Juan 11

 

11:1 Estaba entonces enfermo uno llamado Lázaro, de Betania, -- La enfermedad y muerte de Lázaro era la ocasión para la séptima de las señales registradas por Juan. 

          -- la aldea de María y de Marta su hermana. -- Lázaro es mencionado solamente por Juan, pero sus hermanas son mencionadas por Lucas (10:38-42).

 

11:2 (María, cuyo hermano Lázaro estaba enfermo, fue la que ungió al Señor con perfume, y le enjugó los pie con sus cabellos.) -- 12:1-8. Recuérdese que Juan escribió este libro a fines del siglo, y que no se preocupaba mucho por la cronología de los eventos. Por eso, al introducir el caso de Lázaro, de una vez lo identifica con la María que ungió a Jesús y en seguida nos da los detalles de esto también. Este evento no debe confundirse con aquel de Luc. 7:36-50. Al hablar de María, Juan la identifica como la hermana de Lázaro porque el nombre María era muy común.

 

11:3 Enviaron, pues, las hermanas para decir a Jesús: Señor, he aquí el que amas está enfermo. -- Compárese 2:3; como María no pidió nada cuando el vino faltaba, sino que simplemente dijo, "No tienen vino", de la misma manera las hermanas de Lázaro no pidieron nada, sino que simplemente presentaron el caso al Señor. (Compárese también 2 Reyes 19:14). Sin duda querían que El viniera (11:21, 32), pero solamente le avisaron que Lázaro estaba enfermo, esperando que Jesús decidiera venir al pensar en la necesidad de ellas y en el amor de Jesús por su hermano. El amor verdadero no tiene que exigirse o rogarse, sino que solamente tiene que enterarse de la necesidad de otro. (Algunos comentaristas atribuyen este buen pensamiento a Agustín).

 

11:4 Oyéndolo Jesús, dijo (no replicó, sino que dijo, tal vez a los discípulos): Esta enfermedad no es para muerte, -- "Lázaro murió, pero no para quedar muerto" (ATR); es decir, Jesús sabía que lo iba a resucitar.

          -- sino para la gloria de Dios (9:3), para que el Hijo de Dios sea glorificado por ella. -- Cuando el Hijo es glorificado, el Padre es glorificado. Sería glorificado al levantar a Lázaro de entre los muertos, demostrando de esa manera que tenía "las llaves de la muerte y del Hades" (Apoc. 1:18) y, por eso, que El es el Hijo de Dios. Por causa de ese milagro de Jesús, los judíos estaban aun más resueltos a darle muerte (11:47, 53), y Jesús fue glorificado cuando fue crucificado (12:16, 23; 13:31, 32; 17:1, 4, 5), porque por medio de su muerte destruyó al que tenía el imperio de la muerte, esto es, al diablo (Heb. 2:14; Col. 2:15).

          Cuando la vida triunfa sobre la muerte, Cristo es glorificado. De esa manera los que triunfan sobre el pecado, resucitando del bautismo para andar en vida nueva (Rom. 6:4) glorifican a Cristo.

 

11:5 Y amaba Jesús a Marta, a su hermana y a Lázaro. -- Jesús amaba a los tres y, por eso, se preocupaba por ellos. Cuando parece que Dios demora en contestar nuestras súplicas, recordemos que El nos dará lo que pidamos o algo mejor. En este versículo el verbo amar viene de agapao, que significa estar lleno de buena voluntad y mostrarla en acciones que buscan el bienestar del objeto de su amor. En el ver. 3 las hermanas hablaron de otra clase de amor (phileo, el amor de afecto y amistad).

          Jesús no solamente ama a su iglesia, sino también a cada discípulo. Juan no dice que Jesús amaba a la familia de Lázaro, sino a Marta, a María y a Lázaro (JBC). Nos conviene hablar de esta manera en cuanto a los nombres de nosotros: Jesús ama a Juan, a su esposa, Rosa, a su hija Clara, a su hijo Guillermo, etc., hasta el último miembro de la familia.

 

11:6 Cuando oyó, pues, que estaba enfermo, se quedó dos días más en el lugar donde estaba. -- No esperó dos días por ser indiferente, pues El "amaba ... a Lázaro", pero cuando las hermanas avisaron a Jesús de la enfermedad de Lázaro, querían que El viniera para sanarlo, pero El tenía otros planes. Desde luego, si Jesús hubiera querido sanarlo, no habría sido necesario que El volviera a Betania (compárese 4:47-53, no tuvo que descender a la casa del noble para sanar a su hijo).

          A veces Jesús sujetó a prueba la fe de sus discípulos. Quería que su fe fuera más fuerte, para que El pudiera bendecirles aun más.

          Parece que Lázaro murió el mismo día que sus hermanas enviaron el mensaje a Jesús, porque ese día más los dos que esperó más otro día para viajar fueron cuatro días (11:17, 39).

 

11:7, 8 Luego, después de esto (los dos días), dijo a los discípulos: Vamos a Judea (no dice Betania, sino Judea) otra vez (10:40). Le dijeron los discípulos: Rabí, ahora procuraban los judíos apedrearte, ¿y otra vez vas allá? -- Los discípulos no entendían la expresión, "porque todavía no había llegado su hora" (7:30; 8:20). Por eso, se inquietaron, porque creían que si El volvía a Judea, los judíos seguirían con el plan de apedrearle.

 

11:9, 10 Respondió Jesús: ¿No tiene el día doce horas? -- El día de Jesús era el tiempo disponible para llevar a cabo la voluntad de Dios. En ese día todavía había tiempo para hacer esta obra. "Me es necesario hacer las obras del que me envió, entre tanto que el día dura; la noche viene, cuando nadie puede trabajar" (9:4). La noche todavía no había llegado. Sin temor, pues, haría otra obra: levantaría a Lázaro de entre los muertos; los judíos no podían evitar que lo hiciera.

          Pablo no estaba dispuesto a evitar peligros con el fin de extender sus días sobre la tierra. (Hech. 20:24).

          -- El que anda de día, no tropieza, porque ve la luz de este mundo; -- Jesús estaba resuelto a cumplir la voluntad del Padre (andar de día). En toda actividad de su vida, aun en los momentos finales, El andaba en plena luz. Por lo tanto, los discípulos no deberían preocuparse por la seguridad de Jesús si El volvía a Judea. La palabra día no se refiere solamente al tiempo disponible, sino también a las bendiciones (ayuda, dirección, fuerza) que se reciben de Dios cuando vivimos de acuerdo con su voluntad.

