LUCAS 13
Arrepentíos o pereceréis
13:1 En este mismo tiempo estaban allí algunos que le contaban acerca de los galileos cuya sangre Pilato había mezclado con los sacrificios de ellos. – Parece que ellos querían hablar de los pecados de otros en lugar de hablar de los suyos. Muchos piensan que hay pecadores “malos” y pecadores “respetuosos y más aceptables”. En el capítulo 7:36-50 Lucas habla de la mujer “pecadora” que fue perdonada de sus “muchos pecados” por Cristo, pero ¿quién no ha tenido “muchos pecados” que necesitan ser perdonados?
Sobre este evento no sabemos más. Hech. 5:7 habla de un galileo que “llevó en pos de sí a mucho pueblo”, pero eran comunes las manifestaciones y rebeliones, mayormente durante las fiestas.
13:2 Respondiendo Jesús, les dijo: ¿Pensáis que estos galileos, porque padecieron tales cosas, eran más pecadores que todos los galileos? – Estas palabras de Jesús indican que así era el concepto del pueblo. Creían que calamidades extraordinarias se debían a pecados extraordinarias (JWM). Es el argumento usado por los “amigos” de Job contra él; es decir, esta calamidad que estás sufriendo es la consecuencia de tus pecados. Job 4:7, “Recapacita ahora; ¿qué inocente se ha perdido? Y ¿en dónde han sido destruidos los rectos?” 11:6, “Conocerías entonces que Dios te ha castigado menos de lo que tu iniquidad merece.” 22:6-10. También los discípulos de Jesús tenían este concepto como vemos en Jn. 9:2, “Y le preguntaron sus discípulos, diciendo: Rabí, ¿quién pecó, éste o sus padres, para que haya nacido ciego?”
13:3 Os digo: No; antes si no os arrepentís, todos pereceréis igualmente. – Rom. 3:23, “por cuanto todos pecaron, y están destituidos de la gloria de Dios”, y habiendo pecado todos están perdidos y necesitan del perdón de Dios, sin el cual perecerán eternamente en el infierno.
13:4 O aquellos dieciocho sobre los cuales cayó la torre en Siloé, y los mató, ¿pensáis que eran más culpables que todos los hombres que habitan en Jerusalén? –
13:5 Os digo: No; antes si no os arrepentís, todos pereceréis igualmente. -- En lugar de concluir que ciertos hombres eran más dignos de castigo que otros, deberían pensar en las calamidades que vendrían sobre ellos si no se arrepintieran. La primera calamidad horrible sería la destrucción de Jerusalén dentro de unos 40 años. En ese evento no meramente cayó alguna “torre” sino que muchos de ellos fueron sepultados bajo las murallas de la ciudad que fueron derribadas por los romanos. Pero aun otra calamidad les esperaba en el juicio final si no se arrepintieran.
¿Qué es el arrepentimiento? El reconocer y aceptar el pecado y tener cambio de corazón (intelecto, voluntad, emociones) que resulta en cambio de vida (frutos digno del arrepentimiento, Luc. 3:8-14; Hech. 19:19).
Es el cambio de actitud hacia Dios, Cristo, el Espíritu Santo. Es el cambio de actitud hacia el pecado; al arrepentirse uno entiende lo que es, lo que hace, y en lugar de amarlo ahora lo aborrece (Heb. 1:9; Rom. 12:9).
Dios manda que todos se arrepienten: Hech. 17:30, 31; Mat. 3:2; 4:17; Hech. 2:38; 3:19; 17:30. Iglesias deben arrepentirse (Apoc. 2:4, 5, 14, 15, 20; 3:16; como también los corintios, gálatas, etc.)
Es necesario, (junto con el bautismo) para obtener el perdón de pecados (Luc. 24:47; Hech. 2:38) y para obtener la vida eterna (Hech. 11:18). Si alguno es bautizado sin verdadero arrepentimiento, es sepultado vivo.
Pero también es don de Dios: Hech. 5:31; 11:18; 2 Tim. 2:25.
Una de las ilustraciones más sencillas del arrepentimiento se encuentra en Mat. 21:28, 29, “Pero ¿qué os parece? Un hombre tenía dos hijos, y acercándose al primero, le dijo: Hijo, ve hoy a trabajar en mi viña. 29 Respondiendo él, dijo: No quiero; pero después, arrepentido, fue”.
Ejemplos: Nínive (Jonás 3:10); la mujer pecadora de Luc. 7:36-50; el hijo pródigo (Luc. 15:17-19); los judíos el día de Pentecostés (Hech. 2:38, 41); Saulo de Tarso (Hech. 9); los de Tesalónica (1 Tes. 1:9).
Ejemplos de la falta del arrepentimiento: los pueblos que escuchaban a Cristo y veían sus milagros pero no se arrepintieron (Mat. 11:20);
Lo que no es el arrepentimiento: el remordimiento (pesar interno) por el pecado (Mat. 27:3); el temor del castigo (Hech. 24:25); el sentir tristeza por el pecado (Hech. 2:37; 2 Cor. 7:10);
¿Qué nos lleva al arrepentimiento? La benignidad de Dios, Rom. 2:4; la predicación, Mat. 12:41; la tristeza según Dios, 2 Cor. 7:10; el temor de la muerte, Heb. 9:27, y del juicio, Hech. 17:30, 31; 2 Cor. 5:10, 11.
¿Quiénes desean que el hombre se arrepienta? Dios, 2 Ped. 3:9; Mat. 9:13; los ángeles, Luc. 15:7; los perdidos que están en tormento, Luc. 16:27-30; todo siervo de Dios, 2 Tim. 2:24, 25.
Parábola de la higuera estéril
13:6 Dijo también esta parábola: Tenía un hombre una higuera plantada en su viña, -- Compárese Isa. 5:1, “Ahora cantaré por mi amado el cantar de mi amado a su viña. Tenía mi amado una viña en una ladera fértil. 2 La había cercado y despedregado y plantado de vides escogidas; había edificado en medio de ella una torre, y hecho también en ella un lagar; y esperaba que diese uvas, y dio uvas silvestres”. Véase también Jn. 15:1-8.
-- y vino a buscar fruto en ella, y no lo halló. 7 Y dijo al viñador: He aquí, hace tres años (tiempo adecuado) que vengo a buscar fruto en esta higuera, y no lo halló (compárese Mat. 21:18, 19); córtala; -- Obviamente la higuera representa la nación de Israel que había sido plantada y grandemente favorecida por Dios, pero no llevó el fruto de justicia. Ya por mucho tiempo Juan, Jesús, los doce apóstoles y los setenta les había predicado el arrepentimiento. Dios mismo estaba en su presencia en la Persona de Jesús de Nazaret (Jn. 1:1; Rom. 9:5; Tito 2:13; 2 Ped. 1:1), enseñándoles y exhortándoles, pero la mayoría de los judíos eran como esta higuera que no llevó fruto (el corazón arrepentido y vuelto a Dios, JFB). Por eso, aunque les dio más tiempo, el juicio se acercaba.
-- ¿para qué inutiliza también la tierra? – Perjudica la tierra y la hace infructuosa. Absorbe el alimento y la humedad de la tierra, haciéndola inútil (estéril). “Reducir a ineficacia” (WEV). Aparte de no llevar buen fruto los líderes de los judíos hicieron daño, persiguiendo a los siervos de Dios. Véase Luc.20:9-16, la parábola de los labradores malvados. Según Mat. 21:41, después de oír esta parábola, los judíos pronunciaron juicio sobre ellos mismos, aunque “oyendo sus parábolas los principales sacerdotes y los fariseos, entendieron que hablaba de ellos” (Mat. 21:45).
También impidieron que los gentiles obedecieran al evangelio. 1 Tes. 2:15 “los cuales mataron al Señor Jesús y a sus propios profetas, y a nosotros nos expulsaron; y no agradan a Dios, y se oponen a todos los hombres, 16 impidiéndonos hablar a los gentiles para que éstos se salven; así colman ellos siempre la medida de sus pecados, pues vino sobre ellos la ira hasta el extremo”. Rom. 2:24, “Porque como está escrito, el nombre de Dios es blasfemado entre los gentiles por causa de vosotros”.
También la higuera representa a las multitudes de personas que han tenido la oportunidad de arrepentirse pero que persisten en rechazar la llamada de Cristo a la obediencia y la salvación.
13: 8 El entonces, respondiendo, le dijo: Señor, déjala todavía este año, hasta que yo cave alrededor de ella, y la abone. 9 Y si diere fruto, bien; y si no, la cortarás después.
Aquí otra vez Jesús nos recuerda que el hombre será juzgado conforme a sus privilegios y oportunidades (12:47, 48). Para aquellos que reciben y malgastan tantos favores de Dios el juicio será severo. Entre más nos bendice Dios, más útiles espera que seamos (2 Tim. 2:21).
