Pablo y el mago Barjesús

(Un estudio sobre la necesidad de exponer a los falsos maestros y destruir la confianza que la gente tiene en ellos)

Los magos de Mateo 2

      La Biblia habla de "magos" en Mat. 2:1, 7, 10; "Cuando Jesús nació en Belén de Judea en días del rey Herodes, vinieron del oriente a Jerusalén unos magos ... Entonces Herodes, llamando en secreto a los magos, indagó de ellos diligentemente el tiempo de la aparición de la estrella". Estos eran sinceros adoradores del Niño Jesús.

      En Hech. 13, el mago Elimas o Barjesús se describe como "falso profeta" y su obra como diabólica.

El mago de Hechos 13

      Dice el texto: "Y habiendo atravesado toda la isla hasta Pafos, hallaron a cierto mago, falso profeta, judío, llamado Barjesús, que estaba con el procónsul Sergio Paulo, varón prudente. Este, llamando a Bernabé y a Saulo, deseaba oír la palabra de Dios. Pero les resistía Elimas, el mago (pues así se traduce su nombre), procurando apartar de la fe al procónsul. En­tonces Saulo, que también es Pablo, lleno del Espíritu Santo, fijando en él los ojos, dijo: ¡Oh, lleno de todo engaño y de toda maldad, hijo del diablo, enemigo de toda justicia! ¿No cesarás de trastornar los caminos rectos del Señor? Ahora, pues, he aquí la mano del Señor está contra ti, y serás ciego, y no verás el sol por al­gún tiempo. E inmediatamente cayeron sobre él oscuridad y tinieblas; y andando alrededor, buscaba quien le condujese de la mano. En­tonces el procónsul, viendo lo que había suce­dido, creyó, maravillado de la doctrina del Señor".

      Era la costumbre de hombres eminentes tener en su presencia a los que profesaban pro­nunciar los oráculos de los dioses, predecir el futuro, aconsejar con respecto a las señales de cierta amenaza futura, etcétera.

Varón prudente

      Si Sergio Paulo era "varón prudente", ¿por qué tenía en su presencia a un hombre de tal carácter? ¿Por qué creía en tales cosas? La palabra prudente significa que Sergio Paulo tenía mente abierta, que investigaba las cosas. El estaba dispuesto a aceptar la verdad, lo bueno, lo beneficioso, de cualquier fuente. Como dice Pablo en 1 Tes. 5:21, "Examinadlo todo; retened lo bueno". Sergio Paulo escu­chaba a cualquier mago (cualquier hombre sabio), a Barjesús y ahora a Pablo también, porque Pablo y Bernabé traían nuevas revela­ciones.

Deseaba oír la Palabra

      Sergio Paulo "deseaba oír la palabra de Dios". ¡Qué buena oportunidad! Hoy en día hay muy pocos hombres que desean oír la pa­labra de Dios, menos los hombres eminentes. Todo predicador sincero busca a tales personas que escucharán al mensaje de Dios. Son las ovejas que oirán la voz de Cristo, el Buen Pas­tor. Pablo predicó también a Félix, a Festo (gobernadores) y al Rey Agripa. En Roma hizo conversos aun en la casa de César (Hech. 24:26; Fil. 4:22).

Pero les resistía Elimas

      Elimas no quería perder la ventaja que tenía con el procónsul ni su fuente de ganancia y su popularidad. Si el procónsul Sergio Paulo escuchara a Bernabé y Pablo, entonces, Elimas sería expuesto como impostor y esto sería el fin de su poder e influencia con Sergio Paulo. Se opuso a Pablo, pues, por interés. El poder político y económico, la ganancia, el bienestar material son los factores que determinan para muchos hombres "qué cosa es verdad". No ha­cen investigación de la verdad, sino que buscan su propia conveniencia. Así es su reacción a la palabra predicada.

Procurando apartar de la fe al procónsul

      ¡Un acto sumamente diabólico! Muchos hacen esto sin pensar o querer hacerlo quizás, pero otros lo hacen deliberadamente. Ponen tropiezos, causan escándalos, y hacen todo lo posible por evitar que la gente escuche a la palabra de Dios. "Cuando alguno oye la pa­labra del reino y no la entiende, viene el malo, y arrebata lo que fue sembrado en su corazón" (Mat. 13:19). Siempre hay cantidad de "aves" que vienen y comen la semilla.

