LUCAS 24

 

La resurrección (Mat. 28:1-10; Mar. 16:1-8; Jn. 20:1-10)

      El gran clímax de la obra de Jesús en la tierra es su resurrección y ascensión al cielo. Jesús “fue declarado Hijo de Dios con poder, según el Espíritu de santidad, por la resurrección de entre los muertos” (Rom. 1:4). 1 Cor. 15:16, “Si los muertos no resucitan, tampoco Cristo resucitó;  17  y si Cristo no resucitó, vuestra fe es vana; aún estáis en vuestros pecados.  18  Entonces también los que durmieron en Cristo perecieron.  19  Si en esta vida solamente esperamos en Cristo, somos los más dignos de conmiseración de todos los hombres.

      24:1  El primer día de la semana, -- Los cuatro escritores (Mateo, Marcos, Lucas y Juan) dicen “el primer día de la semana”. El v. 13 dice que “el mismo día” los dos discípulos iban a Emaús. Entonces el v. 21 dice que “hoy es ya el tercer día que esto ha acontecido”. Por lo tanto, “el primer día”, “el mismo día”, era el “tercer día”. Además, el “tercer día” equivale a “después de tres días” (Mat. 27:63, “después de tres días”; v. 64, “hasta el tercer día”). En este día Jesús resucitó. Por eso, la iglesia de Cristo se reúne el primer día para adorar a Dios. Hech. 2:47, la iglesia fue establecida el primer día de la semana; Hech 20:7, los discípulos celebraban la cena del Señor el primer día de la semana; 1 Cor. 16:2, y ofrendaba el primer día de la semana.

      -- muy de mañana, vinieron al sepulcro, trayendo las especias aromáticas que habían preparado (23:56; tenían prisa porque “En este clima en particular, la descomposición del cuerpo era muy rápida”, GH), y algunas otras mujeres con ellas. (No dice que vinieron “gozosas”. Todavía estaban muy tristes).  2  Y hallaron removida (corrida, FL) la piedra del sepulcro -- Mat. 28:2, “Y hubo un gran terremoto; porque en ángel del Señor, descendiendo del cielo y llegando, removió la piedra, y se sentó sobre ella”. Esta gran piedra (Mar. 16:4) era una rueda que corrió en una ranura y cubrió la entrada del sepulcro. Se rodaba a la izquierda para abrirse, pero el ángel la quitó de su ranura y se sentó sobre ella.). No quitó la piedra para que Jesús saliera, sino para que la gente pudiera ver que la tumba estaba vacía. El cuerpo resucitado de Cristo no fue impedido ni por paredes o puertas (v. 36) ni por esta piedra.

      24:3  y entrando, no hallaron el cuerpo del Señor Jesús. –  ¿Cómo se explica la tumba vacía?

      (1)¿Que Jesús no estaba muerto? ¿Qué no murió sino que se desmayó? Recuérdense los detalles: fue azotado, sus manos y pies fueron clavados a la cruz, y su costado fue abierto con lanza. También recuérdese que Jesús no fue sepultado por los discípulos, sino por José y Nicodemo (miembros del Concilio de los judíos). ¿Quién puede creer que estos hombres eminentes sepultarían a un hombre vivo?

      (2) ¿Los apóstoles robaron el cuerpo? En primer lugar, ¿con qué propósito lo hubieran robado? ¿Qué harían con un cuerpo muerto? Si hubieran dicho que “resucitó”, la gente habría preguntado, ¿dónde está? Pero véase Mat. 27:62-66. Los judíos hicieron todo lo posible por evitar esto. La tumba estaba sellada, una gran piedra fue puesta a la entrada del sepulcro y, por último, una guardia romana vigilaba el sepulcro. Mat. 28:2, 3, 11, la experiencia de los guardas confirmó que los apóstoles no robaron el cuerpo. El v. 11 dice que “unos de la guardia fueron a la ciudad, y dieron aviso a los principales sacerdotes de todas las cosas que habían acontecido”; es decir, les contaron la verdad de lo que ocurrió (versículos 2, 3). Después, ya pagados por los judíos, contaron la mentira de que “sus discípulos vinieron de noche, y lo hurtaron”. Lo absurdo de este testimonio se ve también en el hecho de que “lo hurtaron, estando nosotros dormidos”. ¿Se acepta el testimonio de los que testifican de lo que pasó cuando estaban dormidos? Por eso, no sólo los discípulos, sino también los romanos y judíos estaban bien enterados de la tumba vacía.