Posiblemente los “tres años” representan el tiempo del ministerio de Juan y Jesús, pero también representan el tiempo (oportunidad) que Dios nos da a todos para el arrepentimiento. A no ser por su benignidad y misericordia ya se habrían perecido los judíos impenitentes (versículos 3, 5). Muchos textos enfatizan la paciencia de Dios:
Rom. 2:4, “¿O menosprecias las riquezas de su benignidad, paciencia y longanimidad, ignorando que su benignidad te guía al arrepentimiento? 5 Pero por tu dureza y por tu corazón no arrepentido, atesoras para ti mismo ira para el día de la ira y de la revelación del justo juicio de Dios, 6 el cual pagará a cada uno conforme a sus obras: 7 vida eterna a los que, perseverando en bien hacer, buscan gloria y honra e inmortalidad, 8 pero ira y enojo a los que son contenciosos y no obedecen a la verdad, sino que obedecen a la injusticia; 9 tribulación y angustia sobre todo ser humano que hace lo malo, el judío primeramente y también el griego, 10 pero gloria y honra y paz a todo el que hace lo bueno, al judío primeramente y también al griego; 11 porque no hay acepción de personas para con Dios”.
1 Ped. 3:20, “los que en otro tiempo desobedecieron, cuando una vez esperaba la paciencia de Dios en los días de Noé, mientras se preparaba el arca”. 2 Ped. 3:9, “El Señor no retarda su promesa, según algunos la tienen por tardanza, sino que es paciente para con nosotros, no queriendo que ninguno perezca, sino que todos procedan al arrepentimiento… 15 Y tened entendido que la paciencia de nuestro Señor es para salvación”. Apoc. 2:21, “Y le he dado tiempo para que se arrepienta”.
Pero la paciencia de Dios no está sin límite. Como dijo Juan (Mat. 3:10), “Y ya también el hacha está puesta a la raíz de los árboles; por tanto, todo árbol que no da buen fruto es cortado y echado en el fuego”.
Aplicando este texto a nosotros, ¿después de los tres años, qué? ¿Hemos aprovechado la paciencia del Señor? Muchos sí, pero lamentablemente muchos no.
La lección obvia de esta parábola se puede expresar en las palabras del profeta Isaías (55:6), “Buscad a Jehová mientras puede ser hallado, llamadle en tanto que está cercano. 7 Deje el impío su camino, y el hombre inicuo sus pensamientos, y vuélvase a Jehová, el cual tendrá de él misericordia, y al Dios nuestro, el cual será amplio en perdonar”.
Otra lección valiosa en esta parábola es que a pesar de nuestras fallas, Dios nos da otra oportunidad. “Señor, déjala todavía este año, hasta que yo cave alrededor de ella, y la abone”. Ejemplos de algunos que tuvieron otra oportunidad para “redimirse”: Jonás, Pedro, Juan Marcos, etc. A veces el barro se echa a perder en manos del Alfarero pero en lugar de tirarlo El en su misericordia “vuelve y la hace otra vasija” (Jer. 18:4).
Pero como es cierto que muchas veces el Señor nos ofrece la segunda oportunidad, es igualmente cierto que existe una oportunidad final. Prov. 1:24-31.
Luc. 13:25 habla de la puerta cerrada. Es cierto que Dios la cierra, pero en realidad ¿quién la cierra? El hombre mismo.
Jesús sana a una mujer en el día de reposo
13:10 Enseñaba Jesús en una sinagoga en el día de reposo; -- En seguida hace un milagro para confirmar que El era el Hijo de Dios (Dios el Hijo) y que, por tanto, su enseñanza era divina.
13:11 y había allí una mujer que desde hacía dieciocho años tenía espíritu de enfermedad, y andaba encorvada, y en ninguna manera se podía enderezar. – ¡Pero no dejó de asistir a los estudios bíblicos en la sinagoga! ¿Cuántos hermanos dirían, “Oh, esta pobre mujer no estaba obligada a asistir”? ¿Hasta cuándo vamos a entender que el asistir a las reuniones del pueblo de Dios es más bien un privilegio? ¿No es posible que esta mujer quisiera asistir? ¿Que nadie tuvo que exhortarle ni animarle a asistir? Esta pobre mujer que estaba completamente encorvada “y en ninguna manera se podía enderezar” sin duda sufría dolor constantemente ¿y qué tan eficaces eran los remedios de aquellos tiempos? ¿Cuántos hermanos y hermanas hoy en día asistirían a los servicios si tuvieran esa clase de enfermedad y dolor en su cuerpo?
Algunos piensan que las expresiones “espíritu de enfermedad” y “Satanás había atado” indican que este mal fue causado por un demonio (un espíritu inmundo). Sin embargo, el aguijón en la carne de Pablo era “mensajero de Satanás”, pero eso no implica nada de “espíritu inmundo”. Hay diferencias entre este milagro y los de echar fuera demonios. En este caso Jesús se dirigió a la mujer, pero en el caso de los endemoniados el texto dice que les reprendió mandando que salieran de la persona, o que simplemente los echó fuera. Por eso, es difícil estar seguro si el “espíritu de enfermedad” significa espíritu inmundo.
13:12 Cuando Jesús la vio, la llamó – Ella no pidió la sanidad. Compárese la viuda de Naín que no pidió nada (Luc. 7:11-15).
-- y le dijo: Mujer, eres libre de tu enfermedad. 13 Y puso las manos sobre ella; y ella se enderezó (verbo pasivo, fue enderezada por Cristo, pues El es capaz no solamente de enderezar cuerpos encorvados, sino también corazones encorvados) luego, (fue enderezada “luego”, instantáneamente) y glorificaba a Dios (Cristo es Dios, Jn. 1:1; Rom. 9:5, cada vez más la gente identificaba a Cristo con el Padre) – Imagínese el cambio físico de esta mujer. Llega a la sinagoga bien “encorvada, y en ninguna manera se podía enderezar”, y ahora está de pie y su cuerpo está completamente derecho. Cuando ella glorificaba a Dios, seguramente la gente hubiera querido acompañarle con lágrimas de gozo, pero hubo un problema.
13:14 Pero el principal de la sinagoga, enojado de que Jesús hubiese sanado en el día de reposo, -- Mat. 21:15, “Pero los principales sacerdotes y los escribas, viendo las maravillas que hacía… se indignaron”. Siendo el principal de la sinagoga y viendo este gran acto de amor y misericordia y observando cómo esta mujer ya estaba parada normalmente delante de todos, le convenía decir a todos, “Que se pongan de pie todos y vamos a dar loor a Dios con himnos y oraciones”. (Véase el comentario de GH). Sin embargo, en lugar de regocijarse con esta mujer feliz, este hombre ingrato y frío se enoja. ¡Increíble!
¿Por qué? Porque supuestamente este principal de la sinagoga creía que Jesús había “profanado” el día de reposo y, por eso, estaba “enojado”.
-- dijo a la gente: -- ¡Se enojó con Jesús y reprendió al pueblo! ¿Por qué no se dirigió directamente hacia Jesús?
-- Seis días hay en que se debe trabajar (Éxodo 20:11; pero véanse también Isa. 58:6, 7; Miqueas 6:8); en éstos, pues, venid y sed sanados, -- como si el milagro de Jesús fuera cosa insignificante. Es como si dijera “si quieren esta clase de sanidad, vengan cualquier día de la semana”. De toda manera posible quería despreciar a Jesús y su obra maravillosa. La pobre mujer fue azotada físicamente por Satanás, pero este pobre principal de la sinagoga era azotado aun más fuertemente por Satanás en lo espiritual.
-- y no en día de reposo. – Cada sinagoga tenía su “principal” para ver que todo se llevaba a cabo con buen orden, pero este principal estaba fuera de orden en lo que dijo porque esta mujer no asistió a la sinagoga para ser sanada. Si hubiera necesidad de alguna reprensión, le convenía dirigirla hacia Jesús, porque El hizo este milagro sin que la mujer lo solicitara. ¿“Nadie debe trabajar en día de reposo”? ¿Quién estaba trabajando? ¿El hablar unas palabras y poner las manos sobre la mujer era trabajar?
13:15 Entonces el Señor le respondió y dijo: Hipócrita -- Hipócritas, LBLA, pues se dirigió a todos los gobernantes de la sinagoga. La palabra hipócrita se usaba del “actor en escena” que llevaban “máscaras” (WEV). Jesús “arranca la máscara que llevan los hombres” (JFB).
-- cada uno de vosotros ¿no desata en el día de reposo su buey o su asno del pesebre y lo lleva a beber? – En primer lugar esta denuncia implica que los líderes de los judíos sabían dar interpretaciones de sus propias tradiciones que les favorecían, pero imponían sus leyes humanas sobre la gente pobre y afligida de la manera más estricta y exigente. Jesús les llama “hipócritas” porque profesaban honrar a Dios pero se preocupaban más por los animales que por esta pobre hija de Dios que había sufrido por dieciocho años.
Otra hipocresía era que sus tradiciones sobre la guarda del sábado no permitían que se llevara agua a los animales, pero sí se les permitió llevar los animales al agua.
