El Fruto del Espíritu

          Gálatas 5:22, “Mas el fruto del Espíritu es amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fe,  23  mansedumbre, templanza; contra tales cosas no hay ley”.

          Este fruto es producido cuando permitimos que el Espíritu Santo tenga control de nuestra vida por medio de su palabra.

          Cuando llevamos este fruto del Espíritu, Cristo vive en nosotros.

          En Cristo se ve la perfección de estas cualidades. Deben ser reproducidas en nosotros.

          En este texto hay contraste entre las obras de la carne y el fruto (la manifestación) del Espíritu. El árbol es conocido por su fruto. Este texto describe el fruto que lleva el cristiano.

          Con respecto a las obras de la carne Pablo advierte que “los que practican tales cosas no heredarán el reino de Dios” (Gálatas 5:21).

          El Espíritu mora en el cristiano. Romanos 8:9, “Mas vosotros no vivís según la carne, sino según el Espíritu, si es que el Espíritu de Dios mora en vosotros. Y si alguno no tiene el Espíritu de Cristo, no es de él”.

          Debemos estar llenos del Espíritu. Efesios 5:18, “No os embriaguéis con vino, en lo cual hay disolución; antes bien sed llenos del Espíritu”.

          Por eso, debemos andar en el Espíritu (v. 16); ser guiados por el Espíritu (v. 18); y vivir por el Espíritu (v. 25). Si hacemos esto, llevaremos el fruto del Espíritu.

          Esto se realiza si vivimos de acuerdo a la enseñanza del Espíritu revelada en el N. T.

          Si no llevamos el fruto del Espíritu, contristamos al Espíritu. Efesios 4:30, “Y no contristéis al Espíritu Santo de Dios, con el cual fuisteis sellados para el día de la redención.  31  Quítense de vosotros toda amargura, enojo, ira, gritería y maledicencia, y toda malicia.  32  Antes sed benignos unos con otros, misericordiosos, perdonándoos unos a otros, como Dios también os perdonó a vosotros en Cristo”.

Amor

          Este es el amor de Juan 3:16, “Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna”.

          No es el amor de familia. No es la pasión sexual (el “amor” carnal que se menciona repetidas veces en la televisión).

          No simplemente el amor de sentimiento y afecto. Más bien, tiene que ver con el intelecto y la voluntad.

          Es el amor que ama a los que no son dignos de nuestro amor, que ama a los que no merecen nuestro amor, que ama a los que no nos agradan.

          Es como el amor de Dios, el amor de Cristo. Romanos 5:8, “Mas Dios muestra su amor para con nosotros, en que siendo aún pecadores, Cristo murió por nosotros”. Lucas 6:35, “Amad, pues, a vuestros enemigos, y haced bien, y prestad, no esperando de ello nada; y será vuestro galardón grande, y seréis hijos del Altísimo; porque él es benigno para con los ingratos y malos.  36  Sed, pues, misericordiosos, como también vuestro Padre es misericordioso”.

          El amor se contrasta con enemistades, disensiones, envidias y homicidios. Romanos 13:10, “El amor no hace mal al prójimo”.

          Por eso, el amor es la primera cosa en la lista, y con buena razón. Ha sido llamada la madre de todas las virtudes, la palabra característica de la religión de Cristo.

          Colosenses 3:14, “Y sobre todas estas cosas vestíos de amor, que es el vínculo perfecto.”

          El amor es la tierra fértil en la cual las demás virtudes viven y florecen. Si tenemos amor, tendremos las demás virtudes también.

          1 Juan 4:8, “Dios es amor”, y el cristiano debe ser imitador de Dios (Efesios 5:1).

          Juan 13:34, “Un mandamiento nuevo os doy: Que os améis unos a otros; como yo os he amado, que también os améis unos a otros.  35  En esto conocerán todos que sois mis discípulos, si tuviereis amor los unos con los otros”.

          Jesús dice, “como yo os he amado”. Dio su vida por nosotros. ¿Nos amamos los unos a los otros de esta manera?

