"Señaladlo, Y No Os Juntéis Con El"

Introducción:

     A. En varios textos del Nuevo Testa­mento se enseña que la iglesia debe señalar o fijarse en los infieles y apartarse de ellos.

     B. Esta enseñanza se ha descuidado mucho, aun entre las iglesias de Cristo, y a consecuencia de este descuido se permite que el error, la inmoralidad, y la mun­danalidad corrompa a la iglesia.

     C. También se habla de poner algún hermano "bajo disciplina" en sentido sectario, y no según las enseñanzas claras del Nuevo Testamento.

     D. Aquí se presenta, pues, en forma de preguntas y respuestas un estudio detenido sobre el tema. Se sugiere que este material se enseñe en una serie de sermones, o en clases bíblicas.

                          
                                                    Mateo 5:23,24; 18:15-17

     Cuando hay ofensas personales, ¿quién debe buscar la reconciliación, el hermano que ha ofendido a otro, o el hermano ofendido?

     Dice Cristo que si "tu hermano tiene algo contra ti"...anda, reconcíliate primero con tu hermano", aun antes de ofrecer tu ofrenda a Dios. En este caso Cristo habla al individuo que ha ofendido a otro, o por lo menos, el otro tiene algo contra él. Puede ser un malentendido; pero sea lo que fuera, uno tiene que ir, tiene que tomar la iniciativa para investigar el asunto y buscar la reconciliación. Esto se enseña en Mat. 5:23,24.

     En Mat. 18:15 dice Cristo, "si tu her­mano peca contra ti, ve y repréndele estando tú y él solos". En este caso tam­bién uno debe ir, debe tomar la iniciativa para buscar la reconciliación. Es decir, tanto el ofensor como el ofendido debe "ir" al otro para buscar la reconciliación. ¡Cuántos problemas serían resueltos y cuántos escándalos se evitarían si todos practicáramos estas enseñanzas! En lugar de esto ¿qué hacemos? Hablamos con to­dos menos con el hermano afectado. En lugar de hablar con él, hablamos a espal­das de él.

     ¿Qué significa la frase "y si no oyere a la iglesia, tenle por gentil y publicano"? 

     Los judíos no se asociaban con gen­tiles y publicanos. No comían con ellos. Dijo Pedro a Cornelio, "Vosotros sabéis cuán abominable es para un varón judío juntarse o acercarse a un extranjero" (Hech. 10:28). Por lo tanto, según Mat. 18:17, los miembros de la iglesia no deben "juntarse o acercarse a un" hermano infiel que no quiere recibir la corrección.

     ¿Pero por qué dice Cristo que no debemos asociarnos con los tales?

     Esta disciplina tiene varios propósitos sanos y beneficiosos, tanto para los her­manos infieles que no quieren arrepen­tirse, como para la iglesia y para el pro­greso del evangelio (la salvación de otros).

     A. En primer lugar, es para salvar al hermano caído. Es para humillarlo para que se arrepienta. Solamente así volverá al Señor. Su orgullo le hizo caer, y ahora es necesario que se avergüence de su pecado para volver.

     B. También es para que la iglesia se mantenga pura y no manchada de pecado.

     C. De esta manera, se quitan tropiezos que estorban la obra. Una iglesia manchada con pecado no tiene in­fluencia, no puede evangelizar a otros. Los de afuera dirán a tales hermanos, "Enséñese a sí mismos primero" (Rom. 2:21).

Nota Importante: Mat. 18:15-17 se re­fiere a las ofensas personales entre hermanos. Estas siempre deben tratarse personalmente; todo esfuerzo debe hacerse, de acuerdo con estas enseñanzas de Jesús, para que estos problemas no lleguen a nivel congregacional. Pero este texto no debe emplearse en casos de doctrina falsa enseñada públicamente (por ejemplo, en el púlpito o en alguna clase bíblica); ni tampoco cuando se trata de algún pecado cometido públicamente que mancha a la iglesia. Los pecados públicos no se tratan en este texto.

     Esto se explica porque muchas veces algún hermano que comete pecado de

naturaleza pública, o cae en error doctri­nal, es exhortado por los ancianos, en la junta de varones, o desde el púlpito o en la clase bíblica, y luego Mat. 18:15-17 es citado por él o por sus simpatizadores con la acusación de que "No siguieron el plan bíblico de disciplina, porque no hablaron conmigo privadamente". ¡Los tales usan mal este texto!

                                                 Romanos 16:17,18

La Biblia dice que Dios "disciplina" a los hijos que El ama (Heb. 12:6). ¿Qué medio o medios usa Dios para disciplinar a sus hijos?

