Hechos 3

 

3:1 -- Pedro y Juan subían juntos al templo. -- Dice Luc. 24:53, "y estaban siempre en el templo, alabando y bendiciendo a Dios. Amén". Hech. 3, 4, 5 hablan de las actividades de Pedro y Juan. Eran compañeros cuando Jesús les llamó (Mat. 4:18, 21). Dice Hech. 2:43, "muchas maravillas y señales eran hechas por los apóstoles". Ahora Lucas especifica un ejemplo, la curación del cojo.

          -- a la hora novena, la de la oración. -- A las tres de la tarde, la hora del sacrificio de la tarde. Los judíos oraban a la tercera hora (las nueve de la mañana) (2:15); a la sexta hora (las doce, al medio día); y a la hora novena (las tres de la tarde) (10:3).

 

3:2 -- Y era traído un hombre cojo de nacimiento. -- El milagro hecho en esta ocasión por Pedro y Juan era muy impresionante debido a la naturaleza de la enfermedad de este hombre y fue hecho en el lugar y de la manera más públicos.

          Lo ponían allí cada día, tiempo imperfecto indicando que así era su costumbre. No podía haber engaño en este milagro, pues este hombre, bien conocido por los judíos, siempre había estado cojo y era necesario llevarlo. El tenía más de cuarenta años de edad (4:22).

          -- a quien ponían cada día a la puerta del templo. -- Compárense Luc. 16:20, "un mendigo llamado Lázaro, que estaba echado a la puerta" del hombre rico; Mar. 10:46, "Bartimeo el ciego ... estaba sentado junto al camino mendigando". La entrada al templo era lugar favorable para pedir limosnas, porque por allí pasaban muchas personas religiosas que entraban en el templo cada día para orar, un tiempo en el cual estarían más dispuestas a ser benévolas.

          -- que se llama la Hermosa, -- una de las puertas principales. Para Pedro y Juan era la "puerta de oportunidad".

          -- para que pidiese limosna de los que entraban en el templo. -- Los judíos no habían obedecido Deut. 15:4-8. Dios no quería que ninguno de sus hijos llegara a tal estado de miseria.

 

3:3 -- Este, cuando vio a Pedro y a Juan que iban a entrar en el templo, les rogaba que le diesen limosna. -- Para el cojo ellos eran dos judíos más que entraban en el templo para orar. El pedía limosnas a todos. También a estos dos hombres, los apóstoles Pedro y Juan, él pidió limosna, cosa muy insignificante, cuando en realidad estos hombres podían darle bendiciones mucho más grandes: la sanidad de su cuerpo, y algo aun más importante, podían llevarle al Salvador de su alma. ¿Qué es lo que más queremos en esta vida? ¿Qué pedimos? Mat. 7:7-11.

 

3:4 -- Pedro, con Juan, fijando en él los ojos, le dijo: Míranos. -- Era necesario que el cojo -- y la gente -- fijaran la atención en ellos y en lo que iban a hacer, para que entendieran la fuente de la bendición que este cojo iba a recibir. Lucas usa esta palabra "fijar" varias veces: 4:20; 22:56; 1:10; 3:12; 6:15; 7:55; 10:4; 13:9, etc. Pedro todavía dice, "Míranos", porque los apóstoles son los embajadores de Cristo y es necesario fijarnos en ellos para aprender sus enseñanzas y para seguir su ejemplo.

 

3:5 -- Entonces él les estuvo atento, esperando recibir de ellos algo. -- Una limosna era su única esperanza. El no pidió la sanidad, porque no había esperanza de eso, sino solamente esperaba recibir algo de dinero.

 

3:6 -- Mas Pedro dijo: No tengo plata ni oro. -- Hech. 2:45 dice que los discípulos vendían sus posesiones y 4:35 dice que el dinero fue puesto a los pies de los apóstoles. ¿Por qué, pues, no tuvieron dinero Pedro y Juan? Porque ese dinero fue repartido entre los santos necesitados.

          Según algunos comentarios, cierto Papa de Roma, al mostrar los tesoros del vaticano a un visitante, le dijo, "Ya ves que no puedo decir como el apóstol Pedro, 'no tengo plata ni oro'"; contestó su visitante: "Tampoco puedes decir, como Pedro dijo al cojo, 'levántate y anda'".

          El Señor Jesucristo nació en un pesebre y no tenía donde recostar la cabeza. Su ministerio no dependía del dinero. Esto quiere decir que el oro y la plata no son las posesiones más grandes de la tierra. Pedro no tenía oro y plata, pero era un hombre riquísimo. Lo que él tenía valía mucho más que los tesoros de la tierra. Gracias a Dios, no es necesario que el cristiano o la iglesia tenga plata y oro para que la obra del Señor siga adelante. ¡El reino de Dios no depende del dinero! No depende de terrenos y edificios, ni salarios para predicadores. Parece que la mayoría de los cristianos del primer siglo eran pobres. Muchos de ellos eran esclavos. No se puede afirmar que el crecimiento de la iglesia de aquel entonces se debió a la riqueza de los santos.

          Es bueno y necesario ayudar a los pobres, con tal que la ayuda se administre con buen juicio, pero no conviene que tal ayuda promueva la desidia. Los pobres que asisten a la iglesia para pedir limosnas abusan de la iglesia. La iglesia debe ser cumplida en ayudar a los santos pobres, pero la iglesia no existe para la administración de la benevolencia general. Más bien, existe para predicar el mensaje de salvación. No existe para sanar el cuerpo sino el alma. Los que predican el "evangelio social" no conocen el evangelio verdadero.

