La Serpiente De Bronce

Num. 21:4-9; Juan 3:14,15

Introducción:

     A. La historia de la serpiente de bronce se conoce bien porque Jesús se refiere a ella como tipo de su muerte en la cruz.

     B. La Biblia -- los 66 libros -- es un solo libro, todo ligado. La revelación es una unidad.

     C. En un sentido usted y yo estuvimos en ese incidente en el desierto. Los pecados de los israelitas ocasionaron el levantamiento de la serpiente de bronce que apuntaba hacia el levantamiento de Cristo sobre una cruz, evento que fue causado por los pecados nuestros, 1 Ped. 2:24.

     D. Dice Cristo en Luc. 24:44 que hablaban de El la ley de Moisés, los profe­tas, y los salmos.

I. Una Rebelión Contra Dios Y Contra Moisés.

     A. "Se desanimó el pueblo por el camino" (v. 4). El desaliento es la causa de muchos pecados. Por lo tanto, recordemos 1 Tes. 5:14 y Heb. 12:12,13.

     B. "Habló el pueblo contra Dios y contra Moisés". Aquí hay tres males:

            1. Dudaron de las promesas de Dios. Dice Ex. 15:17, "Tú los introducirás y los plantarás en el monte de tu heredad"; pero el pueblo ahora dice, "No, sino nos trajiste aquí para morir en el desierto".

                a. Deut. 6:23, "nos sacó de allá, para traernos y darnos la tierra que juró a nuestros padres". Obsérvese la palabra "para"; nos sacó para traernos y darnos la tierra.

                b. Pero el pueblo dudaba, ya no creía la promesa de Dios.

                c. ¿Creemos nosotros Sus promesas? ¿Creemos que El nos sacó del pecado,

del reino de Satanás, para llevarnos a la morada celestial (Jn. 14:2)?

               d. ¿Creemos que podemos en reali­dad echar en El toda la ansiedad (1 Ped. 5:7)?

          2. Los judíos pusieron en tela de juicio el poder y bondad de Dios, aun después de ver tanta evidencia de ellos en el Mar Rojo, en el Monte Sinaí, y en el maná dia­rio.

    a. Heb. 3:12 habla del "corazón malo de incredulidad". Dice a nosotros: "Mirad".

              b. Trataron con desdén la provisión de Dios: "Nuestra alma tiene fastidio de este pan tan liviano" (véase también Núm. 11:4-6).

                    1) A través de la historia los hombres han hecho lo mismo; compárese 1 Sam. 8:5,20. Así también hoy día hay hermanos que tratan con desdén el arreglo espiritual de Su iglesia con respecto a su naturaleza, organización y obra, queriendo imitar a las sectas.

                    2) Los falsos maestros tratan con des­dén el plan de salvación y el orden espiri­tual del culto de la iglesia.

                    3) Hasta la fecha hay millones que es­tán diciendo en efecto, "Suéltenos a Barrabás, y crucifique a Cristo".

3. Despreciaron al profeta de Dios. El pueblo cometió tres grandes males:

Dudaron de las promesas de Dios, trataron con desdén su provisión y bondad, y despreciaron a su profeta.

    a. "Habló el pueblo contra Dios y con­tra Moisés".

    b. Hech. 7:51,52, "Vosotros siempre re­sistís al Espíritu Santo; como vuestros padres, así también vosotros". ¿Cómo lo hicieron? "¿A cuál de los profetas no per­siguieron vuestros padres?"

   c. No escucharon ni a Enoc, ni a Noé, ni a Moisés, ni a los profetas, ni a los após­toles.

   d. Pero no tendrán para siempre a los apóstoles. La paciencia de Dios es grande, pero no inagotable. Gén. 6:3, "No con­tenderá mi espíritu con el hombre para siempre".

      1) En ese entonces había una ley, y un gran predicador que les llamó al patrón divino, y "esperaba la paciencia de Dios en los días de Noé, mientras se preparaba el arca" (1 Ped. 3:20).

     2) Pero su paciencia se agotó. El día de juicio vino. No lo esperaban: "estaban comiendo y bebiendo, casándose y dando en casamiento, hasta el día en que Noé en­tró en el arca, y no entendieron hasta que vino el diluvio y se los llevó a todos" (Mat. 24:38,39).

     e. Siempre habrá gente como el pueblo de Núm. 21:5, hablando contra Dios y contra sus predicadores y seguidores. ¿Qué hacer cuando nos des­precian? Llamarles a la palabra maravi­llosa, a la regla que no es subjetiva, no es relativa y cambiable, predicarles todo el consejo de Dios.

    f. Hace mucha falta en el mundo de hoy la predicación sencilla y directa.

II. La Retribución Segura E Ineludible.

     A. V. 6, "Y Jehová envió entre el pueblo serpientes ardientes, que mordían

al pueblo; y murió mucho pueblo de Is­rael".

     B. Rom. 1:27, "recibiendo en sí mismos la retribución debida a su extravío".

     C. Mat. 26:52, "todos los que tomen espada, a espada perecerán".

          1. Todos los que usen drogas, por drogas serán arruinados.

         2. Todos los que tomen licor, por licor será destruido el hígado.

         3. Todos los que fumen tabaco, por tabaco serán destruidos los pulmones.

     D. Ex. 34:7, "de ningún modo tendrá por inocente al malvado".

     E. Cuando el juez y el jurado sueltan a los criminales sin castigarles, entonces son criminales también el juez y el jurado.

     F. ¿Hay mucho placer en el pecado? Sí, pero también hay dolor y sufrimiento. Satanás representa el pecado siempre placentero, pero no lo es.