      (3) ¿Los judíos quitaron el cuerpo? Recuerde Mat. 27:62-62, lo querían en el sepulcro. ¿Con qué propósito lo hubieran quitado? ¿Sin la ayuda de los soldados?

      (4) ¿Era la resurrección de Jesús una mera alucinación (imaginación) de los apóstoles? ¿Todos tenían la misma alucinación?  ¿Durante 40 días?

      (5) ¿Los apóstoles eran muy crédulos? ¿Tanto querían la resurrección que se convencieron de una mentira? Cuando las mujeres que habían visto a Jesús lo contaron a los apóstoles, “les parecían locura las palabras de ellas” (Luc. 24:11). ¿Eran crédulos? ¿Querían creer que Jesús resucitó? Todo lo contrario. Creían que era un caso perdido. Luc 24:21, “Pero nosotros esperábamos que él era el que había de redimir a Israel; y ahora, además de todo esto, hoy es ya el tercer día que esto ha acontecido”. Recuérdese el caso de  Tomás, Jn. 20:24-28. Pero en lugar de dañar su testimonio esto les ayuda. Eran hombres confusos y tímidos, sí, pero eran hombres humildes, sinceros, de carácter bueno y noble. De esto nunca hubo duda.

      ¿Es competente su testimonio? Estaban con El por más de tres años, día y noche. Oían sus enseñanzas, y veían sus milagros. Y luego, cuando resucitó de entre los muertos les apareció durante 40 días. 1 Cor. 15:5-8; Hech. 10:40, 41. Por último, los apóstoles eran testigos de la ascensión de Jesús, Hech. 1:9-11.

      (6) Muchos propagan mentiras por la recompensa material, pero ¿qué ganaron los apóstoles? ¿Se hicieron ricos? Hech. 3:6, “No tengo plata ni oro”.

      (7) ¿Los apóstoles dieron su vida por una mentira? ¿Cómo se explica que fueron azotados, encarcelados y aun muertos por su testimonio?  Nunca se retractaron de su testimonio. La resurrección era el tema central de la predicación de los apóstoles, a través de Hechos de los Apóstoles. ¡Es la esperanza de nosotros!

      24:4  Aconteció que estando ellas perplejas por esto, he aquí se pararon junto a ellas dos varones con vestiduras resplandecientes;-- Mat. 28:3, 5, un ángel; Marcos 16:5, un joven; Juan 20:12, dos ángeles. Obviamente no hubo conspiración entre los escritores para decir la misma cosa. El énfasis no se pone sobre cuántos ángeles, sino en  lo que decía uno de ellos o lo que decían los dos. Aparecieron como “varones”. La Biblia no habla de ángeles “femeninos”, ni de ángeles “niños”.

      24:5  y como tuvieron temor, y bajaron el rostro a tierra, les dijeron (no necesariamente hablaron los dos las mismas palabras al mismo instante; uno de ellos podía hablar por los dos (Mat. 28:5-7): ¿Por qué buscáis entre los muertos al que vive? – Esta es una de las preguntas más significativas que jamás se haya hecho.  

      24:6  No está aquí, sino que ha resucitado. – Dios resucitó a Cristo, Mat. 16:21; 17:23; 26:32; Rom. 6:4; 8:11; pero también era acto de Cristo mismo (Mar. 9:31; Luc. 18:33; Jn. 10:17, 18).

      -- Acordaos de lo que os habló, cuando aún estaba en Galilea,  7  diciendo: Es necesario (vv. 7, 26, 46) que el Hijo del Hombre sea entregado en manos de hombres pecadores, y que sea crucificado, y resucite al tercer día. (Mat. 16:21; 17:22-23; 20:18-19; Mar. 8:31; 9:31; 10:33-34; Luc. 9:22; 18:31-33)

      24:8  Entonces ellas se acordaron de sus palabras, -- No solamente recordaron sus palabras, sino que ahora las podían interpretar correctamente. Cuando Jesús las hablaba “en Galilea”, no podían conectar la profecía con la realidad, pero ahora sí podían.

