Judá Sólo
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Hasta ahora, todos los países pequeños en Palestina han sido afectados por la purga asiria. Siria había desaparecido, y el territorio alrededor de Damasco era una provincia asiria. La ciudad de Tiro todavía estaba de pie, pero la mayor parte de Fenicia desapareció. Algunas ciudades filisteas todavía quedaron. Moab, Edom, y Amón todavía tenían sus reyes, pero estaban pagando tributos enormes a Asiria.
El pequeño reino de Judá sintió la mano despótica de Asiria también. Si todos los reyes hubiesen sido tan malvados como Acaz, quien murió sólo cinco o seis años antes de caer Israel, entonces muy seguramente Judá hubiese caído al mismo tiempo. Pero, por fortuna, Ezequías ascendió al trono en Judá e inició reformas amplias. Ya hemos observado estas reformas en nuestro estudio de los últimos años antes de la caída de la ciudad de Samaria. Él destruyó los ídolos en la tierra; limpió el templo y comenzó de nuevo la adoración regular en el templo; proclamó una fiesta de Pascua e invitó a todo el pueblo desde Dan hasta Beerseba a participar; organizó a los sacerdotes y Levitas para que hiciesen su propia labor; y dirigió a su pueblo en la renovación de su pacto con Jehová. Por tanto, a Judá le fue permitido estar de pie.
Sin embargo, Judá era un reino diminuto y enfermo en este entonces. Tome un nuevo mapa de Canaán y muestre el reino de Judá. Etiquete su mapa «Judá, después de la caída de Israel.» Dibuje Judá, etiquete a Jerusalén como la capital, y coloree el territorio. Etiquete a Moab, a Amón, y Edom y coloree cada uno con un color distinto. Etiquete a Tiro como la mayor ciudad Fenicia que fue dejada, y etiquete Asdod y Gaza como las más importantes ciudades filisteas que fueron dejadas. Etiquete las provincias Asirias de Galilea, Dor, Samaria y Damasco. Coloree todas estas provincias de un color para indicar que todas están bajo el control de los asirios. Ahora compare este mapa con el mapa que muestra la tierra como Dios quería que fuese, en los días anteriores cuando los israelitas habían conquistado la tierra, y había sido dividida entre las doce tribus. ¿Por qué es tan diferente? ¿Es culpa de Dios el que los Israelitas no han podido quedarse con la tierra?
Judá Sólo
El nombre “judío” se comenzó a utilizar en este tiempo. La primera vez que lo hallamos en la Biblia es en 2 Reyes 16:6. Allí se refiere al pueblo en Judá. Ya que el reino de Judá es el único que queda en este entonces, el nombre comenzó a ser utilizado cada vez más.
Ezequías, continuación - 29 años (recto)
(2 Reyes 18:1-20:21; 2 Crón. 28:27-32-33; Isa. 36-39)
La caída de Samaria ocurrió en el sexto año de Ezequías (2 Reyes 18:10). Ya que Ezequías reinó por un total de veintidós años (22) (2 Rey. 18:2), entonces, reinó durante veintitrés años después de la caída de Samaria. Puesto que Samaria cayó en 721 a. de C., Ezequías comenzó su reinado aproximadamente en el 727 a. de C. Durante lo que quedaba de este reino, estuvo principalmente ocupado en tratar con la amenaza asiria contra Judá. Hay tres episodios principales narrados sobre ello durante estos años: una invasión por parte de los asirios, una seria enfermedad de Ezequías, y una visita de los emisarios de Merodac-baladán de Babilonia.
Hay problemas mayores al tratar de correlacionar el registro bíblico de los tratos de Ezequías con Senaquerib y con los registros asirios. Hay mucho desacuerdo entre los eruditos sobre el significado de los documentos asirios, de modo que no hay una cronología asiria fehaciente para guiarse. Por tanto, primero, estableceremos los eventos según la Biblia. Después miraremos lo que dicen los registros asirios. En este punto, no hay forma de saber cómo armonizan los dos registros. Nuestra opinión es que la reputación de la Biblia como un registro histórico fehaciente está bien establecida. El estudio futuro en arqueología podría ayudar a ver como los registros asirios se acomodan al orden bíblico de los eventos. Tenga cuidado de los libros que le dicen letra a letra como fue esto exactamente, cuando en realidad lo que hacen es guiarse sólo por los registros asirios y babilonios, sin dar credibilidad a los hechos de la Biblia.
Durante los años que siguieron a la caída de Samaria, Asiria era la mayor amenaza en las mentes de Ezequías y el pueblo de Judá. Las oportunidades de rebelión eran buscadas vehementemente. El arma secreta con que contaba Ezequías para alcanzar el éxito era Egipto. Egipto buscaba un estado colchón entre ella y Asiria, por tanto, animaba a las pequeñas naciones en Canaán a rebelarse. Había facciones rivales en Jerusalén con respecto al tema: Un grupo contendía fuertemente por la rebelión. Decían que Egipto les ayudaría, y que podrían vencer a Asiria exitosamente. Otro grupo, dirigido por Isaías el profeta, argüía que Judá debería poner su confianza en Dios, que no se podía depender de Egipto.
