El soldado, el atleta y el agricultor

2 Tim 2:4-6

I. El buen soldado de Cristo no debe enredarse en los negocios de la vida.

            A. El hombre que se alista en el servicio militar no puede seguir trabajando en algún oficio o dirigiendo alguna empresa. Para ser soldado el sembrador deja su arado, el mecánico deja su taller, el estudiante deja sus libros. Todos entienden que no pueden continuar en sus respectivos empleos o profesiones y al mismo tiempo ser soldado. (El soldado romano no podía ni siquiera casarse).

                        1. Esto significa que el cristiano (y sobre todo el evangelista) debe concentrarse en la batalla contra el pecado y el error. El soldado de Cristo está en el servicio activo del Señor, siempre comprometido a pelear la buena batalla. Todos los días está en una campaña militar, y debe militar de todo corazón “a fin de agradar a aquel que lo tomó por soldado”.

                        2. Desde luego, Pablo no está diciendo que el evangelista no debe ganarse la vida en el trabajo secular, pues él mismo lo hizo, pero su corazón no estaba en su trabajo secular, sino en la milicia espiritual. Pablo no prohíbe para el evangelista el empleo secular (ni mucho menos el matrimonio), sino el enredarse en cualquier actividad de esta vida que pudiera ser impedimento en su servicio como evangelista

                        3. La palabra “vida” (bios) se traduce “sustento” (Mar. 12:44) o “bienes” (Mar. 15:12, 30, etc.). Así pues 2 Tim. 2:4 corresponde a Mat. 6:24-34; Luc. 8:14; 21:34, etc. Pablo se refiere a la preocupación por el sustento. Esta misma enseñanza se encuentra también en 1 Cor. 7:29-32 (no dejar que ninguna actividad o relación de esta vida impida o estorbe nuestro servicio para Cristo) y también en 1 Cor. 9:24-27.

            B. La palabra enredar quiere decir, “prender con red, tender redes para cazar”. Compárese 2 Tim. 2:25, que con mansedumbre corrija a los que se oponen, por si quizá Dios les conceda que se arrepientan para conocer la verdad,  26  y escapen del lazo del diablo, en que están cautivos a voluntad de él”. 2 Ped. 2:20, “Ciertamente, si habiéndose ellos escapado de las contaminaciones del mundo, por el conocimiento del Señor y Salvador Jesucristo, enredándose otra vez en ellas son vencidos, su postrer estado viene a ser peor que el primero”.

            C. Sant. 1:8, “El hombre de doble ánimo es inconstante en todos sus caminos”; 4:8, “vosotros los de doble ánimo, purificad vuestros corazones”. Mat. 6:24, “No podéis servir a dos señores”.

            D. Otra figura que ilustra esta lección es que los cristianos son peregrinos, 1 Ped. 2:11, 17, “conducíos en temor todo el tiempo de vuestra peregrinación”. El peregrino, o forastero, no tiene residencia permanente en la tierra donde anda. Más bien, busca una ciudad que tiene fundamentos (Heb. 11:16).

            E. A fin de agradar a aquel que lo tomó por soldado. El servicio militar es una ilustración muy adecuada de nuestra relación con Cristo, pues este es el propósito principal del soldado de Cristo.

                        1. Uno de los requisitos primordiales en el servicio militar es que los soldados obedezcan las órdenes de sus superiores. Al recibir órdenes el soldado no pregunta y no discute; sólo obedece.

                        2. Comúnmente el hombre quiere libertad; es decir, quiere hacer lo que él quiere hacer. Quiere salirse con la suya. No le gusta que otro le entregue órdenes. En fin, quiere complacer no a otra persona sino a sí mismo. Tal persona no puede ser soldado de Cristo.

                        3. Juan 4:34, “Jesús les dijo: Mi comida es que haga la voluntad del que me envió, y que acabe su obra”. 1 Jn. 3:22, “y cualquiera cosa que pidiéremos la recibiremos de él, porque guardamos sus mandamientos, y hacemos las cosas que son agradables delante de él”.

                        4. Debemos tener la actitud de Cristo. Nuestro propósito firme debe ser agradar al Señor, para que en Aquel Día nos diga, “Bien, buen siervo y fiel; sobre poco has sido fiel, sobre mucho te pondré; entra en el gozo de tu señor” (Mat. 25:21).

