Hechos 15

 

Introducción:

          A. Los capítulos 10 y 11 revelan claramente que los gentiles pueden ser bautizados y el cap. 15 revela que "algunos de la secta de los fariseos, que habían creído, se levantaron diciendo: Es necesario circuncidarlos, y mandarles que guarden la ley de Moisés" (vers. 5). Según esta falsa doctrina, el evangelio no era adecuado para salvar a los gentiles, sino que tenía que ser suplementado por la circuncisión y la ley de Moisés. Tal doctrina pervierte el evangelio y los que la enseñan están condenados (Gál. 1:7-9). Al dar la gran comisión a los apóstoles (Mat. 28:19, 20) Jesús dijo que enseñaran a los conversos "que guarden todas las cosas que os he mandado ... ", pero Jesús no les mandó que los circuncidaran. Por lo tanto, después de escuchar a Pedro, Pablo y Bernabé, Jacobo expresó lo que el Espíritu Santo había revelado sobre el asunto: "Porque ha parecido bien al Espíritu Santo y a nosotros, no imponeros ninguna carga más que estas cosas necesarias: que os abstengáis de lo sacrificado a ídolos, de sangre, de ahogado y de fornicación" (ver. 28, 29).

          B. En la Versión Valera (1960) el encabezado de este capítulo dice, "El concilio en Jerusalén" (el mismo encabezado aparece antes del ver. 6 en La Biblia de las Américas), pero no había "concilio en Jerusalén". Puesto que la Biblia no habla de concilios de iglesias, tenemos que buscar su definición en el diccionario. Según Larousse un concilio es "una asamblea de obispos y doctores en teología que discuten cuestiones de doctrina y disciplina eclesiástica". Una definición adicional (dada por Webster) es, "un cuerpo de delegados de unidades locales de alguna unión, confederación, etc.; una organización o sociedad, o alguno de los niveles de cuerpos legislativos". Estas definiciones se basan en las prácticas de las iglesias humanas. El concepto denominacional requiere algún cuerpo legislativo aparte de la congregación local. Líderes católicos, metodistas, luteranos, etc. citan este texto para probar que sus concilios, sínodos, convenciones, etc. son bíblicos, pero este capítulo no tiene nada que ver con tales arreglos humanos; más bien, es parte integral de la revelación inspirada de la voluntad de Dios sobre el asunto tratado. El ver. 23 dice que los apóstoles y ancianos acordaron escribir instrucciones a las iglesias. ¿Escribir qué? El ver. 28 dice, "Porque ha parecido bien al Espíritu Santo, y a nosotros ... "; es decir, acordaron escribir lo que el Espíritu Santo había revelado. Hech. 16:4 llama el escrito "las ordenanzas" (dogmas, decretos). ¿De quién? ¡Del Espíritu Santo!

          Este capítulo no tiene nada que ver, pues, con los acuerdos de hombres no inspirados. Los hombres inspirados nos han revelado toda la verdad (Jn. 16:13; 2 Ped. 1:3) y a través de sus escritos sabemos todos los deberes, responsabilidades y privilegios que son autorizados por Dios.

          C. El primer concilio ecuménico ocurrió en la ciudad de Nicea en el año 325 d. de J. C. Desde entonces ha habido muchos y todos producen cada vez más división. En ese primer concilio se escribió el primer credo, es decir, el primer escrito oficial de lo que "se cree". Tales escritos (credos) substituyen al Nuevo Testamento. Hechos 15 no trata de iglesias humanas, y por eso, no trata de tales cosas. En esta asamblea no había delegados enviados por varias iglesias, sino simplemente una reunión de hombres inspirados para confirmar que el Espíritu Santo había revelado la misma cosa a todos con respecto al problema tratado. (Las iglesias de Jerusalén y Antioquía fueron las únicas iglesias que estaban involucradas en esta cuestión).

          D. Tampoco se trata de una asamblea en la cual algo se decidiera por la votación de los miembros de alguna congregación o congregaciones. Si tal práctica se hubiera autorizado, entonces la iglesia de Antioquía habría decidido la cuestión de esa manera.

          E. Tampoco se trata de una asamblea de ancianos o evangelistas para tratar problemas de la iglesia o para hacer planes para la "cooperación" de muchas iglesias para evangelizar o hacer obras de benevolencia. El destacado comentarista J. W. McGarvey explica que en Hechos 15 no hay ninguna clase de concilio o sínodo, sino que tuvo que ver con la revelación y confirmación de la verdad sobre un tema vital. Sus comentarios sobre este tema son excelentes, pero él mismo defendía las sociedades misioneras, afirmando -- al igual que nuestros hermanos liberales -- que Hechos 15 no condena la cooperación de muchas congregaciones para que hagan lo que Dios requiere de la iglesia. La verdad es que Hech. 15 no tiene nada que ver con la reunión de muchas iglesias o de sus delegados. Además, debemos agregar que tal "cooperación" no está aprobada ni por Hechos 15 ni por ningún otro texto. Los deberes asignados por Dios a la iglesia son deberes que cada iglesia local debe y puede llevar a cabo. Cada iglesia debe tener sus propios ancianos (14:23; 20:17, 28) y debe hacer su propia obra de edificación, evangelización y benevolencia. En el primer siglo el Espíritu Santo decidió la cuestión de la cooperación de las iglesias, y reveló su voluntad en 1 Cor. 16:1-4; 2 Cor. 8 y 9, etc. La llamada cooperación que practican los hermanos liberales no es simplemente la cooperación sino la centralización de la obra de muchas iglesias en cierta "iglesia patrocinadora", un arreglo que fue desconocido por los apóstoles.

          F. Para corregir tales ideas incorrectas es necesario simplemente leer el capítulo, sin añadirle ni quitarle. Sería imposible tener tal asamblea hoy en día porque no hay hombres inspirados en la iglesia. Toda iglesia debe acudir a los escritos de los apóstoles y otros hombres inspirados (es decir, al Nuevo Testamento).