          1 Corintios 16:14, “Todas vuestras cosas sean hechas con amor”.

          El amor puede ser conocido solamente por sus acciones:

          -- El amor hacia Dios se ve en la completa obediencia a su voluntad.

          -- El amor hacia el hombre se ve en la buena voluntad que siempre busca su bienestar.

          1 Corintios 13:4-8 bien describe el comportamiento de este amor. Dice Pablo que sin este amor “nada soy” (v. 2).

Gozo

          Cristo trae gozo al hombre.  El N. T. es libro de gozo. Este es el ambiente del cristiano.

          Es el producto natural de nuestro amor hacia Dios y Cristo, como también nuestro amor hacia los hombres, mayormente hacia los hermanos en Cristo.           

          El oír y aprender el evangelio trae gozo. Lucas 2:10, “el ángel les dijo: No temáis; porque he aquí os doy nuevas de gran gozo, que será para todo el pueblo:  11  que os ha nacido hoy, en la ciudad de David, un Salvador, que es CRISTO el Señor”.

          Mateo 2:10 (los magos), “Y al ver la estrella, se regocijaron con muy grande gozo”.

          Lucas 19:6, “Cuando Jesús llegó a aquel lugar, mirando hacia arriba, le vio, y le dijo: Zaqueo, date prisa, desciende, porque hoy es necesario que pose yo en tu casa.  6  Entonces él descendió aprisa, y le recibió gozoso”.

          La resurrección de Jesús trae gozo. Mateo 28:6, “No está aquí, pues ha resucitado, como dijo. Venid, ved el lugar donde fue puesto el Señor.  7  E id pronto y decid a sus discípulos que ha resucitado de los muertos, y he aquí va delante de vosotros a Galilea; allí le veréis. He aquí, os lo he dicho.  8  Entonces ellas, saliendo del sepulcro con temor y gran gozo”.

          El obedecer al evangelio trae gozo.

          Hechos 8:5, “Entonces Felipe, des-cendiendo a la ciudad de Samaria, les predicaba a Cristo.  6  Y la gente, unánime, escuchaba atentamente las cosas que decía Felipe, oyendo y viendo las señales que hacía.  7  Porque de muchos que tenían espíritus inmundos, salían éstos dando grandes voces; y muchos paralíticos y cojos eran sanados;  8  así que había gran gozo en aquella ciudad”.

          Es el gozo del pastor que encontró la oveja perdida.

          Es el gozo de la mujer que encontró la moneda perdida.

          Es el gozo del padre cuando regresó el hijo pródigo.

          El gozo está asociado con el guardar los mandamientos del Señor.

          Juan 15:10, “Si guardareis mis mandamientos, permaneceréis en mi amor; así como yo he guardado los mandamientos de mi Padre, y permanezco en su amor.  11  Estas cosas os he hablado, para que mi gozo esté en vosotros, y vuestro gozo sea cumplido”.

          La obediencia del eunuco le trajo gozo. Hechos 8:39, “Cuando subieron del agua, el Espíritu del Señor arrebató a Felipe; y el eunuco no le vio más, y siguió gozoso su camino”.

          También al carcelero de Filipos. Hechos 16:33, “Y él, tomándolos en aquella misma hora de la noche, les lavó las heridas; y en seguida se bautizó él con todos los suyos.  34  Y llevándolos a su casa, les puso la mesa; y se regocijó con toda su casa de haber creído a Dios”.

          Observar los efectos de la predicación del evangelio trae gozo.           

          Hechos 11:23, “Este (Bernabé), cuan-do llegó (a Antioquía), y vio la gracia de Dios, se regocijó, y exhortó a todos a que con propósito de corazón permaneciesen fieles al Señor”. Hechos 15:3, “Ellos, pues, habiendo sido encaminados por la iglesia, pasaron por Fenicia y Samaria, contando la conversión de los gentiles; y causaban gran gozo a todos los hermanos”.

          Romanos 16:19, “Porque vuestra obediencia ha venido a ser notoria a todos, así que me gozo de vosotros”;

          La unidad produce gozo. Filipenses 2:2, “completad mi gozo, sintiendo lo mismo, teniendo el mismo amor, unánimes, sintiendo una misma cosa”.

