La gracia de Dios se ha manifestado para salvación

Tito 2:11-14

Introducción.

            A. En este texto Pablo habla de la gracia de Dios de manera breve pero en realidad define todo aspecto de ella. La gracia de Dios o la salvación de Dios es Cristo. Luc. 2:29, 30, “Ahora, Señor, despides a tu siervo en paz,  Conforme a tu palabra;  30  Porque han visto mis ojos tu salvación”. Así dijo el anciano Simeón cuando vio al niño Jesús.

            B. “Se ha manifestado” después de estar por mucho tiempo “escondido”. Col. 1:26, “el misterio que había estado oculto desde los siglos y edades, pero que ahora ha sido manifestado a sus santos”; 2 Tim. 1:9, 10.

            B. La gracia de Dios es lo que El ha hecho y está haciendo para procurar la salvación del hombre,  y lo que el hombre tiene que hacer para aceptar la salvación..

I. ¿Qué es la gracia de Dios?

            A. Es el favor inmerecido de Dios. Es Cristo. Es el evangelio. Es el perdón de pecados. Dios no quiere que nadie perezca (Jn. 3:16; 1 Tim. 2:4; 2 Ped. 3:9).

            B. Es la bondad y el amor de Dios. Tito 3:4, “Pero cuando se manifestó la bondad de Dios nuestro Salvador, y su amor para con los hombres,  5  nos salvó …”

            C. La gracia de Dios es que Cristo se dio a sí mismo por nosotros. Nadie le quitó la vida a Jesús, sino que El la dio voluntariamente, Jn. 10:17,18; Heb. 12;2, “por el gozo puesto delante de él sufrió la cruz, menospreciando el oprobio, y se sentó a la diestra del trono de Dios”.

            D. La gracia de Dios provee la salvación, porque Dios proveyó al Salvador.

                        1. El hombre no podía y no puede proveer o efectuar su propia salvación. No puede salvarse solo. Dios no nos salvó “por obras de justicia que nosotros hubiéramos hecho”, 3:5; es decir, aun los hombres más justos y rectos (como Cornelio) no podían y no pueden salvarse por medio de sus cualidades buenas, por la sencilla razón de que todos hemos pecado (Rom. 3:22, 23) y, habiendo pecado, llegamos a ser pecadores perdidos sin Dios y sin esperanza (Efes. 2:12).

                        2. Jn. 3:16, “Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna”.

II. No es la llamada “gracia capacitadora” del calvinismo (agustinismo).

            A. En realidad el llamado “calvinismo” es básicamente la teología del llamado “San Agustín”, obispo de Hipona (354- 430 d. de J. C.). Agustín fue “convertido” al cristianismo después de estudiar por lo menos nueve años con los gnósticos (maniqueos) que enseñaban que el cuerpo es malo. Se explica este detalle porque Agustín es el padre de la doctrina de que el hombre nace pecador. En base a esto él inició la práctica del “bautizo infantil” diciendo que todos los infantes que no se bautizan serán condenados. Enseñaba la predestinación arbitraria, negaba que el hombre nace con libre albedrío, que aun los elegidos no pueden creer hasta que Dios les conceda la “gracia capacitadora”, esto es, les da la capacidad o habilidad de creer. Los que reciben esta gracia pueden creer y ser salvos y no pueden caer de la gracia. Esta es, básicamente, la “gracia” según los evangélicos. Es cierto que entre ellos hay mucha diversidad de creencias, pero lo que tienen en común es la doctrina de que por la fe sola el hombre se salva y, por eso, rechazan el bautismo como esencial para la salvación. Tergiversan los textos que hablan de “obrar” o no obrar, usándolos de acuerdo a la teología de Agustín y no en el sentido correcto. Es muy importante explicar a los evangélicos por qué ellos creen en la fe sola. Ellos no saben porqué. Viene del concepto de Agustín de que el hombre nace pecador y que, por eso, no puede participar nada en su salvación, que todo es de Dios (gracia). Si algún evangélico dice que no cree que el hombre nace pecador y cree que sí tiene libre albedrío, entonces explíquele que no tiene sentido alguno la “fe sola”.

            B. La Biblia no enseña que el hombre nace pecador y que no puede responder a la llamada de Dios sin alguna experiencia de gracia. Dios no toca el corazón del hombre en alguna manera inexplicable aparte de la predicación del evangelio. Juan 5:25, “De cierto, de cierto os digo: Viene la hora, y ahora es, cuando los muertos oirán la voz del Hijo de Dios; y los que la oyeren vivirán”; Rom. 10:17, “Así que la fe es por el oír, y el oír, por la palabra de Dios”. Como vemos claramente a través de Hechos de los Apóstoles, el evangelio fue predicado a todos (Mar. 16:15; Mat. 28:19) y todos los que creyeron y obedecieron fueron salvos.

