Hechos 20

 

20:1 -- Después que cesó el alboroto, llamó Pablo a los discípulos, y habiéndolos exhortado y abrazado, se despidió y salió para ir a Macedonia. -- Leemos en 19:21, 22, "Pasadas estas cosas, Pablo se propuso en espíritu ir a Jerusalén, después de recorrer Macedonia y Acaya", pero "enviando a Macedonia a dos de los que le ayudaban, Timoteo y Erasto, él se quedó por algún tiempo en Asia".

          Pablo suple más información en su segunda carta a los corintios. Pensaba partir para Macedonia desde Troas. Acerca de su llegada a este lugar dice, "Cuando llegué a Troas para predicar el evangelio de Cristo, aunque se me abrió puerta en el Señor, no tuve reposo en mi espíritu, por no haber hallado a mi hermano Tito; así, despidiéndome de ellos, partí para Macedonia" (2 Cor. 2:12, 13). Entonces, "cuando vinimos a Macedonia, ningún reposo tuvo nuestro cuerpo, sino que en todo fuimos atribulados; de fuera, conflictos, de dentro temores. Pero Dios, que consuela a los humildes, nos consoló con la venida de Tito; y no sólo de su venida, sino también con la consolación con que él había sido consolado en cuanto a vosotros, haciéndonos saber vuestro gran afecto, vuestro llanto, vuestra solicitud por mí, de manera que me regocijé aun más" (2 Cor. 7:5-7). Tito le había explicado que la iglesia se había arrepentido, que había disciplinado al hermano fornicario (2 Cor. 2:5-11), y que estaban preparando la ofrenda para los santos de Jerusalén (9:1, 2).

          Sin embargo, Tito le dijo también de los que minaban su influencia (10:1; 11:13-15); por eso, Pablo les escribió otra carta y se la envió por mano de Tito y otros dos compañeros (8:16-20). Pensaba visitarles pronto (2 Cor. 9:3, 4; 12:14; 13:1).

          Compárese la despedida de los ancianos de Efeso (20:36, 37) y de los de Tiro (21:6). Las experiencias de nosotros no se pueden comparar con las de Pablo con respecto al sufrimiento, pero todo obrero fiel sabe lo que es despedirse de amados hermanos después de trabajar por un tiempo con ellos.

         

20:2 -- Y después de recorrer aquellas regiones, y de exhortarles con abundancia de palabras, llegó a Grecia (Acaya).-- Compárense 14:22; 15:41; 18:23. Filipos, Tesalónica y Berea eran pueblos de Macedonia. Pablo les exhortó con abundancia de palabras, porque a veces es más difícil confirmar a los hermanos que convertirles.

 

20:3 -- Después de haber estado allí tres meses. -- Probablemente durante estos tres meses Pablo escribió la carta a los romanos (Rom. 15:25; 16:1) y también la carta a los gálatas. Recuérdese que la cuestión de imponer la ley sobre hermanos gentiles quedó bien resuelta (Hech. 15:31; 16:4, 5); sin embargo, esto no significa que se resolvió el problema. Por eso, Pablo escribió a los romanos y a los gálatas explicando claramente que la salvación viene solamente por medio del evangelio y no por las obras de la ley de Moisés. Además, la colecta para los santos pobres de Jerusalén tenía otro propósito aparte de suplir la necesidad de los hermanos: también Pablo quería por medio de esa colecta promover la unidad entre hermanos judíos y hermanos gentiles. Léase 2 Cor. 9:12-14. Pero él reconoció el peligro de que los hermanos judíos no aceptaran la ofrenda; por eso en Rom. 15, después de hablar de esta ofrenda (v. 25-27) dice, "Pero os ruego, hermanos, por nuestro Señor Jesucristo y por el amor del Espíritu, que me ayudéis orando por mí a Dios, para que sea librado de los rebeldes que están en Judea, y que la ofrenda de mi servicio a los santos en Jerusalén sea acepta". Si la hubieran rechazado esto habría causado mucho resentimiento entre hermanos gentiles y el triste resultado habría sido aun más distanciamiento.

          -- y siéndole puestas asechanzas por los judíos para cuando se embarcase para Siria. -- Compárense Hech. 9:24; 20:19; 23:16, 20; 25:3; 2 Cor. 11:26.

          -- tomó la decisión de volver por Macedonia. -- Varias iglesias recibieron otra visita de Pablo como resultado de esa conspiración.

         

20:4 -- Y le acompañaron hasta Asia, Sópater de Berea, Aristarco (19:29; 27:2; Col. 4:10) y Segundo de Tesalónica (de este hermano no se sabe más, pero compárense los nombres Tercio y Cuarto en Rom. 16:22, 23), Gayo de Derbe, y Timoteo; y de Asia, Tíquico (Efes. 6:21; Col. 4:7; 2 Tim. 4:12; Tito 3:12) y Trófimo (21:29; 2 Tim. 4:20). -- Estos hermanos no eran solamente compañeros de Pablo en el evangelismo, sino también eran los mensajeros de las iglesias para llevar su ofrenda a los santos pobres de Jerusalén (1 Cor. 16:3, 4; 2 Cor. 8:23). De estas iglesias Pablo dice (Rom. 16:16), "Os saludan todas las iglesias de Cristo". En cuanto a la selección de mensajeros para llevar la colecta, Pablo dice, "evitando que nadie nos censure en cuanto a esta ofrenda abundante que administramos, procurando hacer las cosas honradamente, no sólo delante del Señor sino también delante de los hombres" (2 Cor. 8:20, 21). Cada iglesia escogió su propio mensajero para llevar su ofrenda a Jerusalén. Nadie podía acusar a Pablo de emplear los fondos para sus propios usos. Esto nos sirve de buen ejemplo en la cuestión de administrar los fondos de la iglesia.

          Un predicador liberal afirmó que este grupo de compañeros de Pablo se constituía una "organización". Dijo esto para probar que la iglesia local no es la única organización establecida por el Señor para hacer la obra del evangelismo. Para probar su argumento dijo que Pablo habla de su trabajo de "administrar" fondos (2 Cor. 8:19). Esto bien ilustra lo necio de los argumentos de hermanos liberales que están resueltos a organizar institutos, sociedades benévolas, etc.

 

20:5 -- Estos, habiéndose adelantado, nos esperaron en Troas. -- Lucas dejó de decir "nosotros" en Hech. 16:40 (en Filipos) pero ahora se unió a Pablo otra vez después de unos cinco o seis años y durante el resto del relato de este libro es su compañero y es testigo ocular de lo que escribe.

 

20:6 -- Y nosotros, pasados los días de los panes sin levadura. -- Lucas se refiere a los días de los panes sin levadura para indicar el tiempo. Se trata de la Pascua que solamente duraba un día (el 14 de Nisán), pero seguían siete días en que los judíos habían de comer panes sin levadura. Esta fiesta había de celebrarse en Jerusalén.

          -- Navegamos de Filipos, y en cinco días nos reunimos con ellos en Troas, donde nos quedamos siete días. -- Lucas dijo (16:11, 12) que el viaje desde Troas a Filipos fue muy corto, pero de regresó el viento era contrario.