Jehová mismo les advirtió de la futilidad de depender de Egipto (Isa. 18:1-7; 19:1-15; 30:1-14; 31:1-3). El Señor quería que Su pueblo se arrepintiese y confiase en Él. Si fueran rectos y le sirvieran, no habría necesidad de preocuparse sobre cómo librarse de sus enemigos. Pero, durante un tiempo, Ezequías y Judá rehusaron prestar atención a este consejo (Isa. 30:8-18). Por tanto, se esperaba que las fuerzas asirias vendrían de nuevo para acabar con la rebelión.
Preparación Para la Invasión Asiria
(2 Reyes 20:20; 2 Crón. 32:1-8, 30; Isa. 22:11):
Ezequías hizo preparativos cuidadosos para proteger su tierra de los asirios. Se hicieron fortificaciones, se proveyeron guarniciones, y el ejército se preparó. Algunas de estas cosas pudieron haber sido hechas después de que las fuerzas de Senaquerib estaban ya en el área. Pero una de las cosas que hizo Ezequías antes de la llegada de Senaquerib fue excavar un extenso túnel llamado el túnel de Siloé.
Judá Sólo
Un túnel llamado Gihón (también llamado la fuente de la virgen) fluía de una cueva justamente afuera del muro de la ciudad y bajaba por la montaña al valle de Cedrón. Desde los días en que los jebuseos vivieron en la ciudad, había un pozo vertical excavado a través de la roca, de modo que desde el interior de la ciudad se podían bajar cubos a través del pozo y sacar agua de la piscina formada por la fuente. Ezequías cerró la cueva al horadarla y hacer que las aguas de la fuente fuesen desviadas mediante un túnel de 1.777 pies de largo hasta la piscina de Siloé dentro de la ciudad de Jerusalén. Mediante tal acción, no sólo tuvo Jerusalén acceso a una fuente sin falta de agua durante un sitio, sino que además los asirios eran privados de agua afuera de la ciudad. El túnel fue excavado a través de la roca a martillo, cincel y con picas. Una parte se inició desde la fuente y otra desde la piscina. Se encontraron y el agua fluyó. En 1880, se encontró una inscripción dentro del túnel, no muy lejos de la piscina de Siloé. Fechada en los días de Ezequías, la inscripción cuenta de la excavación del túnel. El agua fluye todavía a través del túnel aun hoy.
La Invasión de Senaquerib
(2 Reyes 18-19; 2 Crón. 32:1-22; Isa. 36-37):
La narración de Isaías de este evento es como el que se hace en 2 Reyes 18-19.
Mientras Senaquerib sitiaba a Laquis, Ezequías envió mensajeros a decirle: «Yo he pecado; apártate de mí, y haré todo lo que me impongas.»
Senaquerib exigió once toneladas de plata y casi una tonelada de oro. Para hallar el dinero, Ezequías se apoderó del tesoro del templo, y utilizó también su propio tesoro real también. También retiró el oro que cubría los quicios de las puertas y las puertas del templo. Según los registros asirios, Ezequías envió muchas otras cosas también como tributo, incluyendo algunas de sus propias hijas.
Senaquerib envió un gran ejercito a Jerusalén bajo el liderazgo de oficiales cuyos títulos eran el Tartán, el Rabsaris, y el Rabsaces. Ezequías no salió a reunirse con los oficiales sino que envió a sus propios oficiales de alto rango a parlamentar - Eliaquim el hijo Hilcías quien estaba a cargo de la casa, Sebna el escriba, y Joa hijo de Asaf quien era el cronista.
La charla que hizo Rabsaces (el jefe de los coperos) fue deliberadamente insultante. En nombre del rey Asirio dijo:
«¿Qué confianza es esta en que te apoyas? Dices (pero son palabras vacías).: Consejo tengo y fuerzas para la guerra.
Más ¿en qué confías, que te has rebelado contra mí? He aquí que confías en este báculo de caña cascada, en Egipto, en el cual si alguno se apoyare, se le entrará por la mano y la traspasará. Tal es Faraón rey de Egipto para todos los que en él confían.
Y si me decís: Nosotros confiamos en Jehová nuestro Dios, ¿no es éste aquel cuyos lugares altos y altares ha quitado Ezequías, y ha dicho a Judá y a Jerusalén: Delante de este altar adoraréis en Jerusalén?
Cuando Ezequías dice: «El Señor nuestro Dios nos salvará de la mano del rey de Asiria,» os está engañando para dejaros morir de hambre y sed.
¿Acaso he venido yo ahora sin Jehová a este lugar, para destruirlo? Jehová me ha dicho: Sube a esta tierra, y destrúyela.
Los servidores de Senaquerib estaban hablando en Hebreo. Eliaquim, Sebna y Joa dijeron al comandante de campo: «Te rogamos que hables a tus siervos en arameo, porque nosotros lo entendemos, y no hables con nosotros en lengua de Judá a oídos del pueblo que está sobre el muro.»
El asirio se hizo más insolente, y rehusó hablar en Arameo. Él dijo: «¿Me ha enviado mi señor para decir estas palabras a ti y a tu señor, y no a los hombres que están sobre el muro, expuestos a comer su propio estiércol y beber su propia orina con vosotros?
