Hechos 4
4:1-2 -- Hablando ellos al pueblo. Hasta ahora todo estaba en paz. Los apóstoles habían ganado una gran victoria. Había muchas conversiones, pero ahora vuelve la misma oposición que Jesús tenía que enfrentar.
-- vinieron sobre ellos los sacerdotes. -- Eran sacerdotes convertidos en perseguidores.
-- con el jefe de la guardia del templo -- que tenía la responsabilidad de mantener buen orden. ¿Estaban los apóstoles fuera de orden? ¿Eran desordenados? Si no, entonces ¿por qué les molestaban?
-- y los saduceos. -- Los que dirigían el ataque contra Jesús eran los fariseos, pero los apóstoles no habían atacado la hipocresía y las tradiciones de este grupo. Más bien los saduceos promovieron esta persecución, porque no creían en la resurrección de los muertos (23:6-8), el tema central de la predicación apostólica. Durante su ministerio personal Jesús había debatido con los saduceos (Mat. 22:23-33). Caifás, el sumo sacerdote era saduceo. En cuanto a los fariseos, la predicación de ese tema estaba bien porque ellos lo creían, nada más que no les gustó que se predicara en el nombre de Jesús.
-- resentidos (indignados, LBLA) de que enseñasen al pueblo, y anunciasen en Jesús la resurrección de entre los muertos. -- Los sacerdotes habían dicho (Mat. 26:64) que si los apóstoles predicaran que Jesús había resucitado de los muertos, "será el postrer error peor que el primero", y así fue para ellos, porque en base a esto, ellos no solamente habían ignorado las Escrituras, sino que también eran homicidas. Ahora empieza, pues, la persecución contra la iglesia que es, en realidad, la continuación de la persecución contra Cristo. Crucificaron a Jesús para callarlo pero ahora la voz de El se oye en la boca de los apóstoles. Al perseguir a los apóstoles los judíos continúan su rebelión contra Dios.
Según los saduceos, los apóstoles cometían dos "males": (1) predicaban a Jesús y (2) sobre todo lo que les molestaba era que predicaran la resurrección. Pero ¿qué dijeron estos judíos del milagro hecho por los apóstoles? No lo podían negar (ver. 16); por eso, no decían nada. Es imposible combatir una evidencia de esa clase.
Se disgustaban porque los apóstoles enseñaran al pueblo. Los oficiales del pueblo creían que ese trabajo era exclusivamente la prerrogativa de ellos. Se ofendieron grandemente porque estos galileos incultos (v. 13) -- sin conexión alguna con el oficio de sacerdote y sin autoridad de estos oficiales -- se atrevieran a hacer la obra que les pertenecía a ellos.
Desde luego, querían dejar la impresión de ser los guardianes del pueblo y de ser, por lo tanto, los que debieran protegerles de la enseñanza no oficial ni aceptable. Compárese la actitud de los sacerdotes católicos que también se resienten mucho cuando los cristianos se atreven a enseñar a la gente católica.
4:3 -- Y les echaron mano, y los pusieron en la cárcel hasta el día siguiente, porque era ya tarde. -- ¿Por qué crimen? Recuérdese la profecía de Jesús en Mat. 10:17-28. Fueron prendidos por predicar el evangelio. Eso era su crimen.
4:4 -- Pero muchos de los que habían oído la palabra, creyeron; -- La palabra creer se usa frecuentemente en el Nuevo Testamento como sinécdoque ("figura de retórica que consiste en tomar una parte por el todo ... ", Larousse); es decir, el creer abarca los demás requisitos del plan de salvación.
-- y el número de los varones era como cinco mil. La oposición no destruyó la obra de los apóstoles -- como los oficiales esperaban -- sino, por el contrario, la hizo prosperar. Compárese 8:4; 11:19.
