Levítico 17

 

Introducción.

      A. Los capítulos 17-20 siguen narrando las leyes sobre la santidad.

      B. La palabra "santo" es importante porque describe una cualidad básica y esen­cial de la naturaleza de Dios. Suena casi "divina", porque tantas veces Dios ha dicho, "Sed santos porque soy santo". "Dios es luz, y no hay ningunas tinieblas en él" (1 Jn. 1:5). La separación de Dios de toda inmundicia es absoluta.

      C. Es razonable, pues, que el pueblo de Dios sea pueblo santo, pueblo separado de toda inmundicia.

 

      17:3-7 -- "Cualquier varón ... que dego­llare buey ... y no lo trajere a la puerta del tabernáculo ... y nunca más sacrificarán sus sacrificios a los demonios". La santidad re­quería que se apartaran de toda práctica pagana. No deberían erigir altares y sacri­ficar en cualquier lugar (los cananeos sa­crificaban animales en cualquier lugar a los demonios). Los israelitas fueron manda­dos estrictamente a presentar sus sacrifi­cios delante del tabernáculo solamente.

      -- "culpado de sangre" suena como homicidio. Isaías (1:11-15 y 66:1-4) habla de los sacrificios del pueblo de "doble ánimo", que ofrecían a Dios y también a los ídolos.

      A. Josué 22:11-30 demuestra el celo del pueblo al principio para guardar este mandamiento, pero después leemos mu­cho acerca de "lugares altos", "bosques", etc. donde hacían sacrificios a los ídolos.

      B. Dios debe ser adorado dónde y cómo El ordena (Mat. 15:8, 9; Jn. 4:23, 24; 1 Ped. 2:5, 9; 1 Cor. 10:31).

      -- "a los demonios". Literalmente "machos cabríos peludos" (seirim), pero esto se refiere a los demonios. Según la superstición de la gente, éstos habitaban los campos, los desiertos y las montañas, y tenían dominio sobre todo. Por eso la gente les sacrificaban para evitar sus malas influencias sobre ellos. Aprendieron esto en Egipto (compárese Josué 24:14; también 2 Crón. 11:15).

      -- "tras los cuales han fornicado". Fre­cuentemente Dios usaba la palabra "fornicación" en sentido espiritual, hablando de la infidelidad del pueblo, pero el culto pagano tenía por base la in­moralidad. Por lo tanto, Pablo dice, "huye de la fornicación (1 Cor. 6:18-20). Aun des­pués de obedecer al evangelio los co­rintios  tenían que resistir la presión que se les aplicaba para que participasen en las fiestas y demás actividades sociales de los paganos quienes practicaban cosas in­morales como parte integral de su culto a los demonios. Por eso hay tantas exhorta­ciones en las dos cartas a los corintios so­bre el problema (1 Cor. 8:10; 10:20, 21; 2 Cor. 6:14 - 7:1). Había peligro de que los corintios cometieran la fornicación en los dos sentidos.

 

      17:10 -- "Si cualquier varón ... comiere alguna sangre".        

      A. Siete veces en el Pentateuco se les prohibió comer sangre.

      B. Aun en Gén. 9:4, antes de darse la ley de Moisés, se prohibió.

 

      17:11 -- "Porque la vida de la carne en la sangre está, y yo os la he dado para hacer expiación sobre el altar por vuestras almas; y la misma sangre hará expiación de la per­sona". El comer la sangre se presenta como una ofensa grande, porque la vida de la carne está en la sangre. Cuando la sangre se ofrecía en los sacrificios, la vida misma se ofrecía.

      -- "yo os la he dado", de otro modo tal acto no tendría significado alguno. ¿Cómo puede la sangre de una criatura de instinto (y por eso inocente), que no puede pecar, expiar los pecados del hombre culpable? Porque "yo os la he dado ..."  dice Dios. Juan 3:16 dice que Dios "ha dado" a su Hijo. El plan de salvación bajo el Antiguo Testamento o bajo el Nuevo Testamento es de Dios. Dios ha dado; El provee (Gén. 22:8).

      -- "yo pondré mi rostro contra la persona que comiere sangre, y la cortaré de entre su pueblo" (ver. 10). Aunque este delito es­capara de la atención de los jueces, Dios se fijará y lo castigará. Esta expresión de­nota la ira de Dios, Sal. 34:16; Apoc. 6:16.

      La práctica de comer o beber sangre era otra costumbre muy común entre los paganos. Ellos creían que el comer o tomar la sangre les ayudarían a tener más comunión con los demonios y aun ayu­darles a tener visiones de los demonios. (Creo que si comiera o tomara sangre, no tendría visiones sino pesadillas).

