Levítico 4

 

      4:2 -- "pecare", "hata", equivale a "hamartano" en el griego, literalmente, errar el blanco. Por ejemplo, Jueces 20:16, "De toda aquella gente había setecientos hombres escogidos, que eran zurdos, to­dos los cuales tiraban una piedra con la honda a un cabello, y no erraban"; no dejaban de dar en el blanco.

      -- "pecare por yerro". Sal. 119:67, "descarriado andaba".

      A. La versión Valera Revisada traduce más correctamente aquí que la Versión Moderna y la versión inglesa King James que dicen "por ignorancia". Se refiere a los pecados cometidos por descuido, por equívoco, por negligencia, etc.

      B. Este pecado se pone en contraste con el pecado cometido "con mano alzada", es decir, con soberbia o arrogancia, desafiando a Jehová. Dice Núm. 15:30, 31, "Mas la persona que hiciere algo con soberbia, así el natural como el extranjero, ultraja a Jehová; esa persona será cortada de en medio de su pueblo. Por cuanto tuvo en poco la pa­labra de Jehová, y menospreció su man­damiento, enteramente será cortada esa persona; su iniquidad caerá sobre ella". No hubo sacrificio para ex­piar el pecado cometido con mano alzada, pecado presuntuoso; para el tal no había redención. Pero "cuando pecare por yerro delante de Jehová, la reconciliará, y le será perdonado" (Núm. 15:28).

      C. Dios no dijo, "no le haga caso", porque había pecado y era culpable. Se requería la expiación para el tal, pero lo bueno era que el pecado era perdo­nable. Había remedio. Un concepto popular es que el pecado no es en reali­dad pecado si no se comete con malicia, sino solamente por causa de la flaqueza, pero todo pecado nos condena si no nos arrepentimos de él. El israelita tenía que reconocer su pecado, arrepentirse, confe­sarlo y obedecer los requisitos nombrados por Dios para la expiación de su pecado, aunque lo hubiera cometido por yerro.

      D. Todo pecado mancha el alma. No hay pecado alguno que debiera tratarse ligeramente.

 

      4:3 -- "si el sacerdote ungido pecare" ("si fuere el ungido sumo sacerdote quien así pecare"). El "sacerdote ungido" significa especialmente el sumo sacerdote. "Y de­rramó del aceite de la unción sobre la cabeza de Aarón, y lo ungió para santifi­carlo" (8:12). "Y el sumo sacerdote entre sus hermanos, sobre cuya cabeza fue de­rramado el aceite de la unción ..." (21:10).

      A. El sacerdote levítico, aún el sumo sacerdote, pecaba como los demás is­raelitas, y tenía que ofrecer sacrificios con­tinuamente por sus propios pecados y luego por los del pueblo. En Heb. 7 el es­critor se refiere a esto para enseñar la necesidad de otro sacerdocio según el or­den de Melquisedec, porque en primer lu­gar los sacerdotes levíticos "llegaron a ser muchos, debido a que por la muerte no podían continuar" (ver. 23), y también porque "aquellos sumos sacerdotes" ofrecían "primero sacrificios por sus pro­pios pecados, y luego por los del pueblo" (ver. 27). "Porque la ley constituye sumos sacerdotes a débiles hombres" (ver. 28).

      B. Sin embargo, el sacerdocio de Cristo es perpetuo y El nunca pecó. "Permanece para siempre, tiene un sacerdocio in­mutable" (ver. 24), y "tal sumo sacerdote nos convenía: santo, inocente, sin mancha, apartado de los pecadores, y hecho más sublime que los cielos" (ver. 26).

      -- "según el pecado del pueblo", "trayendo culpa sobre el pueblo".

      A. Es decir, si él peca en su posición oficial como representante de la nación delante del Señor, y no meramente en su relación personal con Dios (Keil & Delitzsch).

      B. Cuando los líderes se desviaron del camino, entonces, por supuesto, el pueblo fue afectado. Su ejemplo, o sus consejos, podían causar que el pueblo también se desviara. Por ejemplo, en el caso de los hijos de Elí: 1 Sam. 2:12-24, "... pues hacéis pecar al pueblo de Jehová".

      -- "un becerro". Obsérvese que las vícti­mas requeridas para expiar los pecados de jefes (vers. 22-26) y de individuos (vers. 27-35) eran inferiores a los del sumo sa­cerdote y de la congregación (vers. 13-21). Se requería becerro en lugar de macho cabrío, cabra o cordera.

      4:6 -- "rociará de aquella sangre siete ve­ces delante de Jehová, hacia el velo del santuario".

      A. En esto también se ve algo diferente y especial. Para expiar los pecados del sumo sacerdote y de la congregación, la sangre había de rociarse siete veces, y eso delante de Jehová, hacia el velo del santuario (lugar santísimo). Dentro del velo en el lugar santísimo estuvo el propi­ciatorio. (Véase la discusión de Heb. 13:11-13, al final del capítulo).

      B. Era, pues, un acto más sagrado ro­ciar la sangre hacia el velo que el mero ro­ciamiento de la sangre "alrededor sobre el altar" del holocausto. Además, el número "siete" es número sagrado y tiene mucho significado en la Biblia.

 

      4:7 -- "Y el sacerdote pondrá de esa san­gre sobre los cuernos del altar del incienso aromático, que está en el tabernáculo de reunión delante de Jehová".

