XV.- El modernismo.
El Modernismo (liberalismo clásico, racionalismo - opuesto a supernaturalismo, o fundamentalismo) no es una denominación, sino una escuela de pensamiento. Las características sobresalientes del modernismo son:
1. En general se propaga la doctrina del ateísmo (o deísmo).
2. Algunos modernistas son panteístas.
3. Algunos son creyentes en la "evolución" aunque no son ateos.
4. Aceptan a Dios cuando la Biblia concuerda con los conceptos de ellos.
5. Manifiestan alta estima por la Biblia pero de una manera muy crítica.
6. Tienen a Jesús en alta estima, pero como hombre nada más. Hablan del "camino de Jesús", queriendo decir con esto un evangelio social (obras para aliviar los sufrimientos humanos).
7. Le llaman a Jesucristo "Señor", pero no se sujetan a él como Señor.
8. Dicen que Jesucristo era "divino", pero según ellos todo hombre puede ser divino en el mismo sentido que Cristo. Según ellos, Jesús era hombre, nada más.
9. Hablan de la resurrección, la inspiración, etc., sin usar esas palabras bíblicamente. De esta manera engañan a muchos.
10. Se jactan de tener la Nueva Ciencia y que los fundamentalistas son ignorantes y nada progresistas.
11. Niegan todo lo sobrenatural.
12. Sus escuelas de divinidad (seminarios) niegan la divinidad de Jesús.
13. Rechazan todo lo que contradiga su lógica y razonamiento.
Seis doctrinas del Nuevo Testamento rechazadas por el modernismo.
1. La plena inspiración de las Escrituras.
2. El nacimiento de Jesús de una virgen.
3. La divinidad de Jesús.
4. La reconciliación obrada en la muerte de Jesucristo.
5. La resurrección corporal de Jesús.
6. La segunda venida visible de Cristo.
Debe recordarse que el modernismo es un movimiento que se ha adentrado en muchas iglesias protestantes. Se puede ver que es un sistema que eleva la sabiduría humana. Una característica de una iglesia carcomida por el modernismo, es que no predica un mensaje distinto sino denominacional; no debate ni contiende por nada. Ignora completamente las palabras de Pablo a Timoteo:
"Reten la forma de las sanas palabras que de mi oíste" (2 Tim. 1:13).
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