Esfuérzate en la gracia

2 Tim 2:1

Introducción.

            A. “Tú, pues, hijo mío, esfuérzate en la gracia que es en Cristo Jesús”.

            B. ¿Qué es la gracia? Siempre se contesta que  “es el favor inmerecido de Dios”. Muy bien, pero ¿cuál es el favor que recibimos de Dios?

I. Conceptos erróneos.

            A. Un concepto erróneo tiene que ver con “la gracia soberana”; es decir,  que por gracia Dios salva a los “elegidos”, los que han sido predestinados para la salvación, que Dios es Soberano y que, por eso, los no elegidos no pueden rechazar la gracia porque para ellos no hay gracia que rechazar.

                        1. Este concepto “resuelve” el problema de cómo el mero hombre podría decir “No” al Soberano Dios. Creen que esto es imposible.

                        2. Pero el hombre sí puede decir “No” a Dios, pues Dios lo creó con libre albedrío.

                        3. Sin embargo, Dios tendrá la palabra final, pues los que rechacen su gracia serán castigados. ¡Dios sí es Soberano!

            B. Otro concepto erróneo tiene que ver con la llamada “gracia capacitadora”; es decir, que el hombre fue creado con libre albedrío pero cuando esto se perdió cuando el hombre pecó, que todos los descendientes de Adán nacen pecadores que no pueden creer en Dios (que ni siquiera pueden querer creer en Dios) hasta que Dios les den “la gracia capacitadora” que le hace nacer de nuevo.

            C. Otro concepto erróneo es que la gracia trajo al Salvador quien obedeció la ley de Dios perfectamente por nosotros, para que su justicia personal pueda ser contada a nosotros por justicia. El supuesto proceso es el siguiente: (1) el pecado de Adán es contado al hombre; (2) los pecados del hombre son contados a Cristo; y (3) la justicia personal de Cristo (su perfecta obediencia) es contada al creyente. De esta manera, según esta teología falsa, aunque el creyente nunca sea justo (aunque nunca tenga justicia propia), sí tiene justicia ajena, la de Cristo y, teniendo esta justicia, Dios lo acepta y no toma en cuenta sus pecados, porque sólo ve la justicia de Cristo y no puede ver los pecados del creyente. Esa justicia se compara con un vestido que el creyente lleva, o con un paraguas sobre su cabeza.

            D. PREGUNTA: ¿Cómo podría Timoteo esforzarse en esa clase de supuesta gracia? Obviamente sería imposible. Según esa supuesta gracia, el hombre simplemente no participa en su salvación. Esos conceptos no se encuentran la Biblia, sino sólo en la teología sectaria (el calvinismo, de la cual el famoso “San Agustín” es el originador.

II. El hombre sí participa en su salvación; es decir, es activo, obedece, sirve, obra.

            A. Mat. 7:21, “No todo el que me dice: Señor, Señor, entrará en el reino de los cielos, sino el que hace la voluntad de mi Padre que está en los cielos”; 12:50, “Porque todo aquel que hace la voluntad de mi Padre que está en los cielos, ése es mi hermano, y hermana, y madre”. Hay muchos textos que dicen lo mismo. El hombre sí es activo en su salvación. El tiene que hacer algo.

            B. Hech. 2:40, “Y con otras muchas palabras testificaba y les exhortaba, diciendo: Sed salvos (escapad, LBLA, margen) de esta perversa generación”. ¿Cómo habían de escapar de esta perversa generación? Véase el ver. 38, “Pedro les dijo: Arrepentíos, y bautícese cada uno de vosotros en el nombre de Jesucristo para perdón de los pecados; y recibiréis el don del Espíritu Santo”.

            C. Fil. 2:12, “Por tanto, amados míos, como siempre habéis obedecido, no como en mi presencia solamente, sino mucho más ahora en mi ausencia, ocupaos (llevad a cabo la obra de, VM) en vuestra salvación con temor y temblor”.

III. ¿Qué es, pues, la gracia de Dios?

            A. Tito 2:11, “Porque la gracia de Dios se ha manifestado para salvación a todos los hombres,  12  enseñándonos que, renunciando a la impiedad y a los deseos mundanos, vivamos en este siglo sobria, justa y piadosamente”.

                        1. La gracia de Dios provee la salvación (provee el Salvador). El hombre no puede proveer su propia salvación.

                        2.No hay nada que el hombre pueda hacer para salvarse solo. Si Cristo no hubiera venido para morir por nosotros, todos habríamos perecido, Efes. 2:12.

            B. La gracia nos enseña por medio del evangelio lo que debemos hacer para aceptar esa salvación. Recuérdense siempre dos palabras claves: Dios provee la salvación; el hombre acepta la salvación al obedecer al evangelio.

            C. Hech. 20:24, Pablo no predicó “la gracia capacitadora”, sino el “evangelio de la gracia de Dios”. No predicó la supuesta gracia de contar la justicia personal al creyente, sino “la palabra de su gracia” (Hech. 20:32).

