Juan 6
El milagro de los panes y los peces está registrado en los cuatro "Evangelios" (Mat. 14:13-21; Mar. 6:30-44; Luc. 9:10-17; Juan 6:1-14).
Es un milagro clave, de suma importancia. Léase con cuidado Mar. 6:51, 52, "Y subió a ellos en la barca, y se calmó el viento; y ellos se asombraron en gran manera, y se maravillaban. Porque aún no habían entendido lo de los panes, por cuanto estaban endurecidos sus corazones". Esto indica que esta señal tenía y tiene mucho significado.
También es de mucha importancia porque es el trasfondo del discurso sobre el pan de vida (6:25-59).
6:1 Después de esto, -- "Una nota de tiempo común, pero indefinida, en Juan 3:22; 5:1; 6:1; 7:1). Esta frase no denota una secuencia inmediata de acontecimientos" (ATR). Los relatos paralelos de Mateo, Marcos y Lucas indican que esto sucedió poco después de volver los apóstoles de su jornada de predicación (Mat. 10:5-8). Según Mar. 6:30, "Entonces los apóstoles se juntaron con Jesús, y le contaron todo lo que habían hecho, y lo que habían enseñado".
-- Jesús fue al otro lado del mar de Galilea, el de Tiberias. -- "a un lugar desierto de la ciudad llamada Betsaida" (Luc. 9:10), no la Betsaida de Galilea (Mar. 6:45), sino la Betsaida oriental.
6:2 Y le seguía gran multitud, porque veían las señales que hacía en los enfermos. -- "no se ha hecho esto en algún rincón" (Hech. 26:26); las multitudes no tenían excusa alguna, porque veían las señales que hacía en los enfermos, como también muchos otros milagros. Jesús era muy popular porque daba a la gente lo que quería: "vio una gran multitud, y tuvo compasión de ellos, y sanó a los que de ellos estaban enfermos" (Mat. 14:14). Tenía compasión de ellos porque eran como ovejas sin pastor (Mat. 9:36); los pastores del pueblo eran ciegos y el alimento que les ofrecían eran las tradiciones de los hombres.
6:3 Entonces subió Jesús a un monte, y se sentó allí con sus discípulos. -- "Venid vosotros aparte a un lugar desierto, y descansad un poco. Porque eran muchos los que iban y venían, de manera que ni aun tenían tiempo para comer" (Mar. 6:31).
6:4 Y estaba cerca la pascua, la fiesta de los judíos. -- Esto indica que los escritos de Juan eran y son para todo el mundo, pues muchos no sabían ni saben que la Pascua era una fiesta de los judíos.
6:5, 6 Cuando alzó Jesús los ojos, y vio que había venido a él gran multitud, -- "Cuando ya era muy avanzada la hora, sus discípulos se acercaron a él, diciendo: El lugar es desierto, y la hora ya muy avanzada. Despídelos para que vayan a los campos y aldeas de alrededor, y compren pan, pues no tienen qué comer" (Mar. 6:35, 36). Pero "Jesús les dijo: No tienen necesidad de irse; dadles vosotros de comer" (Mat. 14:16). Los discípulos pensaban resolver el problema al despedir a la gente, pero Jesús insistía en que los apóstoles aceptaran su responsabilidad.
-- dijo a Felipe: ¿De dónde compraremos pan para que coman éstos? Pero esto decía para probarle; porque él sabía lo que había de hacer. -- No hizo la pregunta para que Felipe le diera información (2:24, 25), ni para tentarle (Mat. 4:1), sino para probarle. ¿Qué haría para resolver esta crisis? ¿Recordaría que Dios es el que provee el pan? ¿Creería que El que convirtió el agua en vino en Caná podría proveer pan en Betsaida?
6:7 Felipe le respondió: Doscientos denarios (el denario representa el salario que se paga a un obrero por un día de trabajo, Mat. 20:2, 9, 13) de pan no bastarían para que cada uno de ellos tomase un poco. -- Este comentario de Felipe no se encuentra en los otros registros. "Felipe contempla la enorme multitud, e inmediatamente empieza a calcular, olvidando completamente que el poder de Jesús sobrepasa todo cálculo" (GH). No tomaba en cuenta que en ese momento él hablaba con el Creador del mundo (1:3).
Jesús dijo a sus apóstoles, "Dadles vosotros de comer" y la reacción de ellos fue como la de Felipe. No dijeron, "Señor, no será necesario comprar pan, porque tú los puedes alimentar", sino que todos pensaban solamente en los recursos humanos y normales. En lugar de ejercer fe en Cristo, hicieron cálculos como si fueran comerciantes.
6:8, 9 Uno de sus discípulos, Andrés (1:41; 12:22), hermano de Simón Pedro, le dijo: Aquí está un muchacho, que tiene cinco panes de cebada y dos pececillos; -- Jesús había preguntado, "¿Cuántos panes tenéis? Id y vedlo". Parece que ellos mismos no tuvieron pan y que, por eso, buscaron pan entre la gente. Los panes eran muy pequeños y los pececillos eran del tamaño de sardinas, pues esto era simplemente el alimento para el muchacho, pero al multiplicarse, llegó a ser suficiente para alimentar a cinco mil hombres, aparte de las mujeres y los niños.
Se han enseñado muchas "lecciones" acerca de este muchacho, pero Juan no da importancia al muchacho sino a Cristo. La lección aquí no es, como algunos han enseñado, que un muchacho compartiera su alimento con otros, sino que Jesús podía multiplicar lo poquito que este muchacho tenía para alimentar a una multitud.
-- mas ¿qué es esto para tantos? -- Núm. 11:21-23, 31; 1 Reyes 17:13-16. Andrés y los otros apóstoles no pensaban en el poder de Cristo, sino solamente en lo imposible de alimentar una multitud con cinco panes y dos pececillos. Dios sabe multiplicar lo poco de los hombres consagrados.
6:10 Entonces Jesús dijo: Haced recostar la gente. -- "Entonces mandó a la gente recostarse sobre la hierba" (Mat. 14:19). El recostarse era la postura normal para comer. ¿Qué habrán pensado los apóstoles de este mandamiento? La gente no había comida. ¿Por qué, pues, hacerles recostar? Se requería fe en Cristo para llevar a cabo este mandamiento que no entendían. Por la fe los discípulos obedecen a Cristo aunque no entiendan su mandamiento. Si Jesús les hubiera dicho que subieran árboles, sin duda lo habrían hecho.
¿Qué habrá pensado la gente cuando le dijo que se recostara? ¿Recostarnos para qué? Por la fe se recostaron. Sin entender el propósito del mandamiento, obedecieron al Señor.
Muchos rehúsan bautizarse, diciendo, "¿Por qué debo bautizarme?" Naamán no entendía y no le gustaba el mandamiento de Eliseo y no quería obedecer (2 Reyes 5:11). "Por la fe Abraham, siendo llamado, obedeció para salir al lugar que había de recibir como herencia; y salió sin saber a dónde iba" (Heb. 11:8). Josué y los israelitas habían de rodear la ciudad de Jericó una vez cada día por seis días "y al séptimo día daréis siete vueltas a la ciudad, y los sacerdotes tocarán las bocinas. Y cuando toquen prolongadamente el cuerno de carnero, así que oigáis el sonido de la bocina, todo el pueblo gritará a gran voz, y el muro de la ciudad caerá". ¿Quién podía entender el por qué de tal mandamiento? ¡Se requería mucha fe, una fe grande, para llevarlo a cabo!
-- Y había mucha hierba -- verde, Mar. 6:39; un buen cojín. "En lugares de delicados pastos me hará descansar" (Sal. 23:2).
-- en aquel lugar; y se recostaron (se reclinaron) como en número de cinco mil varones. -- "Hacedlos sentar en grupos, de cincuenta en cincuenta" (Luc. 9:14). Como Pablo hubiera dicho, "Hágase todo decentemente y con orden" (1 Cor. 14:40). Este buen orden hizo posible la distribución ordenada del alimento. De esa manera podían servir a cada persona, sin omitir a nadie.
Nuestro Dios es Dios de orden, como se puede observar en Gén. 1 (la creación del mundo); en Ex. 13:18, "en orden de batalla subieron los hijos de Israel de la tierra de Egipto", LBLA; en Lev. 1:8 (los sacerdotes hijos de Aarón acomodarán las piezas ... sobre la leña que está sobre el fuego que habrá encima del altar"; en Núm. 2 (los campamentos de las doce tribus alrededor del tabernáculo); en Josué 1:14, "vosotros, todos los valientes guerreros, pasaréis en orden de batalla delante de vuestros hermanos, y los ayudaréis" (LBLA); en la participación de la cena del Señor (1 Cor. 11:20-34); y en el uso de los dones del Espíritu Santo (1 Cor. 14:40).
6:11 Y tomó Jesús aquellos panes, y habiendo dado gracias (6:23), -- Sin faltar, antes de comer debemos dar gracias por los alimentos. Los judíos creían que "el que participa de algo sin dar gracias actúa como si estuviera robando a Dios" (BWJ).