          La firmeza de los hermanos produce gozo. Colosenses 2:5, “Porque aunque estoy ausente en cuerpo, no obstante en espíritu estoy con vosotros, gozándome y mirando vuestro buen orden y la firmeza de vuestra fe en Cristo”.

          1 Tesalonicenses 3:8, “porque ahora vivimos, si vosotros estáis firmes en el Señor.  9  Por lo cual, ¿qué acción de gracias podremos dar a Dios por vosotros, por todo el gozo con que nos gozamos a causa de vosotros delante de nuestro Dios”.

          2 Juan 4, “Mucho me regocijé porque he hallado a algunos de tus hijos andando en la verdad, conforme al mandamiento que recibimos del Padre”.

          3 Juan 4, “No tengo yo mayor gozo que este, el oír que mis hijos andan en la verdad”.

          El soportar pruebas produce gozo. Si las pruebas solamente causan tristeza, debemos examinar nuestro corazón. El gozo y la aflicción van de la mano.

          Como preso en Roma Pablo escribió a los filipenses y habla mucho del gozo.

          Hebreos 12:2, “puestos los ojos en Jesús, el autor y consumador de la fe, el cual por el gozo puesto delante de él sufrió la cruz, menospreciando el oprobio, y se sentó a la diestra del trono de Dios”.

          Santiago 1:2, “Hermanos míos, tened por sumo gozo cuando os halléis en diversas pruebas,  3  sabiendo que la prueba de vuestra fe produce paciencia”.

          Hechos 5:41, “Y ellos salieron de la presencia del concilio, gozosos de haber sido tenidos por dignos de padecer afrenta por causa del Nombre”.

          Es como el gozo de la mujer cuando da a luz. Juan 16:21, “La mujer cuando da a luz, tiene dolor, porque ha llegado su hora; pero después que ha dado a luz un niño, ya no se acuerda de la angustia, por el gozo de que haya nacido un hombre en el mundo.  22  También vosotros ahora tenéis tristeza; pero os volveré a ver, y se gozará vuestro corazón, y nadie os quitará vuestro gozo”.

                   Habrá gozo eterno para los que son fieles hasta el fin.

          Mateo 25:21, “Y su señor le dijo: Bien, buen siervo y fiel; sobre poco has sido fiel, sobre mucho te pondré; entra en el gozo de tu señor”.

Paz

          Es don de Cristo. Juan 14:27, “La paz os dejo, mi paz os doy; yo no os la doy como el mundo la da. No se turbe vuestro corazón, ni tenga miedo”; 16:33, “Estas cosas os he hablado para que en mí tengáis paz. En el mundo tendréis aflicción; pero confiad, yo he vencido al mundo”.

          Las obras de la carne destruyen la tranquilidad del alma, pero esta tranquilidad será restaurada si llevamos el fruto del Espíritu.

          El cristiano tiene paz con Dios porque sus pecados se han perdonado. Romanos 5:1, “Justificados, pues, por la fe, tenemos paz para con Dios”.

          El evangelio destruye la enemistad entre judíos y gentiles. Efesios 2:14, “Porque él es nuestra paz, que de ambos pueblos hizo uno, derribando la pared intermedia de separación,  15  aboliendo en su carne las enemistades, la ley de los mandamientos expresados en ordenanzas, para crear en sí mismo de los dos un solo y nuevo hombre, haciendo la paz,  16  y mediante la cruz reconciliar con Dios a ambos en un solo cuerpo, matando en ella las enemistades”.

          De la misma manera el evangelio destruye la enemistad creada por todas las diferencias de nación, raza, color, estado económico, nivel de educación académica, etc.

          Es necesario que haya paz en el corazón del cristiano. Filipenses 4:6, “Por nada estéis afanosos, sino sean conocidas vuestras peticiones delante de Dios en toda oración y ruego, con acción de gracias.  7  Y la paz de Dios, que sobrepasa todo entendimiento, guardará vuestros corazones y vuestros pensamientos en Cristo Jesús”.