4:5-6 -- Aconteció al día siguiente, que se reunieron en Jerusalén los gobernantes, los ancianos y los escribas, y el sumo sacerdote Anás, y Caifás y Juan y Alejandro, y todos los que eran de la familia de los sumos sacerdotes. -- Estos eran los principales del concilio: Anás, el sumo sacerdote, fue depuesto por los romanos y su yerno, Caifás, ocupó su lugar (véase Juan 18:12-14). No se sabe más de Juan y Alejandro pero este texto los representa como hombres conocidos por el pueblo y de autoridad. Estos mismos hombres condenaron a Jesús, y el éxito de la obra de los apóstoles demostraba que Dios estaba con ellos, y aumentaba la culpa de los oficiales. Se reunieron pues para decidir qué se debía hacer con los apóstoles (en realidad para decidir cómo callarlos).
4:7 -- y poniéndoles en medio, -- Sin duda los apóstoles se acordaron de las palabras de Jesús: "Y guardaos de los hombres, porque os entregarán a los concilios, y en sus sinagogas os azotarán; y aun ante gobernadores y reyes seréis llevados por causa de mí, para testimonio a ellos y a los gentiles. Mas cuando os entreguen, no os preocupéis por cómo o qué hablaréis; porque en aquella hora os será dado lo que habéis de hablar. Porque no sois vosotros los que habláis, sino el Espíritu de vuestro Padre que habla en vosotros" (Mat. 10:17-20). Aunque tenían la seguridad de la ayuda del Espíritu Santo para hablar, ellos mismos tenían que ser valientes: "Y no temáis a los que matan el cuerpo, mas el alma no pueden matar" (Mat. 10:28). No deberían negar a Cristo sino confesarle con la boca (Mat. 10:32, 33). Así, pues, recibirían ayuda de Dios (la inspiración), pero era necesario que hablaran "con denuedo" (4:13, 31).
-- les preguntaron: ¿Con qué potestad, o en qué nombre, habéis hecho vosotros esto? -- Esto indica claramente que aunque hubieran prendido y encarcelado a los apóstoles, todavía no tenían acusación formal contra ellos. El significado de la pregunta fue "¿Quiénes son ustedes para obrar milagros?" "¿Cómo es posible que hombres galileos como ustedes hagan señales?"
También estuvo presente el cojo, v. 14. Con esta pregunta pensaban intimidar a los apóstoles. ¿Por qué creían que podían intimidarles? Porque no entendían que la autoridad de los apóstoles era muy superior a la autoridad de ellos. ¿Cuál era su acusación? Al decir "esto" ¿a qué se refería? ¿Esto qué? ¿Sanar al cojo? ¿predicar al pueblo? No especifican acusación alguna. Hacen una pregunta indefinida y vaga. Estos oficiales eran muy astutos; querían intimidar a los apóstoles y dejarlos confusos.
4:8 -- Entonces Pedro. -- Aunque el concilio pensaba juzgar a Pedro, en realidad Pedro juzgaba al concilio. Compárese Hech. 24:25 y a través de Hechos, los juzgados (los apóstoles) eran los que juzgaban. Pedro y Juan temían a Dios y, por eso, no temían a los hombres.
-- lleno del Espíritu Santo, -- como Jesús había prometido (Mat. 10:17-19; Luc. 12:11, 12; 21:14, 15; Hech. 1:5, 8; 2:4)
-- les dijo: Gobernantes del pueblo, y ancianos de Israel. -- Pedro usó lenguaje de respeto (1 Ped. 2:17). Frecuentemente los enemigos de Cristo proveen oportunidades excelentes para la proclamación del evangelio y para la defensa de la fe. En este libro (capítulos 21-28) Lucas relata los discursos de Pablo como preso.
4:9 -- Puesto que hoy se nos interroga acerca del beneficio hecho a un hombre enfermo (v. 10, 14, evidencia viva), de qué manera éste haya sido sanado. -- No había duda en cuanto a su sanidad; la única cuestión fue "¿cómo fue hecho?" La defensa de Pedro y Juan fue la siguiente: (1) el milagro fue hecho por Dios y la prueba (evidencia) estuvo ante sus ojos; (2) la profecía del Sal. 118:22, de las Escrituras de los Judíos (ver. 11) fue cumplida; y (3) el testimonio de Pedro y Juan (ver. 13).