"Y tomando los cinco panes y los dos peces, y levantando los ojos al cielo, bendijo, y partió y dio los panes a los discípulos" (Mat. 14:19; también Marcos y Lucas dicen "bendijo"). Al instituir la cena del Señor Jesús, según Mateo 26:26, 27 y Mar. 14:22, 23, Jesús bendijo el pan y dio gracias por la copa; según Lucas (22:17, 19) Jesús dio gracias por el pan y por la copa; según Pablo (1 Cor. 11:24) Jesús dio gracias por el pan y él habla (1 Cor. 10:16) de la copa que bendecimos. Estos textos revelan claramente que al dar gracias por el pan lo bendecimos, y que al dar gracias por la copa la bendecimos.
Compárese Jn. 11:41, "levantando los ojos al cielo, dijo: Padre, gracias te doy por haberme oído".
-- los repartió entre los discípulos (esto se omite en LBLA), -- El Señor Jesús es el Proveedor, pero reparte sus bendiciones a través de sus apóstoles (2 Ped. 3:2).
-- y los discípulos entre los que estaban recostados; -- Que sepamos nadie se negó a recostarse, pero si alguien hubiera rehusado hacerlo, ¿se le habrían dado de comer?
-- asimismo de los peces, cuanto querían. -- Felipe dijo que si compraran "doscientos denarios de pan no bastarían para que cada uno de ellos tomase un poco" (6:7), pero ¿se limitaron a un poco? Dice Juan que Jesús y los discípulos les dieron todo lo que querían.
Dios usa las cosas pequeñas y de poca importancia para hacer maravillas. Recuérdese como Dios usó la vara de Moisés, la honda de David, y la quijada de un asno en manos de Sansón.
Dios pone un cheque en blanco en manos de sus siervos y nos dice que llenemos la cantidad de recursos celestiales que queramos (AWP).
Dice Pablo, "todo es vuestro" (1 Cor. 3:21).
6:12 Y cuando se hubieron saciado (no un poco para cada uno, sino saciado), dijo a sus discípulos: Recoged los pedazos que sobraron, para que no se pierda nada. -- Cristo podía haber alimentado cada día a multitudes, pero "los recursos infinitos, no obstante, no son una excusa para desperdiciar" (GH). Dios no desperdicia nada. Aun los cadáveres de animales y aves son alimento para otras de sus criaturas.
Este texto es una lección clara sobre la necesidad de no desperdiciar las bendiciones de Dios. No somos dueños de nuestros recursos, sino simplemente mayordomos, que darán cuenta a Dios por la administración de ellos.
¿Qué significa el término pródigo? ¿Qué hizo el hijo pródigo? Dice Luc. 15:14, "Cuando todo lo hubo malgastado" (15:30). Compárense Luc. 16:1, "disipador"; Mat. 25:30, "inútil" porque desperdició su talento; Efes. 5:16, aprovechar el tiempo, no desperdiciarlo, no malgastarlo. Dios no quiere que el hombre desperdicie su tiempo, su energía, sus talentos, su dinero, su vida. Si Jesús no quería que los pedazos de pan se perdieran, ¿cuánto menos querrá que algún alma se pierda? (1 Tim. 2:4; 2 Ped. 3:9).
6:13 Recogieron, pues, y llenaron doce cestas (canastos de mimbre) de pedazos, que de los cinco panes de cebada sobraron a los que habían comido. -- Después de alimentar la multitud, no tenían cinco panes y dos pececillos, sino doce canastos de comida.
¿Cómo explican este milagro los modernistas (incrédulos)? Dicen que la lección aquí es que un muchacho pobre compartió su comida con otros y que su falta de egoísmo y su espíritu benévolo provocaba a los demás a hacer lo mismo para que hubiera suficiente comida para todos. Si esto hubiera sido lo que en realidad sucediera, nadie habría pensado que Jesús era el Profeta.
Dice el modernista William Barclay, "Nunca sabremos con exactitud qué fue lo que sucedió en esa verde planicie de Betsaida Julia. Podemos verlo en tres formas. (a) Podemos verlo simplemente como un milagro ... (b) Puede ser que en realidad se haya tratado de una comida sacramental ... lo que cada persona recibió no fue más que un fragmento, como en el sacramento ... (c) Puede haber otra explicación, muy hermosa. No se debe pensar que la multitud emprendió una expedición de catorce kilómetros sin hacer ningún preparativo. Si entre ellos había peregrinos, sin duda tendrían provisiones para el viaje. Pero puede ser que ninguno de ellos haya querido ofrecer lo que tenía, porque con todo egoísmo -- y muy humanamente -- querían guardar todo para sí. Puede ser que Jesús, con su extraña sonrisa, sacó la pequeña provisión que tenía con sus discípulos, con una fe radiante dio gracias a Dios por ella y la compartió con todos. Conmovidos por su ejemplo, todos los que tenían algo lo imitaron; y al final hubo comida suficiente, y más que suficiente, para todos". Esta "explicación" es pura incredulidad. Barclay admite que "podemos verlo como milagro", pero así hablan los modernistas (incrédulos): para ellos, esta explicación es aceptable, pero luego dan otras dos explicaciones que son incorrectas. De esta manera, rechazan la verdad.
6:14 Aquellos hombres entonces, viendo la señal que Jesús había hecho, dijeron: Este verdaderamente es el profeta que había de venir al mundo. -- Deut. 18:15-18; Hech. 3:22, 23. Esto suena bien; están reconociendo a Jesús como el Profeta que había de venir, es decir, el Mesías, el Hijo de David, pero al decir que Cristo era "el profeta" ¿qué concepto tenían de El? Si Cristo era el Profeta (Mesías), ¿por qué no se postraron delante de El, confesando sus pecados y adorándole? El ver. 15 contesta estas preguntas.
6:15 Pero entendiendo Jesús que iban a venir para apoderarse de él y hacerle rey, -- En lugar de someterse a Cristo querían que El se sometiera a los propósitos e intereses de ellos. La Luz estaba con ellos, pero todavía estaban en oscuridad.
Muchas personas seguían a Jesús porque tenían hambre y sed de justicia. Encontraban en El la resolución de sus problemas. Pero este texto (6:15) claramente muestra que algunos judíos querían que su Mesías fuera un rey terrenal que pudiera derrotar a los odiados romanos y librar a los judíos de su opresión. Esto quiere decir que algunos buscaban a Jesús simple y sencillamente para ver cómo y qué tanto El les pudiera ayudar y servir a ellos: p. ej., sanar sus enfermos, alimentar a los hambrientos, y vencer a sus enemigos. Tales personas serían leales a Cristo, con tal que El siguiera dándoles lo que querían.
Los que querían "hacerle rey" querían usar a Jesús para llevar a cabo sus propios propósitos. Jesús había demostrado que tenía poder, mucho poder, porque sanaba a los enfermos y multiplicó a los panes y peces para alimentar a cinco mil hombres. Seguramente tendría poder para llevar a cabo los propósitos políticos de los judíos. El podría darles pan como Dios dio el maná a sus padres. Serían ricos porque las naciones sojuzgadas por Cristo les pagarían tributos como en los días de Salomón.
Tales judíos no querían saber de las bienaventuranzas (Mat. 5:1-12). No querían oír de convertirse y ser como niños (Mat. 18:1-4). No estaban interesados en negarse a sí mismos ni en llevar la cruz de Cristo (Mat. 16:24). No querían ser siervos de Cristo; más bien, querían que El fuera el siervo de ellos. Desde luego, no vino Cristo al mundo para ser servido sino para servir (Mat. 20:28), pero no en el sentido que estos hombres carnales anhelaban. Cristo vino para servir y para dar su vida en rescate por muchos, pero los que querían hacerle rey no querían saber nada de sufrimiento.
No era necesario "hacerle rey", porque Jesús nació para ser rey (Mat. 2:2, "¿Dónde está el rey de los judíos, que ha nacido?"). El plan de éstos que querían hacerle rey no tenía nada en común con el plan de Cristo, porque el reino de Jesús no es de este mundo (Jn. 18:36). Jesús nació para ser Rey, pero también nació para morir por nosotros. El nació para ser "el profeta", y para ser el Rey de reyes, pero también nació para ser el Sacerdote que ofrecería a sí mismo para expiar los pecados del mundo (Heb. 10:12).
-- por lo tanto, volvió a retirarse al monte él solo. -- "Pero Jesús mismo no se fiaba de ellos, porque conocía a todos, y no tenía necesidad de que nadie le diese testimonio del hombre, pues él sabía lo que había en el hombre" (2:24, 25). En esta ocasión otra vez Jesús demostró su deidad, leyendo los pensamientos carnales de estos judíos que querían hacerle rey.
Dice Mat. 14:23, "Despedida la multitud, subió al monte a orar aparte; y cuando llegó la noche, estaba allí solo". Quería estar solo para orar, pero de lo que sucede en seguida parece que pensaba enseñar a sus discípulos otra lección sobre la fe.
6:16 Al anochecer, descendieron sus discípulos al mar, -- "En seguida Jesús hizo a sus discípulos entrar en la barca e ir delante de él a la otra ribera, entre tanto que él despedía a la multitud" (Mat. 14:22). El despedir a sus discípulos le ayudó a despedir también a la multitud.