          -- pero el que anda de noche, tropieza, porque no hay luz en él. -- 8:12; 12:35. El que anda de día imita el ejemplo de Jesús, cumpliendo en su vida el propósito de Dios, durante el tiempo disponible. Anda en la luz (1 Jn. 1:7) porque no practica el pecado sino la justicia (1 Jn. 3:7, 8). En medio de toda clase de peligro anda confiado porque no es como "el que anda de noche", tropezando "porque no hay luz en él". Compárese 1 Jn. 2:10, 11, texto que es muy semejante a 11:9, 10).

 

11:11 Dicho esto, les dijo después: Nuestro amigo (15:13-15, otro nombre de los discípulos) Lázaro duerme; -- Luc. 8:52; Hech. 7:60; 2 Ped. 3:4.  El dormir es un eufemismo ("modo de expresar con suavidad o decoro ciertas ideas") para hablar de manera más agradable de la muerte. La palabra cementerio quiere decir un lugar para dormir. El uso de este término no significa que los muertos están inconscientes, pues no se refiere al espíritu (o alma), sino al cuerpo.

          Esta descripción de la muerte alienta a los discípulos de Jesús, porque es "una figura que la hace una fase de la vida" (FLG). El sueño es un pensamiento agradable; no es una condición permanente sino breve. Los que están dormidos se despertarán. Es un tiempo de reposo (Apoc. 14:13). La muerte de los incrédulos es una pesadilla, pero la muerte de los discípulos es un dulce sueño.

          Poco después Jesús dirá a sus apóstoles, "Voy, pues, a preparar lugar para vosotros" (14:2). "Estimada es a los ojos de Jehová la muerte de sus santos" (Sal. 116:15). Cuando el otro Lázaro murió, "fue llevado por los ángeles al seno de Abraham" (al paraíso) (Luc. 16:22). Jesús dijo al ladrón en la cruz, "Hoy estarás conmigo en el paraíso" (Luc. 23:43). "Para mí el vivir es Cristo, y el morir es ganancia ... teniendo deseo de partir y estar con Cristo, lo cual es muchísimo mejor" (Fil. 1:21, 23).

          -- mas voy para despertarle. -- Si alguno duerme en Cristo, lo despertará porque El es la resurrección y la vida (11:25).    La resurrección de Lázaro bien ilustra lo que  en el Día Final Jesús hará por todos sus amigos (FP).

 

11:12 Dijeron entonces sus discípulos: Señor, si duerme, sanará. -- Lo que dijeron era cierto, porque Lázaro estaba dormido en sentido figurado e iba a sanar (volver a vivir), pero no podían apreciar la verdad de lo que decían (compárese 11:49-52). Ellos querían decir que si Lázaro estaba literalmente dormido, entonces la crisis de su enfermedad había pasado y que ya estaba recuperando.

          En vista de Luc. 8:52 ("no está muerta, sino que duerme") ¿por qué no entendían que Jesús habló de la muerte? Tal vez porque Jesús había dicho que "Esta enfermedad no es para muerte" (ver. 4); es decir, si Lázaro no iba a morir, entonces el sueño a que se refería no era el sueño de muerte.

          Tenían gran deseo de que Lázaro sanara, no solamente porque él era su amigo, sino también porque de esa manera Jesús no tendría que volver al peligro que le esperaba en Judea.

 

11:13, 14 Pero Jesús decía esto de la muerte de Lázaro; y ellos pensaron que hablaba del reposar del sueño. Entonces Jesús les dijo claramente (16:29, sin metáfora): Lázaro ha muerto;-- Juan no dice que las hermanas avisaran a Jesús que Lázaro había muerto, pero Jesús se dio cuenta de su muerte porque cuando El estuvo aquí en la tierra, como siempre, era omnisciente. Por lo tanto, Jesús no quería decir que iba a despertarlo de un sueño normal, sino que iba a levantarlo de entre los muertos.

          El libro de Juan registra siete de las muchas señales que Jesús hizo para que creamos que Cristo es el Hijo de Dios, y tengamos vida eterna. Aparte de estas siete señales Jesús demostró su omnisciencia: p. ej., 1:48, de Natanael; 2:24, 25, de todos; 4:17, 18, de la samaritana; 6:15, de los "que iban a venir para apoderarse de él y hacerle rey". Solamente Dios conoce al hombre de esta manera; por eso, Cristo es Dios.

 

11:15 y me alegro por vosotros, de no haber estado allí, -- Al dar lectura superficial a esto, nos puede parecer cruel, pero esto bien ilustra la importancia de estudiar el contexto. Muchos textos bíblicos se "entienden" mal, porque no se estudian en su contexto.

          -- para que creáis; -- ¿No eran creyentes? Claro que sí, pero la fe tiene que crecer y a la medida que va avanzando de un nivel a otro más alto, nos parece que nuestra fe anterior casi no era fe sino incredulidad (FLG). Al ver a Jesús las hermanas dijeron, "Señor, si hubieses estado aquí, mi hermano no habría muerto" (11:21, 32), pero Jesús fue a Betania después de la muerte de Lázaro, para poder levantarlo de entre los muertos, con el objetivo de que la fe de sus discípulos aumentara. Aunque el sanar era una señal importante, el resucitar a los muertos era una señal más grande, y debería producir aun más fe. Jesús levantó a la hija de Jairo (Mar. 5) y al hijo de la viuda de Naín (Luc. 7) poco después de haber muerto, pero cuando Jesús dijo, "Quitad la piedra" del sepulcro de Lázaro, "Marta ... le dijo: Señor, hiede ya, porque es de cuatro días" (11:39). Así, pues, esta señal era aun más significativa que las otras.

          En ese tiempo lo más importante para los discípulos era una fe fuerte para poder soportar la severa prueba que les esperaba. Véanse Luc. 22:30, 31; Mar. 14:50; 16:11, 14; Luc. 24:11, 21, 25.

          -- mas vamos a él. -- Como si todavía estuviera vivo y que pudieran visitarle.

 

11:16 Dijo entonces Tomás (14:5; 20:24; 21:12), llamado Dídimo, -- Los dos nombres significan gemelo o mellizo (en arameo, Tomás; en griego, Dídimo).

          -- a sus condiscípulos: Vamos también nosotros, para que muramos con él. -- (26:35). Al recordar que hacía poco los judíos querían apedrear a Jesús (11:8), Tomás creía que si Jesús volvía a Jerusalén, sin duda los judíos le darían muerte. Por lo tanto, por no entender la expresión, "Todavía no ha llegado su hora" (7:30; 8:20), propuso que los apóstoles le acompañaran para morir con él. Esto indica la falta de comprensión y de fe de este apóstol. Parece que era muy valiente, pero ¿qué pasó cuando Jesús fue prendido? (Mat. 26:56). Aun después de la resurrección de Jesús, la fe de Tomás era muy débil (20:25-29).