      24:9  y volviendo del sepulcro, dieron nuevas de todas estas cosas a los once, y a todos los demás. – Habían pensado que después de ungir el cuerpo de Jesús, saldrían llorando y lamentando su muerte, pero imagínese el gozo que sentían al contar “estas cosas” a los apóstoles. En ese día sobraron “las especias aromáticas que habían preparado”. 10  Eran María Magdalena, y Juana, y María madre de Jacobo, y las demás con ellas, quienes dijeron estas cosas a los apóstoles. 

      24:11  Mas a ellos les parecían locura (disparates, LBLA; como un delirio, FL; un desvarío, VM)  las palabras de ellas, y no las creían. – Obviamente las mujeres habían tenido alguna experiencia interesante y tal vez extraordinaria, pero los apóstoles creían que ellas se dejaban llevar por las emociones. Para ellos hasta ese momento la resurrección de Jesús simplemente no era “razonable”. Con razón cuando “se apareció a los once mismos, estando ellos sentados a la mesa, y les reprochó su incredulidad y dureza de corazón, porque no habían creído a los que le habían visto resucitado” (Mar. 16:14). Pero a pesar de todo esto, algunos dicen que los apóstoles aceptaron la resurrección de Jesús porque eran muy ingenuos y crédulos. En lugar de eso, en realidad no querían convencerse ni siquiera con el testimonio de testigos. Se requería evidencia y más evidencia  para convencerlos. Esto viene siendo una de las pruebas más convincentes de la resurrección.

      Los apóstoles eran testigos de la resurrección de otros (Lázaro, el hijo de la viuda de Naín, la hija de Jairo). ¿Por qué era tan difícil creer en la resurrección de Jesús? Dudo que el problema haya sido el mero hecho de una resurrección. Más bien, el problema para ellos se basaba en su concepto del Mesías. Su muerte les dejó completamente confusos y perplejos. Primero, creían que sería un gran Conquistador. Entonces, esta esperanza fue derribada cuando Jesús fue crucificado. Con el cuerpo de Jesús fueron sepultados también todos sus conceptos del Mesías, la esperanza de su reino glorioso y de su liberación de los romanos. Definitivamente la muerte de Jesús fue el fin de todo. Se habían rendido totalmente a la desesperación. Si en verdad Jesús era el Mesías, el Hijo de Dios, ¿por qué murió? Y ahora muerto, ¿para qué hablar de su resurrección? ¿Para qué? Si todo el plan fracasó, ¿qué significado o importancia tendría su resurrección?

      Por esta razón la tarea principal de Jesús no era simplemente convencerlos que El era el mismo Jesús de antes, sino que tuvo que convencerlos con las Escrituras que su muerte era necesaria, que estaba inseparablemente conectada con la misión del Mesías.

      24:12  Pero levantándose Pedro, corrió al sepulcro; y cuando miró dentro, vio los lienzos solos, y se fue a casa maravillándose de lo que había sucedido. -- La palabra solos tiene gran significado. Estaban solos porque el cuerpo que habían cubierto ya no estaba, pues había salido de ellos y estaban solos. ¡Qué escena más estupenda e impresionante!  El relato más amplio de esto se ve en Jn. 20:6, “llegó Simón Pedro tras él, y entró en el sepulcro, y vio los lienzos puestos allí,  7  y el sudario, que había estado sobre la cabeza de Jesús, no puesto con los lienzos, sino enrollado en un lugar aparte”; es decir, encontró orden. Si ladrones hubieran quitado el cuerpo, no habrían tomado el tiempo para dejar los lienzos y el sudario “enrollado en un lugar aparte”.