4:10 -- sea notorio a todos vosotros, y a todo el pueblo de Israel, que en el nombre de Jesucristo de Nazaret, a quien vosotros crucificasteis y a quien Dios resucitó de los muertos, por él este hombre está en vuestra presencia sano. -- Lo que Pedro dice no tiene que ser probado porque el hombre a quien sanó estuvo "en vuestra presencia sano" (ver. 14). No se puede discutir con una demostración. Por eso, los judíos no podían negar la afirmación de Pedro y no se atrevieron a decir que el hombre fue sanado por otro poder.
¿Cómo se defendieron los apóstoles a sí mismos? Los acusados llegan a ser los acusadores. En esta ocasión aunque Pedro y Juan eran prisioneros de los judíos, en realidad no los apóstoles sino los del concilio fueron juzgados. Pedro tomó la ofensiva sin tomar en cuenta lo que le pudieran hacer los judíos. Pedro no evitó la pregunta, sino que inmediatamente predicó a Cristo como la Causa del milagro. Sin duda Pedro se acordó con mucha tristeza de la ocasión cuando Jesús estaba delante de este mismo concilio (Mat. 26:57-75). En esa ocasión este mismo Pedro había negado a Jesús de Nazaret, pero ahora tiene su segunda oportunidad.
¿Qué le movió a Pedro para que hablara con tanto denuedo? ¿buscaba fama? ¿fue movido por ambición? Todo eso murió cuando Jesús murió. Ahora tiene su oportunidad de vindicar a Cristo.
4:11 -- Este Jesús es la piedra reprobada por vosotros los edificadores, la cual ha venido a ser cabeza del ángulo. -- Véanse Sal. 118:22; Mat. 21:23, 42; Rom. 9:32; en 1 Ped. 2:4-6 Pedro hace unas exhortaciones basadas en este texto. Estos oficiales (el concilio) eran los constructores de la casa de Dios, pero Pedro les aplica el Salmo que pinta la imagen absurda de edificadores que rechazan la piedra principal (la angular) sin la cual no pueden acabar de poner el fundamento y seguramente no pueden construir el edificio. Desecharon la piedra que era la cabeza del ángulo que gobierna las demás porque determina el ángulo de las esquinas y sirve de guía para construir las paredes y todo el edificio. Rechazaron lo que Dios escogió. Al hablar Pedro la casa de Dios ya tenía miles de piedras vivas (2:41; 1 Ped. 2:4-8). Véanse también 1 Cor. 3:11; Efes. 2:20.
4:12 -- Y en ningún otro hay salvación; porque no hay otro nombre bajo el cielo, dado a los hombres, en que podamos ser salvos. -- Jn. 14:6; Efes. 4:4-6; Gál. 1:8, 9. La palabra "podamos" incluye a los sacerdotes, el jefe de la guardia, los saduceos, los pescadores y todos los demás. Los oficiales judíos deberían obedecer al evangelio precisamente como lo hicieron los tres mil el día de Pentecostés.
Muchísimas personas quieren ser salvas por ser buena gente, por hacer muchas obras de benevolencia (Tito 3:5) y por resolver problemas sociales, pero tal "evangelio social" no es el evangelio predicado por los apóstoles. Pedro habla de la salvación del alma.
Cristo es el único Salvador de todos los que se han salvado desde el principio del mundo. Es el Salvador de Enoc y Noé, de Abraham y Moisés, y de todos los fieles que han vivido bajo la dispensación patriarcal, la mosaica o la actual. Como Heb. 9:15 dice, "Así que, por eso es mediador de un nuevo pacto, para que interviniendo muerte para la remisión de las transgresiones que había bajo el primer pacto, los llamados reciban la promesa de la herencia eterna". Por eso el evangelio fue predicado a Abraham (Gál. 3:8). "Abraham vuestro padre se gozó de que había de ver mi día; y lo vio, y se gozó" (Juan 8:56).
Hasta la fecha los judíos buscan otra piedra pero la piedra que buscan no existe. No había y no hay salvación en el judaísmo, ni mucho menos en las religiones de los gentiles. Los judíos rechazaron su propia salvación (Hech. 13:46).
