LUCAS 14

 

Jesús sana a un hidrópico en día de reposo

      14:1  Aconteció un día de reposo, que habiendo entrado para comer en casa de un gobernante (uno de los principales de los fariseos, LBLA; margen, i.e., miembro del Sanedrín (?)), que era fariseo, LBLA) – “Notemos que Jesús nunca rechazó la hospitalidad de nadie. Hasta el fin mantuvo su esperanza en los hombres. Esperar cambiarlos…, puede que fuera la empresa más desesperada de todas, pero nunca dejaba pasar una oportunidad. Ni siquiera rechazaba la invitación de un enemigo. Está claro como la luz del día que nunca lograremos hacer amigos a nuestros enemigos si nos negamos a encontrarnos y hablar con ellos" (WB). Véanse 7:36, “uno de los fariseos le pedía que comiera con él; y entrando en la casa del fariseo, se sentó a la mesa”; 11, “37  Luego que hubo hablado, le rogó un fariseo que comiese con él; y entrando Jesús en la casa, se sentó a la mesa”).

      -- éstos le acechaban (estaban observando cuidadosamente), -- “Acechaban atentamente… estaban vigilando por sí mismos a un lado (disimuladamente), observando insidiosamente, con mala intención, como en Mr. 3:2” (ATR).

      14:2  Y he aquí estaba delante de él un hombre hidrópico. – “uno que tiene agua por dentro”.  “El pobre hombre estaba afligido por la hidropesía. Esta acumulación anormal de líquido no solamente es grave por sí sola, sino que además es una señal de una enfermedad de los riñones, el hígado, la sangre y/o el corazón”. 

      14:3  Entonces Jesús habló (dirigiéndose, LBLA; margen, Lit. respondiendo) a los intérpretes de la ley y a los fariseos, diciendo: ¿Es lícito sanar en el día de reposo? – Es decir, ¿lo prohíbe la ley de Moisés?

      Que sepamos en esta ocasión estos judíos no habían dicho nada acerca de sanar en el día de reposo, pero Jesús dio respuesta a sus pensamientos, pues siempre le acechaban para ver si sanaría en ese día. Luc. 6:6-11 presenta caso semejante. El v. 8 dice, “Mas él conocía los pensamientos de ellos” (Jn. 2:24, 25). De esta manera Cristo probó que era Dios (Deidad), porque solamente Dios conoce los pensamientos del hombre.

      14:4  Mas ellos callaron (guardaron silencio, LBLA). – Ellos bien sabían que el sanar en el día de reposo no era prohibido por la ley de Moisés.

      En cuanto a la tradición de los ancianos, enseñaban que se podía sanar solamente si la persona estuviera en peligro de morir. Sin embargo, no podían contestar los argumentos de Jesús sobre el asunto en otras ocasiones (6:6-11; 13:10-17), y ahora El presenta otro argumento semejante que no se atreven a contestar.

      Callaron porque si le hubieran contestado afirmativamente, habrían violado sus tradiciones, pero si le hubieran contestado negativamente habrían negado la misericordia. Su silencio indicó que ellos reconocieron su dilema.

      -- Y él, tomándole, le sanó, y le despidió. – Obviamente este hombre no era huésped, sino solamente uno de los que presenciaban tales fiestas (compárese 7:37).

      14:5  Y dirigiéndose a ellos, dijo: ¿Quién de vosotros, si su asno (un hijo, LBLA; las dos palabras griegas son semejantes; algunos manuscritos dicen “asno”, otros dicen “hijo”, pero poco antes El había hecho argumento semejante, diciendo “su buey o su asno” (Luc. 13:15) o su buey cae en algún pozo, no lo sacará inmediatamente, aunque sea en día de reposo? {Mt. 12. 11.} – Los judíos tenían multiplicidad de reglas sobre la guarda del sábado, pero no prohibían que el animal se sacara del pozo en ese día. Lo harían inmediatamente, “sin esperar hasta terminar el día de reposo” (GH). No querían admitir que era más importante sacar su asno o su buey del pozo que ayudar a este hombre desdichado que había caído en el “pozo” de una horrible enfermedad, pero en realidad esto es precisamente lo que pensaban, pues para ellos obviamente el animal valía más que tales hombres.

      En esto Jesús nos deja el ejemplo de poner a los falsos maestros a la defensiva. Aunque, como dice 1 Ped. 3:15, debemos estar “siempre preparados para presentar defensa con mansedumbre y reverencia ante todo el que os demande razón de la esperanza que hay en” nosotros, no es nada apropiado que los que predican la verdad estén mucho a la defensiva; más bien la batalla se debe llevar a los que enseñan error.

      14:6  Y no le podían replicar a estas cosas. – No le podían contestar porque bien sabían que El tenía razón. “No hay ejemplo en el Nuevo Testamento de una ocasión en la que los fariseos fueran capaces de contestar a Jesús en un debate abierto” (JBC, p. 279).  

Lección sobre la humildad

14:7  Observando cómo escogían los primeros asientos (divanes) a la mesa, -- Luc. 20, “46  Guardaos de los escribas, que gustan de andar con ropas largas, y aman las salutaciones en las plazas, y las primeras sillas en las sinagogas, y los primeros asientos en las cenas”. “En un diván para tres comensales, el principal puesto era el central. En los banquetes actuales, generalmente se ponen los nombres de los invitados en sus puestos. Entonces, como ahora, el puesto de honor era a la derecha del anfitrión”, (ATR).