Judá Sólo
Es obvio que los asirios estaban planeando un sitio a Jerusalén, y tales terribles cosas pasaban cuando una ciudad esta muriendo de inanición.
Una vez más el Rabsaces gritó que el pueblo de Judá no debería dejar que Ezequías les engañase. Luego, cambió de táctica abruptamente y dijo: «No os engañe Ezequías, porque no os podrá librar de mi mano. Y no os haga Ezequías confiar en Jehová, diciendo: Ciertamente nos librará Jehová, y esta ciudad no será entregada en mano del rey de Asiria. No escuchéis a Ezequías, porque así dice el rey de Asiria: Haced conmigo paz, y salid a mí, y coma cada uno de su vid y de su higuera, y beba cada uno las aguas de su pozo, hasta que yo venga y os lleve a una tierra como la vuestra, tierra de grano y de vino, tierra de pan y de viñas, tierra de olivas, de aceite, y de miel; y viviréis, y no moriréis.»
El Rabsaces volvió a su principal tema: «No escuchéis a Ezequías. Ningún dios ha podido detenernos. ¿Dónde están los dioses de Hamat y de Arfad? ¿Cómo puede entonces Jehová librar a Jerusalén de mi mano?
Por supuesto, toda la actuación de el Rabsaces era con el propósito de hacer propaganda. Sus palabras eran calculadas para hacer que los hombres que hacían guardia en los muros temiesen y se entregasen sin luchar. Los asirios hablaban sobre el Dios de Jerusalén como hablaban de los dioses de otros pueblos del mundo - las obras de manos de hombres.
Los hombres de Judá habían recibido órdenes de no decir nada en respuesta a las provocaciones del comandante, de modo que permanecieron en silencio. Eliaquim, Sebna y Joa fueron con Ezequías con sus ropas hechas jirones. Cuando él escuchó su reporte, Ezequías envió a sus servidores y al sumo sacerdote, todos cubiertos de cilicio, a preguntar a Isaías con respecto a las amenazas de Asiria.
Trajeron este pedido a Isaías: «Así ha dicho Ezequías: Este día es día de angustia, de reprensión y de blasfemia; porque los hijos están a punto de nacer, y la que da a luz no tiene fuerzas. Quizá oirá Jehová tu Dios todas las palabras del Rabsaces, a quien el rey de los asirios su señor ha enviado para blasfemar al Dios viviente, y para vituperar con palabras, las cuales Jehová tu Dios ha oído; por tanto, eleva oración por el remanente que aún queda.»
Isaías replicó con un mensaje de Jehová: « Así diréis a vuestro señor: Así ha dicho Jehová: No temas por las palabras que has oído, con las cuales me han blasfemado los siervos del rey de Asiria. He aquí pondré yo en él un espíritu, y oirá rumor, y volverá a su tierra; y haré que en su tierra caiga a espada.»
Mientras tanto el comandante del ejercito asirio escuchó que Senaquerib había dejado Laquis. Sacó el ejército de Jerusalén y se unió al rey que estaba luchando contra Libna. No mucho después Senaquerib recibió un reporte de que Tirhaca el etíope estaba conduciendo un ejercito egipcio contra él. De modo que movió su ejercito a Elteque para enfrentarse con Tirhaca, donde venció a las fuerzas egipcias según los registros asirios.
Sin embargo, antes de entrar en batalla, envió una carta a Ezequías. La sustancia de toda la carta era: «No te engañe tu Dios en quien tú confías, para decir: Jerusalén no será entregada en mano del rey de Asiria. He aquí tú has oído lo que han hecho los reyes de Asiria a todas las tierras, destruyéndolas. ¿Qué te hace pensar que será posible que sea distinto con tu dios?
Ezequías leyó la carta, y luego fue al templo del Señor y las extendió delante de Dios. Esta acción de Ezequías muestra la gran fe que tenía en Dios y es uno de los más bellos episodios en la vida de cualquier rey Israelita. El oro:
Jehová Dios de Israel, que moras entre los querubines, sólo tú eres Dios de todos los reinos de la tierra; tú hiciste el cielo y la tierra. Inclina, oh Jehová, tu oído, y oye; abre, oh Jehová, tus ojos, y mira; y oye las palabras de Senaquerib, que ha enviado a blasfemar al Dios viviente.
Judá Sólo
Es verdad, oh Jehová, que los reyes de Asiria han destruido las naciones y sus tierras; y que echaron al fuego a sus dioses, por cuanto ellos no eran dioses, sino obra de manos de hombres, madera o piedra, y por eso los destruyeron. Ahora, pues, oh Jehová Dios nuestro, sálvanos, te ruego, de su mano, para que sepan todos los reinos de la tierra que sólo tú, Jehová, eres Dios.
Jehová dio respuesta a la oración de Ezequías mediante Isaías:
Jerusalén puede permitirse ser desdeñosa hacia las amenazas asirias, debido a que los asirios se han atrevido a insultar y blasfemar a Jehová, El Santo de Israel.
Los asirios están llenos de orgullo, pensando que ellos son responsables de su propio poder y de sus triunfos. Dios pregunta a los asirios: «¿Nunca has oído que desde tiempos antiguos yo lo hice, y que desde los días de la antigüedad lo tengo ideado? Y ahora lo he hecho venir.» Los asirios habían triunfado donde Dios lo quiso y les ha dejado triunfar.