     En la carta a los Hebreos se habla de la disciplina de sufrimientos (Heb. 10:32-34; 12:3,4). Dios permite que sus hijos sufran persecuciones y otras aflicciones para el desarrollo espiritual de ellos (2 Cor. 12:8-10).

     Pero en Rom. 16:17,18 vemos dos mandamientos que son necesarios para la corrección del mal en la iglesia:

A.   "Mas os ruego, hermanos, que os fijéis en los que causan divisiones y tropiezos en contra de la doctrina que vosotros habéis aprendido". El primer mandamiento es "que os fijéis". Significa que los tales deben ser identificados ("señaladlo", 2 Tes. 3:14).

1.     Por ejemplo, cuando alguno obe­dece al evangelio, lo identificamos, anun­ciando y publicando su nombre; y cuando alguno es restaurado a su primer amor, otra vez lo identificamos, anunciando que el hermano fulano de tal se ha arrepen­tido de su pecado, confesó sus pecados y quiere reconciliarse con la iglesia.

                 2. En la misma forma el hermano in­fiel que no quiere corregirse es identifi­cado públicamente. De esa manera todos pueden "fijarse" en él. La iglesia entera debe saber quién es, qué ha hecho, y que no quiere humillarse.

     B. "y que os apartéis de ellos". Es el segundo mandamiento dado por Pablo. Significa la misma cosa que Jesús dice en Mat. 18:17 ("tenle por gentil y publicano"; es decir, no asociarse con él). Ningún judío (ni Jesús mismo) comía con gentiles (Hech. 10:28), y los publicanos se clasifi­caban en el concepto de los judíos con los gentiles. El hecho de que Jesús sí comía con publicanos o que después los judíos deberían comer con gentiles no llega al caso. El sencillo punto en Mat. 18:17 es que el hermano incorregible debe ser tratado como los judíos trataban a los gen­tiles y publicanos.  

     ¿Por qué se tiene que hacer un anun­cio público a la iglesia ya que la disciplina es individual (dejando las actividades so­ciales con él)?

     El anuncio público es necesario para obedecer el primer mandamiento: "os fi­jéis en él". El hermano infiel (no arrepen­tido) tiene que ser identificado, marcado o señalado públicamente. La cosa no es simplemente personal, sino congregacional. Toda la iglesia ha sido afectada. "Somos miembros los unos de los otros" (Efes. 4:25); lo que un miembro hace afecta a toda la iglesia.

     Es verdad que muchas ofensas per­sonales no deben llegar a noticias de la iglesia. Es lo que Jesús dice en Mat. 5:23,24; 18:15-17. Debemos hacer todo lo posible por corregir ofensas personales y evitar que lleguen a ser problemas congregacionales. Pero Jesús dice clara­mente "dilo a la iglesia" (Mat. 18:17) si el hermano que "peca contra ti" no es­cuchara las exhortaciones personales.

     Es muy importante aprender de estos textos que la disciplina bíblica es tanto congregacional como individual. Es ver­dad que nos apartamos nosotros mismos (individualmente) del hermano infiel (2 Tes. 3:6), ya no nos juntamos (no nos aso­ciamos) con él personalmente (2 Tes. 3:14) -- pero hacemos esto cuando éste "no oyere a la iglesia".

     El anuncio tiene que hacerse "reunidos vosotros" (1 Cor. 5:4). Es la forma más apropiada de "fijarnos" en él y "señalarlo". Cuando el hermano indicado se bautizó, se identificó; si fuera restau­rado, sería identificado; es natural, pues, que también se identifique cuando decide que ya no quiere ser cristiano y fiel miem­bro de la iglesia. ¿Quién puede decir que no es razonable o justo hacerlo? La de­cisión es de él; él obliga a la iglesia a tomar esta acción.

     Para solventar cualquier problema el plan más fácil es el plan de Dios. Otros planes (o los esfuerzos por evitar el plan de Dios) son pura sabiduría humana.

     Luego del anuncio empieza la acción de apartarse de él, cosa que se lleva a cabo en la vida de cada miembro. El de­ber de la congregación es el de leer el anuncio, aclarando bien el asunto. Luego el deber de cada miembro es el de apartarse del hermano señalado, de no juntarse con él (no asociarse con él).

                                                       1 Corintios 5:1-13

   ¿Qué significa la frase "el tal sea entre­gado a Satanás para destrucción de la carne"?

