El pecado de beber alcohol

      Prov. 23:29-35 dice, "¿Para quién será el ay? ¿Para quién el dolor? ¿Para quién las ren­cillas? ¿Para quién las quejas? ¿Para quién las heridas en balde? ¿Para quién lo amoratado de los ojos? Para los que se detienen mucho en el vino, para los que van buscando la mistura. No mires al vino cuando rojea, cuando resplandece su color en la copa. Se entra suavemente; mas al fin como serpiente morderá, y como áspid dará dolor. Tus ojos mirarán cosas extrañas, y tu corazón hablará perversidades. Serás como el que yace en medio del mar, o como el que está en la punta de un mastelero. Y dirás: Me hirieron, mas no dolió; me azotaron, mas no lo sentí; cuando despertare, aún lo volveré a bus­car."

      Tristeza, contenciones, pleitos, perversi­dades, heridas sin causa, salud física perjudi­cada y otras muchas cosas son las consecuen­cias del pecado de tomar alcohol.

      El vicio alcohólico contribuyó mucho a la ruina de la nación de Israel. Isaías 28:7, 8 dice, "Pero también éstos erraron con el vino, y con sidra se entontecieron; el sacerdote y el profeta erraron con sidra, fueron trastornados por el vino; se aturdieron con la sidra, erraron en la visión, tropezaron en el juicio. Porque toda mesa está llena de vómito y suciedad, hasta no haber lugar limpio." También el profeta Oseas (4:11) habló de los malos efectos del vino, jun­tándolo con la fornicación: "Fornicación, vino y mosto quitan el juicio". Todos admiten libre­mente que esto es cierto: el vino quita el juicio. El que toma destruye la facultad mental, la facultad de discernir y juzgar (Prov. 31:4, 5).

      La felicidad también se destruye. "Porque el bebedor y el comilón empobrecerán" (Prov. 23:21). ¿Cuántas familias viven desprovistas de las cosas necesarias porque el hombre gasta su sueldo en la cantina? Se produce la miseria y la vergüenza. Pero lo absurdo es que estos mis­mos hombres, sabiendo que han traído miseria y deshonra sobre su familia, toman aun más para olvidarse de ello. "Beban, y olvídense de su necesidad, y de su miseria no se acuerden más" (Prov. 31:7).

      Otro fruto malvado de este árbol es que provoca el enojo y por consiguiente, el pleito. "El vino es escarnecedor, la sidra (cerveza) al­borotadora, y cualquiera que por ellos yerra no es sabio." ¡No es sabio! Sea usted sabio y evite este vicio.

      (Véase el sermón en este libro sobre "El diácono", un estudio sobre el beber social­mente o "con moderación").

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