 

15:1 -- Entonces algunos que venían de Judea enseñaban a los hermanos: Si no os circuncidáis conforme al rito de Moisés, no podéis ser salvos. Descendieron de Judea a Antioquía (enseñaban a los hermanos de Antioquía). El ver. 24 dice, "hemos oído que algunos que han salido de nosotros, a los cuales no dimos orden"; esto implica que los que salieron decían que venían de parte de los apóstoles y ancianos de Jerusalén.

          El Espíritu Santo había revelado claramente que los gentiles podían oír y obedecer al evangelio. Esto fue demostrado claramente a Pedro en el caso de Cornelio (Hech. 10). Los apóstoles y los hermanos que estaban en Judea oyeron que también los gentiles habían recibido la palabra de Dios y cuando Pedro subió a Jerusalén, disputaban con él, pero al oír los detalles de la conversión de Cornelio estaban convencidos "y glorificaron a Dios, diciendo: ¡De manera que también a los gentiles ha dado Dios arrepentimiento para vida!" (Hech. 11:1, 2, 18).

          Sin embargo, ahora surge otra cuestión: algunos enseñaban que "Es necesario circuncidarlos, y mandarles que guarden la ley de Moisés" (ver. 5). Según ellos, pues, los conversos gentiles tenían que ser convertidos en judíos y la iglesia debería ser solamente otra secta de los judíos. Entendían que los gentiles deben ser bautizados para ser salvos, pero no creían que eso era suficiente, porque creían que solamente los judíos podían ser hijos de Dios.

          Pero recuérdese que Jesús no dijo a los apóstoles (Mat. 28:20), "enseñándoles que guarden todas las cosas que Moisés les ha mandado", sino "todas las cosas que os he mandado".

 

15:2 -- Como Pablo y Bernabé tuviesen una discusión y contienda no pequeña con ellos, se dispuso que subiesen Pablo y Bernabé a Jerusalén, y algunos otros de ellos, a los apóstoles y a los ancianos, para tratar esta cuestión. También Pablo explica (Gál. 2:2) que él subió a Jerusalén según una revelación. Desde luego, Pablo siendo un apóstol inspirado, era capaz de enseñar toda la verdad sobre esta cuestión y resolver el problema, pero había muchos que dudaban del apostolado de Pablo. Por lo tanto, Dios le envió a Jerusalén para que junto con los otros apóstoles y hermanos inspirados pudieran resolver esa cuestión una vez y para siempre.

          Esta acción no prueba que la iglesia de Jerusalén fuera la "iglesia madre". Hech. 15 no presenta el caso de alguna iglesia (Antioquía) "apelando" a otra iglesia superior. No tiene nada que ver con tal idea. Ya hemos visto en Hech. 14:23 que se escogieron ancianos en cada iglesia; esto indica que cada iglesia es autónoma (bajo Cristo se gobierna sola).

          La importancia de ese sitio tiene que ver con la presencia de los apóstoles. Recuérdese que por lo menos algunos de los apóstoles todavía estaban en Jerusalén: Hech. 8:1, "todos fueron esparcidos ... salvo los apóstoles"; Hech. 8:14, "Cuando los apóstoles que estaban en Jerusalén ..."; Hech. 11:1, 2, "Oyeron los apóstoles y los hermanos que estaban en Judea ...". Los apóstoles ocuparon sus tronos en el reino comenzando el día de Pentecostés cuando la iglesia fue establecida (el principio del tiempo de la "regeneración") (Mat. 19:28).

          Esto no implica que el evangelio predicado por Pablo fuera inferior al evangelio predicado por los apóstoles originales. Pablo explica (Gál. 1:15-17) que él no tuvo que ir a Jerusalén para recibir el evangelio, sino que Cristo se lo reveló.

          El caso fue que él y Bernabé tuvieron que subir a Jerusalén porque algunos "que venían de Judea" estorbaban a los hermanos de Antioquía con una doctrina falsa. Era necesario, pues, ir a la fuente de este error para corregirlo.

          Al terminar el asunto los apóstoles y los ancianos enviaron una carta a las iglesias. Ahora la verdad fue apoyada no solamente por Pablo y Bernabé sino también por los otros apóstoles y hombres inspirados.

 

15:3 -- Ellos, pues, habiendo sido encaminados por la iglesia, pasaron por Fenicia y Samaria, contando (relatando detalladamente, LBLA) la conversión de los gentiles; y causaban gran gozo a todos los hermanos. -- 11:18; 14:27. En muchas cosas Fenicia se identificaba con los gentiles; por eso, estos pueblos aceptaron con "gran gozo" la noticia acerca de la conversión de los gentiles.

 

15:4 -- Y llegados a Jerusalén, fueron recibidos por la iglesia y los apóstoles y los ancianos, y refirieron todas las cosas que Dios había hecho con ellos. Lo que Dios había hecho no solamente demostraba su aprobación de evangelizar a los gentiles, sino que también significaba que El aceptaba que los gentiles fueran salvos por obedecer al evangelio sin circuncidarse y guardar la ley de Moisés.

 

15:5 -- Pero algunos de la secta de los fariseos, que habían creído, -- Pablo no fue el único fariseo que se convirtió a Cristo, pero aparentemente algunos fariseos no estaban completamente convertidos. Para éstos lo más importante era defender su "partido" aunque profesaran ser seguidores de Cristo.

          -- se levantaron diciendo: Es necesario circuncidarlos y mandarles que guarden la ley de Moisés. -- Eran miembros de la iglesia, pero Pablo les llama "falsos hermanos introducidos a escondidas, que entraban para espiar nuestra libertad en Cristo Jesús, para reducirnos a esclavitud" (Gál. 2:4). Para los judaizantes el evangelio de Pablo era deficiente y para Pablo los judaizantes pervertían el evangelio puro.