     Esta expresión se explica en el con­texto: v. 2, "que fuese quitado de en medio de vosotros el que cometió tal acción"; v. 7, "limpiaos, pues, de la vieja levadura"; v. 9 "que no os juntéis con los fornicarios"; v. 11, "con el al ni aun comáis"; y v. 13 "quitad, pues, a ese perverso de entre vosotros".Si algún hermano comete fornicación, sirve a Satanás y no a Dios. Entonces

él debe ser tratado por los fieles de acuerdo con su práctica, y no de acuerdo con su mera profesión ("llamándose hermano", v. 11). "El que practica el pecado es del diablo...en esto se manifiestan los hijos de Dios, y los hijos del diablo..." (1 Juan 3:8-10).

     ¿Qué significa la frase, "con el tal ni aun comáis"?

     Es frase sencilla. No da lugar a con­fusión. Significa lo que dice (no es lenguaje figurado). Significa que los fieles ya no deben asociarse con el hermano re­belde hasta que se arrepienta. Rom. 16:17, "os apartéis de ellos" (la misma pa­labra aparece en 1 Ped. 3:11, "apártese del mal"); 1 Cor. 5:9,11; 2 Tes. 3:14, "no os juntéis con él"; "no os asociéis con él", Biblia de las

Américas; la palabra griega "sunanamignumi" significa "mezclarse". Dice el inglés, Versión American Stan­dard, "have no company with him". Se re­fiere a vida social, a la convivencia, a comer juntos en las casas, Hech. 2:46. Nos gusta "asociarnos". Nos alienta mucho. Pero el hermano infiel que no quiere arrepentirse se priva de esta convivencia para que se avergüence y para que se arrepienta para salvarse (1 Cor. 5:5). No es enemigo, sino hermano. Debemos saludar y tratarlo bien, y amonestarle como hermano amado (2 Tes. 3:15).

¿Enseña Pablo que la familia del hermano señalado no puede comer con él?

     Hay otros mandamientos que te­nemos que recordar también. Los man­damientos

de Dios no chocan entre sí. 1 Cor. 5:11 no fue escrito para destruir la familia. Pero el hogar no es, en primer término, un arreglo social. Es mucho más básico. Es una relación divina y perma­nente. No debemos nunca dejar de cumplir con nuestras obligaciones fami­liares (Efes. 5:22-6-4; Col. 3:18-21; 1 Ped. 3:1-7; etc.).

     En 1 Cor. 7:12-16 Pablo enseña a las hermanas a no dejar a sus maridos aunque sean incrédulos si éstos consienten en vivir con ellas. También 1 Ped. 3:1-6 enseña la sujeción de la hermana a su marido incon­verso. Estos textos nos enseñan que la relación matrimonial no debe ser afectada por la falta de fe del marido. (la hermana no puede dejarlo a menos que él sea for­nicario, Mat. 19:9).

     1 Cor. 5:11 no debe ser forzado a en­señar que la hermana no puede comer con su marido. Si ella debe estar sujeta a él y si no debe defraudarle sexualmente (1 Cor. 7:3,4), sería absurdo pensar que no debería comer con él. El sencillo punto es que ella debe seguir viviendo con él. Si no puede comer con él, no debe vivir con él (no debe dormir con él).

     Los padres cuidan de sus hijos; éstos honran a sus padres. La obligación familiar no es cancelada por 1 Cor. 5:11, aunque la iglesia (los demás miembros) no debiera comer con alguno de ellos. Padres e hijos (y a veces abuelos, suegros, tíos, etc.) Viven juntos, y si viven juntos, comen juntos. El "comer" del Cor. 5:11 es el corazón de vida social, no de vida familiar. En el caso de familiares más remo­tos (aun en otros pueblos) entra el juicio individual. Nadie puede juzgar todo caso por otros. Además, 1 Cor. 5 y 2 Tes 3 hablan del pecado en iglesias locales, y la disciplina había de llevarse a cabo por hermanos de cada iglesia local.

     ¿No se refiere 1 Cor. 5:11 a no comer la cena del Señor?  No. Dicen los v. 9,10 que sí podemos comer con los forni­carios del mundo. Cristo se asociaba con ellos aunque los fariseos lo condenaban por ello. Somos la luz del mundo y la sal de la tierra para salvar a los tales; por tanto, tenemos que asociarnos diaria­mente con ellos. Pero ¿comer qué? ¿La cena del Señor? No. Podemos comer so­cialmente con ellos como hizo Jesús. Pero el comer que sí podemos hacer con los del mundo es el comer que no podemos hacer con hermanos infieles que no se arrepien­ten (v.11). Hay que respetar el contexto.