      El causar tropiezos y estorbar al que pre­dica la palabra, es denunciado severamente por el Señor. "Y cualquiera que haga tropezar a alguno de estos pequeños que creen en mí, mejor le fuera que se le colgase al cuello una piedra de molino de asno, y que se le hundiese en lo profundo del mar. ¡Ay del mundo por los tropiezos! porque es necesario que vengan tropiezos, pero ¡ay de aquel hombre por quien viene el tropiezo!" (Mat. 18:6,7).

      La Iglesia Católica Romana, los “testigos” del Atalaya y otras de­nominaciones impiden que sus miembros oigan la palabra de verdad. Levantan toda clase de obstáculo para evitar que se haga investigación del evangelio puro. No admiten debates, no quieren que sus miembros asistan a los servi­cios donde el evangelio se predica, no permiten que lean los libros, artículos, periódicos, etc. que exponen el evangelio en su sencillez. Ha­cen la misma cosa que Elimas hizo: resisten al que predica la verdad y procuran apartar de la fe al que "deseaba oír la palabra de Dios".

¿Qué hacer con tal hombre?

      Es un caso serio. Un hombre prudente desea oír el evangelio; quiere oír pero es impedido por un hombre insincero, un hombre que por interés impide la predicación. Sin embargo, es necesario tener presente que este falso es res­petado por el mismo hombre prudente que quiere oír la palabra. ¿Cómo tratarlo? ¿con suavidad y cuidado para no ofender a Sergio Paulo? ¿con guantes de seda?

      Solamente una cosa se puede hacer en tal caso y Pablo lo hizo; es decir, cumplió con la voluntad de Dios reprendiendo el pecado y ex­poniendo al falso. Hablando Pablo acerca de la obra de los ancianos, dice, "es preciso tapar la boca" de los engañadores (Tito 1:10, 11). Es lo que Pablo hizo sin demorar, sin darle más tiempo a Elimas para seguir engañando y trastornando los caminos rectos de Dios.

Lleno del Espíritu Santo

      Lo que Pablo hace en seguida no es por pasión humana ni por impaciencia. Pablo siempre vivía sujeto al poder divino y Dios le guiaba en la divina obra que hacía. El Espíritu Santo ahora influye grandemente en Pablo. Es guiado Pablo por el Espíritu Santo para que la voluntad de Dios se haga (Rom. 8:l4).

      "Fijando en él los ojos". Elimas les "resistía" (estar en pie en contra, cara a cara). Y ahora Pablo ¡fijando en el los ojos! Como "los ojos de todos en la sinagoga (Nazaret) estaban fijos en" Cristo (Luc. 4:20) y como Cornelio, mirando "fijamente" al ángel, así Pablo "fijando en él los ojos", penetrando hasta lo profundo del corazón pervertido de Elimas, denuncia su maldad.

      "Oh, lleno de todo engaño". Ahora Pablo dice a Elimas lo que éste ya sabía, que era un en­gañador. En esta misma forma "los principales sacerdotes, los escribas, y los ancianos del pueblo se reunieron ... y tuvieron consejo para prender con engaño a Jesús, y matarle (Mat. 26:3,4).

      "Toda maldad". "Vileza" dice la Versión hispano-americana. Sin duda, esto fue un golpe duro contra Sergio Paulo también, porque él tenía mucha confianza en Elimas, su consejero, su mentor, su guía "sabio".

