2 Tesalonicenses 3:1 

 

3:1 Por lo demás, hermanos, orad por nosotros, -- En casi todas sus cartas Pablo pide que los hermanos oren por él y sus compañeros (1 Tes. 5:25; Rom. 15:30-32; 2 Cor. 1:11; Efes. 6:18, 19; Fil. 1:19; Col. 4:3; Filem. 22).

          -- para que la palabra del Señor corra y sea glorificada, así como lo fue entre vosotros (1 Tes. 1:6; 4:10; 5:11),  -- Pablo pide que oren por él, pero no para algún beneficio personal, sino para que la verdad pueda vencer todo obstáculo y que siga prosperando, como lo había hecho en Tesalónica. “La palabra de Dios no está presa” (2 Tim. 2.9), pero los enemigos pueden impedir su progreso. Pablo habla de la verdad como si fuera una persona, pues tiene mucha vitalidad. “El envía su palabra a la tierra;  Velozmente corre su palabra” (Sal. 147:15). El evangelio corre y es glorificado cuando es aceptado (Hech. 13:48, “Los gentiles … se regocijaban y glorificaban la palabra del Señor”; Gál. 1:24, “glorificaban a Dios en mí”). Glorificaban a Dios en los apóstoles porque estos “corrieron” para que la palabra pudiera “correr” y ser glorificada:  “¡Cuán hermosos son los pies de los que anuncian la paz, de los que anuncian buenas nuevas!” (Rom. 10:16).

 

3:2  y para que seamos librados de hombres perversos y malos; -- Hech. 17:5; 17:13; 18:5-9, 12-18; 1 Tes. 2:14-16. “Pero os ruego, hermanos, por nuestro Señor Jesucristo y por el amor del Espíritu, que me ayudéis orando por mí a Dios,  31  para que sea librado de los rebeldes que están en Judea” (Rom. 15:30, 31). Fue necesario que Pablo y sus compañeros fueran librados de hombres perversos para que pudieran seguir con sus actividades. El diablo emplea los hombres perversos y malos para impedir el progreso del evangelio.

          -- porque no es de todos la fe. – Todos no son fieles. Véase el siguiente versículo: “Pero fiel es el Señor”.

 

3:3  Pero fiel es el Señor (Rom. 3:3, 4; 2 Tim. 2:12, 13), que os afirmará y guardará del mal (del diablo; Mat. 13:19; Efes. 6:16; 1 Jn. 2:13, 14; 5:18). – Dios hará lo que Pablo pidió en 2:16, 17. Al decir que el Señor es fiel, Pablo no está pensando en algún beneficio personal, sino en el hecho de que es fiel para afirmar y guardar del mal a los hermanos. La Biblia promete que el Señor nos guardará del mal: “Y a aquel que es poderoso para guardaros sin caída, y presentaros sin mancha delante de su gloria con gran alegría” (Judas 24); “que sois guardados por el poder de Dios mediante la fe, para alcanzar la salvación que está preparada para ser manifestada en el tiempo postrero” (1 Ped. 1:5); “sabe el Señor librar de tentación a los piadosos” (2 Ped. 2:9); “No ruego que los quites del mundo, sino que los guardes del mal” (Juan 17:15); “No os ha sobrevenido ninguna tentación que no sea humana; pero fiel es Dios, que no os dejará ser tentados más de lo que podéis resistir, sino que dará también juntamente con la tentación la salida, para que podáis soportar” (1 Cor. 10:13). Lamentablemente algunos no aprovechan esta ayuda. Véanse Gál. 5:4; Heb. 3:13; 4:11.

 

3:4  Y tenemos confianza respecto a vosotros en el Señor, en que hacéis y haréis lo que os hemos mandado. -- En base a su confianza en ellos, hace al Señor la petición del ver. 5. Como Pablo dice a los filipenses, “estando persuadido de esto, que el que comenzó en vosotros la buena obra, la perfeccionará hasta el día de Jesucristo” (Fil. 1:6).