 

Jesús se manifiesta a dos discípulos

      24:13  Y he aquí, dos de ellos (Mar. 16:12) iban el mismo día a una aldea llamada Emaús, que estaba a sesenta estadios de Jerusalén.  14  E iban hablando entre sí de todas aquellas cosas que habían acontecido.  15  Sucedió que mientras hablaban y discutían entre sí, Jesús mismo se acercó, y caminaba con ellos.  16  Mas los ojos de ellos estaban velados, para que no le conociesen. – La conversación de Cristo con ellos (la explicación de las Escrituras) sería en ese momento de más provecho si no lo reconocieran. El v. 30 dice que, estando Cristo “sentado con ellos a la mesa, tomó el pan y  lo bendijo, lo partió, y les dio. 31 Entonces les fueron abiertos los ojos, y le reconocieron”. La Biblia no explica esto y no conviene especular en cuanto a cómo sus ojos “estaban velados” y cómo después “le reconocieron”. Estos textos no fueron escritos para contestar toda pregunta que pudiéramos hacer sobre la naturaleza exacta del cuerpo resucitado de Jesús. Aunque los apóstoles podían ver y palpar que era de “carne y huesos” (v. 39), aprendemos en Mar. 16:12, “después apareció en otra forma a dos de ellos que iban de camino, yendo al campo”. Compárese el v. 36, “Jesús se puso en medio de ellos”. Debemos concentrarnos en la cosa importantísima: la resurrección corporal de Jesús. El fenómeno que estamos observando (ojos velados, ojos abiertos, se desapareció de su vista, se puso en medio de ellos, etc.) indica claramente que aunque Cristo resucitó corporalmente, El era diferente y, obviamente, no había resucitado para volver a la misma clase de vida que llevaba antes de morir. No resucitó para enseñar y predicar en las sinagogas y en el templo.

      24:17  Y les dijo: ¿Qué pláticas son estas que tenéis entre vosotros mientras camináis, y por qué estáis tristes?  18  Respondiendo uno de ellos, que se llamaba Cleofas, le dijo: ¿Eres tú el único forastero en Jerusalén que no has sabido las cosas que en ella han acontecido en estos días? – Muchos judíos se congregaban en Jerusalén para la Pascua. Compárese Hech. 2:9-11. Eran forasteros o extranjeros porque no eran de Palestina. 19  Entonces él les dijo: ¿Qué cosas? Y ellos le dijeron: De Jesús nazareno, que fue varón profeta, poderoso en obra y en palabra delante de Dios y de todo el pueblo; -- Dicen que Jesús era un profeta. No podían creer que era el Mesías porque creían que no sería posible matar al Mesías.

      24:20  y cómo le entregaron los principales sacerdotes y nuestros gobernantes a sentencia de muerte, y le crucificaron. – No acusaron a los romanos, sino a líderes de los judíos. Hoy en día se oye de vez en cuando de los que quieren negar esto, pero ¿qué dice Mat. 27:25? “Su sangre sea sobre nosotros, y sobre nuestros hijos”. Pablo dice lo mismo 1 Tes. 2:14-16). “Esto no es antisemitismo. Simplemente es una reflexión acertada de un hecho histórico” (GH).

      24:21  Pero nosotros esperábamos (tiempo pasado, no esperamos sino esperábamos) que él era el que había de redimir a Israel (de los romanos); y ahora, además de todo esto, hoy es ya el tercer día que esto ha acontecido.  22  Aunque también nos han asombrado unas mujeres de entre nosotros (Mat. 28:1-7; Jn. 20:12), las que antes del día fueron al sepulcro;  23  y como no hallaron su cuerpo, vinieron diciendo que también habían visto visión de ángeles (Jn. 20:12 “vio a dos ángeles”), quienes dijeron que él vive. 24  Y fueron algunos de los nuestros al sepulcro, y hallaron así como las mujeres habían dicho, pero a él no le vieron. 

      24:25  Entonces él les dijo: ¡Oh insensatos, y tardos de corazón para creer todo lo que los profetas han dicho! – Por causa de sus conceptos erróneos del Mesías y su reino, no examinaron bien la evidencia que se les presentaba. Era muy importante que los discípulos fueran persuadidos por las Escrituras, y no solamente por los sentidos.  