Pero ahora los asirios se han airado contra Jehová mismo, de modo que Él dice: «Por cuanto te has airado contra mí, por cuanto tu arrogancia ha subido a mis oídos, yo pondré mi garfio en tu nariz, y mi freno en tus labios, y te haré volver por el camino por donde viniste.»
Luego Dios hizo a Ezequías y a Jerusalén esta firme promesa: «acerca del rey de Asiria: No entrará en esta ciudad, ni echará saeta en ella; ni vendrá delante de ella con escudo, ni levantará contra ella baluarte. Por el mismo camino que vino, volverá, y no entrará en esta ciudad, dice Jehová. Porque yo ampararé esta ciudad para salvarla, por amor a mí mismo, y por amor a David mi siervo.»
Esa noche el ángel del Señor salió y mató a 185.000 hombres en el campamento asirio. Cuando los soldados despertaron a la mañana siguiente, allí estaban todos los cuerpos muertos. Entonces Senaquerib el rey de Asiria levantó el campamento y se marchó a casa.
Senaquerib fue muerto por dos de sus hijos, Adramelec y Sarezer, mientras adoraba en la casa de su dios Nisroc. Fue sucedido por su hijo Esar-hadón (Isa. 37:38).
La Enfermedad de Ezequías
(2 Reyes 20:1-11; 2 Crón. 32:24; Isa. 38:1-22):
Esta historia es narrada en la Biblia inmediatamente después del relato anterior, pero probablemente ocurrió durante o inmediatamente antes de los eventos descritos (Isa. 38:6). Dios añadió quince años a la vida de Ezequías, lo que haría que su enfermedad se presentase en su año catorce, el mismo año de la invasión de Senaquerib (Isa. 36:1).
Fue muy complicado para Ezequías estar enfermo ahora, con los asirios amenazándoles. La enfermedad era una llaga que tenía (Isa. 38:21).
Jehová envió a Isaías a decirle a Ezequías: « Ordena tu casa, porque morirás, y no vivirás.»
Ezequías volteó su rostro a la pared y oró a Dios: «Oh Jehová, te ruego que te acuerdes ahora que he andado delante de ti en verdad y con íntegro corazón, y que he hecho lo que ha sido agradable delante de tus ojos. Y lloró Ezequías con gran lloro.»
Antes de que Isaías dejara la corte, Dios le hablo, diciendo: «Ve y dí a Ezequías el líder de mi pueblo, esto es lo que el Señor, el Dios de tu padre David dice: He escuchado tu oración y he visto tu lloro; en tres días a partir de hoy irás al templo del Señor. Te añado a tus días quince años, y te libraré a tí y a esta ciudad de la mano del rey de Asiria.»
Ezequías preguntó: «¿Cuál será la señal de que el Señor me sanará, y de que iré al templo del Señor en tres días a partir de ahora?»
Isaías replicó: «Es la señal del Señor que Él hará según lo prometido: Irá la sombra adelante diez pasos, o volverá ésta diez pasos?»
Judá Sólo
Parece ser que Isaías estaba hablando de grados en lo que se cree era un reloj de sol que el rey Acaz había hecho (Isa. 38:8).
Ezequías dijo: «Es un asunto simple el que la sombra se adelante diez pasos, de modo que hazlo volver diez pasos.» Isaías clamó al Señor, y Él hizo volver la sombra diez pasos.
Luego el profeta mandó que una masa de higos fuese puesta en la llaga. Se hizo así y Ezequías se recuperó.
En gratitud a Dios Ezequías escribió un poema que cuenta sus sufrimientos y desesperanza. Bendijo al Señor por librarle de la muerte:
Yo dije: En la mitad de mi vida, voy a las puertas de la muerte.
Lo que queda de mis años me ha sido quitado.
No veré a Jehová, o al hombre, nunca más en la tierra de los vivos.
Mi vida ha sido doblada y quitada como la tienda de un pastor.
A través de la noche pensé, como león rompe mis huesos.
Rechinaba como un pájaro, gemía como la paloma; mis ojos se rinden a mirar adelante.
Oh Señor, estoy oprimido; pondré mi confianza en tí.
¿Qué diré? No sólo me ha hablado sino que El mismo ha contestado a mi oración.
Viviré mi vida deliberadamente, paso a paso, en razón a lo cerca que estuve de la muerte.
Oh Señor, por tus hechos dadivosos viven los hombres, y en tu bondad para conmigo está la vida de mi espíritu.
Mirad, fue por la pérdida de mi paz que estaba en amargura, pero has amado mi alma y la has salvado del hoyo de la destrucción.
Los muertos no pueden alabarte, pero los vivientes si, como lo hago hoy.
El Señor está listo a salvarme. Por tanto, cantaré mis cánticos con instrumentos de cuerda, todos los días de mi vida en la casa del Señor.
Mensajeros de Babilonia
(2 Reyes 20:12-19; 2 Crón. 32:25-31; Isa. 39:1-8):
Merodac-baladán de Babilonia escuchó que Ezequías había estado enfermo y se había recuperado, de modo que le envió cartas y un obsequio.