4:13 -- Entonces viendo el denuedo de Pedro y de Juan, -- Jesús le dio a Simón el nombre Pedro (piedra), Jn. 1:42. Cuando negó a Jesús se vio como tímido y miedoso, pero se ha transformado en piedra. Ahora sí, es una roca. Jesús conoce a todos. Sabe lo que somos y lo que podemos ser. Los doce hijos de Jacob eran, por un tiempo, hombres indignos de los honores que Dios tenía para ellos, pero después se transformaron en hombres responsables. Así también los apóstoles tuvieron que crecer. Jesús no solamente vio sus debilidades y deficiencias sino también sabía lo que serían después.
-- y sabiendo que eran hombres sin letras y del vulgo. -- Lucas entendía que Pedro y Juan eran más inteligentes que los sacerdotes y sus compañeros. Eran hombres bien preparados, pero no habían estudiado en las escuelas de los rabinos (22:3). Eran pescadores sin escuela formal, pero bien instruidos por Jesucristo (Mar. 3:14). Compárese Hech. 16:1-3; 2 Tim. 2:2. Los apóstoles no ignoraban la ley (como los judíos acusaban, Juan 7:49), porque habían sido instruido por el Maestro de maestros. Sin embargo, es cierto que los apóstoles no eran de los "grandes" según el concepto del mundo. "Pues, mirad, hermanos, vuestra vocación, que no sois muchos sabios según la carne, ni muchos poderosos, ni muchos nobles; sino que lo necio del mundo escogió Dios, para avergonzar a los sabios, y lo débil del mundo escogió Dios, para avergonzar a lo fuerte; y lo vil del mundo y lo menospreciado escogió Dios, y lo que no es, para deshacer lo que es, a fin de que nadie se jacte en su presencia" (1 Cor. 1:26-29). La predicación de Pedro y Juan y los otros apóstoles era la sabiduría de lo alto y las tácticas de los saduceos y otros líderes judíos era la sabiduría terrenal, animal y diabólica (Sant. 3:13-18).
-- y se maravillaban; y les reconocían que habían estado con Jesús. -- Les reconocían que habían estado con Jesús por su conocimiento y uso de las Escrituras, sus argumentos bien ordenados y poderosos, su comportamiento, su manera respetuosa, y su denuedo (no estaban intimidados por el concilio). Sabían bastante de Jesús y lo recordaban bien. Pedro y Juan eran verdaderos discípulos de El. Los gobernantes creían que ya habían acabado con Jesús, pero ahora reconocen que Jesús todavía está con ellos en la persona de sus apóstoles. Al observar nuestro conocimiento y uso de las Escrituras, nuestro testimonio, valor y actitud buena, ¿puede la gente reconocer que nosotros hemos estado con Jesús? (Gál. 2:20).
4:14 -- Y viendo al hombre que había sido sanado, que estaba en pie con ellos, no podían decir nada en contra. -- Entonces la única conclusión del asunto fue que Dios estaba con los apóstoles y a través de ellos El había revelado su poder y su Palabra. Le convenía al concilio reconocerlo y preguntar como los del día de Pentecostés, "¿Qué haremos?" Sin embargo, en lugar de esto, decidieron seguir oponiéndose al evangelio y a la iglesia.
La defensa de los apóstoles fue fuerte; consistía en lo siguiente: (1) podían hablar de la tumba vacía de Jesús; (2) daban su testimonio como testigos oculares de la resurrección; (3) el milagro de la curación del cojo, un milagro innegable (ver. 16); (4) su uso eficaz de las Escrituras; y, por último, (5) el testimonio de sus vidas. ¿Qué tan fuerte es la defensa de nosotros? Todavía existe la fuerza de los testigos de la resurrección de Jesús y los milagros hechos por Jesús y sus apóstoles; en cuanto a las Escrituras, tenemos la completa revelación; y debe haber mucha fuerza en nuestro testimonio.
Obsérvese que en todo este texto no había acusación contra los apóstoles. ¿Cuál era su crimen? (1) Habían predicado en el nombre de Jesús, y (2) habían acusado a los judíos de haber crucificado a Jesús, (3) a quien Dios había resucitado de los muertos.
Solamente interrogan a los apóstoles acerca del beneficio hecho a un cojo (ver. 9), pero no podían encontrar falla en las palabras de Pedro y no podían condenar la curación del cojo. Por eso, no hallaron la manera de castigarlos (ver. 21).
