LUCAS 8

 

Lucas 8:1-3, Mujeres que sirven a Jesús

      8:1 Aconteció después, que Jesús iba (una por una, FL) por todas las ciudades y aldeas, predicando y anunciando el evangelio del reino de Dios, -- Nuestro Señor Jesucristo vino al mundo para salvarnos y para efectuar esta gran salvación vino para morir en la cruz para expiar los pecados del mundo, pero en cuanto a sus actividades diarias durante su ministerio aquí en la tierra es importante enfatizar que el trabajo principal de Jesús era precisamente lo que se describe en este texto: predicar las buenas nuevas del reino de Dios. Esta es la segunda gira por Galilea. Luc. 4:43,44 describe la primera gira. “La oración describe al Salvador cómo recorría el país con objeto de ponerse en contacto lo más completamente posible con la gente, y se aseguraba especialmente de que ninguna ciudad o aldea fuese descuidada. Era como si él no quisiera dejar que ningún alma se quedara sin ser visitada por la luz de la salvación” (GRB).

      Como Jesús recorría toda ciudad y toda aldea de Judea, después les dio a los apóstoles la orden de predicar el evangelio a todas las naciones, Mat. 28:19; Mar. 16:15; Luc. 24:47.

      -- y los doce con él, -- Mar. 3:14, “Y estableció a doce, para que estuviesen con él, y para enviarlos a predicar,  15  y que tuviesen autoridad para sanar enfermedades y para echar fuera demonios”. Compárese Hech. 16:1-3, Pablo encontró a Timoteo, un hermano fiel, en Listra y quiso que él le acompañara. Los apóstoles, Timoteo, Tito y otros fueron entrenados por Jesús y los apóstoles. No se establecieron escuelas para apóstoles y predicadores en el primer siglo. El plan bíblico para entrenar obreros se revela en 2 Timoteo 2:2.

      En seguida vemos otro ejemplo de cómo Lucas enfatiza el papel de la mujer en el servicio de Jesús. En los primeros capítulos da informes amplios sobre Elisabet, la madre de Juan, y sobre María, la madre de Jesús. Lucas es el único autor que habla de Ana, la profetisa.

      8:2  y algunas mujeres que habían sido sanadas de espíritus malos y de enfermedades:

      -- María, que se llamaba Magdalena, -- El Nuevo Testamento habla de siete Marías. Esta se llamaba Magdalena porque era de Magdala (“Entonces, despedida la gente (después de alimentar a los cuatro mil), entró en la barca, y vino a la región de Magdala”, Mat. 15:39. Algunos han calumniado a María Magdalena, afirmando o insinuando que había sido una mujer mala (como salvada de siete vicios), pero el ser posesionada por espíritus malos no implicaba pecado en ningún sentido. El Nuevo Testamento se refiere a muchos casos de endemoniados, pero ni una sola vez afirma o implica que eso implicaba pecado. Los demonios tomaron posesión de la gente para atormentarles física y mentalmente pero no les hacía pecar. Entraron en ellos sin su permiso.

       Esta es la primera mención de María Magdalena, pero otros textos hablan de ella:

      -- Estuvo presente cuando Jesús fue crucificado: Mat. 27:55 “Estaban allí muchas mujeres mirando de lejos, las cuales habían seguido a Jesús desde Galilea, sirviéndole,  56  entre las cuales estaban María Magdalena, María la madre de Jacobo y de José, y la madre de los hijos de Zebedeo”; Mar. 15:40, “También había algunas mujeres mirando de lejos, entre las cuales estaban María Magdalena, María la madre de Jacobo el menor y de José, y Salomé,  41  quienes, cuando él estaba en Galilea, le seguían y le servían; y otras muchas que habían subido con él a Jerusalén; Jn. 19:25, “Estaban junto a la cruz de Jesús su madre, y la hermana de su madre, María mujer de Cleofas, y María Magdalena”.

      -- Estuvo presente cuando Jesús fue sepultado: Mar. 15:47, “Y María Magdalena y María madre de José miraban dónde lo ponían”.

      -- Estuvo entre los que prepararon especias para preparar el cuerpo de Jesús para ser sepultado: Mar. 16:1, “Cuando pasó el día de reposo, María Magdalena, María la madre de Jacobo, y Salomé, compraron especias aromáticas para ir a ungirle”.

      -- Jn. 20:1, “El primer día de la semana, María Magdalena fue de mañana, siendo aún oscuro, al sepulcro; y vio quitada la piedra del sepulcro.  2  Entonces corrió, y fue a Simón Pedro y al otro discípulo, aquel al que amaba Jesús, y les dijo: Se han llevado del sepulcro al Señor, y no sabemos dónde le han puesto”.

      -- Jesús “apareció primeramente a María Magdalena”: Mar.16:9 “Habiendo, pues, resucitado Jesús por la mañana, el primer día de la semana, apareció primeramente a María Magdalena, de quien había echado siete demonios”.

      -- Jn. 20:11-17, ella tenía una conversación muy interesante con Jesús.

      -- Jn. 20:18, “Fue entonces María Magdalena para dar a los discípulos las nuevas de que había visto al Señor, y que él le había dicho estas cosas”.

      -- Véase también Hech. 1:14.

      -- de la que habían salido siete demonios, -- esta es la causa especial de su gratitud. Mar. 16:9, “Habiendo, pues, resucitado Jesús por la mañana, el primer día de la semana, apareció primeramente a María Magdalena, de quien había echado siete demonios”. Mat. 12:45, “Entonces va, y toma consigo otros siete espíritus peores que él, y entrados, moran allí; y el postrer estado de aquel hombre viene a ser peor que el primero”. Si un solo demonio podía causar mucha miseria, obviamente la posesión de siete demonios causaba miseria al grado máximo.

      8:3  Juana, mujer de Chuza intendente (mayordomo, LBLA) de Herodes, -- Es mencionada otra vez en Luc. 24:10, “Eran María Magdalena, y Juana, y María madre de Jacobo, y las demás con ellas, quienes dijeron estas cosas a los apóstoles”.

      --  y Susana, -- de ella no se sabe más.

      -- y otras muchas que le servían de sus bienes. – de lo que poseían, sus recursos, una ayuda muy práctica. Estas mujeres entendían el principio explicado por Pablo en 1 Cor. 9:11, “Si nosotros sembramos entre vosotros lo espiritual, ¿es gran cosa si segáremos de vosotros lo material?”

      Jesús podía multiplicar panes y peces para la multitud, pero no hizo milagros para su propio beneficio. Estas mujeres mostraban de esta manera su gratitud a Jesús por haber echado fuera espíritus malos y por haberles sanado de sus enfermedades. En el capítulo 7:36-50 leemos de la mujer que mostró su gratitud y gran amor hacia Jesús por haberle perdonado. Cuando Jesús sanó a la suegra de Pedro, “ella se levantó, y les servía” (Mat. 8:14).

      2 Cor. 8:9, “Porque ya conocéis la gracia de nuestro Señor Jesucristo, que por amor a vosotros se hizo pobre, siendo rico, para que vosotros con su pobreza fueseis enriquecidos”. Mat. 8:19, “Y vino un escriba y le dijo: Maestro, te seguiré adondequiera que vayas.  20  Jesús le dijo: Las zorras tienen guaridas, y las aves del cielo nidos; mas el Hijo del Hombre no tiene dónde recostar su cabeza”. En esto vemos otro indicio de la gran humildad de Jesús. Era dueño de todo pero aquí en la tierra vivió de la benevolencia de sus discípulos.           

      Los apóstoles habían tenido recursos antes de seguir a Jesús. Mateo era un cobrador de impuestos romanos; Pedro, Andrés, Jacobo y Juan eran pescadores. Pero habían dejado todo para seguir a Jesús (Mat. 19:27). Por eso todo el grupo dependía de la ayuda financiera aportada por este grupo de mujeres piadosas.

      Estas mujeres no estaban organizadas en una “Sociedad Misionera Femenina” como supone A. T. Robertson. Las iglesias humanas creen que tienen que tener organizaciones para todos (“misioneros”, mujeres, jóvenes, etc.), pero este texto no sugiere ninguna clase de organización. Más bien un grupo de mujeres muy agradecidas “le servían de sus bienes”. Ahora los doce apóstoles acompañan a Jesús.

      Otras mujeres piadosas y serviciales:

      -- María de Betania. Unge a Jesús para su sepultura, Mat. 26:6-13; Mar. 14:3-9; Jn. 12:1-8.

      -- Hech. 9:36, “Había entonces en Jope una discípula llamada Tabita, que traducido quiere decir, Dorcas. Esta abundaba en buenas obras y en limosnas que hacía. 39 le rodearon todas las viudas, llorando y mostrando las túnicas y los vestidos que Dorcas hacía cuando estaba con ellas”.

      -- Hech. 16:15, hablando de Lidia, “Y cuando fue bautizada, y su familia, nos rogó diciendo: Si habéis juzgado que yo sea fiel al Señor, entrad en mi casa, y posad. Y nos obligó a quedarnos”.

      -- Rom. 16:1, “Os recomiendo además nuestra hermana Febe, la cual es diaconisa (está al servicio) de la iglesia en Cencrea”. En este mismo capítulo Pablo se refiere a varias hermanas que servían: v. 3, Priscila: con su marido Aquila enseñaron a Apolos, Hech. 18:26; una iglesia se reunía en su casa; v. 6, María, “la cual ha trabajado mucho entre vosotros”; v. 12, “Trifena y a Trifosa, las cuales trabajan en el Señor… la amada Pérsida, la cual ha trabajado mucho en el Señor”.

      -- Fil. 4:3, “ayudes a éstas que combatieron juntamente conmigo en el evangelio, con Clemente también y los demás colaboradores míos, cuyos nombres están en el libro de la vida”.

      Tales mujeres no son autorizadas para predicar, pero son de las personas más grandes en el reino según Mat. 20:26, “el que quiera hacerse grande entre vosotros será vuestro servidor,  27  y el que quiera ser el primero entre vosotros será vuestro siervo; 28  como el Hijo del Hombre no vino para ser servido, sino para servir, y para dar su vida en rescate por muchos”.

      Tales mujeres son las que verdaderamente “profesan piedad”. 1 Tim. 2:9, 10, “Asimismo que las mujeres se atavíen de ropa decorosa, con pudor y modestia; no con peinado ostentoso, ni oro, ni perlas, ni vestidos costosos, 10  sino con buenas obras, como corresponde a mujeres que profesan piedad” (véase también 1 Ped. 3:1-4).

 

Parábola del sembrador

(Mat. 13:1-5, 18-23; Mar. 4:1-20)

      ¿Qué es una "parábola"?  'Parabole' denota lit., un poner al lado (relacionado con 'paraballo', arrojar o depositar al lado, comparar). Significa la puesta de una cosa al lado de otra con el propósito de comparar ... Por lo general se usa de un relato algo largo sacado de la naturaleza o de circunstancias humanas, siendo su objeto la enseñanza de una lección espiritual" (WEV). La “parábola” es figura de retórica que es como ventana que ilustra alguna verdad. Es el relato de algún evento común que puede servir  como comparación con alguna verdad espiritual. Jesús empleaba muchas parábolas para ilustrar la naturaleza del reino.

      No es "fábula" (véase Jueces 9:14,15). Las fábulas quebrantan las reglas de la naturaleza, dando a los árboles y animales poderes humanos. Las fábulas, aunque sanas como la de Jueces 9:14, 15)  no podrían servir el propósito de Jesús, porque tales fábulas enseñan lecciones prácticas pero tienen que ver solamente con relaciones humanas. Las parábolas tratan de nuestras relaciones con Dios; tienen significado celestial y eterno. (Desde luego, hay fábulas que no son sanas; más bien son dañinas, porque substituyen a la verdad, 2 Tim. 4:4).