      "Hijo del diablo", en lugar de "Bar-jesús". "Bar" significa hijo. Se llamó hijo de Jesús (salvador), pero Pablo lo cambia. No era digno de llamarse "Barjesús"; su nombre más correcto era hijo del diablo, porque la palabra "diablo" quiere decir calumniador. Bajo la in­fluencia del diablo, Satanás mismo, este hom­bre practicaba el engaño, utilizaba los artes del diablo, promoviendo diseños satánicos. Así era digno de llamarse "hijo del diablo", y todo hombre quien practica los diseños y engaños del diablo lo es también. Todo hombre que sustituye las cosas de Dios con cosas humanas, ideas divinas con ideas humanas, se porta como hijo del diablo. En cierta ocasión aun Pedro mereció la reprensión: "Entonces Pedro tomándolo aparte, comenzó a reconvenirle, di­ciendo: Señor, ten compasión de ti; en ninguna manera esto te acontezca. Pero él, volviéndose, dijo a Pedro: ¡Quítate de delante de mí, Sa­tanás!; me eres tropiezo, porque no pones la mira en las cosas de Dios, sino en las de los hombres" (Mat. 16:22, 23). Cristo había expli­cado que le era necesario ir a Jerusalén y sufrir y ser muerto, pero no le gustó a Pedro tal pen­samiento y reprendió a Jesús. Pedro hizo el papel del diablo, hablando en contra de lo que Jesús pensaba hacer para la salvación del mundo. Cumplió en esta forma la parte de Sa­tanás, el adversario. Cualquier oposición al plan de Dios es la parte de Satanás. Uno se porta como hijo del diablo en tal obra.

      "Enemigo de toda justicia", enemigo per­sonal de toda justicia. Un hombre que vive por la maldad será enemigo de la integridad; el que vive por el fraude será enemigo de la verdad; el vicioso será enemigo de las reglas de pureza; y los enemigos de la justicia son enemigos de la cruz. "Porque por ahí andan muchos, de los cuales os dije muchas veces, y aun ahora lo digo llorando, que son enemigos de la cruz de Cristo; el fin de los cuales será perdición, cuyo dios es el vientre, y cuya gloria es su vergüenza; que sólo piensan en lo terrenal" (Fil. 3:l8,l9).

Abrir los ojos de Sergio Paulo

      Era preciso abrir los ojos a Sergio Paulo; era urgente que él viera a Elimas en la luz co­rrecta, expuesto como impostor y hombre fraudulento. Todo hombre que se sujeta a la in­fluencia de otro hombre, se convierte a las cualidades y prácticas de su maestro y guía. Por ejemplo, como dice Jesús, "¡Ay de vosotros, es­cribas y fariseos, hipócritas! porque recorréis mar y tierra para hacer un prosélito (converso), y una vez hecho le hacéis dos veces más hijo del infierno que vosotros" (Mateo 23:15). Ellos eran hijos del infierno y sus conversos, instrui­dos por ellos y guiados por ellos, serían "dos veces más" hijos del infierno.

      Esto demuestra la urgencia de "tapar la boca" de Elimas, para poder instruir al procón­sul.

Trastornar caminos rectos

      "¿No cesarás de trastornar los caminos rec­tos del Señor?" ¡Cuan grande es el egoísmo de aquél que asume para sí la prerrogativa de cambiar el camino de Dios! ¡de corromper la voluntad de Dios! Hay contraste entre los "caminos rectos" de Dios y los caminos torcidos de los hombres. Véanse Isa. 40:4; 42:16; Luc. 3:5, la tarea de Juan el bautista (como la de to­dos los profetas, apóstoles y predicadores) era la de hacer derecho el camino del Señor. "Enderezad sus sendas". Caminos derechos o rectos indican la verdad, la sinceridad: Jer. 31:9; Heb. 12:13, "haced sendas derechas para vuestros pies para que lo cojo no se salga del camino, sino que sea sanado". Los caminos tor­cidos son los caminos perversos del pecador, del engañador, del impostor (Deut. 32:5; Sal. 1:1; Prov. 2:15; Isa. 49:8; Fil. 2:15.)

La mano del Señor

      "Ahora, pues, he aquí la mano del Señor está contra ti, serás ciego, y no verás el sol por algún tiempo. E inmediatamente cayeron sobre él oscuridad y tinieblas; y andando alrededor, buscaba quien le condujese de la mano".

      "La mano del Señor" puede ser bondadosa, como se ve en Hechos 11:21; o puede ser con­traria y hostil, Heb. 10:31. Y puede ser para la aflicción, Job. 19:21. En este caso es para juicio (como en Hech. 5). Por lo tanto, "Humillaos, pues, bajo la poderosa mano de Dios, para que él os exalte cuando fuere tiempo".

