Juan 12

 

          Cuando Jesús "ya no andaba abiertamente entre los judíos, sino que se alejó de allí a la región contigua" (11:54), predicó en Samaria, en Galilea y en Perea. Durante ese tiempo limpió a los diez leprosos (Luc. 17); enseñó sobre el divorcio y nuevas nupcias (Mat. 19; Mar. 10); enseñó las parábolas del juez injusto, del fariseo y el publicano, de los obreros de la viña, (Luc. 18; Mat. 20); sanó a dos ciegos y enseñó a Zaqueo (Luc. 19). Estos y otros eventos importantes ocurrieron antes de la semana final.

 

12:1 Seis días antes de la (última) pascua, -- Ahora Jesús está llegando a la sombra de la cruz. En seguida habrá toda clase de tristeza: Judas entregará a Jesús, Pedro lo negará, todos los discípulos lo desampararán y, como hombres irracionales, los judíos no descansarán hasta que lo hayan crucificado. Sin embargo, antes de entrar en todo aquello, Jesús fue honrado por un acto de gran devoción y de mucho significado.

          -- vino Jesús a Betania, donde estaba Lázaro, el que había estado muerto, y a quien había resucitado de los muertos. -- Juan sigue confirmando la resurrección de Lázaro: ¡aquí está ese mismo Lázaro, vivo, asistiendo a una cena! El tiempo exacto de esta cena no se puede saber. Algunos comentaristas creen que debe colocarse entre Mateo 20 y Mateo 21 (compárense Mar. 14:3-9). Creen que Mateo y Marcos incluyen este evento en este lugar para conectarlo con la acción de Judas, el cual proveyó un plan para los judíos para la ejecución de Jesús. JWM sigue la cronología de Juan y cree que esta cena ocurrió en la noche al terminar el sábado, la noche antes de la Entrada Triunfal que ocurrió el domingo de la semana final de su vida. Según esto Mat. 26:6 no fija el tiempo exacto de este evento y no sigue en orden cronológico los versículos 1-5.

 

12:2 Y le hicieron allí una cena; -- Recuérdese cómo concluye el capítulo anterior: "Y los principales sacerdotes y los fariseos habían dado orden de que si alguno supiese donde estaba, lo manifestase, para que le prendiesen" (11:57). En vez de denunciarlo estos le hicieron una cena.

          -- Marta servía (Mat. 26:7; Luc. 10:40; Jesús no le dijo que dejara de servir, sino que al servir estaba preocupada y molesta por tantas cosas. "¡Gracias a Dios por las Martas del mundo! Sin ellas la vida sería una carga intolerable" (GNW), y Lázaro era uno de los que estaban sentados a la mesa con él. -- Los textos paralelos (Mat. 26:6-13 y Mar. 14:3) hablan de la cena en la casa de Simón el leproso. Al recordar Lev. 13:45, 46 tenemos que concluir que la descripción "el leproso" se refiere a su condición anterior (compárese Rahab la ramera). Lucas 7:36-50 se refiere a una cena en la casa de otro Simón (el fariseo).

 

12:3 Entonces María (sin calcular el precio ni consultar con la familia ni preocuparse por lo que los discípulos dijeran) tomó una libra (frasco de alabastro, Mat. 26:7; Mar. 14:3, una especie de mármol translúcido) de perfume de nardo ("la cabeza o espiga de una planta de la India, de gran fragancia", ATR) puro, de mucho precio, y ungió (ungió al Ungido de Dios) los pies de Jesús (Juan escribió muchos años después que los otros y dice que María ungió los pies, sabiendo que los otros habían mencionado la cabeza, Mat. 26:7; Mar. 14:3; y su cuerpo, Mar. 14:8) y los enjugó con sus cabellos; -- Aunque Jesús estuviera aquí en la tierra ahora muchas hermanas no podrían hacer esto. Lo que Pablo dice en 1 Cor. 11:15 todavía es muy cierto: "a la mujer dejarse crecer el cabello le es honroso".

          Por lo menos tres veces María estuvo a los pies de Jesús: (1) Luc. 10:40, para oír su palabra; (2) Jn. 11:32, buscando consolación; y ahora (3) para ungirle para su sepultura.

          En el hogar de Simón el fariseo una mujer pecadora "comenzó a regar con lágrimas sus pies, y los enjugaba con sus cabellos" (Luc. 7:38), pero Juan 12:3 habla de una mujer piadosa que ungió (mojó) los pies con ungüento precioso y los enjugó con sus cabellos. Vemos, pues, tanto a la mujer piadosa como a la mujer pecadora a los pies de Jesús (RCHL).

          -- y la casa se llenó del olor del perfume. -- María no tomó en cuenta el costo del perfume, porque no era posible expresar con un acto físico lo profundo de su fe, su gratitud y su deseo de honrarle (11:32, "se postró a sus pies"). Es muy probable que este perfume haya sido la posesión más valiosa de María. Sin duda ella dio lo mejor al Maestro. Su generosidad para con Cristo era una bendición para la gente también.

          María reconocía que esta ocasión le ofrecía una maravillosa y única oportunidad para mostrar su devoción al Señor y la aprovechó. Fue una ocasión muy especial, la única oportunidad que tendría para hacer lo que hizo.

 

12:4 Y dijo uno de sus discípulos, Judas Iscariote hijo de Simón, el que le había de (le iba a, LBLA) entregar: -- Pero no por eso estaba predestinado a hacerlo contra su voluntad. Jesús dijo, "¡Ay de aquel hombre por quien el Hijo del Hombre es entregado" (Mat. 26:24).

          "Al ver eso los discípulos se enojaron, diciendo: ¿Para qué este desperdicio?" (Mat. 26:24). Ellos también tenían la oportunidad de hacer algo semejante para preparar el cuerpo de Cristo para su sepultura, pero dejaron pasar su oportunidad. Esta queja indicó su falta de comprensión acerca de lo que María hizo.

 

12:5 ¿Por qué no fue este perfume vendido por trescientos denarios (el sueldo de un día de trabajo era un denario, Mat. 20:2; esta ofrenda de María valía, pues, más o menos el sueldo de un año), y dado a los pobres? -- Es decir, "dado a" este pobre (él mismo). Que sepamos Lázaro y Marta no se quejaron de lo que su hermana hacía. "Al ver eso los discípulos se enojaron, diciendo: ¿Para qué este desperdicio?" (Mat. 26:8). Al decir esto los discípulos no siguieron a Jesús sino a Judas. Se enojaron y se quejaron los discípulos de Jesús. Esto es un comentario muy triste acerca de su falta de comprensión acerca de la muerte de Jesús. Después de la resurrección de Jesús al contar ellos mismos este acto de amor de María, seguramente el corazón de estos discípulos se habrá llenado de remordimiento. Ellos pudieran haber hecho algo semejante a lo que María hizo, pero dejaron pasar su oportunidad dorada. "Y hubo algunos que se enojaron dentro de sí, y dijeron, etc." (Mar. 14:4). Parece, pues, que Judas expresaba la opinión de los otros. Ellos no comprendían que "la hora" de Jesús estaba llegando, porque si lo hubieran comprendido, no se habrían quejado de que María preparara su cuerpo para la sepultura.

          Desde luego, lo que María hizo no indicaba que ella no se preocupara por los pobres. ¿Cómo pudiera haber sido una discípula fiel de Jesús y no preocuparse por los pobres? Si la iglesia estuviera llena de imitadores de María en lugar de imitadores de Judas, los pobres no serían descuidados.

          Si hubiera vendido este perfume para entregar el dinero a los apóstoles, ¿Judas lo habría dado a los pobres? Véase el siguiente versículo.

 

12:6 Pero dijo esto, no porque se cuidara de los pobres, sino porque era ladrón (primero, ladrón de corazón, 1 Tim. 6:9, 10), y teniendo la bolsa (Luc. 8:1-3; Jn. 4:8, para comprar comida; 13:29, para comprar lo necesario para las fiestas solemnes; para regalar a los pobres), sustraía de lo que se echaba en ella. -- Esta es la explicación de Juan (compárense 2:21; 7:22, 39). Tal vez bajo el pretexto de ayudar a los pobres, Judas haya sustraído de la bolsa del grupo para meterlo en su propia bolsa. Después de la cena, cuando Jesús despidió a Judas diciéndole, "Lo que vas a hacer, hazlo pronto" (13:27), "después de recibir el bocado, salió inmediatamente". ¿Con todo y bolsa (12:6)?