Merodac-baladán había liderado una rebelión contra Asiria, y había establecido un estado independiente en Babilonia por algunos años. Fue expulsado en aprox. el 710 a. de C. Casi en el 703, trató de nuevo de establecer un reino. Finalmente, en el 700 a. de C. huyó de los asirios por mar. Dejó atrás a su familia, pero llevó consigo sus dioses nacionales y los huesos de sus antepasados (Joan Oats, Babilonia, pgs. 116-117). Cultivaba activamente la amistad de cualquiera que él pensase podía ayudarle contra los asirios.
El texto dice que cuando los enviados llegaron de Babilonia, el Señor dejó a Ezequías sólo, para probarle, para conocer todo lo que había en su corazón. ¡Ezequías no pasó la prueba! Su orgullo se acrecentó, y mostró a los mensajeros de Babilonia toda su riqueza - la plata, el oro, las especias y el fino aceite, sus armas, y todo lo que se encontraba entre sus tesoros. No hubo nada que no les mostrase.
Luego Isaías fue con el rey Ezequías y le preguntó: « ¿Qué dijeron aquellos varones, y de dónde vinieron a ti?»
«De lejanas tierras,» Ezequías replicó. «Vinieron de Babilonia.»
Isaías preguntó: «Qué vieron en tu palacio?
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«Vieron todo lo que hay en mi palacio,» Ezequías dijo: «No hay nada entre mis tesoros que no les mostrase.»
Luego Isaías dijo a Ezequías: «Oye palabra de Jehová: He aquí vienen días en que todo lo que está en tu casa, y todo lo que tus padres han atesorado hasta hoy, será llevado a Babilonia, sin quedar nada, dijo Jehová.»
Ezequías no estaba indebidamente preocupado con las noticias pero pensó: «Habrá al menos paz y seguridad en mis días.» Recuerde, sin embargo, esta profecía. Veremos como se desenvuelven los eventos, y los veremos cumplidos.
Una Profecía Interesante:
Como declaramos anteriormente, Isaías fue el más grande de los profetas mesiánicos. Hay más profecías sobre Cristo en Isaías que en cualquier otro libro. Cristo es presentado como el siervo ideal de Jehová quien vendría y cumpliría los propósitos de Dios. Nada - ni la maldad del pueblo de Dios, ni los ejércitos asirios, ni los ejércitos babilonios, ni fuerza alguna - podría detener a Dios en cumplir su propósito ni los de su siervo ideal, el Cristo.
Isaías predijo otros siervos de Dios también. Por ejemplo, Asiría sirvió como herramienta de Dios al castigar al malvado Israel. Isaías advierte que Babilonia servirá como una herramienta similar para castigar a Judá. Dios ha tratado de que Israel sea su herramienta para el bien en el mundo, a fin de mantener vivo el conocimiento de Jehová, pero Israel no cooperó e ignoró las bendiciones de Dios y se alejó de El. Por tanto, Israel y Judá deben ser castigados. Pero el propósito de Dios para Su pueblo no estaba completo. Él promete que serán restaurados después del castigo - no debido a la rectitud de elllos, sino debido a la misericordia de Dios.
Luego viene una muy interesante, y muy detallada profecía. Recuerde que cuando Isaías estaba haciendo su obra en Jerusalén, la ciudad todavía esta de pie. En efecto, las fuerzas asirias no habían tenido éxito en entrar a la ciudad. Ni siquiera la habían sitiado. Pero Isaías predice que Dios daría la orden de que la ciudad fuese «reconstruida» e incluso da el nombre de aquel que lo haría - Ciro.
Isaías dice:
Dios es quien dice de Jerusalén: «Serás habitada; y a las ciudades de Judá: Reconstruidas serán, y sus ruinas reedificaré; que dice a las profundidades: Secaos, y tus ríos haré secar; que dice de Ciro: Es mi pastor, y cumplirá todo lo que yo quiero, al decir a Jerusalén: Serás edificada; y al templo: Serás fundado.» (Ver Isa. 44:24-45:7).
Isaías hizo su obra desde los años 740 hasta casi el 690 a. de C. El hombre Ciro no apareció en la historia hasta casi el 562 a. de C., y él no dio el edicto de que la ciudad de Jerusalén fuera reconstruida hasta el 538 a. de C. Esto significa que esta profecía nombrando a un hombre específico y su obra, fue hecha casi 200 años antes de que se cumpliera. Recuerde esta profecía. Esperaremos su cumplimiento.
Muerte de Ezequías
(2 Reyes 20:20-21; 2 Crón. 32:32-33):
Ezequías vivió el resto de sus días con honor. Cuando murió fue sepultado en las tumbas de los descendientes de David (los reyes). Todo Judá y el pueblo de Jerusalén le rindieron honores.
Nota Histórica — El Registro Asirio:
Al comienzo de la historia de las luchas de Ezequías con Asiria, dijimos que había conflictos entre la narración de la Biblia y la narración asiria de las mismas luchas. Hemos mirado cuidadosamente a la narración Bíblica sobre la información de arriba, pero antes que dejemos la historia, miremos brevemente a lo que dice la narración asiria. Quizá más investigación arqueológica ayudará a desenmarañar el rompecabezas algún día.