          Satanás no puede destruir la iglesia por medio de los de afuera; cuando había persecuciones, la Palabra se extendía más y prevalecía. Por eso, ahora trata de destruir la obra de Cristo por medio de los que están dentro de la iglesia.

          Este capítulo registra la derrota de los judaizantes que querían imponer la ley de Moisés sobre la iglesia; sin embargo, otros "judaizantes" han tenido más éxito: los católicos tienen sacerdotes especiales que ofrecen el sacrificio diario y practican varios ritos semejantes a los de la ley de Moisés; los mormones también tienen sacerdotes y sus escritos oficiales defienden la poligamia; muchos practican el "bautizo infantil" que, según ellos, toma el lugar de la circuncisión; algunas iglesias enseñan que es necesario guardar el sábado; la mayoría de las iglesias "evangélicas" requieren el diezmo, usan instrumentos de música en el culto, y creen que el Mesías todavía piensa establecer un reino terrenal. De esta manera vemos que muchos religiosos no aceptan la enseñanza que este capítulo aclara, que los gentiles no deben guardar la ley de Moisés.

 

15:6 -- Y se reunieron los apóstoles y los ancianos para conocer de (considerar, LBLA) este asunto. Pablo se refiere a esta junta en Gál. 2:2; dice, "para no correr o haber corrido en vano, expuse en privado a los que tenían cierta reputación el evangelio que predico entre los gentiles". Esto fue un acto muy juicioso, porque era necesario que los todos los apóstoles y ancianos entendieran la verdad y que estuvieran unidos para poder resolver el problema. Estaba en juego la libertad de los hermanos gentiles (la libertad de nosotros). Léase Gál. 2:1-10 para ver el gran éxito de esa entrevista: los demás aceptaron que Tito (un griego) no fuera circuncidado, y les dieron a Pablo y Bernabé "la diestra en señal de compañerismo" (ver. 9).

          ¿Por qué tomaron parte los ancianos en esta cuestión? Porque los falsos habían salido de allí: ver. 24, "algunos que han salido de nosotros", es decir, de Jerusalén. Por lo tanto, los ancianos tenían que corregir a los tales. No legislaron para otras iglesias, sino simplemente corrigieron a ciertos miembros de esa iglesia que andaban mal (Rom. 16:17).

 

15:7 -- Y después de mucha discusión (mucho debate, LBLA), Pedro se levantó y les dijo: Varones hermanos, vosotros sabéis cómo ya hace algún tiempo que Dios escogió que los gentiles oyesen por mi boca la palabra del evangelio y creyesen. La palabra debate es correcta, porque escucharon a los que estaban equivocados, y luego les refutaron. Hay mucho provecho en esta clase de discusión pública. Es importante "tapar la boca" a los que enseñan error, pero es necesario que éstos hablen y que se escuchen. Entonces se puede presentar la refutación de su error. Cuando Pedro, Pablo, Bernabé y Jacobo hablaron, los argumentos de los falsos hermanos cayeron, y todos podían ver la verdad.

          "Dios escogió que los gentiles oyesen por mi boca la palabra del evangelio"; es decir, no quería que los gentiles oyesen la ley de Moisés, sino el evangelio.

 

15:8-9 -- Y Dios, que conoce los corazones, les dio testimonio, dándoles el Espíritu Santo (Véase Hech. 10:45, 46, notas) lo mismo que a nosotros; (2:2-4; véase 11:14-17, notas) y ninguna diferencia hizo entre nosotros y ellos, purificando por la fe sus corazones. -- 10:34, 35. Por lo tanto, no era necesario que los gentiles se convirtieran en judíos (por medio de la circuncisión) para ser salvos, sino que deberían simplemente obedecer al evangelio.

          Dios no quería la purificación ceremonial (los lavamientos prescritos por la ley de Moisés), sino la purificación del corazón por medio del evangelio.

 

15:10 -- Ahora, pues, ¿por qué tentáis a Dios, poniendo sobre la cerviz de los discípulos un yugo que ni nuestros padres ni nosotros hemos podido llevar? -- Gál. 3:10 dice, "Maldito todo aquel que no permaneciere en todas las cosas escritas en el libro de la ley, para hacerlas", y Rom. 3:23 dice, "por cuanto todos pecaron". Por eso sabemos "que el hombre no es justificado por las obras de la ley, sino por la fe de Jesucristo" (Gál. 2:16). Esto es el punto de Pedro en Hech. 15:10.

          Algunos mal interpretan la expresión un yugo que ni nuestros padres ni nosotros hemos podido llegar, diciendo que era imposible que los judíos obedecieran la ley de Dios, que de la misma manera es imposible que el hombre guarde la ley de Cristo y, por eso, que todos tienen que pecar. Entonces, ¿qué pecado tendremos que cometer? ¿matar o aborrecer? ¿adulterar o mirar a una mujer para codiciarla? ¿Dios ha dado al hombre mandamientos que no puede obedecer? ¿Le va a castigar por pecados que tuvo que cometer? Si el hombre tiene que pecar ¿quién tendrá la culpa, él mismo o Dios? El calvinismo enseña que el hombre tiene que pecar por causa de su naturaleza corrupta con la cual nació. Tales enseñanzas son esfuerzos humanos por evitar la responsabilidad humana en cuanto al pecado.