          -- pero lo que tengo te doy. -- Hay lecciones valiosas en las palabras, "lo que tengo te doy". Compárense los siguientes ejemplos:

                   1. Ex. 4:2, Dios preguntó a Moisés, "¿Qué es eso que tienes en tu mano? Y él respondió: Una vara. El le dijo: Echala en tierra. Y él la echó en tierra, y se hizo una culebra". La lección en este texto es que Dios puede usar lo que cada quien tiene en la mano para llevar a cabo su divina voluntad.

                   2. 1 Sam. 17:40, 49, David "tomó su cayado en su mano, y escogió cinco piedras lisas del arroyo, y las puso en el saco pastoril, en el zurrón que traía, y tomó su honda en su mano, y se fue hacia el filisteo ... e hirió al filisteo en la frente; y la piedra quedó clavada en la frente, y cayó sobre su rostro en tierra". David bien sabía que él salió contra el gigante en la fuerza y por la voluntad de Dios, quien usó lo que David tenía en la mano para llevar a cabo esta gran victoria sobre sus enemigos.

                   3. Mar. 14:3-8, "Esta ha hecho lo que podía" (la mujer que ungió a Jesús con el perfume de nardo puro).

                   4. Lo mismo se puede decir de Dorcas, de Febe, de la casa de Estéfanas y, con aun más énfasis, de los apóstoles y otros evangelistas que se prestaban para el servicio de Dios, usando sus vidas y talentos para la gloria de Dios.

                   5. Lo importante es que no hagamos como el hombre de un solo talento que lo escondió en la tierra, Mat. 25:25. A este hombre le convenía decir, "no tengo cinco o dos talentos, pero aunque tenga un solo talento, lo voy a emplear bien, tratando de duplicarlo para agradar a mi señor".

                   6. Debemos agregar otro pensamiento y es lo siguiente: los cristianos no poseen los dones del Espíritu Santo ahora y, por eso, no pueden sanar milagrosamente, pero el beneficio que pueden dar vale mucho más que las riquezas del mundo y mucho más que la sanidad del cuerpo. Los cristianos pueden enseñar el evangelio y guiar a la gente hacia Dios para la salvación de sus almas. De esta manera pueden beneficiar a la gente en toda manera: física, mental y sobre todo espiritualmente. Compárese 2 Cor. 6:10, "como pobres, mas enriqueciendo a muchos". Este texto no se refiere a los beneficios físicos sino a los espirituales. Por lo tanto, como dice 1 Ped. 4:10, "Cada uno según el don que ha recibido, minístrelo a otros, como buenos administradores de la multiforme gracia de Dios".

          -- en el nombre de Jesucristo de Nazaret, levántate y anda. -- Pedro ordena que el cojo se levante y camine en el nombre que hacía pocos días se había colocado como inscripción o título sobre una cruz romana. El nombre de Jesucristo sana el cuerpo y también sana el alma (2:38). Muchos judíos solamente querían olvidar el nombre de Jesús de Nazaret, pero aquí mismo en Jerusalén donde lo entregaron a los romanos, y en el templo, su nombre es anunciado y glorificado.

          Pedro dijo, "lo que tengo te doy", pero inmediatamente dijo que lo hacía en el nombre de Jesucristo (el poder sanador no estaba en Pedro sino en Cristo). Es lo que Jesús prometió en Mar. 16:17, 18; véanse también Hech. 3:12, 13; 4:10, 11. Los apóstoles nunca trataron de hacer milagros en su propio nombre, sino que siempre invocaron el nombre del Señor. Toda la gloria era para El. El cojo entendió esto (véase el ver. 8). Cuando Pedro dijo "de Nazaret", es probable que el cojo supiera de quién hablaba, porque Jesús enseñaba cada día en el templo.

 

3:7 -- Y tomándole por la mano derecha le levantó. --  Compárese Mar. 1:31, cuando Jesús sanó a la suegra de Pedro, "la tomó de la mano y la levantó; e inmediatamente le dejó la fiebre, y ella les servía".

          -- y al momento se le afirmaron los pies y tobillos. -- El milagro fue instantáneo. Aun los enemigos no podían negar que era milagro (Hech. 4:14, 16). Recuérdese la promesa de Jesús en Juan 14:12, "El que en mí cree, las obras que yo hago, él las hará también". (Las palabras traducidas "pies y tobillos" son términos técnicos usados por médicos).

 

3:8 -- y saltando, se puso en pie y anduvo; -- tiempo imperfecto, "andaba" (LBLA), aunque nunca había andado. No tuvo que aprender a andar. Parece que esto fue otro milagro, porque todo el mundo tiene que aprender a andar y esto requiere mucha práctica (y muchas caídas).

          -- y entró con ellos en el templo, andando, y saltando, y alabando a Dios. -- No fue a su casa sino al templo. No alabó a Pedro y Juan, sino a Dios. (Sin embargo, el ver. 11 dice, "teniendo asidos a Pedro y a Juan el cojo que había sido sanado", indicando su aprecio por ellos). Compárese Isa. 35:6. El texto no dice si este hombre obedeció al evangelio, pero es difícil dudar que lo hiciera. Cuando Jesús limpió a los diez leprosos, solamente uno de ellos, un samaritano, volvió para dar gloria a Dios (Luc. 17:11-19). Cuando Jesús abrió los ojos al ciego de Juan 9, sus propios padres rehusaron confesar a Jesús como el Sanador (ver. 21, 22).

