La Crucifixión de Jesús

Jesús entregado para ser crucificado:  Mat. 27:26, “Entonces les soltó a Barrabás; y habiendo azotado a Jesús, le entregó para ser crucificado”. “Cuando era condenado a la crucifixión, antes debía ser azotado con correas o cuerdas, provistas a veces con nudos o bolas de metal, y constituía un castigo totalmente inhumano que con frecuencia acarreaba la muerte del reo. Esos azotes, o flagelación, se ejecutaron en Jesucristo (Mt. 27.26), probablemente dentro del pretorio” (V-E). “El azote romano consistía en un corto mango de madera al que estaban atadas varias correas con los extremos provistos con trozos de plomo o bronce y pedazos de hueso muy aguzados. Los azotes se dejaban caer especialmente sobre la espalda de la víctima, que estaba desnuda y encorvada. Generalmente se empleaban dos hombres para administrar este castigo, uno azotando desde un lado, otro desde el lado opuesto, con el resultado de que a veces la carne era lacerada a tal punto que quedaban a la vista venas y arterias interiores y a veces aun las entrañas y los órganos internos aparecían por entre las cortaduras”  (GH)

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Desnudado, le ponen manto de escarlata para burlarse de él: Mat. 27:27, “Entonces los soldados llevaron a Jesús al pretorio, 28  y desnudándole, le echaron encima un manto de escarlata”. El verbo hacían indica acción continua, repetida. Jesús era escarnecido continuamente ante el concilio, Mat. 26:67; ante Herodes, Luc. 23:11; ante Pilato, Mat. 27:27-31. Los soldados eran muy abusivos, haciendo todo esto como un juego, una diversión, pero en su ignorancia llevaron su juego a un nivel muy bajo de indecencia, violencia y crueldad. Los judíos le hacían burla como si fuera un profeta falso, y ahora los romanos le hacen burla como si fuera un rey falso.

Corona de espinas, escarnecido: Mat. 27:29, “y pusieron sobre su cabeza una corona tejida de espinas, y una caña en su mano derecha; e hincando la rodilla delante de él, le escarnecían, diciendo: ¡Salve, Rey de los judíos!” Se burlaban de El: ver. 29, los soldados del gobernador; ver. 39, "los que pasaban"; ver. 41, "los principales sacerdotes, escarneciéndole con los escribas y los fariseos y los ancianos" cumplieron al pie de la letra la profecía del Sal. 22:8; ver. 44, "Lo mismo le injuriaban también los ladrones que estaban crucificados con él". Véanse Sal. 109:25.

Crucificado entre dos criminales: Jn. 19:17, “Y él, cargando su cruz, salió al lugar llamado de la Calavera, y en hebreo, Gólgota;  18  y allí le crucificaron, y con él a otros dos, uno a cada lado, y Jesús en medio” (para humillarlo al máximo).

      19:16-18 Así que entonces lo entregó a ellos (a los principales sacerdotes, 19:15; Luc. 23:25), pero los soldados romanos lo crucificaron (19:23, 24, 31-34). Después de decir "no hallo delito en él" varias veces, Pilato "lo entregó a ellos para que fuese crucificado" para que fuese crucificado. (Los soldados) Tomaron, pues, a Jesús, y le llevaron. Y él, cargando su cruz, -- "Aunque su espalda estaba lacerada con muchas heridas producidas por la flagelación a la que había sido sometido, lo obligaron a llevar su propia cruz" (GH). La palabra cruz viene de stauros, un palo o estaca. De esto los "testigos" del Atalaya argumentan que no había una pieza transversal, pero Tomás dijo, "Si no viere en sus manos la señal de los clavos" (20:25), dando a entender que cada mano fue clavada a la pieza transversal, pues si las manos se hubieran clavado al palo perpendicular, sólo un clavo se habría requerido.

La enseñanza de Mat. 16:24 se basa en este hecho: "Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, y tome su cruz, y sígueme".

      --salió al lugar llamado de la Calavera, y en hebreo, Gólgota; -- Tal vez el lugar haya recibido su nombre por tener la forma de un cráneo. Estaba "fuera de la puerta" de la ciudad (Heb. 13:12) y allí le crucificaron, -- Según el historiador Josefo, la crucifixión era una práctica común en Palestina. Esta era una de las peores formas de tortura y uno de los métodos de ejecución más cruel que jamás se hubiera inventado. Era la pena mortal diseñada para producir una muerte muy lenta, pues algunos duraban días en la cruz antes de morir. Era reservada para los traidores, los revolucionarios y otros de los peores criminales. Aun los escritores romanos pensaban que era una muerte terrible. Cicerón dijo que era cruel y horrible y Tácito dijo que era una muerte indescriptible.