Judá Sólo
Sargón II reinó sobre Asiria desde el 722-705 a. de C. Se llevó a Israel al cautiverio en el 721 a. de C. En el mismísimo año siguiente (720 a. de C.), regresó para disolver una rebelión dirigida por el rey de Hamat. Esta revuelta incluyó a aquellos que vivían en Damasco, Samaria, Gaza, y Egipto. Los ejércitos barrieron los valles costeros y rápidamente pusieron fin a una fuerza Egipcia que les confrontó en Gaza.
Pasaron algunos años, y en el 715 a. de C. (algunos dicen 711), Asdod y Egipto intentaron otra coalición. Según los registros asirios: Judá, Edom, y Moab dieron apoyo provisorio a esta coalición, pero la abandonaron rápidamente cuando vieron acercarse a los asirios. Esta vez Asdod y las ciudades vecinas cayeron, y toda Filistea se convirtió en una provincia asiria llamada Asdod (ver Isa. 20:1). Sargón reclama ser el «subyugador de la tierra de Judá» en esta incursión, pero no hay evidencia de ello, ni en los registros Asirios ni en la Biblia de que realmente, él hubiese hecho alguna invasión a Judá. Parece que Ezequías sabiamente prestaba atención al profeta Isaías y a otros que advirtieron de no participar en la rebelión.
Uno de los problemas con la cronología puede ser visto fácilmente en este punto, recordando que Senaquerib es mencionado en la Biblia como quién invadió a Judá en el año catorce de Ezequías (2 Reyes 18:13). Pero si Ezequías comenzó su reinado en el 727 a. de C., entonces Senaquerib habría invadido en el año 713. Pero los historiadores son prácticamente unánimes en fechar la invasión de Senaquerib a Judá en el 701 a. de C. Tal fecha causa todo tipo de problemas. Primero, el 701 ciertamente no fue el décimo cuarto año de Ezequías. Segundo, ya que la enfermedad de Ezequías coincidió con la invasión de Senaquerib (Isa. 38:6), entonces él vivió quince años después de este conflicto con el rey asirio (Isa. 38:5). Si decimos que obviamente la invasión de Senaquerib fue en el 713 a. de C., entonces tenemos el problema de que según los registros asirios, Senaquerib no llegó a ser rey hasta el 705 a. de C. cuando su padre Sargón murió.
La muerte de Sargón fue una señal para la rebelión extensa entre los países bajo el yugo de Asiria, incluyendo a Judá (2 Reyes 18:7). Como el registro asirio cuenta la historia, su ejército llegó al territorio de Palestina y destruyó la ciudad en tierra firme de Tiro, y después a Jope, mientras descendían por la costa. Encararon y vencieron un ejercito egipcio que trató de detenerles y luego pusieron sitio a las ciudades amuralladas de Judá. Un brazo del ejercito pasó rápidamente al noreste hacia Bet-el, capturó todas las ciudades todavía en pie en el área, girando al sur y rodeó a Jerusalén «como un pájaro en una jaula.» Otro brazo del ejército devastó el campo. Capturaron un total de cuarenta y seis ciudades.
Hay evidencia fuerte, aunque no concluyente según los registros asirios que hubo dos invasiones de Senaquerib. Según esta teoría, Los asirios derrotaron a los aliados sirios, filisteos, y egipcios, devastaron las ciudades y aldeas de Judá, y acordonaron a Jerusalén durante el tiempo suficiente como para forzar a Ezequías a pagar tributo en el año 701 a. de C. (2 Reyes 18:13-16; 2 Crón. 32:1-8). Después, en otra campaña, casi quince años más tarde, Senaquerib regresó de nuevo y sufrió una derrota devastadora un poco antes de su muerte - a cual derrota se refiere, no hay mención en los registros asirios, sino la que es registrada en la Biblia (2 Reyes 18:17-19:36). En el relato hecho en 2 Reyes, los eruditos piensan que hallan evidencia para las dos invasiones comparando 18:13-16 y 18:18:17-19:36. En el primer pasaje, Ezequías se somete a Senaquerib y acuerda pagarle tributo. En el segundo, Senaquerib está resuelto a forzar a Ezequías a someterse. Como ya se había sometido en 18:13-16, se arguye que este último caso fue una segunda invasión. Por otra parte, es completamente posible que al ver Senaquerib que tan totalmente tenía las cosas en su mano, decidió adelantarse y poner a Jerusalén bajo su poder a pesar del tributo que Ezequías pagó.
Judá Sólo
Si los eventos que acabamos de describir sucedieron en el 701 a. de C., entonces la muerte de Senaquerib ocurrió veinte años después, como se describe en 2 Reyes 19:37 e Isaías 37:38, siendo muerto según la crónica babilónica en el 681 a. de C. Si hubo dos invasiones, entonces la derrota de Senaquerib ocurrió en aproximadamente el 686 a. de C., sólo cinco años antes de su muerte. Para debate adicional ver: Israel and the Nations por F. F. Bruce y Documents from Old Testament Times, editado por D. Winton Thomas.