      24:26  ¿No era necesario (v. 46) que el Cristo padeciera estas cosas, y que entrara en su gloria? – Por eso, en lugar de pensar que su muerte era prueba de que no era el Mesías, por el contrario, era una de las pruebas principales de que sí lo era. Para ellos la muerte de Cristo era muy inconsecuente con su gloria, pero Jesús explica que su muerte era precisamente el camino a la gloria.

      (1) Era necesario que el Cristo padeciera porque “Dios es amor” (1 Jn. 4:16), “no queriendo que ninguno perezca” (2 Ped. 3:9); por eso, “ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna” (Jn. 3:16); (2) Era necesario que el Cristo entrara en su gloria (Jn. 17:5; Fil. 2:9-11); (3) Era necesario que la Escritura se cumpliera (no podía fallar); (4) Era necesario  que se predicase en su nombre el arrepentimiento y el perdón de pecados en todas las naciones, comenzando desde Jerusalén (v. 47).

      24:27  Y comenzando desde Moisés, y siguiendo por todos los profetas, les declaraba en todas las Escrituras lo que de él decían.  – Cristo se encuentra en el Antiguo Testamento. Los judíos leían los escritos de Moisés y los profetas cada sábado. Habían leído Isaías 53, que claramente predice la muerte del Mesías, muchas veces. ¿Por qué no podían entender estas Escrituras? “El problema de los líderes religiosos de los días de Jesús era que, en general, al leer el Antiguo Testamento veían sólo la gloria y victoria del Mesías y no veían el hecho de que la senda para alcanzar estas bendiciones era una de sufrimiento. A veces llegaban incluso a aplicar al Mesías las referencias (en Is. 52:13- 53:12) a la gloria del Siervo, pero a Israel las referencias a los sufrimientos  del Siervo” (GH); es decir, ellos simplemente no querían aceptar que su Mesías tendría que sufrir, porque fervientemente anhelaban un Mesías conquistador como David su padre. Querían tener la gloria para su nación como en los días de David y Salomón. Por lo tanto, cuando el verdadero Mesías, Jesús de Nazaret, estaba entre ellos lo rechazaron. Véase Hech. 13:27-31.

      24:28  Llegaron a la aldea adonde iban, y él hizo como que iba más lejos (esperaba la invitación de ellos; compárense  Mar- 6:48; Apoc. 3:20).  29  Pero ellos le obligaron a quedarse (14:23; Hech. 16:15), diciendo: Quédate con nosotros, porque se hace tarde, y el día ya ha declinado. Entró, pues, a quedarse con ellos.  30  Y aconteció que estando sentado con ellos a la mesa, tomó el pan y lo bendijo, lo partió, y les dio. – Esta conducta no era la ordinaria, pues Jesús hace el papel de anfitrión en lugar del papel de huésped.

      24:31  Entonces les fueron abiertos los ojos, y le reconocieron (véanse notas sobre el v. 16); mas él se desapareció de su vista.  32  Y se decían el uno al otro: ¿No ardía nuestro corazón en nosotros (expresión de emoción extraordinaria, Salmo 39:3; Jer. 20:9), mientras nos hablaba en el camino, y cuando nos abría las Escrituras? – Ahora estos discípulos que estaban desesperanzados vuelven a tener esperanza. Habiendo sido tan desanimados, ahora son fervientes en espíritu. ¿Se puede decir que los corazones de los primeros conversos (los tres mil, los samaritanos, el eunuco, Saulo, Cornelio, Lidia, el carcelero) ardían cuando escuchaban la predicación del evangelio? ¿Cuántos corazones arden cuando les predicamos la palabra de salvación?

      24:33  Y levantándose en la misma hora (¿habiendo cenado o sin cenar?), volvieron a Jerusalén, -- Aunque “se hace tarde, y el día ya ha declinado” “en la misma hora” hacen este viaje de unos diez kilómetros para compartir las buenas nuevas con los apóstoles, como lo habían hecho las mujeres. Compárese Jn. 1:41-45.