          El hombre no puede producir tal tranquilidad, ni con filosofía, ni con dinero, ni con medicina, ni con otra cosa. Los hombres del mundo no conocen esta paz.

          Es necesario que haya paz en la iglesia, sobre todo en la iglesia local.

          Colosenses 3:15, “Y la paz de Dios gobierne en vuestros corazones, a la que asimismo fuisteis llamados en un solo cuerpo; y sed agradecidos”.

          1 Tesalonicenses 5:13, “Tened paz entre vosotros”.

          1 Pedro 3:11, “Busque la paz, y sígala”; 3:14, “Por lo cual, oh amados, estando en espera de estas cosas, procurad con diligencia ser hallados por él sin mancha e irreprensibles, en paz”.

          Para tener esta paz hay que “buscarla”. Hay que “seguirla”. Hay que “procurar con diligencia” estar en paz. Esta paz no viene por casualidad; requiere esfuerzo.

          También debemos tener paz con otros. Romanos 12:18, “Si es posible, en cuanto dependa de vosotros, estad en paz con todos los hombres”.

          “Si es posible”. A veces no es posible. No quiere decir obtener la paz a toda costa; no significa “apaciguar” cueste lo que cueste; es decir, no debemos comprometernos con el error y el pecado para obtener la “paz”.

          Mateo 5:9 , “Bienaventurados los pacificadores, porque ellos serán llamados hijos de Dios”. Los que se esfuerzan por promover la paz bíblica son “pacificadores”.

          Pero muchos hermanos no son “pacificadores”, sino simplemente “apaciguadores”.

          Efesios 4:3, “solícitos en guardar la unidad del Espíritu en el vínculo de la paz;  4  un cuerpo, y un Espíritu, como fuisteis también llamados en una misma esperanza de vuestra vocación;  5  un Señor, una fe, un bautismo,  6  un Dios y Padre de todos, el cual es sobre todos, y por todos, y en todos”.

          ¡Esta es la verdadera plataforma de la unidad y la paz!

          En cuanto a opiniones (Romanos 14:1-5) Pablo dice (v. 19), “Así que, sigamos lo que contribuye a la paz y a la mutua edificación”; muchos hermanos no toman en cuenta esta exhortación y destruyen la unidad y paz de la iglesia imponiendo sus opiniones como leyes.

Paciencia (longanimidad)

          Muchos textos afirman que Dios es “tardo para la ira”. Éxodo 34:6, “¡Jehová! fuerte, misericordioso y piadoso; tardo para la ira, y grande en misericordia y verdad”. (Neh. 9:17; Salmo 103:8; 86:15; 145:8; Jonás 4:2).

          Porque quiere dar tiempo al hombre para que se arrepienta. 2 Pedro 3:9, “El Señor no retarda su promesa, según algunos la tienen por tardanza, sino que es paciente para con nosotros, no queriendo que ninguno perezca, sino que todos procedan al arrepentimiento”.

          Los mundanos se disgustan, se enojan, y no toleran ningún insulto, ningún agravio. Buscan venganza. Son muy prontos para demandar. Esto es lo opuesto de “longanimidad”.

          El genio o carácter “pesado”, el mal humor, etc. es la causa de múltiples problemas en la iglesia. Tales personas simplemente no se llevan bien con sus hermanos. Son fácilmente ofendidos. Dicen y hacen cosas que destruyen la paz de la iglesia.    

          Si tenemos paz con Dios, tendremos paciencia con otros, mayormente con los hermanos en Cristo. Cristianos son misericordiosos. Son sufridos. Soportan injurias sin buscar venganza. No pierden la paciencia con la gente.

          Esta cualidad es la base de la humildad, del perdón y de la comunión con hermanos.

          Los ancianos (obispos) de la iglesia no deben ser pendencieros, sino amables, apacibles (1 Timoteo 3:3), no iracundos (Tito 1:7).

          Un hombre iracundo no puede enseñar el evangelio (porque él mismo no lo practica).

