Parábola del Trigo y la Cizaña

Mateo 13:24-30, 36-43

Introducción:

      A. La lección principal. Esta parábola en­seña que habrá separación completa de los buenos y los malos solamente en el fin del mundo. Trata de la coexistencia del bien y del mal en este mundo.

      B. La expectación de los judíos. Los judíos esperaban la venida de un Mesías revolu­cionario que de una vez acabaría con los ene­migos de ellos. Esta parábola refuta esa idea errónea.

      C. No trata de la disciplina en la iglesia. Este texto se ha empleado mal para refutar la prác­tica de disciplina en la iglesia. Tal explicación contradice varios textos claros sobre la necesi­dad de la disciplina en la iglesia. Este texto no tiene nada que ver con ese tema.

      D. "El reino de los cielos es semejante"; es de­cir, esta parábola ilustra un aspecto del reino, el aspecto del juicio de Dios sobre los malos.

I. La Parábola y su Explicación (Jesús mismo la explica).

      A. El sembrador es el Hijo del Hombre (v. 37).

      B. La buena semilla en esta parábola no es la palabra de Dios como en la parábola ante­rior (véase Marcos 4:14; Lucas 8:11), sino "son los hijos del reino" (v. 38).

      C. El campo es el mundo (v. 38). Obsérvese bien que el campo no es la iglesia, sino el mundo. Es necesario dejar que Jesús mismo explique esta parábola.

      D. La cizaña son los hijos del malo (maligno) (v. 38).

      E. Los siervos, v. 27, no son los hijos del reino. No son los ancianos de la iglesia. En esta parábola los siervos son los que pudieran hacer -- si fuera la voluntad de Dios -- lo que harán los ángeles en el fin del mundo; a saber, sepa­rar los malos de los buenos.

      F. El enemigo que siembra la cizaña es el diablo. Según la Biblia el diablo (Satanás) existe. Es una realidad. Es el verdadero ene­migo de Dios y de toda justicia. Es el padre de la mentira. Su propósito es destruir el alma del hombre. Mucha gente al hablar del diablo habla en broma, pero Jesús habló de él con toda seriedad .

      G. La siega es el fin del siglo (mundo), v. 39. La siega -- la separación de los malos y los buenos -- no se puede llevar a cabo ahora. ¿Quién sería adecuado para esta gran tarea? Los hombres juzgan por apariencias (1 Samuel 16:6,7).

      H. Los segadores son los ángeles. Los hom­bres no son capaces de hacerlo, ni ahora ni en el día final.

II. El "Reino" (en esta parábola) Equivale al "Mundo".

      A. No se refiere a la iglesia, sino como Jesús dice claramente, se refiere al mundo.

      B. En muchos textos las palabras "iglesia" y "reino" se usan inter­cambiablemente, como, por ejemplo, en Mateo 16:18,19.

          1. Tienen la misma cabeza. El Rey del reino (Apocalipsis 19:16) es la Cabeza de la iglesia (Efesios 1:22,23).

          2. Requisitos de entrada iguales. Juan 3:5 nos dice cómo entrar en el reino. El agua de este texto es el bautismo. 1 Cor. 12:13 dice que somos bautizados en el cuerpo que es la iglesia.

          3. La cena del Señor está en la iglesia (1 Corintios 11:23-27) y esta misma mesa (1 Co­rintios 10:21) está en el reino (Lucas 22:30).

          4. La casa de Dios, profetizada en 2 Samuel 7:13,14; Isaías 2:2-4, etc. es la iglesia (1 Timo­teo 3:15). Dios no tiene dos casas espirituales.

      C. Pero en esta parábola la palabra "reino" no se refiere a la iglesia, sino al reino mundial de Dios, su reinado sobre el uni­verso entero. Debemos orar por los gobiernos (1 Timoteo 2:1-4) porque Dios tiene todo poder sobre todos los reinos del mundo. Su "reino" o reinado en este texto se ilustra en Lu­cas 19:14,27; Mateo 28:18; Efesios 1:20-23, etc.

III. ¿Dejad Crecer Malos y Buenos en la Iglesia?

      A. No habla de la disciplina en la iglesia, pues, porque el tema de esta parábola es lo que pasa en el mundo y no en la iglesia. Si esta parábola enseñara el no practicar la disciplina en la iglesia habría una grave contradicción en­tre este texto y los siguientes textos: Mateo 18:15-17; Romanos 16:17; 1 Corintios 5; 2 Tesalonicenses 3:6,14; y Tito 3:10.