          Jesús no escogió ladrones para ser apóstoles. Al principio cuando Jesús llamó a Judas, él era un hombre honrado. Fue escogido como tesorero del grupo porque tenía talentos para este trabajo, que era tanto un honor como también una tentación (Mat. 6:24).

 

12:7 Entonces Jesús dijo: Déjala; para el día de mi sepultura ha guardado esto -- Lo que para Judas y los otros apóstoles era un desperdicio (Mat. 26:8) para Jesús era una buena obra. "Ha hecho conmigo una buena obra ... lo ha hecho a fin de prepararme para la sepultura" (Mat. 26:10, 12); "Esta ha hecho lo que podía; porque se ha anticipado a ungir mi cuerpo para la sepultura" (Mar. 14:8).

          Fue un hecho muy excepcional, porque normalmente los cuerpos se preparan para la sepultura no antes sino después de la muerte, pero Jesús sabía que después de su muerte no sería posible que María ungiera su cuerpo para la sepultura. Cuando El murió, José de Arimatea "se llevó el cuerpo de Jesús. También Nicodemo ... vino trayendo un compuesto de mirra y de áloes, como cien libras. Tomaron, pues, el cuerpo de Jesús, y lo envolvieron en lienzos con especias aromáticas" (19:38-40). El primer día de la semana "María Magdalena, María la madre de Jacobo, y Salomé, compraron especias aromáticas para ir a ungirle" (Mar. 16:1) pero las llevaron a una tumba vacía.

          Jesús les había dicho repetidas veces que pronto iba a morir. De esto había hablado a sus discípulos (Mat. 16:21; 20:17; Mar. 10:32, 33; Luc. 18:31-34), y a los judíos (7:33; 8:21-23; 10:11, 17, 18). También María sabía de la amenaza y conspiración de matar a Jesús (5:18; 7:1, 19; 8:59; 10:31; 11:53, 57). Seguramente ella tenía sus razones para hacer lo que hizo. Lo que pensaba hacer era la oportunidad de su vida y la aprovechó.

          Dice LBLA, "Déjala, para que lo guarde para el día de mi sepultura". Como dice ATR, esta traducción "es gramaticalmente posible", pero tal traducción indica que María ungió a Jesús solamente con una parte del ungüento que tenía y que guardó lo demás para usar en la sepultura misma, y esto no concuerda con Mat. 26:7; Mar. 14:3, "quebrando el vaso de alabastro, se lo derramó sobre su cabeza". Por eso, la idea según esta traducción sería como respuesta a la pregunta, "¿Por qué no se vendió?" "(Fue) para que pudiera guardarlo para el día de mi sepultura" (GH).

 

12:8 Porque a los pobres siempre los tendréis con vosotros, -- Jesús dice "tendréis" (plural). Se dirige no solamente a Judas sino a los otros apóstoles que se quejaban de lo que María hizo. Les convenía primero preocuparse por la sepultura de Jesús pero, que sepamos, nunca lo hicieron. Después tendrían muchas oportunidades para ayudar a los pobres.

          En cuanto a los pobres, Jesús mismo era un pobre (Mat. 8:20; Luc. 8:2; 2 Cor. 8:9), y nadie amaba a los pobres más que El. Continuamente mostraba su amor por ellos, y enseña la necesidad de ayudarles (Mat. 25:34-46; Sant. 2:14-16; 1 Jn. 3:17, 18). Ayudar a los pobres era uno de los temas fundamentales de la enseñanza y práctica de Jesús, pero el primer deber (y privilegio) del discípulo de Cristo es adorar a Dios. María entendía esto (11:32). Lamentablemente, muchísimas personas benévolas no piensan que la adoración a Dios es importante.

          -- mas a mí no siempre me tendréis. -- Les quedaban muy pocos días para mostrar su amor por Jesús durante su estancia aquí en la tierra. Por eso, con respecto a lo que María hizo Jesús dijo, "Ha hecho conmigo una buena obra" (Mat. 26:10); "Esta ha hecho lo que podía" (Mar. 14:8). Podemos servir a Jesús indirectamente ayudando a sus discípulos (Mat. 25:34-46), pero María lo sirvió directamente. "Dondequiera que se predique este evangelio, en todo el mundo, también se contará lo que ésta ha hecho, para memoria de ella" (Mat. 26:13; Mar. 14:9). Este acto se ha incluido en el registro de los hechos inolvidables de los discípulos de Jesús. María sabía lo que hacía pero, desde luego, nunca se imaginaba que por este acto sería famosa. Compárense Dorcas, Febe y otras mujeres que humildemente servían sin esperar la gloria de los hombres, pero cuyos nombres están inscritos en el libro de la vida, Fil. 4:3.

          María era una discípula excepcional; no "oía su palabra" (Luc. 10:39) como un pasatiempo, sino para aprender. Jesús no habría dicho esto de María si ella no hubiera entendido lo que hacía; es decir, si María hubiera pensado simplemente expresar su devoción a Cristo, Jesús no habría dicho que "dondequiera que se predique este evangelio ... también se contará lo que ésta ha hecho". Hasta la fecha leemos de ese acto porque tuvo que ver con la muerte y sepultura de Cristo. La última semana antes de la crucifixión, Jesús estaría sumamente ocupado y no habría otra oportunidad para hacer lo que María hizo. ¿Qué pensaban hacer los apóstoles para preparar el cuerpo de Cristo para la sepultura? Una sola persona en el vasto mundo pensaba hacerlo y ¡lo hizo! Con razón era un acto digno de ser recordado. Hechos de los Apóstoles no nos habla de la obra en Betania, pero sin duda había una iglesia fuerte con Lázaro, Marta y María como columnas.

          "El mundo entero se ha llenado con el dulce aroma de ese perfume" (RCHL). Lo que los discípulos censuraron como desperdicio y lo que ellos consideraron digno de reprensión era, ante los ojos de Cristo, una acción digna de guardarse en la remembranza eterna a través de la tierra entera, y El decretó que de esta manera se guardara en mente (JWM).

          "Dondequiera que se predique este evangelio". Para Judas no había futuro para el evangelio. No sería predicado en ninguna parte. Creía que la casa de Jesús ya se derrumbaba. Para él la causa de Cristo era una causa perdida.

          Dice Cristo, "Dondequiera". Jesús de Nazaret no es un Cristo provincial (el Cristo solamente para los judíos), sino que en pocos días ocuparía su trono sobre su reinado universal.

 

12:9 Gran multitud de los judíos supieron entonces que él estaba allí, (tal vez por varios días) y vinieron, no solamente por causa de Jesús, sino también para ver a Lázaro, a quien había resucitado de los muertos. -- ¿Por qué querían "ver a Lázaro"? ¿Por lo sensacional del caso o querían sinceramente examinar la evidencia del poder de Cristo?

          "Muchos subieron ... a Jerusalén antes de la pascua" (11:55); ahora estos y otros vinieron a Betania y después (12:12, 13) le acompañaron a Jerusalén.

 

12:10 Pero los principales sacerdotes acordaron dar muerte también a Lázaro, -- Porque él era un testimonio vivo de la resurrección, y ellos, siendo saduceos, ni siquiera creían en la resurrección. Por haber resucitado de entre los muertos Lázaro contradecía la doctrina de ellos; por eso, acordaron destruir esta evidencia pero, que sepamos, nunca se llevó a cabo este acuerdo.

 

12:11 porque a causa de él muchos de los judíos se apartaban y creían en Jesús. -- Estos oficiales "habían acordado que si alguno confesase que Jesús era el Mesías, fuera expulsado de la sinagoga" (9:22), pero muchos "se apartaban" de ellos sin que los expulsaran.

 

12:12 El siguiente día, grandes multitudes que habían venido a la fiesta, (según Josefo, entre dos millones y tres millones asistían a la fiesta de la Pascua) al oír que Jesús venía a Jerusalén, -- "¿Qué os parece? ¿No vendrá a la fiesta?" (11:56). Aquí está la respuesta: El está en camino. "Venía a Jerusalén" aunque los oficiales habían dado orden de que se le prendiera.