 

11:17 - 19 Vino, pues, Jesús, y halló que hacía ya cuatro días que Lázaro estaba en el sepulcro. Betania estaba cerca de Jerusalén, como a quince estadios (unos tres kms.); y muchos de los judíos (al decir judíos Juan se refiere a los de Judea, y comúnmente a los oficiales, que eran los adversarios de Jesús; el hecho de que acompañaran a las hermanas de Lázaro en su aflicción no indicaba que habían cambiado su actitud hacia Jesús) habían venido a Marta y a María, para consolarlas por su hermano. -- Esta familia era bien conocida y apreciada.

 

11:20, 21 Entonces Marta, cuando oyó que Jesús venía, salió a encontrarle; pero María se quedó en casa. Y Marta dijo a Jesús: Señor (Jesús no era como los rabinos que no instruían a las mujeres; por el contrario, Jesús era el Señor de Marta y María, 11:32), si hubieses estado aquí, mi hermano no habría muerto. -- Ella tenía fe en su poder sanador, pero no se dio cuenta (o tal vez se le olvidó) que Jesús podía sanar de lejos (4:50; Luc. 7:7).

 

11:22 Mas también sé ahora que todo lo que pidas (aitese) a Dios, -- Tanto Vine como Lenski (y tal vez otros) citan a Trench para distinguir entre el verbo aiteo y el verbo erotao. Vine explica que "el Señor Jesús nunca utiliza aiteo por lo que respecta a pedir al Padre". Entonces da una cita de Trench: "La conciencia de Su igual dignidad, de Su intercesión poderosa y prevalente, se muestra en esto, que cada vez que El pide, o afirma que El pedirá algo al Padre, siempre utiliza el verbo erotao, esto es, pedir en términos de igualdad, Jn 14:16; 16:26; 17:9, 15, 20, y nunca aiteo. Marta, al contrario, revela claramente su pobre e indigna concepción de la persona del Señor, al adscribirle ... aquel aiteo que El nunca se adscribe a Sí mismo, Jn 11:22" (Sinónimos del Nuevo Testamento). Lenski da una cita aun más larga para demostrar que aiteo indicaba inferioridad: p. ej., en Hech. 12:20; Hech. 3:2; Mat. 7:9; 1 Jn. 3:22.

          -- Dios te lo dará. -- Parece que Marta creía que Jesús podía resucitar a su hermano pero después, cuando Jesús dijo, "Quitad la piedra", Marta dijo, "Señor, hiede ya, porque es de cuatro días" (11:39). Estas palabras no parecen indicar que ella esperara la resurrección de su hermano.

 

11:23, 24 Jesús le dijo: Tu hermano resucitará. (Jesús no le dijo que en esos momentos El pensaba resucitar a su hermano.) Marta le dijo: Yo sé que resucitará en la resurrección, en el día postrero (6:40, 54). -- "De las dos esperanzas que podía presentar a Marta la palabra de Jesús, ella se atiene a ... la más lejana, la resurrección del último día" (B-S). ¿No sabía Marta que Jesús había resucitado al hijo de la viuda de Naín? Después de registrar este milagro Lucas (7:17) dice, "Y se extendió la fama de él por toda Judea". Así también, cuando Jesús resucitó a la hija de Jairo, Mateo (9:26) dice, "Y se difundió la fama de esto por toda aquella tierra". Entonces, si ella sabía de esas resurrecciones, ¿por qué no creería que Jesús resucitaría a su amado amigo Lázaro?

          Con la excepción de los saduceos (Mar. 12:18) los judíos creían en la resurrección "en el día postrero", pero ¿qué tanto les consolaba esa esperanza al morir un ser querido? Parece que para muchas personas que profesan creer en la resurrección, es una promesa muy vaga, muy remota, y que tiene poca fuerza para animarles en los momentos difíciles (1 Tes. 4:13-18).

 

11:25 Le dijo Jesús: Yo soy la resurrección y la vida; -- Jesús quería que la fe de Marta aumentara, que si ella creía en la resurrección en el día postrero debería entender que esa resurrección sería efectuada por Cristo. Al decir "Yo soy la resurrección" decía que El es el poder que la efectúa (6:39, 54; 10:28), que en su persona estaba presente la vida y la resurrección. El es la fuente o la causa de la vida física y de la vida espiritual (la vida eterna) (1:4; 5:26-29; 10:10). Es necesario creer no solamente en la realidad de la resurrección como un hecho, sino también en la persona que hace posible la resurrección.

          La verdad expresada aquí es, en realidad, la misma verdad expresada a la samaritana acerca del agua de vida (4:10, 14) y a los galileos acerca del pan de vida (6:35). "En él estaba la vida" (1:4).

          -- el que cree en mí, aunque esté muerto, vivirá. -- En Cristo los muertos viven, y los vivos no mueren. Cristo quería llevar a Marta a un nivel más alto de fe. Quería que comprendiera que la resurrección del cuerpo tiene su sentido verdadero en la vida eterna que Cristo nos da.

 

11:26, 27 Y todo aquel que vive y cree (sigue creyendo) en mí, (puesto que la fe sin obras está muerta, Sant. 2:26, el creer requiere la obediencia) no morirá eternamente. -- "no sufrirá daño de la segunda muerte", la separación eterna de Dios, (Apoc. 2:11; 20:6, 14; 21:8). Desde luego en este texto el creer en Cristo significa nacer otra vez (3:3, 5, 36). La muerte física no destruye la vida que el creyente recibe de Cristo, porque significa comunión con Dios. Los que mueren en el Señor (Apoc. 14:13) serán resucitados para vida eterna, y los vivos que creen en El no perecerán. La muerte física es la puerta por la cual el creyente pasa a una vida incomparablemente mejor que la vida aquí. No hay y no habrá ningún supuesto "purgatorio". Tampoco habrá lo que los materialistas suelen llamar "el sueño del alma". No hay y no habrá nada que interrumpa la comunión de los fieles con el Señor.

          -- ¿Crees esto? Le dijo: Sí, Señor; -- ¿Creía en verdad que los que creen en Cristo no morirán cuando en ese momento su hermano, un fiel discípulo de Cristo, estaba muerto?