IV. Textos que enfatizan la responsabilidad del hombre ante la gracia de Dios; es decir, Dios no lo hace todo (la salvación no es por “la gracia sola” ni por “la fe sola”).

            A. 2 Cor. 6:1, “Así, pues, nosotros, como colaboradores suyos, os exhortamos también a que no recibáis en vano la gracia de Dios”.          

                        1. Hubiera sido imposible recibir en vano la supuesta gracia capacitadora porque, según el calvinismo, esa gracia es “irresistible”.

                        2. Pero Pablo enseña claramente que la verdadera gracia de Dios sí puede ser recibida en vano; es decir, que mucho depende del hombre. El hombre puede recibir la gracia para salvar su alma, o la puede recibir en vano para perder el alma. Depende de él.

            B. Hech. 13:43, “Y despedida la congregación, muchos de los judíos y de los prosélitos piadosos siguieron a Pablo y a Bernabé, quienes hablándoles, les persuadían a que perseverasen en la gracia de Dios”. ¿Qué hacían? Escuchaban con buena disposición la predicación del evangelio de la gracia de Dios. Pablo les exhorta a que continuaran con esa actitud. Luc. 8:15; Hech. 17:11.

            C. 2 Cor. 6:1, “os exhortamos también a que no recibáis en vano la gracia de Dios”. El hombre tiene libre albedrío; por eso, puede recibir la gracia, o la puede recibir en vano. Es posible que después de ser salvo por la gracia alguno menosprecie la gracia. Podría estar pensando que la salvación es una dádiva y, por eso, no vale mucho. La verdad es que en cuanto a la provisión de la salvación, el Señor nos salva de balde, pero en cuanto a la aceptación de la gracia, nos cuesta todo (Mat. 16:24; Luc. 14:33, etc.). Si los cristianos no cumplen con su responsabilidad ante Dios, entonces en cuanto a ellos Cristo murió en vano. Si somos desobedientes anulamos la gracia en cuanto a nuestra salvación. Gál. 3:4, “¿Tantas cosas habéis padecido en vano? si es que realmente fue en vano”. Por lo tanto, 2 Cor. 13:5, “Examinaos a vosotros mismos si estáis en la fe; probaos a vosotros mismos. ¿O no os conocéis a vosotros mismos, que Jesucristo está en vosotros, a menos que estéis reprobados?”

            D. Gál. 2:21, “No desecho la gracia de Dios; pues si por la ley fuese la justicia, entonces por demás murió Cristo”. Si hubiera sido posible que los judíos fueran justificados por la ley de Moisés, ¿por qué envió Dios a su Hijo para que sufriera en la cruz? Todo habría sido en vano. Desechar la gracia es desechar el evangelio como el único poder de Dios para salvarnos (Rom. 1:16). El evangelio predicado por Pablo era y es la perfecta gracia de Dios, pero los judaizantes añadieron la circuncisión como otro requisito del evangelio para los gentiles. Al hacer esto desecharon la gracia de Dios.

            E. Heb. 12:15, “Mirad bien, no sea que alguno deje de alcanzar la gracia de Dios”. La mayoría de los israelitas dejaron de alcanzar la tierra de su herencia (Heb. 3:16-19; 4:2). Por lo tanto, “Temamos, pues, no sea que permaneciendo aún la promesa de entrar en su reposo, alguno de vosotros parezca no haberlo alcanzado” (Heb. 4:1). Los israelitas eran responsables por no alcanzar la bendición de Dios, y ahora bajo la gracia de Dios si no alcanzar la promesa de entrar en el reposo celestial nosotros mismos seremos responsables. Nadie puede culpar a Dios.

            F. Judas 4 habla de los que “convierten en libertinaje la gracia de nuestro Dios”; es decir, de una manera engañosa emplean la gracia (el evangelio, la religión de Cristo) para promover la carnalidad. Jesús vino para hacernos libres (Jn. 8:32) de la culpa y dominio del pecado, pero muchos convierten la gracia y la libertad en licencia para pecar. Estos textos nos hacen ver claramente la responsabilidad del hombre con respecto a la gracia de Dios.

V. Por lo tanto, Pablo dice a Timoteo, “Esfuérzate en la gracia de Dios”.

            A. “Tú, pues”. Recordemos lo que estudiamos en el primer capítulo.

            B. Para animar y motivar a Timoteo para que cumpliera con su ministerio,

                        1. Pablo le recuerda de la fe que habitó en su abuela Loida y en su madre Eunice;

                        2. Le habla del ejemplo de él mismo (Pablo), de su constancia en medio de mucho sufrimiento;

                        3. Por último, le habla de hombres infieles (Figelo y Hermógenes) y de un hermano fiel (Onesíforo).

            B. “Esfuérzate” o “sé fuerte” se relaciona con 2 Tim. 1:7, 8. La gracia es la fuente de tal fuerza espiritual. 2 Tes. 2:16, 17, “Y el mismo Jesucristo Señor nuestro, y Dios nuestro Padre, el cual nos amó y nos dio consolación eterna y buena esperanza por gracia,  17  conforte vuestros corazones, y os confirme en toda buena palabra y obra”.

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