          La Entrada Triunfal es otro evento que fue registrado por Mateo (21:1-11); Marcos (11:1-11); y Lucas (19:28-40), como también por Juan. Los hermanos de Jesús le habían exhortado, "Si haces estas cosas, manifiéstate al mundo", pero Jesús dijo, "Mi tiempo aún no ha llegado" (7:4, 6). Por esa causa había prohibido que se publicara mucho la obra milagrosa que El hacía (Mar. 5:43; 9:9; Mat. 16:20; véase también Mat. 12:19). Antes de esta fecha la euforia de la gente hubiera impedido su obra, pero ahora la actividad de esta multitud contribuía al cumplimiento de su obra, pues era importante que se declarara públicamente que El era el Mesías; es decir, era necesario que los judíos se dieran cuenta de la identidad de la persona que pensaban crucificar: ¡su propio Mesías!

 

12:13 tomaron ramas de palmera -- emblema del triunfo; "estaban delante del trono y en la presencia del Cordero ... con palmas en las manos", Apoc. 7:9; creían que la victoria era segura "porque si Jesús resucitó a alguien que había estado cuatro días en la tumba, ¿cuáles eran los límites de su poder? ¡Bajo tal líder se podía sacudir ... el yugo de los romanos!" (GH).

          "Y la multitud, que era muy numerosa, tendía sus mantos en el camino; y otros cortaban ramas de los árboles y las tendían en el camino" (Mat. 21:8). Compárese 2 Reyes 9:13, "cada uno tomó ... su manto, y lo puso debajo de Jehú en un trono alto, y tocaron corneta, y dijeron: Jehú es rey".

          -- y salieron a recibirle, -- No los apóstoles sino los que "salieron a recibirle" iniciaron esta alabanza (JWM).

          -- y clamaban: ¡Hosanna! (Sálvanos ahora, equivale a ¡Salvación! no del pecado, sino de los romanos) Sal. 118:25, uno de los Salmos de la Pascua) ¡Bendito el que viene en el nombre del Señor (Sal. 118:26. Para ellos esto significaba que el Mesías había venido para librarles de la opresión de Roma), el Rey de Israel! -- Luc. 1:33. "¡Hosanna al Hijo de David!" (Mat. 21:9). "¡Bendito el reino de nuestro padre David que viene!" (Mar. 11:10); este texto bien muestra que ellos esperaban que Jesús fuera coronado para restablecer el reino terrenal de David, para reinar sobre sus enemigos. Cristo, sin embargo, al entrar en la ciudad volvió a purificar el templo, sanó a los ciegos y cojos que vinieron a El, y "salió fuera de la ciudad, a Betania, y posó allí" (Mat. 21:12-17). El sueño dorado de la gente de un reino político no se realizó, pues Jesús ya había rechazado esa clase de reinado cuando Satanás le tentó (Mat. 4:8, 9) y cuando el pueblo quería obligarle a ser su rey (Jn. 6:15).

          En su relato de este evento Lucas agrega dos detalles interesantes y significativos: (1) "Entonces algunos de los fariseos de entre la multitud le dijeron: Maestro, reprende a tus discípulos. El, respondiendo, les dijo: Os digo que si éstos callaran, las piedras clamarían" (Luc. 19:39; compárese Mat. 21:15, 16); (2) "Y cuando llegó cerca de la ciudad, al verla, lloró sobre ella, diciendo: ¡Oh, si también tú conocieses, a lo menos en este tu día, lo que es para tu paz!" (Luc. 19:41, 42). Entonces predijo la destrucción de Jerusalén.

          ¿Cuántos de estos que clamaban ¡Hosanna! habrán clamado ¡Crucifíquele! antes que finalizara esa misma semana?

 

12:14 Y halló Jesús un asnillo, -- El asno no era animal de guerra, sino de paz, pero no era nada despreciativo montar en asno. Juan omite los detalles con respecto a este animal porque los sinópticos ya los habían registrado.     De este animal Mar. 11:2 dice, "en el cual ningún hombre ha montado"; es decir, estaba consagrado para el uso de Cristo, compárese (Núm. 19:2; Deut. 21:3). Si los hombres hubieran usado este animal para sus propios propósitos, no habría servido para el propósito de Cristo.

          -- y montó sobre él, como está escrito: -- (Zac. 9:9; Mat. 21:5). "He aquí tu rey (no sería algún extranjero) viene a ti, manso (no con ejército) y sentado sobre una asna (palabra genérica), sobre un pollino, hijo de animal de carga" (el animal específico)". (Compárense otras profecías de Zacarías acerca de Cristo: 11:9-14 - Mat. 27:9; 12:10-14 - Mat. 24:30; 13:7 - Mat. 26:31).

 

12:15 No temas, hija de Sion; He aquí tu Rey viene, Montado sobre un pollino de asna. -- Jesús entró en la ciudad como el Mesías, pero no era el Mesías que ellos esperaban (6:15).

 

12:16 Estas cosas no las entendieron sus discípulos al principio; -- 2:22. No entendieron que los eventos de ese mismo día cumplieron una profecía importante acerca del Mesías (Zac. 9:9), porque lamentablemente todavía compartían el concepto de la multitud con respecto al Mesías (Mat. 18:1; 20:21; Luc. 22:24). Aun después de la resurrección de Jesús le preguntaron, "¿Señor, ¿restaurarás el reino a Israel en este tiempo?" (Hech. 1:6; véase también Luc. 24:25, 26). No entendieron que el Mesías había de     sufrir antes de glorificarse, que había una cruz antes de la corona.

          De hecho les faltó mucho conocimiento. Aun cuando Cristo resucitó, ellos no creyeron, pues cuando las mujeres les "dieron nuevas de" ese gran evento, "a ellos les parecían locura las palabras de ellas" (Luc. 24:9-11). Todavía eran ignorantes de las Escrituras y, por eso, hombres de poca fe (Mar. 16:14). ¡Que lección o advertencia tan valiosa para nosotros! Es imposible tener una fe fuerte sin entender y aceptar lo que las Escrituras enseñan.

          -- pero cuando Jesús fue glorificado, entonces se acordaron de que estas cosas estaban escritas acerca de él, y de que se las habían hecho. -- Cuando fue crucificado y resucitó de entre los muertos, estuvo con los apóstoles por cuarenta días, explicándoles las Escrituras que no habían entendido (Luc. 24:27, 44-46), y en el día de Pentecostés (Hech. 2) vino el Espíritu Santo para guiarles a toda la verdad (Jn. 16:13). Por fin entendieron que Jesús no sería coronado aquí en la tierra, sino en el cielo (Hech. 2:33-36).

 

12:17 Y daba testimonio la gente que estaba con él cuando llamó a Lázaro del sepulcro, y le resucitó de los muertos. -- Este es otro testimonio que agregar a la lista de testimonios registrados en este libro. Obsérvese el verbo daba; es decir, continuamente daban testimonio de esa señal, a pesar de que "los principales sacerdotes y los fariseos habían dado orden de que si alguno supiese dónde estaba, lo manifestase, para que le prendiesen" (11:57). Nadie podía refutar su testimonio porque muchas personas habían sido testigos oculares de la resurrección de Lázaro.

 

12:18 Por lo cual también había venido la gente a recibirle, porque había oído que él había hecho esta señal. -- Dos multitudes, 12:17 y 12:18. Por causa de este testimonio "Gran multitud ... vinieron ... para ver a Lázaro" (12:9). Sin duda, pues, la séptima señal registrada por Juan tuvo mucho que ver con el ánimo del pueblo, lo cual, a su tiempo, provocó el resentimiento de los oficiales.

 

12:19 Pero los fariseos dijeron entre sí: Ya veis que no conseguís nada. Mirad, el mundo se va tras él. -- 11:47-49. Obsérvese el contraste entre los fariseos y la multitud. ¿Qué habrá pasado con la orden entregada por ellos (11:57)? ¿Por qué no le prendieron? Estaban llenos de envidia y frustración, sintiéndose desesperados y asustados (11:48). A estas alturas ellos habían perdido la batalla contra Jesús.

