Levítico 20

 

Introducción.

      A. El énfasis en este capítulo es la pena de varios pecados.

      B. Otra vez se repite la advertencia, "no sea que os vomite la tierra en la cual yo os introduzco para que habitéis en ella" (ver. 22).

 

      20:2 -- "Cualquier varón ... que ofreciere alguno de sus hijos a Moloc", véase 18:21, notas.

      -- "de seguro morirá". La pena era se­vera, pero esta práctica era aun más cruel. Ningún castigo sería demasiado severo para esta abominación. Los israelitas se convertían en salvajes al destruir a sus propios hijos, ofreciéndolos a Moloc. Du­rante este "servicio" la gente gritaba para no oír los gritos de los niños.

      Según la sabiduría divina la pena de muerte es medio efectivo para frenar la idolatría, la hechicería, el incesto y otras prácticas depravadas. Ante los ojos de Dios los que practican tales cosas han perdido el derecho de vivir.

      -- "el pueblo de la tierra lo apedreará". Tal acción no era venganza personal, sino la venganza de Dios. El pecado afecta a todos. La nación entera podía ser destrui­da por causa de tales actos abominables. Dios requería que todos tomaran parte en matar a los culpables para que lo serio del problema fuera grabado en la mente de cada uno.

 

      20:3 -- "Y yo pondré mi rostro contra el tal varón, y lo cortaré de entre el pueblo". Este texto hace claro que la palabra "cortar" significaba "muerte" (ver. 2).

      -- "contaminando mi santuario". Aunque algunas personas estaban in­mundas por haberse contaminado ofre­ciendo a sus hijos a Moloc, se atrevían a acercarse al santuario de Dios. Esto era insulto doble. Compárense 15:31; 16:16.

 

      20:4 -- "Si el pueblo de la tierra cerrare sus ojos respecto de aquel varón que hubiere dado de sus hijos a Moloc, para no matarle ..." Dios protesta contra esa actitud irre­verente, porque tales personas eran cóm­plices en la abominación, dando su con­sentimiento y cooperación. La indiferen­cia hacia el pecado desagrada a Dios (véase 1 Cor. 5:1, 2).

 

      20:5 -- "entonces yo pondré mi rostro contra aquel varón ..." Dios lo castigará si los magistrados y el pueblo cierran sus ojos y rehusan hacerlo. Recuérdese la ad­vertencia de Heb. 10:31; 12:29.

 

      -- "fornicaron ..." Tal idolatría se llamó "fornicación" espiritual porque era infi­delidad a Dios, pero se practicaba varias formas de fornicación física en el culto pagano. Véase Núm. 25.

 

      20:6 -- "encantadores y adivinos ..." véase 19:26, notas. Dice Ex. 22:18, "a la hechicera no dejarás que viva". El énfasis de Lev. 20 es el castigo de estos pecados.

 

      20:7, 8 -- "Santificaos, pues, y sed san­tos", es decir, apartarse de todas estas prácticas paganas, y obedecer los estatu­tos de Dios (ver. 8, "y guardar mis estatu­tos, y ponedlos por obra").

 

      20:9 -- "Todo hombre que maldijere a su padre y a su madre, de cierto morirá". Véase 19:3, notas. Es un crimen contra el hijo no enseñarle a respetar y obedecer a sus padres. El que no respeta a sus padres, puede aun maldecir no solamente a sus padres sino también a su esposa e hijos. Debe haber un lazo fuerte entre padres e hijos; de otro modo se destruye el hogar. El joven irreverente llega a ser adulto irre­verente incapaz de amar a su propia es­posa e hijos. Muchas veces el hijo desobe­diente llega a ser un déspota que abusa de su propia esposa e hijos.

      -- "morirá". Compárese Deut. 21:18-21.

 

      20:10 -- "Si un hombre cometiere adulte­rio con la mujer de su prójimo, el adúltero y la adúltera indefectiblemente serán muer­tos". Véase 18:20; 20:14; Deut. 5:18. El én­fasis aquí en este texto es la pena: "indefectiblemente (sin faltar) serán muertos".

 

      20:11 -- Véase 1 Cor. 5:1. Bajo la ley de Moisés la pena de este pecado era la muerte; bajo la ley de Cristo el culpable puede arrepentirse y ser perdonado (2 Cor. 2:6, 7).

 

      20:13 -- "Si alguno se ayuntare con varón como mujer, abominación hicieron; ambos han de ser muertos; sobre ellos será su san­gre".

      A. Esta práctica abominable trajo el fuego y azufre a Sodoma, Gomorra y las demás ciudades del la llanura.

      B. Este texto dice claramente que los homosexuales habían de sufrir la pena de muerte por este pecado. Por eso, es en ex­tremo absurdo decir que la homosexuali­dad es una enfermedad, o que sea una condición biológica (asunto de los genes o caracteres hereditarios) y, por eso, una condición fuera del control de la persona. Si fuera así, Dios sería injusto al castigar­les, pero la Biblia enfáticamente enseña que la homosexualidad es un pecado y que los homosexuales deben arrepentirse. Al­gunos lo han hecho (1 Cor. 6:9-11).