      Esto es muy cierto, porque no hay palabras que puedan describir las agonías de la cruz: la inflamación de las heridas, las congestiones, el dolor causado por los tendones desgarrados, la fiebre, un fuerte dolor de cabeza y una sed horrible. Era sumamente difícil respirar, mayormente exhalar y, puesto que se requiere la exhalación para hablar, cada palabra que Jesús pronunciaba era con mucho dolor. La palabra inglesa excruciating que se usa para hablar del dolor agudísimo, viene del latín excruciatus que significa "de la cruz".

      Tanto los pies como las manos fueron clavados, pues Jesús dijo a los discípulos (Luc. 24:39), "Mirad mis manos y mis pies, que yo mismo soy". Véase Sal. 22:16.

      Si alguno pregunta por qué Dios permitiera una injusticia tan horrible, la respuesta se encuentra en Isa. 53:6, 8.

      -- y con él a otros dos, uno a cada lado, y Jesús en medio. -- Estos criminales no eran ladrones ordinarios, sino asaltantes. Uno de los detalles interesantes de esta historia fue la actitud (y la petición) de uno de los criminales que estaba al lado de Jesús (Luc. 23:39-43).

Simón de Cirene obligado a cargar la cruz: Mat. 27:32, “Cuando salían, hallaron a un hombre de Cirene que se llamaba Simón; a éste obligaron a que llevase la cruz”. Jesús cargó su propia cruz, pero también le ayudó Simón de Cirene. Mat. 5:41, los romanos obligaron a los judíos a llevar cargas. Jesús ya había sufrido mucho por la experiencia en Getsemaní, por desvelar, por los procesos injustos, por el escarnecimiento, y sobre todo por el azotamiento que podía ser mortal. Todas estas experiencias habían dejado a Jesús completamente debilitado. Tal vez los romanos temían que El se desmayara y muriera y querían estar seguros de que viviera para ser clavado en la cruz.

      La Biblia no describe la cruz (stauros, palo, estaca) de Cristo. Dicen los “testigos” del Atalaya que no había pieza transversal, pero Tomás dijo, “Si no viere en sus manos la señal de los clavos…” (Jn. 20:25), dando a entender que cada mano fue clavada a la pieza transversal, pues si las manos se hubieran clavado al palo perpendicular, sólo un clavo se habría requerido. Tanto los pies como las manos fueron clavados, pues Jesús dijo a los discípulos (Luc. 24:39), “Mirad mis manos y mis pies, que yo mismo soy” (véase Sal. 22:16).

      Según el historiador Josefo, la crucifixión era una práctica común en Palestina. Esta era una de las peores formas de tortura y uno de los métodos de ejecución más cruel que jamás se hubiera inventado. Era la pena mortal diseñada para producir una muerte muy lenta, pues algunos duraban días en la cruz antes de morir. Era reservada para los traidores, los revolucionarios y otros de los peores criminales. Aun los escritores romanos pensaban que era una muerte terrible. Cicerón dijo que era cruel y horrible y Tácito dijo que era una muerte indescriptible.

      Esto es muy cierto, porque no hay palabras que puedan describir las agonías de la cruz: la inflamación de las heridas, las congestiones, el dolor causado por los tendones desgarrados, la fiebre, un fuerte dolor de cabeza y una sed horrible. Era sumamente difícil respirar, mayormente exhalar, y puesto que se requiere la exhalación para hablar, cada palabra que Jesús pronunciaba era con mucho dolor.

No lloréis por mí, sino por vosotras mismas: Luc. 23:27, “Y le seguía gran multitud del pueblo, y de mujeres que lloraban y hacían lamentación por él.  28  Pero Jesús, vuelto hacia ellas, les dijo: Hijas de Jerusalén, no lloréis por mí, sino llorad por vosotras mismas y por vuestros hijos”. Imagínese, no pensando en la horrible muerte que le esperaba, sino en la miseria que el pueblo iba a sufrir cuando llegaron los romanos para poner sitio a la ciudad en el año 70 de ese primer siglo. -- Estas eran "Hijas de Jerusalén" no de Galilea, porque algunas de ellas verían la destrucción de Jerusalén. Jesús se preocupaba por otros aun en medio de su sufrimiento intenso. Compárese Jn. 19:26, 27, su preocupación por su madre.