          ¡Cuántos de nosotros damos gracias a Dios cuando recobramos nuestra salud después de una enfermedad o accidente? Toda sanidad viene de Dios.

 

3:9 -- Y todo el pueblo le vio andar y alabar a Dios. -- No hubiera sido posible engañar a tantas personas. Todos le conocían, le habían visto a la puerta por años, y ahora observan el gran cambio de su estado físico y le oyen expresar su gratitud a Dios por su sanidad. No era un impostor. No había fingido ser un cojo. Las autoridades del templo no hubieran permitido tal fraude. Los apóstoles no tenían nada que ver con llevarlo a ese lugar conspicuo para mendigar. El cojo mismo estaba plenamente convencido que era un milagro. El pueblo estaba convencido que era un milagro. Aun los líderes de los judíos lo reconocían (Hech. 4:16).

 

3:10 -- Y le reconocían que era el que se sentaba a pedir limosna a la puerta del templo, la Hermosa. -- No podía haber engaño porque todos conocían a este pobre hombre que había estado cojo todo la vida (3:22), "más de cuarenta años" (4:22).

          -- y se llenaron de asombro y espanto (admiración, LBLA) por lo que le había sucedido". Nadie decía que era un prodigio mentiroso (2 Tes. 2:9).

 

3:11 -- y teniendo asidos a Pedro y a Juan el cojo que había sido sanado, -- Compárese Luc. 8:38, "Y el hombre de quien habían salido los demonios le rogaba que le dejase estar con él". El cojo quería unirse con sus bienhechores.

          -- todo el pueblo atónito concurrió a ellos -- Esto bien demuestra el propósito de los milagros (Mar. 16:20; Hech. 14:3; Heb. 2:3, 4). El día de Pentecostés, "hecho este estruendo, se juntó la multitud" (2:6), y en esta ocasión al saber del milagro de sanar al cojo "todo el pueblo atónito concurrió a ellos".

          ¡Qué buena oportunidad para proclamar a todos que Pedro era el primer papa de la iglesia! ¿Qué habría dicho el clero romano si hubiera tenido tal oportunidad? Véase   Mat. 23:5-9.

          -- al pórtico que se llama de Salomón. -- Véase Jn. 10:23, "y Jesús andaba en el templo por el pórtico de Salomón".

 

3:12 -- Viendo esto Pedro, respondió al pueblo: -- Obsérvese a través de este libro la siguiente serie de eventos: ocurre algún milagro (Mar. 16:20); los apóstoles y sus compañeros predican el evangelio (Mat. 28:19; Hech. 1:8); son perseguidos (Mat. 10:16-33); el evangelio avanza aun más (2 Cor. 2:14, "Mas a Dios gracias, el cual nos lleva siempre en triunfo en Cristo Jesús, y por medio de nosotros manifiesta en todo lugar el olor de su conocimiento").

          Al ver el gran interés de la gente, Pedro inmediatamente aprovechó la oportunidad. No perdió tiempo y no predicó con palabras vagas e indirectas.

          -- Varones israelitas. -- Israel era el nombre sagrado para los judíos y se usa aquí como título de honor; la forma de hablar de Pedro era conciliadora. Le convenía ser paciente con sus oyentes, porque su propósito era convencerles que según el propósito de Dios, anunciado por los profetas, el Mesías había de padecer, pero cuando Jesús descubrió esta gran verdad a los apóstoles, Pedro mismo le dijo, "Señor, ten compasíon de tí; en ninguna manera esto te acontezca" (Mat. 16:21, 22).

          -- ¿por qué ponéis los ojos en nosotros?" -- Pedro no aprovechó la oportunidad para ganar fama personal y para establecer su autoridad como el "Príncipe de los apóstoles". Al contrario, su pregunta fue una especie de reprensión, porque, siendo judíos, esta gente no debería reaccionar como los paganos que no conocen a Dios.  La conducta de los de Listra (Hech. 14:11-13) es comprensible porque en su ignorancia creían que los dioses habían bajado en forma de hombres, pero los judíos bien sabían que solamente Dios puede hacer tales milagros.

          El pueblo equivocadamente se fijaba en los hombres, pero el poder no procedió de ellos. No se les concedió poder debido a su piedad. Por lo tanto, la gente debería buscar la explicación de este milagro en otra parte.

 

          El discurso que sigue es semejante al sermón de Hechos 2, pero en este segundo discurso el concepto del Mesías es ampliado: Jesucristo es el Profeta anunciado por Moisés; es el cumplimiento del pacto hecho con Abraham; es el Siervo de Jehová quien, según Isaías, iba a sufrir, y por medio de su sufrimiento llegaría a ser el Autor de la vida.

 

3:13 -- El Dios de Abraham, de Isaac y de Jacob, el Dios de nuestros padres. -- Pedro no habló primero de Jesucristo, sino del "Dios de Abraham". Esta fue la manera más apropiada y más típica de hablar del Dios de los judíos. Pedro y Juan se identifican con Abraham, etc., al decir "nuestros padres". El Dios nuestro -- y seguramente el Dios de estos judíos a quienes se dirigía--, el Dios que había hecho tantas maravillas a través de la historia de Israel, es El que hace esto. Pedro les contaba lo que su propio Dios había hecho en ese momento.