      No es "alegoría" (véase Gál. 4:21-26), porque cada detalle de una alegoría representa algo o alguien. Es verdad que a veces los elementos particulares de una parábola tienen significado (como en la parábola del sembrador), pero comúnmente cada parábola tiene una sola lección central. Un error que se comete en el uso de las parábolas es el de buscar el significado de cada detalle de la parábola, aunque Jesús no lo haga.

      Es cierto que puede haber en algunas de las parábolas más de una lección. Por ejemplo, la parábola de los talentos (Mateo 25:14-30) tiene que ver con la responsabilidad individual, pero también se refiere claramente al juicio final, de recompensa para los fieles y castigo para los infieles.

      Los detalles o circunstancias de la parábola no necesariamente tienen importancia. Esta regla es importante. En la mayoría de las parábolas las circunstancias no tienen significado. Por ejemplo, Mat. 13:44, el pensamiento principal es el gozo del hombre que halló un tesoro. En seguida, Mat. 13:45,46, habla de la perla de gran precio, y el pensamiento principal es el valor del reino.

      Una parábola es una ilustración basada en eventos comunes, las actividades diarias de la gente. Jesús conoce al hombre, y conocía a la gente de Palestina, todo aspecto y detalle de su vida diaria. Leemos sus parábolas y los hogares de aquel tiempo se nos abren. Vemos una mujer haciendo pan; a otra en la costura; la emergencia de aquel que pide pan a media noche para la visita; los ricos con bodegas llenas; el trabajador que no se atreve a comer hasta que el patrón haya comido. Hay contrastes (p. ej., judíos escogidos y samaritanos aborrecidos). Todo el panorama se presenta: el agricultor arando, el pescador con sus redes, la alegría de los que se recibían en las bodas y la tristeza de los que no podían entrar, el edificador construyendo una torre, la viuda ante el juez pidiendo justicia.

      El propósito de la parábola del sembrador es para enfatizar la necesidad de entender  y obedecer la enseñanza de Cristo. Básicamente la parábola del sembrador describe la obra de Cristo, el Principal Sembrador y las cuatro clases de terreno en las que cae la semilla sembrada. Se llama común­mente "la parábola del sembrador", pero el énfasis no está sobre el sembrador, sino sobre las varias clases de terreno. El nombre más correcto de esta parábola sería la parábola de los oyentes.  Aunque el sembrador sea Cristo mismo, los resultados dependerán de gran manera de los oyentes mismos. Jesús es el Maestro Perfecto, pero no logró convertir a todo el mundo.

      Las cuatro clases de terreno son cuatro clases de oyentes. La parábola enseña la responsabilidad de oír la palabra, porque por el oír viene la fe (Rom. 10:17). Jesús bien sabía que la semilla no puede germinar y producir en toda clase de corazón humano.

      Multitudes le seguían a veces, pero ¿con qué propósito? Algu­nos le seguían por curiosidad, algunos buscaban panes y peces, algunos tenían motivos políticos y revolucionarios, y otros eran sinceros.

      En esta parábola Jesús les presenta un retrato de ellos mismos; pone delante de sus ojos el espejo para que puedan ver cómo eran (qué clase de oyentes eran). Les cuenta una historia acerca de ellos mismos y de cómo ellos oyen la palabra. ¿Cómo recibirían su enseñanza? De la misma manera en que los varios terrenos de Judea recibían la semilla del sembrador.

      8:4 Juntándose una gran multitud, y los que de cada ciudad venían a él, les dijo por parábola:  5  El sembrador salió a sembrar su semilla; y mientras sembraba, una parte cayó junto al camino, y fue hollada, y las aves del cielo la comieron. 6  Otra parte cayó sobre la piedra; y nacida, se secó, porque no tenía humedad. 7  Otra parte cayó entre espinos, y los espinos que nacieron juntamente con ella, la ahogaron. 8  Y otra parte cayó en buena tierra, y nació y llevó fruto a ciento por uno.

      -- Hablando estas cosas, decía a gran voz: El que tiene oídos para oír, oiga. – es decir, no solamente oír su voz, sino también entender y aceptar su enseñanza. Sant. 1:21, “Por lo cual, desechando toda inmundicia y abundancia de malicia, recibid con mansedumbre la palabra implantada, la cual puede salvar vuestras almas”. La expresión “El que tiene oídos para oír” se repite en cada una de las cartas a las iglesias de Asia (Apoc. 2, 3). Significa que cada quien tiene que oír y pensar por sí mismo.

      8: 9  Y sus discípulos le preguntaron, diciendo: ¿Qué significa esta parábola? 

      8:10  Y él dijo: A vosotros (los discípulos dichosos, Mat. 13:16, 17) os es dado conocer los misterios del reino de Dios; -- los “misterios del reino de Dios” no eran misterios en el sentido de ser místicos y difíciles de entender. Eran “misterios” simplemente porque no se habían revelado antes. Sin embargo, para entender los misterios del reino es necesario escudriñar las Escrituras (Jn. 5:39; Hech. 17:11) y usarlas bien (2 Tim. 2:15; 2 Ped. 3:16).0

      --  pero a los otros por parábolas, para que viendo no vean, y oyendo no entiendan. -- Isa. 6:9-10,  -- Mat. 13:14,  “De manera que se cumple en ellos la profecía de Isaías, que dijo:  De oído oiréis, y no entenderéis;  Y viendo veréis, y no percibiréis. 15  Porque el corazón de este pueblo se ha engrosado,  Y con los oídos oyen pesadamente,  Y han cerrado sus ojos;  Para que no vean con los ojos,  Y oigan con los oídos,  Y con el corazón entiendan,  Y se conviertan,  Y yo los sane”.  Los “otros” de los cuales Jesús habla aquí, habían oído la misma enseñanza que los discípulos habían oído desde el principio de su ministerio. Habían observado los mismos milagros que los discípulos habían observando. Pero los “otros” veían y oían con ojos cerrados y oídos tapados; es decir, su corazón estaba lleno de prejuicio debido a su concepto erróneo del Mesías y su reino.

      Hay parábolas en el Antiguo Testamento (p. ej., Isa. 5:1-7, la parábola de la viña). Un dicho común entre rabinos judíos era "¿A qué lo compararé?" (Mateo 11:16). Jesús las usaba más que nadie. Ni antes ni después ha habido otro maestro que tanto haya enseñado en parábolas. Marcos 4:33,34, "Con muchas parábolas como estas les hablaba la palabra, conforme a lo que podían oír. Y sin parábolas no les hablaba; aunque a sus discípulos en particular les declaraba todo".

      ¿Por qué habló Jesús en parábolas?  (1) Para revelar la verdad. Las parábolas son "ventanas" que dejan entrar la luz. Nos ayudan mucho en nuestro entendimiento de verdades celestiales. Jesús podía "colgar la verdad" sobre las cosas y actividades más comunes para que la veamos y entendamos mejor. Por ejemplo, en este capítulo (Mateo 13) Jesús dice varias veces, "El reino de los cielos es semejante a" y luego sigue la comparación.  Jesús habla de "Los misterios del reino de los cielos". La palabra "misterio" se usa en el Nuevo Testamento en un sentido especial. No significa algo misterioso, oscuro y difícil o imposible de entender, sino algo que no se podía saber sin revelación de Dios (1 Cor. 2:9-13; Efes. 3:3-6). Así Jesús explica con parábolas la naturaleza verdadera del reino. Vemos la armonía entre las parábolas de Jesús y la enseñanza apostólica que se registra en los Hechos y en los otros libros del Nuevo Testamento.

      (2) Para conservar la verdad. Las parábolas nos ayudan mucho para recordar la enseñanza. ¿Quién no se acuerda del "Hijo Pródigo" y del “Buen Samaritano”? Es fácil recordar las parábolas. Cada una es una "obra maestra", sin igual en los escritos y discursos de los más destacados autores, filósofos, estadistas, etc. del mundo entero. Los nombres de Sócrates y Platón son muy reconocidos, pero ¿qué enseñaron?

      (3) Para dejar que sus enemigos se juzgaran solos. De esta manera Jesús despertó la conciencia de la gente para que pudiera ver su propia rebeldía. Natán usó este medio (2 Sam. 12:1-7), dejando que David pronunciara su propio castigo por haber adulterado con Betsabé y por haber muerto a Urías. Jesús usó este medio. La parábola de los labradores malvados (Mateo 21:33-46). Dice el v. 45, "Y oyendo sus parábolas los principales sacerdotes y los fariseos, entendieron que hablaba de ellos". Sin embargo, éstos estaban endurecidos en su rebelión y tales parábolas no les detuvieron en su plan de matar a Jesús.

      (4) Para esconder la verdad, para que los insinceros no la entendieran. En este párrafo Jesús explica uno de los propósitos de las parábolas (compárense Mateo 13:13-15; Marcos 4:10-12). Parece que esto contradice lo que ya se afirmó, pero es cierto. Jesús habló por parábolas para ilustrar la verdad para los sinceros y al mismo tiempo para ocultar la verdad de los insinceros. Siempre ha habido personas insinceras que no quieren la verdad, y no la aceptarán cuando se les presente. Al hablar en parábolas Jesús dejó a éstos en oscuridad.

      -- Viendo no ven, y oyendo no oyen, ni entienden. -- Jesús explica por qué les habla por parábolas. Uno de los  propósitos principales era para esconder la verdad de los insinceros. Muchos de los judíos de aquel tiempo abusaron de su privilegio de aprender la verdad de Dios. Jesús "a lo suyo (su universo, creado por El) vino, y los suyos (los judíos) no le recibieron" (Jn. 1:11). A consecuencia de esto quedaron aun más confirmados en su desobediencia a pesar de haber escuchado estas enseñanzas divinas. Compárese 2 Cor. 3:15, tenían velo puesto sobre su corazón.

      "Bienaventurados los que tienen hambre y sed de justicia, porque ellos serán saciados" (Mateo 5:6). Lamentablemente estos no tenían hambre y sed de justicia. Más bien, tenían sus ojos, oídos y corazones cerrados. Eran como Balaam (Números 22:19) cuando Balac, rey de Moab, ofreció dinero a Balaam para que maldijera a Israel. Dios le dijo, "No vaya con ellos, ni maldigas al pueblo, porque bendito es" (v. 12), pero Balaam dice a los siervos de Balac, "reposéis aquí esta noche, para que sepa qué me vuelve a decir Jehová". No le gustó lo que Dios le dijo y esperaba que cambiara su palabra.  2 Tes. 2:10-12, "no recibieron el amor de la verdad". Este texto nos debe asustar. Pablo dice, "Por esto Dios les envía un poder engañoso, para que crean la mentira"; es decir, si nosotros no amamos la verdad sobre cualquier asunto, y si queremos creer algo que no es la verdad, estamos en gran peligro de creer una mentira y perder el alma. 2 Tim. 4:3, 4, algunos tienen comezón de oír solamente las cosas que les agraden. Compárese Isa. 30:9,10.

      Los judíos vieron los milagros y oyeron la enseñanza, pero su corazón era perverso. Debido a esto los milagros no produjeron en ellos la fe (Jn. 20:30,31). No valoraban la enseñanza, porque Jesús no enfatizó lo material sino lo espiritual. Jesús es la luz del mundo, pero éstos cerraron sus ojos para no verla.

      Jesús habló en parábolas para que sus enseñanzas fueran más claras y efectivas. El quiere que todos entiendan y se conviertan, pero es imposible entender y recibir el beneficio de Su enseñanza si cerramos los ojos. Es importante recordar que estos judíos ya tenían sus ojos y oídos cerrados antes de oír a Jesús. Llegaron a escucharle con sus ojos y oídos cerrados. Por eso les habló en parábolas. Mostraban mucha hostilidad  hacia Jesús (5:30; 6:2, 11; 11:15;  Mat. 9:34). El reaccionó a ellos de acuerdo a su reacción a El. "Y no hizo allí (Nazaret) muchos milagros, a causa de la incredulidad de ellos" (Mat. 13:58). Cuando Faraón endureció su corazón, Dios endureció su corazón.