Jesús predice la destrucción de Jerusalén: Luc. 23:29, “Porque he aquí, vienen días en que dirán: ‘Dichosas las estériles, y los vientres que nunca concibieron, y los senos que nunca criaron.’” V. 30, “Entonces comenzarán a decir a los montes: Caed sobre nosotros; y a los collados: Cubridnos. Este es lenguaje de los que en gran peligro sienten horror y buscan refugio. Apoc. 6:16, “  y decían a los montes y a las peñas: Caed sobre nosotros, y escondednos del rostro de aquel que está sentado sobre el trono, y de la ira del Cordero;  17  porque el gran día de su ira ha llegado; ¿y quién podrá sostenerse en pie?!”

      23:31  Porque si en el árbol verde hacen estas cosas, ¿en el seco, qué no se hará?” Sal. 1:3 dice que el justo “Será como árbol plantado junto a corrientes de aguas, Que da su fruto en su tiempo,  Y su hoja no cae”. Jer. 17:8, “  Porque será como el árbol plantado junto a las aguas, que junto a la corriente echará sus raíces, y no verá cuando viene el calor, sino que su hoja estará verde”.  Los malos serán castigados como si fueran leña seca: Jer. 5:14, “Por tanto, así ha dicho Jehová Dios de los ejércitos: Porque dijeron esta palabra, he aquí yo pongo mis palabras en tu boca por fuego, y a este pueblo por leña, y los consumirá”. Judas 12, los malvados son como “árboles otoñales, sin fruto, dos veces muertos y desarraigados”. Por eso, muchos concluyen que “el árbol verde” se refiere a Jesús, y que el “seco” se refiere a los judíos rebeldes que serían castigados por los romanos.

Cumplieron la Escritura varias veces: Luc. 23:33, “Cuando llegaron al lugar llamado ‘La Calavera’, crucificaron allí a Jesús y a los malhechores, uno a la derecha y otro a la izquierda”. Cumplió la Escritura, Mar. 15:28. Luc. 23:33, "le crucificaron allí". La palabra "Calvario" viene del Latín, "calvaria", del que se deriva la palabra "calavera". Estaba "cerca de la ciudad" (Jn. 19:20), fuera de la ciudad, Heb. 13:12 ("padeció fuera de la puerta".) Los romanos escogían lugares conspicuos para la ejecución de criminales para que todos pudieran verla.

Para la crucifixión se usaba un poste recto (una estaca) con pieza transversal. La víctima era sujetada a la cruz antes o después de ser elevada. La crucifixión era el ajusticiamiento más cruel, más horrible, más miserable que la mente humana podía idear y llevar a cabo. Nunca ejecutaban así al ciudadano romano, sino a los esclavos, a los extranjeros y a los peores criminales. Aunque los judíos no crucificaban, colgaban a los criminales sobre el madero después de apedrearlos y tal muerte se consideraba una maldición (Gál. 3:13).

      Los apóstoles iban por todas partes predicando la cruz de Cristo y sufrían mucho oprobio, porque no había otra cosa más vergonzosa que la cruz romana. Compárese 1 Cor. 1:21-23. Desde luego, los apóstoles no predicaban una cruz literal, sino el evangelio de salvación hecho posible por la muerte de Jesús en la cruz.

Jesús alerta en su sufrimiento: Mat. 27:34, “le dieron a beber vino mezclado con hiel; pero después de probarlo, no lo quiso beber”. Lea los siete dichos del Señor en la cruz.

      27:34 le dieron a beber vino mezclado con hiel; pero después de probarlo, no quiso beberlo. – Posiblemente esta bebida era una especie de narcótico vegetal que servía para entorpecer los sentidos y así amortiguar un poco el sufrimiento (como anestésico en las operaciones quirúrgicas), pero Jesús no quería estar medio inconsciente durante sus momentos finales. Al pronunciar los siete dichos hablaba con toda claridad. Sin embargo, es posible que solamente fingían la compasión y que en realidad ese líquido era demasiado amargo para tomar, porque este acto fue el cumplimiento de la profecía del Salmo 69, “20  El escarnio ha quebrantado mi corazón, y estoy acongojado.  Esperé quien se compadeciese de mí, y no lo hubo;  Y consoladores, y ninguno hallé.  21  Me pusieron además hiel por comida,  Y en mi sed me dieron a beber vinagre”.

