Prosigo hacia la meta

Filipenses 3:12‑14

Introducción.

    A. La palabra meta (skopos) significa "una marca sobre la que fijar la mirada (relacionada con skopeo, mirar a), se usa metafóricamente en Fil. 3:14, de un objetivo o una meta, 'blanco' (RV, V.M., BAS). (Diccionario Expositivc' de Palabras del Nuevo Testamento, por W. E. Vine). Dice Larousse: "En el circo romano, cada uno de los pilares colocados a ambos extremos de la espina. Final de una carrera. Sinónimo, término. Fin a que tiende una persona, llegar a la meta de sus deseos. "

    B. ¿Cuál es el objetivo del cristiano? ¿Cuál es el fin a que tiende? ¿Cuál es el propósito principal de nuestra vida aquí en la Tierra?

    C. Jesús expresa su meta, el propósito principal de su vida, en Juan 4:34 de esta manera: "Mi comida es que haga la voluntad del que me envió, y que acabe su obra". También en Juan 9:4, "Me es necesario hacer las obras del que me envió, entre tanto que el día dura; la noche viene, cuando nadie puede trabajar". Por lo tanto, como dice Luc. 9:51, "Cuando se cumplió el tiempo en que él había de ser

recibido arriba, afirmó su rostro para ir a Jerusalén". El no vino al mundo para ser servido (Mat. 20:28) ni para agradarse a sí mismo (Rom. 15:3), sino para servir a otros y para dar su vida para la salvación del mundo, y para agradar al Padre.

    D. He aquí la meta de Pablo: ser hallado en Cristo, tener la justicia de El, conocerle y el poder de su resurrección, participar en su padecimientos, llegar a ser como El en su muerte, para llegar a la resurrección de los muertos. Fil. 3:9‑11.

    E. Pablo compartió el espíritu resuelto de Jesús; él dice, "una cosa hago" (ver. 13). ¿Lo compartimos nosotros? ¿Hemos afirmado nuestro rostro para cumplir con nuestro propósito en esta vida? ¿Estamos igualmente resueltos a hacer la obra que el Señor nos ha encomendado?

    F. Pablo nos explica cómo lograr este propósito:

I. "Olvidando lo que queda atrás".

    A. Contaba lo que había sido ganancia como pérdida, Fil. 3:4‑8.

        1. No tenía confianza en la carne (todo aquello que él pudiera haber sido y hecho en el judaísmo). Todas estas cosas fueron contadas como pérdida y basura.

        2. No buscaba la justicia según la ley, sino la verdadera justicia que se encuentra en Cristo Jesús (Fil. 3:9‑11).

    B. Los que miran hacia atrás vuelven atrás.

        1. Luc. 17:32, "Acordaos de la mujer de Lot". ¿Qué hizo la mujer de Lot? Miró hacia atrás y se convirtió en una estatua de sal. Dice Pablo que debemos olvidar lo que queda atrás.

        2. Núm. 11:1, 5. Aunque Dios había sacado al pueblo de Israel de la esclavitud en Egipto, se quejaron contra El. ¿Por qué? Porque "nos acordamos del pescado que comíamos en Egipto de balde, de los pepinos, los melones, los puerros, las cebollas y los ajos". Habían dejado su corazón en Egipto como muchos hermanos dejan su corazón en el mundo.

        3. La carta a los Hebreos fue escrita para prevenir la apostasía de los hermanos hebreos. La ley de Moisés se había cumplido y quitado, pero ellos anhelaban estar otra vez bajo la esclavitud de la ley, como sus antepasados querían estar otra vez en esclavitud en Egipto.

    C. Es necesario olvidar los pecados propios que ya fueron perdonados por Dios. Heb. 8:12; 2 Cor. 7:1O,11.

        1. Debe haber remordimiento y tristeza por los pecados hasta que sean perdonados, pero ya perdonados deben olvidarse.

        2. Parece que algunos hermanos viven con un complejo de culpa. Aunque Dios les perdonó, no quieren perdonarse a sí mismos. Desde luego, es necesario hacer la corrección y la restitución hasta donde sea posible, pero entonces hecho esto es necesario olvidar los pecados perdonados.

    D. Debemos perdonar a otros. Efes. 4:31, 32. Nos destruirán los resentimientos y la amargura. Si no perdonamos a otros, Dios no nos perdonará (Mat. 6:12, 14, 15; 18:23‑35).

II. "Por nada estéis afanosos", Fil 4:6, 7.

    A. Este pensamiento se encuentra en el contexto de olvidar lo que queda atrás.

    B. Los afanes ahogan la palabra. Luc. 8:14; 21:34. La palabra afanes significa preocupaciones (La Biblia de las Américas).