      Los que predicamos y enseñamos la palabra comprendemos perfectamente lo que Jesús dice en este texto. Por más que prediquemos con convicción y fervor, los oyentes a veces se ven congelados en su indiferencia hacia el mensaje. Como dice el comentarista Barclay, "Nuestras palabras se van con el viento; nuestro mensaje choca con la barrera impenetrable de la indiferencia de los hombres". Con estas palabras este autor, siendo modernista, se juzga solo.

      Mateo 13:16, “Pero bienaventurados vuestros ojos, porque ven; y vuestros oídos, porque oyen.  17  Porque de cierto os digo, que muchos profetas y justos desearon ver lo que veis, y no lo vieron; y oír lo que oís, y no lo oyeron”.  Los discípulos de Jesús son muy bendecidos. Se enriquecieron cada vez más por su buena actitud hacia la verdad, pero los otros se empobrecieron cada vez más por su rebeldía.

      8:11  Esta es, pues, la parábola: La semilla es la palabra de Dios. --Mar. 4:14. Es la única semilla que producirá la planta que nuestro Padre celestial plantó. Es la planta que produce la iglesia de Cristo y lo hace en cualquier siglo en cualquier país. Lo importante, pues, no es una supuesta “sucesión de iglesias”, sino que se siembre en todo siglo y en todo lugar la semilla pura del evangelio de Cristo.

      8:12  Y los de junto al camino son los que oyen, y luego viene el diablo y quita de su corazón la palabra, para que no crean y se salven. -- Estos oyentes son los que permiten que sus corazones sean "pavimentados" (endurecidos) por todos los sucesos y actividades de esta vida. Su vida ha sido fuertemente afectada e influenciada por los asuntos de la vida diaria: el empleo, la familia, los planes, las bodas, los funerales, los crímenes y docenas de otras cosas. Estos tienen corazones desatentos, insensibles, preocupa­dos e indiferentes en cuanto a los asuntos espirituales. Su intelecto está lleno de prejuicio, la conciencia cauteri­zada y la voluntad perversa. No pone atención a la palabra de Cristo. La mayoría de los judíos y muchos gentiles (por ejemplo, los de Atenas, Hech. 17) eran ejemplos de esta clase de terreno.

      Satanás arrebata la palabra con miles de distracciones. Presenta el error como tan bueno o mejor que la verdad. Presenta ante la atención del hombre toda clase de intereses terrenales, no necesariamente malos en sí, pero demandan la atención y esta clase de corazón no recibe la palabra. Aquí no hay vida alguna.

      El diablo sabe el poder de la palabra de Dios. No quiere que nadie permita que entre en el corazón. No quiere que la gente oiga. Si oye, no quiere que crea. Si cree, no quiere que obedezca. Siempre le anima a posponer la obediencia.

      Así es que la semilla fue "hollada, y las aves del cielo la comieron", v. 5. No hace impresión sobre la mente del oyente.

      ¿Qué se puede hacer para ayudar a los tales? Desde luego, la palabra es muy poderosa (Heb. 4:12; Jer. 23:29). A veces la tribulación prepara el "terreno" para recibir la semilla.

      8:13  Los de sobre la piedra son los que habiendo oído, reciben la palabra con gozo; pero éstos no tienen raíces; creen por algún tiempo, y en el tiempo de la prueba se apartan.  – La semilla cae sobre una capa delgada de tierra sobre la roca sólida, donde no hay humedad. Brota pronto pero no puede echar raíces. Hay vida pero muy momentánea. El punto clave es que PRONTO brota y PRONTO muere. Es cuestión de recibir LUEGO y entonces caer LUEGO. Este es el oyente superficial, emocional, impresionable, impulsivo. Tiene interés pero es interés pasajero. Obedece con gozo pero es gozo pasajero. No obedece por convicción. Oye un sermón conmovedor y obedece. Los amigos obedecen, por eso él también obedece. Tal vez obedece durante una "campaña emocionante" (le gustaron los himnos y los hermanos fueron muy amables, etc.), pero no calculan gastos, 14:25-33. No considera la cruz que debe llevar. No toma en cuenta la oposición que encontrará. Obedece, pero no se acerca a Dios en oración y con lectura bíblica, no es debidamente activo en la iglesia, no se fortifica, no se confirma (Hech. 14:22).

      Vienen persecuciones, tribulaciones, críticas, burlas, pruebas, las cuales deben fortalecerle (Rom. 5:3-5) y acercarlo a Dios, pero más bien le alejan de Dios y le hacen tropezar.

      8:14  La que cayó entre espinos, éstos son los que oyen, pero yéndose, son ahogados por los afanes y las riquezas y los placeres de la vida, y no llevan fruto. -- Los espinos absorben toda la humedad y fertilidad, y ex­cluyen de la planta la luz y el aire; por eso, el creci­miento es retardado e impedido. "El afán de este siglo". Según 12:22-31; Mat. 6:24-34 el afán (1) es innecesario, porque nuestro Padre sabe nuestras necesidades; (2) es prohibido, (3) es vano, porque ¿qué logra el afán? Luc. 10:41; 21:34; Fil. 4:6; 1 Ped. 5:7. La ansiedad indica falta de fe en Dios. Indica una preocupación excesiva por los asuntos de esta vida, y una falta de interés en cosas espirituales. El afán de este siglo no quiere decir vicios, sino una preocupación excesiva por tales asuntos como el empleo, el negocio, la educación, y los problemas ordinarios de la vida.

      "El engaño de las riquezas" es muy peligroso. 1 Tim. 6:9,10; Mar. 10:24. La prosperidad es más peligrosa que la pobreza. Recuérdese Prov. 30:8,9. Muchos hermanos abusan de la "tarjeta plástica", haciendo muchas compras y así comprometiéndose más allá de sus posibili­dades, y luego viene un afán abrumador. Esta práctica bien ilus­tra el amor al dinero (cosas materiales). Muchos se entrampan con deudas que nunca pueden pagar. Esta práctica es una forma de mentira y de robo, porque prometen pagar lo que no pueden pagar. La avaricia es idola­tría (Col. 3:5).

      Sant. 1:8; 4:8, Santiago  habla del doble ánimo. Compárense los casos de Balaam, de Lot, de Demas y de otros personajes bíblicos que querían servir a Dios pero también amaban el mundo. Así comenzaron los corintios; obedecieron pero seguían con disensiones, contiendas, celos y toda clase de carnalidad, hasta fornicación (cap. 5). Querían llevar una vida doble. 

      8:15  Pero la que cayó en buena tierra, éstos son los que con corazón bueno y recto retienen la palabra oída, y dan fruto con perseverancia. -- Esta es tierra fértil, limpia (preparada), húmeda, buena, como Samaria (Jn. 4:35-37; Hech. 8:5-12); los 3000 en el día de Pentecostés (Hech. 2:41); el eunuco (Hech. 8:35-39); Saulo de Tarso (Hech. 9:18; 22:16; 26:19); Cornelio (Hech. 10:33,48); Lidia (Hech. 16:13-15); el carcelero (Hech. 16:30-34); los corintios (Hech. 18:10); y los efesios (Hech. 19:1-5). Estos oyen la palabra con toda solicitud (Mar. 12:37; Hech. 17:11), la entienden, la obedecen y llevan fruto. Luc. 8:15, "Son los que con corazón bueno y recto retienen la palabra oída, y dan fruto con perseverancia". Es el corazón bueno que puede ser conmovido por las grandes verdades del evangelio, y que celosamente las guarda. Oye la palabra atentamente, la estudia, la entiende y la obedece no importa quién la predique, ni con qué motivos la predique, ni quién más la obedezca, ni cuántas ofensas vengan.

      La que cayó en buena tierra no es como la que cayó junto al camino, porque sí entiende. No es que tenga intelecto superior, sino atención superior. No es como la que cayó en la capa delgada de tierra sobre una piedra, porque sí echa raíces y no es vencida por las pruebas de la vida. No es como la que cayó entre espinos, porque evita el afán y el engaño de las cosas materiales. Es la única que lleva fruto, "algunas semillas a ciento por uno, otras a sesenta y otras a treinta". Muchos quieren culpar al "sembrador" (predicador) por el poco fruto que se lleva en la obra, pero Jesús culpa también a los oyentes. La lección es que cada quien debe examinar cuidado­samente su corazón.

      Conclusión. Siempre se debe recordar que la cosecha no depende enteramente de los esfuerzos del sembrador (predicador), porque los resultados dependen de gran manera de la condición del terreno. Las tres clases de terreno que no producen buena cosecha se pueden clasificar como el terreno de indiferencia, el terreno de la superficialidad y el terreno del doble ánimo.

 

Nada oculto que no haya de ser manifestado

(Mar. 4:21-25)

      8:16  Nadie que enciende una luz la cubre con una vasija, ni la pone debajo de la cama, sino que la pone en un candelero para que los que entran vean la luz.  –  En primer lugar recordamos que Jesús usó esta figura en el Sermón del Monte. Mat. 5:15, “Ni se enciende una luz y se pone debajo de un almud, sino sobre el candelero, y alumbra a todos los que están en casa.  16  Así alumbre vuestra luz delante de los hombres, para que vean vuestras buenas obras, y glorifiquen a vuestro Padre que está en los cielos”. Fil. 2:15, “para que seáis irreprensibles y sencillos, hijos de Dios sin mancha en medio de una generación maligna y perversa, en medio de la cual resplandecéis como luminares en el mundo”. 1 Ped. 2:12,  “manteniendo buena vuestra manera de vivir entre los gentiles; para que en lo que murmuran de vosotros como de malhechores, glorifiquen a Dios en el día de la visitación, al considerar vuestras buenas obras”.

      Los discípulos de Jesús son bien conocidos por los fa­miliares, vecinos, compañeros de trabajo o de escuela, clientes y patrones, mayordo­mos y empresarios, etcétera. La gente se fija en la buena conducta, actitud, y buena voluntad del cristiano. Es algo obvio y sobre­saliente. El cristiano es diferente. No se conforma a las actitudes mundanas (Rom. 12:1,2), sino que es transformado a la se­mejanza de Cristo.

      Nada de discipulado secreto, Jn. 19:38. Si no confesamos a Cristo abierta­mente, si nos avergonzamos de El, somos tinieblas, y nada de luz. Véanse Mat. 10:32, 33 (esta confesión no se limita a una confesión hecha antes de bautizarse en la presencia de cristianos, (véanse Mat. 10:17, 28, 32, 33; Mar. 8:38; Luc. 14:25-35).

      No solamente en el local. También los miembros que limitan sus actividades evangelísticas al sitio de reunión ponen su luz debajo de un almud. Muy pocas per­sonas irán al local para oír el evangelio, sino que es necesario llevarlo a ellos, Mat. 28:19; Mar. 16:15; Hech. 8:4.

      Asociarse con los mundanos. Los que no quieren asociarse con los del mundo, sino solamente con los hermanos, ponen su luz debajo de un almud. Recuérdense Luc. 5:30-32; 15:1, 2, etcétera.

      Pero al comparar el v. 17 con Luc. 12:2, 3, parece que lo que Jesús dice aquí (8:16-18) se aplica a la obra de los apóstoles. Jesús les habló a ellos empleando el lenguaje figurado (parábolas) y limitó su misión a “las ovejas perdidas de la casa de Israel”, pero su ministerio futuro había de ser mucho más extenso (a todas las naciones, Mat. 28:19; Mar. 16:15) y su mensaje sería en palabras claras y literales. A esto Jesús se refiere en Luc. 12:3, “todo lo que habéis dicho en tinieblas a la luz se oirá; y lo que habéis hablado al oído en los aposentos, se proclamará en la azoteas”.