      Es difícil explicar el sufrimiento causado por la crucifixión. Los escritores (Mateo, Marcos, Lucas, Juan) no lo describen. Dicen los médicos que aparte de los horribles dolores y calambres, la inflamación provocaba una intensa sed, y que era muy difícil respirar (mayormente exhalar). No había nada de relajamiento o descanso; no había momentos de alivio. La presión de la sangre era afectada grandemente causando dolores fuertes. Cada momento se intensificaba el sufrimiento hasta que por fin llegara la muerte.

Jesús dispuesto a perdonarles: Luc. 23:34, “Y Jesús decía: Padre, perdónalos, (Mat. 5:44, “  Pero yo os digo: Amad a vuestros enemigos, bendecid a los que os maldicen, haced bien a los que os aborrecen, y orad por los que os ultrajan y os persiguen”;  Hech. 7:59,60, “Y apedreaban a Esteban, mientras él invocaba y decía: Señor Jesús, recibe mi espíritu.  60  Y puesto de rodillas, clamó a gran voz: Señor, no les tomes en cuenta este pecado. Y habiendo dicho esto, durmió”.

      -- porque no saben lo que hacen” (Hech. 3:17, “7  Mas ahora, hermanos, sé que por ignorancia lo habéis hecho, como también vuestros gobernantes”; 1 Cor. 2:8, “8  la que ninguno de los príncipes de este siglo conoció; porque si la hubieran conocido, nunca habrían crucificado al Señor de gloria”.

Cumplió la Escritura, echando suertes: Luc. 23:34, “Y echaron suertes, repartiéndose entre sí sus vestidos”. Jn. 19:23, 24. Cuando los soldados hubieron crucificado a Jesús, tomaron sus vestidos (himation, sus vestidos exteriores), e hicieron cuatro partes, una para cada soldado. -- Normalmente el judío tenía cinco artículos de ropa: la túnica (ropa interna), la capa (la ropa externa), el cinto, las sandalias y el turbante. Al crucificar a un criminal una parte del sueldo de los soldados era la ropa del hombre crucificado. Repartieron la ropa de Jesús como si ya estuviera muerto, nunca pensando que la volvería a necesitar.

      -- Tomaron también su túnica (chitón, la vestidura interior), la cual era sin costura, de un solo tejido de arriba abajo. Entonces dijeron entre sí: No la partamos, sino echemos suertes sobre ella, a ver de quién será. Esto fue para que se cumpliese la Escritura (Sal. 22:18), que dice: Repartieron entre sí mis vestidos, Y sobre mi ropa echaron suertes. Y así lo hicieron los soldados. -- De esta manera, sin saberlo, llevaban a cabo lo que Dios había predicho. Aun los detalles minuciosos de este gran evento eran temas de profecía (JWM).

      ¡Qué imagen tan clara de la indiferencia del mundo hacia Cristo! Mientras El agonizaba sobre la cruz, muriendo por los pecados del mundo, los soldados jugaban y repartían su ropa como si El fuera de los más comunes criminales. Es verdad que hay mucha hostilidad contra Cristo hoy en día, pero la tragedia más grande no es la hostilidad hacia Cristo, sino la fría indiferencia hacia Cristo.

La causa de su muerte: Jn. 19:19, “Pilato también escribió un letrero y lo puso sobre la cruz. Y estaba escrito: JESUS EL NAZARENO, EL REY DE LOS JUDIOS”. Judíos se quejaron, Jn. 19:21-22. 19:20 Y muchos de los judíos leyeron este título; porque el lugar donde Jesús fue crucificado estaba cerca de la ciudad, y el título estaba escrito en hebreo (arameo, el idioma de los judíos), en griego (el idioma común del imperio) y en latín (el idioma de los oficiales y soldados romanos).

      19:21 Dijeron a Pilato los principales sacerdotes de los judíos: No escribas: Rey de los judíos; sino, que él dijo: Soy Rey de los judíos. -- Recuérdese que este título puesto en la cruz sobre la cabeza de Jesús especificaba su "crimen". No les gustó el título, pero de este "crimen" le acusaron para que fuera crucificado. Ahora hablan de ese "crimen" como si fuera una pretensión vana de Jesús, sin validez alguna. En esto se ve la inconsecuencia (la hipocresía) de los judíos.