4:15-16 -- Entonces les ordenaron que saliesen del concilio; -- Los del concilio querían callar a los apóstoles pero, por el contrario, al oír el discurso de Pedro ellos mismos quedaron callados. Cuando él terminó, no dijeron nada, sino que despidieron la asamblea.
-- y conferenciaban entre sí, diciendo: -- ¿Cómo sabía Lucas lo que ellos dijeron en esta junta? En primer lugar era guiado por el Espíritu Santo, pero recuérdese que algunos de los sacerdotes se convirtieron (6:7). ¿Cómo podían los miembros del concilio mirar el uno al otro y no reconocer y hablar de lo perverso de lo que hacían? Seguramente no podían mirar hacia Dios.
-- ¿Qué haremos con estos hombres? -- Si los gobernantes hubieran sido hombres honestos, habrían preguntado, "¿Qué haremos para ser salvos?" (véase 2:37), pero dijeron, "¿Qué haremos con estos hombres" para callarlos? Compárese el dilema de Pilato (Mat. 27:22).
-- Porque de cierto, señal manifiesta ha sido hecha (un milagro notable ha sido realizado, LBLA) por ellos, notoria a todos los que moran en Jerusalén, y no lo podemos negar. -- ¡Qué demostración tan clara de la completa bancarrota espiritual de estos oficiales! No podían negar el milagro; desde luego, lo hubieran negado a no ser por tantos testigos. Tampoco podían negar el propósito del milagro. No podían disputar sobre la profecía acerca de la piedra rechazada. Desde luego, no querían discutir esta profecía porque indicaba claramente que ellos habían crucificado a su propio Mesías. No podían negar la resurrección (recuérdese la mentira que fabricaron para no aceptarla, Mat. 28:11-15). No podían negar que los apóstoles fueron comisionados por Jesús, porque obviamente habían estado con El y continuaban la enseñanza y obra de ellos. Duplicaban la obra de Jesús, enseñando como El, haciendo milagros como El, y aun condenando a los oficiales como Jesús lo había hecho. No podían negar el milagro de la curación del cojo; no podían fabricar alguna mentira como lo hicieron para evitar la fuerza de la resurrección de Jesús.
No podían condenar a los apóstoles, porque ni siquiera tenían acusación contra ellos, pero lo más importante para los judíos era que los apóstoles no siguieran predicando en el nombre de Jesús. (Obsérvese que no les prohibieron predicar, sino que no predicaran "en este nombre".)
4:17 -- Sin embargo, para que no se divulgue más entre el pueblo, amenacémosles para que no hablen de aquí en adelante a hombre alguno en este nombre. -- No dicen, "¿Será verdad lo que predican estos hombres?" "¿Es posible que Jesús de Nazaret sea en verdad el Mesías?" Como hombres desesperados buscan alguna manera para defender su posición errada. Por eso, estaban resueltos a oponerse a los apóstoles. No había término medio. A no ser por la popularidad de los apóstoles, los hubiera matado de una vez.
4:18 -- Y llamándolos, les intimaron que en ninguna manera hablasen ni enseñasen en el nombre de Jesús. -- Solamente les quedó una alternativa: la amenaza. Si no podían destruir a los apóstoles entonces tratarían de erigir murallas o barrancos entre ellos y el pueblo. No podían decir ni hacer nada con respecto a todo lo sucedido y dicho. No condenaron a los apóstoles. No les castigaron. Pero el concilio quería que Pedro y Juan dejaran de ser apóstoles de Cristo, que dejaran de obedecer Mat. 28:19 y Hech. 1:8. Jesucristo, ahora sentado a la diestra de Dios, les constituyó apóstoles, y ahora estos perversos incrédulos quieren cancelar las órdenes de Cristo. Esta fue la primera vez que se prohibió predicar en el nombre de Jesús. No deberían hablar ni enseñar en el nombre de Jesús, ni en público ni en privado.