Manasés — 55 años (malo)
(2 Reyes 21:1-18; 2 Crón. 33:1-20)
Manasés tenía sólo doce años de edad cuando comenzó a reinar. Esto significa que no había nacido cuando Ezequías casi murió, y el ¨Señor añadió quince años a su vida. Eso suena como que el linaje de David estaba casi roto cuando Dios dijo que Ezequías moriría, pero Dios no olvida sus promesas, ni tampoco se confunde en cuanto al tiempo apropiado para que un evento ocurra. Dios dijo que Ezequías moriría antes de que Ezequías orase; y aun así Dios dijo que siempre habría un hijo de David disponible para reinar sobre su trono (2 Sam. 7:11-16). Por tanto, debe de haber habido un heredero al trono vivo cuando Ezequías se enfermó. No tenemos idea de cuál sería su nombre, ni de qué ocurrió que hiciese necesario hacer rey a un niño de doce años.
Maldad de Manasés
(2 Reyes 21:2-9; 2 Crón. 33:2-9):
Manasés adoró casi a todos los ídolos que pudo hallar. Siguió todas las prácticas de las naciones que el Señor había echado delante de los Israelitas. Él reconstruyó los lugares altos que Ezequías había destruido; erigió altares a Baal e incluso hizo una imagen de Asera como había hecho Acab el rey de Israel; él adoró a las estrellas y puso altares paganos en el templo donde Dios dijo que pondría Su Nombre. Manasés incluso quemó a sus propios hijos en el fuego de un sacrificio idólatra en el valle de los hijos de Hinom. Practicó la brujería y la adivinación.
La promesa de Dios había sido dada a David y Salomón: « Yo pondré mi nombre para siempre en esta casa, y en Jerusalén, a la cual escogí de todas las tribus de Israel; y no volveré a hacer que el pie de Israel sea movido de la tierra que di a sus padres, con tal que guarden y hagan conforme a todas las cosas que yo les he mandado, y conforme a toda la ley que mi siervo Moisés les mandó.» (2 Reyes. 21:7-8). Pero ni Manasés ni el pueblo escucharían.
Mensaje de Jehová Mediante sus Siervos; los Profetas
(2 Reyes 21:10-15, 2 Crón. 33:10):
Como siempre lo había hecho, Jehová procuró advertir, pedir, hacer volver a Judá del curso que le llevaba a la destrucción, pero no prestaron atención. De modo que Jehová habló mediante Sus profetas diciendo: «Por cuanto Manasés rey de Judá ha hecho estas abominaciones, y ha hecho más mal que todo lo que hicieron los amorreos que fueron antes de él, y también ha hecho pecar a Judá con sus ídolos; por tanto, así ha dicho Jehová el Dios de Israel: He aquí yo traigo tal mal sobre Jerusalén y sobre Judá, que al que lo oyere le retiñirán ambos oídos. Y extenderé sobre Jerusalén el cordel de Samaria y la plomada de la casa de Acab; y limpiaré a Jerusalén como se limpia un plato, que se friega y se vuelve boca abajo. Y desampararé el resto de mi heredad, y lo entregaré en manos de sus enemigos; y serán para presa y despojo de todos sus adversarios; por cuanto han hecho lo malo ante mis ojos, y me han provocado a ira, desde el día que sus padres salieron de Egipto hasta hoy.»
Judá Sólo
Manasés había cruzado la línea de la paciencia de Dios. De este día en adelante el juicio sobre Judá era inevitable. Aun tan tarde como en los días de Joacim, cuando las bandas de los caldeos, sirios, moabitas y otros estaban haciendo incursiones en Judá, el comentario es hecho: «Ciertamente vino esto contra Judá por mandato de Jehová, para quitarla de su presencia, por los pecados de Manasés, y por todo lo que él hizo; asimismo por la sangre inocente que derramó, pues llenó a Jerusalén de sangre inocente; Jehová, por tanto, no quiso perdonar» (2 Reyes 24:2-4). La tradición mantiene que uno de los inocentes cuya sangre derramó Manasés fue la de Isaías. La Biblia no lo dice. Ciertamente cualquiera que se opusiese a los pecados de Manasés era castigado sin misericordia (2 Reyes 21:16).
Cautiverio y Arrepentimiento de Manasés
(2 Crón. 33:11-13):
El reinado de Manasés de cincuenta años de duración fue el más largo de cualquier rey de Judá, pero no se nos ha dicho casi nada de su historia. Recuerde, esta es una historia religiosa de la nación. Por tanto, cualquiera de las cosas que haya realizado fue de poco valor, ya que fue tan malvado que no pudo prosperar ante los ojos de Dios.
Debido a su maldad, los comandantes del ejercito Asirio vinieron y tomaron prisionero a Manasés. Lo aprisionaron con grillos, pusieron un gancho en su nariz, y se lo llevaron prisionero a la ciudad de Babilonia.