          -- ha glorificado a su Hijo (o siervo, LBLA) Jesús. -- Esto suena como Isa. 52:13 y otros textos que describen la obra redentora del Mesías (el Siervo de Jehová). Sin lugar a dudas, el "Siervo de Jehová" había de sufrir (morir) por el pueblo (Isa. 53; Hech. 8:26-40; 1 Ped. 2:22-24; Heb. 9:28). El profeta habló del Mesías y Pedro dice la misma cosa acerca de Jesucristo. Dios glorificaba repetidas veces a su Hijo durante la vida y ministerio de Jesús. El día de Pentecostés Pedro había predicado la exaltación (glorificación) de Jesús (Hech. 2:30-36).

          -- A quien vosotros entregasteis y negasteis (repudiasteis, LBLA) -- Pedro quería convertir a sus oyentes; por eso, expuso su pecado. No es posible convertir a la gente sin exponer sus pecados. Hoy en día hay pocas conversiones porque pocas personas se convencen de sus pecados. Parece que algunos predicadores prefieren presentar temas "positivos" sin llegar al grano y exponer pecados. Está en peligro el predicador que expone los pecados del pueblo (7:51-58; Mat. 14:1-12).

          -- delante de Pilato, cuando éste había resuelto a ponerle en libertad (Mat. 27:23; Luc. 23:4, 14-16).          Hay contraste entre lo que Pilato (un pagano) quería hacer y lo que los judíos (el pueblo de Dios) querían hacer. Véase Jn. 19:15, "Pilato les dijo: ¿A vuestro Rey he de crucificar? Respondieron los principales sacerdotes: No tenemos más rey que César". ¡Estos líderes perversos negaron a su propio Mesías!

          Pedro emplea la figura llamada "antítesis" (Larousse: "Figura que consiste en contraponer dos frases o palabras de contraria significación"). ¡Qué contrastes hay en este texto entre lo que Dios ha hecho con respecto a Jesús de Nazaret y lo que los judíos habían hecho! Dios ha glorificado a su Hijo, y ellos lo habían entregado y negado.

          Véase el mismo contraste en Hech. 2:23-24, 36; 4:10, 30-31.

          Pilato era más justo que los judíos, porque él quería poner en libertad a Jesús, pero los judíos querían crucificarle. ¡Imagínese! Los líderes de los judíos -- los guías espirituales -- eran peores que Pilato, el pagano quien, por lo menos, quería soltar a Jesús.

          Pilato "había resuelto a ponerle en libertad"; por lo tanto, se condenó solo. Reconocía que Jesús era justo e inocente, pero por causa de su debilidad moral y su falta de valor para resistir a los judíos, simplemente se lavó las manos y entregó al Señor en manos de los judíos. Según Eusebio (uno de los llamados "Padres de la iglesia"), Pilato cometió suicidio. Si esto es cierto o no, seguramente él tenía motivo para hacerlo. En la Biblia y en la historia secular Pilato es recordado por una sola cosa: él ejecutó a Jesús de Nazaret. Quería soltarle, pero los judíos le presionaron y accedió a su demanda.

 

13:14, 15 -- Mas vosotros negasteis al Santo y al Justo. -- Pilato y su esposa llamaron a Jesús "justo" (Mat. 27:19, 24). La palabra "justo" significa "inocente" (libre de crimen). Los judíos le acusaron de blasfemia (Mat. 26:65), acusación que no tenía importancia ante los ojos de Pilato; por eso, le acusaron de la sedición (Luc. 23:2).

          -- y pedisteis que se os diese un homicida, y matasteis al Autor (o Príncipe, LBLA, margen) de la vida. -- Véanse también Jn. 10:28; Heb. 2:10; 12:2. Pedro no dejó de proclamar la humanidad de Jesús (Hech. 2:22, "Jesús Nazareno, varón ... "), pero este nazareno crucificado era y es el Autor de la vida (el Mesías). La palabra Autor o Príncipe es archëgos (arche, principio, agö, conducir) y significa originador (como en Heb. 12:2). La misma idea se encuentra en Apoc. 3:14 "el principio de la creación de Dios" ("el origen o la fuente", LBLA, margen). La palabra "principio" es arche y significa la causa activa o fuente originaria de la creación. Los "testigos" del Atalaya blasfeman a Cristo, afirmando que Apoc. 3:14 enseña que Cristo fue el principio de la creación en el sentido de ser la primera criatura creada por Dios, pero todos los que no se arrepientan de esta blasfemia lo harán cuando mueran o cuando venga Jesús.

          Los que creen que Jesucristo era solamente un buen hombre (buen maestro) niegan lo que Pedro afirma. También ignoran esta gran verdad los que promueven el "evangelio social", porque Cristo no murió para darnos un "evangelio" para corregir las injusticias sociales, sino un evangelio que es el poder de Dios para salvar nuestras almas y darnos la vida verdadera (la vida eterna).

          Es muy importante comparar la enseñanza del apóstol Pedro en Hechos y en sus epístolas. Por ejemplo, en Hechos dice que Cristo es el Autor de la vida; en 1 Ped. 1:3, 22, 23 explica que esta nueva vida viene a través de un nuevo nacimiento por medio de la palabra de Dios que vive y permanece para siempre.

          Ellos mataron al Autor de la vida (el Dador o Fuente de la vida y salvación). Jn. 1:4, "En él estaba la vida, y la vida era la luz de los hombres"; Jn. 14:6, "Yo soy el camino, y la verdad, y la vida; nadie viene al Padre, sino por mí". Compárense Heb. 5:9; 12:2, Autor de la salvación. Jesucristo llegó a ser el Autor de la vida verdadera (la salvación) cuando murió.