      Pablo, inspirado por Dios, pronunció este juicio, este castigo judicial: la ceguedad física es su castigo por su ceguedad espiritual, las tinieblas físicas por las tinieblas de su corazón.

      Elimas fue cegado para poder ver su condición. Pablo mismo fue cegado una vez y podía ver entonces lo que no había visto antes, y se arrepintió. Cegado, pudo ver que su oposi­ción a Cristo fue un error muy grande.

      "Y andando alrededor, buscaba quien le condujese de la mano". ¡Cuan grande cambio en este hombre orgulloso! Tan rápido e instan­táneamente puede Dios humillar a un hombre y destruir su orgullo, haciéndole indefenso como un infante. Cualquier hombre, por grande que sea (rico, poderoso políticamente, sabio, famoso) se puede reducir en un mo­mento al estado descrito aquí.

Entonces el procónsul ... creyó

      El procónsul no podía creer a Elimas y al mismo tiempo creer a Pablo. Su confianza en Elimas tuvo que ser destruida.

      Millones de hombres y mujeres ahora nunca creerán en Jesús porque creen en sus guías religiosos (sacerdotes, pastores, evange­listas, otros líderes). Quiera o no, es necesario exponer los errores (y a veces la insinceridad) de tales maes­tros, ¡para poder salvar a aquellos que son guiados por ellos hacia la ruina!

Observaciones finales:

      1. Pablo denunció a Elimas, exponiendo su carácter tal y como era. Cuando éste se vio como ciego palpando por aquí y por allí bus­cando quién le ayudara, se observó sin palabra la falsedad y la iniquidad de sus pretensiones, y a la vez la divinidad de la misión de los após­toles. Tuvo el efecto deseado sobre el procón­sul.

      2. No esperamos hoy en día que Dios haga tales milagros, cegando a todo falso maestro, pero sí tenemos la misma tarea de destruir la confianza mal puesta en falsos maestros. Si es­tos tienen la confianza de la gente como maestros fieles y verdaderos, nunca escucharán a lo que decimos aunque hablamos de veras "conforme a las palabras de Dios".

      3. Pablo hizo la misma cosa entre los corin­tios, desenmascarando a los falsos maestros (2 Cor. 11:11-13).

      4. Juan tuvo que exponer a Diótrefes (3 Juan 9).

      5. Jesús encontró este factor -- la confianza que la gente tenía en los sacerdotes, fariseos, escribas y demás jefes religiosos -- como el obstáculo mayor en su obra de enseñarles la verdad (Mat. 7:15; 10:17; 16:6-12; 15:12-14; 23:16; Juan 7:45-52).

      6. Pablo tenía este problema no solamente con Elimas, sino continuamente (véase el ver­sículo 50 del mismo capítulo).

      7. Por lo tanto, no basta con meramente "predicar 'la verdad' y no 'criticar' a otros". Esta actitud que muchos hermanos tienen es actitud netamente sectaria. "La verdad" se predica cuando los falsos se exponen, porque es verdad que ellos predican el error. Es imposible predicar la verdad sin "molestar" o "estorbar" a otros si estos corrompen la verdad, trastornan los caminos rectos  y de varias maneras resisten los esfuerzos de obreros verdaderos de Cristo. El Señor Jesús no podía hacerlo. Pablo no podía hacerlo. Nosotros no podemos hacerlo.

      8. La división de la iglesia en la actualidad se debe en gran parte a este factor: la con­fianza cegada que tantos hermanos tienen en ciertos predicadores famosos, editores, presi­dentes de universidades, etcétera. No hay esperanza de convencerlos de la verdad sin exponer el error de sus maestros para destruir la confianza que tienen en ellos.

      9. En realidad no dedicamos sufi­ciente tiempo y esfuerzo a esta tarea. La en­señanza cae sobre oídos sordos; no escuchan y no se mueven porque cierto pastor o predi­cador "suyo" "ha hablado" sobre el particular. En este "dictamen infalible" ellos confían, re­posan y se sienten bien refugiados. El predi­cador que no tiene ganas de atacar esta for­taleza ya aceptó la derrota antes de comenzar la lucha.

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