Esto es todo cuanto se nos dijo con respecto a su historia. No se dieron datos, ni el nombre del rey asirio que lo capturó. Hay dos reyes que pudieron haberlo hecho. Esar-hadón sucedió a su padre Senaquerib en el trono en el 681 a. de C. y reinó hasta el 669 a. de C. cuando fue sucedido por su hijo Asurbanipal. Manasés reinó durante todo el reinado de Esar-hadón y gran parte del reinado de Asurbanipal, de modo que pudo ser cualquiera de los dos. Ambos reyes asirios le mencionan en sus registros pero sólo como tributario, no como cautivo. Tampoco ayuda saber que fue llevado a Babilonia en lugar de a Nínive. Esar-hadón consideraba a Babilonia como una segunda capital. Continuó siendo una ciudad importante para los asirios durante el reinado de Asurbanipal. Debe de haber pasado que Manasés rehusó a pagar el tributo exigido en algún momento, y por tanto, airó al gobernante asirio. Manasés fue llevado con garfio y cadenas. Un garfio o anillo era puesto a menudo en los labios o la nariz y grillos eran puestos en manos y pies.
En medio de sus problemas, Manasés se arrepintió de sus pecados. La Biblia dice que «oró con gran humildad» ante Dios y buscó ayuda del Señor. Dios escuchó su oración y le trajo de vuelta a Jerusalén. Entonces supo Manasés que verdaderamente Jehová era Dios.
¿Ve la misericordia de Dios una vez más? Manasés fue más malvado que todos los reyes de Judá que le habían precedido. Dios estaba resuelto a castigar a la tierra por la maldad que la llenaba a instigación de Manasés. Manasés había tratado a hombres inocentes tan cruelmente como él mismo fue tratado en manos de los asirios. Aun así, cuando este hombre se humilló y buscó a Jehová, su oración fue escuchada y la misericordia de Dios le fue mostrada.
Esfuerzos de Manasés en la Restauración
(2 Crón. 33:14-17):
A Manasés le fue permitido regresar a Judá y a su reino. Agregó un muro exterior a la ciudad de David y fortaleció las defensas de Jerusalén y las de todas las ciudades de Judá.
Mucho más importante; quitó a todos los dioses extranjeros y los ídolos de la casa del Señor, y los altares paganos que había erigido en los terrenos del templo y por toda Jerusalén. Reconstruyó el altar del Señor y ofreció sacrificios sobre él, y pidió a Judá que sirviese a Jehová, el Dios de Israel.
Judá Sólo
El pueblo continuó adorando en los lugares altos, pero sólo adoraba a Jehová. En ese entonces, el pueblo encontró muy fácil el cambiar meramente el nombre del dios que adoraba, y no perderse nada de sus rituales. Innecesario es decir, que Manasés no efectuó una derrota permanente de los males que había introducido en Judá.
Amón — 2 años (malo)
(2 Reyes 21:19-26; 2 Crónicas 33:21-25)
Amón tenía ventidos años cuando sucedió a su padre Manasés. Reinó durante dos años. Fue muy malvado y rápidamente recurrió a la adoración de los ídolos. La Biblia dice que él fue exactamente como Manasés, excepto que no se humilló ante el Señor como lo había hecho Manasés.
Los siervos de Amón conspiraron contra él y le mataron en su propia casa. Fue sepultado en un sepulcro en el jardín de Uza. El pueblo ejecutó después a los conspiradores y puso al hijo de Amón, Josías, en el trono.
Extraña mucho que un rey pudiese ser tan fiel como Ezequías, y que su hijo pudiese ser tan malvado como Manasés. O que un hombre como Manasés tratase de reformar todo el mal que introdujo en la tierra, y aun así su propio hijo le sucediese e inmediatamente condujese a su pueblo directamente de vuelta a la idolatría. ¿Cómo pudo pasar tal cosa?
Por supuesto hubo muchas razones. Una es que las esposas de los reyes vivían en harenes, o en casas separadas con sus hijos. Los reyes no tomaban parte íntima en la dirección de la educación de sus hijos. Por tanto, sus propias creencias no siempre fueron enseñadas a sus hijos. Por este tiempo hubo siempre muchas y fuertes influencias malas sobre la tierra. Los herederos al trono se acercaron más a reflejar los puntos de vista de sus nodrizas y tutores que a la de sus padres.
Josías — 31 años (recto)
(2 Reyes 22:1-23:30; 2 Crón. 34:1-35:27)
Josías fue un rey sobresaliente, quizá el mejor rey que Judá jamás hubiera tenido. Tenía sólo ocho años cuando comenzó a reinar.
Josías Comienza Purificar la Tierra de la Idolatría
(2 Crónicas 34:1-7):
Alguien tuvo una maravillosa influencia sobre este chico de ocho años. En el octavo año de su reinado, cuando sólo tenía dieciséis años, comenzó a buscar al Dios de David. Durante toda su vida nunca se apartó de los caminos de David su antepasado.
El décimo segundo año de su reinado, tenía veinte años de edad, comenzó a limpiar el país y a Jerusalén misma de la idolatría. Las imágenes de Asera y los altares de los baales se habían multiplicado. Josías los destruyó, así como las imágenes solares, y todas las imágenes talladas y fundidas que pudo encontrar. Estas imágenes fueron rotas, molidas hasta el polvo y rociadas sobre las tumbas de aquellos que les habían ofrecido sacrificios. Josías llevó su campaña más allá de Judá, destruyendo altares e imágenes aun en los territorios de Manasés, Efraín, Simeón, e incluso Neftalí.
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