 

20:7 -- El primer día de la semana, reunidos los discípulos. -- Este texto tan importante nos dice cuándo los discípulos participan de la cena del Señor. Cuando Jesús instituyó la cena (Mat. 26:26-28), no dijo a los apóstoles cuándo participar de ella, pero les dijo que el Espíritu Santo les guiaría a toda la verdad (Juan 16:13), incluyendo esta importante cuestión. Jesús les dijo, "todo lo que atéis en la tierra, será atado en el cielo; y todo lo que desatéis en la tierra, será desatado en el cielo" (Mat. 18:18). Los apóstoles inspirados iban por todas partes predicando el evangelio para convertir gente, establecer iglesias de Cristo y ponerlas en orden con respecto a la doctrina, el culto, la organización y obra.

          Después de estar en Corinto un año y medio, Pablo escribió la primera carta a los corintios cuando estuvo en Efeso (Hech. 19). En esa carta (1 Cor. 10:16) él dice, "La copa de bendición que bendecimos ... El pan que partimos ..." indicando una práctica frecuente. En el capítulo 16 de la misma carta (v. 2) enseñó que deberían ofrendar "cada primer día de la semana" (y ya había dado la misma instrucción a los gálatas, v. 1). ¿Por qué indicó Pablo que hicieran la colecta "cada primer día de la semana"? Sin duda este texto da importancia al primer día de la semana como día de reunión. Igualmente en 1 Cor. 11:17, 18, 20 se refiere a su práctica de reunirse. En el v. 20 dice, "Cuando, pues, os reunís vosotros, esto no es comer la cena del Señor" debido al desorden entre ellos, pero este lenguaje indica claramente que el plan de Dios era que se reunieran para comer la cena.

          Ahora bien, Lucas indica aquí (Hech. 20:7) que el reunirse el primer día de la semana para partir el pan era una práctica ya establecida. Aunque Pablo tenía prisa por llegar a Jerusalén para la fiesta de Pentecostés (20:16), él y sus compañeros se detuvieron en Troas siete días (20:6). ¿Por qué? Obviamente para estar con los hermanos el primer día de la semana para partir el pan y predicarles.

          El ejemplo apostólico. Aquí tenemos, pues, el ejemplo apostólico que sirve como modelo o patrón para nosotros. Otros textos establecen que el primer día de la semana era día de reunión y el día para levantar la colecta, pero Hech. 20:7 es precisamente el texto -- y el único texto -- que nos dice cuándo participar de la cena. (A veces se agrega la palabra frecuencia, es decir, Hech. 20:7 nos dice la frecuencia de tomar la cena, pero al decir que el primer día de la semana es el día autorizado por el ejemplo apostólico, con eso se establece la frecuencia de tomarla porque cada semana tiene su primer día). Los que no aceptan el ejemplo apostólico como autoridad en esta cuestión no tienen autorización alguna para su práctica de participar de la cena cada mes o cada año o el día jueves, etc. Si Hech. 20:7 no nos dice cuándo participar de la cena, entonces no hay texto alguno que nos diga y el asunto se dejaría al criterio de cada congregación.

          ¿Tiempo judío o tiempo romano? Hay discusión a veces sobre esta pregunta. Algunos afirman que observaban el tiempo judío y que el primer día de la semana comenzaba al ponerse el sol el séptimo día (o sea el sábado en la noche). Los "testigos" y otros así traducen este texto. Pero no hay razón para afirmar que Lucas se refiere a tiempo judío. (1) Troas no estaba en Judea sino en Asia. Era pueblo gentil; estaba en territorio gentil y bajo la influencia romana. No hay razón alguna para suponer que esta iglesia guardaba la costumbre judía de calcular el día desde la puesta del sol hasta la puesta del sol. (2) Pablo pensaba "salir al día siguiente", pero ¿cuándo salió? "Habló largamente hasta el alba; y así salio" (v. 11). Esto fue el "día siguiente", o sea el segundo día de la semana (el lunes), pero según el tiempo judío, todavía hubiera sido el primer día hasta ponerse el sol. ¿Cuándo salió? Después de esa noche (no esperó hasta ponerse el sol). El siguiente día era lunes. (3) Si hubieran guardado el tiempo judío, el próximo período de luz habría sido el mismo día y no el "siguiente día". (4) El lenguaje indica tiempo romano que marcó el día como lo hacemos nosotros, desde media noche hasta media noche.

          Aun el apóstol Juan empleó tiempo romano (Jn 19:14, "Era la preparación de la pascua, y como la hora sexta (tiempo romano)" cuando Pilato entregó a Jesús a los judíos; compárese Mar. 15:25, "Era la hora tercera (tiempo judío) cuando le crucificaron". Es verdad que Lucas cita las palabras de Pedro (Hech. 2:15), "éstos no están ebrios ... puesto que es la hora tercera del día (tiempo judío)", pero eso fue en Jerusalén. Troas, sin embargo, estaba muy lejos de Jerusalén y Judea y no hay razón para enseñar que Lucas empleó tiempo judío para hablar de la reunión de la iglesia de Troas.

          ¿Participar de la cena de noche? Algunos hermanos enseñan que es necesario participar de la cena de noche. En primer lugar, ya hemos visto que según el tiempo romano, el primer día de la semana no comenzó al ponerse el sol el séptimo día. Pero la palabra "cena" convence a algunos que se debe observar de noche. La palabra traducida "cena" es deipneo y significa la principal comida del día, comida o cena, fiesta, banquete. Compárese Mat. 23:6; Luc. 20:46, "cena" (Valera), "banquete" (LBLA). Obsérvese en Luc. 14:17-19 que "a la hora de la cena" uno de los invitados tuvo que ver la hacienda que había comprado (¿la podía ver de noche?) y otro tuvo que probar los bueyes que había comprado (¿de noche?). La palabra cena significa fiesta o banquete y esta es precisamente la idea de la cena del Señor. La palabra cena no se usa para enseñar que debe celebrarse de noche, sino para enfatizar que es una fiesta o banquete espiritual. Jesús dice (Apoc. 3:20), "si alguno oye mi voz y abre la puerta, entrará e él y cenaré con él y él conmigo". Cenar se refiere a la comunión con Cristo. ¿Cree alguno que podemos tener comunión con Jesús solamente de noche?

          Podemos comer la cena cualquier hora el primer día de la semana. Juan 20:19 dice, "Cuando llegó la noche de aquel mismo día, el primero de la semana ...", pero Lucas no especifica qué parte del primer día, sino simplemente "El primer día de la semana". Así nos conviene dejarlo nosotros.

          La importancia del primer día de la semana. Es cierto que Jesús instituyó la cena el jueves y que murió el viernes, pero Jesús resucitó de los muertos el primer día de la semana (Marcos 16:9). Este fue el evento que le dio al primer día de la semana su significado. Si Jesús no hubiera resucitado de los muertos, entonces el haber instituido la cena el jueves o el haber muerto el viernes no habrían tenido importancia. Conmemoramos su muerte, pero lo hacemos el día que El resucitó: el primer día de la semana. Después de resucitar Jesús se reunió con sus discípulos en el primer día de la semana (Mar. 16:9-14; Luc. 24:33-36) y volvió a reunirse con ellos el siguiente primer día de la semana (Juan 20:36). El primer día de la semana (el día de Pentecostés) vino el Espíritu Santo sobre los apóstoles, el evangelio fue predicado por primera vez en su plenitud y la iglesia fue establecida.