De todo corazón querían tapar la boca a los apóstoles. Compárense 1 Reyes 22:27; la muerte de Juan por denunciar el pecado del rey (Mat. 14:1-12); la de Jesús; la de Esteban (Hech. 6:10; 7:51-58); y la persecución de Pablo. ¿Cuál es la manera correcta de tapar bocas? Tito 1:9, 10. Si Pedro, Juan y los otros apóstoles hubieran seguido con el temor que tenían cuando Jesús fue prendido (Mat. 26:56, 70-74) la amenaza de los sacerdotes los habría callado, pero ahora son hombres valientes.
La historia registrada por Lucas en este libro (y la historia del mundo) habría sido muy diferente si los apóstoles hubieran obedecido a estos oficiales. De la misma manera el futuro del mundo en que vivimos dependerá mucho de los esfuerzos de los cristianos de este siglo. Si somos intimidados por los inconversos, si callamos para no ser rechazados por ellos o si somos indiferentes hacia ellos, ¿no estaremos haciendo lo que los oficiales judíos requerían de los apóstoles?
4:19 -- Mas Pedro y Juan respondieron diciéndoles: Juzgad si es justo delante de Dios obedecer a vosotros antes que a Dios. -- No era suficiente simplemente hacer caso omiso de la prohibición del concilio, sino que era necesario decirles con toda franqueza que no iban a obedecerles.
Jesús les había enseñado el respeto por las autoridades (Mat. 22:21). El Espíritu Santo lo reveló claramente (Rom. 13:1-4; 1 Ped. 2:13-17). Sin embargo, el mandato de las autoridades contradijo el mandato de Cristo y, por eso, los apóstoles tenían que escoger a cuál obedecer. No era posible obedecer a los dos, porque las órdenes chocaban. Aunque estos hombres eran los líderes oficiales de los judíos que habían sido el pueblo escogido de Dios, obviamente Pedro los identifica como los oponentes (enemigos) de Dios: ¿obedeceremos a vosotros o a Dios?
Pedro apela a la conciencia de los oficiales. Si no estaba completamente cauterizada, bien sabían que se había hecho un verdadero milagro. Por eso, los apóstoles siguen predicando. Los oficiales no podían extinguir la llama que les atormentaba.
4:20 -- porque no podemos dejar de decir lo que hemos visto y oído. -- Los apóstoles no eran marionetas o títeres manipulados por alguna fuerza mayor, sino que habían recibido la Gran Comisión de predicar el evangelio y para esto habían recibido el poder desde lo alto (el Espíritu Santo). Con Pablo decían, "Pues si anuncio el evangelio, no tengo por qué gloriarme; porque me es impuesta necesidad; y ¡ay de mí si no anunciare el evangelio! (1 Cor. 9:16). En el siguiente capítulo (5:29) dijeron, "Es necesario obedecer a Dios antes que a los hombres".
4:21-22 -- Ellos entonces les amenazaron y les soltaron, no hallando ningún modo de castigarles, por causa del pueblo; porque todos glorificaban a Dios por lo que se había hecho, ya que el hombre en quien se había hecho este milagro de sanidad, tenía más de cuarenta años. -- A los gobernantes les faltó el valor para decir y hacer lo que querían decir y hacer, porque buscaban su propia conveniencia. En ese momento simplemente no les convenía hacer nada por causa del pueblo. Compárese la timidez de Pilato.
4:23 -- Y puestos en libertad, vinieron a los suyos y contaron todo lo que los principales sacerdotes y los ancianos les habían dicho. -- Los apóstoles no huyeron de la ciudad, sino que se reunieron con los hermanos para orar a Dios.
4:24 -- Y ellos, habiéndolo oído, alzaron unánimes la voz a Dios, -- La palabra unánimes es una palabra clave para explicar el éxito de la obra del Señor (véase 1:14, notas). Lucas la emplea once veces en este libro. Los discípulos alzan la voz a Dios, no por estar asustados, ni con el deseo de venganza, sino solamente para pedir la ayuda divina.
Surge la pregunta, ¿oraron todos en voz alta? Lucas no dice, pero al explicar el uso de los dones del Espíritu, Pablo dice que cuando alguno orara, los demás decían el Amén (1 Cor. 14:16), que los que hablaran en lenguas deberían hablar "por turno" (ver. 27) y que los profetas deberían profetizar "uno por uno" (ver. 31), para que todo se hiciera "decentemente y con orden" (ver. 40). Cuando algún hermano dirige la oración y los demás dicen "Amén" (sea en voz alta o en silencio) están orando unánimes al Señor.