6:17 y entrando en una barca, iban cruzando el mar hacia Capernaum. Estaba ya oscuro, y Jesús no había venido a ellos. -- Esto indica que ellos habían esperado que Jesús les acompañara. Ahora la fe de los discípulos será probada otra vez. Después de ser testigos del maravilloso milagro de la alimentación de los cinco mil, ¿serán más fuertes para las pruebas?
6:18 Y se levantaba el mar con un gran viento que soplaba. -- No solamente "Estaba ya oscuro, y Jesús no había venido a ellos", sino que también "se levantaba el mar con un gran viento que soplaba", "Y ya la barca estaba en medio del mar, azotada (lit., atormentada) por las olas" (Mat. 14:24). En tales momentos seguramente los apóstoles habrán anhelado la presencia de Jesús. "Jesús hizo a sus discípulos entrar en la barca e ir delante de él a la otra ribera" (Mat. 14:22); esto implica que El también iría a la otra ribera. Pero ¿dónde estará? ¿cuándo vendrá?
Esta prueba de los apóstoles es semejante a la prueba de nosotros cuando en la noche oscura, las olas violentas del mundo nos azotan y atormentan. A veces clamamos al Señor y parece que no nos oye. En tales momentos nuestra fe y nuestra paciencia son probadas.
Pero hay un detalle muy significativo en el relato de Marcos (6:48): "Y viéndoles remar con gran fatiga, porque el viento les era contrario". ¡Jesús no estaba dormido! No era indiferente al problema de sus discípulos. En los momentos difíciles de nuestra vida nos conviene recordar que Jesús nos ve cuando "remamos" con gran fatiga, y está cerca para ayudarnos. ¿Qué hacía Jesús en esos momentos? Oraba al Padre. ¿No estaría orando también por sus discípulos que en la noche oscura y en medio del mar tempestuoso estaban remando con toda su fuerza?
No solamente estaba viéndoles, sino también cuando estaba viéndoles "estaba ya oscuro" (6:17). "Aun las tinieblas no encubren de ti, y la noche resplandece como el día; lo mismo te son las tinieblas que la luz" (Sal. 139:12).
Isa. 30:18 dice, "Jehová esperará para tener piedad de vosotros, y por tanto, será exaltado teniendo de vosotros misericordia; porque Jehová es Dios justo; bienaventurados todos los que confían en él". Espera para tener piedad de nosotros para que sea más evidente y más apreciada su ayuda (AWP).
Pero al mismo tiempo es importante observar que aunque los discípulos podían esperar ayuda del Señor, ¡no dejaron de remar! El Señor ayuda a los que se ayudan a sí mismos.
6:19 Cuando habían remado como veinticinco o treinta estadios (cuatro o cinco kms.), vieron a Jesús que andaba sobre el mar y se acercaba a la barca; -- "vino a ellos" (Mat. 14:25) con poder infinito; pronto les ayudaría.
"Y quería pasarles de largo (LBLA)" (Mar. 6:48), porque El quería que los discípulos le invitaran a bordo. El ayuda solamente a aquellos que quieran su ayuda.
-- y tuvieron miedo. -- "Y los discípulos, viéndole andar sobre el mar, se turbaron, diciendo: ¡Un fantasma! Y dieron voces de miedo" (Mat. 14:26). ¿Qué temieron? Parece que en ese momento pensaban que serían llevados por un espectro.
6:20 Mas él les dijo: Yo soy; no temáis. -- "No se podía equivocar en cuanto a esa voz. Si Isaac conoció la voz de Jacob (Gén. 27:22), Saúl la voz de David (1 Sam. 26:17), y Rode la voz de Pedro (Hech. 21:17), cuanto más los apóstoles conocieron la voz del gran Maestro" (JWM).
Véase Mat. 14:28-31, la tentativa de Pedro de andar sobre el agua.
6:21 Ellos entonces con gusto le recibieron en la barca, -- Reconocieron la voz de Cristo y al oírla querían recibirle en la barca.
-- la cual llegó en seguida a la tierra adonde iban. -- Porque "cuando ellos (Jesús y Pedro) subieron en la barca, se calmó el viento" (Mat. 14:32). "Y subió a ellos en la barca, y se calmó el viento; y ellos se asombraron en gran manera, y se maravillaban. Porque aún no habían entendido lo de los panes, por cuanto estaban endurecidos sus corazones" (Mar. 6:51, 52). Habiendo visto el milagro de la alimentación de los cinco mil, deberían haber entendido que Cristo es verdadero Dios, y por eso, no deberían haberse asombrado tanto cuando El vino a ellos andando sobre el mar. Su dureza de corazón consistía en no comprender que un milagro les habría de preparar para otro. Aparentemente "lo de los panes" no les inducía a adorar a Cristo, pero ahora, después de ver a Jesús andar sobre el mar, rescatar a Pedro, y calmar el viento, estaban listos a proclamar su deidad.
Mateo 14:33 dice, "Entonces los que estaban en la barca vinieron y le adoraron, diciendo: Verdaderamente eres Hijo de Dios".
6:22 El día siguiente, la gente que estaba al otro lado del mar vio que no había habido allí más que una sola barca, y que Jesús no había entrado en ella con sus discípulos, sino que éstos se habían ido solos. -- Entonces ¿dónde estaría Jesús? Si está en este lado, ¿por qué no han regresado sus discípulos para buscarlo?
6:23 Pero otras barcas habían arribado de Tiberias junto al lugar donde habían comido el pan después de haber dado gracias el Señor. -- McGarvey sugiere que los que tenían barcas vieron la multitud y aprovecharon la oportunidad, buscando pasajeros.
6:24 Cuando vio, pues, la gente que Jesús no estaba allí, ni sus discípulos, entraron en las barcas y fueron a Capernaum (frecuentemente Jesús estaba en Capernaúm), buscando a Jesús. -- ¿Todavía querían hacerle rey (v. 15)? ¿Querían comer otra vez? ¿Con qué propósito le buscaban?
6:25 Y hallándole al otro lado del mar, le dijeron: Rabí, ¿cuándo llegaste acá? -- No lo vieron cruzar el mar con sus discípulos, y no había venido con ellos. ¿Cuándo, pues, y cómo llegó? Jesús no perdió tiempo contestando su pregunta, sino que inmediatamente les dijo lo que deberían oír (compárese 3:2, 3).
6:26 Respondió Jesús y les dijo: De cierto, de cierto os digo que me buscáis, no porque habéis visto las señales (no solamente la alimentación de los cinco mil, sino también la sanidad de algunos, 6:2), sino porque comisteis el pan y os saciasteis. -- Otra vez Jesús demuestra su deidad, al leer los pensamientos y propósitos de la gente. El sabía que el interés de ellos no era espiritual sino temporal. Le seguían no porque El les había enseñado, sino porque les había alimentado; no le seguían por amor sino por el pan (MH).
No apreciaban el significado de los milagros de sanar enfermos y multiplicar los panes y peces como señal de Dios que indicaba la identidad divina de Jesús como el Salvador del mundo (4:42). Si lo hubieran hecho, se habrían postrado delante de El, buscando la salvación que El ofrece y adorándole.
Cristo todavía lee los pensamientos de los que se acercan a El. El sabe los pensamientos, secretos, propósitos de todos. El se da cuenta de toda forma de hipocresía. No solamente oye nuestros cantos, sermones y oraciones, sino que también conoce nuestros corazones. Nadie le puede engañar.
6:27 Trabajad, no por la comida que perece, sino por la comida que a vida eterna permanece, la cual el Hijo del Hombre os dará; -- Mat. 6:24-34. Aunque la comida que a vida eterna permanece es de mucho más valor que la comida que perece, lamentablemente esta última es la que la mayoría de los hombres buscan. Aun muchos de los que profesan ser cristianos deben examinar su corazón y dejar de trabajar tanto por la comida que perece.
La iglesia del Señor es columna y baluarte de la verdad (1 Tim. 3:15). Su obra es espiritual. El Señor no le ha entregado un evangelio social; es decir, no le ha dado la obra de benevolencia general (repartir ropa, comida, medicina). No autoriza que las iglesias de Cristo tengan "misioneros médicos" que establezcan clínicas, ni que establezcan asilos para niños, ancianos y otros necesitados. Lo que el mundo debe esperar de la iglesia es la predicación del evangelio para la salvación del alma.
Desde luego, los cristianos son generosos y benévolos, como muchos textos enseñan. Las iglesias deben enviar ayuda a los santos necesitados (1 Cor. 16:1-4; 2 Cor. 8, 9), pero este servicio no tiene nada que ver la propagación del evangelio social.
¿Cómo hemos de trabajar por la comida que a vida eterna permanece? Escudriñar las Escrituras como el viajero escudriña los mapas, pues cada día viajamos en tierra desconocida. Asistir a las reuniones de la iglesia para adorar a Dios y para edificarnos en la fe santísima. Meditar día y noche sobre los preceptos sagrados, las advertencias, las prohibiciones, las promesas, de las Sagradas Escrituras. Observar los verbos empleados por Cristo y el Espíritu Santo en el Nuevo Testamento: trabajar, andar, escudriñar, cantar, adorar, orar, llevar y sobrellevar, amar, dar, guardar, correr, etc. Todos estos verbos se incluyen en la admonición de Jesús de trabajar por la comida que a vida eterna permanece (JBC).