          ¿Por qué se reúnen las iglesias fieles el primer día de la semana para participar de la cena? Porque es el día autorizado por el ejemplo apostólico. Aquí tenemos una clara indicación de la práctica establecida por los apóstoles inspirados (los embajadores de Cristo, 2 Cor. 5:20) de reunirse el primer día de la semana para partir el pan (participar de la cena del Señor). Los que participan de la cena el jueves u otro día, o cada mes o cada año, no tienen autoridad bíblica para su práctica.

 

          -- para partir el pan. -- La expresión "partir el pan" (Hech. 2:42; 20:7) se refiere a participar de la cena del Señor. Otras formas de hablar de participar de la cena son: beber del fruto de la vid (Mat. 26:29); participar de la mesa del Señor (1 Cor. 10:21); y comer la cena del Señor (1 Cor. 11:20). Lucas usa el mismo lenguaje que usó en Luc. 22:19 (la ocasión cuando Jesús la instituyó). En Hech. 2:42 el partimiento del pan se asocia con la doctrina de los apóstoles, la comunión unos con otros y las oraciones; igualmente aquí en Hech. 20:7 se asocia con la predicación.

          También Lucas usa la expresión partiendo el pan en 2:46 para hablar de la comida ordinaria, no en la asamblea, sino en las casas. Pero el partir el pan de Hech. 20:7 es lo mismo que en 1 Cor. 10:16, "El pan que partimos, ¿no es la comunión del cuerpo de Cristo?"

          El propósito de la cena del Señor es para conmemorar la muerte de Jesús: "Esto haced en memoria de mí" (1 Cor. 11:24). Al hacerlo anunciamos su muerte hasta que El venga (1 Cor. 11:26). No es un sacramento ("acto religioso que tiene por objeto la santificación de una persona", Larousse). No se confiesa antes de participar con la idea de recibir perdón, porque no participamos de la cena para recibir perdón. Pablo no dice, "Sean dignos de tomarla", sino que si no discernimos el cuerpo y la sangre de Cristo, la tomamos indignamente (de manera indigna).

          -- Pablo les enseñaba, habiendo de salir al día siguiente; y alargó el discurso hasta la medianoche. -- Aprovechó la oportunidad, porque al despedirse de los hermanos de alguna congregación no podía estar seguro que les volvería a ver.

 

20:8 -- Y había muchas lámparas en el aposento alto donde estaban reunidos. -- Lucas no explica por qué incluye este detalle, pero indica la naturaleza pública de su reunión (no tenían nada que esconder).

 

20:9 -- y un joven llamado Eutico, que estaba sentado en la ventana, rendido de un sueño profundo, por cuanto Pablo disertaba largamente, vencido del sueño cayó del tercer piso abajo, y fue levantado muerto. -- Lucas no dice que "fue levantado como muerto", sino muerto. También en el v. 12 dice "llevaron al joven vivo"; ¿por qué decir vivo si no estuvo muerto?

 

20:10 -- Entonces descendió Pablo y se echó sobre él (como lo hicieron Elías, 1 Reyes 17:21, y Eliseo, 2 Reyes 4:34), y abrazándole, dijo: No os alarméis, pues está vivo. - Estaba muerto, según el médico Lucas, pero Pablo habla como Jesús en la casa de Jairo, Luc. 8:52, 53; Eutico estaba vivo después de lo que hizo Pablo.

 

20:11 -- Después de haber subido, y partido el pan y comido (Lit., probar, LBLA margen; gustado, Valera Antigua). -- Esto no se refiere a la cena del Señor. Lucas ya había dicho que se reunieron el primer día de la semana para partir el pan (ver. 7), y el partimiento del pan del ver. 11 se refiere a lo que Pablo hizo (véase 27:35) después de media noche (o sea, el lunes). Este versículo no nos dice lo que la iglesia hizo, sino lo que Pablo hizo. Después de comer él habló largamente hasta el alba; y así salió.

 

20:12 -- Y llevaron (no "llevar" en el sentido de cargar) al joven vivo, y fueron grandemente consolados. --

 

20:13 -- Nosotros, adelantándonos a embarcarnos, navegamos a Asón para recoger allí a Pablo, ya que así lo había determinado, queriendo él ir por tierra. -- Esto demuestra la fuerza física de Pablo. Después de predicar y enseñar toda la noche va a pie unos 34 kms. Algunos sugieren que fue a pie porque quería estar solo.

 

20:14-16 -- Cuando se reunió con nosotros en Asón, tomándole a bordo, vinimos a Mitilene. Navegando de allí, al día siguiente llegamos delante de Quío, y al otro día tomamos puerto en Samos; y habiendo hecho escala en Trogilio, al día siguiente llegamos a Mileto. Porque Pablo se había propuesto pasar de largo a Efeso, para no detenerse en Asia, pues se apresuraba por estar el día de Pentecostés, si le fuese posible, en Jerusalén. -- El hermano H. Leo Boles sugiere que "Si Pablo pudiera llegar a Jerusalén para el día de Pentecostés podría presentar las ofrendas de las iglesias gentiles en la presencia de un gran número de judíos extranjeros reunidos en Jerusalén para la fiesta de Pentecostés, y de esa manera divulgar por todas las tierras el gran hecho que los cristianos gentiles eran uno con sus hermanos judíos; esto les impresionaría al saber que los discípulos del Señor eran un solo cuerpo".

 

20:17 -- Enviando, pues, desde Mileto a Efeso, hizo llamar a los ancianos de la iglesia. -- ¿Por qué no "hizo llamar" al ministro o evangelista de la iglesia? ¿No es éste el que habla por la iglesia? No fue así en el primer siglo, porque el patrón divino es que haya ancianos en cada congregación (14:23) y éstos son los supervisores. Ya hemos leído de ancianos en Hech. 11:30; 14:23; y 15:2, 4, 6, 22. Veremos en 20:28 que los ancianos también se llaman obispos, y que su obra es la de apacentar o pastorear. Por eso, también se llaman pastores (Heb. 13:17). Los que llaman al predicador el pastor no hablan conforme a las Escrituras. Los términos ancianos, obispos y pastores se aplican a los mismos hombres. A principios del segundo siglo comenzó la práctica de distinguir entre obispos y ancianos y de dar más autoridad a los obispos; esto fue una perversión de este oficio y resultó en muchas otras apostasías. Aprendimos en 14:23 que en cada iglesia debe haber una pluralidad de ancianos; esto indica la independencia de cada congregación.

 

20:18 -- Cuando vinieron a él, les dijo: Sabemos cómo Pablo predicó a los judíos en Jerusalén (22:3-21); cómo predicó  en la sinagoga de Antioquía de Pisidia (13:15-41), cómo predicó a los idólatras de Listra (14:15-17), cómo predicó a los filósofos de Atenas (17:22-31), y ahora vemos cómo predicó a los ancianos de Efeso. Después oiremos su discurso delante del rey Agripa (26:2-29).