 

15:11 -- Antes creemos que por la gracia del Señor Jesús seremos salvos, de igual modo que ellos. -- Seremos salvos por la gracia del Señor cuando obedecemos al evangelio. Pedro les recuerda que ellos (los judíos) también son salvos por el evangelio. La gracia de Dios nos "enseña" (Tito 2:11, 12) los mandamientos de Dios. Muchos creen que somos salvos por la "gracia sola" y minimizan la responsabilidad del hombre, pero muchos textos dan énfasis a lo que el hombre tiene que hacer: (1) "les persuadían a que perseverasen en la gracia de Dios" (13:43), es decir, perseverar en la doctrina de los apóstoles (2:42). (2) "Os exhortamos también a que no recibáis en vano la gracia de Dios" (2 Cor. 6:1), y en el mismo capítulo (6:14-18) Pablo explica cómo se recibe en vano la gracia de Dios; (3) "De Cristo os desligasteis, los que por la ley os justificáis; de la gracia habéis caído" (Gál. 5:4); este texto se refiere al mismo tema tratado en Hech. 15 y afirma que los que agregan la ley de Moisés al evangelio caen de la gracia (desechan la gracia, 2:21). (4) "Esfuérzate en la gracia que es en Cristo Jesús" (2 Tim. 2:1); la gracia de Dios trae salvación solamente a los que se esfuerzan por obedecer lo que la gracia enseña. (5) Algunos "convierten en libertinaje la gracia" del Señor (Judas 4), porque creen que la gracia nos da toda clase de libertad, aun para pecar. De esta manera muchos abusan de la gracia de Dios. (6) "Mirad bien, no sea que alguno deje de alcanzar la gracia de Dios" (Heb. 12:15). ¿La gracia de Dios lo hace todo y el hombre no tiene responsabilidad? ¡Léanse otra vez estos textos!

         

15:12 -- Entonces toda la multitud calló (hizo silencio, LBLA) y oyeron a Bernabé y a Pablo, que contaban cuán grandes señales y maravillas había hecho Dios por medio de ellos entre los gentiles. -- 13:11; 14:9, 10, 20. Lo que Pablo y Bernabé dijeron armonizaba perfectamente con lo que Pedro dijo; es decir, como Cornelio y su casa fueron bautizados con el Espíritu Santo en presencia de Pedro, así también Dios hizo "grandes señales y maravillas ... por medio de ellos entre los gentiles". En esta ocasión repitieron lo que dijeron en Antioquía: "Y habiendo llegado, y reunido a la iglesia, refirieron cuán grandes cosas había hecho Dios con ellos, y cómo había abierto la puerta de la fe a los gentiles" (14:27).

 

15:13-18 -- Y cuando ellos callaron, Jacobo respondió (a lo que los hermanos fariseos enseñaban, vers. 1, 5; este Jacobo era el hermano de Jesús, Gál. 1:19; 2:8.) diciendo: Varones hermanos, oídme. Simón ha contado cómo Dios visitó por primera vez a los gentiles, para tomar de ellos pueblo para su nombre. (cómo Dios al principio tuvo a bien tomar entre los gentiles un pueblo para su nombre, LBLA). Y con esto concuerdan las palabras de los profetas, (Isa. 2:2-4; 49:6 ; Miq. 4:1-4) como está escrito: Después de esto volveré Y reedificaré el tabernáculo de David, que está caído; Y repararé sus ruinas, Y lo volveré a levantar, Para que el resto de los hombres busque al Señor, Y todos los gentiles, sobre los cuales es invocado mi nombre, (equivale a entregar su mensaje a ellos) Dice el Señor, que hace conocer todo esto desde tiempos antiguos. -- Los profetas entendían que la casa de David iba a caer, y que, años después, el Mesías (descendiente de David) ocuparía su trono (2 Sam. 7:12-16; Jer. 23:5,6; Isa. 9:6,7; Ezeq. 37:24, 25). Pero nadie lo había hecho hasta que Dios levantara a Jesucristo para hacerlo (Luc. 1:32,33; Hechos 2:29-36).

          Los profetas entendían también que después de este gran evento los gentiles buscarían a Dios. Por lo tanto, si los hermanos entendían que Jesucristo era el Cristo, entonces deberían entender que los gentiles pueden ser hijos de Dios de la misma manera que los judíos (es decir, por medio del evangelio solamente).

          Tuercen este texto los que enseñan que cuando Cristo venga la segunda vez establecerá un reino terrenal para reinar mil años. Estos dicen que la palabra después se refiere a la segunda venida de Cristo. Creen que entonces El establecerá su reino, pero la consecuencia de esa teoría es que todavía no hubiera salvación para los gentiles (y, por eso, que nadie debe predicarles el evangelio), pero todo el texto (Hech. 15:1-35) trata de gentiles convertidos y del tema de si éstos debieran guardar la ley después de bautizarse.

 

15:19 -- Por lo cual yo juzgo que no se inquiete a los gentiles que se convierten a Dios. -- Obsérvese que no había votación. Lo que Jacobo concluye no fue una proposición o moción que debería ser secundada y luego propuesta para la votación de la asamblea. Más bien, la conclusión pronunciada por Jacobo era la decisión del Espíritu Santo (ver. 28) y, por consiguiente, de todos los apóstoles y ancianos reunidos, porque habiendo oído toda la evidencia, no podían sacar otra conclusión. La revelación del Espíritu Santo sobre este asunto tan importante era bien claro.

 

15:20 -- sino que se les escriba que se aparten de las contaminaciones de los ídolos, (ver. 28, "de lo sacrificado a los ídolos"), de fornicación, (1 Cor. 6:18; Gál. 5:19; 1 Tes. 4:3), de ahogado (animales estrangulados o no desangrados que conservaban la sangre dentro de sí; Lev. 17:14 "derramará su sangre") y de sangre. -- Ver. 29. En los sacrificios de los paganos la sangre de los animales se guardaba, y se bebía mezclada con vino en las fiestas para brindar a la salud de los dioses. Los cristianos deben abstenerse de la práctica de beber o comer sangre (tales platos como moronga o morcilla). Larousse define la palabra "moronga" de esta manera: "f. Amér. C. y Méx. Morcilla, salchicha". Define la palabra "morcilla": "Tripa de cerdo, rellena de sangre cocida con varios ingredientes: morcilla de piñones". La morcilla se prepara de la siguiente manera: la sangre fresca se coce y después se prepara como el chorizo en sus bolsitas de plástico o se forman como pequeñas chuletas y de estas dos formas se encuentran en los mercados o carnicerías. Ya en la casa, se guisa con cebolla, tomate y especias, solamente por un poco de tiempo porque ya ha sido cocida con anterioridad. Se sirve como si fuera cualquier otro guiso (de carne molida, trozos, etc.) o también en tacos.