      -- refirió a los convidados una parábola, diciéndoles:  8  Cuando fueres convidado por alguno a bodas, no te sientes en el primer lugar, -- Sin lugar a dudas muchos de los buenos modales de la actualidad se basan en principios bíblicos. En este texto Jesús no solamente enseña la cortesía, sino sobre todo enseña la humildad. El hombre humilde, aunque sea analfabeto, tiene buenos modales.

      -- no sea que otro más distinguido que tú (para los fariseos no existía “otro más distinguido”) esté convidado por él,  9  y viniendo el que te convidó a ti y a él, te diga: Da lugar a éste; y entonces comiences (con desgana y disgusto, poco dispuesto) con vergüenza a ocupar el último lugar. – Aun el sentido común nos dice que se debe evitar la conducta egoísta y grosera porque sólo trae vergüenza para el culpable. Sin embargo, recuérdese que la enseñanza básica en este texto, como en muchos otros, es la necesidad de la humildad (v. 11). Este pobre hombre avergonzado tendría que ocupar “el último lugar” porque los demás ya estarían ocupados.

      14:10  Pero cuando fueres convidado, ve y siéntate en el último lugar, para que cuando venga el que te convidó, te diga: Amigo, sube más arriba; entonces tendrás gloria delante de los que se sientan contigo a la mesa. – “Si querían ser honrados … la manera de lograrlo no era competir por los lugares más altos y correr el riesgo de ser enviado al lugar más bajo, sino que quietamente tomar el lugar más bajo para ser conducido al lugar más alto … al hacerlo como ellos lo hacían siempre corrían el riesgo de ser avergonzados” (RCHL).

      Prov. 25, “6  No te alabes delante del rey,  Ni estés en el lugar de los grandes;  7  Porque mejor es que se te diga: Sube acá,  Y no que seas humillado delante del príncipe  A quien han mirado tus ojos”. “Las palabras usadas aquí por nuestro Señor enseñan cómo evitar la vergüenza terrenal y cómo obtener el honor mundano, pero componen una parábola la cual tiene el propósito de enseñar la gran verdad espiritual que la humildad verdadera guía a la exaltación” (JWM).

      “La pasión dominante de ellos era ser estimados como grandes y buenos sin preocuparse en lo más mínimo por ser en verdad grandes y buenos” (JSL).

      14:11  Porque cualquiera que se enaltece, será humillado; y el que se humilla, será enaltecido. – La enseñanza sobre la humildad es una de las más prominentes de la Biblia:  Job 22:29; Sal. 10:17; Prov. 26:12; 29:23; Isa. 57:15; Mat. 18:4; 20:25-28; Mat. 23:6-12 (muchos hombres orgullosos han desobedecido esta enseñanza y han caído en la trampa del diablo, llamándose “Padre”, “Reverendo”, “Doctor”, “Pastor”, y otros títulos, pensando que pueden legislar y ejercer la autoridad sobre otros); Lucas 18:14; 22:27; Juan 13:5, 12-16; 1 Cor. 15:9, 10; Gál. 2:20; 6:14; Fil. 2:3-9; 1 Tim. 1:15; Sant. 4:6 (Prov. 3:34); 1 Ped. 5:5.

      ¿Cómo ser humildes? Siempre seremos humildes si nos comparamos con Cristo, o aun comparándonos con los apóstoles y otros santos.

      14:12  Dijo también al que le había convidado: Cuando hagas comida o cena, no llames a tus amigos, ni a tus hermanos, ni a tus parientes, ni a vecinos ricos; no sea que ellos a su vez te vuelvan a convidar, y seas recompensado.  – La práctica común es que los amigos invitan a los amigos, los hermanos invitan a los hermanos, los parientes invitan a los parientes, los ricos invitan a los ricos, los educados invitan a los educados, etc.

      “y el presente de imperativo, activo, prohibiendo el hábito de invitar sólo a los amigos. Es la invitación exclusivamente a tales huéspedes lo que condena Jesús”, ATR. Compárese Juan 6, “27  Trabajad, no por la comida que perece, sino por la comida que a vida eterna permanece”. Obviamente Jesús no prohíbe el trabajar por la comida que perece, pero no se debe trabajar sola o exclusivamente por ella. Jesús no está prohibiendo la comida social entre amigos, parientes y hermanos, sino que está enfatizando la humildad, la abnegación de sí y la verdadera hospitalidad.

      Los textos bíblicos que enseñan la hospitalidad enfatizan esto, pues los cristianos deberían atender a sus hermanos necesitados, enfermos, hambrientos, extranjeros, etc. (Mat. 25:31-46). Rom. 12, “13  compartiendo para las necesidades de los santos; practicando la hospitalidad”; obsérvese cómo la hospitalidad se relaciona con el compartir para las necesidades de los santos. 1 Ped. 4, “9  Hospedaos los unos a los otros sin murmuraciones”. ¿Por qué agrega “sin murmuraciones”? ¿No hay peligro de que algún hermano murmure porque sabe que no será recompensado por el atendido? Heb. 10, “34… el despojo de vuestros bienes sufristeis con gozo, sabiendo que tenéis en vosotros una mejor y perdurable herencia en los cielos”; tales hermanos que perdieron todo necesitaban ayuda.

      14:13  Mas cuando hagas banquete, llama a los pobres, los mancos, los cojos y los ciegos;  14  y serás bienaventurado (no solamente en el futuro, sino ahora mismo, porque como Jesús dice, “Más bienaventurado es dar que recibir” (Hech. 20:35); porque ellos no te pueden recompensar, pero te será recompensado en la resurrección de los justos. – Puesto que Jesús habla de “la resurrección de los justos”, algunos concluyen que habrá dos resurrecciones, una de los justos y otra de los injustos, pero léase Jn. 5, “28  No os maravilléis de esto; porque vendrá hora cuando todos los que están en los sepulcros oirán su voz;  29  y los que hicieron lo bueno, saldrán a resurrección de vida; mas los que hicieron lo malo, a resurrección de condenación”. Jesús enseña claramente que todos resucitarán en la misma “hora”.