      19:22 Respondió Pilato: Lo que he escrito, he escrito. -- Porque lo que escribió indicó correctamente el "crimen" de Jesús (según la acusación de los judíos). Sin duda alguna le dio mucho gusto a Pilato el tildar a los judíos como homicidas de su propio rey.

Salvó a otros, no podía salvarse a sí mismo: Luc. 23:35, “Y el pueblo estaba mirando; y aun los gobernantes se burlaban de él, diciendo: A otros salvó; sálvese a sí mismo, si éste es el Cristo, el escogido de Dios”. Se repite, v. 37, 39; Mat. 27:43,  Confió en Dios; líbrele ahora si le quiere; {Sal. 22. 8.} porque ha dicho: Soy Hijo de Dios.  44  Lo mismo le injuriaban también los ladrones que estaban crucificados con él. – De la misma manera, es decir, diciendo que Jesús confiaba en Dios y decía que era el Hijo de Dios, pero que Dios no le ayudaba, pero véase Luc. 23:39-43 (uno de los ladrones se arrepintió).

El ladrón en la cruz: Luc 23:39-43, uno de los ladrones se arrepintió. Jesús le dijo, “Hoy estarás conmigo en el paraíso”. ¿Era ejemplo este ladrón del arrepentimiento de lecho de muerte? ¿Está bien posponer el arrepentimiento hasta los últimos minutos de la vida? Dios será el Juez de todos y dejamos el juicio en manos de El, pero este texto no enseña tal cosa. Las Escrituras enseñan claramente que “hoy es el día de salvación”. ¿No es necesario bautizarse porque el ladrón en la cruz no fue bautizado? In primer lugar no se puede probar que el ladrón no fue bautizado por Juan (o por Jesús y sus discípulos) porque Mat. 3:5 dice que “5  Y salía a él Jerusalén, y toda Judea, y toda la provincia de alrededor del Jordán,  6  y eran bautizados por él en el Jordán, confesando sus pecados”. No afirmamos nada, pero es posible que este ladrón estuviera entre esa multitud que llegó al bautismo de Juan, pero el punto clave es que la conversión de este ladrón no es ejemplo para nosotros, porque él no vivió bajo el Nuevo Testamento. El mandamiento de Mat. 28:19 todavía no se había dado. Por eso, este ladrón no es ejemplo de conversión para nosotros. Más bien, Imitamos los casos de conversión en Hechos de los Apóstoles.

Juan había de cuidar de María: Jn. 19:25-27, estaba junto a la cruz María. 26 Mujer, he ahí tu hijo (Juan), He ahí tu madre, la recibió en su casa (hermanos de Jesús no habían creído, Jn 7:5; después sí, Hech. 1:14; Gál 1:19).

      19:25 Estaban junto a la cruz de Jesús su madre, -- Sin duda alguna ella se acordaba de lo que el anciano Simeón le había dicho cuando él tomó a Jesús en sus brazos, y después de bendecir a Dios, dijo a María, "y una espada traspasará tu misma alma" (Luc. 2:35). Ella había dado testimonio de Jesús cuando dijo a los que servían en la boda de Caná de Galilea, "Haced todo lo que os dijere" (2:5); y, sobre todo, dio su testimonio de silencio cuando los judíos gritaban que "tenemos una ley, y según nuestra ley debe morir, porque se hizo a sí mismo Hijo de Dios" (19:7). ¿Qué madre no hará todo lo posible para salvar la vida de su hijo? María fácilmente pudiera haber salvado a Jesús con muy pocas palabras, diciendo "Yo soy su madre y yo sé quién es su padre", pero ¿qué dijo María? Su testimonio de silencio confirmó que lo que los judíos gritaban era cierto: Jesús de Nazaret no tuvo un padre terrenal, sino que era en verdad el Cristo, el Hijo del Dios Viviente.

      19:26 Cuando vio Jesús a su madre, y al discípulo a quien él amaba, que estaba presente, dijo a su madre: Mujer, he ahí tu hijo. -- En medio del sufrimiento agudísimo, Jesús se preocupaba por su madre. Le encomendó al cuidado de Juan, "a quien él amaba". Dice Juan 7:5 que los hijos de María no creían en Jesús. (Pero véase Hech. 1:14).