          Pero la sangre no es alimento, sino que más bien es la vida misma. Como todos saben, al salir la sangre del cuerpo sale la vida y, por el contrario, ¡la transfusión de sangre restaura la vida! Los "testigos" del Atalaya demuestran su profunda ignorancia al prohibir la transfusión de sangre, basándose en Hech. 15:20, 28, 29. La transfusión de sangre de las venas de una persona a las venas de otra persona no constituye, en ningún sentido, el comer sangre. La sangre es el "liquido rojo que circula en las venas y las arterias y que lleva los elementos nutritivos y los residuos de todas las células del organismo". La sangre es, pues, ¡vehículo de vida!

          El comer sangre se ha prohibido bajo las tres dispensaciones. Se prohibió el comer sangre bajo la dispensación patriarcal. Gén. 9:3, 4, "Todo lo que se mueve y vive, os será para mantenimiento: así como las legumbres y plantas verdes, os lo he dado todo. Pero carne con su vida, que es su sangre, no comeréis"; es decir, Dios ha provisto ampliamente para el mantenimiento del hombre, dándole toda clase de vegetales y también toda clase de carne, con la sola excepción de que no se coma la sangre con la carne.

          Compárese Gén. 3:16, 17, "De todo árbol del huerto podrás comer; mas del árbol de la ciencia del bien y del mal no comerás". Dios proveyó ampliamente para la alimentación de Adán y Eva, pero al mismo tiempo, les puso una restricción. Así también Dios provee "las legumbres y plantas verdes" y toda clase de carne, pero impone una restricción: "carne con su vida, que es su sangre, no comeréis".

          Desde el principio Dios ha instruido a los hombres a apartarse "de las contaminaciones de los ídolos, de fornicación, de ahogado y de sangre". Estas prohibiciones no se originaron con la ley de Moisés.

          El comer sangre fue condenado también por la ley de Moisés. Lev. 17:11, 12, "Porque la vida de la carne en la sangre está, y yo os la he dado para hacer expiación sobre el altar por vuestras almas; y la misma sangre hará expiación de la persona. Por tanto, he dicho a los hijos de Israel: Ninguna persona de vosotros comerá sangre". Deut. 12:23, "Solamente que te mantengas firme en no comer sangre; porque la sangre es la vida, y no comerás la vida juntamente con su carne". 1 Sam. 14:34, "me traigan cada uno su vaca, y cada cual su oveja, y degolladlas aquí, y comed; y no pequéis contra Jehová comiendo la carne con la sangre".

          Por lo tanto, el comer sangre siempre se ha condenado, bajo las tres dispensaciones. ¿Por qué se prohíbe el comer sangre? Era necesario que los gentiles dejaran de comer o beber sangre para apartarse de todas las contaminaciones de los ídolos, pero la Biblia ya había explicado otra razón muy importante: Puesto que la vida está en la sangre (Gén. 9:4; Lev. 17:11), es la sede de la vida o vitalidad del animal, y esta vida es el don de Dios. Por lo tanto, la sangre es sagrada porque se usaba para expiar pecados. Dios no permite que el hombre coma la sangre (la vida) del animal. Cuando el Nuevo Testamento habla de la "sangre" de Cristo, se refiere a su vida; El dio su vida por nosotros. Dios reservó la sangre para los sacrificios (Lev. 17:11). La sangre de animales apuntaba hacia la sangre de Cristo que quita los pecados del mundo. Los hombres  que vivieron antes de Jesús miraron hacia la cruz, y los que viven después de Jesús miran hacia la cruz, y todos deben recordar que la sangre de animales servía como instrumento de sacrificio que tipificaba la muerte de Jesús.

          ¿Cuáles son los argumentos que se hacen para defender la práctica de comer sangre?

          1. Algunos citan lo que Jesús dice en Mar. 7:18, "... que todo lo de fuera que entra en el hombre, no le puede contaminar" y concluyen que, por lo tanto, está bien comer sangre. En primer lugar, este argumento no toma en cuenta el contexto de Mar. 7:18. Si no se limita esta enseñanza a su contexto, entonces se enseñará que está bien tomar licor, consumir drogas de toda clase, y comer con exceso (ser glotón). Véase 2 Ped. 3:16. Si este argumento tiene validez, entonces "las ordenanzas" de Hech. 15:20, 28 contradicen e invalidan lo que Jesús dijo en Mar. 7:18, porque al hablar de abstenerse de sangre y de ahogado claramente tratan de "lo de fuera que entra en el hombre". ¿Quién puede creer que el Espíritu Santo (Hech. 15:28) hiciera tal cosa? Obviamente la enseñanza de Mar. 7:18 debe explicarse a la luz del contexto, al igual que 1 Cor. 6:12, "Todas las cosas me son lícitas", y otras enseñanzas semejantes a estas. Lo que Cristo dice tiene que ver solamente con la cuestión de no lavarse las manos antes de comer (Mar. 7:2).

          2. Se argumenta que se prohibió comer sangre para no ofender a los judíos y para no evitar la comunión entre judíos y gentiles; es decir, los judíos no podían comer con los gentiles si éstos comían o bebían sangre. Por lo tanto, se concluye que esta restricción era provisional y que no se aplica a nosotros ahora. El texto no dice tal cosa. Es una opinión humana sin base bíblica. Hech. 15:20, 28, 29 prohíbe la fornicación también; ¿se prohibió para no ofender a los judíos o para promover la comunión entre judíos y gentiles? Algunos dicen que el mandamiento de apartarse de la fornicación es una prohibición universal pero que el mandamiento de apartarse de sangre y de ahogado era mandamiento provisional, pero lo que dicen es una afirmación sin prueba. No la pueden probar. La verdad es que este texto habla de cosas necesarias (Hech. 15:28). Eran "cosas necesarias" en el primer siglo y serán "cosas necesarias" hasta el fin del mundo.