      --  y hallaron a los once reunidos, y a los que estaban con ellos,  34  que decían: Ha resucitado el Señor verdaderamente, y ha aparecido a Simón (1 Cor. 15:5). 35  Entonces ellos contaban las cosas que les habían acontecido en el camino, y cómo le habían reconocido al partir el pan.  – El mismo día que Jesús resucitó fue visto por las siguientes personas: Jn. 20:14, María Magdalena; Mat. 28:9, las mujeres cuando fueron a avisar a los apóstoles; Pedro, v. 34; los dos discípulos que iban a Emaús; y ahora el grupo de apóstoles.

 

Jesús se aparece a los discípulos

(Mat. 28:16-20; Mar. 16:14-18; Jn. 20:19-23)

      36  Mientras ellos aún hablaban de estas cosas, Jesús se puso en medio de ellos, (Juan 20:19, “estando las puertas cerradas en el lugar donde los discípulos estaban reunidos por miedo de los judíos, vino Jesús, y puesto en medio”)  y les dijo: Paz a vosotros.  – No llegó para reprenderles, sino para pronunciar una bendición sobre ellos.

      24:37  Entonces, (aunque habían dicho, “Ha resucitado el Señor verdaderamente” estaban)  espantados y atemorizados, pensaban que veían espíritu. (Compárese Mat. 14:26. ¿Es posible ver un espíritu? Dios no permite que los espíritus de los muertos vuelvan a la tierra para hablar con los vivos, 16:31). 38  Pero él les dijo: ¿Por qué estáis turbados, y vienen a vuestro corazón estos pensamientos?  39  Mirad mis manos y mis pies, (esto implica que tanto los pies como las manos fueron clavados a la cruz, Sal. 22:16) que yo mismo soy; palpad (1 Jn. 1:3), y ved; porque un espíritu no tiene carne ni huesos, como veis que yo tengo.  40  Y diciendo esto, les mostró las manos y los pies (Jn. 20:20, “y el costado”).  – Jn. 20:17, Jesús le dijo (a María Magdalena): “No me toques (no me detengas, RVR90), porque aún no he subido a mi Padre”. La palabra tocar traduce el verbo hapto y según el Diccionario Vine, significa “aferrarse a, asirse de, Jn. 20:17”.

      Nadie puede dar una descripción exacta del cuerpo resucitado de Jesús. Aceptamos por fe todo texto que habla de sus apariciones, que le podían ver, oír y palpar, que comía, etc. y dejamos de lado toda especulación. Jesús dice palpad, porque si los apóstoles solamente hubieran visto a Jesús, podrían comenzar a tener dudas otra vez pensando, como en esta ocasión, que era aparición de un espíritu. Al ver, oír y palpar, ¿cómo podrían después dudar? Esto era muy impresionante 

      24:41  Y como todavía ellos, de gozo, no lo creían (compárese Gén. 45:26), y estaban maravillados, -- Tales textos muestran lo muy humano que eran los apóstoles. “Cuando Jesús expiró la situación parecía irremediablemente perdida. Era el fin. Jesús ya no estaba. Había muerto. Creer ahora que él de veras estaba parado en medio de ellos vivo y sano era casi imposible. ¿Era un espíritu lo que estaban viendo? Un momento se decían, ‘Debe ser Jesús. ¡Qué maravilla!’ Y en el momento siguiente ‘es demasiado bueno para ser verdad. Debe ser un espíritu’” (GH).

      Algunos de los que rechazan la resurrección de Jesús han dicho que los apóstoles robaron el cuerpo de Jesús y decían que resucitó, pero, por el contrario, ellos decían repetidas veces que no resucitó.

      -- les dijo: ¿Tenéis aquí algo de comer?  42  Entonces le dieron parte de un pez asado, y un panal de miel.  43  Y él lo tomó, y comió delante de ellos. – Era de suma importancia que Jesús convenciera a los apóstoles de su resurrección corporal. No podrían salir predicando el evangelio si no estaban plenamente convencidos de esto. No podían predicar al resucitado Cristo como fantasma o un espíritu. Podían ver y palpar sus manos y pies y como colmo “comió delante de ellos”. Era el mismo Jesús que murió en la cruz. No es posible palpar a un espíritu. Tampoco puede un espíritu comer. Hech. 1:3, “se presentó vivo con muchas pruebas indubitables”.