"Trabajad ... por la comida ... la cual el Hijo del Hombre os dará". ¿Son pensamientos conflictivos el trabajar nosotros por la comida y el dárnoslo el Hijo del Hombre? ¿Cómo podemos trabajar por lo que Cristo nos da? Este es un texto clave en el estudio sobre la gracia. ¿Cómo funciona la gracia? Si la salvación es por gracia, ¿puede el hombre hacer algo para participar en su salvación? Según este texto (Jn. 6:27) no hay conflicto alguno entre los dos conceptos: Jesús nos dará y nosotros trabajamos. No hay que escoger entre las dos cosas.
¿Hemos de trabajar por la comida espiritual? Compárese Fil. 2:12; Luc. 13:24. El calvinismo no acepta esto, porque afirma que la salvación es por la gracia sola y por la fe sola, y ni cuenta se da de la inconsecuencia de hablar de dos cosas "solas". Al entender la verdadera naturaleza de la gracia, no habrá dificultad alguna para entender la necesidad de trabajar por la comida espiritual (la salvación), porque la gracia de Dios provee la salvación, y el hombre acepta la salvación. El obedecer, el servir, en fin, el trabajar, es simplemente la aceptación del don de Dios. Los que no trabajan rehúsan aceptarlo.
El fundamento de la creencia de que el hombre no puede trabajar por su salvación es la doctrina falsa de que el hombre nace totalmente depravado y, por eso, que no puede ni siquiera querer creer u obedecer al Señor, pero, en primer lugar, el hombre no nace depravado, y en segundo lugar, Jesús acaba de decir (5:25) que los muertos (los que están muertos en pecados y separados de Dios) oirán su voz y vivirán.
-- porque a éste señaló Dios el Padre (ha marcado con su sello, LBLA). -- 1 Reyes 21:8; Ester 3:12; 8:10; Jer. 32:10; compárese el sello del rey, presidente u otro oficial. Mat. 3:16; 17:5; Hech. 10:38. Señalar significa identificar y aprobar (acreditar), es decir, el Padre claramente estaba indicando que Jesús de Nazaret era el unigénito Hijo de Dios, y que lo aprobaba. (Compárese Apoc. 7:3, aparte de indicar identidad y aprobación, también significa la protección de los siervos de Dios).
Los emisarios de un rey (o del presidente) tienen que presentar sus credenciales para dar prueba de ser aprobados para actuar oficialmente. Así también los milagros que Jesús hacía daban evidencia de que había venido del Padre y que actuaba en su nombre.
6:28 Entonces le dijeron: ¿Qué debemos hacer para poner en práctica (ergazometha, lit., trabajar, Interlineal Lacueva; obrar, VM) las obras de Dios? -- Esta pregunta es semejante a la del joven rico (Mat. 19:16). Los escribas y fariseos requerían purificaciones, etc. (Mat. 15:2); "atan cargas pesadas y difíciles de llevar, y las ponen sobre los hombros de los hombres" (Mat. 23:4). Otras obras requeridas por los hombres son peregrinajes, penitencias, votos, ayunos, duro trato del cuerpo (Col. 2:23), etc. Estos son medios inventados por los hombres para poner en práctica las obras de Dios, pero "en vano me honran, enseñando como doctrinas, mandamientos de hombres" (Mat. 15:9). Al oponerse a tales obras humanas, muchos religiosos rechazan también las obras que el Señor requiere de su pueblo.
La definición de la palabra ergazometha es "trabajar, obrar, poner en práctica"; algunas versiones escogen poner en práctica porque no les gusta la palabra obrar o trabajar con respecto a la salvación del hombre, pero es la misma palabra usada por Pablo en 1 Tes. 4:11, "trabajar con vuestras manos".
¿Qué debemos hacer para obrar las obras de Dios? Esto es precisamente lo que preguntaron. Si Jesús hubiera sido un calvinista, les habría reprendido por hablar de obrar las obras de Dios. Los comentarios calvinistas denuncian esta pregunta como la manifestación carnal de gente que quería ganar o merecer la salvación y justificarse a sí mismos, para que la justificación no fuera de gracia sino de deuda (Rom. 4:4). Considérese la cita siguiente de un calvinista: "La mente carnal ... no es capaz de aceptar el pensamiento de un don. Más bien, el corazón carnal no está dispuesto a humillarse al nivel de un mendigante o un pobre y recibir todo por nada. El pecador quiere hacer algo para merecerlo ... Así fue con el joven rico: 'Maestro bueno, ¿qué bien haré para tener la vida eterna?' (Luc. 18:8) Así fue con los judíos afligidos el día de Pentecostés: 'Varones hermanos, ¿qué haremos?' (Hech. 2:37). Así fue con el carcelero de Filipos: 'Señores, ¿qué debo hacer para ser salvo?' (Hech. 16:30). Así fue con el hijo pródigo: 'hazme como a uno de tus jornaleros' (Luc. 15:19)" (AWP). Este comentario bien ilustra cómo los calvinistas desprecian el hacer o el obrar de parte del hombre con respecto a la salvación.
Por eso, si Jesús hubiera sido calvinista, les habría dicho, "Ustedes no saben nada; tienen mente carnal y no son capaces de aceptar el pensamiento de un don. Su corazón no está dispuesto a humillarse al nivel de un mendigante o un pobre para recibir todo por nada. Más bien, ustedes quieren hacer algo para merecer la salvación. Ustedes no pueden obrar las obras de Dios; olvídense de tales pensamientos. No hablen así". Pero Jesús no les reprochó de esa manera. ¿Por qué preguntaron acerca de qué pudieran hacer para obrar las obras de Dios? Porque Jesús acabó de decirles, "Trabajad ... por la comida que a vida eterna permanece".
6:29 Respondió Jesús y les dijo: Esta es la obra de Dios, que creáis en el que él ha enviado (6:35, 36, 40, 47). -- El creer del hombre es la obra de Dios. ¿Significa esto que Dios da la fe al hombre como don? Algunos tuercen Efes. 2:8, afirmando que la fe es don de Dios, cuando en realidad en ese texto Pablo dice que la salvación es don de Dios.
Pero obsérvese bien que la fe es una obra, una obra hecha por el hombre. El hombre es responsable por su salvación. Tiene que hacer algo para ser salvo. No puede proveer un Salvador, pero sí puede creer en el Salvador que Dios provee, y obedecer lo que El nos manda.
Ahora bien, los que creen que la fe es don de Dios insisten en que el hombre no hace nada, pero muchísimos sectarios creen que el hombre mismo tiene que creer, pero si el hombre tiene que creer, entonces es obvio que el hombre tiene que hacer algo. Los que reconocen que el hombre tiene que creer reconocen al mismo tiempo que la salvación es condicional. La fe, pues, es una condición o requisito de la salvación. El hombre tiene que cumplir con este requisito.
También todos reconocen que el hombre tiene que arrepentirse para ser salvo. Nadie lo niega. También todos saben que es necesario confesar a Cristo. ¿Quién creerá que sin confesar a Cristo se puede salvar? ¿Quién creerá que sin invocar el nombre del Señor el hombre se puede salvar? ¿Quién creerá que sin amar a Dios, el hombre se puede salvar? En realidad, nadie cree en la salvación por la fe sola, pues todos saben que el hombre tiene que cumplir con ciertos requisitos: amar a Dios, creer en Dios y en Cristo, arrepentirse de los pecados, confesar a Cristo como el Hijo de Dios, invocar al Señor, etc.
Hay un solo requisito, nombrado por Cristo y los apóstoles (por el Espíritu Santo, pues), que muchos sectarios rechazan: el bautismo en agua para perdón de pecados. Para ellos el hombre puede cumplir con todos los demás requisitos y la salvación sigue siendo por la gracia sola y por la fe sola, pero dicen que el bautismo es obra y que los que se bautizan para perdón de pecados quieren merecer la salvación. ¡Qué inconsecuencia! ¡Qué insensatez! En esto Satanás ha ganado una victoria de proporciones incalculables, porque con esta falsa doctrina ha engañado a millones de personas.
Si el hombre tiene que cumplir con cierto requisito (la fe), entonces ¿cuál es la diferencia entre el cumplir con ese requisito y el cumplir con los otros requisitos nombrados por el Señor?
Satanás ha convencido a muchísimas personas que si solamente creen en Cristo no hacen nada (no obran), pero que si se bautizan, hacen algo y que obran para merecer la salvación. Considérense el confesar a Cristo y el invocar su nombre. ¿Se puede negar que estas dos cosas son actos de obediencia? Si se supone que el creer es simplemente un acto mental y que el bautismo es un acto físico, ¿no son actos físicos el confesar y el invocar con la boca? ¿Puede alguno confesar e invocar sin hacer algo con el cuerpo (la boca)? En esto vemos la inconsecuencia de los que abogan por la salvación por la fe sola.
6:30 Le dijeron entonces: ¿Qué señal, pues, haces tú, para que veamos, y te creamos? ¿Qué obra haces? -- ¿Cuándo hicieron esta pregunta? ¡Un solo día después del milagro de multiplicar los panes y peces! Así es la carnalidad de los que buscan señales. Quieren señal tras señal y nunca se satisfacen. Con razón Jesús dijo, "La generación mala y adúltera demanda señal; pero señal no le será dada, sino la señal del profeta Jonás" (Mat. 16:4). Hoy en día al gozar de las múltiples bendiciones diarias de Dios muchos preguntan ¿y quién es Dios para que creamos en El?