      8:17  Porque nada hay oculto, que no haya de ser manifestado; ni escondido, que no haya de ser conocido, y de salir a luz. – 12:2, “Porque nada hay encubierto, que no haya de descubrirse; ni oculto, que no haya de saberse. 3  Por tanto, todo lo que habéis dicho en tinieblas, a la luz se oirá; y lo que habéis hablado al oído en los aposentos, se proclamará en las azoteas”.

      Mat. 10:26,  “Así que, no los temáis; porque nada hay encubierto, que no haya de ser manifestado; ni oculto, que no haya de saberse.  27  Lo que os digo en tinieblas, decidlo en la luz; y lo que oís al oído, proclamadlo desde las azoteas”.  

      8:18  Mirad, pues, cómo oís; -- Los apóstoles serían los embajadores de Cristo (2 Cor. 5:20), sus testigos, sus mensajeros. Por eso, era indispensable que oyeran con cuidado la enseñanza de Cristo. Sin embargo, esta enseñanza se puede de manera general. Todos deben tener cuidado cómo oyen.  Isa. 40:21, “¿No sabéis? ¿No habéis oído? ¿Nunca os lo han dicho desde el principio? ¿No habéis sido enseñados desde que la tierra se fundó?” Algunos oyen para ser divertidos. Ezeq. 33:31, 32, “Y vendrán a ti como viene el pueblo, y estarán delante de ti como pueblo mío, y oirán tus palabras, y no las pondrán por obra; antes hacen halagos con sus bocas, y el corazón de ellos anda en pos de su avaricia.  32  Y he aquí que tú eres a ellos como cantor de amores, hermoso de voz y que canta bien; y oirán tus palabras, pero no las pondrán por obra”. Algunos oyen solamente para criticar al orador. Mar. 12:13, “Y le enviaron algunos de los fariseos y de los herodianos, para que le sorprendiesen en alguna palabra”. Pero algunos oyen de buena gana  (Mar. 12:37) y con toda solicitud (Hech. 17:11).

      Debemos oír como los de Mar. 12:37 y los de Berea (Hech. 17:11). Oír para ser bendecidos (Mat. 13:16, 17). Oír para tener fe salvadora (Rom. 10:17; Sant. 1:22). Oír para no desviarnos (Heb. 2:1). Oír para no ser rechazados  (Mat 10:14). Oír para llevar fruto (Luc. 8:15).

      -- porque a todo el que tiene, se le dará; y a todo el que no tiene, aun lo que piensa tener se le quitará. – Es necesario aprender la enseñanza de Jesús pero también es necesaria ponerla en práctica y enseñarla a otros, pues solamente de esta manera podremos retener lo que hemos aprendido. “En lo espiritual, el permanecer inmóvil es imposible. La persona o gana o pierde; avanza o decae”. (GH).

      Luc. 19:26 “Pues yo os digo que a todo el que tiene, se le dará; mas al que no tiene, aun lo que tiene se le quitará”. Los apóstoles y otros discípulos de Jesús habían aprendido mucho de sus labios, habiendo seguido con El ya por mucho tiempo, pero ¿qué tanto pondría en práctica? ¿Qué tan activos serían en enseñar a otros? De lo que leemos en Hechos de los Apóstoles vemos que a los apóstoles se les dio mucho más, porque ellos mismos eran fieles y con toda diligencia enseñaban la palabra a otros. Aprovecharon su gran bendición y aunque en medio de persecuciones recibieron grandes bendiciones.

      Rom. 12:6, “De manera que, teniendo diferentes dones, según la gracia que nos es dada, si el de profecía, úsese conforme a la medida de la fe;  7  o si de servicio, en servir; o el que enseña, en la enseñanza;  8  el que exhorta, en la exhortación; el que reparte, con liberalidad; el que preside, con solicitud; el que hace misericordia, con alegría”. En este texto, como también en 1 Cor. 12, el apóstol Pablo enseña que todo cristiano tiene su función en el cuerpo de Cristo, y que debe cumplirla con toda diligencia. Nadie debe quejarse de sus pocos talentos. Más bien debe aprovechar lo que tiene y mejorarlo. No todos tienen el talento para dirigir himnos. Si algún hermano tiene ese talento, debe esforzarse para aprender música y el arte de dirigir himnos. No es imposible y vale la pena hacerlo. No todo el mundo tiene talento para predicar y el hermano que crea que sí lo tiene debe “pagar el precio” para prepararse bien para predicar “públicamente y por las casas” y hacer un buen trabajo predicando todo el consejo de Dios (Hech. 20:20, 27).

      1 Tim. 4:14, “No descuides el don que hay en ti, que te fue dado mediante profecía con la imposición de las manos del presbiterio.  15  Ocúpate en estas cosas; permanece en ellas, para que tu aprovechamiento sea manifiesto a todos.  16  Ten cuidado de ti mismo y de la doctrina; persiste en ello, pues haciendo esto, te salvarás a ti mismo y a los que te oyeren”. El descuidar las bendiciones y responsabilidades que nos da Dios acarrea consecuencias amargas. Mat. 25:30, que sepamos el hombre condenado aquí ni era borracho ni ladrón, sino “inútil” porque no aprovechó su talento. Aunque tuvo un solo talento, su señor esperaba que produjera por lo menos otro.

      2 Tim. 1:6, “Por lo cual te aconsejo que avives el fuego del don de Dios que está en ti por la imposición de mis manos.  7  Porque no nos ha dado Dios espíritu de cobardía, sino de poder, de amor y de dominio propio”.

      Lo que Jesús dice es en realidad un principio práctico de la vida. Si uno aprovecha sus bendiciones (salud, fuerza física y mental, dinero, talentos, empleo o negocio, etc.) todo irá en aumento. Tendrá aun más bendiciones. Por el otro lado, si descuida su salud, su dinero, su empleo o negocio, perderá lo que tenía.

      Dos hombres compran casas pequeñas en el mismo barrio. No valen mucho, pero son adecuadas. El uno cuida su casa, la pinta, la cerca, siembra jardín, etc. y el valor de la propiedad sube; un día la vende y compra casa más grande y mejor. El otro descuida su casa, pensando que es muy pequeña y que no vale la pena cuidarla, descuida ventanas quebradas y puertas golpeadas, deja la casa despintada, y el valor va bajando año tras año. Si quisiera venderla nadie se la compraría, pues ya perdió su valor.

       Lo mismo se puede decir de vehículos, muebles, ropa, herramientas, y todas las demás posesiones de al vida. Muchos hablan de “mala suerte” cuando ellos mismos son la “mala suerte”.

      Cuanto más, pues, se puede aplicar al alma. Si perdemos la salud física por descuidarla, ¿qué pasará si descuidamos el alma?

      Por lo tanto, en lugar de envidiar a otros, en lugar de hacer mil excusas, en lugar de hablar de “mala suerte”, seamos sumamente agradecidos y contentos con Dios por todas sus bendiciones y aprovecharlas al máximo, esforzándonos para que El nos dé más.

 

La madre y los hermanos de Jesús

(Mat. 12:46-50; Mar. 3:31-35)

      8:19  Entonces su madre y sus hermanos vinieron a él; -- Esto se relata en Mar. 3:31. ¿Mar. 3:21 explicará el propósito?

      --  pero no podían llegar hasta él por causa de la multitud.  20  Y se le avisó, diciendo: Tu madre y tus hermanos están fuera y quieren verte.  21  El entonces respondiendo, les dijo: Mi madre y mis hermanos son los que oyen la palabra de Dios, y la hacen. --

      Los hermanos de Jesús eran hijos de José y María. El clero romano enseña que los "hermanos" de Jesús eran más bien sus "primos", pero no hay razón alguna para afirmar tal cosa. Hay palabra griega para “primos” (anepsios). Dicen que los “hermanos” de Jesús eran sus “primos hermanos”  para enseñar la falsa doctrina de "La Virginidad Perpetua de María". No quieren aceptar que José y María tenían matrimonio normal. No hacen caso a Mat. 1:25. Han hecho de María una especie de "diosa" y creen que la idea de "virgen" corresponde mejor a su posición. Pero ¿qué indica el lenguaje del texto? Que eran sus hermanos, hijos de José y María. A menos que haya buena razón para entender la palabra "hermanos" en otro sentido, entonces debe entenderse en su forma natural.

      Obsérvese que estos "hermanos" aparecen con María. ¿Por qué andarían los sobrinos de María con ella? La Biblia no indica que los sobrinos tuvieran alguna causa para andar con ella. ¿Por qué andar con sus sobrinos en lugar de estar con sus propios hijos? Más bien sus hijos andaban con ella. Compárese también Mat. 13:55,56, "¿No es éste el hijo del carpintero? ¿No se llama su madre María, y sus hermanos, Jacobo, José, Simón y Judas? ¿No están todas sus hermanas con nosotros?" Aquí se habla de una familia, de José y María, y de sus hijos. Sería absurdo interpretar la palabra "hermanos" en estos textos como "primos hermanos" y la palabra “hermanas” como “primas hermanas”.

      Los hermanos de Jesús no creyeron en El. En Marcos 3:21, "Cuando lo oyeron los suyos, vinieron para prenderle; porque decían: 'Está fuera de sí'". Dice la Biblia de las Américas, "sus parientes" (en lugar de "los suyos"). Juan 7:5 dice, "Porque ni aun sus hermanos creían en él". Es lógico afirmar que estos textos se refieren a sus hermanos (hermanastros), hijos de José y María.

      ¿No son importantes las relaciones familiares? Son muy importantes. Para los judíos los lazos familiares eran sagrados, y la ley de Cristo enseña lo mismo, pero ¡las relaciones familiares no deberían nunca interferir con los asuntos del reino de Dios!

      Decir que “María es madre de Dios” es blasfemia. Por muchas razones esta expresión católica es blasfemia. Es blasfemia contra Dios, contra Cristo y contra María misma. María nunca dijo ni hizo nada para elevarse a sí misma. Ella no tiene nada de culpa por esta blasfemia. Es pura invención humana y carnal. María era mujer "bendita" y "bienaventurada" (Luc. 2:42,48) porque Dios la escogió para ser la madre de Jesús. Era mujer piadosa, y la última referencia a ella (Hech. 1:14) nos dice que ella estaba con los fieles discípulos esperando los grandes eventos del día de Pentecostés, pero ella no aspiraba competir con su Hijo. ¿No es cierto que debamos orar a María puesto que Jesús hará mucho caso a las peticiones de ella? La afirmación de que María es una mediadora que escucha oraciones dirigidas a ella para entonces rogar a Jesús es enseñanza humana. En primer lugar es doctrina falsa, no enseñada en las Escrituras. Además insulta a Jesús nuestro único mediador (1 Tim. 2:5). Este mismo texto refuta la teoría. María y sus hijos interrumpen a Jesús y ¿qué hace El? ¿Suspende su obra de enseñar para atender a su madre? Claro que no. Leemos en Juan 2:2-4 que María dijo a Jesús, "No tienen vino. Jesús le dijo: ¿Qué tienes conmigo, mujer?" (Dijo, literalmente, "¿Mujer, qué a ti y a mí?"). No es en ningún sentido lenguaje falto de respeto, pero sí refuta el dogma católico de que solamente pidiendo algo María Jesús atiende.

      ¿Qué enseña este mismo texto (Luc. 8:19-21) sobre este tema? ¿Qué dijo Jesús? Pregunta, "¿Quién es mi madre, y quiénes son mis hermanos?" ¿Quién puede suponer que Jesús hubiera hablado así a "La Madre de Dios", "La Mediadora del Cielo"? Si Dios hubiera querido presentar a María como la persona a quién debemos dirigir las oraciones, ¿habría hablado así Jesús acerca de ella? La respuesta es muy obvia. Entonces, ¿por qué se supone que debemos orar a ella y que Jesús le hace caso ahora? Si el reino de Jesús hubiera sido de este mundo, es muy probable que El sí hubiera hecho mucho caso a su madre. La habría recibido como Salomón atendió a su madre (1 Reyes 2:19,20).