          -- Vosotros sabéis cómo me he comportado entre vosotros todo el tiempo, desde el primer día que entré en Asia. -- Pablo dedicó más tiempo a la obra de Efeso que a cualquier otro campo (v. 31); ningún grupo de hermanos podían conocerle más íntimamente que estos ancianos y, por eso, podían vindicarle cuando circulaba algún reporte falso contra él. Pablo no dejó de recordar a los hermanos de sus credenciales: 1 Tes. 1:5 ("como bien sabéis cuáles fuimos entre vosotros por amor de vosotros"; 1 Tes. 2:9, 10; 1 Cor. 4:9-16; 9:1, 2; 2 Cor. 3:1-3, 7-12. Muchos predicadores no presentan tales credenciales a los hermanos no por causa de la humildad (o por no querer jactarse), sino simplemente porque no las poseen.

 

20:19 -- sirviendo (Rom. 1:1; Fil. 1:1, siervo de Jesucristo) al Señor con toda humildad -- (2 Cor. 11:7; Efes. 4:2; Fil. 2:3, 8; Col. 2:18; 3:2; 1 Ped. 3:8). En la segunda carta a los corintios Pablo tuvo que hablar mucho de sí mismo (de sus credenciales, logros y padecimientos, etc.) porque sus oponentes querían destruir su influencia para poder destruir el evangelio que él predicaba. Por eso les resistía con lo que él consideraba la "locura" de gloriarse de esa manera (2 Cor. 11:1, 16-18).

          -- y con muchas lágrimas, -- v. 31. Luc. 19:41, "Y cuando llegó cerca de la ciudad, al verla, lloró sobre ella"; véanse también 2 Cor. 2:4; Fil. 3:18. Pablo no era un estoico sino un cristiano, y no tenía vergüenza de derramar lágrimas al predicar el evangelio, porque sinceramente amaba a los perdidos y a los hermanos; le preocupaba grandemente cuando el evangelio era rechazado o cuando los hermanos no eran fieles. Dice el Salmo 126:5, "Los que sembraron con lágrimas, con regocijo segarán".

          -- y pruebas que me han venido por las asechanzas de los judíos. -- La hostilidad de los judíos de Efeso se ve en 19:9; en 1 Cor. 15:32 habla de batallar en Efeso contra fieras; en 1 Cor. 16:8, 9 dice, "Pero estaré en Efeso hasta Pentecostés; porque se me ha abierto puerta grande y eficaz, y muchos son los adversarios"; véase 2 Cor. 1:8-10; 20:3 habla de las "asechanzas de los judíos" de Corinto.

          Qué bueno fuera si todo predicador pudiera hablar de esta manera acerca de su vida y ministerio después de estar unos tres años con alguna iglesia.

 

20:20 -- y cómo nada que fuese útil he rehuido de anunciaros y enseñaros -- (2 Cor. 4:2; 1 Tes. 2:4, 11; Gál. 1:10). Tanta oposición y persecución no detuvieron a Pablo. Pablo no era como los predicadores que reprenden el pecado y el error con mucha delicadeza (y desde muy lejos) y usan palabras suaves para hablar de la corrupción de la enseñanza de Cristo y de la iglesia. Si Pablo hubiera buscado la popularidad de los hombres, no habría sido un siervo de Cristo (Gál. 1:10).

          -- públicamente -- Por ejemplo, en la sinagoga de cada ciudad, hasta que lo expulsaran, y entonces en la casa de Justo en Corinto (18:7) o a la escuela de Tiranno en Efeso (19:9).

          -- y por las casas. -- ¿Cuántas lecciones enseñó Pablo en la casa de hermanos fieles como Aquila y Priscila? Nunca habrá substituto satisfactorio de este medio de enseñar que fue usado tan extensamente en el primer siglo. La mayoría de las conversiones se pueden atribuir a este medio de enseñanza. Aunque la obediencia se observe durante alguna reunión (por ejemplo, durante una serie de servicios), en la mayoría de los casos el trabajo principal ya se había hecho "por las casas". Si alguna iglesia no crece, la causa obvia será el descuido de este trabajo (lo que se llama comúnmente "la obra personal"). En esto los miembros demuestran su verdadera conversión al Señor. Todavía hoy en día los predicadores hacen muchas visitas pero lamentablemente la mayoría de ellas son de naturaleza social, pero Pablo llegó a las casas para anunciar y enseñar lo que era espiritualmente útil para los hermanos. Siempre habrá pocas conversiones y poco crecimiento espiritual de los miembros si el predicador se limita a anunciar y enseñar la palabra en el púlpito. El enemigo número uno de la evangelización "por las casas" es la indiferencia (pereza) del predicador y de los miembros, y el enemigo número dos es la televisión. Muchas personas (muchos hermanos) no pueden encontrar el botón para apagar este instrumento que tanto se presta para el servicio de Satanás, y por esta causa hay muy pocas clases bíblicas en los hogares.

 

20:21 -- testificando (v. 24; 2:40) a judíos y a gentiles (Rom. 1:16) acerca del arrepentimiento para con Dios, y de la fe en nuestro Señor Jesucristo. -- Los bautistas enfatizan mucho este versículo porque creen que enseña doctrina bautista. Dicen que la salvación es por la fe sola y cuando se les pregunta, "¿Y el arrepentimiento?" dicen que el arrepentimiento precede a la fe como dice Pablo en este texto. Pero aunque el arrepentimiento preceda a la fe, es un requisito de la salvación y, por lo tanto, la salvación no es por la fe sola.

          ¿Por qué se menciona el arrepentimiento antes de la fe? Porque tanto los gentiles como los judíos conocían o podían conocer a Dios (véase Rom. 1:19-25) y, por eso, deben arrepentirse para con Dios. Juan el bautista y Jesús enseñaron lo mismo: "arrepentíos, y creed en el evangelio" (Mar. 1:15). En Atenas Pablo les proclamó al "Dios no conocido", les mandó que se arrepintieran (Hech. 17:23-30) y entonces comenzó a predicarles al Cristo resucitado. Muchos creen en Dios pero son rebeldes hacia Dios; estos deben arrepentirse para con Dios y creer en Cristo. Estos dos requisitos no se presentan en este orden (el arrepentimiento primero) porque es imposible que la gente crea en Cristo sin arrepentirse para con Dios, sino porque los que ya creen en Dios deben arrepentirse para con El para tener la buena disposición hacia el evangelio de Cristo. En los países en que Cristo es predicado los pecadores saben que están en rebelión no solamente contra Dios sino también contra Cristo.

          La doctrina bautista requiere que el pecador se arrepienta para con Dios antes de creer en Dios, pero muchos no creen en Dios y es necesario enseñarles para convencerles a creer, y luego dejar que su fe les mueva a arrepentirse. Cuando Pedro y los apóstoles convencieron a los judíos acerca de Cristo les dijeron que se arrepintieran de sus pecados (Hech. 2:38).

 

20:22 -- Ahora, he aquí, ligado yo en espíritu. -- Posiblemente esté pensando en las cadenas que le esperan en Jerusalén (v. 23), e iba hacia ese destino como si ya estuviera ligado.

          -- voy a Jerusalén, sin saber lo que allá me ha de acontecer; -- no sabía exactamente cómo iba a suceder pero sabía que sería prendido y encarcelado.