          El propósito de Jesús no era simplemente que todo el mundo fuera "tras él" como lo hicieron en esta ocasión, sino que todo el mundo fuera tras El para ser salvo de sus pecados. "Y yo, si fuere levantado de la tierra, a todos atraerá a mí mismo" (12:32).

          A través del libro de Juan leemos que "aun más procuraban matarle" (5:18); "¿No es éste a quien buscan para matarle?" (7:25); "volvieron a tomar piedras para apedrearle" (10:31); entendían que había una sola manera de dar solución a este complicado problema, es decir, matarlo (11:53, 57). "Tuvieron consejo para prender con engaño a Jesús, y matarle. Pero decían: No durante la fiesta, para que no se haga alboroto (tumulto, LBLA) en el pueblo" (Mat. 26:4, 5).

          Pero los eventos de esos días no se llevarían a cabo conforme al plan de los oficiales judíos, sino conforme al plan de Dios (Hech. 2:22). Por eso, para que el plan de Dios se llevara a cabo, la Entrada Triunfal era importante, pues provocaba a los oficiales a crucificar a Cristo durante la pascua.

 

12:20 Había ciertos griegos (Hech. 13:42, 48) entre los que habían subido a adorar en la fiesta. -- Fue una ilustración adicional de que "el mundo se va tras él". Estos eran prosélitos o "temerosos de Dios" como Cornelio (Hech. 10:1). (Véase 1 Rey. 8:41, 42). Estos no podían ir más allá del Patio de los Gentiles.

          Juan es el único que relata este evento. A través de este libro se enfatiza que Cristo no vino para salvar solamente a los judíos, sino a todos (3:16; 4:42; 8:12; 10:16).

 

12:21 Estos, pues, se acercaron a Felipe, que era de Betsaida de Galilea, y le rogaron, diciendo: Señor, quisiéramos ver a Jesús. -- Los judíos querían apedrearle, pero los griegos querían verle para saber más de El. Jesús había dicho a la mujer cananea, "No soy enviado sino a las ovejas perdidas de la casa de Israel" (Mat. 15:24), pero le dijo, "Oh mujer, grande es tu fe" y sanó a su hija; también sanó al siervo del centurión (Luc. 7:10); y limpió a un leproso que era samaritano (Luc. 17:14-16). De esa manera mostró que en realidad El sería el Bienhechor y Salvador de todos.

 

12:22, 23 Felipe fue y se lo dijo a Andrés; entonces Andrés y Felipe se lo dijeron a Jesús. (Compárese 1:40, 41). Jesús les respondió diciendo: Ha llegado la hora para que el Hijo del Hombre (1:51; 3:13, 14; 5:27; 6:27, 53, 62; 8:28; 9:35) sea glorificado (13:30, 31). -- Antes de esto la hora no había llegado (2:4; 7:6, 8, 30; 8:20), porque la hora era el tiempo de su crucifixión, sepultura, resurrección, y ascensión al cielo. Muy pronto estos griegos podrían verlo en la cruz, con su título (Jesus Nazareno, Rey de los Judíos) escrito "en hebreo, en griego y en latín" (19:19, 20). Jesús quería que todos, tanto griegos como judíos, lo "vieran" en su muerte, resurrección y ascensión al cielo; es decir, quería que todos entendieran la naturaleza de su venida. "Y yo, si fuere levantado de la tierra, a todos atraerá a mí mismo" (12:32).

 

12:24 De cierto, de cierto os digo, que si el grano de trigo no cae en la tierra y muere, queda solo; -- Esta enseñanza nos recuerda de las muchas parábolas de Jesús. Con estas El preparaba la mente humana para recibir verdades espirituales; es decir, de una manera muy interesante y eficaz, ilustraba verdades espirituales por medio de los principios de la naturaleza bien conocidos por todos.

          Con esta comparación enseña la necesidad de su muerte, porque la vida solamente llega por medio de una muerte (WB). "Como el germen de vida en el grano de trigo puede pasar a otros granos solamente por medio de partir del grano original y dejarlo muerto, de esa manera la vida que estaba en Cristo Jesús podría pasar a sus discípulos solamente por medio de su muerte" (JWM).

          Es posible guardar el grano en un lugar seco por miles de años, pero si se guarda así es inútil porque no produce fruto. Al someterse a la muerte Cristo era como el grano de trigo que cae en la tierra para rendirse a la muerte.

          -- pero si muere, lleva mucho fruto. -- Si el grano se rinde a la muerte, en lugar de ser un grano será cien granos. La hora de Jesús había llegado (13:1; 17:1) y con esta figura explica por qué su muerte era necesaria (Mat. 16:21). En la naturaleza la muerte de la simiente es necesaria para la producción del fruto, y de acuerdo con este principio, Jesús estaba dispuesto a morir, porque sin su muerte no habría cosecha espiritual (la salvación de almas perdidas).

          De la misma manera, sus discípulos deben estar dispuestos a morir para llevar mucho fruto por Cristo. Algunos piensan que los hermanos (mayormente evangelistas) no se cuidan cuando son muy activos, viajando, predicando y enseñando día y noche para salvar almas, para edificar las iglesias y adelantar la obra; piensan que muy pronto se van a acabar, pero no estamos en este mundo simplemente para cuidarnos. A veces los de edad avanzada piensan que se están cuidando cuando en realidad se están oxidando. "Y yo con el mayor placer gastaré lo mío, y aun yo mismo me gastaré del todo por amor de vuestras almas" (2 Cor. 12:15). Léase 2 Cor. 11:24-28; Pablo estaba perdiendo la vida para salvarla (Hech. 20:24).

 

12:25 El que ama su vida, la perderá; -- El egoísmo del hombre lo destruye. Jesús no amó su propia vida, sino que la perdió para salvarnos. Estaba dispuesto a dejar caer el grano de trigo en la tierra para que muriera. El que ama su vida es como aquel que no deja caer el grano de trigo en la tierra. Este vive para su propio gusto y para llevar a cabo su propósito personal (p. ej., gozar de placeres o cosas materiales; agradar a la familia y los amigos). El que ama su vida dice que vivimos una sola vez en este mundo y, por eso, hay que aprovecharla al máximo, pero esta clase de vida es estéril. No vale nada porque no sirve para nada.      La frase "el que ama su vida" se ilustra en muchos textos: Mat. 10:37-39; 16:24-26; Mar. 8:34-38; Luc. 9:23-26; 14:26-33; 17:33.

          -- y el que aborrece su vida en este mundo, ("todo el que pierda su vida por causa de mí y del evangelio") para vida eterna la guardará. -- (5:24-29; 6:39, 40, 44, 54). Aborrecer su vida quiere decir someter la voluntad propia a la voluntad del Señor. El que aborrece su vida en este mundo no busca agradarse a sí mismo, sino agradar al Señor. "Niéguese a sí mismo, y tome su cruz, y sígame" (Mat. 16:24).

 

12:26 Si alguno me sirve, sígame (que hagan lo mismo que yo, llevando fruto por medio del sacrificio de sí mismo); y donde yo estuviere, allí también estará mi servidor. Si alguno me sirviere, mi Padre le honrará. -- 17:24; Rom. 8:17; 2 Cor. 4:17.

 

12:27 Ahora está turbada mi alma (Mat. 26:38; Mar. 14:34; ahora casi está en la sombra de la cruz. Aquí se ve la verdadera humanidad de Cristo); ¿y qué diré? -- ¿Qué oración ofreceré al Padre? (JWM).

          -- ¿Padre, sálvame de esta hora? -- Desde luego, este texto (12:27, 28) está en perfecta armonía con Mat. 26:39-42; Mar. 14:33-36; y Luc. 22:41-44. Mateo (26:39) dice que Jesús oró, "Padre mío, si es posible, pase de mí esta copa; pero no sea como yo quiero, sino como tú" (así también Mar. 14:36; Luc. 22:42). Según Mat. 26:42, Jesús agrega, "si no puede pasar de mí esta copa sin que yo la beba, hágase tu voluntad".         Desde el principio del ministerio de Jesús Satanás le tentó a evitar la cruz (Mat. 4:8-10).