          3. Se argumenta que el asunto bajo consideración en esa sesión tuvo que ver con la sujeción de los gentiles a la ley de Moisés y que, por lo tanto, la decisión pronunciada en los vers. 20, 28, 29 solamente servía para quitar algunas restricciones de la ley de Moisés. Otra vez preguntamos si se quitó también la prohibición de la fornicación. Además, como ya se ha explicado, estas prohibiciones no se originaron con la ley de Moisés.

          4. Se cita Rom. 14:14 para probar que todo lo "inmundo" ya se limpió, pero la sangre nunca fue inmunda. Más bien, se usaba para el santo propósito de expiar pecados. ¿Cómo se podía ofrecer a Dios algo inmundo? En Rom. 14 y 1 Cor. 8 y 10 Pablo habla de cosas lícitas que se pueden practicar con tal que no se haga tropezar al hermano, pero la fornicación y el comer sangre no son cosas lícitas.

          5. Otro argumento de los que defienden la práctica de comer sangre se basa en lo que Pablo dice en 1 Cor. 10:25, 27, "De todo lo que se vende en la carnicería, comed, sin preguntar nada por motivos de conciencia ... de todo lo que se os ponga delante comed, sin preguntar nada por motivos de conciencia". Las ordenanzas de Hechos 15:20, 29 prohibían toda participación en cosas idolátricas y Pablo hace la misma cosa en 1 Cor. 8 y 10, recalcando que cualquier hermano con conciencia del ídolo no debería comer la carne que se había ofrecido al ídolo. La libertad de la cual Pablo habla es muy limitada, porque muchos hermanos convertidos de la idolatría no podían comer sin pecar de la carne que se había ofrecido al ídolo y muchos otros hermanos deberían abstenerse de comerla para no poner tropiezo delante del hermano con conciencia débil. Así es que Pablo fuertemente apoyaba las ordenanzas.

          6. Por último, al leer que "De todo lo que se vende en la carnecería, comed ... " algunos creen que la palabra "todo" incluye la sangre, pero es imposible probarlo. Recuérdese que al matar animales los paganos guardaban la sangre y la tomaban mezclada con vino para brindar a la salud de los ídolos. ¿Pueden los cristianos comprar una cubeta de sangre cuando compran la carne que fue ofrecida al ídolo? Si 1 Cor. 10:25, 27 permite que el cristiano coma sangre, entonces el texto permite que el cristiano se compre una cubeta de sangre para beberla. Pablo habla de la carne y ni siquiera menciona la sangre (Rom. 14; 1 Cor. 8 y 10). El Señor ha revelado claramente a través de los apóstoles que ya no hay carne "inmunda" (Hech. 10:15; 1 Tim. 4:4) pero Rom. 14; 1 Cor. 8 y 10 no trata del tema de comer sangre como no trata del fornicar. Pablo no enseña en estos textos que ahora se pueda fornicar ni tampoco que se pueda comer sangre.

          Recuérdese, pues, que Hech. 15:20, 28, 29 trata de "estas cosas necesarias" y no de asuntos de opinión (Rom. 14:1). Las prohibiciones de Hechos 15 se llaman ordenanzas (Hech. 16:4). La palabra griega es dogma y aparece también en Hech. 17:7 (los "decretos" de César, como también en Luc. 2:1, edicto de César), y en Efes. 2:15 y Col. 2:14 (los decretos u ordenanzas de la ley de Moisés). Por lo tanto, Hech. 15:20, 28, 29 revela ordenanzas o decretos del Espíritu Santo para la iglesia universal hasta el fin del mundo.

          Los hermanos inspirados revelaron la ley de Dios en Hech. 15:20, 28, 29 con respecto a abstenerse "de lo sacrificado a los ídolos, de sangre, de ahogado y de fornicación". Después el apóstol Pablo (por el mismo Espíritu Santo, 1 Cor. 14:37) detalladamente prohibió toda comunión con los ídolos (1 Cor. 8; 10:14-33). El enseña que bajo ciertas circunstancias muy limitadas algunos cristianos sí podían comer la carne que se había sacrificado a los ídolos pero no hay excepción alguna de la ley que prohíbe la fornicación y el comer sangre.

 

15:21 -- Porque Moisés desde tiempos antiguos tiene en cada ciudad quien lo predique en las sinagogas, donde es leído cada día de reposo. -- Los hermanos judíos entendían perfectamente que deberían abstenerse "de cosas contaminadas por los ídolos, de fornicación, de lo estrangulado y de sangre" porque durante toda la vida habían asistido a la sinagoga y habían leído la ley y los profetas, pero era necesario escribir a los hermanos gentiles para explicar estas prohibiciones.

 

15:22 -- Entonces pareció bien a los apóstoles y a los ancianos, con toda la iglesia, elegir de entre ellos varones y enviarlos a Antioquía con Pablo y Bernabé: a Judas que tenía por sobrenombre Barsabás, y a Silas, varones principales entre los hermanos. Los que fueron escogidos para entregar los decretos a las iglesias eran "hombres principales" u "hombres prominentes", hombres inspirados (ver. 32) y, por eso, tenían mucha aceptación entre las iglesias. La misma palabra que describe a estos hermanos se usa en Heb. 13:7, 17, 24 y se traduce "pastores" (RVR) o "guías" o "pastores" (con "guías" en el margen) (LBLA). La palabra griega es hegeomai significa " conducir el camino, presidir, tener el gobierno" (Vine). Por eso, significa simplemente líderes o guías. Desde luego, los guías principales de las iglesias son los pastores o ancianos, pero seguramente los hombres inspirados como Judas y Silas eran líderes prominentes e importantes.