          Proverbios 16:32, “Mejor es el que tarda en airarse que el fuerte;  Y el que se enseñorea de su espíritu, que el que toma una ciudad”.

          Los ancianos (los de edad avanzada) deben ser pacientes. Tito 2:2, “Que los ancianos sean sobrios, serios, prudentes, sanos en la fe, en el amor, en la paciencia”.

          Como ya hemos visto, Dios es nuestro ejemplo. Romanos 2:4, “¿O menosprecias las riquezas de su benignidad, paciencia y longanimidad, ignorando que su benignidad te guía al arrepentimiento?”

          2 Pedro 3:15, “Y tened entendido que la paciencia (longanimidad) de nuestro Señor es para salvación”. Si Dios no tuviera esta cualidad, no habría esperanza para nadie.

          Los apóstoles eran sufridos. 2 Corintios 6:6, “antes bien, nos recomendamos en todo como ministros de Dios, en mucha paciencia, en tribulaciones, en necesidades, en angustias;  5  en azotes, en cárceles, en tumultos, en trabajos, en desvelos, en ayunos;  6  en pureza, en ciencia, en longanimidad, en bondad, en el Espíritu Santo, en amor sincero”.

          Todos los que predican deben practicar esta cualidad. 2 Timoteo 4:2, “que prediques la palabra; que instes a tiempo y fuera de tiempo; redarguye, reprende, exhorta con toda paciencia y doctrina”.

          Debemos seguir su ejemplo. 1 Corintios 13:4, “El amor es sufrido”.

          Efesios 4:1, “Yo pues, preso en el Señor, os ruego que andéis como es digno de la vocación con que fuisteis llamados,  2  con toda humildad y mansedumbre, soportándoos con paciencia los unos a los otros en amor, 3  solícitos en guardar la unidad del Espíritu en el vínculo de la paz”.

          Es algo que vestimos como ropa. Colosenses 3:12, “Vestíos, pues, como escogidos de Dios, santos y amados, de entrañable misericordia, de benignidad, de humildad, de mansedumbre, de paciencia;  13  soportándoos unos a otros, y perdonándoos unos a otros si alguno tuviere queja contra otro. De la manera que Cristo os perdonó, así también hacedlo vosotros”.

Bondad

          Es “gemela” del amor. 1 Corintios 13:4, “el amor es benigno”.

          Esta palabra se encuentra en otros textos ya citados: Romanos 2:4 (Dios); 2 Corintios 6:6 (apóstoles); Colosenses 3:12 (el vestido del cristiano).

          Lucas 6:35, Dios “es benigno para con los ingratos y malos”.

          En su bondad Dios nos salva. Tito 3:4, “Pero cuando se manifestó la bondad de Dios nuestro Salvador, y su amor para con los hombres,  5  nos salvó”.

          El servicio de Cristo es bondadoso. Mateo 11:30, “porque mi yugo es fácil (chrestotes, bondadoso). El yugo de Cristo no es tiranía. Más bien, está perfectamente apropiado para nosotros. Nos queda bien. Está bien ajustado. Los mandamientos del Señor no son gravosos.

          La longanimidad es pasiva. La bondad es activa. La longanimidad aguanta. La bondad conquista, volviendo bien por mal.

          Romanos 12:21, “No seas vencido de lo malo, sino vence con el bien el mal”.

          Cristianos practican la bondad. Efesios 4:31, “Quítense de vosotros toda amargura, enojo, ira, gritería y maledicencia, y toda malicia.  32  Antes sed benignos unos con otros, misericordiosos, perdonándoos unos a otros, como Dios también os perdonó a vosotros en Cristo”.

          Romanos 15:14, “Pero estoy seguro de vosotros, hermanos míos, de que vosotros mismos estáis llenos de bondad, llenos de todo conocimiento, de tal manera que podéis amonestaros los unos a los otros”.

Fe (Fidelidad)

          Debemos ser fieles como Cristo es fiel y la Palabra de Cristo es fiel y verdadera.          Apocalipsis 1:5, “Jesucristo, el testigo fiel”; Apocalipsis 21:5, “Y el que estaba sentado en el trono dijo: He aquí, yo hago nuevas todas las cosas. Y me dijo: Escribe; porque estas palabras son fieles y verdaderas”.