 

3:5  Y el Señor encamine vuestros corazones al amor de Dios (Rom. 5:5; 8:39; 2 Cor. 13:14), -- que los corazones de los santos sean movidos a amar a Dios por causa del amor de Dios por nosotros. “Nosotros le amamos a él, porque él nos amó primero” (1 Jn. 4:19).

          -- y a la paciencia de Cristo. – El aguante perseverante de Cristo, la perseverancia de Jesús aquí en la tierra en medio de la adversidad. “hupomone, lit., un permanecer bajo … se traduce ‘paciencia’ de un modo casi invariable” (WEV). Su sentido práctico es perseverancia. “En casi cada caso en que el apóstol emplea este término, usa también alguna palabra que indica la hostilidad dirigida contra Cristo y sus seguidores, o las pruebas y aflicciones que estos tienen que soportar. Nótense los siguientes ejemplos: Rom. 5:3, 4: perseverancia en medio de la tribulación; Rom. 15:4, 5: perseverancia en medio de vituperios; 2 Cor. 1:6: perseverancia en medio del sufrimiento; 2 Cor. 6:4: perseverancia en medio de aflicción; 2 Cor. 12:12: perseverancia en medio de la persecución y angustia; 2 Tes. 1:4: perseverancia en medio de la persecución; 1 Tim. 6:11: perseverancia en medio de la buena batalla (véase el ver. 12); 2 Tim. 3:10: perseverancia en medio de la persecución y el sufrimiento (véase el ver. 11)” (GH).

          Heb. 12:1-4 dice, “Por tanto, nosotros también, teniendo en derredor nuestro tan grande nube de testigos, despojémonos de todo peso y del pecado que nos asedia, y corramos con paciencia la carrera que tenemos por delante,  2  puestos los ojos en Jesús, el autor y consumador de la fe, el cual por el gozo puesto delante de él sufrió la cruz, menospreciando el oprobio, y se sentó a la diestra del trono de Dios. 3  Considerad a aquel que sufrió tal contradicción de pecadores contra sí mismo, para que vuestro ánimo no se canse hasta desmayar.  4  Porque aún no habéis resistido hasta la sangre, combatiendo contra el pecado”.

 

3:6  Pero os ordenamos (mandamos, LBLA) hermanos, en el nombre de nuestro Señor Jesucristo, que os apartéis de todo hermano que ande desordenadamente (“Término militar, fuera de su puesto en las filas”, ATR), y no según la enseñanza que recibisteis de nosotros. – ¿De qué manera andaban desordenadamente? Cualquiera que anda en violación de la voluntad (enseñanza) del Señor anda desordenadamente, pero en Tesalónica, algunos andaban “desordenadamente, no trabajando en nada, sino entremetiéndose en lo ajeno” (ver. 11). Muchos comentaristas dicen que no trabajaban porque estaban esperando la segunda venida de Cristo en cualquier momento pero “no hay sugerencia alguna de esto en el texto; y encontramos la ociosidad existente cuando Pablo escribió la primera epístola, aunque en ese tiempo no había tal expectación emocionante” (JWM). En la primera carta Pablo les había exhortado de la siguiente manera: 1 Tes. 4:11, “y que procuréis tener tranquilidad, y ocuparos en vuestros negocios, y trabajar con vuestras manos de la manera que os hemos mandado,  12  a fin de que os conduzcáis honradamente para con los de afuera, y no tengáis necesidad de nada”; 5:14, “También os rogamos, hermanos, que amonestéis a los ociosos”.

          Varios comentaristas dicen que la disciplina descrita en este texto no es la misma que la de Rom. 16:17 y 1 Cor. 5:5. Dice JFB: “no una sentencia formal de excomunión, tal como se aplicó más tarde a ofensores más graves como en 1 Corintios 5:5; 1 Timoteo 1:20”; tales comentaristas están equivocados, porque la Biblia no hace distinción entre estos casos. En todos estos textos hay dos requisitos: (1) señalar al culpable (ver. 14; Rom. 16:17, “os fijéis en”); es decir, identificarlo, y (2) apartarse de él, no asociarse con él; “con el tal aun comáis” (1 Cor. 5:11). Tales comentaristas simplemente no pueden aceptar que el no trabajar es un pecado ante los ojos de Dios; creen que la ociosidad no se puede comparar con la fornicación, pero para Dios los dos son pecados y deben ser disciplinados. Recuérdese la palabra clave, desordenadamente; el no trabajar es una conducta completamente opuesta al buen orden.