    C. Fil. 4:4‑6, 11‑13, Pablo explica cómo eliminar y evitar los afanes:

        1. En cuanto a uno mismo: regocijarse; 1 Tes. 5:16, estar siempre gozoso.

        2. En cuanto a otros: gentileza, bondad, espíritu magnánimo; sufrido, tolerante, benévolo.

        3. En cuanto a Dios: orar, echando toda la solicitud ‑‑ todo el cuidado ‑‑ en El, 1 Ped. 5:7.

        4. Vivir contento y tranquilo, cualquiera que sea nuestro estado, vers. 11‑13. Dios nos ha bendecido ricamente; toda cosa buena proviene de Dios, Sant. 1:17. Es imposible enumerar todas las bendiciones que a diario gozamos. Debemos estar muy contentos y agradecidos, aunque haya muchos problemas en la vida.

        5. El resultado: Fil. 4:7, vivir en paz, acabar con tensiones.

    D. Es necesario cambiar nuestra reacción a las circunstancias contrarias y adversas. Muchos problemas pueden solucionarse si estamos dispuestos a practicar lo que la Biblia enseña (2 Tim. 3:16,17). Desde luego, no podemos cambiar todas las circunstancias que nos provocan y causan tanta miseria, pero sí podemos cambiar nuestra actitud y nuestra reacción a tales provocaciones.

        1. La reacción común a los problemas, contratiempos y provocaciones de la vida son el enojo, el disgusto, el resentimiento y la amargura. Estos son reacciones a los problemas de la vida. Muchos viven enojados, disgustados, y amargados. Son el "remedio" del problema, pero el remedio es peor que el problema.

        2. ¿Para qué sirven los tranquilizantes? ¿Qué hacen? ¿Cambian las circunstancias adversas? ¿Resuelven los problemas de la vida? ¿Qué hacen pues? Cambian la reacción del paciente. Es todo. Es precisamente lo que Fil. 4:4‑6 hace: cambia nuestro corazón, nuestra actitud y luego no somos tan provocados o irritados por las cosas que más antes tanto nos molestaban.

        3. Los tranquilizantes divinos no nos dejan en bancarrota como lo hacen los cobros del psiquiatra y los remedios recetados por él.

        4. ¿Quién nos enoja? Nosotros mismos. ¿Quién nos hace envidiosos? Nosotros mismos. Nadie puede forzarme a enojarme. Nadie puede forzarme a envidiar a otra persona. Nadie puede llenar mi corazón de amargura y resentimientos. Yo mismo me encargo de eso. Yo solo, y nadie más.

III. Fijar los ojos en Jesús, la verdadera meta.

    A. Fil. 3:13, "y extendiéndome a lo que está delante".

        1. Luc. 13:24, "Esforzaos a entrar por la puerta angosta; porque os digo que muchos procurarán entrar, y no podrán".

        2. Muchos de los que empiezan la carrera no la terminan.

    B. Heb. 12;1, 2, lo que se enseña en este texto requiere mucha concentración: debemos poner los ojos en Jesús y solamente en Jesús.

    C. Si ponemos los ojos en los hombres, para buscar su aprobación y gloria, o si tememos su desaprobación, no llegaremos a la meta. Será imposible. No conviene ser distraídos ni por el aplauso ni por la crítica de los hombres. Es indispensable que los deportistas profesionales se concentren en lo que hacen sin ser afectados por los espectadores. (El ejemplo clásico de la concentración es Jack Nicklaus, ganador de muchos torneos de golf).

    D. Col. 3:1‑4, poner la mira en las cosas de arriba. ¿Por qué en las de arriba? Porque es "donde está Cristo sentado a la diestra de Dios".

    E. 1 Cor. 9:24‑27, es necesario que los que participan en los deportes pongan sus OJOS en la meta, el premio. No deben dejar que nadie ni nada les distraiga. El atleta examina bien lo que ha hecho, busca lo que debe corregirse y luego con aun más intenso entrenamiento se esfuerza por corregir su deficiencia. Muchos juegos se televisan y después de cada juego los jugadores estudian intensamente la película para observar cómo hicieron, no para jactarse, sino para ver sus deficiencias y en qué deben practicar más.

    F. 2 Tim. 4:3, 4, no enredarse en los asuntos del mundo.

    G. Sant. 4:8, la expresión doble ánimo significa que el corazón no es singular, que no hay concentración en un solo propósito.

IV. Es necesario proseguir hacia la meta con deseo fuerte.

    A. Los únicos que llegarán a la meta son los que tienen un anhelo ardiente (“hambre y sed”) de lograr su propósito. Debemos correr con la misma intensidad de los deportistas, y tener el mismo deseo de ganar el premio.

    B. Mucho depende del deseo. Mat. 20:30‑32 clamaban dos ciegos diciendo, "ten misericordia de nosotros" y Jesús les dijo: "¿Qué queréis que os haga?" Ellos contestaron: "Señor, que sean abiertos nuestros ojos". Es lo que ellos querían más que nada. Era la una sola cosa de importancia en su vida. De esta manera debemos anhelar la vista espiritual y la salvación: como un ciego desea su vista.