¿Cuántos de aquellos estaban presentes en la sinagoga habían hecho lo mismo? ¿No era nada “trabajoso” desatar al buey o al asno para llevarlo a beber? Desde luego, era trabajo, pero les convenía este trabajo porque ellos tenían animales y se preocupaban por ellos.
Luc. 14:1-5, “3 Entonces Jesús habló a los intérpretes de la ley y a los fariseos, diciendo: ¿Es lícito sanar en el día de reposo? 4 Mas ellos callaron. Y él, tomándole, le sanó, y le despidió. Y dirigiéndose a ellos, dijo: ¿Quién de vosotros, si su asno o su buey cae en algún pozo, no lo sacará inmediatamente, aunque sea en día de reposo?” Aquí Jesús les sorprende diciendo “sanar” en lugar de “trabajar”. “Los manuscritos están muy divididos entre huios (hijo) y onos (asno), que en los unciales abreviados se parecían mucho” (ATR). La Biblia de las Américas y Francisco Lacueva’s Interlineal dicen, “un hijo o un buey” . De esta manera el dilema de los intérpretes de la ley y los fariseos era aun más grande. ¿Qué podrían decir? Nada. Simplemente “callaron”.
Jesús razona desde lo inferior (animal) a lo superior (hombre). Por consiguiente, es lícito hacer el bien al ser humano en los días de reposo. Según Marcos 3:4, Jesús agrega, “¿o hacer mal?” También Luc. 6:9, “¿salvar la vida, o quitarla?” Según los fariseos era cuestión de hacerlo o no hacerlo, pero para Jesús era cuestión de hacer bien o de hacer mal y la implicación es que al no hacer bien se hace mal. Mar. 3:4, “pero ellos callaban”; tuvieron miedo de decir que se puede hacer mal en el día de reposo. Sin embargo, estaban demasiado obstinados para aceptar que sería correcto sanar; por eso, callaban.
¿Es lícito sanar en el día de reposo? La verdadera controversia no fue ésta, sino la pregunta: ¿con qué autoridad resiste Jesús a los rabinos judíos y sus tradiciones? Es importante tener presente esta cuestión para entender los argumentos de Jesús. No había conflicto entre Cristo y la ley de Moisés. Cristo siempre apoyaba la ley de Moisés (Mat. 5:17-20).
¿Es lícito? Obsérvese que no preguntaron "¿Es misericordioso hacerlo?" Eso no les interesaba.
Mat. 12:11, "¿Qué hombre habrá de vosotros, que tenga una oveja, y si ésta cayere en un hoyo en día de reposo, no le eche mano, y la levante?" Jesús no apela a la ley de Moisés porque ésta no estaba involucrada en la controversia. Más bien Jesús apela a la práctica común del pueblo mismo. Esta pregunta va directamente al corazón del problema: los escribas y fariseos sí tenían misericordia de los animales, pero no tenían misericordia de los hombres (Mat. 23:23). Todos estuvieron de acuerdo de que era lícito aliviar el sufrimiento de un animal. Todos lo practicaban. Pero Jesús pregunta, "¿Cuánto más vale un hombre que una oveja?" Jesús creía que un hombre vale más que una oveja, pero los escribas y fariseos no estaban de acuerdo con El. Ellos no tenían misericordia de los afligidos. No amaban a los pobres y miserables (Mat. 12:7; 23:23).
La religión de la persona que no tiene misericordia de otros es vana (Sant. 1:27). El sábado no fue instituido para hacer al hombre menos compasivo hacia el prójimo. Mar. 3:4; Luc. 6:9, "¿Es lícito en los días de reposo hacer bien, o hacer mal; salvar la vida, o quitarla?" Así es que la cuestión no era la de curar o no curar, sino la de hacer bien o de hacer mal en el día de reposo. Entonces, al curar Jesús en ese día ¿hizo bien o hizo mal? Dice Sant. 4:17, "Al que sabe hacer lo bueno y no lo hace, le es pecado". Hubiera sido absurdo decir, "Es lícito hacer mal o quitar la vida en los días de reposo", como bien sabían los judíos. Implica Jesús que en algunas circunstancias hay que escoger, y que el no hacer bien equivale a hacer mal.
No hay tiempo tan sagrado de que el afligido no pueda ser aliviado de su sufrimiento. Jesús hizo bien al sanar al hombre. Los escribas y fariseos hicieron mal al querer destruir a Jesús.
Es importante notar que los doctores de la ley enseñaban que era lícito aliviar el sufrimiento de alguna aflicción aguda (como en el caso de alguna emergencia), pero que no era lícito curar alguna enfermedad crónica (y, desde luego, el caso de esta pobre mujer no se consideraba una emergencia).
13:16 Y a esta hija de Abraham, -- por eso, debería ser tratada con dignidad y respeto. Si era hija de Abraham era hermana de aquel principal de la sinagoga. ¿A él no le importaba lo que Satanás había hecho con su hermana? Jesús habló de la misma manera acerca de Zaqueo (19:9); es decir, aunque un publicano aborrecido por los judíos, “él también es hijo de Abraham”.
-- que Satanás había atado dieciocho años, ¿no se le debía desatar de esta ligadura en el día de reposo? – ¿Por qué no usó Jesús una declaración en lugar de una pregunta? El emplea la palabra ou que espera una respuesta afirmativa; es decir, les enseña en forma de pregunta para que ellos mismos acepten la conclusión. Hay una serie de argumentos aquí. En primer lugar, habla de esta mujer (un ser humano en contraste con animales); una hija de Abraham (no algún gentil o samaritana); ligada por la crueldad de Satanás (los animales están atados con soga); atada por dieciocho años (y no simplemente por una parte del día); su necesidad de ser desatada de su horrible aflicción física (no simplemente desatada para beber agua cada día) (RCHL).
Si ellos podían desatar sus animales para llevarlos a beber, ¿no podía Jesús desatar a esta pobre mujer de su horrible enfermedad? Los animales que ellos desataban no estaban sufriendo. No eran privados de agua y alimento ni por un día, pero esta hija de Abraham había sido atada al sufrimiento y miseria por dieciocho años. La necesidad de esta mujer era mil veces más grande que la necesidad de los animales. Sin embargo, estaba bien desatar a los animales pero a ella no. Este es otro caso de la victoria de Cristo sobre Satanás (10:18).
13:17 Al decir él estas cosas, se avergonzaban todos sus adversarios; -- Esto confirma que la palabra debe ser “hipócritas” (plural), pues no estaba solo este principal en lo que decía. Los otros líderes compartían su hipocresía y merecían esta reprensión, porque enseñaban que los animales valían más que esta hija de Abraham. Pero al avergonzarse ¿se humillaron para arrepentirse? Todos los adversarios de Jesús no solamente deben sentirse avergonzados, sino que deben ser movidos por su sentimiento de vergüenza para arrepentirse.
-- pero todo el pueblo se regocijaba por todas las cosas gloriosas hechas por él. – Una característica sobresaliente de Lucas y Hechos es que Jesús y la iglesia triunfaban sobre sus enemigos y que esto causó mucho regocijo.
Estos se regocijaban no solamente por el milagro, sino también por la sabiduría que Jesús mostraba en su respuesta a los líderes de la sinagoga.
Sin embargo, cuanto más el pueblo se regocijaban sobre los triunfos de Jesús, más se enojaban los judíos contra El.
Parábolas del grano de mostaza y de la levadura
(Mat. 13:31-33; Mar. 4:30-32)
13:18 Y dijo: ¿A qué es semejante el reino de Dios, y con qué lo compararé? 19 Es semejante al grano de mostaza, que un hombre tomó y sembró en su huerto; y creció, y se hizo árbol grande, y las aves del cielo anidaron en sus ramas. 20 Y volvió a decir: ¿A qué compararé el reino de Dios? 21 Es semejante a la levadura, que una mujer tomó y escondió en tres medidas de harina, hasta que todo hubo fermentado. –¿Vino Jesús para llevar a cabo cambios revolucionarios? Recuérdese que los judíos -- incluyendo a los discípulos de Jesús -- esperaban que con la venida del Mesías vinieran también cambios revolucionarios. Este concepto se observa, por ejemplo, en Mateo 11:12; Juan 6:15. Querían usar a Jesús como "bandera para revolución".
¿Cómo se establecen y se extienden los reinos del mundo? Por medio de compras o de conquistas. Pero aunque Jesús era dueño de todo, no tenía donde recostar la cabeza (Mateo 8:20). No levantó un ejército y prohibió el uso de la espada en su defensa (Mateo 26:51-53). No buscó alianzas con los gobiernos del mundo. No formó ningún partido político. No levantó ningún movimiento para resistir al gobierno romano; al contrario enseñó que debemos pagar los impuestos al gobierno (Mateo 22:21; Romanos 13:7). No incitó a la gente a protestar contra la esclavitud y otras injusticias sociales.