          Aquí hay otro contraste: negaron (rechazaron) al Santo y Justo (el Autor de la vida) y demandaron que un homicida (el que quitó la vida) fuera puesto en libertad. Barrabás era un homicida (Mar. 15:7). Dice Luc. 23:19 que "Este había sido echado en la cárcel por sedición en la ciudad, y por un homicidio". Los judíos querían soltar a un verdadero criminal (un malhechor) y crucificar al mejor Amigo de la humanidad (nuestro gran Bienhechor). Barrabás no sanó a ningún enfermo, ni limpió a ningún leproso, ni dio de comer a nadie, ni consoló a ningún doliente, pero a pesar de todo aquello, los judíos querían que Pilato le soltara.

          Los judíos ya habían sido homicidas en su corazón (1 Juan 3:15); por lo tanto, se identificaron con un homicida verdadero, dándole preferencia en esta ocasión. Pidieron el siguiente favor: ¡suéltanos a este homicida!

          Aunque hoy en día muchos religiosos se resisten a la idea de que los judíos mataran a Jesús, su culpa y responsabilidad moral se afirma repetidas veces en las Escrituras. En primer lugar ellos mismos dijeron: "Su sangre sea sobre nosotros, y sobre nuestros hijos" (Mat. 27:25); véanse Hech. 2:23; 4:10; 5:30; 7:52; 13:28; 1 Tes. 2:15. De todas maneras, lo importante es que los mismos judíos y romanos que estuvieron involucrados personalmente en su crucifixión podían recibir el perdón de sus pecados.

          -- a quien Dios ha resucitado de los muertos, de lo cual nosotros somos testigos. -- Con un solo acto Dios canceló los hechos diabólicos de los judíos: vosotros lo matasteis y Dios lo ha resucitado. Los apóstoles predicaron la resurrección. Este tema se encuentra a través de Hechos (1:22; 2:24, 31, 32; 3:15; 4:2, 10, 33; 17:3, 32; 23:6; 24:15, 21; 26:8, 23). Se puede decir que éste era el tema principal de la predicación apostólica.

 

3:16 -- Y por la fe en su nombre. -- Por fe en el nombre (por el poder) de este Jesús de Nazaret -- a quién ustedes menospreciaron, persiguieron, negaron y entregaron -- ¡este hombre está completamente bueno y sano! Aquí está la conexión entre Pedro y Juan y el milagro hecho: "por fe en el nombre de este Jesús de Nazaret".

          El pronunciar el nombre de Jesucristo no era un acto de magia (véase 19:13, el caso de los "exorcistas ambulantes"), sino que el milagro se hizo en virtud de la fe en el nombre de Jesús. ¿La fe de quién? No la fe del cojo, sino la de los apóstoles. Compárese Mat. 17:20; por causa de su "poca fe" los apóstoles no podían sanar al epiléptico.

          -- a éste, que vosotros veis y conocéis, -- Lo conocieron bien, sabían que por muchos años había estado cojo, y ahora podían ver que había sanado. No era un "prodigio mentiroso" (2 Tes. 2:9). No podían negar que era una señal (Hech. 4:16). Estos mismos judíos -- que no eran cristianos -- eran testigos oculares de este milagro ("en presencia de todos vosotros"). Como dice Lenski, este cojo era evidencia física, visible, y tangible del poder de Jesús. Como ya hemos dicho: este milagro era una sola muestra de este poder (Hech. 2:43).

          -- le ha confirmado su nombre; el nombre de Jesús.

          -- completa sanidad en presencia de todos vosotros. -- Ahora goza de perfecta salud. Las obras del Señor son perfectas. No sana ni salva a medias. Cuando nos perdona, los pecados quedan completamente olvidados (Sal. 103:12; Isa. 43:25; Miq. 7:19; Heb. 8:12).

 

3:17 -- Mas ahora, hermanos, sé que por ignorancia lo habéis hecho, como también vuestros gobernantes. -- Les llama "hermanos" (eran hermanos judíos). Ya había establecido claramente la culpa de ellos; en seguida, lo importante sería traerlos al arrepentimiento y a la salvación. Por ignorancia crucificaron al Mesías por no entender el mensaje central de los profetas. "¡Oh insensatos, y tardos de corazón para creer todo lo que los profetas han dicho!" (Luc. 24:25-27, 44-47).

          "Percibimos aquí el eco del ruego del Señor en la cruz, 'Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen' Luc. 23:34" (Trenchard). Hech. 13:27, "no conociendo a Jesús, ni las palabras de los profetas que se leen todos los días de reposo, las cumplieron al condenarle". ¿No conocían a Jesús? ¿No sabían quién era? No le conocían por causa de su prejuicio, sus ideas preconcebidas acerca de la naturaleza del Mesías venidero. No entendían el mensaje de los profetas, porque "el velo está puesto sobre el corazón de ellos" (2 Cor. 3:14), "Pero cuando se conviertan al Señor, el velo se quitará" (ver. 15). Si hubieran entendido y creído que El era el prometido Mesías, no le habrían crucificado. Al hablar de la sabiduría de Dios Pablo dice, "la cual ninguno de los príncipes de este siglo conoció; porque si la hubieran conocido, nunca habrían crucificado al Señor de la gloria" (1 Cor. 2:7, 8).