      24:44  Y les dijo: Estas son las palabras que os hablé, estando aún con vosotros: -- Repetidas veces les decía que iba a padecer, morir y resucitar. Al decir “estando aún vosotros” indica que ahora no estará con ellos como antes. Durante más de tres años estaba con ellos físicamente, día y noche, y siempre estaría con ellos (Mat. 28:20), pero no físicamente.

      -- que era necesario (véase el v. 26, notas) que se cumpliese todo lo que está escrito de mí en la ley de Moisés, en los profetas y en los salmos (de esta manera los judíos dividían el Antiguo Testamento).  45  Entonces les abrió el entendimiento (Hech. 16:14; Efes. 1:18), para que comprendiesen las Escrituras (2 Cor. 3:15, “hasta el día de hoy, cada vez que se lee a Moisés, un velo está puesto sobre sus corazones”); 46  y les dijo: Así está escrito, y así fue necesario que el Cristo padeciese, (Salmo 22; Isa. 53:1-12) y resucitase de los muertos al tercer día;  47  y que se predicase en su nombre el arrepentimiento y el perdón de pecados en todas las naciones (no solamente a los judíos, Hech. 1:6), – Como era necesario que Cristo muriera, resucitara y entrara en su gloria, también era necesario que este mensaje de salvación se predicara. Así es el plan de Dios. Gran parte del mundo religioso cree en “experiencias de gracia”. Creen que de alguna forma Dios toca el corazón del hombre aparte de la predicación del evangelio para regenerarlo. Esta teología falsa niega que es necesario que el mensaje de salvación se predique en todas las naciones.

      Esta es la versión de Lucas de la Gran Comisión (Mat. 28:19; Mar. 16:15). El primer sermón fue predicado en Jerusalén el día de Pentecostés (Hechos 2). Pedro explicó lo que tenían que hacer para ser salvos, Hech. 2:48, y tres mil personas fueron bautizadas para el perdón de sus pecados. El v. 47 dice, “Y el Señor añadía cada día a la iglesia los que habían de ser salvos”. Jesús había dicho a Pedro, “Y a ti te daré las llaves del reino de los cielos; y todo lo que atares en la tierra será atado en los cielos; y todo lo que desatares en la tierra será desatado en los cielos” (Mat. 16:19). Es lo que hizo el día de Pentecostés. Todos los apóstoles ataban y desataban cuando predicaban el evangelio (Mat. 18:18). 2  ¡Ay de vosotros, intérpretes de la ley! porque habéis quitado la llave de la ciencia; vosotros mismos no entrasteis, y a los que entraban se lo impedisteis” (Luc. 11:52). Todo predicador de la Palabra debe tener mucho cuidado de cometer ese mal al usar las llaves de las Escrituras (2 Tim. 2:15; 2 Ped. 3:16).

      -- comenzando desde Jerusalén, -- Isa. 2:3, “de Sion saldrá la ley, y de Jerusalén la palabra del SEÑOR.”  Mat. 28:16, “Pero los once discípulos se fueron a Galilea, al monte donde Jesús les había ordenado”. Aunque Jesús había predicado mucho en Galilea, la predicación de los apóstoles bajo la Gran Comisión no había de comenzar en Galilea, sino en Jerusalén, donde había sido crucificado y donde la oposición sería severa. Hech. 1:8. El primer lugar donde el Señor ofrece su gracia y perdón es aquí mismo donde había exagerada maldad.

      En el día de Pentecostés (Hechos 2): se estableció la iglesia (el reino de Cristo), Mat. 16:18, 19; Hechos 2:47; Col. 1:13); se comenzó la última dispensación, la “perfecta ley de la libertad” (Sant. 1:25), porque la ley de Moisés fue clavada en la cruz, (Col. 2:14); Cristo comenzó a reinar sobre el trono de David (Hech. 2:29-36), los apóstoles ocuparon sus doce tronos para juzgar las doce tribus de Israel (el Israel de Dios, la iglesia, Gál. 6:16; Mat. 19:28) por medio de su enseñanza inspirada por el Espíritu Santo, Hech. 2:42; la predicación de los apóstoles bajo la Gran Comisión (Mat. 28:19) comenzó.

