Levítico 18

 

Introducción. Este capítulo prohibe varios actos de inmoralidad. La relación matri­monial debe ser santa.

 

      18:2 -- "Yo soy Jehová vuestro Dios". Esto se repite frecuentemente en estos capítulos (aparece 16 veces en el cap. 19). De esta manera Dios les recuerda de su soberanía sobre ellos porque son pueblo suyo. Estas leyes son respaldadas por su autoridad absoluta. "Yo soy Jehová" aparece como punto final después de varios de estos mandamientos o prohibiciones.

 

      18:3 -- "No haréis como hacen en la tierra de Egipto, en la cual morasteis; ni haréis como hacen en la tierra de Canaán, a la cual yo os conduzco, ni andaréis en sus estatutos".

      A. ¡No imitar ni a Egipto de dónde vinieron, ni a Canaán a dónde van! Dios los sacó de Egipto para separarlos de las contaminaciones de esa tierra y removió a los cananeos de su tierra por causa de su corrupción exagerada. ¿Cómo, pues, imi­taría Israel a los cananeos que fueron des­tinados al castigo por causa de su ini­quidad?

      B. Dice Ex. 23:2, "No seguirás a los mu­chos para hacer mal". Compárese Rom. 12:1, 2: Israel rechazó a Dios y pidió un rey porque quería imitar a las demás na­ciones (1 Sam. 8:6-8).

      C. El ver. 3 es una prohibición general. Todo el capítulo registra las prácticas prohibidas.

 

      18:5 -- "Por tanto, guardaréis mis es­tatutos y mis ordenanzas, los cuales ha­ciendo el hombre, vivirá en ellos".

      A. Estas leyes entregadas por Moisés eran leyes buenas y daban vida a los que las practicaban. Ezeq. 18:5-9, "Y el hom­bre que fuere justo ... en mis ordenanzas caminare, y guardare mis decretos para hacer rectamente, éste es justo; éste vivirá, dice Jehová el Señor". Ezeq. 10:11, "y les di mis estatutos, y les hice conocer mis decretos, por los cuales el hombre que los cumpliere vivirá". La palabra "vivir" significa tener la aprobación de Dios.

 

      18:6-17 -- El incesto prohibido.

      A. Los vers. 24 y 27 dicen que todas es­tas cosas prohibidas por Dios eran prácti­cas comunes entre las naciones (especialmente entre los cananeos), pero los griegos y romanos del primer siglo las aborrecieron. Dice Pablo en 1 Cor. 5:1, "De cierto se oye que hay entre vosotros fornicación, y tal fornicación cual ni aun se nombra entre los gentiles; tanto que al­guno tiene la mujer de su padre".

      B. El ver. 6 dice, "Ningún varón se llegue a parienta próxima alguna ..." y luego siguen los casos específicos de este mal.

      C. La pena, por lo menos en ciertos ca­sos, era morir sin hijos, 20:19-21.

 

      18:9 – Media hermana, compárese 2 Sam. 13:2-19.

 

      18:17 -- Véase Deut. 27:23.

 

      18:18 -- "No tomarás mujer juntamente con su hermana, para hacerla su rival". En la práctica de la poligamia parece que la rivalidad estaba siempre presente. Re­cuérdense los casos de Lea y Raquel y de Ana y Penina. La poligamia llevaba mu­cho fruto podrido. La vida de Jacob fue hecha miserable por tal rivalidad entre sus esposas, y los hijos de David nacidos de diferentes madres eran hombres perver­sos.

 

      18:21 -- "Y no des hijo tuyo para ofre­cerlo por fuego a Moloc; no contamines así el nombre de Jehová. Yo Jehová". Moloc era un dios de bronce de los amonitas, con cabeza de becerro y cuerpo de hombre cuyos brazos se extendieron para cargar sus víctimas. Los niños eran dedicados a él, siendo sacudidos sobre el fuego encen­dido en esta estatua hueca que servía como horno. También muchos niños fueron quemados como holocaustos (Ezeq. 16:21; Jer. 7:31; compárense 1 Reyes 11:7; 2 Reyes 16:2).

 

      18:22 -- "No te echarás con varón como con mujer; es abominación".

      A. Este pecado se llama "sodomía" (compárese Gén. 19). Véanse también Lev. 20:13; Rom. 1:27; 1 Cor. 6:9; 1 Tim. 1:10, "sodomitas").

      B. Aunque estos textos claramente de­nuncian la homosexualidad, cada vez más esta práctica se tolera y se acepta como conducta aceptable aun entre las iglesias que profesan ser cristianas. Tal actitud de tolerancia hacia lo que Dios llama una abominación demuestra la degeneración espiritual. Hay clérigos que unen en "los lazos de matrimonio" a dos homosexuales si éstos -- según el concepto del clérigo -- ¡de veras se aman el uno al otro! Y luego muchos pericos cantan el refrán, "No juzguéis, para que no seáis juzgados".

 

      18:23 -- "Ni con ningún animal tendrás ayuntamiento amancillándote con él, ni mujer alguna se pondrá delante de animal para ayuntarse con él; es perversión".

      A. Esta práctica era común en Egipto, en conexión con el culto a los animales.

      B. Tal costumbre degenera al hombre al nivel de la bestia. Recuérdese Gén. 1:27; 2:20.

 

      18:25 -- "la tierra vomitó sus moradores".

      A. Este texto usa la figura de personifi­cación, pues se le atribuye a la tierra cualidades humanas. Se habla de la tierra como si fuera persona rechazando cierta comida que le enferma.

      B. Compárese Núm. 13:32, "es tierra que traga a sus moradores".

      C. Los cananeos no tenían excusa. Eran responsables ante los ojos de Dios por sus pecados. El juicio de Dios sobre ellos era juicio justo. Compárense Rom. 1:18-32; 2:14, 15; 3:10-18.

      D. Dijo Dios a Abram, Gén. 15:16, "Y en la cuarta generación volverán (tus des­cendientes) acá (a la tierra de Canaán); porque aún no ha llegado a su colmo la maldad del amorreo hasta aquí". Pero ahora sí "ha llegado a su colmo la maldad del amorreo" y tenía que ser removido de la tierra por los ejércitos de Dios.

      E. Pero Dios no hace acepción de per­sonas. Cuando su pueblo cometió los mismos pecados, también les removió (fueron desterrados por los asirios y ba­bilonios).

      Observación sobre este capítulo: Las leyes de Dios son buenas para el hombre como también para la gloria de Dios. Las prácticas mencionadas en este capítulo son cosas corruptas y abominables y pro­mueven la destrucción del hombre. Son eliminadas por la enseñanza y práctica de la ley de Dios y el resultado es una gran bendición para la humanidad. Bien dijo Moisés, "Y nos mandó Jehová que cumplamos todos estos estatutos, y que temamos a Jehová nuestro Dios, para que nos vaya bien todos los días, y para que nos conserve la vida, como hasta hoy" (Deut. 6:24). Compárense Efes. 6:3; 1 Ped. 3:10-12; Sal. 19:7-11.

 

 

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