¿Cómo, pues, podía crecer su reino? Estas dos parábolas contestan esta pregunta. El crecimiento de su reino sería como el crecimiento de una semilla de mostaza. Su influencia sería como la de levadura escondida en tres medidas de harina.
El crecimiento del reino se realiza a través de enseñar la palabra. Cristo dedicó su vida a enseñar en las sinagogas, sobre el monte, a la orilla del mar, en la plaza, en el templo, en las casas y en cualquier otro lugar donde había gente que le escuchara. Cristo escogió a los doce y los envió a predicar (Mateo 10). Escogió a los setenta y los envió a predicar (Lucas 10). Como los reyes del mundo preparan y envían soldados para las campañas para conquistar nuevo territorio, así Cristo preparó y envió a sus discípulos con "la espada del Espíritu, que es la palabra de Dios" (Efesios 6:17) para extender su reino. Jesús dice, "Y serán todos enseñados por Dios. Así que, todo aquel que oyó al Padre, y aprendió de él, viene a mí". No hay otra manera. Dentro del reino de Cristo (bajo el nuevo pacto) ninguno dirá a su hermano, "Conoce al Señor; porque todos me conocerán, desde el menor hasta el mayor de ellos" (Hebreos 8:11). No hay nadie en el reino de Cristo que no haya conocido al Señor a través del evangelio.
Los apóstoles persuadieron a muchos. Los apóstoles fueron enviados a predicar el evangelio y a persuadir a los que les escucharan. Dice Hechos 19:8, "discutiendo y persuadiendo acerca del reino de Dios". Dice Hechos 28:23 que Pablo estaba "persuadiéndoles acerca de Jesús". El otro sermón potente, aparte de la predicación del evangelio, que produce el crecimiento del reino es el sermón de la vida fiel de los discípulos de Cristo (Mateo 5:13-16; 1 Timoteo 4:12; 1 Pedro 3:1,2; 5:3, etc.).
El reino creció en el primer siglo. Comenzó como semilla de mostaza. Muchos menospreciaron a Jesús. "¿No es éste el hijo del carpintero?" Era reconocido como el carpintero de Nazaret (Mateo 13:55). "¿De Nazaret puede salir algo bueno?" (Juan 1:46). Creían que Jesús era hombre insignificante entre ellos. No esperaban nada de importancia de El. En cuanto a sus seguidores, Jesús les dijo, (Lucas 12:32), "No temáis, manada pequeña, porque a vuestro Padre le ha placido daros el reino". Jesús y sus discípulos eran como el pequeño grano de mostaza, "el cual a la verdad es la más pequeña de todas las semillas". El reino no se preparó para reyes, príncipes, ricos y famosos, sino para la "manada pequeña" que sinceramente seguía a Jesús.
Un pequeño grupo de discípulos se reunieron en el aposento alto en Jerusalén para perseverar en oración, y para esperar el momento en que los apóstoles recibirían el prometido poder del Espíritu Santo (Hechos 1:13; 2:1-4). Eran "hombres sin letras, y del vulgo" (Hechos 4:13). ¿Cómo podían tales hombres servir como los pilares del nuevo reino? La respuesta se halla en 1 Corintios 1:26-29, Dios escogió lo menospreciado del mundo a fin de que nadie se jacte en su presencia.
-- La levadura en la harina se refiere a la influencia poderosa del evangelio. Como la levadura (un trozo de maza fermentada) trabaja y transforma la masa, así el evangelio del reino tiene gran poder transformador en el mundo. Romanos 1:16. En un sentido el evangelio sí es “revolucionario”, porque hace grandes cambios en el hombre, en el gobierno y en toda la sociedad humana. Pero no es “revolucionario” en el sentido ordinario, sino que es una fuerza que tiene que ser recibida en el corazón del hombre para que haga cambios desde adentro. En la misma carta explica cómo nuestras vidas son transformadas (Romanos 12:1,2). Ejerce “una influencia sana, completa y penetrante dentro y desde adentro hacia afuera” (GH).
Esta parábola nos recuerda de lo que Jesús dice en Mateo 5:13-16. Dice que sus discípulos tienen un efecto (impacto) muy positivo sobre la sociedad humana, como la sal preserva de la corrupción y como la luz alumbra y acaba con las tinieblas. Estas enseñanzas nos hacen ver que los cristianos no deben llevar una vida aislada o monástica, porque deben estar asociados con los del mundo para influir en sus vidas para la salvación. Jesús hablaba del mal en el mundo, pero dijo que en lugar de ser vencidos por el mal debemos vencer el mal con el bien. La levadura es invisible, pero es muy "contagiosa" y sigue trabajando hasta que todo sea leudado. Jesús no creía que El tenía que estar siempre enseñando a una multitud de gente. Se observa varias veces hablando con una sola persona o con dos o tres. Escogió a los doce para que ellos estuvieran con El (Marcos 3:14), y estar bajo su influencia durante unos tres años y medio. Dice Marcos 6:56, "y todos los que le tocaban quedaban sanos". Este texto se refiere a la sanidad del cuerpo, pero se puede decir lo mismo en cuanto a lo espiritual.
El evangelio tuvo gran impacto sobre el imperio romano. La verdad de lo que Jesús dice se puede ver claramente en los primeros siglos. El evangelio del reino trajo grandes bendiciones para todo el imperio romano, pero especialmente para el esclavo, el pobre, la mujer, los ancianos y niños y se puede decir que todo segmento de la sociedad humana recibió y sigue recibiendo ricas bendiciones. Es interesante leer lo que se dijo en Tesalónica (Hechos 17:6) acerca de Pablo y sus compañeros, "Estos que trastornan el mundo entero también han venido acá". Lo que ellos llamaron "trastornar" era y es en realidad la obra de transformar de acuerdo a la voluntad de Dios. Véase también Hechos 19:19, 23-27. Verdaderamente el evangelio de Cristo tuvo un gran impacto sobre el imperio romano.
En Estados Unidos la buena levadura estableció un gobierno sano que ha traído grandes beneficios para el pueblo, pero ahora mucha levadura mala está reemplazando la buena levadura, pues el gobierno está sacando y borrando todo aspecto de la religión de Cristo (y la del Antiguo Testamento). No permiten Biblias, ni enseñanza bíblica, ni oración, en las escuelas, ni placas de los diez mandamientos en ningún edificio que pertenece al gobierno. Bajo el pretexto de mantener separados el estado y la iglesia, están estableciendo un gobierno completamente secular que rechaza a Dios. En su lugar han exaltado al hombre como su propio y único dios (el humanismo), han legalizado la matanza de millones de niños (el aborto) y promueven los intereses de los homosexuales (y otros perversos sexuales). Un poco de levadura leuda toda la maza (1 Cor. 5:6).
No se puede apresurar el crecimiento verdadero. Queremos resultados rápidos. A veces pensamos humanamente y queremos resultados inmediatos. Queremos crecimiento rápido. A veces sacudimos el árbol cuando la fruta todavía es verde. Cristo sabía que el proceso de enseñar requiere tiempo. El invitaba a todos, pero no apresuraba a nadie a convertirse en discípulo. En lugar de apresurar a la gente, Jesús siempre explicó lo difícil de ser discípulo. Véanse Mateo 10:34-39; 16:24. El habló de calcular gastos, Lucas 14:25-33. No quería desanimar a nadie, pero quería y quiere que todos le obedezcan "con los ojos abiertos".
Jesús y los apóstoles nunca usaron tácticas carnales. Hoy en día las iglesias -- incluyendo algunas iglesias de Cristo -- emplean tácticas políticas y comerciales para ganar más miembros. Usan mucha "carnada" para "pescar" más gente. Ofrecen comida, ropa, atención médica, escuelas, asilos, actividades sociales, construyen "templos" elegantes, ocupan predicadores elocuentes, etc. En el entrenamiento de los miembros para la obra personal se usan los medios efectivos de los agentes vendedores. Si vamos a usar medios carnales, ¿por qué no usamos la pistola? ¿Por qué no ganamos gente como los españoles "ganaron" a los indios? Léase 2 Corintios 10:3-5. Recuérdese la profecía citada por Jesús en Mateo 12:19,20, "No contenderá, ni voceará, ni nadie oirá en las calles su voz. La caña cascada no quebrará, y el pabilo (la mecha) que humea no apagará, hasta que saque a victoria el juicio".
Muchos -- aun en la iglesia del Señor -- están encantados de lo grande: grandes edificios (rascacielos), grandes bancos (con sus millones y billones), grandes aviones y buques, grandes ciudades (con sus cámaras de comercio muy ambiciosas), etc., como si lo más grande fuera lo mejor. Muchos hermanos creen que las iglesias deben tener campañas en el coliseo, y juntar el dinero de miles de iglesias para algún proyecto "mundial". Pero Jesucristo habla del "más pequeño en el reino", de "un vaso de agua fría", de las "dos blancas" que la viuda dio, de "un talento", de "una oveja perdida". Dio mucha atención a un hombre que, aparte de ser un odiado cobrador de impuestos romanos, "era pequeño de estatura". Jesús no enseña que lo más grande es lo mejor. Nunca se sintió orgulloso de los grandes números que le seguían; al contrario, al ver la multitud comenzaba a enfatizar lo espiritual en lugar de lo material, y les habló de la necesidad de calcular gastos para ser su discípulo.