      19:27 Después dijo al discípulo: He ahí tu madre. -- ¡Qué ejemplo tan hermoso de honrar a su madre! (Éxodo 20:12).

      -- Y desde aquella hora el discípulo la recibió en su casa. -- Esto no quiere decir necesariamente que en ese instante Juan la llevara a su casa, pues él confirma como testigo ocular la muerte de Jesús (19:34, 35), sino que desde ese momento él se encargó del cuidado de ella.

      Desde la cruz Jesús tenía algo que dar. "Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen" (Luc. 23:34). A los que le crucificaron (tanto judíos como romanos) les ofreció el perdón de sus pecados. En Hechos de los Apóstoles vemos que muchos de ellos aceptaron este don, al arrepentirse y ser bautizados para perdón de los pecados (Hech. 2:37, 38; 4:4; 6:7).

      Al ladrón en la cruz arrepentido Jesús dio el paraíso .

      Jesús ya había legado su ropa a los soldados, el perdón a todos los transgresores, el paraíso a uno de los criminales. ¿Qué podría legar a su madre y a su discípulo a quién amaba? A estas dos personas muy amadas les legaba el uno al otro (FLG).

Tinieblas sobre la tierra por tres horas: Luc 23:44, Cuando era como la hora sexta (medio día), hubo tinieblas sobre toda la tierra hasta la hora novena” (3:00 p.m.). Mat. 27:45,       27:45  Y desde la hora sexta hubo tinieblas sobre toda la tierra hasta la hora novena. – Lucas 23:45 usa la palabra eklipontos, de la cual viene la palabra eclipse, pero un eclipse solar no es posible cuando la luna estaba llena durante el tiempo de la Pascua; por eso, las tinieblas era sobrenaturales (JPL). Las tinieblas acompañan los juicios de Dios (Ex. 10:22; Isa. 60:2; Joel 2:10; Amós 8:9).

Dios mío ¿por qué me has desamparado? Mat. 27:46, Citando profecía (Sal 22:1). Dios no le dio espaldas “por estar lleno de pecado”. 2 Cor. 5:21, llegó a ser el sacrificio por el pecado. 1 Crón. 28:9; Jn. 16:32.

      27:46  Cerca de la hora novena, Jesús clamó a gran voz, diciendo: Elí, Elí, ¿lama sabactani? Esto es Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has desamparado? – Estas palabras “son parte del Salmo 22. Este clamor se clasifica con las agonías del Getsemaní en el punto que ambos envuelven los profundos misterios de la expiación – aquellos que pertenecen a las relaciones mutuas entre el Padre y el Hijo en aquellos sufrimientos y la muerte en la cual su sangre fue derramada para la ‘remisión de pecados’. No podemos comprender a fondo la profundidad de la sabiduría de Dios en dar de esta manera a su Hijo como sacrificio por los pecados del mundo. Jesús aquí aplica el Salmo 22:1 a sí mismo como profético; es expresado por El para mostrar que El está soportando una agonía intolerable, más profunda que cualquier aflicción externa” (HLB).

      Esta exclamación de Jesús es el primer versículo del Salmo 22 que obviamente es un salmo mesiánico que profetiza su muerte (véanse los versículos 7, 8, 16, 18).  El encabezado del salmo (Versión Valera Revisada 1960) es “Un grito de angustia y un canto de alabanza”.

      Algunos dicen que Jesús aceptó la culpa de los pecados del hombre, y que Dios no podía verlo como pecador, que le volvió las espaldas para no ver a Jesús tan contaminado con el pecado, pero Jesús no aceptó la culpa del pecado, sino que ERA EL SACRIFICIO PARA EXPIAR el pecado y Dios no le volvió las espaldas, pues el mismo salmo dice que "No menospreció ni abominó la aflicción del afligido, ni de él escondió su rostro; sino que cuando clamó a él, le oyó" (Sal. 22:24).