      La ley de Moisés enseñaba la necesidad de ayudar a los necesitados, Deut. 14:29.  Véase Mat. 25:31-46. Dios es el Defensor de los necesitados. Este tema se presenta en muchos textos, tanto en el Antiguo Testamento como en el Nuevo Testamento.

      Todos somos propensos a pensar demasiado en ser recompensado ahora, pero Jesús enseña que debemos ayudar a los que no nos pueden recompensar y que tengamos como meta la recompensa futura.

      Debemos entender que no practicamos la verdadera hospitalidad que el Nuevo Testamento enseña si solamente invitamos a los que nos pueden invitar a nosotros. Al practicar esta clase de “hospitalidad” no depositamos tesoros en el cielo (J. R. Dummelow citado por JBC).

 

Parábola de la gran cena

      14:15  Oyendo esto uno de los que estaban sentados con él a la mesa, le dijo: Bienaventurado el que coma pan en el reino de Dios. – Esta figura indica la comunión con Dios. Sal. 23:5; Mat. 8:11,12; Apoc. 3:20; 19:9. La siguiente parábola tiene que ver con esta comunión con Dios, comparada a “una gran cena”. Compárese Mat. 22:2, “El reino de los cielos es semejante a un rey que hizo fiesta de bodas a su hijo”.

      14:16  Entonces Jesús le dijo: Un hombre hizo una gran cena, y convidó a muchos.  – Los judíos “tenían esta invitación en el… Antiguo Testamento; se puede decir que Dios les envió una invitación escrita” (RCHL).

      Esta parábola es semejante a la de Mateo 22:1-14, pero son dos parábolas diferentes. El reino de Dios se compara con un banquete o una fiesta. Se trata de una dicha grande, de gran gozo. Es muy significativo que Jesús haya pensado en Su reino (iglesia) y Su servicio como una fiesta, una celebración. Esto indica que el reino de Dios ofrece lo más alegre que la raza humana puede conocer.

      Sin embargo, lamentablemente la mayoría de los hombres no lo ven así. Cuando son invitados al parque, al cine, al juego de pelota, o a una fiesta literal, con alegría aceptan. Son ocasiones festivas, gozosas, pero la invitación al banquete de Dios es rechazada. Muy pocos son como el salmista que dijo, “Yo me alegré con los que me decían:  A la casa de Jehová iremos” (Sal. 122:1).  Busque en su concordancia los textos en los salmos que hablan de alegrarnos en Jehová y en su ley. ¿Qué dijo el ángel a los pastores cuando Jesús nació? Luc. 2, “10  Pero el ángel les dijo: No temáis; porque he aquí os doy nuevas de gran gozo”.

      ¿Por qué no entiende el mundo que el reino de Cristo es un banquete, una gran fiesta o cena? ¿Tendremos la culpa, por lo menos en parte, los que predicamos el evangelio? ¿Lo predicamos como buenas nuevas o simplemente como puros mandamientos, una gran obligación? Es necesario predicar todo el consejo de Dios, incluyendo todos los mandamientos que son para nosotros, y sobre la disciplina y lo demás, pero al predicar estos temas necesarios ¿perdemos de vista que sobre todo el evangelio significa buenas nuevas y que el reino es un gran banquete?

      14:17  Y a la hora de la cena envió a su siervo a decir a los convidados: Venid, que ya todo está preparado. – Había dos invitaciones. Obviamente “los convidados” eran los que habían aceptado la invitación cuando primero se les ofreció. Esta primera invitación no especificó el tiempo exacto de la cena. Entonces la segunda invitación fue dada cuando ya todo estaba listo.

      Gál. 4, “4  Pero cuando vino el cumplimiento del tiempo, Dios envió a su Hijo”. Entonces Cristo y sus apóstoles dijeron a los “convidados”, “Venid, que ya todo está preparado”. 2 Cor. 6, “2  Porque dice: En tiempo aceptable te he oído,  Y en día de salvación te he socorrido. He aquí ahora el tiempo aceptable; he aquí ahora el día de salvación”. Véanse Mat. 11:28-30; 23:37; Luc. 4:19.

      14:18  Y todos a una (la mayoría de los judíos rechazaron la invitación de Jesús) comenzaron a excusarse. – Para ellos otras cosas eran más importantes que la gran cena. Recuérdese la amonestación de Heb. 12, “25  Mirad que no desechéis al que habla. Porque si no escaparon aquellos que desecharon al que los amonestaba en la tierra (Ex. 20:19) mucho menos nosotros, si desecháremos al que amonesta desde los cielos”.

      -- El primero dijo: He comprado una hacienda, y necesito ir a verla (como si la hacienda no estaría el día siguiente); te ruego que me excuses. – Los que fueron invitados originalmente aceptaron, puesto que la segunda invitación fue dada a ellos. Estaban comprometidos y deberían asistir a la cena; al no hacerlo no sólo mostraron falta de cortesía, sino que fue en extremo insultante.

      Además, es difícil interpretar estas excusas porque parecen no solamente superficiales y triviales, y hasta absurdas, pero fueron las mejores excusas que podían ofrecer, y lo que los hombres dicen ahora para excusarse no es más razonable que estas. El punto principal en esta excusa es que “la hacienda” es mejor que la “gran cena”. Así piensan muchos hombres. Para ellos la hacienda, la tierra que compran, es mejor que el reino de Dios, mejor que la iglesia. Es más importante que la salvación del alma.