         

3:7, 8  Porque vosotros mismos sabéis de qué manera debéis imitarnos; pues nosotros no anduvimos desordenadamente entre vosotros, ni comimos de balde el pan de nadie, sino que trabajamos con afán y fatiga día y noche, para no ser gravosos a ninguno de vosotros;  -- “Muchos tesalonicenses, sin duda, habrían considerado un privilegio contribuir, pero como Pablo veía a algunos ociosos entre ellos, quienes habrían hecho del ejemplo de él un pretexto para justificarse a sí mismos, él renunció a su derecho” (JFB).

          Hech. 18:2 dice, “Y halló a un judío llamado Aquila, natural del Ponto, recién venido de Italia con Priscila su mujer ... Fue a ellos,  3  y como era del mismo oficio, se quedó con ellos, y trabajaban juntos, pues el oficio de ellos era hacer tiendas”. Dijo a los ancianos de Efeso (Hech. 20:33), “Ni plata ni oro ni vestido de nadie he codiciado.  34  Antes vosotros sabéis que para lo que me ha sido necesario a mí y a los que están conmigo, estas manos me han servido”. “El judío glorificaba el trabajo. ‘El que no enseña a su hijo un oficio’ decían, ‘le enseña a robar’ … Los judíos creían en la dignidad del trabajo honrado”. (WB).

          Si algunos pensaron (como sugiere JWM) que el trabajo manual había de menospreciarse, el ejemplo del apóstol de Cristo debería haber corregido tal concepto.

          Muchos de los hermanos que predican imitan a Pablo, trabajando en su empleo secular para no ser carga de la iglesia y hacen grandes cosas por el Señor. Los que viven del evangelio (1 Cor. 9:14) aceptan una responsabilidad seria de dedicarse enteramente a la obra de predicar y los que trabajan de todo corazón en la obra del Señor logran mucho. Sin embargo, pueden abusar del plan, porque no tienen mayordomo que les imponga un horario para estudiar, evangelizar y cumplir los deberes de evangelista.

 

3:9  no porque no tuviésemos derecho, -- sino por daros nosotros mismos un ejemplo para que nos imitaseis.  -- Pablo explica que los que predican el evangelio deben vivir del evangelio (1 Cor. 9:4-14; Mat. 10:10; Luc. 10:7; 1 Tim. 5:17, 18 ), pero él mismo siguió trabajando con sus manos:  (1 Cor. 9:11), “Si nosotros sembramos entre vosotros lo espiritual, ¿es gran cosa si segáremos de vosotros lo material? 12  Si otros participan de este derecho sobre vosotros, ¿cuánto más nosotros? Pero no hemos usado de este derecho, sino que lo soportamos todo, por no poner ningún obstáculo al evangelio de Cristo”. Pablo aceptó ayuda de las iglesias (Fil. 4:15, 16; 2 Cor. 11:8, 9) cuando esto no representaba ningún obstáculo al evangelio.

 

3:10  Porque también cuando estábamos con vosotros, os ordenábamos esto: Si alguno no quiere trabajar, tampoco coma. – “Proverbio corriente entre los judíos, expresión de la ley universal del trabajo; y por consiguiente también, censura de los que, en Tesalónica, comían, sin trabajar, el pan ajeno” (B-S). De lo que Pablo dice concluimos que en Tesalónica los hermanos seguían dando de comer a los que no trabajaban; Pablo manda que dejen de hacerlo. Si no quieren trabajar, que no les den de comer.