En conclusión, es muy cierto que el principio de la obra de Cristo era pequeño. Pero Hechos 2:41 habla de la conversión de tres mil personas; Hechos 4:4 dice que "el número de los varones era como cinco mil"; y luego Hechos 6:7 dice, "Y crecía la palabra del Señor, y el número de los discípulos se multiplicaba grandemente".
Hechos describe el crecimiento. Hechos 1:8, Jesús dice que sus apóstoles serían testigos en Jerusalén, en Judea, en Samaria y hasta lo último de la tierra. Es muy interesante seguir la historia del crecimiento del reino como Lucas la registra a través de este libro.
La puerta estrecha (Mat. 7:13, 14; 21-23)
13:22 Pasaba Jesús por ciudades y aldeas, enseñando, y encaminándose a Jerusalén. –No iba directamente hacia Jerusalén para llegar pronto, pero aunque enseñaba en muchos pueblos, El iba hacia Jerusalén y la cruz, su destino final aquí en la tierra.
13:23 Y alguien le dijo: Señor, ¿son pocos los que se salvan? – El que le hizo esta pregunta tal vez pensaba, “¿Serán salvos todos los judíos y solamente los judíos?”
-- Y él les dijo: 24 Esforzaos a entrar por la puerta angosta; -- No dice “entrar por la puerta automática”, sino por “la puerta angosta”. En lugar de preocuparse por cuántos serán salvos, nos conviene estar seguros que seremos salvos nosotros mismos. Luc. 9:23-26 explica porque la puerta es angosta, como también Sant. 1:22.
El Señor nos ofrece una puerta angosta y hay tiempo limitado para entrar por ella para ser salvos. Al pasar por ella uno “cierra la puerta” a la vida pasada y entra en una vida bendecida y dichosa con la esperanza de heredar la vida eterna.
Esta palabra indica dificultad. Enseña que es difícil ser discípulo de Cristo. Es imposible dar otro sentido a este término. Su significado es obvio. No es fácil obedecer tales textos como Mat. 5:22-24; 5:28; 5:33-37; 5:38-48. Pregunte al joven rico si el camino es angosto o ancho. ¿Quién puede leer Mat. 10:34-37 y concluir que es fácil ser discípulo de Cristo? Pregunte a los apóstoles si era fácil "dejar todo" y seguir a Jesús.
Por eso, la puerta angosta excluye a muchos. No admite a los desobedientes. No admite a los que meramente “profesan” obedecerle (6:46; Mat. 7:21). No admite a los que no nacen otra vez (Jn. 3:5). La enseñanza de Jesús, comenzando con el Sermón del Monte, se compara con una puerta estrecha y un camino angosto. Isaías (35:8) profetizó diciendo, "Y habrá allí calzada y camino, y será llamado Camino de Santidad". Lucas se refiere a este camino en Hechos 9:2; 18:26; 19:9, 23; 22:4; 24:14, 22.
"Esforzaos a entrar". "agonizomai, luchar (castellano, agonizar)". Se traduce "luchar" en 1 Cor. 9:25, "todo aquel que lucha, de todo se abstiene"; "luchar como en una competición, forzando todos y cada uno de los nervios para alcanzar el objetivo, Lc 13:24; dar el todo en el esfuerzo, involucrando penalidades, Col. 1:29". Se traduce "pelear" en 1 Tim. 6:12, "Pelea la buena batalla de la fe, echa mano de la vida eterna". También en 2 Tim. 4:7, "he peleado la buena batalla". Vemos, pues, que el Nuevo Testamento emplea términos relacionados con las carreras y aun con la guerra para enfatizar lo serio y lo intenso del conflicto contra Satanás y, por lo tanto, lo difícil de ser incluido entre los pocos que se salvan. ¿Cuántas personas quieren esforzarse tanto, como para correr una carrera, o aun para pelear como soldados en una guerra? 1 Cor. 9:27, "golpeo mi cuerpo, y lo pongo en servidumbre". Pablo emplea términos del boxeo para indicar lo intenso de la lucha para ser salvos. Es lucha entre la carne y el Espíritu (Rom. 8:6, 7; Gál. 5:17). 1 Ped. 4:18, "Si el justo con dificultad se salva, ¿en dónde aparecerá el impío y el pecador?" La Biblia dice claramente que con dificultad el justo se salva. No dice que es "fácil" ser cristiano. Es camino angosto. Requiere el emplear todas las fuerzas.
Una pregunta interesante: Si la Biblia enseña que una vez salvos no podemos caer de la gracia, ¿por qué esforzarnos?
¿Por qué, pues, dice Cristo (Mat. 11:30) que "mi yugo es fácil, y ligera mi carga"? Y ¿por qué dice Juan que "sus mandamientos no son gravosos"? (1 Jn. 5:3). En primer lugar, obsérvese que Cristo habla de su yugo, como también de su carga. Su "yugo" se refiere a su autoridad; debemos someternos completamente a ella. Su "carga" son sus mandamientos, los cuales no son gravosos, pero El requiere una justicia mayor que la de los escribas y fariseos (Mat. 5:20; 23:4). El requiere servicio que procede del corazón puro, y no solamente los actos externos. Pero su servicio es agradable. El es Maestro exigente, pero también bondadoso. No es abusivo. No maltrata a sus seguidores. El maestro abusivo es el pecado.
La puerta es estrecha y el camino angosto porque tenemos que cambiar. Mat. 16:24; Luc. 9:23, "Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, y tome su cruz (cada día), y sígame". Es muy difícil someter nuestra voluntad a la voluntad de otro, aun a la voluntad de Dios. Todo el mundo quiere hacer su propia voluntad. Quiere hacer lo que él mismo quiere hacer. El trabajo principal de criar hijos es el de sujetar la voluntad de ellos a la voluntad de sus padres (Efes. 6:1-4). Otro problema grande en el hogar es que la mujer no quiere sujetar su voluntad a la voluntad del marido (Efes. 5:22-24). El significado básico de la palabra "manso" es la sujeción a la voluntad y al control de Dios.
Requiere el arrepentimiento, que significa cambiar. El mandamiento básico predicado por Juan el Bautista (Mat. 3:2) y por Jesús (Mat. 4:17) era el arrepentimiento. Cuando Jesús comenzó a predicar el evangelio del reino (Mat. 4:23), El insistía en que los judíos tenían que cambiar, y les era muy difícil cambiar. Jesús dijo, "si no os arrepentís, todos pereceréis igualmente" (13:3, 5). Dijo a Nicodemo (Juan 3:3, 5) que tenía que nacer otra vez. Es decir, tenía que comenzar su vida otra vez como si fuera un infante, apenas comenzando a vivir.
Cuando Jesús murió y resucitó, entregó el mandamiento a los apóstoles de que "se predicase en su nombre el arrepentimiento y el perdón de pecados" (Luc. 24:47). El libro de Hechos dice que lo hicieron. Obsérvese cómo se predicó el arrepentimiento según Hechos de los Apóstoles: Hech. 2:38; 8:22; 17:30. Tanto judíos como gentiles tenían que cambiar. Tenían que dejar el judaísmo, el paganismo, la filosofía humana, la superstición, y toda forma de sabiduría humana. Para el judío el evangelio era tropezadero, y para el griego era locura porque chocaba con sus ideas humanas.
Obsérvese cómo las cartas del Nuevo Testamento enseñan el arrepentimiento: Rom. 2:4; 2 Cor. 7:10; 2 Ped. 3:9; Apoc. 2:5.
¿Cambiar de qué manera? De carácter. Léase Mat. 5:1-10, las bienaventuranzas. Con estas palabras Jesús comenzó el Sermón del Monte. Con estas palabras El explicó a los judíos y explica a nosotros cómo tenemos que cambiar. Hay que haber cambio de corazón (Mat. 5:8, 22, 28, 44; 12:34; 15:19). Tenemos que cambiar, dejando todas las características carnales de la vida pasada para desarrollar un carácter espiritual. Con las bienaventuranzas Jesús introduce el tema que es dominante en todo el Nuevo Testamento de que los verdaderos discípulos de Jesús son aquellos que van transformándose a la imagen de Jesús (Rom. 8:29; 12:1, 2; 2 Cor. 3:18; Gál. 4:19; Efes. 4:23, 24; Col. 3:10; 2 Ped. 1:4, etc.). Este proceso es difícil. Es necesario meditar a diario en las cualidades o características divinas, y esforzarnos para que lleguen a ser las características de nuestras vidas. ¿Cómo es el reino? ¿Cómo son los ciudadanos del reino de Dios? En Mat. 5:1-10 Jesús describe las características de los que pueden entrar en el reino de los cielos: los pobres en espíritu (los que reconocen sus faltas), los que lloran (por sus pecados), los mansos (los que están sujetos al control de Dios), los que tienen hambre y sed de justicia, los misericordiosos, los de limpio corazón, los pacificadores (los que hacen paz con Dios y con los hombres por medio del evangelio de paz), y los que sufren por causa de Cristo. ¿Cuántos quieren poseer estas cualidades? Pocos. ¿Por qué? Porque tienen que humillarse y someterse a la voluntad del Señor para desarrollar este carácter (el de Cristo), y la mayoría no lo quiere hacer.