          El poder de Dios está en la Palabra, pero el testimonio del mensajero es muy importante (Hech. 20:28; 1 Tim. 3:7; 4:12; 1 Ped. 5:3, etc.)

          Si Pablo y Bernabé hubieran regresado a Antioquía llevando esta carta, posiblemente los oponentes de ellos habrían dicho, "Estos hermanos mismos la escribieron" para desacreditar los decretos, pero no podían menospreciar a los "hombres prominentes" de Jerusalén (Judas y Silas). Silas, también llamado Silvano (1 Tes. 1:1), acompañó a Pablo en su segundo viaje hasta Corinto.

          Los apóstoles, ancianos y otros hermanos no llegaron a un acuerdo simplemente por haber pensado, razonado, argumentado, etc. con razonamientos de ellos mismos, sino que el Espíritu Santo les trajo a este acuerdo.

          El hecho de que "toda la iglesia" estaba de acuerdo con los apóstoles y ancianos en este asunto no significa que la autoridad de la enseñanza dependiera de su aprobación, sino que toda la iglesia estaba sumisa a la enseñanza del Espíritu Santo.

          En este texto vemos un ejemplo claro de la inferencia necesaria. Esta expresión se refiere a la conclusión a la cual tenemos que llegar al examinar lo que Dios dice y hace. Considérense los siguientes pasos de este proceso: (1) Vers. 7-11, Pedro explica lo que Dios le había revelado en el caso de Cornelio acerca de la conversión de los gentiles; (2) ver. 12, Pablo y Bernabé cuentan "cuan grandes señales y maravillas había hecho Dios por medio de ellos entre los gentiles"; (3) vers. 13-18, Jacobo cita una profecía de Amós que tuvo que ver con el tema; y (4) Jacobo saca la conclusión lógica (la inferencia necesaria) de todos estos detalles. Dios enseñó la verdad claramente, pero no lo hizo explícitamente (en tantas y cuantas palabras), sino por implicación.

 

15:23 -- y escribir por conducto de ellos: Los apóstoles y los ancianos y los hermanos, a los hermanos de entre los gentiles que están en Antioquía, en Siria y en Cilicia, salud. -- Esta carta parece ser la primera "escritura" del Nuevo Testamento (el primer escrito inspirado). Circuló sola hasta que Lucas la incluyera en este libro.

 

15:24 -- Por cuanto hemos oído que algunos que han salido de nosotros, a los cuales no dimos orden, os han inquietado con palabras, perturbando vuestras almas, mandando circuncidaros y guardar la ley. -- Querían que todos entendieran que tales falsos hermanos no habían sido autorizados por los apóstoles y ancianos para darles esos mandamientos. Lo serio de este error se ve en Gál. 1:6-9; 5:4.

 

15:25-26 -- nos ha parecido bien, habiendo llegado a un acuerdo, elegir varones y enviarlos a vosotros con nuestros amados Bernabé y Pablo, (confirmaron y exaltaron ante los ojos de la iglesia de Antioquía - y otras iglesias de los gentiles - a Bernabé y Pablo como hermanos respetados por los demás apóstoles y la iglesia de Jerusalén. hombres que han expuesto su vida por el nombre de nuestro Señor Jesucristo. -- Por ejemplo, 13:50; 14:19.

 

15:27 -- Así que enviamos a Judas y a Silas, los cuales también de palabra os harán saber lo mismo. -- Escogieron a Judas y a Silas: "ellos también eran profetas" (ver. 32). Hasta este momento es probable que estos dos hermanos no estuvieran involucrados en la obra entre los gentiles, y que no hubiera oposición contra ellos. Si hubieran escogido a Pablo y a Bernabé, los oponentes habrían desacreditado la carta.

 

15:28 -- Porque ha parecido bien al Espíritu Santo, y a nosotros, no imponeros ninguna carga más que estas cosas necesarias. -- De esta manera, la enseñanza de los falsos hermanos (Gál. 2:4) quedó plenamente expuesta y rechazada. Estas enseñanzas eran "necesarias" ("esenciales", LBLA) para la salvación de los gentiles y para la unidad de la iglesia (es decir, para evitar una división entre cristianos judíos y cristianos gentiles). Seguramente la iglesia de Cristo se habría convertido en otra secta de los judíos si los hermanos no hubieran tomado esos pasos.

 

15:29 -- que os abstengáis de lo sacrificado a ídolos, de sangre, de ahogado y de fornicación; de las cuales cosas si os guardareis, bien haréis. Pasadlo bien. -- Véase el ver. 20, notas.

 

15:30 -- Así, pues, los que fueron enviados descendieron a Antioquía, y reuniendo a la congregación, entregaron la carta. -- Esto demuestra el gran triunfo de la reunión en Jerusalén. La paz se restauró en Antioquía. Si los que causaron la disensión todavía estaban presentes, ya no dijeron nada y posiblemente aceptaran la verdad como lo hicieron sus socios en Jerusalén (ver. 22).

 

15:31 -- habiendo leído la cual, se regocijaron por la consolación. -- Obviamente los hermanos judíos de Antioquía no se llevaron por la doctrina de los falsos maestros y se regocijaron al saber que el problema fue resuelto.

 

15:32 -- Y Judas y Silas, como ellos también eran profetas, consolaron y confirmaron a los hermanos con abundancia de palabras. -- La exhortación de estos profetas ("varones principales entre los hermanos" de Jerusalén, ver. 22) les animó mucho, pues todas sus palabras, siendo inspiradas, eran de mucha edificación.

          Los profetas no solamente podían revelar la Palabra de Dios, sino también podían exponer el error. Por eso, la palabra de ellos llevaría mucho peso entre las iglesias.

 

15:33, 34 -- Y pasando algún tiempo allí, fueron despedidos en paz por los hermanos, para volver a aquellos que los habían enviado. Mas a Silas le pareció bien el quedarse allí. -- Porque él sería el compañero de Pablo en su segunde viaje (ver. 40); junto con Pablo fue prendido y echado en la cárcel en Filipos (16:19). Era ciudadano romano (16:37).