      El compró tierra. Es de gran valor. Se trata de “bienes raíces” que tienen valor duradero. Teniendo esto hay confianza, seguridad. Los que piensan así no aceptan lo que Jesús dice (Luc. 12:15).

      El hombre dice, “necesito ir a verla”. Para él fue una necesidad, algo imperativo. No podría verla el día siguiente. Como las personas que no pueden esperar hasta el lunes para “ver” su “tierra”; tiene que ir el domingo en lugar de adorar a Dios. La tierra podría volar o ser robada. Por eso, “tengo que ir ahora, de una vez, es necesario. Es urgente”. No hay otra cosa más importante.

      Es como si dijesen, “No niego que es importante salvar el alma, pero no tengo tiempo ahora. Tal vez después. A no ser por esta ‘necesidad’ de seguro me iría, pero los asuntos del mundo son tan importantes que no es posible apartar tiempo para el alma. No hay tiempo para estudiar la Biblia, orar, asistir a las reuniones de la iglesia y obrar por el Señor”. El Señor dice, “Buscad primeramente el reino de Dios” (Mat. 6:33), pero éstos responden, “es imposible hacerlo, porque necesito dedicarme completamente a los asuntos de esta vida”.

      Simplemente dicho, no podemos posponer los asuntos de “la hacienda” (la tierra que compré), pero los asuntos del reino sí pueden esperar, pues son de menos importancia. Así son los que son ahogados por los afanes de sus “haciendas”, los asuntos de esta vida y el engaño de las riquezas (Lucas 8:14; Mat. 13:22).

      14:19  Otro dijo: He comprado cinco yuntas de bueyes, y voy a probarlos; te ruego que me excuses. -- La mentalidad de este individuo es que mis bueyes son más importantes que la “gran cena”, y hay millones que piensan igual. Sus bueyes son más importantes que la iglesia. Sus bueyes son más agradables que los hermanos. Prefieren estar con sus bueyes.

      Tiene que probarlos ahora, cuanto antes. Mañana no. Podrían escapar o ser robados. Ya los compré, ya está hecho; por eso, es de suma importancia “probarlos” ahora. En realidad ahora mismo “voy”, ya estoy en camino para hacerlo.

      Esto es otro ejemplo del puro egoísmo. El tal busca su propia satisfacción. Se agrada a sí mismo. Así son todas las excusas. Dicen a Dios, “no sea la voluntad tuya, sino la mía”.

      Es más. Fue posesión nueva. Acabo de comprarlos. Compárese el que dice, “acabo de comprar este vehículo y tengo que hacer un viaje para probarlo. Estaría muy inquieto en los servicios de la iglesia, sólo pensando en mi nuevo automóvil. Desde luego, a no ser por mi nueva posesión de seguro me iría, pero…”

      14:20  Y otro dijo: Acabo de casarme, y por tanto no puedo ir. --  Compárese Deut. 24, “5  Cuando alguno fuere recién casado, no saldrá a la guerra, ni en ninguna cosa se le ocupará; libre estará en su casa por un año, para alegrar a la mujer que tomó”; pero aunque este nuevo marido hubiera querido aplicar esta ley, ¿no hubiera ayudado a “alegrar a la mujer que tomó” la gran cena? ¿No hubiera sido bienvenida ella también?

      Después de las bendiciones relacionadas con la salvación misma, no hay otra bendición más grande que la esposa. Prov. 18:22, “El que halla esposa halla el bien,  Y alcanza la benevolencia de Jehová”. Prov. 12:4, “La mujer virtuosa es corona de su marido”. Sin embargo, el apóstol Pablo dice, 1 Cor. 7, “29  Pero esto digo, hermanos: que el tiempo es corto; resta, pues, que los que tienen esposa sean como si no la tuviesen”; es decir, no dejar que la esposa sea estorbo para su vida espiritual. Tampoco los hijos. ¿Cuántas mujeres dicen que les gustaría ir a los servicios pero que tienen muchos niños y que son muy molestos? Entonces, ¿debe Dios quitar estos estorbos?

      En realidad muchos aman su familia terrenal más que su familia celestial. ¡Cuántas veces hemos escuchado tales excusas! Hay que hacer algo con la familia, o algo por la familia, y no hay tiempo para la iglesia. En el día final, ¿podrá la familia salvarles? Mateo 12:46, “Mientras él aún hablaba a la gente, he aquí su madre y sus hermanos estaban afuera, y le querían hablar.  47  Y le dijo uno: He aquí tu madre y tus hermanos están afuera, y te quieren hablar.  48  Respondiendo él al que le decía esto, dijo: ¿Quién es mi madre, y quiénes son mis hermanos?  49  Y extendiendo su mano hacia sus discípulos, dijo: He aquí mi madre y mis hermanos.  50  Porque todo aquel que hace la voluntad de mi Padre que está en los cielos, ése es mi hermano, y hermana, y madre”.

      La esposa, como también los negocios y posesiones, son bendiciones del Señor. ¿Cómo, pues, dejaremos que las buenas cosas que Dios nos da nos impidan en nuestro servicio a El?

      Mejor que la iglesia. Estas personas y sus excusas bien representan a los que hoy en día rehúsan buscar primeramente el reino de Dios y Su justicia. Creen que “la hacienda” es mejor que la iglesia. Creen que sus “bueyes” son mejor que la iglesia. Creen que su “esposa” es mejor que la iglesia. Por eso dicen, “no puedo”, pero se engañan solos porque Jesús no dice que “no puede”, sino que, “no quisiste” (Luc. 13:34).

      El que hizo la invitación estaba enojado porque los invitados despreciaron su cena. Esto bien representa al Dios de ira, que es “fuego consumidor” (Heb. 12:29).