      En esta conexión los calvinistas citan 2 Cor. 5:21  (“Al que no conoció pecado, por nosotros lo hizo pecado”) para probar que Jesús literalmente llegó a ser pecado (pecador, culpable del pecado), pero la palabra pecado en este texto se refiere al sacrificio por el pecado. Isa. 53, “10  Con todo eso, Jehová quiso quebrantarlo, sujetándole a padecimiento. Cuando haya puesto su vida en expiación por el pecado, verá linaje, vivirá por largos días, y la voluntad de Jehová será en su mano prosperada”. Compárese Oseas 4, “8  Del pecado de mi pueblo comen, y en su maldad levantan su alma”; es decir, comen el sacrificio (el animal ofrecido en sacrificio) por el pecado (Ezeq. 44:29). Algunos dicen que Jesús aceptó la culpa de los pecados del hombre, que llegó a ser pecado y que, por eso, Dios no podía verlo como pecador, y que le volvió las espaldas para no ver a Jesús tan contaminado con el pecado, pero la Biblia no dice tal cosa. Jesús no tenía pecado (Heb. 4:15; 1 Ped. 2:22). Si hubiera tenido (o sido) pecado, no podría haber sido sacrificio para nuestros pecados, porque El es nuestra pascua (1 Cor. 5:7) y tuvo que ser sin defecto (Ex. 12:5; 1 Ped. 1:19).

      Jesús no llegó a ser pecado y no aceptó la culpa del pecado, sino que era EL SACRIFICIO PARA EXPIAR el pecado. Jesús no llegó a ser pecado o pecador, sino que llevó nuestros pecados. 1 Ped. 2, “24  quien llevó él mismo nuestros pecados en su cuerpo sobre el madero”. Hay mucha diferencia entre “ser pecado” y “llevar pecados”. El problema es que los calvinistas pueden ver sus doctrinas en casi cada página de la Biblia y se aprovechan de textos no claros como 2 Cor. 5:21 para “probar” lo que enseñan.

      Todo comentario sobre este asunto (Mat. 27:46, “¿por qué me has desamparado?”) debe armonizar con Jn. 16, “32 He aquí la hora viene, y ha venido ya, en que seréis esparcidos cada uno por su lado, y me dejaréis solo; mas no estoy solo, porque el Padre está conmigo”. Cristo siempre hacía la voluntad del Padre; por eso, el Padre siempre estaba con El. Jn. 8, “29 Porque el que me envió, conmigo está; no me ha dejado solo el Padre, porque yo hago siempre lo que le agrada”. Al morir en la cruz, ¿Jesús no agradaba al Padre? ¿No hacía la voluntad del Padre? Recuérdese también que casi inmediatamente después de decir “¿Por qué me has desamparado?” Jesús “entregó el espíritu” (v. 50) diciendo, “Padre, en tus manos encomiendo mi espíritu” (Luc. 23:46). ¿No estaba el Padre para recibirlo? Al estudiar Mat. 27:46 no olvidemos estos textos.

      Cuando “Jesús clamó a gran voz, diciendo … Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has desamparado?” El expresaba una agonía indecible, una agonía más allá de la comprensión nuestra, porque la mente finita no puede comprender a fondo el sacrificio hecho por Cristo. Al decir esto no corremos el riesgo de especular. Sin embargo, los que repiten los comentarios calvinistas enseñan error.

Tengo sed. Jn. 19:28, “sabiendo Jesús que ya todo estaba consumado, dijo, para que la Escritura se cumpliese: Tengo sed”.  "Como un tiesto se secó mi vigor, y mi lengua se pegó a mi paladar, y me has puesto en el polvo de la muerte" (Sal. 22:15). Aquí se enfatiza la humanidad de Jesús. Soldados heridos en el campo de batalla han dicho que su sufrimiento más grande era la sed, aun superando los dolores causados por las heridas.

      19:29 Y estaba allí una vasija llena de vinagre; entonces ellos empaparon en vinagre una esponja, -- "En mi sed me dieron a beber vinagre" (Sal. 69:21). Al principio de su sufrimiento le ofrecieron un sedativo y lo rehusó: "le dieron a beber vinagre mezclado con hiel (con mirra, Mar. 15:23), pero después de haberlo probado, no quiso beberlo" (Mat. 27:34).

      -- y poniéndola en un hisopo, se la acercaron a la boca. -- "Este era el único acto de bondad mostrada a Jesús mientras colgaba en la cruz" (FP). No es necesario suponer que la cruz haya sido muy alta. Probablemente los pies de Jesús estaban unos cuantos centímetros (o cuando mucho medio metro) del suelo. Recuérdese Ex. 12:22, "tomad un manojo de hisopo, y mojadlo en la sangre que estará en un lebrillo, y untad el dintel y los dos postes con la sangre".

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