          Pablo estaba muy consciente de la necesidad de hermanos pobres (Gál. 2:10; Rom. 15:25-27; 1 Cor. 16:1-4; 2 Cor. 8 y 9), pero éstos no eran hermanos ociosos, sino verdaderamente necesitados. Si hubieran llegado a la pobreza por causa de la pereza, Pablo nunca habría pedido ayuda por ellos. Dios quiere que el hombre trabaje: “Tomó, pues, Jehová Dios al hombre, y lo puso en el huerto de Edén, para que lo labrara y lo guardase” (Gén. 2:15); “Con el sudor de tu rostro comerás el pan hasta que vuelvas a la tierra, porque de ella fuiste tomado; pues polvo eres, y al polvo volverás” (Gén. 3:19); “El que hurtaba, no hurte más, sino trabaje, haciendo con sus manos lo que es bueno, para que tenga qué compartir con el que padece necesidad” (Efes. 4:28). Jesús trabajó en la carpintería hasta la edad de treinta años, y su ministerio fue un periodo de unos tres años y medio de arduo trabajo: “Y Jesús les respondió: Mi Padre hasta ahora trabaja, y yo trabajo” (Jn. 5:17). Pedro, Andrés, Jacobo y Juan eran pescadores, y Jesús les hizo pescadores de hombres. Pablo hacía tiendas antes de comenzar su ministerio como apóstol de Cristo, y siguió haciéndolo durante su ministerio. Los que no trabajan están en conflicto con el plan de Dios. Por eso, Pablo prohíbe que los cristianos “ayuden” a los parásitos, porque en realidad  la “ayuda” material no les ayuda, sino que les perjudica porque promueve la ociosidad.

          Véase 1 Tes. 4:11, el comentario sobre el programa de asistencia pública de los Estados Unidos. (El mismo mal se propaga en otros países).

 

3:11  Porque oímos que algunos de entre vosotros andan desordenadamente, no trabajando en nada, sino entremetiéndose en lo ajeno. – 1 Tim. 5:13; Tito 1:12; Hech. 17:21. El ocioso está muy aburrido porque no hace nada en los negocios propios, y por esta razón se entremete en los asuntos de otros. La vida del ocioso es una vida miserable. El trabajar “con vuestras manos” (1 Tes. 4:11) es una bendición de Dios. Cuando Adán vivió en el huerto de Edén, que seguramente fue un paraíso, él trabajó: “Tomó, pues, Jehová Dios al hombre, y lo puso en el huerto de Edén, para que lo labrara y lo guardase” (Gén. 2:15).

 

3:12  A los tales mandamos y exhortamos por nuestro Señor Jesucristo, que trabajando sosegadamente (tranquilamente, LBLA; 1 Tes. 4:11), coman su propio pan. – No el pan ajeno, el pan ganado por el trabajo de otros.

 

3:13  Y vosotros, hermanos, no os canséis de hacer bien.  – Que no se cansen de trabajar con sus manos, ni de corregir a los que andan desordenadamente.

 

3:14  Si alguno no obedece a lo que decimos por medio de esta carta, a ése señaladlo (es necesario distinguir entre los fieles y los infieles), y no os juntéis con él, -- Mat. 18:15-17; Rom. 16:17; 1 Cor. 5:9, 11; 1 Tim. 6:5; Tito 3:10; 2 Jn. 10

          -- para que se avergüence.  – El señalar al infiel y apartarse de él es una forma fuerte de censura pública que le avergüenza. Produce una reacción, sea la tristeza o el enojo u otra, pero sin faltar producirá alguna reacción. Se argumenta a veces que en muchos casos el infiel será indiferente hacia la disciplina, pero esto no se puede probar. Puede reaccionar con hostilidad pero eso no quiere decir que es indiferente. Si el culpable es indiferente hacia la disciplina, ¿por qué hay tanta oposición de parte de sus familiares y amigos? La reacción del hermano indicado, como también la de los familiares y amigos, indica claramente que la disciplina da en el blanco. Todos saben que tal disciplina es reprensión pública, deliberada y formal, que sí avergüenza y esto es precisamente lo que el Señor quiere, para que la persona se humille, pero si la iglesia descuida la disciplina, no habrá reacción alguna de parte del infiel (excepto el desdén hacia la iglesia) y seguirá en su pecado.

