Exhortación final

 

                   Amados hermano, ¿cuántas veces hemos citado Juan 5:39; Hech. 17:11; 1 Ped. 4:11; etc. para exhortar a nuestros oyentes y lectores a escudriñar las Escrituras y a estudiar y pen­sar por sí mismos? Es lo que hago ahora, dirigiéndome a mis hermanos en Cristo.

                   Tenemos que practicar lo que predicamos a los sectarios (Rom. 2:17-21; Mat. 23:3).

                   Después de estudiar este tratado le ruego que vuelva a leer el libro de Hechos, preguntándose cómo era la iglesia original, qué era su organización y su misión.

                   Al oír o ver la palabra "iglesia", pregúntese, ¿se refiere a la iglesia local o a la iglesia universal? Sobre todo,  hágase esta pre­gunta cuando los hermanos liberales hablen o escriban  acerca de la iglesia. La iglesia local tiene organización (muchos textos hablan claramente de ella), pero la iglesia universal no tiene organización. Sin embargo, los hermanos liberales han es­tado resueltos a organi­zar la iglesia universal y esto ha causado la división.

                   Evítese todo compromiso con el error. Es imposible conver­tir a muchos católicos, mormones, testigos, bautistas y otros simple­mente porque éstos se han comprometido cuerpo, alma y espíritu a su sistema religioso, y se sienten obligados a torcer las Escrituras para justificarse. Miembros de la iglesia de Cristo pueden caer en este mismo error. Al estudiar estas cuestiones no seamos movidos, hermanos, por los familiares ni por her­manos amados ni mucho menos por el interés del salario u otros factores. "Compra la ver­dad y no la vendas" (Prov. 23:23).

                   Es apropiado el dicho (en inglés), "Consecuencia, tú eres una joya", porque lamentablemente muchos hermanos han pisoteado esta joya con respecto a la presente controversia en la hermandad. Son denunciados por los sermones que ellos mismos habían predi­cado por años sobre la autoridad, la autonomía, la necesi­dad de "hablar donde la Biblia habla y callar donde ésta calla", etc. Hay muchos hermanos muy capaci­tados que han escrito y predicado la verdad en numerosos ser­mones sobre estos temas,  sermones que ahora ellos mismos no pueden refutar. Sus pro­pios sermones ha­cen burla de ellos en sus prácticas modernas.

                   Este servidor conoce esta división. Conozco sus raíces y sus causas. Conocí personalmente a varios de los primeros promo­tores de las innovaciones en los años 40 y 50. Algunos eran mis mejores amigos. La división me ha costado a mí y a muchos her­manos el salario, pero mucho más seria es la pér­dida de la comu­nión con ellos. Hermanos amados que nos aprecia­ban y nos exal­taban al cielo comenzaron a hacer todo lo posible por destruir nuestra influencia cuando levantamos la voz contra el institu­cionalismo y otros aspectos del liberalismo.

                   Los hermanos liberales son nuestros hermanos aún y los amamos. Nuestro deseo ferviente es que ellos abran los ojos y sal­gan del error.

                   Gracias a Dios, hermanos en varios países han abando­nado y  están abando­nando el liberalismo. Algunos lo hacen inmediata­mente después de oír una explicación de las causas de la división. A los demás seguimos ex­hortando con todo amor. Este conflicto no tiene que ver con personalismos, sino con doc­trina básica. No son "cuestiones necias" y no son cuestiones de opinión, sino más bien son asuntos que afectan nuestra sal­vación eterna.

                                       

 

 

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