 

20:23, 24 -- salvo que el Espíritu Santo por todas las ciudades me da testimonio (por ejemplo, 21:10,11), diciendo que me esperan prisiones y tribulaciones. (Los capítulos 21-28 demuestran el cumplimiento de tales profecías.) Pero de ninguna cosa hago caso, ni estimo preciosa mi vida para mí mismo. -- Pablo había entregado su vida al Señor y, por eso, el futuro de esa vida estaba en manos de El. Por lo tanto, para Pablo era más importante predicar el evangelio que salvar su propia vida. La vida de Pablo era preciosa -- preciosísima -- pero no para él mismo, sino para Cristo y el evangelio. Lo que él dice aquí bien ilustra Mat. 16:25, "Porque todo el que quiera salvar su vida, la perderá; y todo el que pierda su vida por causa de mí, la hallará". No hay mejor ilustración de esta enseñanza que la vida de Pablo.

          -- con tal que acabe mi carrera con gozo, y el ministerio que recibí del Señor Jesús, para dar testimonio del evangelio de la gracia de Dios. -- La descripción del ministerio de Pablo como carrera (o estadio) bien describe los esfuerzos rigurosos de su vida tan disciplinada (compárense 1 Cor. 9:24-27; 2 Tim. 4:7, 8). Esa carrera se describe en 9:15, 16.

 

 

20:25 -- Y ahora, he aquí, yo sé que ninguno de todos vosotros, entre quienes he pasado predicando el reino de Dios, -- equivale a dar testimonio del evangelio de la gracia de Dios (v. 24). Daniel (2:44, 45) profetizó del reino de Cristo; Juan el bautista dijo que "se ha acercado"; después del día de Pentecostés los apóstoles predicaron el reino como ya existente y Pablo dijo que los obedientes fueron trasladados al reino (Col. 1:13); así fue que en Efeso Pablo había predicado el reino de Dios.

          -- verá más mi rostro. -- Recuérdese que él dijo (19:21) "Después que haya estado allí (Jerusalén), me será necesario ver también a Roma", y poquito después de esto (estando tres meses en Corinto, Hech. 20:3) dijo a los romanos, "Pero ahora, no teniendo más campo en estas regiones, y deseando desde hace muchos años ir a vosotros, cuando vaya a España, iré a vosotros" (Rom. 15:23, 24). Se puede ver, pues, que Pablo pensaba ir a España y a Roma y no esperaba volver a Asia. Sin embargo, según 1 Tim. 1:3; 2 Tim. 4:20 él volvió a visitar esa área (este mismo Mileto). Pablo no dijo que el Espíritu Santo le dijo que no los verían otra vez, sino que en vista de los planes de él no pensaba verles otra vez.

 

20:26 -- Por tanto, yo os protesto en el día de hoy, que estoy limpio de la sangre de todos. -- Véase 18:6. Dijo Dios a Ezequiel (33:7-9), "A ti, pues, hijo de hombre, te he puesto por atalaya a la casa de Israel, y oirás la palabra de mi boca, y los amonestarás de mi parte. Cuando yo dijere al impío: Impío, de cierto morirás; si tú no hablares para que se guarde el impío de su camino, el impío morirá por su pecado, pero su sangre yo la demandaré de tu mano. Y si tú avisares al impío de su camino para que se aparte de él, y él no se apartare de su camino, él morirá por su pecado, pero tú libraste tu vida" (véase también Ezeq. 3:18-21). El evangelista que suprime la verdad que debe predicar a la gente será culpable de su sangre.

 

20:27 -- porque no he rehuido anunciaros todo el consejo (propósito, LBLA) de Dios. -- En la carta a la iglesia de la cual estos hermanos servían como obispos, de una manera amplia Pablo desarrolla el propósito eterno de Dios. Véase especialmente Efes. 1:3-12; 3:10, 11; pero se puede decir que este tema se presenta a través de la carta entera, porque las instrucciones y amonestaciones de los capítulos finales también pertenecen al propósito o consejo eterno de Dios. Es lógico concluir que en esta carta tenemos escrito lo que Pablo en persona no había rehuido anunciar a los efesios durante su estancia con ellos.

          Anunciar "todo el consejo de Dios" incluye las enseñanzas negativas que no son agradables a los miembros negligentes y mundanos. Lo que Pablo pre­dicaba frecuentemente estaba en contra de los conceptos de los judíos, o de los paganos y posiblemente aun en contra de la ignorancia o prejuicio de hermanos. Es fácil predicar lo que la gente ya cree y acepta -- cosas no controversiales -- pero es más difícil predicar doctrinas no populares. Muchos hermanos, "teniendo comezón de oir, se amontonarán maestros conforme a sus propias concupiscencias, y apartarán de la verdad el oído y se volverán a las fábulas" (2 Tim. 4:3, 4). Dijo Dios a través del profeta Isaías (30;9, 10), "Este pueblo es rebelde, hijos mentirosos, hijos que no quisieron oir la ley de Jehová; que dicen a los videntes: No veáis; y a los profetas: No nos profeticéis lo recto, decidnos cosas halagüeñas, profetizad mentiras". En nuestros tiempos hay muchos de estos. Los que han introducido prácticas sectarias en la iglesia no quieren ser exhortados. Los que están mal en segundas nupcias no quieren oír la verdad sobre el tema. Los que defienden la bebida social, el baile, la jugada (incluyendo la lotería), el fumar, la ropa deshonesta, etc. no quieren oír sermones sobre "No améis al mundo ni las cosas que son del mundo". Los miembros negligentes no quieren oír sermones sobre la asistencia, la ofrenda y la obra personal. ¿Cuántos evangelistas pueden decir con Pablo, "Pues si todavía agradara a los hombres, no sería siervo de Cristo" (Gál. 1:10)? ¿Cuántos evangelistas "fieles" que no quieren perder su puesto en alguna iglesia usan de "palabras lisonjeras"?

          En fin, el evangelista está obligado a entregar todo el consejo de Dios porque es un mensajero. El mensaje es de Dios y el mensajero no debe cambiarlo ni dejar de entregarlo. Al despedirse de una congregación después de tres años algunos predicadores no deben decir "estoy limpio de la sangre de todos", sino "Señor, límpiame con tu sangre por no haber predicado todo el consejo de Dios".

 

20:28 -- Por tanto, mirad por vosotros. -- El ciego no puede guiar al ciego. El anciano (o el evangelista) no puede compartir con otros lo que él mismo no posee. Es un caso trágico cuando algún miembro es hipócrita pero es diez veces más trágico cuando algún obispo o evangelista es hipócrita. Para calificar para obispo debería llenar requisitos de piedad personal. El fiel ministerio del anciano o del evangelista fluye (se desarrolla) de una vida fiel. La primera responsabilidad del anciano (como también la del evangelista, 1 Tim. 4:12, 16) es la de vivir delante de los miembros una vida fiel y cumplida. Si no tiene testimonio no tiene nada y no puede hacer nada. Por eso, mirad por vosotros, porque muchos ojos están fijos en ustedes.

          -- y por todo el rebaño -- (1 Ped. 5:2, "grey"). Mirar como un pastor oriental que tiene que estar muy alerta. Mirar no solamente por los amigos o por los que lo aprecian, sino también por todo el rebaño.

