La necesidad de la repetición

          Los sermones que predicamos deben ser siempre interesantes. Al repetir

verdades bíblicas, no es necesario aburrir a los asistentes. Pero al mismo

tiempo, todos los oyentes deben estar sumamente interesados en la verdad por

más que sea repetida. (¿Nos aburre nuestro(a) esposo(a) cuando nos dice

repetidas veces "Te amo"?)

          ¿Por qué repetir? La audiencia casi nunca es la misma de un servicio al

otro; algunos miembros faltan y habrá visitantes. Hay miembros nuevos que

necesitan mucha confirmación y para esto deben oír las mismas verdades varias

veces.

          Al seguir creciendo los jóvenes captan cada día mejor las grandes verdades bíblicas. Por eso, para ellos la repetición es necesaria. Durante los servicios las mujeres que cuidan de niños se distraen mucho; es muy difícil que ellas escuchen toda palabra del sermón. Por eso, para ellas es necesaria la repetición.

          Otra razón muy importante: del descuido de temas importantes resulta la

apostasía. La división actual en la hermandad fue causada en gran parte por el

descuido del tema de la organización y obra de la iglesia. Durante la juventud de este servidor casi nunca se oyó sermones sobre la sociedad misionera que causó división de la iglesia a fines del siglo pasado. Hoy en día hay muchos hermanos con "convicciones" bien débiles con respecto al uso de instrumentos de música en el culto.

          La verdad es que hay muchísimos temas que necesitan mucha repetición: todo

aspecto del calvinismo, el movimiento carismático, el reino milenario, el

humanismo (sobre todo, la evolución), el divorcio y segundas nupcias, la falta de modestia, y muchos otros.

          Lamentablemente hay hermanos que no saben "quién es quien y qué es que" en cuanto a los predicadores que profesan ser "conservadores". Fácilmente se introducen

errores gravísimos. Por lo tanto, dice Pablo, "a mí no me es molesto el escribiros las mismas cosas, y para vosotros es seguro" (Fil. 3:1). Al parecer sí les es molesto a algunos hermanos predicar mucho sobre temas controvertibles, problemas en la iglesia, varias "cuestiones", etc. y predican por muchos meses (tal vez años) sin mencionarlos. De tal descuido resultan digresiones y apostasías.

          "Por eso, yo no dejaré de recordaros siempre estas cosas, aunque vosotros las sepáis, y estéis confirmados en la verdad presente" (2 Ped. 1:12).

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