          Pablo afirma varias verdades que son “palabras fieles”. Son completamente confiables. Podemos y debemos creerlos, sin duda alguna.

          -- 1 Timoteo 1:15, “Palabra fiel y digna de ser recibida por todos: que Cristo Jesús vino al mundo para salvar a los pecadores, de los cuales yo soy el primero”.

          -- 1 Timoteo 3:1, “Palabra fiel: Si alguno anhela obispado, buena obra desea”.

          -- 2 Timoteo 2:11, “Palabra fiel es esta:  Si somos muertos con él, también viviremos con él;  12  Si sufrimos, también reinaremos con él;  Si le negáremos, él también nos negará. 13  Si fuéremos infieles, él permanece fiel;  El no puede negarse a sí mismo”.

          -- Tito 3:8, “Palabra fiel es esta, y en estas cosas quiero que insistas con firmeza, para que los que creen en Dios procuren ocuparse en buenas obras”.

          Con respecto a Dios, nuestra fidelidad quiere decir ser fiel a El y su palabra (enseñanza). Cumplir fielmente su voluntad.

          No simplemente asistir. Parece que algunos creen que con tal que asista es fiel, pero la fidelidad requiere mucho más que el asistir.

          Ejemplos de hombres fieles:

          Tíquico era fiel. Efesios 6:21, “Tíquico, hermano amado y fiel ministro en el Señor”.

          Epafras era fiel. Colosenses 1:7, “Epafras, nuestro consiervo amado, que es un fiel ministro de Cristo para vosotros”.

          Pablo era fiel. 1 Timoteo 1:12, “Cristo … me tuvo por fiel, poniéndome en el ministerio”.

          Moisés era fiel. Hebreos 3:5, “Moisés a la verdad fue fiel en toda la casa de Dios, como siervo”.

          Fidelidad en el matrimonio. Efesios 5:24, “Maridos, amad a vuestras mujeres, así como Cristo amó a la iglesia, y se entregó a sí mismo por ella”; Tito 2:4 , “enseñen a las mujeres jóvenes a amar a sus maridos y a sus hijos”.

          Aun entre hermanos hay una plaga de infidelidad entre esposos. Oímos de maridos y esposas (que habían prometido devoción eterna el uno al otro) que se enredan en “amoríos” con otros y tienen “aventuras extramaritales”.

          ¿Cristo ama a su iglesia de esta manera? ¿Cristo busca una “mujer encantadora” aparte de su iglesia?

          Fidelidad quiere decir completamente responsable y confiable. “¡El dio su palabra;

su palabra es buena; usted puede creerle. Puede depender de él!”

          Siervos (y todos los obreros) deben ser fieles, confiables. Tito 2:9, “Exhorta a los siervos a que se sujeten a sus amos, que agraden en todo, que no sean respondones;  10  no defraudando, sino mostrándose fieles en todo, para que en todo adornen la doctrina de Dios nuestro Salvador”.

          Apóstoles (y predicadores) deben ser fieles. 1 Corintios 4:2, “Así, pues, téngannos los hombres por servidores de Cristo, y administradores de los misterios de Dios.  2  Ahora bien, se requiere de los administradores, que cada uno sea hallado fiel”.

          2 Timoteo 2:2, “Lo que has oído de mí ante muchos testigos, esto encarga a hombres fieles que sean idóneos para enseñar también a otros”.

Mansedumbre

          Los antiguos usaban esta palabra del caballo salvaje cuando es domado. Todavía tiene su fuerza, pero ahora es manso y útil para el hombre.

          Mansedumbre es compañera de la humildad. Es el remedio ideal para combatir contiendas y disensiones. Es lo opuesto de la ira, la soberbia, la arrogancia

          Santiago 3:13, “¿Quién es sabio y entendido entre vosotros? Muestre por la buena conducta sus obras en sabia mansedumbre.  14  Pero si tenéis celos amargos y contención en vuestro corazón, no os jactéis, ni mintáis contra la verdad”.