Jesús "estaba asombrado de la incredulidad de ellos" (Mar. 6:6) y ¿no estará asombrado de la incredulidad de tanta gente ahora? La mayoría de los intelectuales no quieren ocupar el estado digno y exaltado de hijos de Dios, sino que proclaman que el hombre es descendiente de animales inferiores -- ¿un animal inferior puede tener descendientes superiores? -- y dicen que los hombres, ratones y gusanos tienen el mismo destino (JBC).
Muchísimas personas no quieren creer en Dios, pero de todo corazón creen en la hechicería y otras prácticas ocultas del diablo.
La lógica de los incrédulos modernos no es mejor que la de los de Nazaret. Estos pensaban: "Este Jesús es uno de nosotros. Nosotros no somos nada. Por eso, él no es nada".
6:31 Nuestros padres comieron el maná en el desierto, como está escrito (Neh. 9:15): Pan del cielo les dio a comer. -- Esto confirma que Jesús descubrió los pensamientos de su corazón (6:26). La mujer samaritana le recordó a Jesús del pozo que Jacob les dio (4:12); aquí la gente le recuerda del maná que los padres comieron.
La gente vio el milagro de la alimentación de los cinco mil, pero en lugar de reconocer a Jesús como el Mesías, pide otra señal y le recuerda del maná en el desierto. ¿Menospreciaban el milagro de Jesús con la implicación de que el maná que alimentó a los millones de Israel había durado por cuarenta años? ¿Querían que Jesús les diera de comer cada día (o tres veces al día) durante el resto de la vida para superar la señal del maná en el desierto y para demostrar que El era superior a Moisés?
Dios proveyó el maná para sostener a su pueblo durante los cuarenta años que estuvieron en el desierto, pero al alimentar a los cinco mil Jesús no solamente proveyó alimento, sino que les dio señal para que creyeran en El.
6:32 Y Jesús les dijo: De cierto, de cierto os digo: No os dio Moisés el pan del cielo, mas mi Padre os da el verdadero pan del cielo. -- El maná no era el verdadero pan, porque aunque los israelitas comieron el maná siempre murieron. Los panes de cebada no eran el pan verdadero porque los cinco mil varones lo comieron y ahora, el día siguiente, quieren comer otra vez. El maná era una maravilla. El pan de cebada era otra maravilla. Cristo Jesús, sin embargo, era la maravilla de maravillas, porque El es el verdadero pan del cielo que nos da vida eterna.
6:33 Porque el pan de Dios es aquel que descendió del cielo y da vida al mundo. -- No solamente a los israelitas, sino a todos.
6:34 Le dijeron: Señor, danos siempre este pan. -- Compárese 4:15, "La mujer le dijo: Señor, dame esa agua, para que no tenga yo sed, ni venga aquí a sacarla". Desde luego, no querían el pan del cual Jesús hablaba, como se puede ver después (6:66).
6:35 Jesús les dijo: Yo soy el pan de vida; -- Jesús dijo, Yo soy la luz del mundo, Yo soy la puerta, Yo soy el buen pastor, Yo soy la resurrección y la vida, Yo soy el camino, la verdad y la vida, Yo soy la vid y vosotros los pámpanos.
-- el que a mí viene, nunca tendrá hambre; y el que en mí cree, no tendrá sed jamás. -- Cristo se entregó a sí mismo para satisfacer toda necesidad y todo deseo del alma.
6:36 Mas os he dicho, que aunque me habéis visto, no creéis. -- Jesús mismo era la señal principal. Lo habían visto y lo conocieron, pero no creyeron y seguían buscando señales. Por eso Jesús expresa lo desesperado de la situación, porque si alguno, al ver la luz del sol, sentir su calor y ser testigo de su poder vivificador, todavía rehúsa creer en el sol, entonces ¿con qué señal se le puede demostrar la existencia del sol? (JWM). Véanse 8:19; 12:44, 45; 14:9. Escudriñaban las Escrituras que hablaban de El (6:39), pero querían vida eterna sin Cristo (querían la vida sin la Vida).
6:37 Todo lo que el Padre me da, vendrá a mí; -- 6:39, 44. ¿A quiénes dio el Padre a Cristo? ¿Cómo lo hizo? Muchos creen que la gracia es irresistible, que arbitrariamente Dios elige a ciertos individuos y los trae a Cristo con algún acto soberano (es decir, les da una llamada "experiencia de gracia").
Pero los vers. 44, 45 claramente explican el proceso. El Padre dio la ley de Moisés como ayo (guardián, tutor) para llevar a los judíos a Cristo (Gál. 3:24). Véase Luc. 24:44, Cristo cumplió las figuras y profecías de la ley, los profetas y los salmos. De esta manera Dios llevó (dio) al pueblo a Cristo.
Desde luego, El da a Cristo solamente los que creen en El y obedecen al evangelio. Estos tienen que renacer, Jn. 3:3, 5. Los que vienen a Cristo son los que nacen del agua y del Espíritu. Cristo no hace acepción de personas (Hech. 10:34, 35), sino que enseña e invita a todos. Cristo murió por todos (1 Jn. 2:2) y el evangelio debe ser predicado a todos (Mat. 28:19; Mar. 16:15), pero los elegidos de Dios son los que son llamados por el evangelio (2 Tes. 2:13, 14); es decir, los que oyen el evangelio y lo obedecen. Estos son los que son enseñados por Dios (6:44, 45). Esta explicación está comprobada en el libro de Hechos de los Apóstoles, el libro que registra ejemplos de la conversión.
Los que no aceptaron a Cristo y al evangelio demostraron que no eran su pueblo. Véase 10:16; compárese Hech. 13:45-48, los judíos rebeldes se juzgaban a sí mismos como indignos de la vida eterna, pero los gentiles con gozo aceptaron el evangelio y de esa manera demostraron que estaban "ordenados para vida eterna". De esta clase de gente Dios habla en Hech. 18:10, "Tengo mucho pueblo en esta ciudad".
Así pues, la incredulidad de los judíos demostraba que ellos no fueron dados a Cristo por el Padre, es decir, que en realidad no eran el pueblo de Dios como suponían. Cristo condena su orgullo al decirles que no eran dignos de ser su pueblo.
-- y al que a mí viene, no le echo fuera. -- Estos textos no dicen que los hijos de Dios no pueden caer de la gracia (Gál. 5:4; Jn. 10:6), sino que Dios es fiel y hará todo lo necesario por lograr la salvación eterna de los que vienen a Cristo. Véase 10:27, 28, "no perecerán jamás, ni nadie las arrebatará de mi mano", pero a pesar del amor y protección del Señor, las ovejas pueden descarriarse y dejar de seguir a Cristo (dejar de creer en El). Véase también Rom. 8:38, 39. Estos textos hablan de la fidelidad de Dios, que todos pueden confiar plenamente en su ayuda y protección, pero no enseñan que los creyentes no pueden caer.
6:38 Porque he descendido del cielo, -- Esta afirmación es otra confirmación de que Cristo nació de una virgen, pues era hombre, nacido de mujer, pero no tenía padre humano.
-- no para hacer mi voluntad, sino la voluntad del que me envió. -- Las obras de Jesús eran las obras del Padre. La voluntad del Padre era que a través de Cristo un pueblo fuera llamado por el evangelio, perdonado, santificado y transformado a la imagen divina, para poder vivir con Dios en el cielo.
6:39 Y esta es la voluntad del Padre, el que me envió: Que de todo lo que me diere, -- Todos los que obedecen al evangelio son dados a Cristo por el Padre. La salvación es el don de Dios (Efes. 2:8; Rom. 6:23).
-- no pierda yo nada, sino que lo resucite -- Cristo no pierde a los que vienen a El por causa de la muerte física, porque los resucitará.
-- en el día postrero. -- vers. 39, 40, 44, 54; compárese 5:28, 29.
6:40 Y esta es la voluntad del que me ha enviado: Que todo aquel que ve al Hijo, y cree en él, tenga vida eterna; y yo le resucitaré en el día postrero. -- Compárese 6:54. En los dos textos habla de la resurrección y la vida eterna. Aquí en 6:40 dice que esta bendición es para todo aquel que cree en El, y en 6:54 dice que la misma bendición es para el que come su carne y bebe su sangre. Por eso, comer su carne y beber su sangre quiere decir creer en El.
6:41, 42 Murmuraban entonces de él los judíos, porque había dicho: Yo soy el pan que descendió del cielo. Y decían: ¿No es éste Jesús, el hijo de José, cuyo padre y madre nosotros conocemos? ¿Cómo, pues, dice éste: Del cielo he descendido? -- Se escandalizaron porque Jesús dijo que había descendido del cielo y, por eso, sería mayor que Moisés y los profetas, sacerdotes y reyes de Israel. Creían que podían refutar lo que El decía hablando de su familia; es decir, que no es del cielo sino de Nazaret.