      Observación científica: Desde luego, toda verdad bíblica es científica; cuando Dios afirma algo, es verdad innegable y no necesita de confirmación humana, pero es interesante notar que es un hecho cientí­fico que "la vida de la carne en la sangre está". Este hecho fue descubierto y re­gistrado por el Dr. Harvey en el año 1828. Todos entienden ahora que la sangre lleva alimento y oxígeno a todas partes del cuerpo, pero anteriormente se practicaba la sangría como curación. Se dice que se usó para tratar de salvar la vida a George Washington, el primer presidente de los EE.UU., pero ahora se ha abandonado tal práctica porque se reconoce que la vida está en la sangre. Dios afirmó esta verdad desde el tiempo de Moisés, pero muchos hombres no se fijan en lo que Dios dice. ¿Cómo sabía esto Moisés? El tenía toda la ciencia de Egipto ("fue enseñado Moisés en toda la sabiduría de los egipcios", Hech. 7:22), pero lo que él dice en Lev. 17:11 lo aprendió de Dios y no en Egipto.

 

El comer sangre

Hechos 15:19, 20, 28, 29; 16:4

 

Introducción.

      A. Frecuentemente se discute la pre­gunta, "¿Pueden los cristianos comer san­gre o les queda prohibido hacerlo?"

      B. Hechos 15:1 dice, "Entonces algunos que venían de Judea enseñaban a los hermanos (gentiles): Si no os circuncidáis conforme al rito de Moisés, no podéis ser salvos".

          1. Se reunieron pues los apóstoles con los ancianos y la iglesia de Jerusalén para que todos se dieran cuenta de lo que el Espíritu Santo había revelado clara­mente acerca de la obligación de los gen­tiles con respecto a la ley de Moisés.

          2. (Aquí cabe la aclaración de que esa reunión no era un "concilio" como los que celebran las iglesias humanas, porque en éstos cada iglesia envía a sus delegados -- representantes -- para que cada congre­gación, por pequeña que sea, participe en el concilio. La reunión de la cual Hech. 15 habla no tenía nada que ver con esa clase de concilio).

      C. El apóstol Pedro explicó cómo él aprendió del Señor que "ninguna diferen­cia hizo entre nosotros y ellos" (gentiles) (ver. 9) y, por lo tanto, que no convenía poner el yugo de la ley sobre ellos; "Entonces toda la multitud calló, y oyeron a Bernabé y Pablo, que contaban cuán grandes señales y maravillas había hecho entre los gentiles" (ver. 12); entonces Ja­cobo, uno de los ancianos de la iglesia de Jerusalén, dijo que "con esto concuerdan las palabras de los profetas" (ver. 15-18) y concluyó la sesión diciendo, "Por lo cual yo juzgo que no se inquiete a los gentiles que se convierten a Dios, sino que se les escriba que se aparten de las contamina­ciones de los ídolos, de fornicación, de ahogado y de sangre" (ver. 19). (Estas últi­mas dos prohibiciones se refieren a la misma cosa, porque si se come la carne del animal "ahogado" se come sangre.)

 

I. El comer sangre se ha prohibido bajo las tres dispensaciones.

      A. Se prohibió el comer sangre bajo la dispensación patriarcal.

          1. Gén. 9:3, 4, "Todo lo que se mueve y vive, os será para mantenimiento: así como las legumbres y plantas verdes, os lo he dado todo. Pero carne con su vida, que es su sangre, no comeréis"; es decir, Dios ha hecho provisión amplia para el mantenimiento del hombre, dán­dole toda clase de vegetales y también toda clase de carne, con la sola excepción de que no se coma la sangre con la carne.

                   a. La sangre no es un alimento, sino que más bien es la vida misma. Como todos saben, al salir la sangre del cuerpo sale la vida, y también ¡la transfusión de sangre restaura la vida! Los "testigos" de­muestran su profunda ignorancia al pro­hibir la transfusión de sangre, basándose en Hech. 15:20, 28, 29, porque la sangre no es alimento, sino que es un vehículo para llevar el oxígeno a todas partes del cuerpo -- como también para quitar cier­tas inmundicias del cuerpo -- y de esta manera mantenerlo vivo.

                   b. Compárese Gén. 3:16, 17, "De todo árbol del huerto podrás comer; mas del árbol de la ciencia del bien y del mal no comerás". Dios hizo provisión amplia para la alimentación de Adán y Eva, pero al mismo tiempo, les puso una restricción.

                   c. Así también Dios provee "las legumbres y plantas verdes" y toda clase de carne, pero impone una restricción: "carne con su vida, que es su sangre, no comeréis".

                   d. Desde el principio Dios ha ins­truido a los hombres a apartarse "de las contaminaciones de los ídolos, de forni­cación, de ahogado y de sangre". Estas prohibiciones no originaron con la ley de Moisés.

