Levítico 21

 

Introducción.

      A. Este capítulo revela leyes para preservar la santidad de los sacerdotes. El propósito de ellas era exaltar el oficio sagrado y mantener su honor y dignidad.

      B. Los sacerdotes tenían a su cargo el santuario sagrado, y esto era suficiente razón para evitar toda contaminación y para guardarse santos en toda manera.

 

      21:1 -- "Habla a los sacerdotes hijos de Aarón, y diles que no se contaminen por un muerto en sus pueblos". El contacto con al­gún muerto dejaba inmundo al sacerdote por siete días. La compasión es cualidad que todo sacerdote debía poseer, y le con­venía sostener una relación estrecha con la gente. Siempre había muertes entre ellos y los sacerdotes eran compasivos; sin embargo, si el sacerdote no tenía cuidado de no tocar algún muerto, no podría ejercer su ministerio. Era muy necesario que se guardaran limpios para poder acer­carse a Dios por sí mismos y por el pueblo.

 

      21:2, 3 -- Podían contaminarse los sa­cerdotes solamente por sus parientes cer­canos, pero compárese el caso del sumo sacerdote, vers. 10, 11.

 

      21:4 -- La ley general. Los específicos de ella se encuentran en todo el resto del capítulo.

 

      21:5 -- Habían de evitar toda costum­bre pagana y supersticiosa al enlutarse. Estas leyes se dieron a todo el pueblo (véase 19:27), pero en especial a los sa­cerdotes, porque éstos tenían que ser ejemplos para los demás. La ley se repite, pues, y se enfatiza en estas instrucciones para los sacerdotes. No hay "sacerdocio especial" en la iglesia, sino que todos los miembros son un sacerdocio real (1 Ped. 2:9), pero hay una lección valiosa aquí para los ancianos de la iglesia (1 Ped. 5:1-3), y para los evangelistas (1 Tim. 4:12), como también para maestros (Sant. 3:1).

      Estas costumbres paganas se mencio­nan también en Deut. 14:1; Jer. 9:25; 25:23; 49: 32: "Tonsura" (véase 19:27, no­tas). "rasguñas", véanse Núm. 5:2; 6:6; 9:6, 7, 10; Deut. 14:1. Estas cosas se practica­ban para estimular las emociones en el luto.

 

      21:6 -- "... porque las ofrendas encendi­das para Jehová y el pan de su Dios ofrecen; por tanto, serán santos". La vida y conducta del sacerdote había de conformarse a la dignidad y solemnidad de su vocación. Compárese Efes. 4:1, "Yo, pues, preso en el Señor, os ruego que andéis como es digno de la vocación con que fuisteis lla­mados". ¿Era más solemne la vocación del sacerdote levítico que la nuestra? Dice Fil. 1:27, "Solamente que os comportéis como es digno del evangelio de Cristo".

 

      21:7 -- "Con mujer ramera o infame no se casarán, ni con mujer repudiada de su marido ..."

      A. El sacerdocio levítico era heredi­tario. La esposa del sacerdote era la madre de otros sacerdotes. Este oficio sagrado había de elevarse y no despre­ciarse.

      B. Desde luego, los sacerdotes levíticos se casaban. La práctica del celibato de la Iglesia Católica Romana no tiene base en la Biblia. Los apóstoles estaban casados (Mat. 18:14; 1 Cor. 9:5). Los ancianos tienen que ser hombres casados (1 Tim. 3:2; Tito 1:6; 1 Ped. 5:1).

      C. El sacerdote tenía que ser pru­dente en la selección de su compañera. Tanto ella como él tenían que ser per­sonas irreprensibles. El sacerdote, siendo ejemplar en su matrimonio y en su con­ducta en general, elevaba también al pueblo. Pero si el sacerdote se conta­minaba a sí mismo, haciéndose secular y profano, ¿qué esperanza había para el pueblo? La historia de Israel es muy triste, porque en lugar de elevar al pueblo, los sacerdotes se bajaban al nivel del pueblo en su desobediencia. De esta manera el pueblo no tenía dirección responsable. Los pastores se corrompían (Ezeq. 34). Isaías (24:1-14) predijo el juicio de Dios sobre la tierra, diciendo, "Y sucederá así como al pueblo, también al sacerdote ... la tierra será enteramente vaciada, y com­pletamente saqueada ..."

      D. Es necesario que la esposa e hijos del anciano estén sujetos a él. El ministe­rio de muchos predicadores ha sufrido por causa de la conducta de su familia. El que piensa predicar el evangelio debe ser muy prudente en la selección de su compañera, y debe enseñar bien a sus hijos. El matri­monio y el hogar tienen mucho que ver con el ministerio.