      C. Algunos creen que solamente el An­tiguo Testamento condena este pecado, pero el Nuevo Testamento claramente lo denuncia: Rom. 1:26, 27; 1 Tim. 1:10; 1 Cor. 6:9-11.

      D. No obstante esta revelación clara de Dios, muchas personas "religiosas" son muy tolerantes hacia este pecado, los ho­mosexuales se reciben en las iglesias, se habla mucho de los derechos de ellos, y se denuncia a los que son intolerantes de este "estilo alternativo de vida". Nos con­viene recordar siempre que Dios decía que tales abominaciones corrompen la nación y harán que la tierra vomite sus habitantes.

 

      20:14 -- "quemarán con fuego" (21:9), es decir, quemar sus cadáveres. Compárese Josué 7:15, 25.

 

      20:15 -- "Cualquiera que tuviere cópula con bestia, ha de ser muerto y mataréis a la bestia". Los vers. 2, 27 indican que de­berían ser apedreados. Véase también 18:23, notas.

 

      20:20, 21 -- "Morirán sin hijos", un cas­tigo severo, porque el ser estéril era re­proche grande entre los israelitas. Véase 1 Sam. 1, el caso de Ana. Los que murieron sin descendientes fueron olvidados.

 

      20:22 -- "no sea que os vomite la tierra".

      A. ¡Qué tierra tan podrida! Los cana­neos practicaban todas estas cosas, baján­dose al nivel de la bestia: vecinos y aun parientes cometían adulterio unos con otros como si fueran animales; el hombre cometía el pecado de incesto con su tía, hermana, cuñada, madrastra; el suegro con la nuera; hombres y mujeres cometían actos sexuales con los del mismo sexo; el hombre tomaba a una mujer y a su madre por esposas; iban a los animales para gratificarse sexualmente y para gratificar a sus dioses. Toda cerca erigida por Dios para preservar la decencia y para promover la felicidad humana se derrumbó. Como un incendio completamente fuera de control o como un camión corriendo a alta veloci­dad sin frenos, así los tales iban descen­diendo a la ruina.

      B. La única maravilla es que Dios tu­viera tanta paciencia y misericordia para no echarlos fuera más pronto. Leemos de los tiempos de Noé, de Lot y de estos cananeos, pero ¿qué hemos aprendido? Luc. 17:26-29.

 

      20:24 -- "fluye leche y miel". ¡Qué las­tima que una tierra tan maravillosa estu­viera infectada de tanta corrupción y qué lástima que los israelitas no aprendieran la importancia de apartarse de tales prác­ticas!

 

      20:25 -- "Por tanto, vosotros haréis dife­rencia entre animal limpio e inmundo y en­tre ave inmunda y limpia". Véase cap. 11.

      -- "y no contaminéis vuestras personas con los animales, ni con las aves, ni con nada que se arrastra sobre la tierra ..." Las leyes de Dios eran muy estrictas porque "vosotros me seréis un reino de sacer­dotes, y gente santa" (Ex. 19:6). Com­párese 1 Ped. 2:5, 9.

 

      20:26 -- "os he apartado de los pueblos para que seáis míos". Eran simiente de Abraham; no deberían tener amistad con la simiente de la serpiente. Es necesario que haya enemistad declarada y guerra continua entre el pueblo de Dios y el pueblo de Satanás (1 Jn. 2:15-17). El libro de Apocalipsis presenta la gran lucha de los seguidores del Cordero contra el dragón, las bestias y los demás ayudantes del diablo: "Pelearán contra el Cordero, y el Cordero los vencerá, porque él es Señor de señores y Rey de reyes; y los que están con él son llamados y elegidos y fieles" (Apoc. 17:14; compárese 1 Ped. 5:8).

      Cristo nos promete la victoria. Somos más que vencedores (Rom. 8:37). Por lo tanto, tenemos que evitar todo compro­miso con el enemigo. Debemos rechazar toda oferta de paz hecha por el mundo. No podemos descansar hasta que Dios nos haya dado la victoria final. Llevamos la armadura completa y nuestra espada es el arma más poderosa en el mundo (Efes. 6:10-19; Heb. 4:12).

      Observación. El cap. 20 no es simple­mente una repetición de ciertas leyes, sino que su propósito es enfatizar la pena o el castigo debido: vers. 2, 27 - "morirá"; vers. 2, 27 - "lo apedreará"; ver. 5 - "yo pondré mi rostro contra"; vers. 5, 18 - "le cortaré de entre su pueblo"; vers. 9, 11, 12, 16, 27 - "su sangre será sobre él" (es decir, será res­ponsable y digno del castigo que recibe); ver. 10 - "indefectiblemente serán muertos"; ver. 14 - "quemarán con fuego"; ver. 15 - "ha de ser muerto, y mataréis a la bestia"; vers. 17, 19 - "su pecado llevará"; vers. 20, 21 - "morirán sin hijos".

 

 

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