"Lo de los panes"

          Jesús hizo muchos milagros, pero el milagro de alimentar a los cinco mil es el único que fue registrado por los cuatro escritores que narran la vida de Cristo (Mateo 14:13-21, Marcos 6:30-44, Lucas 9:10-17 y Juan 6:1-15).

          "Alzó Jesús los ojos, y vio que había venido a él gran multitud" (Juan 6:5); "tuvo compasión de ellos, y sanó a los que de ellos estaban enfermos. Al tardecer se le acercaron los discípulos, diciendo: El lugar está desierto y la hora es ya avanzada; despide, pues, a las multitudes para que vayan a las aldeas y se compren alimentos" (Mateo 14:14, 15), pero un muchacho tuvo cinco panes y dos pececillos y "tomó Jesús aquellos panes, y habiendo dado gracias, los repartió entre los discípulos, y los discípulos entre los que estaban recostados; asimismo de los peces, cuanto querían" (Juan 6:11).

          Inmediatamente después de este milagro, Jesús anduvo sobre el mar y sus discípulos "se asombraron en gran manera, y se maravillaban. Porque aún no habían entendido lo de los panes, por cuanto estaban endurecidos sus corazones" (Marcos 6:48-52). Jesús había hecho el maravilloso milagro de multiplicar los panes y peces para alimentar una multitud de cinco mil varones, pero sus apóstoles "aún no habían entendido lo de los panes". Vieron el milagro sin comprender su significado.

          Si hubieran "entendido lo de los panes", no habrían reaccionado con tanto asombro al ver a Jesús andar sobre el agua; es decir, si hubieran comprendido el significado de ese gran milagro, habrían reconocido que, en realidad Jesús es Dios el Hijo, y que tiene todo poder y que no hay nada que sea difícil para El. Años después de ese evento Juan dijo, "Y aquel Verbo fue hecho carne, y habitó entre nosotros (y vimos su gloria, gloria como del unigénito del Padre), lleno de gracia de verdad" (Juan 1:14).

          Los milagros de Jesús eran señales, porque decían algo. Decían que el Carpintero de Nazaret no era un mero hombre, sino que era y es Dios el Hijo. "Todas las cosas por él fueron hechas" (Juan 1:3). "En él estaba la vida, y la vida era la luz de los hombres" (Juan 1:4). El es el Agua de vida (Juan 4:10), el Pan de vida (Juan 6:35), la Resurrección y la Vida (Juan 11:25), el Camino, la Verdad y la Vida (Juan 14:6); en fin, El "es el verdadero Dios, y la vida eterna" (1 Juan 5:20).

          Es necesario entender "lo de los panes", porque este milagro es el trasfondo del discurso importantísimo sobre el Pan de vida (Juan 6:31-59). Por no entender "lo de los panes" y que Jesús es el Pan de vida, "muchos de sus discípulos volvieron atrás, y ya no andaban con él" (Juan 6:66).

          "Me buscáis, no porque habéis visto las señales, sino porque comisteis el pan y os saciasteis" (Juan 6:26). Vieron las señales pero no recibieron el mensaje de las señales.

          "Aquellos hombres entonces, viendo la señal que Jesús había hecho, dijeron: Este verdaderamente es el profeta que había de venir al mundo" (Juan 6:14). ¿Estaban dispuestos a someterse a Cristo, confesando sus pecados? ¿Estaban dispuestos a adorarle y seguirle como fieles discípulos? ¿Qué pensaban? "Pero entendiendo Jesús que iban a venir para apoderarse de él y hacerle rey, volvió a retirarse al monte él solo" (Juan 6:15).

          Para ellos Jesús no era el Salvador, sino un rey terrenal. Querían un Cristo que pudiera sanar a sus enfermos (Jesús lo estaba haciendo), que les diera pan (Jesús lo hizo), y sólo faltaba hacerle rey para que quitara el yugo de Roma y exaltara la nación de Israel como en los días de David y Salomón.

          Lamentablemente no entendían "lo de los panes".

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