      14:21  Vuelto el siervo, hizo saber estas cosas a su señor. – El siervo del Señor sólo puede reportar los hechos del caso, sean alentadores o desalentadores. Es lo que hizo Lucas al escribir Hechos de los Apóstoles. Algunos aceptaron el evangelio y muchos otros lo rechazaron. Sin embargo, el apóstol Pablo dice que nuestro trabajo en el Señor nunca es en vano (1 Cor. 15:58).

      --  Entonces enojado el padre de familia, – Los que rehúsan la misericordia de Dios provocan su ira. Compárese Mateo 22:8, “Las bodas a la verdad están preparadas; mas los que fueron convidados no eran dignos”. Véase Hech. 13:46.

      -- dijo a su siervo: Ve pronto (porque la cena está lista; 2 Tim. 4:2, “que prediques la palabra; que instes a tiempo y fuera de tiempo”) por las plazas y las calles de la ciudad, (donde la gente era muy pobre y no tenía casas cómodas) y trae acá a los pobres, los mancos, los cojos y los ciegos. – Es decir, toda clase de gente, y especialmente la gente más desdichada (“los intocables” GH), porque el señor estaba disgustado con los que estaban preocupados con sus propiedades, negocios y familiares. Estos cojos y ciegos no tenían nada de propiedades, negocios y familiares que no pudieran dejar. ¿Diría algún ciego, “He comprado una hacienda, y necesito ir a verla; te ruego que me excuses”? ¿Diría algún cojo, “He comprado cinco yuntas de bueyes, y voy a probarlos; te ruego que me excuses”?

      Véanse Luc. 7:29; Mat. 21:31, 32. Así Jesús y los apóstoles predicaron a los que fueron despreciados y rechazados por los fariseos, de los cuales decían “Mas esta gente que no sabe la ley, maldita es” (Jn. 7:49).

      -- trae acá, porque sería difícil para ellos creer que en realidad fueron invitados.

      14:22  Y dijo el siervo: Señor, se ha hecho como mandaste, y aún hay lugar. – Así es ahora. “La misericordia de Dios no se ha agotado; la sangre de la expiación no ha perdido su eficacia; el cielo no está lleno. Qué mensaje tan triste sería si fuéramos compelidos a salir y decir, ‘Ya no hay lugar – el cielo está lleno – nadie más puede ser salvo. No importan sus oraciones, o lágrimas, o suspiros, no pueden ser salvos. Todo lugar está llenado; todo asiento está ocupado.’ Pero gracias a Dios, este no es el mensaje que debemos llevar” (AB).

      Como había lugar para los publicanos, rameras, el ladrón en la cruz, el perseguidor Saulo de Tarso, el carcelero y los adúlteros, homosexuales, ladrones, avaros, borrachos, maldicientes y estafadores de Corinto que obedecieron al evangelio (1 Cor. 6:10, 11), así también hay lugar para los tales hoy en día. ¡El infierno no está lleno todavía, pero tampoco está lleno el cielo!

      Qué pensamiento más horrible si Jesús o algún apóstol hubieran anunciado, “Ya no hay más lugar. El cielo está lleno. Nadie más puede entrar. No importa cuántos obedezcan, no importa cuántos oren, no importa cuántas lágrimas derramen, ya no hay lugar”. ¡Cómo debemos alegrarnos al oír la proclamación de que “aún hay lugar”! El predicador puede proclamarlo. Los maestros y maestras de clases bíblicas pueden proclamarlo. Los padres pueden proclamarlo a sus hijos. “¡Aún hay lugar!” Gracias a Dios por esto. Todavía hay cupo para toda persona que esté dispuesto a obedecer al evangelio y ser fiel hasta la muerte.

      Los únicos que quedan excluidos son los que se excluyen a sí mismos. El hombre no se puede salvar solo, pero sí se puede condenar solo. Muchos son como Esaú quien “menospreció su primogenitura” (Gén. 25:34). Se roban a sí mismos de los privilegios y bendiciones más grandes y atraen sobre sí mismos la ira de Dios.

      14:23  Dijo el señor al siervo: Ve por los caminos y por los vallados, -- La región fuera de la ciudad; por eso, A los samaritanos (Hech. 1:8; 8:5,12), a los gentiles (Hech. 10 y a través del libro de los Hechos), a todas las naciones (Mat. 28:19; Mar. 16:15).  Véanse 1 Cor. 1:26-29. La invitación de Cristo debe llevarse a los paganos más apartados de Dios. Véanse 1 Cor. 6:9-11; Efes. 2:12; 1 Ped. 2:10.

      -- y fuérzalos a entrar, – Obviamente el señor quería que su casa se llenara para la cena. ¿Fuérzalos cómo? No como Pablo forzó a los cristianos a blasfemar (Hech. 26:11), sino con persuasión  (Hech. 18:4, 13; 2 Cor. 5:11; Judas 22, 23). “No para emplear la fuerza, sino para constreñirlos en contra de la vacilación que tales pobres personas sentirían en cuanto a aceptar la invitación de un gran señor” (MRV). Compárese Hech. 16:15, “Y cuando (Lidia) fue bautizada, y su familia, nos rogó diciendo: Si habéis juzgado que yo sea fiel al Señor, entrad en mi casa, y posad. Y nos obligó a quedarnos”.

      -- para que se llene mi casa. – No reservaron lugar para los que amaban más su tierra, sus bueyes y su esposa, “Porque os digo que ninguno de aquellos hombres que fueron convidados, gustará mi cena” (Luc. 14:24).