     Si los miembros de la iglesia nunca comen juntos, ¿cómo sería efectiva esta clase de disciplina (el no comer social­mente con el hermano)?

     Este mandamiento pierde su fuerza para los hermanos que no comen juntos, pero en el primer siglo "en las casas, comían juntos con alegría y sencillez de corazón" (Hech. 2:46). Desde luego, si no comemos juntos, y luego decimos al her­mano infiel "No puedo comer con usted", él nos preguntará, "¿Y cuándo comió usted conmigo?"

     A veces hay hermanos que por ser muy estrictos y disciplinarios insisten mucho en "cortarle la comunión" a algún hermano pero no consideran que Pablo habla de apartarse, no asociarse, no jun­tarse, y no comer con ellos. El concepto que algunos tienen de la disciplina es sim­plemente alguna acción congregacional (algún anuncio, alguna carta), sin tomar en cuenta si hay o si no hay convivencia entre los miembros (es decir, si pueden apartarse).

     Si los miembros trabajan juntos en la obra, sufren juntos, gozan con los que se gozan y sufren con los que sufren (1 Cor. 12:26,27), etc., entonces esta enseñanza tiene gran fuerza y eficacia. Es un ver­dadero dolor ser cortado de la compañía de fieles cristianos. Es un plan perfecto y bonito, pero tiene que funcionar en su to­talidad; de no ser así, no funciona.

Debemos escuchar a Pedro: "Si alguno habla, hable conforme a las palabras de Dios" (1 Ped. 4:11). Si los miembros de la iglesia no se aman y no quieren asociarse los unos con los otros, este tema no tendrá significado para ellos. Es otro ejemplo de la importancia del amor; si no hay amor, no habrá disciplina, ni tampoco pureza en el cuerpo de Cristo.

     ¿Cuál es la consecuencia si la iglesia no practica esta disciplina?

     En primer lugar no agradamos a Dios y si estamos mal con Dios, estamos en peligro espiritual delante de El. Las igle­sias de Cristo que no obedecen a Cristo pueden ser rechazadas por El (Apoc. 2:5 "quitaré tu candelero de su lugar").

     En segundo lugar por nuestra negli­gencia acerca de estos mandamientos podemos

causar que el transgresor se pierda.

     En tercer lugar, la iglesia puede llegar a ser un refugio para infieles y mundanos. Dice Pablo "¿No sabéis que un poco de levadura leuda toda la masa?" (1 Cor. 5:6). En esta forma la iglesia de Cristo llega a ser un club social, un lugar de pura conveniencia humana. Los de afuera ya no tendrán ningún respeto por la iglesia. Ya no será la luz del mundo ni la sal de la tierra (Mat. 5:13-16). Ya no serán lu­minares (Fil. 2:15,16).

                                                  2 Tesalonicenses 3:6,14

   ¿Qué significa "que ande desordenada­mente"?

     En este contexto Pablo se refiere a los que no querían trabajar (léanse los ver. 6-15). Estos andaban desordenadamente, "no trabajando en nada, sino entremetiéndose en lo ajeno" (v. 11).

     Sin embargo, la expresión "andar des­ordenadamente" abarca la desobediencia de "lo que decimos por medio de esta carta" (v. 14), y, desde luego, lo que Pablo enseña en esta carta no es más importante que lo que él y los otros autores inspirados enseñan en las otras cartas.

     Si algún miembro comete pecado, cualquier pecado, y rehúsa arrepentirse, estas enseñanzas son aplicables.

     ¿Cómo podemos amonestarle si no podemos juntarnos con él? Nuestra única asociación con él debe ser con fines de amonestarle. No es necesario comer (o jugar o viajar) con él para amonestarle. Podemos llegar a su casa y hablarle for­malmente del asunto a tratar, sin entrar en conversaciones generales y sin tomar refrescos con él. No es difícil distinguir entre una conversación para amonestar (exhortar, advertir) y una conversación social placentera. El asunto que llevamos con tal hermano es serio. No es nuestro enemigo en ningún sentido, sino es nues­tro hermano; pero estamos obedeciendo la voz de nuestro Dios en un esfuerzo solemne de rescatarlo.

                                              Otras Preguntas Sobre El Tema

¿Por qué no practican la disciplina bíblica muchas iglesias de Cristo?

     En primer lugar, porque duele y causa vergüenza; no da gusto. El problema es semejante al caso de los padres que creen que aman a sus hijos y por eso no les pueden castigar (léase Prov. 13:24). La falta de disciplina, sea en el hogar o en la iglesia no indica amor sino la falta de amor. Si somos fieles cristianos y si en verdad amamos al Señor, seremos obe­dientes tanto a los mandamientos no pla­centeros como a los placenteros.