      Desde luego, Jesús amaba y respetaba a su madre. Luc. 2:41, Jesús estaba sujeto a José y María. Es importante comentar que a Jesús nunca le faltó respeto por su madre. Juan 19:26,27. Aun en la cruz cuando estaba en tanta agonía se preocupó por el cuidado de ella, pero recuérdese bien lo que dice Jesús (Lucas 11:28). En el v. 27 vemos que "una mujer de entre la multitud levantó la voz y le dijo: Bienaventurado el vientre que te trajo, y los senos que mamaste", pero ¿qué le contestó Jesús? "Y él dijo: Antes bienaventurado los que oyen la palabra de Dios, y la guardan".

      Por lo tanto, aprovechó la interrupción causada por María y sus hermanos para enseñar una lección importante de que las relaciones espirituales son más importantes que las relaciones familiares. ¿Quiénes constituyen la familia verdadera de Jesús? "¿Quién es mi madre, y quiénes son mis hermanos?" Los hombres dan mucha importancia a la relación familiar. Para muchos es de suma importancia. Todos saben de la importancia de cada miembro de la familia real. Los hijos son príncipes y princesas que siempre deben dar todo honor a su rey padre y a su reina madre. Sin despreciar a su familia, Jesús enseña que hay que dar preferencia a la familia espiritual. "Y extendiendo su mano hacia sus discípulos, dijo: He aquí mi madre y mis hermanos, porque todo aquel que hace la voluntad de mi Padre que está en los cielos, ése es mi hermano, y hermana, y madre". Una sola persona es hermano, hermana y madre de Jesús. El no dice que algún discípulo es mi hermano, que alguna discípula es mi hermana, y otra mi madre, sino que cada discípulo(a) es su hermano, hermana y madre. ¿Dónde está el nombre de usted (y el mío) en el v. 50? Espero que esté en la frase "todo aquel que hace la voluntad de mi Padre que está en los cielos".  Para estar en la familia de Jesús tenemos que hacer la voluntad del Padre. Por el otro lado "Ninguno puede venir a mí, si el Padre quien me envió no le trajere" (Jn. 6:44). Jesús es el único camino al Padre (Jn. 14:6). "Todo aquel que niega al Hijo, tampoco tiene al Padre. El que confiesa al Hijo, tiene también al Padre" (1 Jn. 2:23).           

      "Dad las nuevas a mis hermanos", Mat. 28:10, seguramente hablando, no de sus hermanos carnales, sino de sus discípulos. Sin embargo, es importante comentar que algunos de sus hermanos llegaron a ser sus "hermanos" espirituales, Hech. 1:14; Gál. 1:19 (este Jacobo es Santiago, autor de la epístola de ese nombre; Judas 1, hermano de Jacobo y de Jesús).

      En este texto hay lecciones prácticas para nosotros. Siempre existe la tentación de dar preferencia a los de la familia física, pero recuérdese Mat. 10:34-39. Gál. 6:10, "hagamos bien a todos, y mayormente a los de la familia de la fe". ¿A quiénes debemos dar preferencia? ¿Cuántos hermanos débiles descuidan alguna reunión de la iglesia por atender a los familiares que llegan de visita? Esta práctica es violación clara de esta enseñanza. ¿Qué hacer en ese caso? Invitarles a acompañarles al servicio, y si no quieren, decirles, "Están en su casa, al rato venimos". En una ocasión expliqué esto a un hermano el cual me contestó: "Pero eso es como correrlos". Le contesté: "Entonces ¿usted prefiere ofender a Cristo para no ofender a la visita?" ¡Cómo se sienten afligidos los padres cuando sus hijos dejan la religión familiar! Muchos padres y otros familiares ponen mucha presión sobre los que piensen hacerlo. Les quieren avergonzar. Les acusan de ingratos, de no amar a sus padres, y otras cosas peores. Pero es simplemente otro ejemplo del mismo problema: ¿A quién daremos preferencia, a Cristo o a la familia? Sin lugar a dudas, muchos miembros de la iglesia serán perdidos por dejar que padres, hermanos, tíos, primos y otros familiares exijan primer lugar en sus vidas. Es posible que a veces algunos padres y otros lo hagan  con buenas intenciones, pero de todas maneras destruyen a sus seres queridos que han obedecido a Cristo. Mat. 8:21,22; 10:37.

      Hemos ganado una familia grande en Cristo. Muchas personas que obedecen al evangelio son rechazadas por su familia, pero entonces ganan una familia muy grande de hermanos en Cristo, Mar. 10:29,30. Somos parientes de  Jesús. ¡Somos su familia! ¡Es un honor tremendo! Jesús no se avergüenza de llamarnos hermanos (Heb. 2:11). Entonces, nunca nos avergoncemos de llamarnos hermanos de El.

 

Jesús calma la tempestad

(Mat. 8:23-27; Mar. 4:35-41)

      8:22  Aconteció un día, que entró en una barca con sus discípulos, y les dijo: Pasemos al otro lado del lago. Y partieron. --  “Y había con él otras barcas” (Mar. 4:36); por eso, había otros testigos del milagro que iba a hacer.

      8:23  Pero mientras navegaban, él se durmió. – Mar. 4:38, “estaba en la popa, durmiendo sobre un cabezal (cojín)”. Aquí se ve la humanidad de Jesús. “Por cuanto los hijos participaron de carne y sangre, él también participó de lo mismo” (Heb. 2:14).  No dejó de ser Dios, pero llegó a ser verdadero hombre también. Tuvo hambre (Mat. 4:2) y sed (Jn. 19:28), se cansó (Jn. 4:9), lloró (Jn. 11:35), y aquí vemos que El durmió. (Este es el único texto que habla del dormir de Jesús.)

      -- Y se desencadenó una tempestad de viento en el lago; y se anegaban y peligraban.— Mat. 8:24, “Y he aquí que se levantó en el mar una tempestad tan grande que las olas cubrían la barca”; Mar. 4:37, “Pero se levantó una gran tempestad de viento, y echaba las olas en la barca, de tal manera que ya se anegaba.”  Peligraban porque la barca se llenaba de agua, y el viento la sacudía y azotaba violentamente.

      8: 24  Y vinieron a él y le despertaron, --    ¿Cómo pudo Jesús dormir durante la tempestad? Hubiera sido muy difícil dormir con tanto ruido (el viento, las olas, los gritos de los discípulos) y por estar mojándose tanto. En primer lugar, estaba cansado. Es muy razonable creer que El durmió profundamente por estar tan cansado, debido a sus intensas actividades, pero hay otra explicación que se puede mencionar. Durmió en medio de la tormenta porque tenía perfecta paz en su corazón. ¡Qué cuadro tan sublime! ¡Qué contraste entre  la violencia de la tormenta y  la serenidad del sueño de Jesús! Además, ¡qué buen ejemplo para nosotros! Debemos grabar esta imagen en la mente y nunca borrarla. Esta es la paz de Dios que sobrepasa todo entendimiento (Fil. 4:7). Es la paz que Cristo mismo nos ha dejado (Jn. 14:27).  “Tu guardarás en completa paz a aquel cuyo pensamiento en ti persevera; porque en ti ha confiado.  Confiad en Jehová perpetuamente, porque en Jehová el Señor está la fortaleza de los siglos” (Isa. 26:3, 4).  Jesús nos dio en esa ocasión un ejemplo perfecto de esa paz.

      --  diciendo: ¡Maestro, Maestro, que perecemos! -- “Y vinieron sus discípulos y le despertaron, diciendo: ¡Señor, sálvanos, que perecemos!  (Mat. 8:25); “Maestro, ¿no tienes cuidado que perecemos?” (Mar. 4:38). La única esperanza de la salvación de este peligro era Jesús. Y así es siempre. Cuando las tormentas de la vida nos sacuden y azotan, no hay otra ayuda.  Sin Cristo las tempestades de la vida nos dejarían desesperados.

      Esta experiencia sirvió para fortalecer la fe de ellos. Compárese Jn. 11:4, 14, 15, “me alegro por vosotros, de no haber estado allí, para que creáis”. La muerte de Lázaro fue una prueba severa para María y Marta, pero sirvió para aumentar su fe.

      Al leer este relato recordamos lo muy humano que eran los apóstoles. Aunque todos sabemos que eran simplemente hombres como nosotros (compárese Sant. 5:17), hay peligro de olvidar esto y hacer de ellos una especie de “semi-dios”.  No eran ángeles, sino hombres y tenían mucho que aprender.  Eran hombres muy buenos y fieles que habían dejado todo por seguir a Jesús, pero tuvieron que crecer.  Estaban en el proceso de entrenamiento.  Por este motivo Jesús quería que estuvieran con El (Mar. 3:17). Recuérdese también que este evento sucedió en el principio de su ministerio (Mar. 3:13-19, la elección de los doce; Mar. 4:35-41, Jesús calma la tempestad).

      Algunos de los apóstoles eran pescadores con mucha experiencia, y estaban acostumbrados a las tormentas, pero parece que esta tempestad era excepcional en su violencia.  De todas maneras, estaban atemorizados y desesperados.

      Ellos tenían fe en Jesús. ¿No indica su lenguaje que ellos creían que El podía hacer algo?  Si para ellos El era simplemente un carpintero, ¿Para qué despertar a un carpintero? ¿Qué puede hacer un carpintero para salvar una barca durante una tormenta?  Los pescadores sabían mucho más del mar que los carpinteros. Preguntan ¿No tienes cuidado que perecemos?” Si El sí tenía cuidado, ¿qué podía hacer? ¿No indica esta pregunta que tenía confianza de que El pudiera hacer algo? ¿Por qué dijeron “sálvanos’ si no tenían fe en  El?

      -- Despertando él, reprendió al viento y a las olas; y cesaron, y se hizo bonanza. – Jesús es el Creador.  No era nada difícil que calmara esta fuerza hostil, porque El es el Creador del mundo (Jn. 1:1-3; Col. 1:16). No era difícil controlar lo que había creado. Con su palabra El creó los elementos naturales, y con su palabra los controló.

      Los milagros de Jesús se hicieron instantáneamente. Hasta las olas se calmaron inmediatamente. Normalmente cuando los vientos cesan, las olas del mar siguen turbulentos por un tiempo, pero en este caso sobrevino una gran calma.

      8:25  Y les dijo: ¿Dónde está vuestra fe? Y atemorizados, se maravillaban, y se decían unos a otros: ¿Quién es éste, que aun a los vientos y a las aguas manda, y le obedecen? --  “El les dijo: ¿Por qué teméis, hombres de poca fe? Entonces, levantándose, reprendió a los vientos y al mar; y se hizo grande bonanza” (Mat. 8:26). Tenían fe, pero era “poca” fe (Mat. 6:30; 14:31; 16:8). Eso fue el problema que Jesús quería solucionar. Es el mismo problema que tenemos nosotros. Muchos tienen fe pero es “poca fe” y es “débil fe”.  Por eso cuando se desencadenan las tormentas de la vida, nos dejan desesperados.

      El temor es necesario. Es un instinto que Dios nos da para nuestra propia protección, pero el temor excesivo indica poca fe en Dios, y aun la cobardía. Mar. 4:40, “¿Por qué estáis así amedrentados?’ Esta palabra (deilos) significa “cobarde, amedrentado”. La Versión Moderna traduce Mat. 8:26, ‘¿Por qué sois cobardes?” La cobardía es causada por la falta de fe.

      ¿No valía la presencia de Jesús?  El estuvo con ellos en la barca. ¿Creían que Jesús también iba a desaparecer en la tormenta? La duda no razona. Ya sabían que Jesús tenía grandes poderes: sobre la lepra y sobre toda clase de enfermedad, que aun podía sanar de lejos, y que tenía poder sobre los demonios. ¿No eran suficientes estas señales para convencerles? Sí, pero este caso es diferente.  Ahora ellos mismos estaban en peligro. Habían visto los milagros que ayudaban a otros, pero los apóstoles no eran leprosos, ni endemoniados, ni aun enfermos, sino que estaban en gran peligro de perder su vida en una tempestad.  Creían que Jesús tenía poder sobre la lepra y los vientos y el mar.