-- y dijeron: Soberano Señor, tú eres el Dios que hiciste el cielo y la tierra, el mar y todo lo que en ellos hay; -- Dios es el Creador y El puede hacer lo que quiera con su creación. Hay mucho consuelo para la iglesia perseguida en el pensamiento de la soberanía de Dios.
4:25 -- que por boca de David tu siervo dijiste: ¿Por qué se amotinan las gentes, Y los pueblos piensan cosas vanas? -- El Salmo 2 (citado aquí) afirma el poder de Dios sobre las naciones, pero lo curioso es que en este caso (4:25) "los pueblos" no son los gentiles sino los mismos judíos.
4:26 -- Se reunieron los reyes de la tierra, Y los príncipes se juntaron en uno Contra el Señor, y contra su Cristo. -- ¿Por qué? Los líderes judíos no podían aceptar a un hombre pobre de Nazaret como el Mesías. Para ellos el Mesías vendría para levantar el reino caído de Salomón y para restaurar la nación a su gloria. Al principio los romanos eran tolerantes de la iglesia, pensando que era simplemente "una religión más" en el imperio, pero después había problemas cuando se dieron cuenta que los cristianos proclamaban la religión de Cristo como la única religión y que excluía a todas las demás.
4:27 -- Porque verdaderamente se unieron en esta ciudad contra tu santo Hijo (Siervo, LBLA) Jesús, a quien ungiste, Herodes y Poncio Pilato, con los gentiles y el pueblo de Israel, -- Es probable que "tu santo Siervo Jesús" sea el "Siervo de Jehová" de Isa. 52:13 - 53:12 que iba a sufrir. Véase Hech. 3:13; 26; 4:27, 30).
4:28 -- para hacer cuanto tu mano (omnipotencia) y tu consejo (omnisciencia) habían antes determinado que sucediera. -- Judas, los oficiales judíos y los romanos llevaron a cabo el plan eterno de Dios, como ahora en esta ocasión los judíos siguen llevándolo a cabo, pero todo esto no disminuye el libre albedrío de los oponentes de Cristo. Estos pensaban hacer males contra el evangelio pero Dios los convirtió en beneficios para su obra. Con razón Pablo habla de las inescrutables riquezas de Dios.
4:29 -- Y ahora, Señor, mira sus amenazas, y concede a tus siervos que con todo denuedo hablen tu palabra, -- Compárese 2 Reyes 19:14. Lo hermoso de este texto es que los santos no piden protección (no es oración personal), sino solamente que el Señor les ayude a predicar la palabra con valor, para que no sean intimidados por las amenazas del concilio.
4:30 -- mientras extiendes tu mano para que se hagan sanidades y señales y prodigios mediante el nombre de tu santo Hijo Jesús. -- El capítulo 4 termina donde el capítulo 3 empieza: piden que Dios siga haciendo milagros como el de la sanidad del cojo.
4:31 -- Cuando hubieron orado, el lugar en que estaban congregados tembló; y todos fueron llenos del Espíritu Santo, y hablaban con denuedo la palabra de Dios. -- Dios les hizo ver que El oyó y aprobó su oración. Este texto no indica que el milagro de Pentecostés se duplicó. Solamente los apóstoles (Hech. 2) y Cornelio y su casa (Hech. 10) fueron bautizados con el Espíritu Santo.
4:32 -- Y la multitud de los que habían creído era de un corazón y un alma; y ninguno decía ser suyo propio nada de lo que poseía, sino que tenían todas las cosas en común. -- Ahora Lucas vuelve al tema de la condición de la iglesia misma. Este texto se refiere a lo que ya se mencionó en Hech. 2:43-45. Esta práctica no tenía nada que ver con el socialismo político. No se entregaban reglas sobre la abrogación de la propiedad privada. Más bien, tiene que ver con la sumisión de los cristianos a la voluntad de Dios y, por eso, su disposición benévola de suplir voluntaria y espontáneamente la necesidad de sus hermanos. La explicación más lógica de la necesidad de esta práctica es que muchos judíos, ahora cristianos, de varios países (2:9-11) querían quedarse más tiempo en Jerusalén después de su conversión para aprender más y, por eso, tenían necesidad. Esta generosidad debe ser duplicada en cualquier tiempo y lugar en el cual los cristianos sufran necesidad semejante.
