¿Qué impide? ¿Por qué no se escogen ancianos?
El evangelista que haya establecido la congregación
u otro que llegue después tiene que guiar, instruir, animar, corregir,
reprender, etc. para que la iglesia sea fiel y cumpla su propósito de acuerdo a
las Escrituras (1 Timoteo 1:3; 4:6; 2
Timoteo 4:2; Tito 1:15, etc.).
Hay peligro, pues, que el evangelista haga el papel
de anciano (o de los ancianos) y la congregación esté contenta con este arreglo
y no se preocupe por escoger ancianos. Muchas veces el evangelista no solamente
hace la obra de los ancianos sino también la obra de los miembros (la obra
personal) porque recibe salario de la iglesia y él puede dedicar tiempo completo
a la obra. Pero el evangelista fiel sabe su lugar y su obra y reconoce la gran
necesidad de tener ancianos. Él entiende bien que por capacitado que sea él
no puede hacer la obra de ancianos ni tampoco quiere hacerlo. Más bien, hará
todo lo posible por promover el desarrollo de hermanos fieles para que lo más
pronto posible haya ancianos en la congregación.
Para desarrollar estos líderes bíblicos, es
necesario que la iglesia sea verdaderamente fiel, todos los miembros bien
convertidos y espirituales. Debe haber enseñanza clara y fuerte sobre la
necesidad de “buscar primeramente el reino de Dios y su justicia” en lugar de
buscar primeramente los asuntos del negocio/empleo, los deportes, actividades
escolares, viajes y vacaciones, etc. Debe haber enseñanza constante contra
prácticas mundanas (el fumar, la bebida social o con moderación, ropa
deshonesta, diversiones mundanas, etc.) (1
Juan 2:15-17; Santiago 4:4). Por falta de tal enseñanza (y la aceptación de
ella) las iglesias siguen débiles, y a veces con actitudes carnales. En algunos
casos la iglesia no quiere escoger a ciertos hermanos para ser ancianos por
causa de sus actitudes juveniles que no les permiten sostener buenas relaciones
con los demás. Esto refleja falta de crecimiento.
Una iglesia sin ancianos es iglesia deficiente,
anémica, débil. Si no tiene crecimiento y madurez para escoger ancianos tampoco
tiene crecimiento y madurez para cumplir con sus deberes de edificación,
evangelización (local y en campos ajenos) y benevolencia (“el ministerio a los
pobres de entre los santos” en otros lugares,
Romanos 15:26).
Otro obstáculo grande es la división. Divisiones
como las de Corinto (1 Cor. 1) son
el fruto de actitudes impropias hacia predicadores (1
Cor. 1:12), o por imponer
opiniones, preferencias y prejuicios de ciertos miembros sobre la congregación.
La división es causada por la falta de dirección sabia.
1 Cor. 6:5, “¿Pues qué, no hay entre
vosotros sabio, ni aun uno, que pueda juzgar entre sus hermanos?”
Pero otra clase de “división” que no es carnal, sino
el resultado de miembros que quieran establecer congregaciones en su propio
barrio o sector. Esto suena bien en cuanto a extender la obra, pero deja más
débil la iglesia original, con menos esperanza de escoger ancianos. En realidad
la práctica de establecer congregaciones pequeñas en todo sector de la ciudad es
básicamente para la conveniencia de los miembros (para no tener que ir lejos
para asistir a las reuniones), pero ¿hasta cuándo piensan escoger ancianos?
Otro obstáculo es que muchos hermanos aparentemente
están contentos con la reunión (junta) de los varones. Si no hay ancianos, desde
luego, es necesario mantener el buen orden en la congregación (1
Cor. 14:40). Hay arreglos que hacer, es necesario administrar los fondos de
la iglesia, ocupar y despedir predicadores, etc. Las mujeres deben estar en
sujeción (1 Timoteo 2:12), por eso,
la inferencia necesaria es que los varones deben ocupar el lugar de liderazgo y
tomar las decisiones por la iglesia. Pero hay mucho peligro aquí. Si no hay
ancianos, el predicador y los demás varones llenan el vacío y hacen el papel de
ancianos. Si es así, preguntamos si ellos llenan los requisitos nombrados para
tal liderazgo. ¿O no es importante que lo hagan? ¿Que si son ancianos, deben
llenar los requisitos pero si sustituyen a los ancianos y hacen el papel de
ancianos, está bien si no los llenan? ¿Qué clase de razonamiento enrollado es
ese? Algo pasa cuando una congregación prefiere los caminos de los hombres y
rechaza los caminos de Dios.
“Pero nadie es calificado”. Aquí está el tope. Aquí
está el barranco insuperable. ¿Por qué no era así con Antioquía, Iconio y
Listra? Eran iglesias nuevas. De ninguna manera habían existido por veinte o
cuarenta años, sino apenas dos o tres años cuando mucho. ¿Fue posible para ellos
tal vez porque no vieron los requisitos como razones para descalificar a
todos los varones?