          -- yo (por mi parte) he creído que tú eres el Cristo, el Hijo de Dios, que has venido al mundo (6:14; Mat. 11:3) -- Esta es la confesión de fe que es necesaria para la salvación. Hicieron esta confesión Juan el bautista, 1:34; Andrés, 1:41; Natanael, 1:49; Pedro (hablando también por los otros apóstoles), 6:68, 69; Tomás, 20:31. Véanse otros textos sobre la confesión de fe en Jesucristo como el Hijo de Dios: Mat. 10:32, 33; 16:16; Mar. 8:38; Hech. 8:37; Rom. 10:10; 1 Tim. 6:12.

 

11:28, 29 Habiendo dicho esto, fue y llamó a María su hermana, diciéndole en secreto: -- Le habló en secreto para que de manera privada María pudiera conversar con Jesús.

          -- El Maestro (Rabí, que traducido es, Maestro, 1:38; 3:2, 10; 13:13, 14; 20:16; primero Cristo era el Maestro y después el Salvador y Mediador, pero es el Salvador y Mediador solamente de los que lo aceptan por Maestro y practican su enseñanza) está aquí y te llama. Ella, cuando lo oyó, se levantó de prisa (rápidamente, LBLA) y vino a él. -- No preguntó cuál, porque Marta y María no tenían más que un solo Maestro.

          Todos los que han sido bautizados en Cristo deben imitar a María, viniendo rápidamente a Cristo para adorarle (11:32).

 

11:30, 31 Jesús todavía no había entrado en la aldea, sino que estaba en el lugar donde Marta le había encontrado. Entonces los judíos que estaban en casa con ella y la consolaban, cuando vieron que María se había levantado de prisa y había salido, la siguieron, diciendo: Va al sepulcro a llorar allí. -- El verbo llorar traduce la palabra klausei. Esta palabra se usaba del lamentarse y clamar como lo hizo la gente cuando murió la hija de Jairo (Mar. 5:38). Los judíos siguieron a María y, por eso, estuvieron presentes para ser testigos de la resurrección de Lázaro (11:42 dice que había una multitud).

 

11:32, 33 María, cuando llegó a donde estaba Jesús, al verle, se postró a sus pies (el lugar que ella amaba), -- En otra ocasión estaba a los pies de Jesús para oír su palabra (Luc 10:39); en esta ocasión se postró a sus pies para adorarle; y "seis días antes de la pascua ... ungió los pies de Jesús" con perfume, 12:3.

          -- diciéndole: Señor, si hubieses estado aquí, no habría muerto mi hermano. Jesús entonces, al verla llorando, y a los judíos que la acompañaban, también llorando, se estremeció en espíritu (se conmovió profundamente, LBLA). -- Cuando los fariseos pidieron una señal del cielo, Jesús "gimiendo en su espíritu, dijo: ¿Por qué pide señal esta generación?" (Mar. 8:11, 12).

          La palabra estremecerse (conmoverse profundamente) traduce la palabra griega, enebrimésato, del verbo (embrimáomai). Jesús se conmovió profundamente a causa de la simpatía que sentía por las hermanas de Lázaro y por los que les acompañaban en su dolor (Heb. 2:18; 4:15). Verdaderamente "El mismo tomó nuestras enfermedades, y llevó nuestras dolencias" (Mat. 8:17). Era capaz de sentir el peso de estas cargas.

          Hay otro aspecto de esta palabra. Al definirla el léxico de Grimm-Thayer dice, "ser movido con indignación"; el léxico de Arndt y Gingrich dice, Jesús "con indignación ... "; The Analytical Greek Lexicon dice que estaba "muy agitado"; Moulton and Milligan (The Vocabulary of the Greek Testament) dice que este verbo expresa fuerte desaprobación; los comentaristas Bonnet y Schroeder dicen, "significa que Jesús experimentó entonces, en la más intima profundidad de su ser, una violenta indignación"; pero Vine dice, "Es indubable que el Señor estaba profundamente conmovido ante la combinación de circunstancias, presentes, y del futuro inmediato. Pero la indignación no parece expresar aquí Sus sentimientos".

          La evidencia demuestra que esta palabra sí indica indignación, pero ¿qué sería la causa de tal emoción? Algunos dicen que se irritó por causa de la falta de fe de Marta, Maria y los judíos, pero el contexto no confirma este concepto. Otros dicen que estaba irritado porque sabía que la lamentación de los judíos no era sincera, pero Juan no hace distinción entre el llorar de María y el de los judíos. El ver. 36 ("Dijeron los judíos: Mirad cómo le amaba") no suena como palabras de hipocresía.

          En una ocasión Jesús reprendió a un espíritu inmundo diciendo: ¡Cállate, y sal de él" (Mar. 1:25), y en otra "reprendió al espíritu inmundo, diciéndole: Espíritu mudo y sordo, yo te mando, sal de él, y no entres más en él" (Mar. 9:25). Estos textos ilustran el conflicto continuo entre Jesús y las fuerzas de Satanás. "Para esto apareció el Hijo de Dios, para deshacer las obras del diablo" (1 Jn. 3:8). Si en esta ocasión había algo de indignación en el corazón de Jesús, habría sido en contra de todos los males causados por la muerte, que es el "último enemigo" (1 Cor. 15:26), la última arma de Satanás contra la humanidad.

          -- y se conmovió -- etaraxen (del verbo tarasso). Dice Vine, "(1) en un sentido físico, Jn 5:7 (se agita); (2) metafóricamente ... Jn 11:33 ... se angustió". Estos términos son dos de los más fuertes para expresar lo profundo de sus emociones. Este último aparece otra vez en 13:21 cuando anunció que "uno de vosotros me va a entregar".

11:34 y dijo: ¿Dónde le pusisteis? -- Siendo omnisciente, Jesús no tenía que pedir información. Compárese la pregunta que hizo antes de multiplicar los panes y peces (6:5); también en Mar. 5:30, "¿Quién ha tocado mis vestidos?" Le dijeron: Señor, ven y ve.

 

11:35 Jesús lloró. -- Isa. 53:3. En nuestra versión este texto es el más corto del Nuevo Testamento, pero en el texto griego tiene dieciséis letras, pero 1 Tes. 5:16 ("Estad siempre gozosos") tiene solamente catorce (GNW). No lloró en el sentido de lamentar o clamar (klaio, 11:33; Mar. 5:38), sino que solamente derramó lágrimas (edakrusen). En esto Jesús se ve como el hermano compasivo que llegó a ser nuestro Sumo Sacerdote compasivo que conoce perfectamente nuestra debilidad y tristeza (Heb. 2:17, 18).     Después (Luc. 19:41), Jesús lloró (en voz alta, klaio) sobre Jerusalén; esto indica que se preocupaba más por la condición espiritual de los judíos que por la muerte de Lázaro y la tristeza de sus hermanas, pues El podía convertir esta tristeza en gozo, pero en cuanto a la condición de los judíos El veía solamente asolamiento (Mat. 23:37-39). (Véanse también Heb. 5:7; Luc. 22:44).