      E. La esposa de Cristo debe ser sin mancha, 2 Cor. 11:2, 3; Efes. 5:26, 27; Fil. 2:15, 16.

 

      21:9 -- "Y la hija del sacerdote, si comen­zare a fornicar, a su padre deshonra; que­mada será al fuego".

      A. Dios demandó que hubiera un con­traste agudo entre su pueblo y los paganos; los sacerdotes y sus familias servían de ejemplo para los demás. Com­párense Gén. 18:19; Josué 24:15.

      B. ¿Qué diremos de los hijos de los an­cianos y predicadores? Un hombre no puede ser seleccionado como anciano si sus hijos son culpables de disolución y re­beldía (Tito 1:6). Como todos saben, la in­fluencia del predicador es afectada por la conducta de su familia.

      C. Recuérdese el ejemplo de los hijos de Elí (1 Sam. 2 y 3) y de David (1 Reyes 1). Muchos hombres han sido avergonza­dos por la conducta de sus hijos. Por lo tanto, es necesario sujetar a los hijos a la obediencia y disciplina durante su niñez. Si aprenden la obediencia, la pureza, la justicia y la diligencia durante la niñez, habrá menos problemas con ellos cuando estén grandes.

      -- "quemada será al fuego". Compárese 20:14; Deut. 21:18-21 da más detalles del tratamiento del hijo rebelde. Dicen mu­chos que la pena capital no sirve, que no es efectiva, pero Dios dice, "así quitarás el mal de en medio de ti, y todo Israel oirá, y temerá". ¿Quién tendrá razón?

 

      21:10-12 -- "Y el sumo sacerdote", li­teralmente, "Aquel sacerdote, el grande". Esta es la primera referencia al sumo sa­cerdote.

      -- "sobre cuya cabeza fue derramado el aceite de la unción". 4:3; 8:12; Sal. 133. Era su corona de gloria y honra.

      -- "no descubrirá su cabeza, ni rasgará sus vestidos ..." No podía sepultar a sus propios padres, ni llorar su muerte. No se le permitió exhibir ningún "señal de duelo" (10:6, el caso de los hijos de Aarón).

      A. Jesucristo tenía contacto con los muertos pero El venció la muerte, dando vida a los muertos. Un día demostrará este poder resucitando a todos los muer­tos (Juan 5:27, 28; 1 Cor. 15:24-27, 50-58).

 

      21:13-15 -- "Tomará por esposa a una mujer virgen. No tomará viuda, ni repu­diada ..." La ley era aun más estricta para el sumo sacerdote.

 

      21:17-21 -- "Ninguno ... que tenga algún defecto, se acercará ..."

      A. Dios requería la perfección en las víctimas que se ofrecían y también re­quería la perfección en los que las ofrecían.

      B. La causa de estos defectos no se tomó en cuenta. Si nació así, si fue cau­sado por la enfermedad o por algún acci­dente, la ley decía sencillamente que "ningún varón en el cual haya defecto se acercará".

 

      21:22 -- "Del pan de su Dios, de lo muy santo y de las cosas santificadas, podrá comer".

      A. Estos serían sostenidos de los sacri­ficios y ofrendas. "Lo muy santo" significa lo que solamente los sacerdotes habían de comer (2:3; 6:25). Los sacerdotes con de­fectos no se trataban como hombres in­mundos en cuanto al derecho de comer con los demás, pero "no se acercará para ofrecer el pan de su Dios". No debería acer­carse "tras el velo, ni se acercará al al­tar" (ver. 23), es decir, no podía funcionar como sacerdote.

      B. La ley de Cristo no excluye a nadie por causa de defectos físicos y hay muchos santos que, a pesar de ser ciegos, cojos, sordos, etc., siguen diariamente ofre­ciendo sacrificios espirituales a Dios. Hay muchas almas hermosas en cuerpos en­fermos, y hay muchas almas feas en cuer­pos sanos. Recuérdese 2 Cor. 4:16.

Observación. Recordemos que Dios re­quería perfección en el sacerdocio. Jesu­cristo, nuestro Sumo Sacerdote, es per­fecto. Nosotros nos acercamos a Dios por medio de Jesucristo (Heb. 4:16; 7:25; 10:22) y Dios requiere la perfección en nosotros (Mat. 5:48; 2 Cor. 7:1; 13:9, 11; Sant. 1:2-4; 2:22).

 

 

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