De religión. La ley de Moisés que era "ayo" (tutor, guardián) para llevar a los judíos a Jesús fue cumplida cuando Jesús murió en la cruz (Col. 2:14). Comenzando el día de Pentecostés (Hech. 2) los judíos deberían dejar la religión antigua (la de la ley de Moisés) y aceptar el evangelio.
Hubo cambio de culto. Hubo cambio de ley (Heb. 7:12). Ya no se enseña el diezmo, y no se usan instrumentos mecánicos de música en el culto.
Vemos en Mat. 5:32; 19:9 que la enseñanza de Jesús es distinta de la ley de Moisés sobre el matrimonio y el divorcio y segundas nupcias. Actualmente hay muchas parejas que están mal en su matrimonio según lo que dice Jesús en estos textos: "cualquiera que repudia a su mujer, salvo por causa de fornicación, y se casa con otra, adultera; y el que se casa con la repudiada, adultera". Es muy difícil disolver tal unión, pero si alguna pareja está cometiendo adulterio por no tener el derecho de unirse en matrimonio, ¡desde luego tiene que dejar de cometer adulterio! Algunos lo hacen, pero la mayoría no quiere cambiar.
Además, los judíos habían inventado muchas tradiciones para aumentar su piedad, pero la religión de ellos era humana y vana y tenían que dejarla. Pero la mayoría no quería hacerlo. Su religión era externa, y no del corazón (Mat. 23:23-28). Jesús les dijo que tenían que cambiar. Tenían que limpiar el corazón y acabar no solamente con el adulterio, el homicidio y el hurto, sino también con los malos pensamientos, la avaricia, la maldad, el engaño, la lascivia, la envidia, la maledicencia, la soberbia y la insensatez (Mar. 7:21-23).
Sin embargo, la mayoría de los judíos no quería cambiar su religión ni su vida personal. Era un pueblo muy orgulloso y estaban satisfechos con su religión y con su forma de vida. Muchos se justificaban a sí mismos (Luc. 16:15; 18:11, 12). Por eso, no querían cambiar; creían que eran muy religiosos, porque en algunas cosas iban aun más allá de lo que ley de Moisés requería. Habían inventado muchas tradiciones (reglamentos humanos) para aumentar su religiosidad (Mat. 15:1-9), pero Jesús les dijo que tal religión era vana.
Otros cambios. Debe haber cambio de actitud, de disposición, de costumbres, y de amistades. Muchas veces se requiere cambio de empleo (o de negocio). Es necesario dejar algunos aspectos de la cultura porque están en conflicto con la enseñanza de Jesús.
Todo aquello que no está de acuerdo con la voluntad de Cristo debe ser "amputado" (Mat. 5:29, 30; 18:8, 9). Es necesario dejarlo para que no nos destruya.
El pensamiento principal de este texto es que es difícil arrepentirse o cambiar. Esta verdad se ve en toda la Biblia, de pasta a pasta. La obra principal de los profetas no era simplemente la de predecir el futuro, sino la de predicar el arrepentimiento y rogar al pueblo a que se volviera a Dios.
Otros aspectos de lo angosto del camino:
La puerta es angosta porque la verdad es angosta. Muchos piensan que cualquier cosa que la gente crea o practique es verdad para ellos, pero la verdad no es subjetiva sino objetiva. Judas 3 habla de “la fe” que fue entregada a nosotros. Es la fe que tiene que ser obedecida, Hech. 6:7.
La puerta es angosta porque requiere el bautismo. Mat. 28:19; Mar. 16:16. Muchos rechazan este mandamiento. Compárese Luc. 7:30. Los "evangélicos" dicen que no es necesario para la salvación. No es un mandamiento popular. Está en conflicto con la voluntad humana y, por eso, se considera muy angosta la predicación que lo requiere.
La puerta es angosta porque hay solamente un cuerpo (una iglesia). Dice Jesús (Mat. 16:18), "edificaré mi iglesia"; dice Pablo (Efes. 1:22, 23) que la iglesia es el cuerpo de Cristo: "la iglesia, la cual es su cuerpo", y dice también que hay un solo cuerpo (Efes. 4:4, "un cuerpo"). Por eso, el camino es angosto, porque no caben en el camino de Cristo las iglesias humanas.
Se requiere la santidad. 2 Cor. 7:1, "perfeccionando la santidad en el temor de Dios". 1 Tes. 4:3, "pues la voluntad de Dios es vuestra santificación". Heb. 12:14, "Seguid la paz con todos, y la santidad, sin la cual nadie verá al Señor". Es otra razón por la cual se dice que el camino es angosto, porque no todo el mundo quiere apartarse del pecado (santificarse).
Se requiere la sujeción al gobierno, Rom. 13:1-8; 1 Ped. 2:13-17. Esta es otra restricción que no es popular.
-- porque os digo que muchos procurarán entrar, y no podrán. 25 Después que el padre de familia (el amo o dueño de la casa; aquí se refiere a Cristo, v. 26) se haya levantado y cerrado la puerta, -- Cuando se hacía fiesta, los convidados tenían que llegar a la hora indicada. Los que llegaban tarde, encontraban la puerta cerrada y no se admitían. Esto se enfatiza en Mat. 25:10. Los preparados son los que aprovechan la invitación y llegan a tiempo. Los que preparaban fiesta y enviaban invitaciones no decían “vengan a la hora que les sean convenientes”. No decían “Aunque lleguen tarde, no hay problema, siempre serán abiertas las puertas”. Los que llegaban tarde despreciaban la fiesta y al que les invitaba.
Cuando Cristo venga (1 Tes. 5:1-3), la puerta será cerrada. Cuando uno muera (Heb. 9:27), la puerta será cerrada. Para los salvos la puerta cerrada significará seguridad eterna.
-- y estando fuera empecéis a llamar (tocar la puerta con mucha persistencia y ansiedad) a la puerta, diciendo: Señor, Señor, ábrenos, él respondiendo os dirá: No sé de dónde sois. – De esto habla Jesús en Mat. 10:32, 33. Al confesar a los suyos dirá, “Estos son míos”. A los que no le confesaron dirá “No os conozco; ni sé de dónde sois. Apartaos de mí, no tengo nada para vosotros”.
Compárese Mat. 7:23; 25:11, 12; 2 Tim. 2:19; conocer significa "aprobar". Los no preparados cierran la puerta en sus propias caras cuando deciden que no vale la pena servir al Señor o no quieren llegar a tiempo. Se acercan al Señor tal vez, pero lo hacen “a medias”, con desidia e indiferencia.
De la misma manera los que llegan tarde al culto de Dios lo desprecian. Creen que no vale la pena esforzarse para llegar a tiempo. Para los tales otras cosas son más importantes.
13: 26 Entonces comenzaréis a decir: Delante de ti hemos comido y bebido, -- ¿Cómo huéspedes, invitados, vecinos? De alguna forma se habían asociado con él, habían comido con él. Es como hubieran dicho, “Pero ¿cómo dices que no nos conoces? Éramos conocidos y amigos.
-- y en nuestras plazas enseñaste. – ¿Quieren ser admitidos simplemente porque habían escuchado sus enseñanzas? Con estas palabras quieren ganar el favor del Señor, pero en realidad se condenan solos porque están admitiendo que habían escuchado su invitación (Mat. 11:28, 29) pero que no la aceptaron. Compárese Mat. 7:22.
13:27 Pero os dirá: Os digo que no sé de dónde sois; apartaos de mí todos vosotros, hacedores de maldad. (Sal. 6:8). – Mat. 7:23. Eran “hacedores” de maldad. La maldad era su empleo. Se ocupaban en eso.
13:28 Allí será el llanto (el lloro inconsolable e interminable) y el crujir de dientes, -- Mat. 22:13; 25:30, la expresión más gráfica del espantoso sufrimiento, remordimiento y miseria que no se pueden describir. ¿Por qué no se cree esto? ¿Por qué los hombres no temen el infierno? ¿Por qué no es más fuerte nuestra fe en esta enseñanza? Jesús habla de personas en agonía insoportable, retorciéndose en dolor y miseria, gritando, crujiendo los dientes, pidiendo misericordia. Rom. 2:8, “tribulación y angustia para toda alma humana que hace lo malo”. Jesús vino a la tierra y murió en la cruz para evitar que el hombre fuera al tormento eterno.