          -- Mas para esto (12:24, 25) he llegado a esta hora (12:23). -- "Esta hora" era la hora de la traición de Judas, de los "juicios" falsos y de la crucifixión (Mat. 26:45; Mar. 14:41). La expresión, "Mas para esto he llegado a esta hora" corresponde a "no se haga mi voluntad, sino la tuya" (Luc. 22:42). Jesús estaba resuelto a cumplir la voluntad del Padre (4:34; 5:30; Heb. 10:7, 9).

 

12:28 Padre, glorifica tu nombre. -- 12:23, 24. El Padre sería glorificado por la muerte, resurrección y ascensión de Cristo. (El Padre es glorificado también por la muerte figurada de los discípulos, 12:25; Rom. 12:1, 2; Gál. 2:20).

          -- Entonces vino (no un ruido, sino) una voz del cielo (hablando palabras, como en Mat. 3:17; 17:5; al orar Jesús pronunció palabras inteligibles, y al contestarle el Padre pronunció palabras inteligibles): Lo he glorificado (2:11) y lo glorificaré otra vez . -- Cristo fue glorificado en su crucifixión (12:23), en su resurrección, en su exaltación (ascensión y coronación) (Hech. 2:33-36; Fil. 2:10, 11), en los triunfos de la predicación del evangelio (Hech. 2:41, etc.) y en el servicio y adoración consagrados de sus discípulos.

 

12:29 Y la multitud que estaba allí, y había oído la voz, decía que había sido un trueno (Ex. 19:19, "con voz tronante"). Otros decían: Un ángel le ha hablado. -- "Aquí tenemos una ilustración del hecho que a menudo la gente oye distintamente según lo que ellos son. Algunos oyen trueno, otros la voz de ángel, pero Jesús entendió" (FLC) (también Juan). "En todas las revelaciones del cielo, cada uno oye según el grado de su receptividad y de su inteligencia espiritual; no ocurría otra cosa con la palabra y las enseñanzas del Salvador mismo" (B-S).

 

12:30 Respondió Jesús y dijo: No ha venido esta voz por causa mía -- no era necesario convencer a Jesús que el Padre le había oído, 11:41, 42, pero era de mucho consuelo para El; probablemente el significado sea, "No ha venido esta voz solamente por causa mía, etc.", como en 6:27.

          -- sino por causa de vosotros. -- Para que su fe aumentara (Luc. 17:5). Era una voz comprensible; de otro modo, ¿cómo les podría ayudar? ¿Por qué creyeron algunos que un ángel le había hablado? Porque oyeron una voz. En el caso de Saulo de Tarso es cierto que los que le acompañaron oyeron la voz sin entenderla (Hech. 9:7; 22:9), pero en ese caso Cristo no habló "por causa de" ellos, sino solamente para comunicarse con Saulo.

 

12:31 Ahora ("esta hora", 12:23, 27; Jesús dice ahora, hablando proféticamente; es decir, sin faltar el diablo será vencido. Dice ahora, pues, a causa de la certeza de lo que dice) es el juicio de este mundo (3:17-19; sobre "los hijos de desobediencia", Efes. 2:2); ahora el príncipe de este mundo (14:30; 16:11; Mat. 4:8, 9; 2 Cor. 4:4; Efes. 2:2; 6:12; 1 Jn. 5:19) será echado fuera. -- 16:33. Será quitado de su trono (el corazón del hombre) (AH), pero ¿cuándo y cómo? Cuando Cristo murió en la cruz fue hecho posible la victoria sobre Satanás, porque cuando el hombre es atraído a Cristo (12:32), Satanás es echado fuera. Sin embargo, Satanás no es echado fuera de los corazones de los que rehúsan ser atraídos a Cristo.

          Al morir Jesús en la cruz, parecía que las fuerzas de Satanás habían derrotado a Jesús, pero en realidad en la cruz el poder de Satanás fue destruido. En la cruz Jesús le hirió ("te herirá en la cabeza", Gén. 3:15). Otro más fuerte que Satanás le venció, le quitó todas sus armas en que confiaba, y repartió el botín (Luc. 11:21, 22; Efes. 4:8). Después de su resurrección Jesús dijo, "Toda potestad (autoridad, LBLA) me es dada" (Mat. 28:18; Efes. 1:19-22). "Despojando a los principados y a las potestades, los exhibió públicamente, triunfando sobre ellos en la cruz" (Col. 2:15). El Apocalipsis habla del triunfo de Cristo (3:20; 12:10; 20:1-3).

          La cruz de Cristo no era, pues, una victoria para Satanás, sino para Cristo, porque al morir destruyó "por medio de la muerte al que tenía el imperio de la muerte, esto es, al diablo, y librar a todos los que por el temor de la muerte estaban durante toda la vida sujetos a servidumbre" (Heb. 2:14, 15). Por medio de la muerte de Cristo Dios puede perdonar nuestros pecados, y de esa manera "nos ha librado de la potestad de las tinieblas, y trasladado al reino de su amado Hijo" (Col. 1:13). Así pues en esto Satanás pierde y Cristo gana. "La cruz llegó a ser un trono" (BWJ).

          Eramos esclavos de Satanás, pero habiendo sido bautizados ya no servimos más al pecado (Rom. 6:4-6). Por eso, por medio de la muerte de Cristo en la cruz, Satanás perdería muchos esclavos. Ahora en Cristo "somos más que vencedores" (Rom. 8:37).

          Satanás ya no tenía el mismo poder como antes sobre las naciones para engañarles (Apoc. 20:3), porque ahora el evangelio expone sus mentiras.

          Muchos creen que cuando Cristo venga la segunda vez, establecerá su reino, pero este texto (12:31), como también los otros textos citados aquí, muestran que en su primera venida Cristo venció a Satanás y que, habiéndole vencido, estableció su reino. "Si yo por el Espíritu de Dios echo fuera los demonios, ciertamente ha llegado a vosotros el reino de Dios" (Mat. 12:28).

 

12:32 Y yo, si fuere levantado de la tierra (3:14; 8:28; si el grano de trigo cae en la tierra y muere, 12:24), a todos (tanto a los griegos, como estos que querían verlo, 12:21, como a los judíos) atraeré (6:44, 45; el hombre no es empujado hacia Cristo, sino atraído a Cristo por medio del evangelio, véase 6:44, 45, notas) a mí mismo. -- "Por la vía de la Cruz, la única vía al Padre (14:6)" (ATR). Esto indica una gran victoria sobre Satanás, pues los que son atraídos a Cristo han sido esclavos de Satanás. Al leer estas palabras, las entendemos y aceptamos, pero para la gente de esa ocasión seguramente parecerían presuntuosas. Jesús, sin embargo, sabía Quién era, de Quién había venido, por qué había venido, y qué sería el resultado de su crucifixión.

          Cristo siempre ha tenido imán o magnetismo para atraer a sí mismo a mucha gente. Durante su ministerio personal multitudes le siguieron (Mat. 4:25; 8:1); los doce apóstoles dejaron todo para seguirle (Mat. 19:27); muchos dejaron familias, tierras, etc. para seguirle (Mar. 10:29, 30). La enseñanza de Jesús atrajo a la gente (6:44, 45; 7:45, 46; Mat. 7:28, 29). El poder de Jesús atrajo a los hombres (Luc. 5:26).

          Ahora habla del magnetismo central: el de la cruz. Tiene magnetismo porque el inocente Cordero de Dios -- voluntariamente, y con espíritu de perdonar --, murió por el mundo de pecadores. Este es el evangelio que es el poder de Dios para atraer y salvar al hombre (Rom. 1:16; 2 Tes. 2:14).

          También la vida fiel de los discípulos de Jesús tiene poder magnético (Mat. 5:16; 1 Tim. 4:12; 1 Ped. 3:1-4), porque adorna la doctrina de Cristo (Tito 2:10).

         

12:33 Y decía esto dando a entender de qué muerte iba a morir. -- La gente entendía que la expresión, "si fuere levantado de la tierra" significaba la crucifixión.