          Pero la ignorancia no significa que eran inocentes. Pedro no está revocando lo que había dicho; no quita nada de las acusaciones ya hechas (vers. 13-15). Reconoce que lo hicieron por ignorancia, pero no por eso estaban justificados en lo que hicieron. No les faltó a los judíos la oportunidad para saber que Jesús era el Mesías. No se puede justificar su insistencia en la crucifixión de una persona declarada inocente por el gobernador. No se puede justificar la malicia y furia de ellos. Pero la realidad era que ellos lo hicieron en ignorancia (no sabían que Jesús era el Mesías).

          Por lo tanto, eran pecados perdonables. La ley de Moisés decía (Núm. 15:30, 31), "Mas la persona que hiciere algo con soberbia ("con desafío", LBLA; "Lit., con mano levantada", LBLA, margen) ... ultraja a Jehová; esa persona será cortada de en medio de su pueblo. Por cuanto tuvo en poco la palabra de Jehová, y menospreció su mandamiento, enteramente será cortada esa persona; su iniquidad caerá sobre ella"; es decir, ni siquiera había sacrificio para tal pecado. Sin embargo, los vers. 27-29 explican que los que pecaron "por yerro" ("inadvertidamente", LBLA) podían ofrecer sacrificio y ser perdonados.

          Se propaga una doctrina muy errada con respecto al pecado cometido en ignorancia. Hay hermanos que han enseñado (y enseñan) que la comunión no debe ser afectada por la enseñanza y práctica de ciertos errores (tales como el uso de instrumentos de música en el culto, la iglesia patrocinadora, institucioines establecidas por iglesias de Cristo, etc.), porque se afirma que por ignorancia tales cosas se practican.

          En primer lugar, los que practican estos errores saben lo que hacen y fuertemente los defienden.

          En segundo lugar, aunque la Biblia habla de pecados de yerro cometidos por ignorancia (inadvertidamente), nunca los justifica como prácticas perpetuas; por el contrario habla de la necesidad de que el culpable ofrezca sacrificios por ellos al reconocer su error.

 

3:18 -- Pero Dios ha cumplido así lo que había antes anunciado por boca de todos sus profetas, que su Cristo había de padecer. -- Isa. 53; Luc. 24:27, 44; Hech. 13:27; 17:3; 26:23. La interpretación más popular de los judíos de la profecía de Isaías 53 es que el profeta habla del pueblo mismo o, por lo menos, de los más piadosos del pueblo. Dicen que el pueblo sufría por servir a las naciones del mundo. Pero todos los profetas hablan de la iniquidad y maldad de Israel (Ex. 32:7-14; Núm. 14:11; Deut. 28; Isa. 1:2-23; 42:19; 43:23-25; 48:8, etc.; Jeremías 2:4-8; 5:1; 15:1 y todo el libro; Ezeq. 14:14, 20; 33:10-20).

          Isa. 53:4, 5, 8, 9 habla del contraste entre la inocencia del Siervo de Jehová y el pecado del pueblo. El Siervo de Jehová (el Mesías) iba a sufrir y sufrió por los pecados del mundo; fue un sufrimiento vicario porque el inocente sufrió por los culpables. El pueblo de Israel (los judíos) nunca han sufrido de esta manera por los gentiles (las naciones) porque en primer lugar nunca se presenta en la Biblia como pueblo inocente. Por lo tanto, todo el sufrimiento de Israel vino sobre ellos por causa de sus propios pecados y rebeliones.

          La tarea principal de Pedro en este discurso era convencer a los judíos que según los profetas de Israel (y, por eso, según el propósito de Dios), el Mesías había de padecer. El hecho de que el Mesías (Cristo) "había de padecer" era tropezadero para los judíos (1 Cor. 1:23), porque su concepto del Mesías era el de un rey político, un conquistador, que les quitaría el yugo de Roma. La mayoría de los judíos no quería el evangelio de un Mesías humilde que viniera al mundo para sufrir y morir por los pecados del mundo. Por lo tanto, no solamente rechazaron a Cristo sino también persiguieron a los apóstoles por predicarlo.

          Cristo no murió por casualidad, sino que fue "entregado por el determinado consejo y anticipado conocimiento de Dios" (Hech. 2:23). Los judíos actuaron en ignorancia, pero Dios actuó con pleno conocimiento.

 

3:19 -- Así que, arrepentíos. -- Obviamente la gente se reunió para oír la explicación de un milagro, pero resulta que el fenómeno tuvo el propósito no solamente de sanar el cuerpo del cojo, sino también el de sanar el alma del pueblo.

          A pesar de lo enorme de su crimen había esperanza para ellos si estaban dispuestos a arrepentirse. El camino de la salvación estaba abierto para ellos. Por ignorancia habían crucificado a Jesús, pero ahora no podían decir que ignoraban quién era. Por lo tanto, "arrepentíos". El arrepentimiento fue predicado por Juan: Mat. 3:2; y por Jesús: Mat. 4:17; 13:15; 18:3, 4; y por los apóstoles y sus compañeros: Hech. 2:38; 3:19; 9:35; 11:21; 14:15; 15:19; 26:18-20.

          2 Cor. 7:10 dice que "la tristeza que es según Dios produce arrepentimiento para salvación"; por lo tanto, el arrepentimiento no es simplemente la tristeza por el pecado. Véase también Hech. 2:37, 38, a los que "se compungieron de corazón" Pedro dijo: "Arrepentíos".

          El arrepentimiento no significa "reformación de vida", sino que ésta es el fruto del arrepentimiento.

          La palabra arrepentirse, metanoeo, significa "cambiar la mente o el propósito, y en el NT involucra siempre un cambio a mejor, una enmienda, y siempre, excepto en Lc 17:3, 4, de arrepentimiento del pecado" (Vine).