                        1. Efes. 2:8, “Porque por gracia sois salvos por medio de la fe; y esto no de vosotros, pues es don de Dios”. Según la teología de Agustín el “don” de este texto es la fe, pero el “don” no es la fe sino la salvación. La fe viene por el oír la palabra (Rom. 10:17).

                        2. Dios no hace acepción de personas, Hech. 10:34, 35; Rom. 2:11. El evangelio es para todos, Mar. 16:15, 16; Mat. 28:19, Hech. 1:8.

            C. La gracia que trae salvación no es la “gracia sola”, pues el mismo versículo y todo el texto (2:11 - 3:8) explican lo que el hombre tiene que hacer.

III. Dios provee la salvación, pero el hombre tiene que aceptar la salvación.

            A. La acepta al obedecer al evangelio, 3:5, “por el lavamiento de la regeneración y por la renovación del Espíritu Santo”.

                        1. El “lavamiento de la regeneración” es el bautismo. Véanse Efes. 5:26; Hech. 2:38.

                        2. Rom. 6:3, 4, por eso, somos bautizados en la muerte de Jesús, pues en su muerte encontramos la sangre que nos lava y purifica. En el bautismo bíblico el creyente penitente hace contacto con la sangre purificadora de Cristo.

            B. Tito 3:4, “nos salvó, no por obras de justicia que nosotros hubiéramos hecho …”. Todas las buenas obras que hubiéramos hechos no podían y no pueden procurar o proveer la salvación. Sólo Dios podía proveer la salvación por medio del Salvador Jesucristo. Por lo tanto, buena gente como Cornelio (Hech. 10:1,2,22) tienen que obedecer al evangelio, porque las buenas obras de justicia que hubieran hecho no les salvarán.

                        1. Pero los “evangélicos” enseñan que la obediencia y las buenas obras, aun las buenas obras enseñadas por Cristo y los apóstoles y practicadas por los cristianos, no tienen nada que ver con su salvación o justificación. Dicen que uno es salvo por la fe sola y que aun la fe es don de Dios.

                        2. Pablo no enseña tal cosa. Es indispensable que uno obedezca al evangelio (Mar. 16:16; Hech. 2:38; Rom. 1:5; 16:26), y es indispensable que el cristiano haga buenas obras. Sant. 2:24, “Vosotros veis, pues, que el hombre es justificado por las obras, y no solamente por la fe”. Véase también Gál. 5:6.

            C. Dios nos salvó “por su misericordia, por el lavamiento de la regeneración y por la renovación en el Espíritu Santo”. ¿Qué significa esto? Este texto se explica claramente en otros textos:

                        1. Juan 3:5, “el que no naciere de agua y del Espíritu, no puede entrar en el reino de Dios”.

                        2. Hech. 2:38, “Arrepentíos, y bautícese cada uno de vosotros en el nombre de Jesucristo para perdón de los pecados; y recibiréis el don del Espíritu Santo”.

                        3. Efes. 5:26, “para santificarla, habiéndola purificado en el lavamiento del agua por la palabra”.

            D. Es necesario dejar que la Escritura explique la Escritura. Tanto en Tito 3:5 como en Hech. 2:38, etc. el tema es la salvación y cómo obtenerla. Obviamente, pues, el lavamiento de la regeneración es el bautismo en agua para perdón de pecados.

            E. El arrepentirse y bautizarse es para perdón de pecados. Esto equivale a la salvación o la justificación.

Como dice Pablo a Tito (3:7), “para que justificados por su gracia, viniésemos a ser herederos conforme a la esperanza de la vida eterna”. Según Hech. 2:38 al arrepentirse y bautizarse uno recibe el perdón de pecados y el don del Espíritu Santo; según Tito 3:5, 7 es justificado por el lavamiento de la regeneración y por la renovación del Espíritu Santo. ¡Son la misma cosa! Pablo se incluye en el pronombre “nos” (“nos salvó”). ¿Cómo se salvó Pablo? Hech. 22:16, “Ahora, pues, ¿por qué te detienes? Levántate y bautízate, y lava tus pecados, invocando su nombre”.

IV. ¿Con qué propósito se ha manifestado la gracia de Dios?

            A. Para redimirnos de toda iniquidad. Al pecar el hombre se vende a sí mismo a Satanás, pero Cristo pagó el precio de rescate para redimirnos, 1 Ped. 1:18; Hech. 20:28.

            B. Y purificar, 2:14. Nos purificó, porque el pecado es sucio. Los pecadores son sucios, contaminados, inmundos y no pueden tener comunión con Dios, 1 Jn. 1:5, 6. Pero Cristo murió para purificarnos, 3:5;  Apoc. 7:14; Hech. 22:16; Efes. 5:26.

            C. Para sí un pueblo propio, 1 Ped. 2:9, “Mas vosotros sois linaje escogido, real sacerdocio, nación santa, pueblo adquirido por Dios, para que anunciéis las virtudes de aquel que os llamó de las tinieblas a su luz admirable”.

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