      Jesús habló al mar como si fuera algún monstruo violento. “Enmudece”, literalmente, cerrar la boca con bozal, callarse, enmudecer. 

      Mat. 8:27  Y los hombres se maravillaron, diciendo: ¿Qué hombre es éste, que aun los vientos y el mar le obedecen?  “Entonces  temieron con gran temor, y se decían el uno al otro: ¿Quién es éste, que aun el viento y el mar le obedecen?” (Mar. 4:41). ‘Temieron’, pero aquí se usa otra palabra.  Ya no es el temor de cobardía, sino temor reverencial.  Ya se calmó la tempestad y se acabó el peligro.  El temor que ahora sienten es aquel temor de reconocer el gran poder de Dios.  Reconocían que estaban en ese momento en la presencia de Dios. (Compárese Luc. 5:8, ‘Apártate de mi, Señor, porque soy hombre pecador”; así dijo Pedro cuando encerraron gran cantidad de peces, y su red se rompía”).

      Los hombres hacen grandes cosas, efectúan grandes cambios, pero ¿quién ha controlado algún huracán o tornado? ¿Qué hombre famoso ha podido controlar’ los elementos?  Jesús calmó la tempestad, caminó sobre el agua, multiplicó panes y peces, y convirtió el agua en vino. ¿Hasta cuándo harán tales cosas los hombres grandes de la tierra?

      Nunca habían visto esta clase de milagro y quedaron maravillados. Estaban atemorizados también porque peligraban sus propias vidas. Siempre es más impresionante lo que nos afecta a nosotros personalmente.

      Según Mat. 14:33, cuando Jesús anduvo sobre el agua, ‘Entonces los que estaban en la barca vinieron y le adoraron, diciendo: En verdad eres Hijo de Dios”. Estas experiencias lograron el propósito importante de fortalecer la fe de los discípulos.

      Jesús está con nosotros. Mat.. 28:20,  prometió estar siempre con los apóstoles. Compárese Mar.16:20.  Siempre estaba con ellos durante su ministerio, y aun ahora está con ellos en la palabra escrita por ellos, pero también está con nosotros durante todas las tormentas de la vida (enfermedades y otras aflicciones, persecución y tribulación, problemas, dificultades, en fin, siempre que seamos sacudidos y azotados por las fuerzas enemigas del alma).

      “¿No tienes cuidado que perecemos?” Que nunca hagamos esta pregunta, porque Jesús demostró su cuidado por nosotros cuando fue al Calvario.  Heb. 2:18; 4:15,16 nos asegura que El tiene cuidado de nosotros.

      Marcos 6:45-52 registra un evento semejante. El viento les era contrario y Jesús fue a ellos andando sobre el mar. Cuando “se asombraron en gran manera y se maravillaban” Marcos da la siguiente explicación: v. 52, “Porque aún no habían entendido lo de los panes”, refiriéndose al milagro de multiplicar los panes y peces; es decir, si hubieran captado el verdadero significado de ese milagro, de que Cristo era Dios el Creador y Director de todas las cosas (incluyendo los panes y peces), no se habrían asombrado y maravillado cuando El vino andando sobre el agua y calmó los vientos.

 

El endemoniado gadareno

(Mat. 8:28-34; Mar. 5:1-20)

      8:26  Y arribaron a la tierra de los gadarenos, que está en la ribera opuesta a Galilea.  27  Al llegar él a tierra, vino a su encuentro un hombre (Mateo dice que hubo dos, pero Marcos y Lucas obviamente se refieren solamente al más feroz de los dos, o que los demonios hablaron solamente a través de él) de la ciudad, endemoniado desde hacía mucho tiempo (probablemente años); y no vestía ropa, ni moraba en casa, sino en los sepulcros.  – Después de calmar la tempestad, ahora se encuentra con algo más terrible que el rugiente mar, pero como había reprendido al viento y a las olas, también mandaba al espíritu inmundo que saliese del pobre hombre y como hubo bonanza después de la tempestad ahora había calma en el espíritu de este pobre hombre (FLC).

      Los endemoniados eran personas muy dignas de conmiseración y compasión. No estaban simplemente enfermos, sino que demonios o espíritus inmundos tomaban posesión y control de sus cuerpos para atormentarlos. Les hizo miserables, mentalmente inestables, antisociables, sin dominio propio e incapaz de que otros lo controlaran, en fin, muy atormentados.

      -- no vestía ropa – Esto indica que por lo menos en algunos casos de la posesión demoníaca había propensión de no llevar ropa. Entonces, ¿están fuera de sí los que no visten ropa? Marcos 5:15 dice que cuando Jesús echó fuera los demonios el hombre estaba “sentado, vestido, y en su juicio cabal”. ¿Están en su juicio cabal los que rehúsan vestirse?

      8:28  Este, al ver a Jesús, lanzó un gran grito, y postrándose a sus pies exclamó a gran voz: ¿Qué tienes conmigo, Jesús, Hijo del Dios Altísimo? – Este endemoniado tenía la respuesta a la pregunta de los apóstoles, v. 25, “¿Quién es éste, que aun a los vientos y a las aguas manda, y le obedecen?”

      Este es claramente un encuentro entre Dios y Satanás y Satanás no sólo está siempre muy consciente de que es inferior a Dios, sino que sabe también será totalmente derrotado y destruido por Dios. Por eso, es obvio que los endemoniados tenían conocimiento sobrenatural. Conocían a Jesús; sabían que El era el Hijo de Dios, y así lo confesaban. Como dice Santiago 2:19, “Tú crees que Dios es uno; bien haces. También los demonios creen, y tiemblan”. Mar. 5:6, “Cuando vio, pues, a Jesús de lejos, corrió, y se arrodilló ante él”. La Biblia habla de los demonios o espíritus inmundos como personas. Hablaban a Jesús y El les hablaba.

      No leemos de demonios que huyeran de Jesús, pues lo conocían y bien entendían que eso no sería posible; más bien, se acercaban a El para arrodillarse delante de El.

      Sin embargo, había tendencias de locura en su comportamiento, pues “de día y de noche, andaba dando voces en los montes y en los sepulcros, e hiriéndose con piedras” (Mar. 5:5).

      No existe en la actualidad este fenómeno, pues los demonios entraban en la gente sin su permiso, pero Satanás sí entra en la gente con su permiso. Cuando entró en Judas o en Ananías y Safira, lo hizo con su permiso, y sigue haciendo lo mismo ahora. Las personas que permiten que Satanás viva en ellos hacen locuras al igual que los endemoniados del primer siglo; p. ej., ¿cómo hablan los que usan alcohol y otras drogas y los que se entregan a las otras obras de la carne (Gál. 5:19-21).

      Este fenómeno no existe ahora porque no existen los dones del Espíritu Santo. Había endemoniados aun durante el tiempo de los apóstoles, porque éstos habían recibido poder de Jesús para echarlos fuera. Dios permitió que Satanás tuviera ese poder en aquel entonces para mostrar que Jesús tuvo poder sobre Satanás.

      Ahora Jesús no está en la tierra y los poderes que dio a los apóstoles y otros cesaron. 1 Cor. 13:8, “El amor nunca deja de ser; pero las profecías se acabarán, y cesarán las lenguas, y la ciencia acabará.  9  Porque en parte conocemos, y en parte profetizamos;  10  mas cuando venga lo perfecto, entonces lo que es en parte se acabará”.

      Obviamente este texto se refiere a la revelación parcial y dice que cuando lo “perfecto” (lo “completo”) llegara, lo que era en parte terminaría. “Lo perfecto” no se refiere a Cristo, pues si se refiera a Cristo, ¿quién sería “lo que es en parte”? Si “lo perfecto” es persona, también tiene que ser persona “lo que es en parte”. Además, Cristo no sería llamado “lo que es perfecto”. Si Pablo hubiera hablado de Cristo habría dicho “El que es perfecto”, pero entonces si hubiera dicho eso, se habría perdido el contraste que presentaba. No, él no habla de Cristo. Más bien, habla de la revelación parcial (esa misma carta era parte de ella) con comparación con la revelación perfecta o completa. Se refiere al completo Nuevo Testamento.

      La gente habla hoy en día de “endemoniados” pero todos saben que los tales no se pueden comparar con los endemoniados mencionados en el Nuevo Testamento (p. e., el endemoniado de este texto).

      -- Te ruego que no me atormentes.  – Mat. 8:29, “¿Has venido acá para atormentarnos antes de tiempo?” Los demonios, enviados por Satanás, sabían lo que les esperaba, pues Satanás y los suyos serán echados al infierno, al fuego eterno, Mat. 25:41; 2 Ped. 2:4; Judas 6.

      8:29  (Porque mandaba al espíritu inmundo que saliese del hombre, pues hacía mucho tiempo que se había apoderado de él; y le ataban con cadenas y grillos, pero rompiendo las cadenas, era impelido por el demonio a los desiertos.)  -- Más de una vez lo capturaron como si hubiera sido una fiera, atándole con cadenas y grillos, pero siempre les escapaba después de romper las cadenas.  Este endemoniado tenía fuerza sobrenatural. No podían ser controlados por la fuerza humana. Mat. 8:28 habla de “dos endemoniados que salían de los sepulcros, feroces en gran manera, tanto que nadie podía pasar por aquel camino”. Mar. 5:4 dice que “nadie le podía dominar”.

      8:30  Y le preguntó Jesús, diciendo: ¿Cómo te llamas? – Era importante que este pobre hombre recordara su identidad personal, para distinguirse de los demonios que la poseían; es decir, para que reconociera que él y los poderes malvados que obraban en él no eran lo mismo (EF).

      -- Y él dijo: Legión (respuesta de los demonios, probablemente indicando un número elevado pero indefinido; literalmente, una legión romana completa estaba compuesta de unos 6.000 soldados). Porque muchos demonios habían entrado en él. – Según esto, A veces había varios demonios en una sola persona. Mar. 16:9; Mat. 12:43. Así fue en este caso. Entonces no estaba poseído de un demonio, sino por un ejército de demonios. ¡Imagínese la profunda miseria de este hombre desdichado!

      8:31  Y le rogaban que no los mandase ir al abismo.  – Satanás bien sabía que cuando Dios manda, tiene que obedecer y también sabía qué le esperaba, el abismo de tormento eterno. Compárense Apoc. 9:1; 11:7; 17:8; 20:1-3.

      8:32  Había allí un hato de muchos (Mar. 5:13, como 2.000) cerdos que pacían en el monte; y le rogaron que los dejase entrar en ellos; y les dio permiso.  –  Los demonios querían tomar posesión de cuerpos vivos, aunque fueran cuerpos de animales.

      8:33  Y los demonios, salidos del hombre, entraron en los cerdos; y el hato se precipitó por un despeñadero al lago, y se ahogó.  – Esto mostró claramente que Jesús había echado fuera los demonios. La petición de los demonios les fue concedida, pero ¿les gustó el resultado? Tengamos cuidado en cuanto a lo que queramos o pidamos. Muchísimas personas, como Eva, Judas, etc., consiguen lo que querían y luego tienen que sufrir las consecuencias.

      8:34  Y los que apacentaban los cerdos, cuando vieron lo que había acontecido, huyeron, (nunca en su vida habían visto cosa semejante) y yendo dieron aviso en la ciudad y por los campos. – Eran responsables de los cerdos. Tenían que convencer a sus dueños que ellos no habían descuidado su trabajo y que no habían causado esta pérdida.

      8:35  Y salieron (Mat. 8:34, “Y toda la ciudad salió al encuentro de Jesús) a ver lo que había sucedido; y vinieron a Jesús, y hallaron al hombre de quien habían salido los demonios, sentado (en lugar de estar gritando y lleno de furia como la tempestad que Jesús había calmado) a los pies de Jesús, vestido, y en su cabal juicio; y tuvieron miedo. – 8:25; 8:37; 8:47.