          ¿Anda desordenadamente el miembro de la iglesia que deja de asistir a las reuniones? ¿Debe la congregación señalar a tales miembros y apartarse de él? Algunos de los que se oponen a la disciplina del miembro que deja de asistir argumentan que ahora éste tiene muy poco contacto con la iglesia y que, por eso, no pierde nada si la iglesia se aparta de él. En muchos casos los miembros disciplinados no tienen el deseo de estar con los fieles, porque fácilmente ganan amigos en el mundo. Todo esto es cierto, pero Pablo no dice que el propósito de la disciplina es para despertar en el infiel el deseo de asociarse otra vez con los fieles. No dice que el miembro disciplinado extrañará a los fieles y que, por eso, será restaurado.  Sin embargo, lo que es muy cierto es que tal disciplina es una censura pública y que es muy efectiva, pues por ella el culpable ¡será avergonzado! (Los comentarios de los últimos dos párrafos están basados en un artículo escrito por el hermano Gary P. Eubanks en Gospel Anchor, junio de 1992).

          Algunos dicen que es imposible apartarse del miembro que ya dejó de asistir, porque él ya se apartó de la congregación, pero los que hablan así no hablan conforme a las Escrituras, sino conforme a la astucia de la sabiduría humana. El hermano o la hermana que deja de asistir a las reuniones anda desordenadamente, porque está en pecado. Ya no es fiel, pues ya dejó de reunirse con la iglesia (Heb. 10:24, 25);  no participa de la cena del Señor (1 Cor. 11:24); no ofrenda (1 Cor. 16:1, 2) y, por eso, es un avaro (1 Cor. 5:11); en fin, ya no tiene comunión con Dios ni con la iglesia y vive en pecado. Algunos dicen, “Oh, no, es que el pobre está muy débil y desanimado”, pero la verdad es que vive en rebelión contra Dios.

          Si la iglesia no debe apartarse del miembro que dejó de asistir, entonces ¿cuál es plan o el proceder para salvarlo? El plan de Dios (el señalar al hermano no arrepentido y apartarse de él) es para su salvación. ¿Hace él mismo el papel de la iglesia de entregarse solo a Satanás para la destrucción de la carne para que el espíritu se salve? (1 Cor. 5:5). ¿Qué se hace para quitar la vieja levadura y mantener la limpieza de la iglesia? (1 Cor. 5:7). ¿Está haciendo él mismo algo que pueda avergonzarle para que se arrepienta? En realidad el hermano apartado (el que dejó de asistir) no está haciendo nada para efectuar su restauración y se está apartando cada vez más lejos del Señor, y los miembros que siguen asociándose con él promueven su indiferencia y negligencia hacia la iglesia, porque sin asistir a los servicios él puede seguir disfrutando de la asociación con sus hermanos. (No quiere asociarse con ellos en los servicios, pero sí le gusta estar con ellos socialmente). Pablo dice, señalarle porque está pecando y no quiere arrepentirse, y dejar de estar con él socialmente, para que se avergüence. Es muy posible que esto lo humille, para que se arrepienta y sea restaurado al Señor.

          El plan humano es lo siguiente: (1) no señalarle como pecador no arrepentido, y no apartarse de él socialmente; (2) más bien, seguir la vida social con él, siempre invitándole y animándole a que vuelva, para que no se avergüence. El plan divino es (1) señalarle, y (2) no os juntéis con él, para que se avergüence.

 

3:15  Mas no lo tengáis por enemigo, sino amonestadle como a hermano.  – Tal hermano no debe ser abandonado y olvidado, sino que los fieles deben buscarlo para amonestarle.

 

3:16  Y el mismo Señor de paz (Jn. 14:27) os dé siempre paz (Efes. 2:14, 15; Rom. 15:33; 16:20) en toda manera. El Señor sea con todos vosotros.  – Mat. 18:20; 28:20; 1 Tes. 3:11-13; 5:23; 2 Tes. 2:16, 17.

 

3:17  La salutación es de mi propia mano, de Pablo, que es el signo en toda carta mía; así escribo. – 1 Cor. 16:21; Gál. 6:11; Col. 4:18; Filem. 19. 

 

3:18  La gracia de nuestro Señor Jesucristo sea con todos vosotros. Amén.

 

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