    C. Léanse Sal. 27:4; 42:1, 2; 84:1‑3; 1 Ped. 2:2.

    D. Con anhelo intenso esperamos al Salvador, Fil. 3:2O, 21.

    E. ¿Qué tanto afecta nuestra fe a nuestra conducta diaria? ¿Qué tan intenso es nuestro deseo de la salvación?

V. La fe tiene que ser genuina y la esperanza tiene que ser viva.

    A. Vivimos de acuerdo a lo que creemos. Nuestra vida es el producto de lo que creemos. (No se afirma que vivimos de acuerdo a lo que profesamos creer, sino conforme a lo que realmente creemos). Prov. 4:23, "Guarda el corazón, porque de él mana la vida".

        1. ¿Por qué nos inquieta la pesadilla? No está pasando nada ‑‑ estamos en la cama con toda seguridad ‑‑ pero estamos asustados simplemente porque creemos que algo malo está sucediendo.

        2. Aunque el cuarto en que una persona hipnotizada está sentada esté un poco caliente, se le dice que está en una tormenta de hielo en Alaska y comienza a temblar. ¿Por qué? Porque actuamos de acuerdo a lo que pensamos y creemos.

        3. La persona que cree sinceramente que está enferma se enferma. La mitad de las camas en los hospitales están ocupadas por personas con enfermedades psicosomáticas.

    B. El que no piensa ganar no ganará. Si no hay propósito fijo y un espíritu resuelto, no se logra nada. Los deportistas que ganan son los que piensan ganar. Al empezar el juego están resueltos, con la plena confianza de que van a ganar. No es por casualidad que se gana en los deportes o en el negocio.

        1. Los israelitas se portaron como langostas porque creían que eran como langostas (Núm. 13:33).

        2. Pablo dijo, "yo sé a quién he creído, y estoy seguro que es poderoso para guardar mi depósito para aquel día" (2 Tim. 1:12).

    C. Sant. 5:7, "el labrador espera el precioso fruto de la tierra". El sembrador trabaja con diligencia, creyendo en lo que hace y creyendo que habrá cosecha. No la espera con indiferencia, sino intensamente, porque es su vida, el sostenimiento de él y su familia. La cosecha es de suma importancia para el sembrador y da evidencia de ello en su manera de trabajar.

    D. 1 Cor. 9:25‑27, los atletas se abstienen de todo para obtener una corona corruptible. ¿Por qué se abstienen? Porque sinceramente quieren ganar el premio. Las muchas horas de entrenamiento y lo intenso de su esfuerzo en la lucha o en el juego indican claramente que ellos realmente quieren ganar el premio. Cuánto más debemos practicar el dominio propio para ganar una corona incorruptible.

    E. 2 Tim. 4:7, 8, Pablo esperaba una corona de vida porque había peleado la buena batalla, había acabado la carrera y había guardado la fe. Al leer de sus actividades y sufrimientos ¿quién puede dudar de su sinceridad?

    F. Rom. 8:24, en esperanza fuimos salvos. Sin ella nadie se salva; es decir, sin una esperanza viva ‑‑ una esperanza verdadera ‑‑ no hay ánimo para trabajar, esforzarnos y sufrir lo suficientemente como para ganar el premio. Los miembros de la iglesia que son indiferentes no son movidos por una esperanza viva.

    G. 1 Tes. 5:8, la esperanza es el yelmo de nuestra armadura que nos protege (protege la cabeza) de los golpes mortales del enemigo. Satanás destruye a muchos cristianos con el desaliento.

    H. 1 Ped. 3:15, ¿Por qué se demanda razón de la esperanza? Porque se puede ver en la conducta, en el habla ‑‑ en la vida entera ‑‑ que el cristiano tiene una esperanza viva. A los miembros de la iglesia que son mundanos nunca se les preguntará acerca de su esperanza, porque no la muestran en su vida.

Conclusión.

    A. Pablo dice, "Una cosa hago". En esto vemos la concentración de sus esfuerzos en el propósito de hacer la obra que el Señor le encomendó.

    B. Recuérdese que actuamos, hablamos y en todo sentido vivimos de acuerdo a lo que creemos.

    C. Jóvenes, ¿cuál es el propósito de su vida? ¿qué tan fuertes son su fe y su esperanza? Muchos jóvenes no tienen un plan fijo para su vida. Les conviene contestar la pregunta, "y entonces ¿qué?" "Quiero educarme"; "Es buen plan, y entonces ¿qué?" "Quiero ser exitoso en mi negocio o profesión"; "Es una meta lógica, y entonces ¿qué?" "Quiero tener una familia"; "Muy bien, y entonces ¿qué?" "Supongo que algún día puedo jubilarme y, tal vez, viajar, etcétera". "Es bueno, y entonces ¿qué?" "Bueno, yo sé que algún día tendré que morir"; "Sí. es muy cierto, y entonces ¿qué?

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