 

15:35 -- Y Pablo y Bernabé continuaron en Antioquía, enseñando la palabra del Señor y anunciando el evangelio con otros muchos. Varios hermanos prominentes se quedaron en Antioquía predicando, porque había una "multitud" de hermanos nuevos (la palabra "congregación" del ver. 30 puede traducirse "multitud" como dice el margen de La Biblia de las Américas).

          Todas las iglesias nuevas necesitaban mucha enseñanza. Había mucho que enseñar porque los hermanos de aquel tiempo no tenían la gran bendición que el hermano más pobre puede poseer ahora: un ejemplar del Nuevo Testamento. Las ordenanzas escritas por los apóstoles y ancianos eran la primera escritura del Nuevo Testamento y circulaban entre las iglesias hasta que Lucas las incluyó en Hechos.

          Muchos comentaristas creen que aquí cabe la visita de Pedro a Antioquía (Gál. 2:11-21).

 

15:36 -- Después de algunos días, Pablo dijo a Bernabé: Volvamos a visitar a los hermanos en todas las ciudades en que hemos anunciado la palabra del Señor, para ver cómo están. -- Pablo sabía que había mucho campo que evangelizar, pero estaba preocupado por las nuevas iglesias (2 Cor. 11:28). Todos debemos aprender de esto la importancia de confirmar la obra que comenzamos (14:22; 15:32, 41; 16:5; 18:23; 24:9; 1 Cor. 1:8; Col. 2:7; 1 Tes. 3:2; 2 Ped. 1:12).

 

15:37 - 39 -- Y Bernabé quería que llevasen consigo a Juan, el que tenía por sobrenombre Marcos; pero a Pablo no le parecía bien llevar consigo al que se había apartado de ellos (los había desertado, LBLA) desde Panfilia, y no había ido con ellos a la obra.  Y hubo tal desacuerdo entre ellos, que se separaron el uno del otro; Bernabé, tomando a Marcos, navegó a Chipre, -- En este capítulo Lucas habla de dos desacuerdos: (1) los últimos versículos del capítulo tratan de un desacuerdo entre Pablo y Bernabé acerca de Juan Marcos que no tenía nada que ver con alguna cuestión de doctrina, sino de juicio. Para Pablo el obrero que lleve el evangelio a países lejanos debe ser fiel y cumplido y no debe mirar hacia atrás. Pablo y Bernabé eran hombres de altura espiritual, pero no estaban de acuerdo en este asunto. Bernabé procuraba practicar -- de acuerdo a su entendimiento de la enseñanza -- lo que Pablo escribió a los corintios (1 Cor. 13:4-7)), llevando a Pablo a los apóstoles cuando nadie tenía confianza en él (9:27) y ahora otra vez al insistir en que se diera segunda oportunidad a Juan Marcos. Posiblemente por ser pariente de Marcos, Bernabé era más tolerante que Pablo, pero recuérdese lo que Lucas dice de él (11:24). ¿Cuál de los dos tenía razón? Se puede decir que los dos tenían razón, porque era cuestión de juicio, y de su decisión resultaron dos viajes en lugar de uno, y cuatro obreros en lugar de dos.

          "Basta decir que Marcos más tarde quedó restituido a la plena confianza de Pablo, sin alejarse de Bernabé de modo permanente, según su manera en que se expresa de ambos (1 Cor. 9:6; Col. 4:10; 2 Tim. 4:11). Pese a la diferencia que tuvieron y a su separación, no permitieron que la buena causa sufriera, ni dejaron de llenar separadamente lo que Pablo proponía hicieran juntos; pues al volver a visitar Chipre, Bernabé vio buen número de los hermanos a quienes Pablo y él habían predicado, y Pablo por diversa ruta vio a los otros. Separarse Bernabé de Pablo es separarse de nosotros, pues su nombre no vuelve Lucas a mencionar. Pero al darle nuestro adiós, las velas se inflan del barco que lo llevará por el mar para alegrar las islas con el saber de salvación; los incidentes posteriores de su vida noble se nos darán a saber cuando con él tomemos asiento en el reino eterno" (McGarvey).

          (2) El desacuerdo entre Pablo y Bernabé fue un desacuerdo serio pero no debe compararse con el desacuerdo de los vers. 1, 5 sobre una doctrina importante. Casi todo el capítulo se dedica a la controversia causada por los que decían que era necesario circuncidar a los gentiles y mandarles que guarden la ley de Moisés. Este desacuerdo tenía que ver con doctrina. Al contender por la verdad contra los judaizantes Pablo y Bernabé contendían por la fe (Judas 3). No tenían la actitud de muchos sectarios (y algunos hermanos) de que "la doctrina no importa, sólo que haya amor". Con respecto a los judaizantes Pablo dijo (Gál. 2:5), "a los cuales ni por un momento accedimos a someternos, para que la verdad del evangelio permaneciese con vosotros". Como dice Hech. 15:28, eran "cosas necesarias"

 

15:40, 41 -- y Pablo, escogiendo a Silas, -- El ver. 22 dice que Silas era uno de los "varones principales entre los hermanos". Esto indicaba que había buena relación entre Pablo y los otros apóstoles de Jerusalén. El ver. 32 dice que era profeta. Por eso, era un hermano bien calificado para trabajar con Pablo.

          -- salió encomendado por los hermanos a la gracia del Señor (13:1-3), y pasó por Siria y Cilicia, -- Gál. 1:21. Ahora vuelve a visitar las iglesias que había establecido antes de irse a Antioquía.

          -- confirmando a las iglesias. -- Véase el ver. 36, notas, sobre la palabra "confirmar". Desde luego, esto no tiene nada que ver con el rito eclesiástico llamado confirmación.

 

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