          -- en que el Espíritu Santo os ha puesto por obispos. -- Los versículos 17 y 28 demuestran claramente que en la iglesia del Nuevo Testamento los términos ancianos (presbuteroi, 20:17), obispos (episkopoi, 20:28; Fil. 1:1; 1 Tim. 3:2; Tito 1:7) y pastores (poimaino, 20:28; 1 Ped. 5:2) se refieren al mismo oficio. El Nuevo Testamento no dice nada acerca de una mesa de diáconos que pudiera tener más votos que los ancianos y de esa manera gobernar la iglesia. Se aprende en Hech. 14:23 que en cada congregación se escogieron ancianos. Aquí también (20:28) se ve cla­ramente el límite de la jurisdicción de los ancianos. Dice Pablo, "mirad ... por todo el rebaño en que el Espíritu Santo os ha puesto por obispos". Como dice Pedro (1 Ped. 5:2), "Apacentad la grey de Dios que está entre vosotros, cuidando de ella", es decir, la responsabilidad de los ancianos se limita a una sola congregación. Cada iglesia es independiente o autónoma. Muchos hermanos han abandonado esta verdad (este orden establecido por los apóstoles). Existen ahora lo que se llaman "ancianos patrocinadores", es decir, ancianos de alguna congregación que sirven como mesa directiva para recibir fondos de muchas iglesias con el propósito de patrocinar o auspiciar y dirigir la obra de muchas iglesias sea en el campo de evangelismo, de edificación o de benevolencia. "Patrocinan" institutos bíblicos (escuelas para predicadores), asilos para niños o para ancianos y otras clases de instituciones humanas. Esta práctica no se basa en la Biblia sino en los planes denominacionales.

          -- que el Espíritu Santo os ha puesto por obispos. -- El Espíritu Santo proporciona el patrón del gobierno de la iglesia y pone a ciertos varones por ancianos cuando éstos reúnen los requisitos nombrados por el Espíritu Santo en 1 Tim. 3:1-7 y Tito 1:5-9, y son seleccionados por la congregación. Los hermanos que sirven como ancianos que no reúnen los requisitos nombrados en estos textos no han sido puestos por el Espíritu Santo sino por los hombres. Tales hombres no calificados causan mucho daño a la iglesia del Señor. También este texto aclara bien el punto que el Espíritu Santo controla a los obispos. Los obispos no controlan al Espíritu Santo como cree el clero romano. Según el catolicismo los obispos hacen leyes para gobernar la iglesia, pero según la Biblia el Espíritu Santo pone y quita a los obispos si éstos no siguen las instrucciones del Nuevo Testamento.

          -- para apacentar (pastorear, LBLA). -- Esta palabra incluye más que "apacentar" o alimentar el rebaño. Se refiere al trabajo entero del pastor espiritual de alimentar por medio de mucha predicación, enseñanza, exhortación y reprensión. Deben guiar, proteger y disciplinar a los miembros de la congregación. En los siguientes versículos se enfatiza la necesidad de resistir a los falsos y de evitar la división.

          -- la iglesia del Señor, la cual él ganó por su propia sangre -- (1 Ped. 1:18, 19; 2:9). La iglesia es muy preciosa ante los ojos del Señor porque la compró con su propia sangre; por eso, mirad por ella como fieles mayordomos que cuidan de la propiedad de su Señor ("la grey de Dios", 1 Ped. 5:2) que es muy valiosa. Todos los que son salvos por la sangre de Cristo son miembros de su iglesia. El es el Salvador del cuerpo que es su iglesia (Efes. 1:22, 23; 5:23-25). Los que dicen que la iglesia no es esencial rechazan lo que enseñan estos textos.

 

20:29 -- Porque yo sé que después de mi partida (no se refiere a su muerte) entrarán en medio de vosotros lobos rapaces (compárese Mat. 7:15), que no perdonarán al rebaño. -- Continúa aquí la figura de pastor y rebaño. Los judaizantes ya habían entrado con vigor en las iglesias de Galacia para causar división y escándalos. Dice Pablo a Timoteo, "Como te rogué que te quedases en Efeso, cuando fui a Macedonia, para que mandases a algunos que no enseñen diferente doctrina" (1 Tim. 1:3). Jesús dijo a esta iglesia (Apoc. 2:4), "Pero tengo contra ti, que has dejado tu primer amor" y habla de "las obras de los nicolaítas" (v. 6). Compárense 2 Ped. 2; 1 Jn. 4; 1 Tim. 1:20; 2 Tim. 1:15; 2:17; 3:13. Los lobos rapaces que entran en la iglesia hacen mucho más daño que los enemigos de afuera. La apostasía de la iglesia en los primeros siglos fue causada por los cambios hechos por los mismos ancianos; es decir, cambiaron el gobierno de la iglesia y de esos cambios resultaron las demás apostasías. Es interesante leer los comentarios sobre estos versículos escritos por autores de varias denominaciones: luteranos, metodistas, presbiterianos, bautistas, etc., porque aunque ellos mismos enseñan y practican docenas de errores doctrinales ¡hacen comentarios muy buenos sobre este texto!

          Asimismo, la división de la iglesia durante el siglo XIX fue causada por los lobos rapaces que entraron en la iglesia para cambiar el gobierno de la iglesia; y otra vez durante el siglo XX las divisiones de la iglesia han sido causadas por los lobos rapaces que entraron en la iglesia para cambiar el gobierno de la iglesia y al mismo tiempo convertir la doctrina de Cristo en doctrina humana. Entre estos lobos rapaces están los que establecen instituciones humanas con los fondos de las iglesias (instituciones que son cuerpos religiosos que no fueron comprados por la sangre de Cristo); hermanos que promueven el evangelio social, centros familiares construidos por las iglesias para toda clase de diversión y actividades sociales; hermanos que rechazan Mat. 5:32; 19:9 y enseñan que cualquiera puede divorciarse de su cónyuge y volver a casarse; hermanos que insisten en dar a la mujer posiciones de liderazgo en la iglesia; hermanos que enseñan que debemos tener comunión con iglesias sectarias (especialmente con la iglesia cristiana) que no fueron compradas por la sangre de Cristo; hermanos que no saben la diferencia entre el evangelio puro y el calvinismo, etc.

 

20:30 -- Y de vosotros mismos se levantarán hombres que hablen cosas perversas para arrastrar tras sí a los discípulos. -- Es decir, los que iban a causar muchos problemas en la iglesia eran los ancianos mismos. Esto es precisamente lo que pasó porque el problema principal de la iglesia después del tiempo apostólico, fue la exaltación de alguno de los ancianos, que se hizo llamar obispo para distinguirse de los demás. Pablo habla claramente de apostasías venideras en 2 Tes. 2 y en 1 Tim. 4:1-5.

 

20:31 -- Por tanto, velad, acordándoos que por tres años, de noche y de día, no he cesado de amonestar con lágrimas a cada uno. -- Pablo había dejado un buen ejemplo para estos ancianos y les convenía imitarlo. Pablo amonestaba con lágrimas porque era un asunto serio, asunto de vida y muerte.

 

20:32 -- Y ahora, hermanos, os encomiendo a Dios, y a la palabra de su gracia (el evangelio; "Pues la ley por medio de Moisés fue dada, pero la gracia y la verdad vinieron por medio de Jesucristo", Jn. 1:17), que tiene poder para sobreedificaros y daros herencia con todos los santificados. -- La palabra de Dios tiene poder inherente para edificar. Si estudiamos, amamos, predicamos y practicamos "la palabra de su gracia", no habrá apostasías. Precisamente por dejar de predicar la Palabra los hombres han causado apostasías. Las filosofías y especulaciones de los hombres no edifican sino destruyen.