          -- y convertíos, -- volveos, dar vuelta de 180 grados y volver al camino recto. "Os convertisteis de los ídolos a Dios, para servir al Dios vivo y verdadero" (1 Tes. 1:9).

          -- para que sean borrados vuestros pecados. -- Véanse Isa. 1:16-20 y Hech. 2:38. La idea de borrar viene de la práctica de borrar la cuenta cancelada. Muchos antiguos usaban una tabla cubierta de cera; se escribía la cuenta (la deuda) en la cera y cuando era pagada se usaba el dorso del estilo para cerrar la cera otra vez, borrando así lo que estaba escrito.

          -- para que vengan de la presencia del Señor tiempos de refrigerio. -- La palabra refrigerio significa refrescar o revivir con aire fresco; esta promesa equivale a la promesa de Hech. 2:38, "y recibiréis el don del Espíritu Santo", porque Pedro no dio una promesa a los obedientes del día de Pentecostés y luego otra promesa distinta en esta ocasión. El don del Espíritu Santo significa todos los privilegios, honores y bendiciones que El nos da (todas las cosas relacionadas con la salvación). En fin, Pedro promete a sus oyentes y a todo el mundo que al someternos a Cristo gozaremos de tiempos de refrigerio maravilloso, bendiciones espirituales refrescantes, comenzando con el reposo de la terrible carga de la culpa del pecado (Mat. 11:28-30).

          El Espíritu Santo nos bendice a través de las varias actividades espirituales prescritas por El. Por eso, Pablo habla de ser "recreado juntamente con vosotros" (Rom. 15:32); algunos hermanos fieles "han recreado mi espíritu y el vuestro" (LBLA, 1 Cor. 16:18); "muchas veces me dio refrigerio" (LBLA, 2 Tim. 1:16, hablando de Onesíforo); Filemón 20, "recrea mi corazón en Cristo" (LBLA).

 

3:20-21 -- y él envíe a Jesucristo (la segunda venida), que os fue antes anunciado; a quien de cierto es necesario que el cielo reciba hasta los tiempos de la restauración de todas las cosas, de que habló Dios por boca de sus santos profetas que han sido desde tiempo antiguo. -- Cuando Cristo venga la segunda vez, serán restauradas todas las cosas prometidas por Dios "por boca de sus santos profetas", que todavía no se hayan restaurado (cumplido), es decir, la resurrección de los muertos, "cielos nuevos y tierra nueva" (2 Ped. 3:11) y la sujeción de todos los enemigos de Cristo, el último siendo la muerte (1 Cor. 15:26, 27).

          Están muy equivocados los que enseñan que "la restauración de todas las cosas" significa que cuando Cristo venga, establecerá un reino para reinar mil años sobre la tierra, porque los profetas no hablaron de tal cosa. "Entonces sus discípulos le preguntaron, diciendo: ¿Por qué, pues, dicen los escribas que es necesario que Elías venga primero? Respondiendo Jesús, les dijo: A la verdad, Elías viene primero, y restaurará todas las cosas. Mas os digo que Elías ya vino" (en la persona de Juan el bautista), Mat. 17:11, 12.

          Jesús dijo a sus apóstoles que "en la regeneración, cuando el Hijo del Hombre se siente en el trono de  su gloria, vosotros que me habéis seguido también os sentaréis sobre doce tronos, para juzgar a las doce tribus de Israel".       El tiempo de la regeneración comenzó el día de Pentecostés, porque la palabra regeneración se refiere a la conversión (Tito 3:5).

          Jacobo citó al profeta Amós para afirmar que el tabernáculo de David se había reedificado; por eso, Cristo ya había restaurado el trono de David (Hech. 15:16).

          Ahora bien, obsérvese que en Hechos 3:18-26 Pedro se refiere a las bendiciones de la primera venida de Cristo: v. 18, "Pero Dios ha cumplido así lo que había antes anunciado por boca de todos sus profetas, que su Cristo había de padecer"; v. 21, "la restauración de todas las cosas, de que habló Dios por boca de sus santos profetas ..." (en gran parte lo que decían los profetas tenía que ver con la primera venida de Cristo, su muerte, resurrección, ascensión y su reinado universal); v. 22, 23, la profecía de Moisés tenía que ver con la primera venida de Cristo para ser profeta como él; v. 24 es muy significativo: "Y todos los profetas desde Samuel en adelante, cuantos han hablado, también han anunciado estos días". Nótese que Pedro dice que han anunciado estos días. Todos los profetas hablaron de estos días. v. 26, "A vosotros primeramente, Dios, habiendo levantado a su Hijo, lo envió para que os bendijese, a fin de que cada uno se convierta de su maldad".

           Por eso, "la restauración de todas las cosas" no se refiere solamente a la segunda venida, sino que en esos mismos días Dios estaba cumpliendo muchas de las cosas anunciadas por los profetas. A través de este texto entero Pedro habla de privilegios y bendiciones para sus oyentes en esos días. Se refiere a todas las cosas predichas por los profetas que "Dios ha cumplido" (v. 18).

          Es indispensable que esto se entienda al interpretar la expresión "los tiempos de la restauración de todas las cosas", para no caer en el error de los milenarios.