 

12:34 Le respondió la gente: Nosotros hemos oído de la ley, que el Cristo permanece para siempre. -- Así era su interpretación de los textos que hablaron del dominio eterno del Mesías (p. ej., Isa. 9:6, 7, "lo dilatado de su imperio y la paz no tendrá límite"; Sal. 89:4, "Y edificaré tu trono por todas las generaciones"; al hablar del Hijo del Hombre, Daniel dijo (7:14), "Y le fue dado dominio, gloria y reino, para que todos los pueblos, naciones y lenguas le sirvieran; su dominio es dominio eterno, que nunca pasará, y su reino uno que no será destruido"; Ezeq. 37:25, "Mi siervo David será príncipe de ellos para siempre"). Ellos creían que estos textos que hablaban del Mesías querían decir que El vencería a todos sus enemigos, y que reinaría para siempre en Jerusalén sobre los judíos aquí en la tierra.

          No hicieron caso de Isa. 53 y otros textos que claramente profetizaban la muerte del Mesías.

          -- ¿Cómo, pues, dices tú ("En oposición a la ley {la Escritura})" (ATR) que es necesario que el Hijo del Hombre sea levantado? ¿Quién es este Hijo del Hombre? -- Su Entrada Triunfal indicó claramente que El era el Mesías, pero ahora ¿por qué hablaría de ser levantado? Era obvio que al hablar de sí mismo Jesús usó la expresión "el Hijo del Hombre", pero al mismo tiempo dice que este Hijo del Hombre había de ser levantado. Para ellos eso era una contradicción y, por eso, preguntaron, "¿Quién es este Hijo del Hombre?" Parece que estaban pensando, "Tú estarás hablando de otro mesías", porque no podían reconciliar estos conceptos que, para ellos, eran contradictorios.

          "El Hijo del Hombre es el que descendió de los cielos (3:13), habla el lenguaje de su Padre celestial (8:28), es el vínculo entre el cielo y la tierra (1:51), cumple una misión de inspiración celestial (sufriendo por su pueblo, 3:14), tiene autoridad de los cielos para ejercer como juez tanto en el presente como en el futuro (5:27), es el pan del cielo, que el hombre debe comer (6:27, 53), es, en consecuencia, el objeto de la fe (9:35)" (GH).

 

12:35 Entonces Jesús les dijo: Aún por un poco está la luz (Cristo mismo, 1:4, 55, 7, 8; 7:33; 8:12; 9:4, 5) entre vosotros (compárese 12:34, "el Cristo permanece para siempre"); andad entre tanto que tenéis luz, para que no os sorprendan las tinieblas (1 Tes. 5:4); porque el que anda en tinieblas, no sabe a dónde va (1 Jn. 2:11). -- ¿Por qué no contestó su pregunta? El conoce el corazón del hombre (2:24, 25) y tal vez no les contestara por no ver seriedad en ellos, ni la capacidad para entender su respuesta.

 

12:36 Entre tanto que tenéis la luz, creed en la luz, para que seáis hijos de luz. -- En lugar de contestar su pregunta (probablemente insincera) les exhorta a que aprovechen su oportunidad de ser hijos de luz (Mat. 5:14; Efes. 5:8; 1 Tes. 5:5). Los "hijos de luz" son los que llevan una vida iluminada por el evangelio.

 

12:37, 38 Pero a pesar de que había hecho tantas señales delante de ellos, no creían en él; para que se cumpliese la palabra del profeta Isaías, que dijo: Señor, ¿quién ha creído a nuestro anuncio? ¿Y a quién se ha revelado el brazo del Señor? -- Las señales registradas por Juan eran y son suficientes para convencer a cualquier persona sincera de que Cristo es el Hijo de Dios (Jn. 20:30, 31), pero no convencen a los que no quieren convencerse, porque no les conviene. Esta dureza de corazón fue profetizada por Isaías (6:10).

          Es muy importante que los jóvenes entiendan que los que creen en Cristo no son ignorantes o supersticiosos; tampoco rechazan la ciencia (verdadera). Las señales hechas por Jesús eran y son adecuadas para producir la fe en cualquier persona sincera. Cristo quiere que todos piensen y razonen. El requiere que el hombre crea en El (que es el Hijo de Dios) porque ha mostrado la evidencia de esta verdad. Cristo quiere que los jóvenes (y todos) investiguen las evidencias y pruebas de su divinidad. Quiere que usen su intelecto. ¡El uso del intelecto no destruye la fe!

          La palabra prejuicio quiere decir "juicio u opinión sobre algo antes de tener verdadero conocimiento de ello" (Larousse). Es indispensable que todos (mayormente los jóvenes) reconozcan que muchos incrédulos tienen un fuerte prejuicio contra Dios y contra la verdad, porque son pecadores y, por eso, están condenados por Dios. Por ejemplo, muchos creen en la evolución, pero aceptan esta "explicación" del origen del hombre, porque buscan una salida para no creer en la creación. Si aceptaran que Dios es el Creador, tendrían que aceptar que El es el Juez, y si aceptaran que Dios es el Juez, entonces no podrían -- con buena conciencia -- seguir en su vida de libertinaje. Los "científicos" aceptaron la evolución simple y sencillamente porque estaban resueltos a rechazar la creación. Tales incrédulos tienen corazones duros y conciencias cauterizadas. El problema, pues, no es intelectual, sino moral; es decir, no tiene nada que ver con la evidencia o la falta de evidencia para creer en Dios y en Cristo, sino más bien tiene que ver con la astucia del hombre que busca alguna manera "científica" para justificarse en su rebelión contra Dios. Es muy importante que los jóvenes entiendan esto para que no sean engañados por las palabras huecas y "los argumentos de la falsamente llamada ciencia" (1 Tim. 6:20).

 

12:39, 40 Por esto no podían creer, porque también dijo Isaías: Cegó los ojos de ellos, y endureció su corazón; Para que no vean con los ojos, y entiendan con el corazón, Y se conviertan, y yo los sane. -- ¿Cómo cegó Dios los ojos de ellos? ¿Cómo endureció su corazón? ¿Lo hizo con un decreto arbitrario e irresistible? ¿Lo hizo en contra de la voluntad de los judíos? Sin duda alguna el pueblo gozaba de su libre albedrío y podía haber aceptado a Cristo. Si los judíos -- o algunos de ellos -- hubieran estado bajo algún decreto de endurecimiento, ¿por que predicarles? ¿Por qué presentarles las señales y otras evidencias, si de ninguna manera podrían aceptarlas?

          ¿Cómo, pues, los endureció el Señor? Lo que su palabra hace, El hace. El mandamiento que Dios entregó a Faraón -- por medio de Moisés y Aarón -- endureció su corazón. Así también la verdad revelada por Cristo endureció el corazón de los judíos. Lo que Dios dijo a Faraón no era agradable a él, y la verdad enseñada por Jesús no era agradable a los judíos. En los dos casos la voluntad humana no estaba dispuesta a someterse a la voluntad de Dios, y la consecuencia ineludible es el endurecimiento del corazón. El mismo evangelio endurece el corazón de algunos, y suaviza el corazón de otros. (El sol endurece el barro y suaviza la cera.)

 

12:41 Isaías dijo esto cuando vio su gloria, y habló acerca de él. -- Isaías era el profeta mesiánico. Al ver la gloria de Jehová, vio la gloria de Cristo (14:9; Isa. 6; 7:14; 9:6). Ampliamente describe al "Siervo de Jehová" (caps. 42-53). Isaías vio la gloria de la cual Jesús habla en 13:31, "Ahora es glorificado el Hijo del Hombre" (Isa. 53). Isaías vio la gloria del eterno Cristo antes de su venida al mundo, y Juan la vio después (1:14, 18).

 

12:42 Con todo eso, aun de los gobernantes, muchos (muchos, aun de los gobernantes, LBLA) creyeron en él; -- Aunque "los principales sacerdotes y los fariseos habían dado orden de que ... le prendiesen" (11:47), muchos, e incluso algunos de los mismos gobernantes, creyeron en El.

          -- pero a causa de los fariseos no lo confesaban, -- (compárese Hech. 6:7). En esta frase Juan describe una verdadera tragedia. "José de Arimatea, que era discípulo de Jesús, pero secretamente por miedo de los judíos" (19:38). ¿Cuánto vale el discipulado secreto? El discípulo secreto se avergüenza de Cristo (Mar. 8:38). Quiere lo mejor de ambos mundos, pero del mundo celestial no obtendrá nada a menos que se arrepienta. Lo que no cuesta nada no vale nada. Estos gobernantes no querían entender que cuesta caro confesar y seguir a Cristo porque el discipulado es de supremo valor (Mat. 13:44-46).