      B. Jesús no habla del mal en la iglesia, sino del mal en el mundo entero.

      C. Habrá malos y maldad hasta el fin. La lec­ción central de esta parábola es muy sencilla. Es que hasta el fin del mundo habrá malos hombres y toda clase de maldad.

          1. La venida del Mesías no cambió eso. Los judíos creían que su Mesías traería perfecta paz a los judíos y una completa victoria sobre sus enemigos. Su ilusión era sentarse cada uno de ellos bajo su propia higuera y ser servido por los gentiles. Esperaban un verdadero paraíso aquí en la tierra. Pero muy al contrario, los seguidores de Jesús (el verdadero Mesías) siempre han sido perseguidos (Mateo 5:10-12). Siempre ha habido falsos maestros (Mateo 7:15-20). Desde que Jesús vino ha habido en­gaño, violencia, hipocresía y toda clase de mal­dad en el mundo. Cristo tiene toda potestad, y el evangelio es el poder de Dios para salvación, pero Jesús nunca dijo que su evangelio y su reino espiritual (su iglesia) acabaría con la maldad en este mundo.

          2. No violencia, sino luz y sal. Jesús no trajo revolución. No vino con armas carnales. Su evangelio y su reino han tenido mucho impacto sobre el mundo, pero obra como luz, como sal, y como buena levadura.

          3. Los "testigos" de El Atalaya tienen más o menos el mismo sueño ahora que los judíos tenían. Creen que la tierra será un paraíso para ellos después “la guerra del Armagedón".

          4. Todos los milenarios (los que creen en un reino de mil años aquí en la tierra) comparten este sueño. Hay variaciones de esta teoría, pero básicamente la esperanza de todos los mile­narios es la misma; a saber, otro huerto de Edén aquí en la tierra (el paraíso restaurado).

          5. La teoría queda refutada por la parábola de la cizaña. Jesús dice claramente que hasta el fin del mundo habrá malos entre buenos aquí en el mundo. Nunca habrá aquí en la tierra ninguna especie de paraíso.

Conclusión:

      A. La bondad de Dios. Debemos apreciar y nunca olvidar que esta parábola demuestra la gran bondad de Dios. Recordemos tales textos como Romanos 2:4; 1 Timoteo 2:4; 2 Pedro 3:9 que hablan de su bondad y su paciencia en darnos múltiples oportunidades para arrepen­tirnos y prepararnos para el juicio final.

      B. Especialmente 2 Pedro 3:15, "Y tened en­tendido que la paciencia de nuestro Señor es para salvación"; es decir, su paciencia en no acabar con el mundo (v. 9-12) es para darnos más tiempo para arrepentirse y prepararnos para nuestro encuentro con Dios en el día final. Si los malos deberían sacarse del mundo, ¿cuántos de nosotros estaríamos todavía aquí?

      C. "Recogerán de su reino" (es decir, de la completa familia humana sobre la cual Cristo tiene toda potestad, Mateo 28:18) "a todos los que sirven de tropiezo, y a los que hacen ini­quidad". Es importante observar que el campo en el cual la semilla fue sembrada equivale al reino del cual los malos son saca­dos. El sem­brador no puede sembrar en un lu­gar y luego recoger en otro lugar. El campo (que es el mundo) equivale al reino en esta parábola. Compárese Lucas 19:12,14,27. En esta parábola vemos que los súbditos del Señor no son únicamente los que le sirvieron volun­tariamente, sino los otros que no querían que él reinara sobre ellos; es decir, el reino de éste consistió tanto de malos como de buenos.

      D. El castigo de los malos se describe así: "y los echarán en el horno de fuego; allí será el lloro y el crujir de dientes" (véanse 2 Tesaloni­censes 1:7-10; Apocalipsis 20:11-15; 21:8).

      E. La bendición de los justos se describe así: "Entonces los justos resplandecerán como el sol en el reino de su Padre". ¿Somos "hijos del reino" o "hijos del maligno"? En aquél día final ¿seremos castigados en el horno de fuego o resplandeceremos como el sol en el reino del Padre?

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