          Al estudiar un texto un poco dificultoso, lo más importante es que la explicación nuestra no contradiga verdades claramente reveladas. Por ejemplo, la Biblia revela claramente que el reino se estableció el día de Pentecostés, que Cristo está reinando ahora y que reinará hasta el fin (1 Cor. 15:24). De eso no hay duda alguna. También la Biblia revela claramente los eventos finales: la resurrección de todos los muertos, el arrebatamiento de los fieles vivos, la destrucción de la tierra, el juicio final y los dos destinos, el cielo y el infierno. Por eso, nuestra explicación de Hech. 3:21 tiene que ser consecuente con todas estas verdades. Lo que decimos aquí se aplica también a Apoc. 20:4, otro texto torcido por los milenarios; es necesario que textos claros interpreten los textos más oscuros o dificultosos.

 

3:22 -- Porque Moisés dijo a los padres. -- La cita que sigue se encuentra en Deut. 18:15-19 y es otra confirmación de que Moisés verdaderamente era el autor de Deuteronomio. La palabra "Porque" se omite en otras versiones castellanas (LBLA, VHA) como también en las versiones inglesas ASV y NASB; esta cita se conecta mejor con las otras referencias en este contexto a los profetas (v. 18, 24, 25). Después de citar este texto, Pedro dice (v. 24), "y todos los profetas" (de esa manera relacionando a Moisés con los otros profetas).

          -- El Señor vuestro Dios os levantará otro profeta de entre vuestros hermanos. -- Desde luego, esto no se refiere a la segunda venida de Cristo sino a la primera venida. Cuando Cristo vino al mundo está profecía se cumplió. Los judíos entendían que esta profecía se refería al Mesías. Por eso, preguntaron a Juan, "¿Eres tú el profeta?" (Jn. 1:21).

          -- Como a mí. -- Como observa el Sr. Gareth L. Reese, Dios envió (levantó) a los dos; los dos eran legisladores; los dos eran salvadores (Moisés salvó a los israelitas de la esclavitud y Cristo salva del pecado a todos los que le obedecen); los dos eran mediadores. Abraham vio al Cristo y se gozó (Juan 8:56); Moisés lo vio; los profetas lo vieron; todas las Escrituras del Antiguo Testamento dieron testimonio de El (Juan 5:39). Los judíos entendían que el Mesías -- el Hijo de David -- sería el sucesor de Moisés.

          -- a él oiréis en todas las cosas que os hable. -- Afirma Pedro que este Jesús a quién él anunciaba era aquel Profeta del cual Moisés habló, y él es el que les dijo que deberían escuchar a Cristo. La palabra "oiréis" significa que deberían obedecerle.

 

3:23 -- y toda alma que no oiga a aquel profeta, será desarraigada del pueblo. -- Esta advertencia no viene de Pedro, sino de Moisés. Compárense Ex. 30:33; Núm. 15:31; Lev. 7:20-27. Este era el castigo más severo para el israelita, porque al ser cortado del pueblo, no podía acercarse al Tabernáculo o Templo para ofrecer sacrificios a Dios. Era como cualquier gentil inmundo. Los judíos echaban de la sinagoga a los que profesaban fe en Cristo; no entendían que al hacerlo ellos mismos serían echados de la verdadera casa (familia) de Dios si no se arrepentían.

 

3:24 -- Y todos los profetas desde Samuel en adelante, cuantos han hablado, también han anunciado estos días. -- Es decir, todos los profetas han dicho lo mismo que Moisés acerca del Mesías y su venida. Por eso, al rechazar a Cristo rechazaban a Moisés y sus propios profetas, porque todos -- desde Samuel -- han anunciado estos días.

          Es de suma importancia entender que Pedro se refiere a los eventos de esos mismos días: la muerte, sepultura, resurrección y ascensión de Jesucristo y el establecimiento del reino (la iglesia) el día de Pentecostés. Según Pedro, lo que estaba pasando en esos mismos días en Jerusalén era precisamente lo que los profetas anunciaron.

          Los milenarios dicen que la iglesia no estaba en el plan de Dios. Dicen que Cristo pensó establecer su reino pero que los judíos no lo aceptaron y, por eso, estableció la iglesia como un arreglo incidental y provisional hasta que El venga la segunda vez para establecer su reino. Tal teoría ignora todo el mensaje de los profetas y niega lo que Pedro afirmó en este sermón de Hech. 3. La teoría de que habrá un reino de mil años aquí en la tierra es puro materialismo y no tiene base alguna en la Biblia. Tanto los profetas antiguos como los apóstoles y profetas de Cristo la refutan al proclamar un reino espiritual que no dura solamente mil años sino para siempre.

 

3:25 -- Vosotros sois los hijos de los profetas. -- La palabra "hijos" significa seguidores o discípulos. Por eso, ellos eran los herederos de las promesas de los profetas, con tal que se arrepintieran (v. 19).

          -- y del pacto que Dios hizo con nuestros padres, diciendo a Abraham: En tu simiente serán benditas todas las familias de la tierra. -- Todo judío sabía de esta promesa hecha a Abraham pero muy pocos judíos habían aprendido que esta promesa tan importante para ellos se cumplió en Jesús de Nazaret.

          El apóstol Pablo explicó ampliamente esta promesa (por ejemplo, Gál. 3:7, 14, 26-29).

 

3:26 -- A vosotros primeramente, -- 13:46; 28:25-28; Rom. 1:16.

          -- Dios habiendo levantado a su Hijo, lo envió para que os bendijese, a fin de que cada uno se convierta de su maldad. -- Por lo tanto, Pedro no simplemente explica un milagro, sino que da un sentido espiritual a esta ocasión.

 

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