La pregunta de las edades

          El joven rico preguntó a Jesús, "¿qué bien haré para tener la vida eterna?" (Mateo 19:16). Sin lugar a dudas, esta es la pregunta más importante de la vida, verdaderamente la pregunta de las edades. El día de Pentecostés los judíos dijeron, "Varones hermanos, ¿qué haremos?" (Hechos 2:37) y el carcelero dijo a Pablo y Silas, "Señores, ¿qué debo hacer para ser salvo?" (Hechos 16:30). Esta es la pregunta que todo ser humano debe hacer, y debe escuchar la respuesta bíblica.

          Nuestro Señor Jesucristo dijo, "No todo el que me dice: Señor, Señor, entrará en el reino de los cielos, sino el que hace la voluntad de mi Padre que está en los cielos" (Mateo 7:21). También dijo, "Todo aquel que hace la voluntad de mi Padre que está en los cielos, ese es mi hermano, y hermana, y madre" (Mateo 12:50). En una ocasión dijo, "¿Por qué me llamáis, Señor, Señor, y no hacéis lo que yo digo?" (Lucas 6:46). Nos urge, pues, entender y obedecer la voluntad de Dios si queremos ser salvos.

          ¿Cómo contestó Jesús al joven rico? "Guarda los mandamientos" (Mateo 19:17). ¿Cuáles? Los mandamientos de la ley de Moisés, porque durante la vida terrenal de Jesús todavía estaba de vigor esa ley. El mismo la guardó y dijo que sus discípulos deberían guardarla (Mateo 5:17-19), pero cuando murió en la cruz cumplió "todo lo que está escrito de mí en la ley de Moisés, en los profetas y en los salmos" (Lucas 24:44). Entonces, desde el día de Pentecostés (Hechos 2) estamos bajo la ley de Cristo.

          En ese mismo día cuando los judíos dijeron, "Hermanos, ¿qué haremos? Pedro les dijo: Arrepentíos, y sed bautizados cada uno de vosotros en el nombre de Jesucristo para perdón de vuestros pecados; y recibiréis el don del Espíritu Santo" (Hechos 2:37, 38). En la actualidad esta es la respuesta para nosotros.

          Cuando el carcelero preguntó, "Señores, ¿qué debo hacer para ser salvo?" ¿Qué fue la respuesta de Pablo y Silas? "Ellos dijeron: Cree en el Señor Jesucristo, y será salvo, tú y tu casa. Y le hablaron la palabra del Señor a él y a todos los que estaban en su casa. Y él, tomándolos en aquella misma hora de la noche, les lavó las heridas; y en seguida se bautizó él con todos los suyos". Así pues, cuando le dijeron que creyera en Cristo, les hablaron la palabra para que pudieran creer y, desde luego, en esa misma predicación dijeron lo mismo que Pedro dijo el día de Pentecostés. El carcelero no solamente fue bautizado, sino que fue bautizado esa misma hora de la noche.

          ¿Por qué había tanta urgencia para bautizarse? Porque, como dijo Pedro, es "para perdón de los pecados". Por lo tanto, si en esa noche el carcelero se hubiera acostado sin bautizarse, se hubiera acostado todavía pecador, sin el perdón de sus pecados y sin el don del Espíritu Santo.

          Mucha gente se confunde diciendo, "Pero le dijeron al carcelero que solamente creyera en Cristo". No, no dijeron que solamente creyera. Desde luego, el creer es el primer paso después oír el evangelio, pero también es necesario arrepentirse (Hechos 2:38), confesar la fe en Cristo como el Hijo de Dios (Romanos 10:9, 10) y ser bautizados. Jesús dice, "El que crea y sea bautizado, será salvo. Pero el que no crea, será condenado" (Marcos 16:16). ¿Quién será perdido? El que no crea en Cristo. ¿Quién será salvo? El que crea y sea bautizado será salvo.

          Toda persona sincera, al leer estos textos, puede entender la voluntad del Señor y El dice, "Si me amáis, guardad mis mandamientos".

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