          Los que no confiesan a Cristo se avergüenzan de El, como los novios que se casan en secreto se avergüenzan el uno del otro. Se dice que lo hacen por temor de alguien o de algo; por ese mismo motivo los gobernantes no confesaban a Cristo. Sea lo que fuera el pretexto, la verdad es que el discípulo secreto y los novios que se casan en secreto tienen vergüenza de la relación -- sea el discipulado o el matrimonio -- y no quieren aceptar la consecuencia de ella. El matrimonio es ratificado por los testigos que acompañan a los novios (Mat. 22:13, "bodas" quiere decir "fiesta de boda"; 25:10 "entraron con él a las bodas"; Luc. 12:36, "aguardan a que su señor regrese de las bodas"). Los textos que hablan de bodas se refieren a eventos públicos. ¿Dónde está el texto que hable del matrimonio secreto? Si los novios no están dispuestos a aceptar la consecuencia de su matrimonio (p. ej., el enojo de la familia y el compromiso de vivir juntos hasta la muerte de uno de ellos), no deben casarse, y los que confiesen a Cristo deben estar dispuestos a ser "expulsados" de cualquier "sinagoga".

          -- para no ser expulsados de la sinagoga. -- 9:22. Si hubieran confesado a Cristo, sus socios los habrían expulsado de la sinagoga (y la vida judía). Habrían perdido sus puestos, su prestigio y sus riquezas, pero al continuar amarrados a tales incrédulos ¿adónde los llevarían? (Mat. 23:37 - 24:3). ¿El no confesar a Cristo no les costaría nada de valor?

          La fe de los que por temor no confiesan a Cristo no vale nada (Mat. 10:32, 33; Mar. 8:38; Rom. 10:9, 10), porque es una fe muerta (Sant. 2:24-26).

          En cuanto a la cuestión de si la fe es el único requisito para ser salvo, este versículo clara y concluyentemente da la respuesta negativa.    La fe sola no salva a nadie. A los comentaristas sectarios les gusta analizar la fe de tales personas. Por ejemplo, dicen que la fe de estos gobernantes era simplemente una "media fe", o una "convicción racional ... pero no una confianza salvadora en Cristo" (AH). El hablar de la fe que viene de la mente pero no del corazón (AWP) no tiene sentido, porque el corazón es, según su uso en la Biblia, la mente ("con el corazón se cree", Rom. 10:10), pero también el corazón es la voluntad ("propuso en su corazón", 2 Cor. 9:7). Estos gobernantes creyeron en Cristo, pero no propusieron en su corazón obedecerle. "El hombre es justificado por las obras, y no solamente por la fe" (Sant. 2:24). Estos gobernantes tenían fe, pero solamente fe, y la fe sola no salva.

          Les faltó mucho: (1) no reconocieron que eran pecadores perdidos; por eso, no se humillaron como el publicano que dijo, "Dios, sé propicio a mí, pecador" (Luc. 18:13); (2) no se arrepintieron de sus pecados (Luc. 13:1-5); (3) "no lo confesaban"; (4) "desecharon los designios de Dios respecto de sí mismos, no siendo bautizados por Juan" (Luc. 7:30). Sin embargo, ellos sí creyeron, pues Juan lo dice; por lo tanto, si la fe sola salva, entonces fueron salvos sin humillarse, sin arrepentirse, sin confesar a Cristo, y sin el bautismo para perdón de los pecados.

          Los sectarios se contradicen a sí mismos. Predican la salvación por la fe sola, pero entonces dicen que la fe salvadora confesará a Cristo. Si la confesión es necesaria para la salvación, entonces la fe no es el único requisito para ser salvo. Ellos enseñan que, aparte de la fe y la confesión, también es necesario amar a Dios (Mat. 22:37), arrepentirse de los pecados (Luc. 13:3, 5), e invocar al nombre del Señor (Rom. 10:13). Entonces, deben dejar de afirmar que el hombre puede ser salvo por la fe sola, y predicar el evangelio puro que requiere estos actos de obediencia y también el bautismo para perdón de los pecados (Hech. 2:38).

 

12:43 Porque amaban más la gloria de los hombres que la gloria de Dios. -- 5:44. El deseo de complacer a los hombres sofocaba su convicción. Si se ponen estas dos cosas en la balanza, ¿cuál pesa más? ¿Cuál tendrá más importancia? Compárese Deut. 30:15, 19, "Mira, yo he puesto delante de ti hoy la vida y el bien, la muerte y el mal ... escoge pues, la vida".

          Estos gobernantes querían la aprobación -- la aceptación, la buena voluntad -- de los judíos que tendría algo de valor para ellos solamente unos cuantos años más, mientras que la aceptación de Dios es un beneficio eterno. Es otro caso trágico de buscar beneficios del momento y descuidar los beneficios duraderos (2 Cor. 4:17).

          Se perderán los que buscan la gloria (el favor, la aceptación, la buena voluntad) de otras personas (familiares, amigos, alumnos, socios, clientes) y no buscan el favor de Dios. ¿Qué bendición gozarán en el Día Final los gobernantes que tenían la aprobación del Sanedrín? ¿Qué aprovechará al hombre si ganare la buena voluntad de familiares y amigos, y perdiere su alma?

          Aquí está una de las decisiones más importantes de esta vida. Todos tenemos que escoger entre el favor del hombre y el favor de Dios, porque es imposible complacer a los dos. "¿No sabéis que la amistad del mundo es enemistad contra Dios? Cualquiera, pues, que quiera ser amigo del mundo, se constituye enemigo de Dios" (Sant. 4:4).

 

12:44 Jesús clamó y dijo: -- La palabra clamar indica la intensidad de la enseñanza de Jesús (7:28, 37; compárese 1:15, "Juan dio testimonio de él, y clamó"). Los que rechazaron a Cristo estaban sin excusa, porque El les habló clara y fuertemente. Los hombres se avergonzaban del mensaje de Jesús, pero El lo proclamó "a voz en cuello" (Isa. 58:1), y siguió haciéndolo sabiendo que los judíos estaban resueltos a matarle.

          Este texto (12:44-50) es como un resumen de lo que Jesús había enseñado: (1) es igual al Padre; (2) es la Luz del mundo; (3) no vino al mundo para juzgar sino para salvar; (4) la enseñanza de Jesús nos juzgará en el Día Final; y (5) su mensaje le fue dado por el Padre.

          -- El que cree en mí, no cree en mí, sino en el que me envió; -- Aquí Jesús vuelve al tema de su unidad con el Padre. El que cree en Cristo no solamente cree en El, sino también cree en El que lo envió, porque son uno (10:30). Compárese 6:27, "Trabajad, no (solamente) por la comida que perece, sino (también) por la comida que a vida eterna permanece".

          Al creer en Cristo creemos en El que lo envió, porque Cristo es la vida, la luz del mundo, el agua de la vida, el pan de la vida, la puerta, el Buen Pastor, el camino, la verdad y la vida, y la resurrección y la vida. Si algún mero hombre se hubiera atrevido a decir esto de sí mismo, todos habrían sabido que padecía demencia, pero Cristo lo dijo y lo confirmó con muchas señales verdaderas.

 

12:45 y el que me ve, (el que oye sus enseñanzas, ve sus señales y discierne que verdaderamente El es el Hijo de Dios e igual a Dios, 5:18) ve al que me envió. -- Al conocer al Hijo conocemos también al Padre (1:14; 8:19; 14:9; Heb. 1:3). Al ver a Cristo, vemos al Padre; al oír a Cristo, oímos al Padre. Podemos ver "la gloria de Dios en la faz de Jesucristo" (2 Cor. 4:6).

          Los "testigos" del Atalaya no pueden ver a Jehová del cual hablan sin cesar, porque enseñan que Cristo no era Dios (1:1), sino "un dios". Siendo politeístas (creen en dos dioses), los "testigos" son idólatras.