          Las opiniones de hermanos -- tan importantes ante los ojos de ellos mismos -- no edifican a la iglesia sino solamente causan disensiones y divisiones. Pablo dijo a Timoteo, "que prediques la palabra; que instes a tiempo y fuera de tiempo; redarguye, reprende, exhorta con toda paciencia y doctrina. Porque vendrá tiempo cuando no sufrirán la sana doctrina, sino que teniendo comezón de oír, se amontonarán maestros conforme a sus propias concupiscencias, y apartarán de la verdad el oído y se volverán a las fábulas" (2 Tim. 4:2-4). Aquí está, pues, el trabajo principal de los obispos -- los pastores de Dios -- (y seguramente el trabajo de los evangelistas) si esperan salvar a la iglesia: predicar y enseñar la palabra de Dios. Es su trabajo. Es su responsabilidad. Muchos hermanos al ser escogidos como ancianos comienzan a fijarse mucho en la administración del dinero, en mandar al predicador, en cuidar de la propiedad y en docenas de otras tareas, pero si descuidan su trabajo principal -- el trabajo de apacentar el rebaño con la pura palabra de Dios -- la iglesia será llevada a la apostasía. De esto los pastores tendrán que dar cuenta a Dios, como Heb. 13:17 dice, "ellos velan por vuestras almas, como quienes han de dar cuenta".

          Muchísimas iglesias ni siquiera tienen ancianos, pero pueden y deben aprender de este texto la necesidad de edificarse a través de rica y abundante enseñanza bíblica. ¡Cuántos hermanos -- evangelistas y otros -- pueden hablar y les gusta hablar, y durante una media hora o una hora de "predicación" alimentan a la iglesia con una dieta de puros comentarios sobre cosas que les interesen, y con muy poca Biblia!

          -- y daros herencia con todos los santificados. -- En la carta a los efesios Pablo se refiere a esta herencia (Efes. 1:14, 18; 5:5). Dios nos da la herencia. Desde luego, es una bendición condicional, porque seguramente Dios no obligará a nadie a ser salvo. Es imposible que Dios regale este don a los que no lo quieren aceptar o recibir por medio de la obediencia al evangelio, pero aun así, la redención eterna es -- después de toda consideración -- una dádiva de Dios (Rom. 6:23). Los santificados, uno de los varios nombres que se aplican a los salvos.

 

20:33, 34 -- Ni plata ni oro ni vestido de nadie he codiciado. -- Compárense 2 Cor. 7:2; 12:17, 18. "No busco lo vuestro, sino a vosotros" (2 Cor. 12:14). Compárese 1 Sam. 12:3-5 (hay semejanza entre las palabras de Samuel y las de Pablo). Una de las diferencias principales entre los fieles (como Pablo) y los lobos rapaces será su actitud hacia la ganancia material. Falsos obreros son egoístas y casi siempre muy materialistas. La riqueza de aquellos tiempos consistía principalmente en estas tres cosas (compárense Gén. 24:53; 2 Reyes 5:5). Pablo no recibió pago monetario de ellos, y no codiciaba sus cosas materiales. Otra vez habló de su propio ejemplo para que ellos lo siguieran. "Los ancianos que gobiernan bien, sean tenidos por dignos de doble honor, mayormente los que trabajan en predicar y enseñar. Pues la Escritura dice: No pondrás bozal al buey que trilla; y: Digno es el obrero de su salario" (1 Tim. 5:17, 18), pero en esto (como en el salario del evangelista) hay peligros. "El obispo" no debe ser "codicioso de ganancias deshonestas ... no avaro" (1 Tim. 3:3; Tito 1:7) y el dinero puede corromper el trabajo del anciano como puede corromper el trabajo del evangelista. Jesús fuertemente denuncia al "asalariado" (Juan 10:12, 13) porque éste no ama el rebaño sino solamente a sí mismo: "el asalariado huye, porque es asalariado, y no le importan las ovejas". El pensamiento principal aquí -- tanto para ancianos como para evangelistas -- es que tengamos la actitud humilde de servidores (la actitud de Jesús), y no la actitud de los que quieren ser servidos (Mat. 20:28).

          -- Antes vosotros sabéis que para lo que me ha sido necesario a mí y a los que están conmigo, estas manos (al leer esto podemos imaginar el gesto de Pablo de levantar las manos delante de los ojos de ellos) me han servido. -- Pablo no tenía que depender de estas manos, porque era hombre muy educado y de grandes capacidades; si hubiera deseado ganar dinero u otros fines de este mundo ¿quién diría que no tenía la capacidad para hacerlo? Pero escogió otro camino: "Nos fatigamos trabajando con nuestras propias manos" (1 Cor. 4:12). Nadie podía acusar a Pablo de predicar por interés del dinero.

          Cuando Pablo llegó a Corinto, "halló a un judío llamado Aquila ... con Priscila su mujer ... y como era del mismo oficio, se quedó con ellos, y trabajaban juntos, pues el oficio de ellos era hacer tiendas" (18:2, 3). Al leer el libro de los Hechos nos damos cuenta de lo mucho que Pablo lograba en la obra del evangelio mientras hacía tiendas para sostenerse a sí mismo y aun a otros. Al leer de sus muchas actividades es necesario recordarnos que aunque Lucas no sigue repitiéndolo, Pablo nos recuerda en sus cartas que en pueblo tras pueblo donde él predicaba el evangelio, él seguía trabajando constantemente con sus manos haciendo tiendas como cualquier hombre que tiene que trabajar para vivir.

          ¡Que nadie diga, pues, que es necesario recibir salario para predicar! porque sin dejar de hacer tiendas él hizo mucho más en la obra que los que reciben salario para predicar. De esto él habla mucho en sus cartas: "Porque os acordáis, hermanos, de nuestro trabajo y fatiga; cómo trabajando de noche y de día, para no ser gravosos a ninguno de vosotros, os predicamos el evangelio de Dios" (1 Tes. 2:9). "Nosotros no anduvimos desordenadamente entre vosotros, ni comimos de balde el pan de nadie, sino que trabajamos con afán y fatiga día y noche, para no ser gravosos a ninguno de vosotros" (2 Tes. 3:7, 8). "¿Cuál, pues, es mi galardón? Que predicando el evangelio, presente gratuitamente el evangelio de Cristo, para no abusar de mi derecho en el evangelio" (1 Cor. 9:18). Pablo explica en el v. 14 que "ordenó el Señor a los que anuncian el evangelio, que vivan del evangelio" (y de manera limitada él mismo recibió ayuda, Fil. 4:14-18).

          ¡Qué difícil es no abusar de este derecho y cuántos lo han hecho! Es correcto que el evangelista reciba salario para dedicar tiempo completo a la obra del Señor, pero ¿quién no ha visto la corrupción de este arreglo? Todo este énfasis de Pablo sobre la práctica de él de no recibir ayuda de las iglesias enfatiza que sin lugar a dudas hay grandes peligros. El dinero siempre atrae a los avaros. Muchos hermanos han cumplido y cumplen con el trabajo de evangelista de tiempo completo, pero al mismo tiempo muchos hermanos que son muy activos en la obra de predicar, enseñar, hacer obra personal, establecer y confirmar iglesias, etc. siguen en su trabajo secular para sostener su familia. ¡Que Dios les bendiga ricamente a los dos grupos!