Otro obstáculo grande son los requisitos domésticos
convertidos por muchos hermanos en reglas humanas. Pablo tenía en mente una sola
cosa muy sencilla: que para calificar para anciano el hermano haya mostrado que
él cuida de su familia, que él gobierna bien su casa o sea, que tenga a sus
hijos “en sujeción” a él (por eso, Tito
1:6, hijos fieles en lugar de ser acusados de disolución y rebeldía).
La palabra “fieles” (o “creyentes”) se emplea de varias maneras en distintos
textos. Aquí Pablo pone “fieles” en contraste con el “ser acusados de
disolución y rebeldía”; es decir, si no son hijos disolutos (entregados a los
vicios) ni rebeldes, son fieles.
Muchos hermanos solamente pueden ver “hijos creyentes” bautizados en este
texto, pero las palabras de este texto fueron escogidas por el Espíritu Santo
para ilustrar lo que Él mismo dijo a Timoteo: “que gobierne bien su casa, que
tenga a sus hijos en sujeción”, sean bautizados o no, sean menores de edad o
adolescentes o adultos en su casa. El hermano que
tenga hijo rebelde, aunque sea bautizado, no está calificado para ser anciano.
Obviamente los hijos de
Tito 1:6 ya son adolescentes maduros
(no leemos de niños disolutos, asotia,
entregado a los vicios, Efes. 5:18, 1
Ped. 4:4,). Sin embargo, todos los hijos deben estar “en sujeción” al padre
y si hay hijo de seis o siete años de edad que sea rebelde, desobediente y
que hable irrespetuosamente a sus padres, obviamente no está “en sujeción” al
padre y, por eso, no es fiel. De ninguna manera está calificado para ser
anciano el padre que permita tal conducta.
Algunos hermanos insisten en que
pistá tiene que significar “hijos
creyentes” (hijos bautizados), pero el contexto no permite que
pistá sea limitado a “hijos
creyentes bautizados”; es término más amplio y equivale a “en sujeción” al padre
desde que nazcan hasta que salgan de su casa.
La misma palabra
pistás (forma femenina) aparece en
1 Tim. 3:11, “Las mujeres asimismo
sean honestas, no calumniadoras, sino sobrias, fieles (pistás)
en todo” y ninguna versión dice “creyentes”. Para ser consecuentes, los
hermanos que insisten en que pistá en
Tito 1:6 tiene que ser “creyentes” (bautizados), deberían traducir
1 Tim. 3:11, “Las mujeres… sean
honestas, no calumniadoras, sino sobrias,
creyentes (bautizadas) en todo”. En
estos dos textos pistá y pistas
significan la misma cosa. Significan “fieles”.
En
cuanto a “hijos bautizados”, es razonable concluir que si el padre llena los
demás requisitos, es bueno con su familia, es buen ejemplo, tiene buena
reputación, etc. y sobre todo, es “apto para enseñar”, él puede no solamente
persuadir a sus hijos a estar “en sujeción” y evitar la disolución y rebeldía,
sino que también puede persuadirles a obedecer al
evangelio.
Sin embargo los requisitos nombrados por Pablo
tienen que ver con la sujeción de los hijos a las reglas de su padre y el
padre no les obliga a obedecer al evangelio (asunto entre los hijos y Cristo).
El padre sí puede prohibir la conducta escandalosa (el ser disolutos y
rebeldes) en su casa, pero no le toca obligar a sus hijos a bautizarse. (A
veces parece que algunos padres creen que al cumplir doce años de edad los hijos
ya automáticamente deben ser bautizados, pero recuérdese que la hija de Jairo
tenía 12 años de edad y era niña,
Marcos 5:42).
Además,
Pablo no dice “creyentes o fieles que hayan sido bautizados”, sino creyentes o
fieles que no estén acusados de disolución ni de rebeldía. Hay que armonizar
Tito 1:6 con 1 Tim. 3:4.
Pero
muchos hermanos calificados en los demás requisitos para ser ancianos son
rechazados por tener hijitos no bautizados, o por tener hijos ya salidos de casa
que no perseveren, o porque, según ellos, “hijos” no incluye “hijo”, etc.
Tales leyes humanas están bien desviadas de lo que Pablo
enseña y son una de las causas principales de no designar ancianos en cada
iglesia.
En
fin, ¿estamos buscando la manera de escoger ancianos o estamos buscando la
manera de NO escoger ancianos? Obviamente, ya por largos años muchas iglesias
buscan la manera de NO escoger ancianos y están contentos con la dirección
suplida por el predicador y/o la junta
de varones. ¿Pero está contento Cristo?
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