          2. Lev. 17:11, 12, "Porque la vida de la carne en la sangre está, y yo os la he dado para hacer expiación sobre el altar por vuestras almas; y la misma sangre hará expiación de la persona. Por tanto, he dicho a los hijos de Israel: Ninguna persona de vosotros comerá sangre". Deut. 12:23, "Solamente que te mantengas firme en no comer sangre; porque la san­gre es la vida, y no comerás la vida junta­mente con su carne". 1 Sam. 14:34, "me traigan cada uno su vaca, y cada cual su oveja, y degolladlas aquí, y comed; y no pequéis contra Jehová comiendo la carne con la sangre".

          3. Hech. 15:20, "se les escriba que se aparten de las contaminaciones de los ídolos, de fornicación, de ahogado y de sangre".

          4. Por lo tanto, el comer sangre siempre se ha condenado, bajo las tres dispensaciones.

      B. Era necesario que los gentiles de­jaran de comer o beber sangre para apartarse de todas las contaminaciones de los ídolos, pero la Biblia ya había expli­cado otras razones:

      C. Porque la vida está en la sangre (Gén. 9:4; Lev. 17:11). La sangre es la sede de la vida o vitalidad del animal, y esta vida es el don de Dios. Por lo tanto, la sangre es sagrada porque se usaba para expiar pecados. Dios no permite que el hombre coma la sangre (la vida) del ani­mal. Cuando el Nuevo Testamento habla de la "sangre" de Cristo, se refiere a su vida; El dio su vida por nosotros.

      D. Dios reservó la sangre para los sacri­ficios (Lev. 17:11). La sangre de animales apuntaba hacia la sangre de Cristo que quita los pecados del mundo. Los hom­bres  que vivieron antes de Jesús miraban hacia la cruz, y los que viven después de Jesús miran hacia la cruz, y todos deben recordar que la sangre de animales servía como instrumento de sacrificio que tipifi­caba la muerte de Jesús.

 

II. Algunos argumentos que se hacen para defender la práctica de comer sangre.

      A. Algunos citan lo que Jesús dice en Mar. 7:18, "... que todo lo de fuera que en­tra en el hombre, no le puede contaminar" y concluyen que, por lo tanto, está bien comer sangre.

          1. En primer lugar, este argumento no toma en cuenta el contexto de Mar. 7:18. Si no se limita esta enseñanza a su contexto, entonces se enseñará que está bien tomar licor, consumir drogas de toda clase, y comer con exceso (ser glotón). Véase 2 Ped. 3:16.

          2. Pero si este argumento tiene validez, entonces "las ordenanzas" de Hech. 15:20, 28 contradicen e invalidan lo que Jesús dijo en Mar. 7:18, porque al hablar de abstenerse de sangre y de ahogado claramente tratan de "lo de fuera que entra en el hombre". ¿Quién puede creer que el Espíritu Santo (Hech. 15:28) hiciera tal cosa? Obviamente la enseñanza de Mar. 7:18 debe explicarse a la luz del contexto, al igual que 1 Cor. 6:12, "Todas las cosas me son lícitas", y otras enseñan­zas semejantes a estas. Lo que Cristo dice tiene que ver solamente con la cuestión de no lavarse las manos antes de comer (Mar. 7:2).

      B. Se argumenta que se prohibió comer sangre para no ofender a los judíos y para no evitar la comunión entre judíos y gen­tiles; es decir, los judíos no podían comer con los gentiles si éstos comían o bebían sangre. Por lo tanto, se concluye que esta restricción era provisional y que no se aplica a nosotros ahora.

          1. El texto no dice tal cosa. Es una opinión humana sin base bíblica. Hech. 15:20, 28, 29 prohibe la fornicación tam­bién; ¿se prohibió para no ofender a los judíos o para promover la comunión entre judíos y gentiles? Algunos dicen que el mandamiento de apartarse de la forni­cación es una prohibición universal pero que el mandamiento de apartarse de san­gre y de ahogado era mandamiento provi­sional, pero lo que dicen es una afirma­ción sin prueba. No la pueden probar.

          2. La verdad es que este texto habla de "cosas necesarias" (Hech. 15:28). Eran "cosas necesarias" en el primer siglo y serán "cosas necesarias" hasta el fin del mundo.

          3. En Rom. 14 y 1 Cor. 8 y 10 Pablo habla de cosas lícitas que se pueden prac­ticar con tal que no se haga tropezar al hermano, pero la fornicación y el comer sangre no son cosas lícitas.