          El evangelio según Juan presenta muchas evidencias de la deidad de Jesús, pero también presenta evidencias de su humanidad. Juan es el que nos dice que Jesús estaba "cansado del camino" (4:6) y tuvo sed (4:7, "dame de beber"; 19:28, "Tengo sed").

          En esta ocasión Jesús practicó lo que nos enseña por la pluma de Pablo (Rom. 12:15), "Llorad con los que lloran".

 

11:36, 37 Dijeron entonces los judíos: Mirad cómo le amaba (phileo, el amor de amistad y afecto). Y (la palabra traducida y no es kai, sino de, pero, LBLA, FL) algunos de ellos dijeron: ¿No podía éste, que abrió los ojos al ciego, haber hecho también que Lázaro no muriera? -- La palabra pero indica que algunos de los judíos ponían en tela de juicio el carácter y las obras de Jesús. Después del milagro muchos de los judíos creyeron (11:45), pero dice el ver. 46 que algunos de ellos fueron a los fariseos y les dijeron lo que Jesús había hecho. Algunos pues de los judíos que acompañaban a esta familia en su dolor se aprovecharon de la ocasión para seguir su ataque contra Jesús.

          Esta pregunta indica que sospechaban una de dos cosas: o que Jesús no amaba a Lázaro como se pensaba, o que en realidad no había abierto los ojos del que nació ciego. La construcción gramatical de la pregunta que hicieron indica que esperaban una respuesta negativa; por eso, hablaron con sarcasmo. La inferencia lógica de su pregunta era que si en realidad Jesús hubiera abierto los ojos del ciego, podría haber evitado la muerte de Lázaro. Recuérdese que los judíos rechazaron el milagro de abrir los ojos del ciego (9:15-34).

         

11:38 Jesús, (oun, Entonces, LBLA; por lo tanto) profundamente conmovido otra vez, -- "Algunos de ellos" (ver. 37) insinuaban que al dejar que Lázaro muriera Jesús demostraba que en realidad no hizo un milagro en el caso del ciego y, por lo tanto, (por causa de esta desconfianza), Jesús estaba profundamente conmovido otra vez.

          -- vino al sepulcro. Era una cueva, y tenía una piedra puesta encima. -- Compárese la cueva en la que Lázaro fue sepultado y el sepulcro cavado en piedra en el cual Jesús fue sepultado. Si Cristo hubiera sido sepultado en una cueva, los enemigos podrían haber argumentado la posibilidad de que su cuerpo hubiera sido sacado secretamente a través de una salida de la cueva, y habría sido más difícil probar que en verdad había resucitado.

 

11:39 Dijo Jesús: Quitad la piedra. -- Jesús podía haber removido la piedra milagrosamente pero "los milagros empiezan donde el poder humano termina" (JWM).

          -- Marta, la hermana del que había muerto, le dijo: Señor, hiede ya, -- Las palabras de Marta indican que ella no esperaba la resurrección de su hermano en ese momento (11:24). Más bien creía que Jesús quería por última vez ver el rostro de su amigo, pero ella pensaba que si El lo hiciera, sería un equívoco debido a la condición repulsiva del cuerpo. Los judíos no empleaban los métodos de los egipcios de embalsamar para impedir la corrupción. "Los egipcios desentrañaban el cuerpo y extraían el cerébro y luego empapaban el cuerpo en una solución química por setenta días y esto evitaba la corrupción" (RCHL). Los judíos, sin embargo, no usaban tal proceso y tenían que sepultar el cuerpo el mismo día que morían.

          Para Cristo el pecado del hombre es una abominación (objeto de disgusto, detestable por causa de su olor repulsivo) peor que el cuerpo en estado de putrefacción; es decir, la corrupción del alma es peor que la corrupción del cuerpo.

          -- porque es de cuatro días. -- Estas palabras enfatizan que verdaderamente Lázaro estaba muerto, porque "es de cuatro días". Inmediatamente después de morir el hijo de la viuda de Naín y la hija de Jairo, Jesús los resucitó, pero Marta dijo, "hace cuatro días que murió" y sabía que el cuerpo ya había comenzado a descomponerse. "El evangelista refiere esta objeción de Marta a fin de poner de relieve la grandeza del milagro" (WH), porque los incrédulos que buscan cualquier pretexto para no creer, pudieran haber dicho que los otros dos solamente estaban en un estado de coma, pero nadie se hubiera atrevido a decir tal cosa de Lázaro.

          Al formular los planes para matar a Jesús los judíos no dijeron que Lázaro no había muerto; tampoco negaron que ocurrió un milagro. (Compárense 11:47-53; 12:9-10, 17-19).

         

11:40 Jesús le dijo: ¿No te he dicho que si crees, verás la gloria de Dios? (no solamente un prodigio, sino una verdadera señal) -- (11:4, 25, 26). "Al que cree todo le es posible" (Mar. 9:23). En lugar de pensar en la condición del cuerpo de su hermano, a Marta le convenía concentrarse en el poder de Jesús. Los hombres quieren ver para creer, pero Jesús dice "que si crees, verás".

 

11:41 Entonces (parece que por causa de lo que Marta dijo se detuvieron por unos momentos) quitaron la piedra de donde había sido puesto el muerto. Y Jesús, alzando los ojos a lo alto (si Cristo hubiera obrado por el poder de Beelzebú, Mat. 12:24, ¿habría alzado los ojos a lo alto?), dijo: Padre, gracias te doy por haberme oído. -- La gente debería entender que lo que Jesús haría no sería simplemente un prodigio, sino otra obra del Padre.

          Jesús dijo, "gracias te doy por haberme oído", indicando la certeza de lo que iba a hacer. Habló del milagro como si ya lo hubiera hecho.