      He aquí el contraste entre el daño hecho por Satanás a la vida humana y la bendición obrada por Jesús. He aquí el hombre tranquilizado por Jesús. He aquí el hombre civilizado por Jesús (ya lleva ropa). He aquí la obra de Jesús de hacer que la mente humana funcione correctamente (recuerde al hijo pródigo que al arrepentirse “volvió en sí”). He aquí el hombre agradecido, sentado a los pies de Jesús (recuerde el caso de María, Luc. 10:39).

      8:36 Y los que lo habían visto, les contaron cómo había sido salvado el endemoniado. – ¡Qué salvación tan grande! Le salvó de una miseria indecible. Sin embargo, Jesús no vino al mundo para simplemente salvar al hombre de esta manera, sino para salvar el alma de una miseria mil veces más terrible, una miseria que no tiene fin.

      8:37  Entonces toda la multitud de la región alrededor de los gadarenos le rogó que se marchase de ellos, pues tenían gran temor. – ¿Por qué no aprovecharon la presencia de Jesús para traerle sus enfermos, leprosos y otros endemoniados? ¡Qué pérdida tan tremenda sufrieron! Compárese Jn. 4:40, “Entonces vinieron los samaritanos a él y le rogaron que se quedase con ellos; y se quedó allí dos días”. También veremos esta misma actitud en el v. 41, “le rogaba que entrase en su casa”.  En lugar de ser atraídos a Jesús por su misericordia, los gadarenos se alejaban de El por temor de su poder sobre demonios. Así es la reacción de incrédulos, siempre ilógica e insensata. Los apóstoles también se llenaban de temor (v. 25) pero su temor no les alejaba de Jesús.

      También posiblemente tenían temor de que Jesús hiciera otros milagros semejantes que les causaran daños materiales. Sin duda los dueños de los cerdos eran como los plateros de Efeso que solamente consideraban el estado de sus finanzas (Hech. 19:24-31).

      La reacción de este pueblo muestra su degradación espiritual. El maravilloso Jesús – su poder para echar fuera demonios y sanar, para enseñar y salvar – solamente provocaba temor (ALA). Tenían miedo de lo que no entendían. No querían perder más propiedad. Para ellos la pérdida de los cerdos era más importante que la sanidad del endemoniado. No se regocijaban por este hombre rescatado de una existencia horrible y miserable, sino que sólo pensaban en su propiedad. No alabaron a Jesús, no le dieron gracias. Más bien, le rogaron que se fuera de sus contornos. Los gadarenos no solamente no recibieron a Jesús; más bien, ¡lo despidieron! Varias veces los judíos trataron de matarlo, pero esta es la única vez que la gente pidió que saliera de su territorio. Salió y que sepamos nunca volvió.

      ¿Pueden los hombres despedir a Cristo quien es Dios? Sí, lo pueden hacer, y millones lo hacen todos los días. Apoc. 3:20, “He aquí, yo estoy a la puerta y llamo; si alguno oye mi voz y abre la puerta, entraré a él, y cenaré con él, y él conmigo”. Cristo era y es verdadero Dios pero creó al hombre con libre albedrío, y la puerta del corazón humano se abre desde adentro. Jesús no entra a fuerza. Si no le damos entrada, lo estamos despidiendo como lo hicieron estos gadarenos.

      -- Y Jesús, entrando en la barca, se volvió.  38  Y el hombre de quien habían salido los demonios le rogaba que le dejase estar con él; – En lugar de querer despedirle, éste quería acompañarle. En esto mostraba su gratitud, confianza y amor. También es posible que tuviera temor de que los demonios volvieran (Mat. 12:43-45).

      -- pero Jesús le despidió, diciendo:  39  Vuélvete a tu casa, -- Este hombre tenía hogar. Tenía familia. ¡Imagínese el gozo de la familia al verle restaurado a ellos! Entonces allí mismo, en “tu casa” debía empezar su obra de evangelización.

      --  y cuenta cuán grandes cosas ha hecho Dios contigo. – Mar. 5:19 agrega, “y cómo ha tenido misericordia de ti. 20  Y se fue, y comenzó a publicar en Decápolis cuán grandes cosas había hecho Jesús con él; y todos se maravillaban”. ¡Cuán grandes cosas! Jesús puede transformar al hombre. Le quiere (y puede) transformar mental, social, espiritual y aun físicamente.

      En varios textos (p. j., Luc. 5:14) Jesús dijo a los sanados que no contaran el milagro a otros, pero aquí dice al hombre que lo hiciera. ¿Por qué? Este distrito era muy aislado y no habría problema de la fama excesiva que impedía su obra en Galilea y Judea.

      -- Y él se fue, publicando por toda la ciudad -- Mar. 5:20, “Y se fue, y comenzó a publicar en Decápolis cuán grandes cosas había hecho Jesús con él; y todos se maravillaban”. Decápolis era la región de diez ciudades. Mar. 7:31-35 relata un milagro hecho en Decápolis. Probablemente éstos ya sabían de Jesús por el testimonio del ex endemoniado gadareno.

      -- cuán grandes cosas había hecho Jesús con él. – Despidieron a Jesús, pero este hombre se encargó de proclamar la buenas nuevas. Jesús le dijo, “cuenta cuán grandes cosas ha hecho Dios contigo, y él se fue publicando “cuán grandes cosas había hecho Jesús con él”. Al contar lo que Jesús había hecho, él estaba contando lo que Dios había hecho.

      Luc. 11:24-26 dice un demonio que se había echado, “Volveré a mi casa de donde salí.  25  Y cuando llega, la halla barrida y adornada.  26  Entonces va, y toma otros siete espíritus peores que él; y entrados, moran allí; y el postrer estado de aquel hombre viene a ser peor que el primero”.  Pero los que imitan a este hombre gadareno no volverán a su estado de miseria.

      8:40  Cuando volvió Jesús, le recibió la multitud con gozo; porque todos le esperaban. – Dondequiera le esperaban, con la excepción de los gadarenos (8:37).

 

La hija de Jairo y la mujer que tocó el manto de Jesús

 (Mat. 9:18-26; Mar. 5:21-43)

      8:41  Entonces vino un varón llamado Jairo, que era principal (oficial) de la sinagoga, -- uno de los oficiales o principales, pues había pluralidad de éstos en cada sinagoga, como debe haber pluralidad de ancianos en cada iglesia (Hech. 14:23; 20:17, 28; Heb. 13:17).

      Siendo principal o jefe de la sinagoga pertenecía a la clase más alta de la sociedad.

      --  y postrándose a los pies de Jesús, -- Mat. 2:2,8,11; 8:2; 9:18; 14:33; 15:25; 20:20; 28:9, 17; Jn.9:38; Heb. 1:6. La palabra “postrarse” traduce proskuneo y “significa adorar” (WEV); se traduce “adorar” en Mat. 4:10; Jn. 4:21-24 y otros textos; “le adoró” (Mat. 9:18, LBLA, margen). Esto fue un acto de gran humildad para un oficial de la sinagoga del rango más alto de la sociedad. Indica mucha fe en Cristo. Recuérdese Hech.18:8, “Y Crispo, el principal de la sinagoga, creyó en el Señor con toda su casa; y muchos de los corintios, oyendo, creían y eran bautizados”.

      -- le rogaba que entrase en su casa;  42  porque tenía una hija única, como de doce años, que se estaba muriendo. – Mar. 5:23, “mi hijita” (LBLA). El caso se pone más serio cuando es “una hija única” o como en el caso del hijo de la viuda de Naín “el único hijo” (7:12) y “el único que tengo”, el muchacho endemoniado (9:38). Recuerde también la parábola de Natán (2 Sam. 12:1sig.) de la única ovejita del hombre pobre.

      Mat. 9:18, “y se postró ante él, diciendo: Mi hija acaba de morir (el relato de Mateo es más breve; por eso, sólo habla de ella ya muerta); mas ven y pon tu mano sobre ella, y vivirá”. Este hombre tuvo una fe “grande”, pues creía que Jesús podía levantar a su hija de entre los muertos. La fe del centurión (8:7) dejó una impresión muy favorable sobre Jesús porque no sólo creía que Jesús podía sanar a su siervo, sino que dijo, “no soy digno de que entres bajo mi techo; solamente di la palabra, y mi criado sanará”

      -- Y mientras iba (Mat. 9:19, “le siguió con sus discípulos”), la multitud le oprimía. “Le apretaba” (LBLA). Fue una masa compacta.

      8:43  Pero – No solamente fue detenido por la multitud, sino que ahora hay otra interrupción. Jesús estaba muy acostumbrado a las interrupciones y siempre mostraba mucha paciencia. Compárense los siguientes casos: 5:17sig., mientras enseñaba abrieron el techo para bajar a un paralítico para ser sanado; Mar. 1:35-37, fue a un lugar desierto para orar, pero lo encontraron diciéndole, “todos te buscan”; Mar. 10:46-48, cuando viajaba (saliendo de Jericó) el ciego Bartimeo pide la vista; y Luc. 8:22-24, la tempestad interrumpió su sueño.

      -- una mujer que padecía de flujo de sangre (hemorragias) desde hacía doce años, -- Mar. 5:29, el mal de la mujer se llama “azote”, que significa un “látigo por medio del cual se infligía una flagelación; figura enérgica de la aflicción de esa pobre mujer” (B-S).

      --  y que había gastado en médicos todo cuanto tenía, y por ninguno había podido ser curada,  -- Marcos 5:26 dice que “había sufrido mucho de muchos médicos, y gastado todo lo que tenía, y nada había aprovechado, antes le iba peor”. ¡Qué caso más triste cuando en lugar de ayudar al paciente los médicos hacen peor la enfermedad!  En aquel tiempo no había avanzado mucho la ciencia médica. La enfermedad que tenía la dejaba muy debilitada.

      8:44  se le acercó – porque había “oído” de Jesús (Mar. 5:27, “cuando oyó hablar de Jesús”); es decir, que sepamos no había visto ningún milagro, pero como dice el apóstol Pablo (Rom. 10:27), “la fe viene por el oír”. Así fue en el caso de esta mujer. Mat. 9:21, “porque decía dentro de sí: Si tocare solamente su manto seré salva” (Si tan sólo toco su manto, sanaré”, LBLA). ¿Cuál de las dos versiones es la correcta? Las dos porque el verbo sozo quiere decir “sanar” tanto como “salvar”. La palabra sozo se traduce salvar o sanar, porque significa la “liberación material y temporal de peligros, sufrimientos, etc.” y también de “la salvación espiritual y eterna”. En realidad esto nos hace ver más claramente la relación entre los milagros de sanidad que Jesús realizó y la salvación del alma; es decir, Jesús sanó el cuerpo para que la gente creyera que El podía salvar su alma.

      -- por detrás-- Se acercó a Jesús con mucha timidez porque su enfermedad le hizo inmunda (Lev. 15:26).    Esta pobre mujer había perdido su salud, su dinero y su vida social y religiosa. Verdaderamente Jesús era su “última esperanza” (GH).

      -- y tocó el borde (la franja) de su manto; -- 6:19, “Y toda la gente procuraba tocarle, porque poder salía de él y sanaba a todos”.

      Sabiendo que era mujer inmunda no pensaba tocar a Jesús porque tal toque lo hubiera hecho inmundo. Confiaba que con el puro toque de la franja de su manto, podría recibir la sanidad. La franja del manto tenía importancia para los judíos por la siguiente razón: Núm. 15:38, “Habla a los hijos de Israel, y diles que se hagan franjas en los bordes de sus vestidos, por sus generaciones; y pongan en cada franja de los bordes un cordón de azul.  39  Y os servirá de franja, para que cuando lo veáis os acordéis de todos los mandamientos de Jehová, para ponerlos por obra”. Es posible que esto hubiera estado en el pensamiento de esta mujer.