      C. Se argumenta que el asunto bajo con­sideración en esa sesión tuvo que ver con la sujeción de los gentiles a la ley de Moisés y que, por lo tanto, la decisión pronunciada en los vers. 20, 28, 29 solamente servía para quitar algunas restricciones de la ley de Moisés.

          1. Otra vez preguntamos si se quitaba también la prohibición de la for­nicación.

          2. Además, como ya se ha explicado, estas prohibiciones no originaron con la ley de Moisés.

      D. El argumento principal de los que de­fienden la práctica de comer sangre se basa en lo que Pablo dice en 1 Cor. 10:25, 27, "De todo lo que se vende en la carnicería, comed, sin preguntar nada por motivos de conciencia ... de todo lo que se os ponga delante comed, sin preguntar nada por motivos de conciencia".

          1. Algunos creen que la palabra "todo" incluye la sangre, pero Pablo habla de la carne y ni siquiera menciona la san­gre en tales textos (Rom. 14; 1 Cor. 8 y 10).

          2. El Señor ha revelado claramente a través de los apóstoles que ya no hay carne "inmunda" (Hech. 10:15; 1 Tim. 4:4).

          3. También Pablo explicó que se podía comer de cualquier carne aunque ésta se hubiera sacrificado a los ídolos, pero puso una condición: de que tal acto no diera ocasión de caer a algún hermano débil (1 Cor. 8:9).

          4. Pero el comer sangre no tiene nada que ver con el tema tratado en Rom. 14; 1 Cor. 8 y 10. Pablo no enseña en estos textos que ahora se puede fornicar ni tampoco que se puede comer sangre.

 

Conclusión:

      A. Recuérdese, pues, que Hech. 15:20, 28, 29 trata de "estas cosas necesarias" y no de asuntos de opinión (Rom. 14:1).

      B. Las prohibiciones de Hechos 15 se llaman "ordenanzas" (Hech. 16:4). La pa­labra griega es dogma y aparece también en Hech. 17:7 (los "decretos" de César, como también en Luc. 2:1, "edicto" de César), y en Efes. 2:15 y Col. 2:14 (los de­cretos u ordenanzas de la ley de Moisés). Por lo tanto, Hech. 15:20, 28, 29 revela or­denanzas o decretos del Espíritu Santo para la iglesia universal hasta el fin del mundo.

      C. Los hermanos inspirados revelaron la ley de Dios en Hech. 15:20, 28, 29 con respecto a abstenerse "de lo sacrificado a los ídolos, de sangre, de ahogado y de for­nicación". Después el apóstol Pablo reveló (por el mismo Espíritu Santo, 1 Cor. 14:37) que bajo ciertas circunstancias los cristianos sí podían comer la carne que se había sacrificado a los ídolos; es decir, Hech. 15:29 especifica la ley, y 1 Cor. 8 y 10 revela la excepción de la ley. No hay en absoluto contradicción entre los dos tex­tos. La ley es una cosa y la excepción es otra cosa. Compárese la ley de Cristo so­bre el divorcio y segundas nupcias (Mar. 10:12; Luc. 16:18, etc.) y la excepción de la ley en Mat. 5:32; 19:9.

      D. Pero no hay excepción alguna de la ley que prohibe la fornicación y el comer sangre.

      E. Por lo tanto, nos conviene tomar muy en serio esta prohibición y no dis­minuirla con opiniones humanas. Algunos afirman que Hech. 15:20, 28, 29 no pro­hibe el comer sangre ahora, pero lo que dicen es simplemente la afirmación (opinión) de ellos, porque no la pueden probar.

 

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      17:13 -- "Y cualquier varón ... que cazare animal o ave que sea de comer, derramará su sangre y la cubrirá con tierra".

      A. Deberían hacer esto para evitar la profanación de la sangre, y para evitar cualquier uso idólatra de ella. Los israeli­tas tenían que recordar siempre que la sangre era consagrada por Dios como ins­trumento de expiación por sus pecados.

      B. El cubrir la sangre era un acto de res­peto semejante a la sepultura de un cuerpo.

 

      17:15 -- "Y cualquier persona ... que comiere animal mortecino o despedazado por fiera ... será inmunda ..." Podían echarlo a los perros (Ex. 22:31) y podían darlo o venderlo a un extranjero (Deut. 14:21). Compárese Ezeq. 4:14, "Y dije: ¡Ah, Señor Jehová! he aquí que mi alma no es inmunda, ni nunca desde mi juven­tud hasta este tiempo comí cosa mortecina ni despedazada, ni nunca en mi boca entró carne inmunda".

 

 

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