Gran parte del mundo religioso ya no cree en el castigo eterno, y si lo cree, su convicción es muy débil y no lo predica. Muchos de los que profesan creer la Biblia no creen en el infierno. No solamente los materialistas (testigos, adventistas, mormones) sino también los muchos modernistas que ocupan los púlpitos de iglesias que en años pasados sí lo predicaban. Últimamente varios predicadores de la iglesia de Cristo (por ejemplo, Edward Fudge, Homer Hailey) han publicado estudios negando que el infierno sea lugar de eterno sufrimiento de los perdidos.
La falta de enseñanza sobre este tema es una de las causas principales de la decadencia moral en este país.
Hay enfermedades y accidentes que pueden producir dolor fuerte. Casi todos conocen algo del tormento de un agudo dolor de muelas. La migraña (jaqueca) es un tormento insoportable. Muchos sufren por años por causa del cáncer. ¿Cuál es el sufrimiento más agudo que usted conoce o que ha observado?
Desde luego, aquí en este mundo, gracias a Dios, tenemos fuertes remedios para tales dolores. Hay anestesias que nos permiten aguantar la intervención quirúrgica aunque ésta dure por horas. Pero no habrá anestesia, ni morfina, ni siquiera una aspirina para aliviar el dolor y tormento en el infierno. Lo “insoportable” será soportado, no solamente por una hora o por un año, ni siquiera por solamente cien años, sino para siempre. Algunos ahora viven noventa o cien años. Imagínese cómo sería si tuvieran que sufrir intensamente toda su vida, sin ningún remedio para su dolor. ¿No habría aun aquí en la tierra mucho del “llanto y el crujir de dientes”?
Los hombres son capaces de inventar medios horribles de suplicio (tortura), por ejemplo para castigar o sacar información de los presos de guerra. Por ejemplo, el instrumento de tortura llamada el potro en el que se amarra el cuerpo y se estiran el brazo o la pierna de su coyuntura. También se usa el toque eléctrico y, desde luego, los golpes duros. Pero el medio más temido es la quemadura, porque no hay nada que pueda producir un vivo dolor físico más intenso que la aplicación del fuego al cuerpo. Cuando los hombres más crueles emplean las torturas más horribles para afligir a sus víctimas y por fin les aplican fuego, esto siempre produce aun más agonía. El fuego es, simplemente, el símbolo más terrible del sufrimiento que la mente humana sabe. De hecho, es imposible imaginar algo más severo y más horrible que el ser quemado con fuego.
Por lo tanto, con toda razón Jesús explica repetidas veces que “allí será el llanto y el crujir de dientes” porque en texto tras texto Jesús dice “fuego… fuego… fuego… fuego” (Mat. 5:22; 13:42, 50; 18:8, 9; 25:41; Mar. 9:43, 48; Luc. 3:17). El rico dijo (Luc. 16:24), “estoy atormentado en esta llama”. 2 Tes. 1:7, Jesús viene “en llama de fuego, 8 dando retribución a los que no conocen a Dios, y a los que no obedecen al evangelio de nuestro Señor Jesucristo”.
La imaginación humana ejercida al máximo no podría producir un cuadro de la agonía y desolación más horrible que este que Jesús menciona a través de su ministerio. Es un cuadro tan desagradable que casi nadie se atreve a meditar sobre ello. En realidad, aun entre los que profesan ser cristianos, hay un infinitésimo número de personas que muestran en su vida que en verdad creen esta doctrina del sufrimiento que provoca el lloro y el crujir de dientes en tinieblas, sin esperanza del reposo o del alivio. En cuanto a la más horrible tortura física, la víctima puede esperar que pronto sea inconsciente o muerto, pero en el infierno nunca habrá reposo. Apoc. 14:11, “el humo de su tormento asciende por los siglos de los siglos; y no tienen reposo, ni de día ni de noche”. ¿Qué sabemos de un sufrimiento o tormento interminables? Jesús y Pablo hablan del dolor del parto. ¿Qué mujer podría imaginar el sufrir así toda la vida, y aun eternamente?
Si de todo corazón creyéramos esta doctrina, no habría problema alguno con respecto a crucificar la carne, llevar una vida santificada, buscar primeramente el reino de Dios y su justicia y trabajar fervientemente para salvar almas. ¿Quién no haría grandes sacrificios para rescatar a una persona del sufrimiento causado por un incendio? En Nueva York cuando los terroristas destruyeron las torres gemelas (el 11 de septiembre de 2001), muchísimos bomberos y otros dieron sus vidas para tratar de rescatar al pueblo de esa conflagración. Pero ¿cuántos miembros de la iglesia de Cristo se esfuerzan para tratar de rescatar al pueblo del incendio eterno que les espera si no obedecen al evangelio? 2 Tes. 1:7-9. Aquí está la evidencia o la falta de evidencia de que somos en verdad “fervientes en espíritu sirviendo al Señor” (Rom. 12:11).
Y si no estamos preocupados por los perdidos, ¿los amamos? Y si no los amamos, ¿no estamos en peligro de tener que enfrentar la misma condenación nosotros mismos? Es obvio, pues, que nuestra fe en esta doctrina es muy débil. Si nos preguntan, decimos que sí la creemos, pero ¿de todo corazón? Compárese nuestra actitud hacia los otros peligros. Si creemos de todo corazón que hay vidas que peligran por causa de un ciclón o un incendio o una víbora, etc. ¿no hacemos todo lo posible por advertirles? Entonces, ¡cuánto más debemos advertir a las multitudes que están en marcha hacia el sufrimiento indecible, indescriptible que Jesús llama “el lloro y el crujir de dientes”!
En realidad casi todos haríamos algo para ayudar a otros para proteger este cuerpo físico, pero en el día final, todos tendrán cuerpos incorruptibles, y en ese cuerpo incorruptible los perdidos van a sufrir las agonías del infierno. Se requiere mucha fe para evitar tal fin y lo más importante es que los verdaderos cristianos tengan una fe fuerte, no fingida y no superficial, sino una fe activa, obediente y fervientemente trabajadora, en lo que Jesús dice. Cometen suicidio espiritual todos aquellos que rechacen esta doctrina (testigos, adventistas, mormones, y hasta algunos miembros de la iglesia de Cristo) y también los miembros de la iglesia de Cristo que no muestran por sus obras su fe en esta doctrina.
-- cuando veáis a Abraham, a Isaac, a Jacob y a todos los profetas en el reino de Dios, y vosotros estéis excluidos (echados fuera, LBLA). 29 Porque vendrán del oriente y del occidente, del norte y del sur, (gentiles de todas las naciones, Isa. 49:6; Efes. 2:17) y se sentarán a la mesa en el reino de Dios. --Mat. 8:11-12. Se refiere a la conversión de los gentiles. Para los judíos el esperado gozo en el reino mesiánico sería como fiesta con los patriarcas, pero la mayoría de ellos no aceptaron el mensaje de los profetas acerca de Cristo, ni tampoco de que los gentiles iban a participar en esa fiesta. El primer converso entre los gentiles fue otro centurión (Cornelio, Hech. 10). Pablo fue escogido para ser apóstol de los gentiles (embajador de Cristo entre ellos).
“Día triste viene” para los hijos o herederos del reino (los que deberían haber pertenecido al reino de Cristo pero no lo hicieron). Cristo vino al mundo para buscar a las ovejas perdidas de la casa de Israel (Mat. 15:24). Su ministerio se dedicaba a ellos. El evangelio fue predicado primeramente a ellos (Hech. 1:8; Rom. 1:16), pero lamentablemente la mayoría de los judíos no aprovecharon esta gran bendición y serán “echados fuera”. En lugar de disfrutar la fiesta con los patriarcas estarán en las tinieblas de afuera, muy decepcionados, llenos de remordimiento y furia.
Sin embargo, los judíos no son los únicos que deberían pertenecer al reino. Los que han oído al evangelio deberían pertenecer al reino, pero si siguen posponiendo y descuidando su obediencia, serán echados a las tinieblas de afuera junto con los judíos desobedientes.
También los que han sido criados en hogares de cristianos y saben perfectamente lo que deben hacer pero no obedecen si no obedecen serán echados a las tinieblas de afuera. Dios no tiene nietos; los hijos de los miembros no “heredan” la religión.
¡Y cuántos millares de gentes que tienen Biblias serán echados fuera en aquel día! El simple hecho de tener una Biblia no les da el derecho de sentarse con Abraham, Isaac y Jaco en el reino de Dios. Muchos de los que están “cerca del reino” nunca entran en el reino.
13:30 Y he aquí, hay postreros que serán primeros, y primeros que serán postreros (Mat. 19:30; 20:16). – Los judíos habían de ser los primeros. El ministerio de Jesús era para ellos. Los apóstoles habían de predicar primeramente a los judíos y lo hicieron (en cada pueblo siempre llegaron primero a la sinagoga). Pero los “primeros” que no obedecen al evangelio serán “postreros”.