      Ahora no podemos “tocar” a Jesús físicamente, pero la fe sí puede tocarle espiritualmente. Por medio del bautismo (Rom. 6:3,4, bautizados en Cristo, en su muerte). Por medio de la comunión con su cuerpo y su sangre al participar de la cena del Señor cada primer día de la semana (1 Cor. 10:16; 11:23-27; Hech. 20:7). Y, desde luego, por medio de todo el servicio que le rendimos.

      --  y al instante se detuvo el flujo de su sangre.  – Otro milagro hecho instantáneamente.

      8:45  Entonces Jesús dijo: ¿Quién es el que me ha tocado? – Mar. 5:32, el griego dice, “y miraba en torno suyo para ver a la que esto había hecho” (Interlineal Lacueva). Jesús sabía exactamente quién le había tocado, y “miraba en torno suyo” para verla. Algunos leen esta pregunta como si en realidad Jesús ignorara quién le había tocado, pero compárense las siguientes preguntas: Gén. 3:9, a Adán Dios dice “¿Dónde estás tú?; Gén. 4:9, a Caín le pregunta, “¿Dónde está tu hermano?”; 2 Reyes 5:25, Eliseo pregunta a Giezi, “¿De dónde vienes?” Luc. 17:17, “Y los nueve, ¿dónde están?” Tales preguntas no significan que la persona que pregunta ignoraba la respuesta; más bien había otro propósito.

      Jesús conocía a esta mujer y conocía también su fe. Quería sanarla, pero era indispensable (1) que ella entendiera que no fue el manto sino Jesús que le sanaba porque El quería hacerlo; (2) que ella diera su testimonio de haber sanado; (3) que la gente se diera cuenta que ella ya no era inmunda y podría ser restaurada a su vida social y religiosa (ya podría entrar libremente en el templo); y (4) recuérdese que los  milagros de Jesús eran señales para producir fe (Jn. 20:30, 31), pero no podían hacerlo si eran secretos. Tenían que ser públicos.

      -- Y negando todos, dijo Pedro y los que con él estaban: Maestro, la multitud te aprieta y oprime (“palabra que se emplea en Diódoro y Josefo de prensar las uvas”, ATR), y dices: ¿Quién es el que me ha tocado? – Jesús no hace esta pregunta para obtener información, sino para dar información (JWM). Hizo esta pregunta para que la mujer ya sanada no saliera pensando que el manto de Jesús tuviera poder para sanar. Ella no fue sanada simplemente por haber tocado el manto de Jesús, sino porque era la voluntad de Jesús sanarla. Jesús sabía de la fe de esta mujer y quería que ella la expresara, como lo hicieron el centurión (7:9), los discípulos (8:25), el ex endemoniado gadareno (8:39), el leproso (17:19), y el ciego de Jericó (18:42). Además, de esta forma, otros verían el resultado de tal demostración de fe.

      8:46  Pero Jesús dijo: Alguien me ha tocado; porque yo he conocido que ha salido poder de mí. – Pero el poder que salio de Jesús (6:19) de acuerdo a su voluntad. No salió involuntariamente, ni de manera mágica.

      8:47  Entonces, cuando la mujer vio que no había quedado oculta, vino temblando, -- Cualquier otro rabí la hubiera reprendido por haberle tocado. La palabra “vino” indica que ya se iba. Ella había logrado su propósito. Tocó la franja del manto de Jesús y recibió la sanidad, pero oye la palabra de Jesús y reconoce que tiene que responder.

      -- y postrándose a sus pies, le declaró delante de todo el pueblo por qué causa le había tocado, y cómo al instante había sido sanada. – Dio su testimonio. Esto era mucho mejor para ella, porque de esa manera todos se darían cuenta que ya no era inmunda. También confirmaría el milagro hecho por Jesús.

      8:48  Y él le dijo: Hija, tu fe te ha salvado; vé en paz. – Obsérvese que la fe de esta mujer no era una “fe sola” (fe muerta), sino que le motivaba a hacer algo. Jesús conoce el corazón de todos; por eso, sabía que esta mujer tenía fe. Sin embargo, cuando ella solamente tenía fe, no sanó. Más bien, fue sanada cuando su fe fue manifestada en acercarse y tocar el manto de Jesús.

      8:49  Estaba hablando aún, cuando vino uno de casa del principal de la sinagoga a decirle: Tu hija ha muerto; no molestes más al Maestro  – Esto indica que cuando Jairo salió de su casa su hija no estaba muerta. Obviamente la persona que trajo este mensaje no tenía fe en Jesús. El deja la impresión que Jairo solamente estaba “molestando” a Jesús. Mar. 5:35, “Mientras él aún hablaba, vinieron de casa del principal de la sinagoga, diciendo: Tu hija ha muerto; ¿para qué molestas más al Maestro?” Fue como si dijeran, “¿Para qué molestarle? No puede hacer nada”.

      8:50  Oyéndolo Jesús, le respondió: No temas; cree solamente, y será salva. – es decir, seguir creyendo (así el Interlineal de Lacueva lo traduce), no deje de creer. La actitud negativa de los que trajeron el mensaje triste pudiera haber desanimado a Jairo. Hay que tener mucho cuidado de lo que otros digan cuando estamos en medio de alguna aflicción semejante. El mundo está lleno de incredulidad.

      Sin duda Jairo necesitaba esta palabra de aliento. Primero, la multitud apretaba a Jesús y  por esa causa, se requería más tiempo para llegar a la casa de Jairo. Luego Jesús es detenido por la pobre mujer con hemorragias. Ahora le avisan definitivamente que su hijita ya murió. Las palabras de Jesús serían muy alentadoras en ese momento tan difícil.

      Este es texto predilecto de los que enseñan la doctrina de la salvación por la fe sola, pero este texto no da apoyo a esa falsa doctrina. Jesús no le dijo “cree solamente sin ningún acto de obediencia”; Jairo ya había demostrado en acción física su gran fe en Cristo.  Lo que Jesús está diciendo es que Jairo tenía dos opciones: podía creer que Jesús podía resucitar a su hija, o de otro modo, podría simplemente sepultarla con gran dolor en su corazón.

      Además, el texto no ayuda la doctrina de “salvación por la fe sola”, porque Jairo no solamente tenía fe en Cristo, él lo buscó, se postró delante de El para adorarle y le está llevando a su casa, y si Jesús hubiera requerido otro “acto de fe”, con gozo lo habría hecho. No hubiera rechazado ningún mandamiento, ni hubiera demorado en llevarlo a cabo y al hacerlo nunca hubiera pensado que estaba mereciendo el gran favor que le hizo Jesús.

      8:51  Entrando en la casa, no dejó entrar a nadie consigo, sino a Pedro, a Jacobo, a Juan, y al padre y a la madre de la niña.  – Seguramente la gente pensaba (y tal vez decía), “Y éste, ¿por qué vino ahora? ¿Qué piensa hacer? ¿No sabe que la niña está muerta?” Pero Jesús sí llegó y entró con el propósito de devolver la hijita de Jairo a su familia.

      En tres ocasiones llevó a estos tres para acompañarle y ser testigos: 1) en esta ocasión; 2) cuando Jesús fue transfigurado (Luc. 9:28-36); y 3) en el huerto de Getsemaní (Mat. 26:37).

      8:52  Y lloraban todos y hacían lamentación por ella. – Dice Mat. 9:23 que tocaban flautas, y la gente hacía alboroto. Aun la gente más pobre ocupaba a mujeres (lloronas profesionales llamadas plañideras) para acompañar llorando en los entierros. Jer. 9:17, “Así dice Jehová de los ejércitos: Considerad, y llamad plañideras que vengan; buscad a las hábiles en su oficio;  18  y dense prisa, y levanten llanto por nosotros, y desháganse nuestros ojos en lágrimas, y nuestros párpados se destilen en aguas” (véase también Amós 5:16).

      --  Pero él dijo: No lloréis (1 Tes. 4:13); no está muerta, sino que duerme.  -- Al decir que la niña no estaba muerta sino dormida Jesús dio hincapié a la naturaleza verdadera de la muerte; es decir, no es el fin, sino un período breve de transición de un estado a otro de nuestra existencia, y enfatiza la certeza de la resurrección. (Desde luego, en realidad estaba muerta, 9:18; Luc. 8:53, y cuando Jesús dijo, “la niña no está muerta, sino duerme,” sin duda esto causó que la gente afirmara que sí estaba muerta). Dan. 12:2, “Y muchos de los que duermen en el polvo de la tierra serán despertados, unos para vida eterna, y otros para vergüenza y confusión perpetua”; 1 Tes. 5:10, “quien murió por nosotros para que ya sea que velemos, o que durmamos, vivamos juntamente con él”; véanse también Jn. 11:11, 14; Hech. 7:60; 1 Cor. 15:6; 1 Tes. 4:13-15.

      8:53  Y se burlaban de él, sabiendo que estaba muerta.  – Se burlaban de El y confirmaban fuertemente que la niña estaba muerta, porque si no estaba muerta ellos no podrían cobrar por sus servicios de lamentación (JWM). Sin embargo, al confirmar ellos que la niña estaba muerta, esto en turno confirmar el milagro de Jesús, de que en realidad El la había resucitado de entre los muertos.

      Mar. 5:40, “Mas él, echando fuera a todos, tomó al padre y a la madre de la niña, y a los que estaban con él, y entró donde estaba la niña”.

      El modernista William Barclay dice en su comentario lo siguiente: “Estaban seguros de que estaba muerta, pero Jesús dijo que dormía. Es perfectamente posible que dijera esto literalmente. Puede ser que estemos aquí ante un milagro de diagnóstico; que Jesús vio que la niña estaba en un trance profundo y que iba a ser enterrada vivo”. Es mucho más fácil creer el milagro de Jesús que la

 “explicación” de los modernistas (incrédulos).

      8:54  Mas él, tomándola de la mano, clamó diciendo: Muchacha, levántate.  – Las palabras de Jesús fueron las que el padre o madre usan para despertar a su niña por la mañana.

      8:55  Entonces su espíritu volvió (los “testigos” de El Atalaya creen que esto es imposible), e inmediatamente se levantó; – Este es otro de los muchos textos que enseñan claramente que el espíritu del hombre no muere. Cuando el muere su espíritu sale, pero no deja de existir. En los casos de personas resucitadas de entre los muertos, el espíritu vuelve al cuerpo y revivificarlo. De la misma manera así será la resurrección general de los muertos en el Día Final; es decir, el espíritu se unirá con el cuerpo resucitado e incorruptible (1 Cor. 15:50-57).

      -- y él mandó que se le diese de comer.  – Probablemente no había comido por varios días. Estando tan “atónitos” los padres, fácilmente podrían descuidar esta necesidad básica de su hijita.

      8:56  Y sus padres estaban atónitos (asombrados); pero Jesús les mandó que a nadie dijesen lo que había sucedido. – Porque ya le sobraba fama y El no podía dedicar todo su tiempo a sanar enfermos. Su obra principal era la de enseñar. Además, no sería bueno para el carácter de la niña. Imagínese lo espectacular de ser reconocida dondequiera que fuera como la niña que murió y que resucitó (compárese Jn. 12:9). La Biblia no habla más de ella, porque no fue escrita para satisfacer la curiosidad del lector, pero seguramente esta jovencita llegaría a ser una de las más fieles seguidores de Jesús.

      Mat. 926, “Y se difundió la fama de esto por toda aquella tierra”.  También Cristo resucitó a Lázaro (Jn. 11:43, 44) y al hijo de la viuda de Naín (Luc. 7:14, 15). Otros ejemplos de levantar muertos fueron: Elías (1 Reyes 17:17-24), Eliseo (2 Reyes 4:17-37), Pedro (Hech. 9:36-42) y Pablo (Hech. 20:9-12).

 

 

 

 

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