6:43, 44 Jesús respondió y les dijo: No murmuréis entre vosotros. Ninguno puede venir a mí, si el Padre que me envió no le trajere; -- helkusei, arrastrar como una red (21:6, 11, Pedro "sacó la red a tierra"), atraer (arrastrar) mediante la cruz (12:32). Aunque les había dado los panes y peces, no querían reconocer que el carpintero de Nazaret era el pan que descendió del cielo. Por eso, no fueron traídos a Cristo por el Padre.
Hablan los calvinistas de la gracia irresistible. "Cuando Jesús se refiere a la actividad divina de traer, emplea un término que indica claramente que esto significa más que influencia moral. El Padre no se limita a rogar o a aconsejar -- ¡trae! ... indica una actividad muy poderosa -- incluso, podríamos decir, irresistible. Claro está, el hombre resiste, pero su resistencia es ineficaz" (GH). Pero la verdad es que el Padre trae a Cristo solamente a los que creen en El como el Hijo de Dios y obedecen al evangelio. Dios simplemente no puede traer a los demás a Cristo, porque su único poder para la salvación es el evangelio (Rom. 1:16). El evangelio es la única red.
-- y yo le resucitaré en el día postrero. -
6:45 Escrito está en los profetas: Y serán todos enseñados por Dios. Así que, todo aquel que oyó al Padre, y aprendió de él, viene a mí. -- Dicen los calvinistas que "No es cierto que 6:45 anule o, por lo menos, debilite 6:44. La expresión, Escrito está en los profetas: Y serán todos enseñados por Dios, no coloca en modo alguno en manos de los hombres el poder de aceptar a Jesús como Señor" (GH). Tal enseñanza hace que Dios sea responsable por la salvación del hombre, no solamente al proveer la salvación sino también en cuanto a la aceptación de ella. Aquí está la sencilla verdad que los calvinistas rehúsan aceptar: Dios sí provee la salvación, pero el hombre tiene que aceptarla.
6:46 No que alguno haya visto al Padre, sino aquel que vino de Dios (1:1, 14; 7:29; 16:27; 17:8); éste ha visto al Padre -- Al ver a Cristo, vemos al Padre (8:19; 12:45; 14:9). Esta es la única manera de ver al Padre. Cristo es el camino al Padre (14:6). Aparte de Cristo el hombre no tiene acceso al Padre. Efes. 2:18, "Por medio de El ... tenemos entrada ... al Padre".
6:47 De cierto, de cierto os digo: El que cree en mí, tiene vida eterna.-- El creer en Cristo equivale a recibirlo como el pan de vida, el pan que descendió del cielo. En cuanto a la posesión de la vida eterna, véase el comentario sobre 5:24.
6:48, 49 Yo soy el pan de vida. Vuestros padres comieron el maná en el desierto, y murieron. -- Como la vida física se sostiene por medio del pan literal, la vida eterna es obtenida solamente por medio de Cristo. De todos los más de 600,000 hombres incluidos en el primer censo, todos murieron en el desierto excepto Caleb y Josué. Así pues, aunque el maná vino directamente del cielo, solamente dio vida física, porque todos los que comieron de él murieron. Dice Josué 5:12 que cuando los israelitas cruzaron al Río Jordán y llegaron a Gilgal, "El maná cesó el día siguiente, desde que comenzaron a comer del fruto de la tierra; y los hijos de Israel nunca más tuvieron maná, sino que comieron de los frutos de la tierra de Canaán aquel año".
6:50 Este es el pan que desciende del cielo, para que el que de él come, no muera. -- Cristo es el pan sobrenatural, el alimento para el alma, que da vida eterna. El que come de este pan muere físicamente, pero no muere espiritualmente.
6:51 Yo soy el pan vivo (6:35, 41, 48) que descendió del cielo; si alguno comiere de este pan, vivirá para siempre; y el pan que yo daré es mi carne (1 Ped. 3:18; Efes. 2:15; Col. 1:22; Heb. 10:20), la cual yo daré por la vida del mundo. -- Se refiere a su muerte que sería el sacrificio perfecto por los pecados del mundo (3:37; 4:42; 1 Jn. 3:16; Mat. 20:28; Gál. 3:13; 2 Cor. 5:14; Rom. 5:8; Isa. 53:10; 1 Ped. 2:24). En esto vemos, pues, que al comer este pan de vida la gente tiene que creer no solamente en Cristo sino en el Cristo que había de morir, ser sepultado y resucitar para salvarnos de los pecados. "Jesús ha presentado aquí a esta multitud galilea el hecho central de su muerte expiatoria por la vida espiritual del mundo" (ATR).
Desde luego, es mucho más fácil entender estas palabras después de la muerte de Jesús. Recuérdese que ni siquiera los apóstoles entendían a Jesús cuando hablaba de su muerte (Mat. 16:21-23).
6:52 Entonces los judíos contendían entre sí, -- Véanse 7:12, 40; 9:16; 10:19; había mucho desacuerdo entre la gente acerca de Jesús.
-- diciendo: ¿Cómo puede éste darnos a comer su carne? -- No entendían porque no estaban dispuestos a entender. "Por eso les hablo por parábolas: porque viendo no ven, y oyendo no oyen, ni entienden" (Mat. 13:13).
6:53 Jesús les dijo: De cierto, de cierto os digo: Si no coméis la carne del Hijo del Hombre, y bebéis su sangre, no tenéis vida en vosotros (Col. 3:3). -- Jesús sabía que no había seriedad en ellos y que no amaron la verdad; por eso, en lugar de explicar la figura, la hace aun más fuerte, más gráfica. Jesús no contestó su pregunta, sino que enfatizó la necesidad de participar de su cuerpo y sangre. La palabra sangre recalca el pensamiento de su muerte y el poder vivificador de ella. En la apropiación de la carne y la sangre de Jesús, esta vida espiritual fluye de la vida de Jesús (vers. 56, 57) (HAWM). Ya se acercaba la fiesta de la Pascua en la cual los judíos comían la carne del cordero pascual, pero en esa Pascua se ofrecería el Cordero de Dios que quita los pecados del mundo (1:29; Heb. 9:22; 1 Ped. 1:18; Hech. 20:28; Efes. 1:7; Apoc. 5:9). A ese sacrificio Jesús se refiere, y a la necesidad de que aprovechemos el beneficio de ese sacrificio para obtener el perdón de los pecados.
Jesús emplea esta figura tan gráfica para impresionar profundamente la mente de los oyentes. Ellos recordarían a través de los años este lenguaje. El lenguaje de Cristo quedaría fijo en la mente de la gente por causa de su naturaleza diferente y extraña. El simbolismo del Apocalipsis tiene el mismo propósito. De hecho lo mismo se puede decir de todo lenguaje figurado. ¿Quién puede olvidar la historia del hijo pródigo o del buen samaritano?
En este texto Jesús emplea palabras figuradas para enfatizar la necesidad de unirse a El por medio de creer en El (como el perfecto sacrificio por los pecados del mundo) y obedecer al evangelio. De esta manera se recibe el alimento necesario del alma. Al creer en Cristo y arrepentirnos del pecado, nos crucificamos con El y somos sepultados con El y resucitados con El en el bautismo (Rom. 6:4; Col. 2:12); es decir, aceptamos y practicamos sus enseñanzas (obedecemos al evangelio y perseveramos en la doctrina de Cristo y los apóstoles). De esta manera asimilamos este alimento esencial, uniéndonos a El como El se unió al Padre (17:21-23). La vida, pues, en este texto (y a través de los escritos de Juan) no significa simplemente la existencia consciente con Dios, sino la comunión con Dios.
La preposición griega eis (en) lleva la idea de hacia (p. ej., "id a (eis) la ciudad", Mat. 26:16). Metafóricamente tiene el mismo sentido. Considérense los siguientes textos que explican esta relación con Cristo:
(1) Mat. 28:19, "Por tanto, id, y haced discípulos a todas las naciones, bautizándoles en (eis) el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo"; es decir, el bautizado entra en la relación aceptable con Dios.
(2) Rom. 6:3, "¿O no sabéis que todos los que hemos sido bautizados en (eis) Cristo Jesús, hemos sido bautizados en (eis) su muerte". Jesús derramó su sangre en su muerte; por eso, hemos sido bautizados en su muerte, para que la sangre de Cristo nos limpie de todo pecado.
(3) Rom. 6:4, "Porque somos sepultados juntamente con él para (en, eis, la) muerte por el bautismo, a fin de que como Cristo resucitó de los muertos por la gloria del Padre, así también nosotros andemos en vida nueva". ¡Somos sepultados con Cristo!
Entonces, habiendo entrado en esta relación de favor con Dios, es necesario "que habite Cristo por la fe en vuestros corazones" (Efes. 3:17). "Porque para mí el vivir es Cristo, y el morir es ganancia" (Fil. 1:21). "Porque habéis muerto, y vuestra vida está escondida con Cristo en Dios. Cuando Cristo, vuestra vida, se manifieste, entonces vosotros también seréis manifestados con él en gloria" (Col. 3:3, 4).
No nos unimos a una denominación -- como hacen muchísimas personas religiosas -- sino a Cristo; somos agregados a El (Hech. 11:24). Somos bautizados en un cuerpo (1 Cor. 12:13) y su cuerpo es su iglesia (Efes. 1:22, 23).