         

11:42 Yo sabía que siempre me oyes (véase 11:22, notas); pero lo dije por causa de la multitud que está alrededor, para que crean que tú me has enviado (3:17, 34; 5:36, 37; 8:18, 27, 29). -- El profeta Elías quería que Dios le respondiera "para que conozca este pueblo que tú, oh Jehová eres el Dios" (1 Reyes 18:37). Era necesario que el pueblo entendiera que esta señal hecha por Jesús era otra obra de Dios (5:19); es decir, que Jesús nunca obraba independientemente del Padre y que en todo eran uno. Al igual que las demás señales esta demostraría que "Yo y el Padre uno somos" (10:30). "Como el Padre levanta a los muertos, y les da vida, así también el Hijo a los que quiere da vida" (5:21). Jesús mismo es la resurrección y la vida; por lo tanto, El podía resucitar a Lázaro; además, podía poner su propia vida y tomarla otra vez (resucitar) (10:17, 18). El Hijo aprobaba todo propósito del Padre y el Padre aprobaba todo propósito del Hijo. Había perfecta armonía entre los dos.

          Algunos hermanos tuercen Fil. 2:7 y 2 Cor. 8:9 para enseñar que cuando Cristo vino a la tierra, se despojó a sí mismo de los atributos divinos (o del uso de ellos) y que, al igual que los apóstoles y profetas no tenía poder o autoridad inherente (propio), sino que solamente recibió poder del Padre o del Espíritu Santo para hacer señales. Al enseñar esta doctrina falsa, tales hermanos niegan la deidad de Jesús. Todas las acciones y palabras de Jesús eran las acciones y palabras del Padre simplemente porque son uno. ¿Qué texto dice que algún apóstol o profeta era igual a Dios? (5:18). ¿Cuál de ellos podía decir lo que Jesús decía (4:14; 6:35; 8:12; 10:7, 11; 11:25; 14:6? ¿Cuál de ellos podía decir, "El que me ha visto a mí, ha visto al Padre" (14:9). ¿Cuál de ellos fue adorado (9:38)? ¿Cuál perdonó pecados?

          Jesús oraba al Padre porque, siendo uno con el Padre, estaba en perfecta y constante comunión con El. Lo que uno hacía el Otro hacía. El pensamiento principal en todo esto es que Jesús siempre obraba en perfecta armonía con el Padre y nunca obró por su propia cuenta; es decir, nunca obró de manera independiente del Padre. Es indispensable, sin embargo, que se entienda que en cualquier momento Jesús podía, por su propia autoridad, hacer un milagro, perdonar pecados o levantar a los muertos (p. ej., "Acercándose, tocó el féretro; y los que lo llevaban se detuvieron. Y dijo: Joven, a ti te digo, levántate. Entonces se incorporó el que había muerto y comenzó a hablar" (Luc. 7:14, 15); pero Jesús siempre obraba de acuerdo con la voluntad del Padre.

 

11:43 Y habiendo dicho esto, clamó a gran voz -- No clamó a gran voz para que Lázaro le oyera (compárense Mar. 5:41 y Luc. 7:14), sino para que toda la multitud se diera cuenta de que por la autoridad de Cristo Lázaro sería levantado. En otra ocasión Jesús clamó a gran voz:        "Mas Jesús, habiendo otra vez clamado a gran voz, entregó el espíritu" (Mat. 27:50).

          -- ¡Lázaro, ven fuera! -- Lázaro no fue levantado por medio de los  susurros de los encantadores (Isa. 8:19; 29:4), sino por la autoridad de Cristo (5:21). Cuando Jesús resucitó a la hija de Jairo y al hijo de la viuda de Naín, no dijo "ven fuera" porque todavía no se habían sepultado; más bien, les dijo, "levántate".

          En el Día Final todos oirán esa misma voz: (5:28, 29; vendrá "con voz de mando", 1 Tes. 4:16)"vendrá hora cuando todos los que están en los sepulcros oirán su voz" (5:28). (Se ha dicho que si Jesús no hubiera pronunciado el nombre de Lázaro, todos los muertos habrían salido de los sepulcros en ese momento.)

 

11:44 Y el que había muerto salió ("tengo las llaves de la muerte y del Hades", Apoc. 1:18), atadas las manos y los pies con vendas, y el rostro envuelto en un sudario. -- Juan no dijo nada acerca de la reacción de la gente. ¿Qué habrán dicho al ver este milagro? La naturaleza impersonal y la brevedad de los relatos de los eventos sensacionales son evidencias fuertes de la inspiración de las Escrituras.

          -- Jesús les dijo: Desatadle, y dejadle ir. -- Deberían desatarle porque el hombre vivo todavía llevaba ropa de muerte (AH).

          Juan explica que los apóstoles eran testigos de Cristo, diciendo (1 Jn. 1:1), "lo que hemos oído, lo que hemos visto ... y palparon nuestras manos". En esta ocasión la gente podía ver a Lázaro, los que le desataron (y los otros) podían palparlo, seguramente habló y le oyeron y había otra evidencia más que ya se ha mencionado, una evidencia de suma importancia: dijo Marta, "hiede ya"; por eso, había otra evidencia, el olfato, para probar que por varios días había estado muerto, y no hay razón alguna para creer que se pudiera decir de su nuevo cuerpo, "todavía hiede".

          No dijo, "Desatadle para que la gente pueda estar todo el día viendo este espectáculo". Lázaro podía volver a su casa y a sus actividades normales.

          En esta ocasión Jesús dio una prenda de cómo El, por medio de su propia muerte, podría "librar a todos los que por el temor de la muerte estaban durante toda la vida sujetos a servidumbre" (Heb. 2:15).

 

11:45, 46 Entonces muchos de los judíos que habían venido para acompañar a María (11:31, "la siguieron"), y vieron lo que hizo Jesús, creyeron en él. Pero algunos de ellos (los informadores; ¿espías?) fueron a los fariseos y les dijeron lo que Jesús había hecho. -- ¿Dijeron qué? No hay nada que indique que hayan mentido a los oficiales, sino que simplemente dijeron la verdad. Compárese Mat. 28:11, "unos de la guardia fueron a la ciudad, y dieron aviso a los principales sacerdotes de todas las cosas que habían acontecido". No mintieron, sino que dieron aviso de lo que en verdad ocurrió.

          ¿Con qué propósito fueron estos a los fariseos? ¿Para convencerles que estaban equivocados acerca de Jesús? ¿Para consultar con ellos antes de decidir si aceptarían o no a Jesús? Probablemente se sentían obligados a decir toda cosa nueva a sus guías religiosos, como los niños que van corriendo para contar todo a sus padres o maestros.

 

11:47 Entonces los principales sacerdotes y los fariseos reunieron el concilio, -- Los fariseos y los sacerdotes (saduceos) se odiaban unos a otros, pero odiaban aun más a Jesús; por eso, sepultaban sus diferencias para conspirar contra El (Mat. 26:3, 14). Compárense los enemigos, Pilato y Herodes (Luc. 23:11, 12).

