven y estimular todos los deseos carnales, el afán de acumular posesiones materiales, etc.

      I. Huir de los deseos malos y de toda actividad mundana, 2 Tim 2:22; 1 Cor 6:18; 10:14; 1 Tim 6:9.

      J. Entonces cultivar apetitos buenos, Fil 4:8; Rom 12:2; es posible hacerlo y es indispensable que lo hagamos. Es posible cambiar los apetitos. Muchas personas apetecen alimentos dañinos y tienen que cambiar sus apetitos. Así también es necesario vencer los apetitos carnales y cultivar apetitos espirituales.

Conclusión.

          A. Muchos sermones se predican sobre “el plan de salvación”. Este tema tiene mucho que ver con el plan de Dios para salvarnos, porque si no se crucifica la carne, el alma se destruirá.

          B. Muchos sermones se predican sobre la identidad de la iglesia verdadera, la necesidad de adorar correctamente, etc., y tales sermones son indispensables, pero si se descuida la enseñanza acerca de la carne muchas almas serán perdidas.

          C. Que nadie diga que no puede vencer la carne. Dios no requiere lo imposible.

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