Por lo tanto, no se debe enseñar que este texto (6:53) se refiere específica o solamente a la cena del Señor. La cena del Señor es solamente una parte -- una parte muy esencial, muy importante -- de lo que se llama comer su carne y beber su sangre. Sin embargo, es necesario explicar que varios comentaristas quieren totalmente excluir la cena -- como también el bautismo -- de este lenguaje de Jesús, porque "jamás ninguna iglesia cristiana ha profesado la absoluta necesidad de la cena para tener la vida del Salvador ... la misma observación sobre la relación de la conversación de Jesús y Nicodemo con el bautismo que Jesús ordenó a sus discípulos practicar ... los símbolos visibles importaban poco al autor del evangelio del espíritu" (B-S). En este comentario es obvio que se quiere excluir la cena y el bautismo del lenguaje de Cristo, puesto que Cristo enfatiza que es indispensable comer su cuerpo y beber su sangre. Si admitieran que esta figura puede incluir la cena, entonces esto haría que un acto físico fuera necesario para tener comunión con Cristo y para ellos este concepto es intolerable. Para ellos la fe y la fe sola procura la comunión con Cristo, sin ningún acto de obediencia.
Pero nos extraña que el autor citado arriba, después de reconocer que Jn. 3:5 de veras se refiere al bautismo, proclamara que este acto no es necesario para tener comunión con Cristo, aunque Cristo claramente dijo, "el que no naciere de agua y del Espíritu, no puede entrar en el reino de Dios". Si alguno no puede entrar en el reino de Dios, ¿puede tener comunión con Cristo?
Además, verdaderamente es esencial la participación de la cena del Señor el primer día de la semana (Hech. 20:7) para seguir teniendo comunión con Cristo (1 Cor. 10:16).
6:54 El que come mi carne y bebe mi sangre, tiene vida eterna; y yo le resucitaré en el día postrero. -- Jesús dice en 6:40 que "Esta es la voluntad del que me ha enviado: Que todo aquel que ve al Hijo, y cree en él, tenga vida eterna; y yo le resucitaré en el día postrero", y en 6:54 hace la misma promesa a "El que come mi carne y bebe mi sangre". Por lo tanto, tenemos que concluir que el comer su carne y beber su sangre equivale a venir a Cristo y creer en El, es decir, aceptar y obedecer al evangelio.
Todos saben la importancia del pan (alimento físico) para el cuerpo; también tenemos que entender que el pan espiritual (Cristo) es indispensable para el espíritu o alma.
6:55 Porque mi carne es verdadera comida, y mi sangre es verdadera bebida. -- En esto Cristo habla de sí mismo como el sacrificio para expiar los pecados del mundo. Para recibir este beneficio es necesario que obedezcamos de corazón el evangelio y ser reconciliados con Dios, tener comunión con Dios (ser "participantes de la naturaleza divina", 2 Ped. 1:4), y cada vez más transformarnos en la imagen de Cristo (Rom. 8:29; 2 Cor. 3:18).
6:56 El que come mi carne y bebe mi sangre, en mí permanece, y yo en él. -- La palabra permanece es término clave para entender este texto. El comer la carne y beber la sangre de Cristo significa recibir los beneficios de la muerte de Cristo por medio de la obediencia al evangelio, y estar espiritualmente unidos a El, y tener comunión con El (es decir, participar de toda bendición espiritual, como también participar en su servicio).
Obsérvese en otros textos lo que Juan dice acerca de vivir o permanecer en Cristo:
-- 11:25, 26, "Yo soy la resurrección y la vida; el que cree en mí, aunque esté muerto, vivirá. Y todo aquel que vive y cree en mí, no morirá eternamente".
-- 15:4-6, "Permaneced en mí, y yo en vosotros. Como el pámpano no puede llevar fruto por sí mismo, si no permanece en la vid, así tampoco vosotros, si no permanecéis en mí. Yo soy la vid, vosotros los pámpanos; el que permanece en mí, y yo en él, éste lleva mucho fruto; porque separados de mí nada podéis hacer. El que en mí no permanece, será echado fuera como pámpano, y se secará; y los recogen, y los echan en el fuego, y arden". En los escritos de Juan permanecer en el Señor significa tener comunión con El.
-- 17:21-23, "para que todos sean uno; como tú, oh Padre, en mí, y yo en ti, que también ellos sean uno en nosotros ... Yo en ellos, y tú en mí, para que sean perfectos en unidad". Debemos unirnos a Cristo como El se une al Padre, para que seamos "perfectos en unidad".
-- 1 Jn. 2:6, "El que dice que permanece en él, debe andar como él anduvo". Si nos unimos a El y tenemos comunión con El, andaremos como El anduvo.
-- 1 Jn. 2:24, "Si lo que habéis oído desde el principio permanece en vosotros, también vosotros permaneceréis en el Hijo y en el Padre". Esto indica que para unirnos a Cristo y al Padre tenemos que retener la enseñanza que nos fue entregada por Cristo y los apóstoles (Hech. 2:42; Jn. 14:26; 1 Jn. 4:6). Solamente los que tienen comunión con los apóstoles pueden tener comunión con el Padre y el Hijo (1 Jn. 1:3).
-- 1 Jn. 3:6-9, "Todo aquel que permanece en él no peca" (es decir, practica el pecado, ver. 8). El cristiano tropezará de vez en cuando y al hacerlo tiene perdón si acude a su Abogado y confiesa su pecado (1 Jn. 1:8-2:2), pero el cristiano no persiste en la práctica (habitual, continua) del pecado porque ahora participa o tiene comunión (habitual y continua) con Cristo.
-- 1 Jn. 3:24, "Y el que guarda sus mandamientos permanece en Dios".
-- 1 Jn. 4:12, "Si nos amamos unos a otros, Dios permanece en nosotros".
-- 1 Jn. 4:15, "Todo aquel que confiese que Jesús es el Hijo de Dios, Dios permanece en él, y él en Dios".
-- 1 Jn. 4:16, "el que permanece en amor, permanece en Dios, y Dios en él".
6:57 Como me envió el Padre viviente, y yo vivo por (causa de, MV) el Padre, asimismo el que me come, él también vivirá por mí. -- Cristo nos hace partícipes de la vida verdadera que procede del Padre. "Yo soy la resurrección y la vida; el que cree en mí, aunque esté muerto, vivirá. Y todo aquel que vive y cree en mí, no morirá eternamente" (11:25, 26); "Porque yo vivo, y vosotros también viviréis" (14:19).
6:58 Este es el pan que descendió del cielo; no como vuestros padres comieron el maná, y murieron; el que come de este pan, vivirá eternamente. -- Una vez más se refiere a lo que los judíos dijeron (ver. 31). La palabra murieron es el punto clave: ellos comieron de ese pan y murieron. Por eso, no era el pan verdadero (duradero).
6:59 Estas cosas dijo en la sinagoga, enseñando en Capernaum. -- ¿La sinagoga construida por el centurión, Luc. 7:1, 5?
6:60 Al oirlas, muchos de sus discípulos dijeron: Dura es esta palabra; -- La palabra dura no significa que ellos no podían entender que el lenguaje de Jesús era figurado. No fue que ellos pensaran que Jesús esperara que literalmente se comiera su cuerpo y se bebiera su sangre. Eso no fue el problema. Todo el problema fue que esta enseñanza de Cristo hizo clara la necesidad de su muerte. Tal enseñanza fue muy desagradable para ellos. No era dura para entender, sino dura para aceptar que El había descendido del cielo y que traía beneficios espirituales, y que no pensaba establecer un reino terrenal como ellos querían (6:15).
Si esta enseñanza de Jesús hubiera sido muy dura para entender, y si sus discípulos hubieran sido sinceros, habrían pedido una aclaración de lo que decía. Compárese Mat. 13:36, "Explícanos la parábola de la cizaña del campo"; entonces Jesús les explicó la parábola. De esta manera, a través de la enseñanza entendida, Dios trae a los hombres a Cristo. Pero en esta ocasión muchos de sus discípulos no pidieron explicación, sino que murmuraban y dijeron, "Dura es esta palabra", y volvieron atrás. Es obvio que a ellos no les gustó lo que Jesús decía.
-- ¿quién la puede oír? -- Su enseñanza era dura -- difícil de aceptar -- para los que esperaban que Cristo ocupara un trono terrenal y que proveyera no solamente libertad del yugo de Roma, sino pan físico en abundancia y muchas otras bendiciones materiales.
6:61 Sabiendo Jesús en sí mismo que (no solamente los incrédulos sino también) sus discípulos murmuraban de esto, -- Aquí está otra demostración de la omnisciencia de Cristo, porque solamente Dios puede leer los pensamientos de los hombres.
-- les dijo: ¿Esto os ofende (os escandaliza, LBLA; os hace tropezar, margen)? -- ¿Qué les hizo tropezar? Véase el ver. 51, "el pan que yo daré es mi carne, la cual yo daré por la vida del mundo" y que al comer su cuerpo y beber su sangre, ellos también estarían de alguna manera involucrados en tal sacrificio. Ya hemos visto en Mat. 16:21-23 que tal pensamiento hizo tropezar a los apóstoles, al igual que a los judíos (Jn. 12:34, "Nosotros hemos oído de la ley, que el Cristo permanece para siempre. ¿Cómo, pues, dices tú que es necesario que el Hijo del Hombre sea levantado?"). Compárense 1 Cor. 1:23, "Cristo crucificado, para los judíos ciertamente tropezadero"; Gál. 5:11, "el tropiezo de la cruz").