      El siervo había de persuadir, compeler, constreñir a todos los que estaban en los vallados a entrar para llenar la casa, pero conviene añadir aquí un texto de Mateo 22 que habla de la fiesta de bodas. Dicen los versículos 11-13 que “entró el rey para ver a los convidados, y vio allí a un hombre que no estaba vestido de boda. Y le dijo: Amigo, ¿cómo entraste aquí, sin estar vestido de boda? Mas él enmudeció. Entonces el rey dijo a los que servían: Atadle de pies y manos, y echadle en las tinieblas de afuera; allí será el lloro y el crujir de dientes”; es decir, todos son invitados a entrar a la fiesta de bodas, pero es indispensable que sean respetuosos, responsables y sumisos a la voluntad del “Rey”. Es necesario vestirse de la manera apropiada. Gál. 3, “27 porque todos los que habéis sido bautizados en Cristo, de Cristo estáis revestidos”. En la carta a los efesios (4:17-32) Pablo describe la nueva vida en Cristo. Dice, “despojaos del viejo hombre… y vestíos del nuevo hombre” (vv. 22-24).

      14:24  Porque os digo que ninguno de aquellos hombres que fueron convidados, gustará mi cena. – Al leer esta parábola a la luz de todo el Nuevo Testamento es obvio que los convidados eran los judíos. Rom. 1:16,17; 2:10; Hech. 13:46. Sin embargo, si los judíos incrédulos se arrepienten, ellos también serán salvos (Rom. 11:22, 23).

      Esto nos hace ver lo peligroso de rechazar la invitación del Señor de obedecer al evangelio, lo peligroso de entristecer al Espíritu Santo (Efes. 4:30).

 

El costo del discipulado

      14: 25  Grandes multitudes iban con él; y volviéndose, les dijo: -- ¿Qué dirá Jesús a estas “grandes multitudes” que iban con Él? ¡Seguramente les hablará palabras de gran aliento para que no dejen de seguirle! Pero, no, Jesús no buscaba la popularidad. Ya sobraba la fama y aun decía a los sanados que no hablaran del milagro. Lo que dice aquí “es un acto dramático por parte de Jesús, un deliberado esfuerzo para controlar el irreflexivo y desenfrenado entusiasmo de las multitudes que seguían por el mero hecho de seguirle” (ATR).

      En este texto (Lucas 14:25-33) nuestro Señor habla palabras necesarias, palabras de vida, pero ¿cuántos las pueden recibir? A veces su enseñanza parece dura al hombre. El apóstol Juan registra el sermón de Jesús sobre el pan de vida en el cual enfatizaba lo espiritual. Jn. 6, “60  Al oírlas, muchos de sus discípulos dijeron: Dura es esta palabra; ¿quién la puede oír?... 66  Desde entonces muchos de sus discípulos volvieron atrás, y ya no andaban con él”.

      También cuando enseñó sobre el matrimonio, el divorcio y segundas nupcias, sus discípulos se escandalizaron. Mat. 19, “9  Y yo os digo que cualquiera que repudia a su mujer, salvo por causa de fornicación, y se casa con otra, adultera; y el que se casa con la repudiada, adultera. 10  Le dijeron sus discípulos: Si así es la condición del hombre con su mujer, no conviene casarse”.

      En esta ocasión, pues, les entregaba enseñanza muy exigente, enseñanza que para la mayoría de la gente sería muy ofensiva, porque quería separar a los fieles de los infieles, a los sinceros de los insinceros. El siempre estaba consciente de los varios propósitos o motivaciones de los que le seguían: buscaban panes y peces y otros beneficios temporales, querían la sanidad física, tenían ambiciones políticas, o simplemente le seguían por la curiosidad y porque los demás le seguían. Cristo conocía y conoce al hombre (Jn. 2:24, 25). Aun conoce los pensamientos del hombre.

      14: 26  Si alguno viene a mí, y no aborrece a su padre, y madre, y mujer, e hijos, y hermanos, y hermanas, y aun también su propia vida, no puede ser mi discípulo. – Nos extraña mucho esta enseñanza que requiere que uno aborrezca a su familia, porque El nos enseña (Mat. 5:44) que debemos amar aun a los enemigos. Los que aborrecen a sus padres en el sentido de odiarlos desobedecen Efes. 6, “2  Honra a tu padre y a tu madre”. Sin embargo, debemos honrar y obedecer a Cristo aunque estemos en conflicto con los mismos padres.

      Es necesario dejar que la Biblia misma explique esta palabra. Si algún mero hombre dijera que la palabra aborrecer no siempre tiene el sentido de odiar, no podríamos aceptar su palabra, pero la Biblia misma nos hace entender que esta palabra se puede usar para significar amar menos. La prueba de esto se ve en Gén. 29, “30  Y se llegó también a Raquel, y la amó también más que a Lea 31  Y vio Jehová que Lea era menospreciada (aborrecida, LBLA). También se ve en Deut. 21, “15  Si un hombre tuviere dos mujeres, la una amada y la otra aborrecida, y la amada y la aborrecida le hubieren dado hijos, y el hijo primogénito fuere de la aborrecida;  16  en el día que hiciere heredar a sus hijos lo que tuviere, no podrá dar el derecho de primogenitura al hijo de la amada con preferencia al hijo de la aborrecida, que es el primogénito”. No odiaba a su mujer, sino que, como en el caso de Jacob y Lea, la amaba menos que la otra. Véase también Mal. 1:2, 3, “Amé a Jacob y a Esaú aborrecí”; Dios no odiaba a Esaú, sino que daba preferencia a Jacob.