     Otra causa es que posiblemente al­gunos abusan de esta enseñanza. Hay ideas erróneas, hay conceptos sectarios e incluso se puede utilizar para tomar venganza. También hay gran peligro de aplicar la disciplina con parcialidad (1 Tim. 5:21 "guardes estas cosas sin pre­juicios, no haciendo nada con parcialidad".

     Pero no porque se cometan abusos al aplicar la disciplina se va a dejar de prac­ticarla; pues peores abusos se cometen al aplicar la enseñanza del bautismo y nadie cree que debemos dejar de bautizar.

     Tal vez la causa principal por el des­cuido de este plan de Dios sea el temor de los hombres. Tenemos lo que algunos pensarán o lo que dirán. Tenemos temor de lastimar los sentimientos de familiares, etc. Pero ¿qué dice 1 Juan 4:18?

     También se pueden mencionar la ig­norancia y la rebelión como causas del

problema. Algunos no entienden bien el tema, tal vez por falta de interés o por creer que el plan de Dios no es el más juicioso. Otros aparentemente se rebelan contra este plan de Dios.

     ¿Cómo puede la iglesia aplicar estos mandamientos si hay sospecha de pecado en la vida de algún miembro pero él re­húsa admitirlo?

     La iglesia no tiene y no ocupa detec­tives ni policías (aunque a veces parece que a algunos ancianos y predicadores les gusta jugar este papel). En el caso de tener sospechas que algún miembro haya pecado (por ejemplo, en adulterio) a veces se pone muy complicado el asunto de disciplina. Podemos enseñar, exhortar y tratar de razonar con tal hermano, pero al fin de cuentas no tenemos el don que Pedro poseía (Hechos 5:3,4). Sin em­bargo, casi siempre los

hermanos fieles y maduros pueden descubrir el mal en la congregación y quitarlo, si persisten. Lo principal es que todos los miembros coo­peren y que apoyen la verdad y la justicia en lugar de apoyar el pecado.

     ¿No dice Cristo "No juzguéis"? ¿No estamos "juzgando" al hermano cuando le aplicamos la disciplina?

     Si, Cristo dice "No juzguéis" en Mat. 7:1, pero si estudiamos el texto entero (los v. 1-5), veremos que está condenando el juzgar con hipocresía. En otro texto (Jn. 7:24) el Señor dice "No juzguéis según las apariencias, sino juzgad con justo juicio". Es importante observar que Cristo dice que debemos juzgar con justo juicio. Hay que "usar bien" la palabra (2 Tim. 2:15); no hay ningún texto (o verdad) que choque con otro texto (u otra verdad). También

recuérdese Sal. 119:160, "La suma de tu palabra es verdad" -- es decir, debemos examinar todo texto sobre cada tema bíblico estudiado.

     ¿Por qué, pues, dice Cristo que debemos dejar que la cizaña crezca con el trigo hasta el juicio "no sea que al arrancar la cizaña, arranquéis también con ella el trigo" (Mat. 13:29)?

Otra vez es impor­tante observar el contexto y "usar bien" la palabra de Dios. Cristo dice claramente que "el campo es el mundo" (Mat. 13:38); no está hablando de la iglesia. La cizaña representa los hijos del malo en "el mundo", y el trigo representa los "hijos del reino". Los discípulos esperaban un reino terrenal que estaría basado en la fuerza militar, y que los hombres malos (mayormente los romanos y otros enemi­gos de los judíos) fueran vencidos y

quitados. En todas las parábolas de Mat. 13 (como en todas sus enseñanzas) Cristo describe la naturaleza espiritual del reino.

     Los que usan la parábola del trigo y la cizaña para refutar los varios textos que hablan de la disciplina que la iglesia debe practicar caen en el error de torcer las Es­crituras (2 Ped. 3:16).

Conclusión:

     La disciplina es parte del plan de sal­vación. Los hermanos descarriados deben ser restaurados para ser salvos. Debemos seguir con todo cuidado el plan de Dios: cuando hay ofensas personales, tanto el ofensor como el ofendido debe procurar al otro para buscar la reconciliación. En cuanto a los demás pecados, las enseñan­zas del Espíritu Santo deben ser res­petadas, tanto para salvar almas como para mantener la pureza de la iglesia.

     No dejemos de predicar todo el plan de salvación: los pasos iniciales, y

todo lo necesario para restaurar al hermano descarriado.

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