 

12:46 Yo, la luz, he venido al mundo, para que todo aquel que cree en mí no permanezca en tinieblas. -- (8:12). Cuando Cristo vino el mundo estaba lleno de tinieblas, no solamente en el mundo gentil, sino también en el judaísmo. Cristo es la única luz, porque es la única revelación verdadera de Dios. Los que no siguen a Cristo permanecen en tinieblas. Está disponible la luz, pero muchos prefieren las tinieblas.

          En su primera carta (1:5) Juan dice, "Dios es luz"; Cristo dice, "Yo, la luz". Por lo tanto, Cristo es Dios. "Y no hay ningunas tinieblas en él". Cuando Cristo vino, El encontró a su pueblo separado de esta luz por causa de sus pecados (Isa. 59:1, 2). El es la luz -- la única luz -- que puede acabar con todas las tinieblas (1:4; 3:17-19; 8:12).

 

12:47 Al que oye mis palabras (enseñanzas), y no las guarda, yo no le juzgo; porque no he venido a juzgar al mundo, sino a salvar al mundo (Luc. 19:10; 1 Tim. 1:13). -- Otra vez aquí (como en 3:16-19), Jesús enfatiza que no era necesario venir al mundo para condenar al hombre, porque ya estaba condenado. Más bien, vino al mundo para salvar al hombre. Estos textos ponen el énfasis sobre su obra de salvar. Ahora Cristo es -- sobre todo -- nuestro Salvador y Mediador. Sin embargo, ineludiblemente Cristo sí es el Juez del mundo (3:17-19; 5:22, 27, 30; 8:16; 9:39). ¿Cuántos pensarán que Jn. 3:16 es texto de juicio? El acto supremo de amor se convierte en un juicio sobre el hombre. Cada quien, por su actitud hacia ese Don de Dios, se juzga a sí mismo. "La salvación era el objetivo, pero el juicio era la consecuencia" (DG)

 

12:48 El que me rechaza, y no recibe mis palabras (son inseparables Cristo y sus enseñanzas), tiene quien le juzgue; -- "tiene" ahora mismo, aun en esta vida, pues ya comenzó el juicio; cada uno está delante del tribunal de Cristo, porque el verdadero juez de la humanidad es el evangelio (Rom. 2:16).

          -- la palabra que he hablado, ella le juzgará  en el día postrero (final, LBLA) -- En este texto Jesús pone el énfasis sobre su enseñanza como la base del juicio. Ya había hablado del "día postrero" (6:39, 40, 44, 54; 11:24; compárese 1 Cor. 15:52). Muchos textos hablan del juicio final: Rom. 2:12, 16; 2 Cor. 5:10; Hech. 17:31; 24:25; Apoc. 20:11, 12. En el Día Final seremos juzgados por el evangelio que Pablo predicó (Rom. 2:16), pero aun ahora, durante nuestra vida aquí en la tierra, la enseñanza de Cristo nos está juzgando; p. ej., Mat. 7:24-28, ahora mismo los que oyen y obedecen edifican sobre la roca; Mar. 16:16, "el que creyere y fuere bautizado será salvo, mas el que no creyere será condenado". ¿Cuándo? Los que han creído y sido bautizados reciben el perdón de los pecados ahora (Hech. 2:38). ¿Cuándo será condenado el que no creyere? Ya está condenado, porque todavía está en sus pecados.

          La enseñanza de Jesús (p. ej., Mat. 5:22, 28, 32; 7:1, 2; 12:36, 37), como también la de sus apóstoles (p. ej., 1 Cor. 11:29, 31, 34; 2 Tim. 2:11, 12) nos juzgan ahora mismo. Los que desobedecen esta enseñanza son juzgados por ella aun durante esta vida. "Juzgará al mundo con justicia, y a los pueblos con su verdad" (Sal. 96:13). "Habéis de ser juzgados por la ley de la libertad" (Sant. 2:12); en realidad ahora mismo cada quien se juzga a sí mismo por la ley de la libertad.       En el Día Final nuestra vida será comparada con la norma divina, la enseñanza de Cristo, pero ahora en esta vida sucede lo mismo; es decir, en la actualidad estamos bien o estamos mal ante los ojos de Dios. Por eso, debemos examinar nuestra vida nosotros mismos para reconocer cuándo estamos mal y hacer las correcciones necesarias (1 Cor. 11:31; 2 Cor. 13:5; Sant. 1:22-27).

          Ahora mismo, pues, sabemos (1) a quién servimos (Mat. 6:24; Rom. 6:17, 18); (2) en qué camino andamos (Mat. 7:13, 14); (3) si andamos en la luz o en las tinieblas (Jn. 12:35; 1 Jn. 1:5-7); (4) si estamos en el reino de Cristo o todavía en el reino de las tinieblas (Col. 1:13). Por lo tanto, en Aquel Día no habrá sorpresas para los que siguen a Cristo, porque sabemos de antemano que seremos juzgados por su enseñanza, la misma enseñanza que nos está juzgando durante esta vida. El verdadero juez de los condenados será el evangelio rechazado. Desde luego, habrá sorpresas para muchos infieles, porque ni siquiera creen que habrá juicio. También les sorprenderá que Cristo sea Juez.

          Por lo tanto, ahora mismo todos están en el proceso de juzgarse a sí mismos. Cuando los judíos de Antioquía de Pisidia rechazaron el evangelio, Pablo les dijo, "la desecháis, y no os juzgáis dignos de la vida eterna" (Hech. 13:46). ¿Pablo juzgó que ellos no eran dignos de la vida eterna? ¿Quién juzgó a quién? Ellos se juzgaron a sí mismos. ¿Cuándo lo hicieron? Cuando desecharon la palabra. En ese momento esa misma palabra les juzgó, y al mismo tiempo ellos se juzgaron a sí mismos. ¿Qué fue su veredicto para ellos mismos? Que no eran dignos de la vida eterna.

          Hoy en día ¿a quién puede el hombre culpar por estar condenado? ¿Al predicador? No, sino solamente a sí mismo. En el juicio algunos querrán discutir con el Señor (Mat. 7:22), pero si estos hubieran hecho una investigación objetiva de la enseñanza de Jesús para aceptar la verdad, no estarían decepcionados del resultado en el Día Final.

          Este texto enseña la responsabilidad del hombre. Todos pueden y deben aceptar la enseñanza de Cristo. Refuta, pues, la doctrina (llamada la predestinación) de que el hombre perdido no tiene la capacidad para aceptar la enseñanza de Cristo a menos que Dios obre por otro medio aparte de la palabra para regenerarlo, porque de esa manera el hombre no sería responsable. Muchos creen que un hombre muerto (en pecados) no puede hacer nada, pero léase 5:25. Todos los que no obedecen al evangelio serán castigados (2 Tes. 1:7-9).

 

12:49 Porque yo no he hablado por mi propia cuenta; -- como una persona que hablara aparte o independientemente del Padre. "Y se maravillaban los judíos, diciendo: ¿Cómo sabe éste letras, sin haber estudiado? Jesús les respondió y dijo: Mi doctrina no es mía, sino de aquel que me envió" (7:15, 16).

          Si Jesús hubiera sido un mero hombre, habría hablado por su "propia cuenta" como un oficial eclesiástico (papa, cardenal, arzobispo, obispo, sacerdote) de Roma, o como un presidente, obispo u otro oficial protestante.

          -- el Padre que me envió, él me dio mandamiento de lo que he de decir, y de lo que he de hablar. -- "Las palabras que me diste, les he dado ... Yo les he dado tu palabra" (17:8, 14). Dios dijo a Moisés, "Profeta les levantaré de en medio de sus hermanos, como tú; y pondré mis palabras en su boca, y él hablará todo lo que yo le mandare" (Deut. 18:18). "Aunque era Hijo, por lo que padeció aprendió la obediencia" (Heb. 5:8).

 

12:50 Y sé que su mandamiento es vida eterna. -- 6:68. Nos da vida eterna si obedecemos "su mandamiento" ("todo el consejo de Dios", Hech. 20:27, es decir, el evangelio). El evangelio es, pues, el maná que desciende del cielo para alimentar el alma.

          -- Así pues, lo que yo hablo, lo hablo como el Padre me lo ha dicho. -- Porque "esta es la vida eterna: que te conozcan a ti, el único Dios verdadero, y a Jesucristo, a quien has enviado" (17:3).

 

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