            F. De esa manera seremos coronados. 4:8, “Por lo demás, me está guardada la corona de justicia, la cual me dará el Señor, juez justo, en aquel día; y no sólo a mí, sino también a todos los que aman su venida”; 1 Tes. 2:19, “Porque ¿cuál es nuestra esperanza, o gozo, o corona de que me gloríe? ¿No lo sois vosotros, delante de nuestro Señor Jesucristo, en su venida?”; 1 Ped. 5:4, “Y cuando aparezca el Príncipe de los pastores, vosotros recibiréis la corona incorruptible de gloria”; Sant. 1:12, “Bienaventurado el varón que soporta la tentación; porque cuando haya resistido la prueba, recibirá la corona de vida, que Dios ha prometido a los que le aman”; Apoc. 2:12, “No temas en nada lo que vas a padecer. He aquí, el diablo echará a algunos de vosotros en la cárcel, para que seáis probados, y tendréis tribulación por diez días. Sé fiel hasta la muerte, y yo te daré la corona de la vida”.

            H. Por eso, Timoteo y nosotros no debemos avergonzarnos del evangelio, sino más bien estar dispuestos a sufrir penalidades como buenos soldados de Cristo. Es necesario negarnos y llevar la cruz que nos corresponda, pero nos espera la corona de vida si somos fieles hasta el fin.

II. El atleta debe luchar legítimamente (2 Tim. 2:5).

            A. En este versículo hay cambio de figura. Ahora Pablo se refiere al atleta, que no gana ningún premio a menos que haya respetado y guardado todas las reglas del deporte. Los atletas que rehúsan observar las reglas no sólo no reciben la corona, sino que también son avergonzados y castigados.

            B. Timoteo, pues, y todos nosotros debemos competir según las reglas.

            C. ¡Cómo corren los testigos del Atalaya, mormones y otros sectarios! Corren rápidamente. Son tremendos para llevar su mensaje a los rincones más remotos de la tierra, pero ¿serán coronados por el Señor? ¿Luchan legítimamente? Mat. 7:22, “Muchos me dirán en aquel día: Señor, Señor, ¿no profetizamos en tu nombre, y en tu nombre echamos fuera demonios, y en tu nombre hicimos muchos milagros? 23 Y entonces les declararé: Nunca os conocí; apartaos de mí, hacedores de maldad” (anomia, carencia de ley).

III.  El agricultor trabaja primero para poder participar de su cosecha.

            A. Dice LBLA, “El labrador que trabaja debe ser el primero en recibir su parte de los frutos”. Dice el Interlineal Lacueva: “El labrador que trabaja con esfuerzo debe ser el primero en participar de los frutos”. El labrador trabaja arduamente (no como el perezoso de Prov. 20:4; 34:30,31) y, desde luego, alimenta a muchos, pero él es el primero que participa de su cosecha.

            B. Deut. 20:6, “¿Y quién ha plantado viña, y no ha disfrutado de ella? Vaya, y vuélvase a su casa, no sea que muera en la batalla, y algún otro la disfrute”.

            C. Prov. 27:18, “Quien cuida la higuera comerá su fruto,  Y el que mira por los intereses de su señor, tendrá honra”.

            D. Los obedientes serán bendecidos. Sant. 1:25, “Mas el que mira atentamente en la perfecta ley, la de la libertad, y persevera en ella, no siendo oidor olvidadizo, sino hacedor de la obra, éste será bienaventurado en lo que hace”.

            E. Los obedientes llevan el fruto del Espíritu (Gál. 5:22, 23), no sólo en su propia vida, sino que también producen fruto en otros. Rom. 1:13, 2, “Pero no quiero, hermanos, que ignoréis que muchas veces me he propuesto ir a vosotros  (pero hasta ahora he sido estorbado), para tener también entre vosotros algún fruto, como entre los demás gentiles”. Véanse también Fil. 1:22, 24; Dan. 12:3; Sant. 5:19, 20.

            F. Por lo tanto, Timoteo debía y nosotros debemos soportar pruebas, luchar legítimamente y trabajar arduamente, porque seremos los primeros en participar del buen fruto de nuestras labores. 1 Tim. 4:8, “porque el ejercicio corporal para poco es provechoso, pero la piedad para todo aprovecha, pues tiene promesa de esta vida presente, y de la venidera”.

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