4:33 -- Y con gran poder los apóstoles daban testimonio de la resurrección del Señor Jesús, -- Cuando hay unidad y amor en la congregación, la predicación es más fuerte y eficaz, y cuando hay disensión y división, nadie tiene ánimo, y la obra sufre (muere).
-- y abundante gracia era sobre todos ellos. -- Dios les dio favor con el pueblo. Lo mismo sucede hoy en día cuando existe la unidad y armonía en la iglesia.
4:34 -- Así que no había entre ellos ningún necesitado; porque todos los que poseían heredades o casas, las vendían, y traían el precio de lo vendido, -- No dice Lucas que vendieron todas sus heredades o casas.
4:35 -- y lo ponían a los pies de los apóstoles; y se repartía a cada uno según su necesidad. -- La iglesia primitiva no practicaba el socialismo, sino que se repartía a cada uno según su necesidad. No hay nada en este texto que indique una distribución uniforme entre los miembros para que todos recibieran y tuvieran la misma cantidad de dinero. Tampoco dice Lucas que las escrituras de las propiedades se entregaron a los apóstoles para que éstos las controlaran. El énfasis de Lucas es claro: esta ayuda era para los que tenían necesidad. Fue suplida la necesidad de todo miembro de la iglesia. Hech. 12:12 dice que Pedro "llegó a casa de María ... donde muchos estaban reunidos orando"; obviamente aquí hay un caso de una hermana fiel que todavía tenía una casa grande; otro caso semejante, Hech. 21:8, "Pablo y los que con él estábamos ... posamos con él (Felipe)".
4:36 -- Entonces José, a quien los apóstoles pusieron por sobrenombre Bernabé (que traducido es, Hijo de consolación), levita, natural de Chipre, -- Aquí se introduce Bernabé que hace un papel muy importante en este libro: 11:22, 30; 12:25; capítulos 13-15; 1 Cor. 9:6; Gál. 2:1, 9, 13 y Col. 4:10. Fue llamado "hijo" de consolación o exhortación. La expresión "hijo de" es un hebraísmo (modismo) para indicar características sobresalientes: "hijo de luz", "hijos de este siglo", Luc. 16:8; "hijos del día", 1 Tes. 5:5; "hijos de paz", Luc. 10:6; "hijos de desobediencia", Ef. 2:2; "hijos del trueno", Mar. 3:17.
Bernabé era hermano de mucho talento para exhortar y consolar. La iglesia necesita urgentemente de todos los talentos de los miembros. "El cuerpo no es un solo miembro, sino muchos ... Dios ha colocado los miembros cada uno de ellos en el cuerpo, como él quiso ... Pero ahora son muchos los miembros, pero el cuerpo es uno solo" (1 Cor. 12:14-20). Los miembros del cuerpo tienen una variedad de funciones. Bernabé no tenía el mismo talento que Pablo o Apolos o Pedro. Cada uno de estos hermanos -- como también los evangelistas Timoteo, Tito y otros -- hacían un papel importantísimo en la iglesia, pero también de suma importancia fue el servicio de Epafras, Epafrodito, Lidia, Febe, Dorcas y muchos otros hermanos y hermanas cuyos nombres están escritos en el libro de la vida (Fil. 4:3).
4:37 -- como tenía una heredad, la vendió y trajo el precio y lo puso a los pies de los apóstoles. -- En la tierra que Dios dio a Israel los levitas no tenían terrenos sino solamente ciudades, y vivieron de los diezmos pagados por las demás tribus, pero la cautividad en Asiria y Babilonia terminó ese sistema y los levitas tenían que ver por sí mismos.
Otro aspecto de la generosidad de Bernabé se ve en Hech. 9:27. Bernabé "era varón bueno, y lleno del Espíritu Santo y de fe".
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