          -- y dijeron: ¿Qué haremos? (¿Qué hacemos? LBLA, tiempo presente, indicando una emergencia, MV; sus palabras nos recuerdan de la parábola de los labradores malvados que al ver al hijo dijeron, "Este es el heredero; venid, matémosle, para que la heredad sea nuestra", Luc. 20:14). Porque este hombre hace muchas señales. -- ¡He aquí el testimonio de los enemigos de Cristo! No dijeron que Lázaro no estaba muerto, ni negaron el milagro; más bien confirmaron lo que Abraham dijo al rico: "tampoco se persuadirán aunque alguno se levantare de los muertos" (Luc. 16:31).

          Recuérdense los detalles (las evidencias) que claramente confirman la resurrección milagrosa de Lázaro: (1) los amigos de la familia (los que llegaron para acompañar a Marta y a María en su pesar) sabían que Lázaro estaba muerto; (2) Lázaro había estado en el sepulcro por cuatro días y "hieda ya"; (3) durante esos cuatro días Jesús ni siquiera estaba allí; por eso, no podía participar en ninguna conspiración para engañar a la gente; (4) habría sido imposible engañar a Marta y a María para que creyeran que su hermano había resucitado si no lo hubiera hecho en realidad; y (5) todos, incluso estos enemigos de Jesús, creyeron que fue un milagro (PTB).

          Ellos reconocían que hasta ese momento estaban perdiendo la batalla contra Jesús. Cuando "enviaron alguaciles para que le prendiesen" (7:32), no lo hicieron, diciendo "¡Jamás hombre alguno ha hablado como este hombre!" (7:46). También se objetó Nicodemo diciendo, "¿Juzga acaso nuestra ley a un hombre si primero no le oye, y sabe lo que ha hecho?" (7:51). Jesús, sin embargo, seguía día tras día haciendo maravillosas obras, y ellos no habían hecho nada para detenerlo.

          Esta pregunta demuestra su arrogancia, porque con ella implican que pudieran haber hecho algo para vencer al Hijo de Dios quien en esos momentos había vencido la muerte misma.

          Al comentar sobre este milagro William Barclay, un modernista, dice, "Al analizar todas las dificultades que presenta esta historia nos vemos obligados a decir que no sabemos qué fue lo que sucedió en Betania ... No importa, en realidad, si Jesús resucitó un cuerpo en el año 30 de nuestra era". ¡Este comentarista compartió la incredulidad de los judíos! Para concluir su comentario sobre este capítulo él dice, "Sea lo que fuere que digamos sobre Jesús, debemos inclinarnos en admiración ante su coraje que desafió la muerte". Suponiendo que Jesús no hubiera hecho este milagro ¿sería digno de admiración? Los incrédulos no pueden reconocer su inconsecuencia cuando enseñan que Jesús era un hombre bueno y admirable aunque, según ellos, El haya mentido y engañado con respecto a sus milagros.

 

11:48 Si le dejamos así, (compárese lo que dijo Gamaliel acerca de los apóstoles, Hech. 5:38. Los principales sacerdotes y los fariseos evitaban que algunos confesaran a Cristo con la amenaza de expulsarlos de la sinagoga, 9:22; 12:42, pero ahora se requería otra medida más fuerte para detener la influencia de Jesús) todos creerán en él (todos, incluso algunos de los gobernantes, 12:42; 7:48); y vendrán los romanos, y destruirán nuestro lugar santo y nuestra nación (Lit., quitarán de nosotros tanto el lugar como la nación). -- Parece que la palabra lugar (topos) se refiere a la ciudad y el templo (Mat. 24:15; Hech. 6:13; 21:28), pero según el léxico Grimm-Thayer la palabra puede significar oportunidad, poder, ocasión para actuar (Rom. 12:19; Ef. 4:27); algunos (p. ej., JWM, ATR, RCHL, FP) creen, pues, que en este texto topos se refiere al puesto de estos oficiales en el Sanedrín; es decir, que si Jesús se proclamara como el Mesías e intentara tomar el poder, los romanos interrumpirían la revolución con el resultado de que no solamente perderían estos oficiales su puesto, sino que en realidad resultaría en la destrucción del sistema judaico de ese tiempo. Desde luego, con toda claridad Jesús había explicado la naturaleza espiritual de su reino. No tenía ambición alguna para tomar el poder político; por el contrario, "entendiendo Jesús que iban a venir para apoderarse de él y hacerle rey, volvió a retirarse al monte él solo" (6:15), y dijo a Pilato que su reino "no es de este mundo" (18:36).

 

11:49, 50 Entonces Caifás (18:13, 24, 28; Mat. 26:3, 57; Luc. 3:2; Hech. 4:6), uno de ellos, sumo sacerdote aquel año, (según Josefo, los romanos, temiendo un gobierno permanente frecuentemente remplazaban a los pontífices de los judíos) les dijo: Vosotros no sabéis nada; (insulta a los demás, pero ¿qué sabía él de Jesús y del significado de su enseñanza y obra?) ni pensáis que nos conviene  que un hombre muera por el pueblo, y no que toda la nación perezca. --  Buscaban lo que sería ventajoso o provechoso para ellos mismos (el Sanedrín, los gobernantes de la nación); es decir, no apreciaban los milagros de Jesús ni la belleza de su vida perfecta ni sus maravillosas obras, porque su ministerio no les beneficiaba a ellos (políticamente), y "si le dejamos así, todos creerán en él" y nos desampararán a nosotros como sus líderes. ¡Eso no conviene! "Mas los labradores, cuando vieron al hijo, dijeron entre sí: Este es el heredero; venid, matémosle, y apoderémonos de su heredad" (Mat. 21:38).

          El razonaba que sería justo y correcto matar a Jesús porque tal acto sería para el beneficio de la nación (es decir, mejor que muriera un solo hombre en lugar de que toda la nación pereciera), pero en realidad lo opuesto ocurriría. Como Jesús profetizaba, la nación perecería por crucificar a "un hombre" (Cristo) (Mat. 23:37-39; Luc. 19:41-44; 21:10-28). Así pues el temor de Caifás de que los romanos destruyeran su puesto y su nación era un temor bien fundado.

          Los oficiales habían discutido con Jesús y entre ellos mismos, habían amenazado a Jesús con piedras, etc., pero todo había sido en vano; por eso, Caifás presenta este plan como el último recurso para el Sanedrín. "Los políticos están frecuentemente muy bien dispuestos a hacer grandes sacrificios en cabeza ajena" (ATR).