Muchas personas tropezaron por causa de la enseñanza de Cristo sobre varios asuntos: (1) 16:1; (2) Mat. 11:2-6; (3) Mat. 15:12; (4) Mat. 19:10; (5) 1 Cor. 1:23; Gál. 5:11, el tropiezo de la cruz. (6) La enseñanza de Jesús de que los desobedientes serán castigados en el infierno es una palabra dura para los testigos del Atalaya, los adventistas y otros materialistas. Les hace tropezar.
6:62 ¿Pues qué, si viereis al Hijo del Hombre subir adonde estaba primero? -- Es decir, si viereis, etc., ¿no sería causa de tropiezo aun más grande?
Estas últimas palabras se refieren nuevamente a la preexistencia de Cristo (1:3, 14, 18; 3:13; 17:5). Afirman que Cristo descendió del cielo y que volvería al cielo. Esta es la única vez durante su ministerio personal que Jesús habló en términos explícitos de su ascensión al cielo.
Hasta ese momento los apóstoles siguieron preguntando acerca de la restauración del reino a Israel (Hech. 1:6), pero al verlo ascender al cielo (Hech. 1:9-11) podían entender que Cristo no ocuparía un trono terrenal, sino su trono en el cielo (Hech. 2:32-36).
6:63 El espíritu es el que da vida; -- 3:5; Rom. 8:2; 1 Cor. 2:4. La regeneración es la obra eficaz del Espíritu Santo obrando a través de su palabra (1 Ped. 1:23-25).
-- la carne para nada aprovecha; -- "los cuales no son engendrados de sangre, ni de voluntad de carne" (1:13); "Lo que es nacido de la carne, carne es; y lo que es nacido del Espíritu, espíritu es" (3:6).
-- las palabras que yo os he hablado son espíritu y son vida. -- Aquí está otro texto clave: Las palabras (las enseñanzas) de Jesús nos proporcionan la vida espiritual. Aunque alguno no entienda con toda claridad el ver. 54, sin problema alguno podrá entender que las palabras o enseñanzas de Cristo nos darán vida espiritual si las obedecemos y practicamos.
Debemos creer con todo el corazón en la fuerza y vitalidad inherente de la palabra de Cristo (la Palabra de Dios), porque (1) produce fe, Rom. 10:17; (2) nos hace sabios para la salvación (2 Tim. 3:14, 15); (3) efectúa el nuevo nacimiento (1 Ped. 1:23-25); (4) purifica nuestras almas (1 Ped. 1:22); (5) santifica nuestras almas (Jn. 17:17); (6) nos hace libres (Jn. 8:32); y (7) nos da la herencia celestial (Hech. 20:32).
Con estas palabras Cristo da el resumen de la superioridad del espíritu sobre la carne. "Trabajad, no por la comida que perece, sino por la comida que a vida eterna permanece, la cual el Hijo del Hombre os dará" (6:27).
6:64 Pero hay algunos de vosotros que no creen. Porque Jesús sabía desde el principio quiénes eran los que no creían (2:23-25; 8:31), y quién le había de entregar -- Luc. 6:16, la única vez que se llama "traidor".
6:65 Y dijo: Por eso os he dicho que ninguno puede venir a mí, si no le fuere dado del Padre. -- Los que son atraídos o dados por el Padre son los que aprenden el evangelio (6:44, 45) y, estando convencidos de la deidad de Cristo, vienen a Cristo con el propósito sano de obedecerle y seguirle, pero los que "seguían" a Jesús por los panes y los peces, o para hacerle rey, etc. no fueron atraídos o dados por el Padre.
6:66 Desde entonces muchos de sus discípulos volvieron atrás (a lo de atrás, FL) -- Volvieron a lo que habían dejado para seguir a Jesús (MRV). "Le dijeron: Señor, danos siempre este pan" (6:34), es decir, pan material, como el maná y el pan que Jesús dio a los cinco mil. Cuando se dieron cuenta de que Jesús no les daría pan material, volvieron atrás.
-- y ya no andaban con él. -- Habían andado con Jesús por acá y por allá para ver sus señales, para ser sanados, para comer panes y peces, y para escuchar sus enseñanzas, pero ya no querían seguir andando con El.
Con esta enseñanza Jesús separó a los verdaderos creyentes de los que le seguían por los panes y peces (6:26), y porque querían hacerle rey (6:15). Estos demostraron que no fueron atraídos o dados por el Padre, sino que se habían acercado a Jesús con propósitos ajenos a la voluntad de Dios. Es mejor que los insinceros que no quieren arrepentirse vuelvan atrás y no anden con Cristo; es mejor para ellos y mejor para Cristo y su iglesia.
6:67 Dijo entonces Jesús a los doce: ¿Queréis acaso iros también vosotros? -- "La partícula interrogativa me muestra que una respuesta negativa se espera" (MRV), pero "¿quién de vosotros, queriendo edificar una torre, no se sienta primero y calcula los gastos, a ver si tiene lo que necesita para acabarla?" (Luc. 14:28). Probablemente el corazón de Judas estaba con los que volvieron atrás y ya no anduvieron con El, pero todavía no le convenía alejarse.
Esta pregunta nos recuerda del libre albedrío del hombre. Josué (24:15) explicó las alternativas del pueblo y les dijo, "Escogeos hoy ... ".
6:68 Le respondió Simón Pedro: Señor, ¿a quién iremos? -- Si hubieran vuelto a Moisés, éste los habría enviado otra vez a Jesús (Hech. 3:22, 23). Los que dejan a Cristo y vuelven al pecado son manchados, esclavizados y destruidos. Los que dejan a Cristo para ser guiados por la ciencia (falsa) aprenden que al morir todo termina, porque son hermanos de monos y, por eso, no tienen alma. Los que dejan a Cristo para ampararse en la filosofía humana son defraudados (Col. 2:8).
Muchos no están contentos con su empleo, pero con buena razón se preguntan a sí mismos, ¿qué haré si dejo este empleo? Muchas parejas no toman en cuenta las consecuencias antes de divorciarse. Los sensatos consideran las consecuencias de sus acciones. Al dejar a Cristo ¿a quién iremos? ¿Algún otro tendrá palabras de vida eterna? Si no luchamos por ir al cielo, ¿cuál será nuestro destino?
Si algún discípulo de Cristo se aparta de el, si vuelve atrás y ya no anda con El, ¿a dónde irá? ¿volverá al catolicismo? ¿al pentecostalismo? ¿al adventismo? ¿Qué recibirán en estas religiones? Piden pan pero les dan una piedra; piden huevo y les dan una escorpión.
-- Tú tienes palabras de vida eterna. -- Jesús es el pan de vida, la luz de vida, el agua de vida, el árbol de vida y tiene palabras de vida eterna. Pedro y los otros apóstoles estaban persuadidos de la deidad de Cristo y le seguían con lealtad, aunque no siempre entendían perfectamente su enseñanza.
6:69 Y nosotros hemos creído y conocemos que tú eres el Cristo, el Hijo del Dios (el Santo de Dios, LBLA) viviente. -- Creían esto aunque muchos otros discípulos volvieran atrás para ya no andar más El. Esta confesión fue hecha en Capernaúm. También confesó a Cristo en Cesarea de Filipo (Mat. 16:16; Mar. 8:29; Luc. 9:20). Obsérvese que Pedro dice nosotros; Pedro contesta por los otros apóstoles.
Los manuscritos mejores no dicen "Hijo" sino "Santo" de Dios. Compárense 6:27, "a éste señaló Dios el Padre"; 10:36, "al que el Padre santificó y envió al mundo"; 1 Jn. 2:20, "tenéis la unción del Santo".
6:70 Jesús les respondió: ¿No os he escogido yo a vosotros los doce, y uno de vosotros es diablo (1 Ped. 5:8; Hech. 13:10)? -- No dice "siempre ha sido diablo", sino "es diablo". Dice Mat. 10:1-4, "Entonces llamando a sus doce discípulos, les dio autoridad sobre los espíritus inmundos, para que los echasen fuera, y para sanar toda enfermedad y toda dolencia. Los nombres de los doce apóstoles son estos: primero Simón, llamado Pedro ... (y el último) Judas Iscariote, el que también le entregó". Jesús no hubiera dado autoridad al diablo para echara fuera al diablo (Mat. 12:26); por eso, cuando Cristo llamó a Judas, él no era diablo.
Pero después "era ladrón, y teniendo la bolsa, sustraía de lo que se echaba en ella" (12:6). Jn. 13:2, 27 nos dice cuándo Satanás entró en él: "Y cuando cenaban, como el diablo ya había puesto en el corazón de Judas Iscariote, hijo de Simón, que le entregase ... Y después del bocado, Satanás entró en él".
6:71 Hablaba de Judas Iscariote, hijo de Simón; porque éste era el que le iba a entregar, y era uno de los doce. -- Pero en ese momento los otros apóstoles no sabían de quién Jesús hablaba (compárese 13:24). ¿Habría seguido Judas como discípulo si Cristo hubiera aceptado la propuesta de los que querían hacerle rey?
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