      Compárense los vers. 25, 30, en el caso de los jefes y de individuos, "la pondrá so­bre los cuernos del altar del holocausto".

 

      4:11, 12 -- "... todo el becerro sacará fuera del campamento a un lugar limpio, donde se echan las cenizas, y lo quemará al fuego sobre la leña ..."

      A. Los sacerdotes no podían comer de los sacrificios ofrecidos para expiar sus propios pecados, ni tampoco de los de "toda la congregación" porque ellos (los sacerdotes) ocupaban el lugar de ado­radores, ofreciendo ellos mismos estas víc­timas por sus propios pecados. Los sacer­dotes se incluían, por supuesto, en la clasi­ficación "toda la congregación".

      B. Debe aclararse, sin embargo, que los sacerdotes sí podían comer la carne de los animales ofrecidos por pecado (véase 6:26 y compárese 10:17, 18). Solamente no podían comer de los sacrificios ofrecidos por sus propios pecados ni de los de "toda la congregación" de la cual eran parte.

      C. No son instruidos a llevar "fuera del campamento ... y lo quemará al fuego" con referencia a los sacrificios por pecado de "un jefe" (vers. 22-26) o de "alguna per­sona" (vers. 27-35).

 

      4:13 -- "Si toda la congregación de Israel hubiere errado ..."

      A. Tal equívoco tenía que atribuirse a los líderes de ellos en la mayoría de los casos (si no en todos). Por ejemplo, 1 Sam. 14:24-33, "El pueblo peca contra Je­hová, comiendo la carne con la sangre", pero el rey Saúl tuvo la culpa (ver. 24). El más famoso con respecto a esta ofensa fue el rey Jeroboam, "el cual pecó, y ha hecho pecar a Israel" (1 Reyes 14:16), porque in­trodujo la adoración de becerros de oro y cambió el sacerdocio y varias ordenanzas de la ley de Moisés (1 Reyes 12:25-33).

      B. Lo mismo ha sucedido hoy en día; varios ancianos y predicadores liberales han pecado y han hecho pecar al pueblo de Dios introduciendo innovaciones en el culto, el gobierno, la obra, etc. de la iglesia del Señor. Esto no quiere decir que el pueblo mismo quede libre o exento de culpa. Llevará su culpa; pero Dios con­dena severamente a aquellos que causan los escándalos. "¡Ay del mundo por los tropiezos! porque es necesario que ven­gan tropiezos, pero ¡ay de aquel hombre por quien viene el tropiezo!" (Mat. 18:7). Compárese Mat. 5:32, "Pero yo os digo que el que repudia a su mujer, a no ser por causa de fornicación, hace que ella adultere; y el que se casa con la repudia­da, comete adulterio".

 

      4:18 -- "altar que está delante de Jehová", altar de incienso, ver. 7.

      4:22, 23 -- "Cuando pecare un jefe ..." No administraba en cosas sagradas como los sacerdotes pero él también fue escogido por Dios.

      A. Núm. 1:4-16 "... jefe de la casa de sus padres". Príncipes de las varias tribus, capitanes de los millares de Israel, ver. 16. Véase también 34:18. Y por supuesto, esto incluye a todos los jefes, hasta el rey de la nación.

      B. Surge aquí la pregunta, ¿cuando el jefe pecare, quién le va a llamar la aten­ción? ¿quién le va a reprender? Los pro­fetas lo hacían como vemos en 2 Sam. 12:9; dijo Natán al rey David: "¿Por qué, pues tuviste en poco la palabra de Jehová, haciendo lo malo delante de sus ojos?" Y los sacerdotes también reprendieron a los jefes que pecaron: 2 Crón. 26:16-21, cuando el rey Uzías "ya era fuerte, su corazón se enalteció para su ruina; porque se rebeló contra Jehová su Dios, entrando en el templo de Jehová para quemar in­cienso en el altar del incienso, y entró tras él el sacerdote Azarías, y con él ochenta sacerdotes de Jehová, varones valientes. Y se pusieron contra el rey Uzías, y le di­jeron: no te corresponde a ti, oh Uzías, el quemar incienso a Jehová, sino a los sa­cerdotes hijos de Aarón, que son con­sagrados para quemarlo. Sal del santuario, porque has prevaricado, y no te será para gloria delante de Jehová Dios".

      C. Dice el texto, "luego que conociere su pecado que cometió". Así vemos que el trabajo de hacerles conocer su pecado era importante. Compárense 1 Tim. 5:17-29; 2 Tim. 4:1-3; Tito 2:15, etc.

      Observación: Aquí cabe una com­paración entre Lev. 4:6, 16; 16:14, 15 y Heb. 13:11-13, "Porque los cuerpos de aquellos animales cuya sangre a causa del pecado es introducida en el santuario por el sumo sacerdote, son quemados fuera del campamento. Por lo cual también Jesús, para santificar al pueblo mediante su propia sangre, padeció fuera de la puerta. Salgamos, pues, a él, fuera del campamento, llevando su vituperio". Ve­mos en estos textos que la sangre intro­ducida en el santuario tenía aun más im­portancia porque simbolizaba la sangre de Jesús, especialmente la sangre de la ex­piación que fue rociada "hacia el propicia­torio" (Lev. 16:14). Y los cuerpos de estos animales fueron quemados fuera del cam­pamento tipificando el padecimiento de Jesús fuera de la ciudad de Jerusalén. ¡Qué importante es pues estudiar el libro de Levítico!

 

 

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