          Aquí cabe una explicación breve de la actitud del Sanedrín hacia los romanos. Los judíos se quejaban mucho acerca de su sujeción a los romanos y sobre todo acerca de los impuestos que tenían que pagar, pero en realidad estaban más o menos contentos con su posición, porque tenían completo control sobre la gente y se aprovechaban de su puesto para enriquecerse. Así, pues, aunque a ellos no les importara lo que pasara a la nación, la situación de ellos mismos era muy ventajosa y no querían cambios.

 

11:51 Esto no lo dijo por sí mismo, -- 1 Ped. 1:10-12 explica que los profetas tenían que estudiar sus propios escritos. Aquí está otra evidencia de la inspiración verbal (1 Cor. 2:12, 13); Dios revela su voluntad en sus propias palabras a través de la boca o la pluma de los hombres. "Caifás fue totalmente libre, no se le impidió de ninguna forma que dijera lo que su malvado corazón lo impulsaba a decir. Sin embargo, la voluntad de Dios, sin resultar en lo más mínimo contaminada, dirigió de tal forma la selección de palabras que iban a salir de los labios de este frío asesino, que resultaron exactamente las que se necesitaban para expresar la verdad más sublime y gloriosa respecto al amor redentor de Dios. ¡Sin tener conciencia de ello el villano se había convertido en profeta!" (GH).

          Este caso bien ilustra lo que Pedro dice, "ninguna profecía de la Escritura es de interpretación privada, porque nunca la profecía fue traída por voluntad humana" (2 Ped. 1:10, 21). Dios no solamente habló por la boca de Caifás, sino que también habló por la boca de un asna (Núm. 22:30). Véase Heb. 1:1.

          -- sino que como era el sumo sacerdote aquel año, profetizó que Jesús había de morir por la nación; -- Jesús había de morir como substituto, es decir, en lugar de la nación (10:11, el pastor da su vida por las ovejas, 10:15; Mat. 20:28).

          En esto vemos el aspecto doble de la muerte de Jesús. Desde el punto de vista de los judíos y romanos, Jesús tenía que morir por razones políticas, pero desde el punto del "determinado consejo y anticipado conocimiento de Dios" (Hech. 2:23), murió por los pecados del mundo. "El crimen mayor cometido por los hombres produjo la bendición mayor para la humanidad" (Maclaren, citado por AWP).

 

11:52 y no solamente por la nación, sino también para congregar (reunir, LBLA) en uno a los hijos de Dios que estaban dispersos (esparcidos, LBLA). -- Al decir esto Caifás propuso que Jesús fuera entregado a la muerte para evitar problemas con los romanos, pero Dios quería decir que Jesús había de morir para salvar no solamente esa nación, sino también a su hijos que estaban dispersos (10:16; 12:32).

          Muchos textos del Antiguo Testamento hablan de restaurar o recoger a los hijos de Israel (p. ej., Isa. 11:12; Jer. 23:3; Ezeq. 34:12, 13). El apóstol Pablo explica que Cristo quitó la pared intermedia de separación entre los judíos y los gentiles para formar un solo cuerpo (Ef. 2:13-22; Col. 3:11; Gál. 3:28).

          La expresión "hijos de Dios" es semejante a lo que el Señor dijo a Pablo (Hech. 18:10), "Yo tengo mucho pueblo en esta ciudad", es decir, personas de buena voluntad (como Cornelio, Lidia, el carcelero) que oirán y aceptarán al evangelio. Estos son "la buena tierra" de Luc. 8:15 que recibe la simiente (el evangelio) y lleva mucho fruto para Dios.

 

11:53 Así que, desde aquel día acordaron matarle. -- Caifás les convenció y acordaron hacer lo que hacía tiempo pensaban hacer: 5:18; 7:1, 19, 25, 32, 45; 8:40, 59; 10:31; 11:8, 16. "Acordaron dar muerte también a Lázaro" (12:10). Desde aquel día en las sesiones del Sanedrín el asunto principal a tratar era "el homicidio mesiánico" (JPL). Desde ese momento decidieron oficialmente que no serían gobernados por la justicia sino por la conveniencia. A estas alturas, habían llegado al punto de no volver. Habían pasado el Rubicón. No les quedaba otra alternativa sino la de dar muerte a Jesús. ¿Todos acordaron? "José de Arimatea ... no había consentido en el acuerdo ni en los hechos de ellos" (Luc. 23:50, 51).

          Cuando Jesús ascendió al cielo y los judíos ya no pudieron perseguirle en persona, persiguieron a la iglesia de Cristo (Hech. 4:26-28; 8:1-4; 9:1; 12:1-3).

 

11:54 Por tanto, Jesús ya no andaba abiertamente entre los judíos, sino que se alejó de allí a la región contigua al desierto, a una ciudad llamada Efraín; y se quedó allí con sus discípulos. -- Esto lo hizo porque su hora no había llegado. Jesús mismo inició los encuentros con los judíos. El sabía exactamente cuándo y cómo El iba a poner su vida, y los judíos y romanos no podían cambiar ese plan.

 

11:55 Y estaba cerca la pascua de los judíos; y muchos subieron de aquella región a Jerusalén antes de la pascua, para purificarse. -- Dios requería purificaciones, pero sobre todo lo que quería era la limpieza interna (Mat. 23:25-28).

 

11:56 Y buscaban a Jesús (la fama de Jesús aumentó aun más después de la resurrección de Lázaro), y estando ellos en el templo, se preguntaban unos a otros: ¿Qué os parece? ¿No vendrá a la fiesta? -- La construcción de estos interrogantes indica que se esperaba una respuesta negativa; el siguiente versículo explica por qué.

          Pero, la respuesta era afirmativa. Sí, El vendría a la fiesta y hacer exactamente lo que Caifás había dicho: ¡morir por la nación!, "y no solamente por la nación, sino también para reunir en uno a los hijos de Dios que estaban esparcidos".

 

11:57 Y los principales sacerdotes y los fariseos habían dado orden de que si alguno supiese dónde estaba, lo manifestase, para que le prendiesen. -- La hora de Jesús estaba llegando. Los líderes de los judíos estaban muy resueltos a prender a Jesús. "Tuvieron consejo para prender con engaño a Jesús, y matarle. Pero decían: No durante la fiesta (la Pascua), para que no se haga alboroto en el pueblo" (Mat. 26:4, 5). Ellos dijeron "no durante la Pascua", pero Dios dijo, durante la Pascua.

          Este texto nos hace ver que cuando Jesús levantó a Lázaro de entre los muertos, El hizo más segura su propia muerte. La resurrección de Lázaro llegó a ser, pues, un eslabón necesario en la cadena de eventos que llevaron a Jesús al Calvario.

 

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