          Algunos de los abusos del recibir salario para dedicar tiempo completo a la predicación son los siguientes: (1) simplemente el no dedicar tiempo completo a la obra del Señor (estudiando, predicando y enseñando pública y privadamente); (2) emplear tiempo excesivo en proveer y mantener una residencia para la familia; (3) dedicar tiempo excesivo a las necesidades de la familia (y aun de parientes), "yendo al mandado", cuidando de niños para que la mujer estudie o trabaje fuera de la casa, etc.; (4) dedicar tiempo excesivo al sitio de reunión de la iglesia (construyendo, reparando, pintando, limpiando); (5) dedicar tiempo excesivo al servicio de taxista (llevando los miembros al doctor, etc.); (6) dedicar tiempo excesivo a entretener visitantes (sirviendo de guía turística); y docenas de otras actividades. El predicador o anciano que recibe salario de la iglesia debe hacer todo lo posible por evitar la crítica de los hermanos o incrédulos de que "para el trabajo que hace, recibe mucho salario".

         

20:35 -- En todo os he enseñado que, trabajando así, se debe ayudar a los necesitados. -- Al trabajar duro y al ganar el pan con el sudor de la frente, el cristiano puede ser feliz sabiendo que de esta manera Dios pone pan sobre la mesa para su familia y también puede ayudar al pobre hermano que no puede trabajar (Efes. 4:28).

          -- y recordar las palabras del Señor Jesús, que dijo: Más bienaventurado es dar que recibir. -- En esos momentos él y sus compañeros van rumbo hacia Jerusalén con la ofrenda de muchas iglesias para los santos pobres. Este dicho no se encuentra en los relatos de la vida de Jesús, sino que es una de las verdades que el Espíritu Santo reveló a los apóstoles (Jn. 16:13). Dios dio a su Hijo unigénito; Jesús dio su vida (2 Cor. 8:9). Pero Hech. 20:35 es una verdad muy poco creída pero que trae la verdadera felicidad a los que la aceptan como regla de vida. El egoísmo es un veneno que destruye la felicidad, pero siempre habrá un profundo sentimiento de dicha y felicidad en el corazón de la persona que es bondadosa y benévola.

 

20:36 -- Cuando hubo dicho estas cosas, se puso de rodillas, y oró con todos ellos. -- En momentos de tristeza la postura más natural para orar es la de ponerse de rodillas: 7:60; 9:40; 21:5; Luc. 22:41. Sin embargo, Pablo dice (Efes. 3:14-19), "Por esta causa doblo mis rodillas" para pedir que los cristianos sean fortalecidos, que Cristo habite en ellos, etc.; por eso, es una postura apropiada para toda clase de oración. Dice Pablo también, "Quiero, pues, que los hombres oren en todo lugar, levantando manos santas" (1 Tim. 2:8). Esto no indica el orar de rodillas. Jesús dijo (Mar. 11:25), "Y cuando estéis orando (Lit., estéis de pie, LBLA)".

          No se puede, pues, imponer el orar de rodillas como ley en la iglesia, pero tampoco se puede prohibir el orar de rodillas, aun en la iglesia (puede haber ocasiones en que sea muy apropiado). Pero es necesario tener presente que el estar de pie delante de algún personaje importante le muestra honor y respeto. Según el criterio de este servidor es preferible en la asamblea orar de pie u orar de rodillas en lugar de orar sentados.

 

20:37 -- Entonces hubo gran llanto de todos; y echándose al cuello de Pablo, le besaban -- (Gén. 33:4; 45:14; 46:29; Luc. 15:20; compárense Rom. 16:16; 1 Cor. 16:20; 2 Cor. 13:12; 1 Tes. 5:26; 1 Ped. 5:14). Este acto indica el profundo afecto que sentían los ancianos por Pablo. El besar o el abrazar eran costumbres de la gente de aquel tiempo y de algunos países en la actualidad, pero lo importante es que haya verdadero amor (1 Ped. 5:14), y que al saludar y al despedirse -- según la costumbre de cada país -- haya una expresión sincera de ese amor. Nosotros también podemos echarnos al cuello de Pablo y besarle, estudiando su ejemplo y sus enseñanzas para imitarle en su servicio al Señor (1 Tes. 2:13).

 

20:38 -- doliéndose en gran manera por la palabra que dijo, de que no verían más su rostro. Y le acompañaron al barco. -- Sin duda, en esta despedida tenemos una de las escenas más emocionantes de la Biblia. Sin embargo, muchos hermanos han tenido la experiencia de despedirse los unos de los otros teniendo presente que posiblemente no volverían a saludarse unos a otros en este mundo.

          Al terminar las notas sobre este evento sobresaliente en la vida de Pablo, incluimos lo siguiente de la pluma de J. W. McGarvey: "Si Pablo hubiera estado separándose de estos hermanos con expectaciones felices para sí mismo y para ellos, la separación hubiera sido dolorosa; pero añadidas al dolor de la despedida final se vieron la lobreguez del futuro incierto para ellos y de aflicciones indefinidas que con seguridad le esperaban a él. Doce meses antes de esto él ya había narrado un catálogo de padecimientos más abundantes que los que a cualquier otro hombre le hubieran tocado en suerte. Frecuentemente había estado en la cárcel y frecuentemente a borde de la tumba. De los judíos había recibido cuarenta azotes menos uno, y tres veces había sido azotado con varas. Una vez fue apedreado, y dejado tirado al suelo por muerto. Había sufrido el naufragio tres veces, y había pasado un día y una noche en las aguas de lo profundo. En sus muchos viajes se había expuesto a peligros de ríos, de ladrones, de los de su nación, de los gentiles, en la ciudad, en el desierto, en el mar, y entre hermanos falsos. Había sufrido en trabajo y fatiga y desvelos. Había aguantado hambre y sed, y había sufrido del frío y de la escasez de ropa. A través de todo había sobrellevado y aún sobrellevaba lo que poco menos dolor le causaba, el cuidado de todas las iglesias. Al mismo tiempo había aguijón en su carne, un mensajero de Satanás que le abofeteaba, que era tan irritante y humillante que había rogado tres veces al Señor que se lo quitara. Se sintió constreñido a escribir a los hermanos de Galacia, 'De aquí en adelante nadie me cause molestias; porque yo traigo en mi cuerpo las marcas del Señor Jesús' (2 Cor. 11:21-28; 12:7-10; Gál. 6:17). Los más hubieran dicho, Ya basta lo que he sufrido: el éxito de mi empresa actual cuando mucho es algo dudoso, y seguro que me acarreará más prisiones e indecibles aflicciones: me quedaré, pues donde estoy, entre hermanos que me aman, y dejar que mis compañeros completen esta obra de benevolencia que yo he empezado. Pero tales reflexiones él no aceptó; y cuando los ancianos de Efeso partían de la compañía de este hombre, bien hacían en llorar y quedarse callados en la playa hasta ver desaparecer en la distancia las velas de su barco, antes de retornar a la soledad de sus faenas y a los peligros que sabían habrían de encontrar ahora sin la potencia ni el consejo de su gran maestro. No se nos permite volver a Efeso con ellos, ni de escuchar por el camino su triste conversación, porque nosotros tenemos que seguir el barco que se aleja, y ser testigos de las prisiones y aflicciones que esperan su pasajero célebre".

 

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