           1. Léase con cuidado el Salmo 51. Hay mucha miseria en el pecado.

           2. Muchos creen que sería muy do­loroso dejar el pecado, Hech. 24:25.

           3. Pero la verdad es que no quieren admitir que el pecado trae más miseria que gozo, más sufrimiento que placer.

     G. Algunos tienen lástima de nosotros los cristianos, creen que nos privamos de muchos placeres.

      1. Que nadie tenga lástima de mí por haber dejado el veneno de la serpiente. Me siento bastante feliz por haberme li­brado del veneno del pecado.

          2. También parece que muchos creen que Dios escribió la Biblia para imponernos toda clase de prohibición y mandamiento para hacernos miserables.

              a. Esto no es cierto. Cuando El dice "No harás" tal o cual cosa, está diciendo "No te hagas daño".

              b. Sus leyes todas son buenas. Deut. 6:24; Efes. 6:3; 1 Ped. 3:10-12.

              c. ¿Acaso usted ha oído a algún cris­tiano decir en su lecho de muerte "Estoy arrepentido de haber sido cristiano", que "siento mucho haber renunciado a tantos placeres mundanos", y que "me puede mucho haber servido a Dios por tantos años; en lugar de servir a Dios hubiera servido a Satanás"?

             d. O tal vez algún familiar o amigo mundano le haya llamado a su lado en sus momentos finales sobre la tierra para de­cirle, "Oh, qué feliz me siento, qué gozo me ha traído Satanás, y por eso tengo muchas ganas de verle cara a cara, y estar con él eternamente en el infierno".

     H. El castigo fatal, v. 6, "y murió mucho pueblo de Israel". Castigo apropiado, cas­tigo fatal. Rom. 6:23; Sant. 1:15.

IV. El Remedio Soberano.

A.   Ningún israelita podía proveer un remedio. Nadie puede proveer uno ahora.

           1. 2 Reyes 5:7, ningún hombre podía sanar la lepra.

           2. El hombre peca, y luego Dios toma el primer paso para proveer el remedio. Dios hace lo que el hombre no puede hacer.

          a. Jn. 3:14-16, Dios actuó, hizo algo, tomó el primer paso.

          b. Rom. 5:8 "nosotros... siendo aún pecadores, Cristo murió por nosotros".

     B. "Hazte una serpiente ardiente, y ponla sobre una asta; y cualquiera que fuere mordido y mirare a ella, vivirá". ¿He aquí el remedio divino!

     C. El remedio para nosotros queda re­velado en la Palabra de Dios.

          1. La única manera de aprenderlo es "oír...la palabra" (Rom. 10:17).

          2. Jn. 14:6, Cristo es el Camino, el único camino. Predicar a Cristo equivale a predicar el evangelio, Hech. 8:5, 12,35-38.

V. Requisitos Sencillos.    

     A. "Cualquiera que fuere mordido y mirare a ella, vivirá". ¡Mirar y vivir!

      B. Compárese Mar. 16:16; Hech. 2:38. ¿Qué plan más sencillo!

     1. A veces se dice de algún sermón "Fue muy bueno, pero muy profundo para mí". A veces el río no es tan profundo, sino simplemente lodoso.

           2. El problema a veces es que los predicadores hacen complicado lo que debe ser sencillo.

     C. Muchos no quieren aceptar y obe­decer los requisitos sencillos.

           1. Imagínese algún israelita que dijera "Bueno, yo sé que me mordió la serpiente, y que voy a morir, pero hay otros más en­fermos que yo".

           2. Muchos dicen, "Hay otros peores que yo, aun en la iglesia".

           3. Estoy esperando el día cuando al­guno diga, "Yo soy tan malo como cualquier miembro de la iglesia".

           4. Algunos piensan reformar sus vidas sin obedecer al evangelio.

                a. En tal caso, en lugar de ir al in­fierno como borracho, irá al infierno so­brio.

                b. Es imposible borrar los pecados en esta forma.

D. Muchos religiosos solamente quieren discutir el remedio.

     1. "Vamos a tener un diálogo sobre la serpiente de bronce".

     2. "Vamos a analizar el tema para ver si tiene sentido mirar a una serpiente de bronce sobre un palo".

     3. Imagínese algún israelita, ya mor­dido y moribundo, escuchando tal diálogo. ¿Qué hubiera pensado al escuchar decir al predicador, "Seguramente Moisés creía que ese remedio sería eficaz, pero hay dos puntos de vista"?

     4. ¿Cuál israelita decía en esa ocasión, "No creo que haya poder en ninguna ser­piente de bronce para sanarme".

E. De esta forma hablan muchos del plan de salvación ahora. Hay mucho desacuerdo respecto a la necesidad del bautismo. Muchos dicen que no hay ninguna virtud en el agua para salvar, y aun se burlan del bautismo.

     1. Sería bueno que los tales estudien 1 Cor. 1:26-31.

2. Recuérdese que no hay acepción de personas con Dios, Hech. 10:34.

VI. Una Responsabilidad Solemne.

A. No es necesario que nadie muera ahora.

B. Si algún israelita hubiera rehusado mirar a la serpiente de bronce, habría cometido suicidio. Lo mismo ahora, si al­guno rehúsa obedecer.

C. Los judíos que se reunieron el día de Pentecostés tuvieron el veneno del pecado en sus venas. Oyeron en esa opor­tunidad el evangelio de la gran provisión de Dios, el remedio divino.

D. Los 3000 judíos "miraron" y "vivieron".

E. Luego andaban por todas partes contando a otros acerca del remedio, Hech.

8:4; 11:19.

F. El mensaje de Dios ahora es lo mismo que en aquel entonces: Dios ha he­cho

Provisión, ahora tenemos el remedio. Jn. 3:14-16,36. ¡Mirar y vivir!

Al Estudio Anterior: ¿Oír Hasta Dónde?
Sermones Index
Al Siguiente Estudio: El Nuevo Nacimiento