      Por lo tanto, el aborrecer a la familia significa amar más a Dios. Mat. 10, “37  El que ama a padre o madre más que a mí, no es digno de mí; el que ama a hijo o hija más que a mí, no es digno de mí”. Cristo no acepta segundo lugar en nuestra vida. La lealtad hacia El tiene que ser suprema.

El cristiano no debe mostrar mala actitud hacia los padres, pero cualquier cosa, sea en los padres o en su propia vida, que se oponga a la verdad de Cristo debe ser aborrecida. No debe permitir que la relación estrecha y cariñosa con los seres amados le lleve a tener comunión con el mal (JSL).

      Este texto enseña que “Cristo debe ser amado supremamente, o de otro modo El no es amado de ninguna manera” (AB).

      “Cuando un extranjero quiere hacerse ciudadano de otro país, debe renunciar lealtad a su tierra natal y debe jurar lealtad al país que ha elegido. Esto no significa que no puede seguir teniendo un alto concepto de la nación a la cual dijo Adiós, pero sí, significa que ahora debe servir a la nación que lo ha acogido” (GH).

      14:27  Y el que no lleva su (propia) cruz (emblema del sacrificio y sufrimiento supremos, JSL) y viene en pos de mí, no puede ser mi discípulo. – Mat. 7:13, 14; Luc. 13:24; Jn. 16:33; 2 Tim. 3:12.

      Mat. 10, “38 y el que no toma su cruz y sigue en pos de mí, no es digno de mí”; Mat.16:24; Mar. 8:34; Luc. 9:23. “Cuando algún criminal era condenado a ser crucificado una parte de la sentencia era que debería llevar al lugar de la ejecución la cruz sobre la cual había de morir” (AB). Debemos leer frecuentemente y meditar mucho sobre los textos que describen la crucifixión de Cristo porque si en verdad queremos seguirle como sus discípulos debemos estar dispuestos a sufrir con gozo (Heb. 12:2) cualquier carga desagradable para cumplir con el deber. Siempre habrá conflictos con el mundo, aun con los familiares como este texto indica, pero el verdadero cristiano siempre está pensando en lo que agrada al Señor.

      “Estas palabras significarían aun más a los cristianos después de la crucifixión y resurrección de Jesús (Gál. 2:20; 6:14)” (ALA).

      El negarse a sí mismo significa que voluntariamente uno da espaldas al “viejo hombre” (el viejo yo), Rom. 6:6; Efes. 4:22; que todas las cosas de la vida pasada que estaban en conflicto con la voluntad de Cristo o que pudieran impedir el servicio a Cristo se consideren como “basura para ganar a Cristo” (Fil. 3:8, 9); que está dispuesto a obedecer su enseñanza y andar en sus pisadas (1 Ped. 2:21).

      Véanse también Mar. 8:38; 2 Tim. 1:7, 8.

      14:28  Porque ¿quién de vosotros, queriendo edificar una torre (“en la muralla de la ciudad como la que estaba cerca del estanque de Siloé o una torre de vigilancia en una viña {Mt. 21:33} o una edificación en forma de torre para refugio u ornamento, como aquí”, ATR). Edificaban torres en sus viñas y en otros lugares para poder ver de lejos al enemigo que se acercara. Eran altas y también fuertes, con buen cimiento; por eso, el costo de edificarla -- tanto de trabajo como de dinero -- era considerable. No era un proyecto insignificante. Tal torre medio construida no servía para nada, y sólo era espectáculo que provocara burla. Con esto Jesús ilustra el fracaso que resulta de medio rendirnos a El y su servicio.

      -- no se sienta primero y calcula los gastos, a ver si tiene lo que necesita para acabarla? – La torre, una estructura elevada y noble, bien ilustra el discipulado, algo distinguido del mundo y atrae la atención de otros (MV). Todos los que obedecen al evangelio se pueden comparar con el que empieza a edificar una hermosa torre y para  hacerlo debe cavar y ahondar y poner el fundamento sobre la roca” (Luc. 6:48), hacer buena obra y tener como meta el cielo mismo (MH).

      14:29  No sea que después que haya puesto el cimiento, y no pueda acabarla, todos los que lo vean (los del mundo observan con mucho cuidado al cristiano para ver si vive fielmente) comiencen a hacer burla de él (el deporte favorito de los mundanos es hacer burla de los que profesan ser cristianos),  30  diciendo: Este hombre (este tipo) comenzó a edificar, y no pudo acabar. – Muchos evangelistas predican con el propósito de emocionar a la gente para que pronto “obedezcan”. Quieren “resultados”. Algunos son muy carismáticos y saben manipular las emociones de la gente y el resultado es que muchos son convertidos al evangelista y no a Cristo. Les dicen cuán “fácil” es entender y obedecer al evangelio. Jesús y los apóstoles nunca dijeron que es fácil ser cristiano (Mat. 7:13, 14; 16:24; Luc. 13:24). Hech. 14:22,  “confirmando los ánimos de los discípulos, exhortándoles a que permaneciesen en la fe, y diciéndoles: Es necesario que a través de muchas tribulaciones entremos en el reino de Dios”.

      Desde luego, hoy es el día de salvación, y en los casos de conversión registrados en Hechos la gente obedeció “cuando creyó”, es decir, inmediatamente, pero en estos casos el evangelio les fue predicado. Los apóstoles iban por todas partes predicando “todo el consejo de Dios” (Hech. 20:27) para hacer verdaderos discípulos de Cristo. Éstos entendían lo que les costaría obedecer a Cristo.

      ¿Cuántas personas compran casas o automóviles y los pierden porque no pueden hacer los pagos hasta el fin del contrato? De esta manera mucho dinero se pierde, y es vergonzoso. De la misma manera serán avergonzados los que profesan ser cristianos pero no pueden vencer al mundo. 2 Tim. 4, “10  porque Demas (Col. 4. 14; Filem. 24) me ha desamparado, amando este mundo”.