Es fácil suponer que los hermanos más reconocidos, más prominentes (p. ej., apóstoles, profetas, ancianos, evangelistas) serán los primeros, pero ante los ojos de Dios los más humildes y los más serviciales, sean personas prominentes o no, son los más grandes. Recordemos los ejemplos de la pobre viuda (Mar. 12:41-44), de María (Jn. 12:3), de Dorcas (Hech. 9:36, 39), de Febe (Rom. 16:1), de Aquila y Priscila (Rom. 16:3,4), de la casa de Estéfanas (1 Cor. 16:15, 16), y muchos otros “pequeños” que humildemente sirvieron al Señor. Tal vez ante los ojos de algunos sean “postreros”, pero sin duda ante los ojos de Dios serán “primeros”.
Lamento sobre Jerusalén (Mat. 23:37-39)
13:31 Aquel mismo día llegaron unos fariseos, diciéndole: Sal, y vete de aquí, porque Herodes te quiere matar. – Como mató a Juan (9:9). En muchas ocasiones se ve que los fariseos eran enemigos de Jesús, pero en esta ocasión fingen la amistad. Lucas es el único que relata esto y él no explica los motivos de Herodes y los fariseos.
13:32 Y les dijo: Id, y decid a aquella zorra: -- LBLA dice “el zorro”, pero literalmente la palabra es femenina. ¿Qué tenía en mente al llamarle “zorra”? Los de habla griega entendían la palabra “zorra” como todo lo contrario a lo valiente.
-- He aquí, echo fuera demonios y hago curaciones – ¿Qué hacía Jesús en el territorio de Herodes? Ayudaba a sus súbditos, echando fuera demonios y sanando a muchos enfermos.
-- hoy y mañana, -- el tiempo para su ministerio era corto (compárese Jn. 11:9). El punto es que Jesús seguiría llevando a cabo su obra y nadie podría evitarlo. El no obraba según el calendario de Herodes, sino según el calendario de Dios.
-- y al tercer día termino mi obra (cumplo mi propósito, LBLA). – El “tercer día” es el tiempo indicado para terminarlo. El punto es que, a pesar de las amenazas de Herodes, Cristo no tuvo miedo de él, porque estaba seguro que iba a terminar su obra y que no iba a morir en Galilea sino en Jerusalén. Cuando dijo, “consumado es” (Juan 19:30) esto indicó el cumplimento de su propósito.
13:33 Sin embargo, es necesario que hoy y mañana y pasado mañana siga mi camino; porque no es posible que un profeta muera fuera de Jerusalén. – No había peligro de que Herodes lo matara en Galilea porque Jerusalén era el lugar designado en el plan de Dios. Cuando apenas comenzó su ministerio los de Nazaret de Galilea querían matarlo (Luc. 4:29) pero no era posible matarlo “fuera de Jerusalén”. Solamente en la “santa ciudad” podían hacerlo. Allí la “Corte Suprema” (el Sanedrín) lo había de juzgar y sentenciar a morir en la cruz.
Además, tuvo que morir en Jerusalén porque era el Cordero de Dios que quita el pecado del mundo (Heb. 9:11-15; 10:1-10; 13:10-14). El vino al mundo para morir en Jerusalén como nuestra “Pascua” (1 Cor. 5:7).
Aquí otra vez observamos que Jesús estaba resuelto a terminar su obra. Véanse Jn. 9:4; 17:4 y compárese 2 Tim. 4:6-8.
13:34 ¡Jerusalén, Jerusalén, -- Se repite para dar énfasis. Compárense 1 Reyes 13:7, “altar, altar”; Luc. 10:41, “Marta, Marta”; Luc. 22:31, “Simón, Simón”;
-- que matas a los profetas, y apedreas a los que te son enviados!—
-- ¡Cuántas veces quise juntar a tus hijos, como la gallina a sus polluelos debajo de sus alas, (Deut. 32:11; Rut 2:12; Sal. 17:8; 36:7; 57:1; 91:4),– ¿Quién no ha visto gallinas recogiendo a sus polluelos debajo de sus alas para protegerlos de algún peligro? Con estas palabras de ternura y compasión habla de la ciudad que gritaría “¡Crucifíquele! ¡Crucifíquele!”.
-- y no quisiste! Este es el obstáculo principal; Jesús ofrece la salvación a todos, pero la mayoría simplemente no la quiere. Hech. 13:46; Juan 5:40, “y no queréis venir a mí para que tengáis vida”.
13:35 He aquí, vuestra casa os es dejada desierta; – Dentro de unos cuantos años los romanos llegarían para poner sitio a Jerusalén para destruirla junto con su templo. Quedaría desolada. Compárense 1 Reyes 9:7, 8; Jer. 12:7; 22:5; 26:6; Ezeq. 10:18, 19; 11:22). Muy pronto Dios iba a abandonar no solamente el templo, sino también la ciudad misma. Luc. 19:41, “Cuando llegó cerca de la ciudad, al verla, lloró sobre ella”.
-- y os digo que no me veréis, hasta que llegue el tiempo en que digáis: Bendito el que viene en nombre del Señor. – “El que viene en el nombre del Señor” es el Mesías. Los únicos que dicen esto son los que creen en El y obedecen al evangelio. Estos “ven” a Cristo (Jn. 3, “3 Respondió Jesús y le dijo: De cierto, de cierto te digo, que el que no naciere de nuevo, no puede ver el reino de Dios”). Desde luego, todos los que obedecen a Cristo deben amar su segunda venida. 2 Tim. 4:8. Todos estos (judíos y gentiles) dirán, “Bendito el que viene en el nombre del Señor”.
La Biblia no explica este texto. Si el “ver” es literal, será hasta el fin del mundo. Si es figurado sería la conversión de algunos de los judíos comenzando el día de Pentecostés, pero no puede significar lo que enseñan los milenarios (premilennialistas). Estos son los que enseñan que cuando Cristo venga la segunda vez, establecerá su trono literal en Jerusalén para reinar sobre la tierra por 1000 años. Por ejemplo, dicen los comentaristas B-S, “Con esta expresión solemne y dolorosa, el Mesías Salvador se despide de su pueblo, hasta el momento de su segundo advenimiento, en que será recibido con gozo con esa aclamación que resonó a su alrededor cuando entró en Jerusalén (21:9; Sal. 118:26) y que resonará nuevamente cuando el pueblo de Israel convertido salude al Salvador que vuelve en la gloria (Rom. 11:25 y sig).” Dicen los comentaristas JFB, “Cuando aquellas ‘Hosannas al Hijo de David’ con que las multitudes le dieron la bienvenida en la ciudad, en vez de causar indignación a los escribas y fariseo (cap. 21:15), saldrán de las bocas de toda la nación, como alegre aclamación a su Mesías una vez traspasado, pero finalmente reconocido. Que tal ocasión vendrá es evidente por lo que dicen Zacarías 12:10; Romanos 11:26… etc.” Y así dicen muchos comentaristas evangélicos, pero Jesús no habla de la regeneración de la ciudad, sino de su destrucción.
Estos enseñan que al decir esto (23:39) Jesús se refiere a la conversión nacional de los judíos poco antes de su segunda venida y que éstos le darían la bienvenida cuando llegara, pero no hay nada en este contexto ni en ningún otro que enseñe tal cosa. El texto predilecto de ellos para “probar” esta teoría es Rom. 11:26, “y luego todo Israel será salvo, como está escrito: Vendrá de Sion el Libertador, Que apartará de Jacob la impiedad”, pero la palabra luego debe ser traducida (como dice la Versión Moderna) “y de esta manera”, o simplemente “así” (Versión Hispano-americana y LBLA). ¿De qué manera? V. 23, “Y aun ellos, si no permanecieren en incredulidad, serán injertados, pues poderoso es Dios para volverlos a injertar. 24 Porque si tú fuiste cortado del que por naturaleza es olivo silvestre, y contra naturaleza fuiste injertado en el buen olivo, ¿cuánto más éstos, que son las ramas naturales, serán injertados en su propio olivo?” Pablo explica claramente que los obedientes (sean gentiles o judíos) son injertados y que los desobedientes son cortados. De esa manera, pues, es decir, los que abandonaban su incredulidad y obedecían al evangelio de Cristo serían salvos.
Los milenarios, enfatizando la palabra todo, enseñan que toda la nación de Israel será salva, pero el Nuevo Testamento enseña claramente que la salvación no es asunto nacional sino individual. El evangelio requiere que cada persona obedezca al evangelio. El énfasis, pues, no está en la palabra todo sino en la palabra así, o sea, cómo la salvación se obtiene. La salvación se obtiene de acuerdo a los requisitos del pacto (v. 27, “Y este es mi pacto con ellos, cuando yo quite sus pecados”. Véanse Jer. 31:31-34; Heb. 8:6-13). El punto es que Dios no hace acepción de personas y, por eso, los requisitos nombrados para la salvación de los gentiles son los requisitos para la salvación de los judíos. Además, los dos reciben las mismas bendiciones. No hay “salvación nacional” ni para gentiles ni para judíos.
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