El éxodo de Egipto
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En lugar de conducir al pueblo directamente a la tierra de Canaán, Dios los dirigió hacia el sudeste, al Monte Sinaí. Allí E1 hizo un pacto con ellos. E1 prometió ser su Dios y permitir que ellos fueran Su pueblo, con tal que ellos le obedecieran y guardaran Sus mandamientos. E1 pueblo quería las bendiciones de Dios y estuvieron prestos a aceptar el pacto. Dios les dio una ley que especificaba exactamente cómo ellos habían de vivir como su pueblo elegido.
Todo este tiempo Dios había hablado directamente a los padres de las familias fieles. Ese sistema (llamado el sistema patriarcal) continuó con toda la gente, excepto con este grupo especial reunido en el Monte Sinaí. Dios estaba preparando un pueblo especial para estar listos para llevar a cabo Su plan.
Dios mostró Su poder y protección a Su nación de toda manera imaginable. E1 los alimentó cuando tuvieron hambre; les dio agua de las rocas. E1 peleó con sus enemigos y les protegió como un padre protege a su hijo (Oseas 11:1).
Pero el pueblo no guardó su parte del pacto. Después de seis semanas de hacer el acuerdo para obedecer a Dios y guardar Sus mandamientos, ellos hicieron un becerro de oro para adorarle. Ellos murmuraron cuando tuvieron sed y se quejaron del maná que Dios les había dado de alimento. Aun cuando ellos llegaron a la frontera de Canaán, fueron demasiado cobardes para seguir adelante como Dios había mandado. Enviaron doce espías a reconocer la tierra. Diez dijeron que la tarea sería demasiado difícil. Solamente Josué y Caleb confiaron en el poder de Dios. E1 pueblo fue forzado a regresar para vagar cuarenta años en el desierto, hasta que todo soldado mayor de veinte años de edad muriera, excepto Josué y Caleb.
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