      24:48  Y vosotros sois testigos de estas cosas. – Eran verdaderos testigos. Los que aplican esta palabra a los que hoy en día evangelizan le quitan su significado y desprecian la obra de los apóstoles. Hay un grupo “religioso” que enseña que Cristo no era Dios sino un dios, un ser creado y, aunque blasfeman a Cristo, profesan ser testigos de Jehová (más bien, son testigos contra Jehová). Los apóstoles  testificaban lo que habían visto y oído. Véanse Juan 15:27; Hech. 1:8, “recibiréis poder, cuando haya venido sobre vosotros el Espíritu Santo, y me seréis testigos en Jerusalén, en toda Judea, en Samaria, y hasta lo último de la tierra”. Obsérvense las palabras testigos,  testificar y testimonio como se usan a través del libro de Hechos, como también en las epístolas. Para justificar el uso de estos términos en la actualidad algunos dicen, “Pero solamente las usamos en sentido secundario”. No se usaban en sentido secundario en el Nuevo Testamento y cuando se usan ahora de esa manera se minimiza la fuerza del testimonio de los verdaderos testigos de Cristo.

      24:49  He aquí, yo enviaré la promesa de mi Padre sobre vosotros; pero quedaos vosotros en la ciudad de Jerusalén, hasta que seáis investidos de poder desde lo alto. – El Espíritu Santo era la “promesa de mi Padre” y el “poder desde lo alto”, Mat. 3:11; Jn. 14:26; 15:25; 16:7-13; Hech. 1:4, 8; 2:1-4. Desde luego, los apóstoles no podían haber llevado a cabo la Gran Comisión sin esta ayuda divina.

 

La ascensión (Mar. 16:19, 20; Hech. 1:9-11)

      24:50  Y los sacó fuera hasta Betania (un lugar favorito de Jesús, hogar de sus amados discípulos Lázaro, Marta y María, Jn. 11:5; 12:1-8; Luc. 10:38-42; el lugar exacto era “el monte que se llama del Olivar” (Hech. 1:12), y alzando sus manos, los bendijo.  51  Y aconteció que bendiciéndolos (Jn. 13:1, “habiendo amado a los suyos que estaban en el mundo, los amó hasta el fin”), se separó de ellos, y fue llevado arriba al cielo. -- Hech. 1:9-11. Jesús “se separó de ellos”, pero lo vieron: “así vendrá como le habéis visto ir al cielo”. No era necesario que los apóstoles observaran la resurrección misma de Jesús, porque al verlo vivo durante cuarenta días tenían plena evidencia de esa resurrección. Sin embargo, era muy necesario que ellos observaran su ascensión. No hubiera sido nada apropiado que Cristo simplemente desapareciera. El dijo varias veces que volvería al Padre y ahora los apóstoles son testigos oculares de ese gran ascenso.

      Así terminó para siempre su obra personal aquí en la tierra. No hay texto alguno que diga que algún día volverá a caminar sobre la tierra. Cuando venga la segunda vez, los muertos serán resucitados y los vivos serán arrebatados y cambiados para siempre estar con Cristo (1 Tes. 4:13-18; 1 Cor. 15:50-55) y la tierra será quemada (2 Ped. 3:10).

      24:52  Ellos, después de haberle adorado, volvieron a Jerusalén con gran gozo; -- Jn. 16:5, 6 “Pero ahora voy al que me envió… porque os he dicho estas cosas, tristeza ha llenado vuestro corazón”.  Sin embargo, ahora cuando Cristo los dejó, aunque dejados solos volvieron “con gran gozo”.

      24:53  y estaban siempre en el templo (Hech. 1:12, probablemente el “aposento alto” pertenecía a alguno de los edificios del templo), alabando y bendiciendo a Dios. Amén. – Lucas explica en su segundo libro (Hechos de los Apóstoles, capítulo 1) que mientras esperaba al Espíritu Santo, escogieron a otro apóstol para tomar el lugar de Judas. Ahora están en Jerusalén, no para predicar todavía, sino para esperar “al Espíritu Santo”.

 

 

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