      14:31  ¿O qué rey, al marchar a la guerra contra otro rey, no se sienta primero y considera si puede hacer frente con diez mil al que viene contra él con veinte mil?  32  Y si no puede, cuando el otro está todavía lejos, le envía una embajada y le pide condiciones de paz. – Sería pura insensatez salir con diez mil soldados para pelear con otro ejército de veinte mil soldados. Si por ser impulsivo y por dejarse llevar por el odio o la envidia inicia tal guerra, sólo le queda una alternativa: enviar una embajada y pedir condiciones de paz; es decir, rendirse y aceptar la derrota vergonzosa. Así también es pura insensatez inscribirse en el ejército de Cristo sin la disposición de pelear por el Señor hasta ganar la victoria final. (Efes. 6:10-18; 2 Cor. 10:3-5; 1 Tim. 6:12; 2 Tim. 2:4). Cuando uno toma la decisión de obedecer al evangelio, debe entender que no hay simplemente el peligro o la amenaza de guerra, ¡ya está la guerra! y al llegar a ser discípulo de Cristo, llevamos su armadura y entramos inmediatamente en la lucha. “La guerra es ineludible el momento que uno tome la decisión de ser discípulo” (RCHL).

      El obedecer al evangelio es un acto serio no simplemente de las emociones, sino también del intelecto y de la voluntad. Uno debe estar muy resuelto a ganar la victoria. Debe tomar esta decisión habiendo tomado en cuenta las consecuencias de su acción. ¿Cómo van a reaccionar los miembros de la familia? ¿Cómo me afectará en el trabajo? ¿Estoy dispuesto a abandonar toda práctica, todo hábito, toda costumbre, que esté en conflicto con la voluntad de Cristo?

      ¿Qué tan fuertes somos para pelear contra los enemigos formidables de nuestra alma? El nuevo discípulo no es un veterano; tiene fuerza limitada. ¿Será suficiente para ganar la batalla? Fil. 4, “13  Todo lo puedo en Cristo que me fortalece”, pero Cristo no lucha solo, sino que promete ayudar al discípulo más débil con tal que con todo su corazón ponga su parte.

      14:33  Así, pues, cualquiera de vosotros que no renuncia (la palabra clave) a todo lo que posee, no puede ser mi discípulo. – apotasso… denota primariamente poner aparte… luego, en la Voz Media, (a) despedirse .. Lc 9:61 “(que) me despida”; (b) abandonar, Lc 14:33 .. En los papiros… el significado más intenso con el que se halla es el de quitarse a alguien de encima (Moulton y Milligan)” (WEV). “Poner aparte como en un campamento militar, luego en la voz media separarse uno mismo de, decir adiós a (Lc. 9:61), renunciar a, abandonar, como aquí. A todo lo que posee... dice adiós a todas sus propiedades” (ATR). “El sencillo significado de esta declaración sorprendente es que uno, para ser discípulo de Cristo, debe amarlo más que cualquier otro ser, sin excluir a sí mismo” (JBC).

      ¿Qué nos cuesta ser discípulos de Cristo? Nos cuesta todo. Jn. 12, “24  De cierto, de cierto os digo, que si el grano de trigo no cae en la tierra y muere, queda solo; pero si muere, lleva mucho fruto.  25  El que ama su vida, la perderá; y el que aborrece su vida en este mundo, para vida eterna la guardará”.

      Todos y todo tienen que ocupar segundo lugar en nuestra vida, porque Cristo es primero. Mat. 6, “33 buscad primeramente el reino de Dios y su justicia”. El discipulado requiere que nos alejemos completamente de todo pecado. Rom. 12, “Aborreced lo malo” (como Cristo, Heb. 1, “9  Has amado la justicia, y aborrecido la maldad”. Requiere la abnegación de sí. Hay que luchar contra todos los deseos de la carne (Rom. 13:14; Col. 3:5).

      “Lo que Jesús pide es una devoción de todo corazón, una lealtad a toda prueba, una negación completa de uno mismo, de modo que uno se ponga a sí mismo, su tiempo, su dinero, sus posesiones terrenales, sus talentos, etc., a disposición de Cristo” (GH).

      14:34  (Por tanto, LBLA) Buena es la sal; mas si la sal se hiciere insípida, ¿con qué se sazonará?—No hay sal para salar la sal.  35  Ni para la tierra ni para el muladar es útil; la arrojan fuera. El que tiene oídos para oír, oiga. – La sal tiene varios usos, pero la idea aquí parece ser la perseverancia, pues la condición de los que empiezan la vida cristiana y no perseveran es peligrosa en extremo (Heb. 6:4-12; 10:26-39) (JWM). Obviamente Jesús habla de la disposición de renunciar y sacrificar a todo como sal que es buena. Los verdaderos discípulos de Cristo – los que perseveran -- son “la sal de la tierra” (Mat. 5:13). Si siguen fieles a pesar de conflictos y persecuciones, son sal y “buena es la sal”, muy útil, muy beneficiosa.

      Según el calvinismo esto no es posible, pues se enseña que “una vez sal, siempre sal” y que “si la sal se hiciere insípida”, entonces no era verdadera sal. Creen que solamente “profesaba” ser sal. Sin embargo, no hay nada en esta figura que sugiera que la sal no era en realidad sal (una buena calidad de sal).

      Jesús dice enfáticamente que la sal se puede hacer insípida a tal grado de que no sirve para nada. Sin lugar a dudas El habla de personas que se apartan del camino. Jn. 15:1-6.

 

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