          Mansedumbre está asociada con la humildad y la bondad. Es lo opuesto de la soberbia. Es otro compañero íntimo del amor.

          No es timidez. Se puede enojar … cuando debe … en la forma correcta … para el tiempo necesario.

          Jesús era manso. Mateo 11:29, “Llevad mi yugo sobre vosotros, y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón y hallaréis descanso para vuestras almas; 30  porque mi yugo es fácil, y ligera mi carga”.

          Moisés era manso. Números 12:3, “Y aquel varón Moisés era muy manso, más que todos los hombres que había sobre la tierra”.

          Mansedumbre necesaria para aprender. Santiago 1:21, “Por lo cual, desechando toda inmundicia y abundancia de malicia, recibid con mansedumbre la palabra implantada, la cual puede salvar vuestras almas”.

          Mansedumbre necesaria para corregir. Gálatas 6:1, “Hermanos, si alguno fuere sorprendido en alguna falta, vosotros que sois espirituales, restauradle con espíritu de mansedumbre, considerándote a ti mismo, no sea que tú también seas tentado”.

          Mansedumbre necesaria para responder. 1 Pedro 3:15, “sino santificad a Dios el Señor en vuestros corazones, y estad siempre preparados para presentar defensa con mansedumbre y reverencia ante todo el que os demande razón de la esperanza que hay en vosotros”.

          Mostrar mansedumbre hacia todos. Tito 3:2, “Que a nadie difamen, que no sean pendencieros, sino amables, mostrando toda mansedumbre para con todos los hombres”.

          Los mansos heredarán la tierra (Mateo 5:5); es decir, ahora mismo reciben las más grandes, las más ricas bendiciones de la tierra. 1 Corintios 3:21, “Así que, ninguno se gloríe en los hombres; porque todo es vuestro:  22  sea Pablo, sea Apolos, sea Cefas, sea el mundo, sea la vida, sea la muerte, sea lo presente, sea lo por venir, todo es vuestro,  23  y vosotros de Cristo, y Cristo de Dios”.

Dominio Propio

          La palabra “templanza” quiere decir dominio propio. La templanza es solamente una forma del dominio propio.

          Requisito para ser obispo. Tito 1:8, “hospedador, amante de lo bueno, sobrio, justo, santo, dueño de sí mismo”.

          Dominio propio se muestra en la conversión. Efesios 4:22, “En cuanto a la pasada manera de vivir, despojaos del viejo hombre, que está viciado conforme a los deseos engañosos,  23  y renovaos en el espíritu de vuestra mente,  24  y vestíos del nuevo hombre, creado según Dios en la justicia y santidad de la verdad”.

          Para tener el dominio propio hay que pagar el precio. Mateo 16:24, “Entonces Jesús dijo a sus discípulos: Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, y tome su cruz, y sígame”. Este es el primer paso.

          Muchos limitan la palabra “templanza” al abstenerse del alcohol, pero el dominio propio tiene que ejercerse en todo.

          Dominio propio sobre la mente, la voluntad, las emociones.

          Dominio propio sobre el uso del tiempo, energía, recursos económicos.

          Dominio propio sobre el uso de la lengua. Santiago 3:2, “. Si alguno no ofende en palabra, éste es varón perfecto, capaz también de refrenar todo el cuerpo”.

          Lo más importante es que crezcamos espiritualmente para que amemos lo bueno y aborrecer lo malo, pues practicamos lo que amamos y no practicamos lo que aborrecemos.

          El dominio propio es la victoria sobre sí mismo, sobre los deseos de la carne, los impulsos y apetitos carnales.

          1 Pedro 2:11, “Amados, yo os ruego como a extranjeros y peregrinos, que os abstengáis de los deseos carnales que batallan contra el alma”.

          Por eso, añadir el dominio propio. 2 Pedro 1:5, “añadid …  6 al conocimiento, dominio propio”.

Al Estudio Anterior: Blasfemar contra el Espíritu Santo
Sermones Index
Al Siguiente Estudio: La obra del Espíritu Santo