"La Palabra De Dios Es Viva Y Eficaz"

Hebreos 4:12, 13

Introducción:

A.    Estos dos versículos son como una conclusión de los capítulos 3 y 4.

B.     El autor ha hablado de dos cosas: (1) de la importancia de entrar en el reposo para el pueblo de Dios (4:1-9); "Procuremos, pues, entrar en aquel re-poso" (4:11); (2) y de no endurecer el corazón y caer, apartándose del Dios vivo (3:7-19) como hacían los israelitas.

C.    Ahora en 4:12, 13 dice que "la palabra de Dios es viva y eficaz", dando a entender que su palabra se cumple siempre. Se cumple si se habla de castigo, y se cumple si se habla de reposo. El ver. 13 enfatiza que todo queda descubierto de­lante de sus ojos. Es decir, nadie puede escapar de su juicio.

D.    Tenemos, pues, una promesa y una advertencia, las dos cosas basadas en la palabra de Dios que siempre se cumple al pie de la letra.

I. Dios Cumple Su Palabra. Ezeq. 12:25 "hablaré, y se cumplirá la palabra ..."

A.   Todo depende de la fidelidad de Dios. Dios es fiel; por lo tanto, su palabra siempre es confiable. Dios no es como el hombre, Sal. 50:21. Dios no miente, Tito 1:2; Números 23:19.

B.   1 Reyes 8:20, "Y Jehová ha cumplido su palabra que había dicho ..."

C.     Cumplió su promesa a Adán: "porque el día que de él comieres, ciertamente morirás"; cumplió su promesa res­pecto al diluvio (Gén. 6:7); cumplió su promesa a Noé; cumplió sus promesas a Abraham; cumplió todas las promesas acerca del Mesías y su reino; cumplió su promesa de dar la tierra de Canaán a los israelitas (véase Josué 23:14, "no ha fal­tado una palabra ...").

D.    Por lo tanto, debemos tomar muy en serio sus palabras (promesas, adverten­cias) que nos ha hablado. No debemos rechazar ni descontar ninguna de ellas.

E.     Nuestro Dios vivo es completamente fiel, confiable, digno de que le oigamos en todo. Lo que dice es correcto, porque lo que hace es correcto. (Sus palabras se basan en sus hechos). No se equivoca. No comete errores. No tiene que pedir dis­culpas. Véase Deut. 32:4; Sofonías 3:5 "nunca faltará".

F.     Aquí en este contexto esta verdad se ve en el castigo de Israel (3:16-19). Por lo tanto, "Temamos, pues ... procuremos, pues, entrar ..." (4:1, 11).

II. 'Y No Hay Cosa Creada Que No Sea Manifiesta En Su Presencia" Heb. 4:13.

A.      Esta gran verdad está ilustrada muchas veces: por ejemplo, en los ejem­plos de Adán y Eva, Gén. 3:8; de Acán, Josué 7:21; de Jonás; de Ananías y Safira, Hech. 5:1-11.

B.      Los hombres pecan a escondidas: Jn. 3:19, 20 (aman las tinieblas); de noche, 1 Tes. 5:7; Sal. 139:7-12; fuera de casa, Luc. 15:13; en secreto, Ezeq. 8:7-12. Pero no es posible escondemos o huir de Dios. Es locura intentarlo.

C.      Dios sabe todo. Es omnisciente. Los cabellos del hombre están contados, Luc. 12:7; los pajarillos no están olvidados, Luc. 12:6; El sabe la necesidad de cada uno, Mat. 6:8; El sabe todo cuidado nues­tro, 1 Ped. 5:7; Cristo conoce a toda oveja suya, Jn. 10:14.

D.         Heb. 4:12, Dios "discierne los pen­samientos y las intenciones del corazón". El corazón es el origen de los pecados,  Mar. 7:21, 22. Dios sabe los secretos del corazón, Rom. 2:16.

E.     Heb. 4:13, "están desnudas ..." sin cubierta, sin disfraz, sin máscara, sin hipocresía, sin pretextos, sin fingimientos, sin excusas. Muchos parecen ser una cosa, cuando en realidad son otra cosa, pero Dios lo sabe todo. Muchos gozan de una buena reputación cuando no son dignos de ella, pero Dios lo sabe. Todo queda descubierto ante los ojos de Dios: los he­chos, las palabras, los propósitos, planes, pensamientos, pecados secretos, todos los pecados del corazón (odio, malicia, en­vidia, codicia, avaricia, celos, envidias).

F.     Heb. 4:13 dice "abiertas ..." como el cuello expuesto al cuchillo sacrificial.

III. Es Un Pensamiento Alarmante.

A.    ¿Qué individuo no tendrá nada que esconder? ¿nada de pecados secretos?

B.     ¿Nos daría vergüenza si se descu­briera todos los pensamientos nuestros? ¿lo que decimos de otros a espaldas de ellos? ¿lo que sucede en nuestros hoga­res? ¿lo que sucede en el trabajo o nego­cio? ¿lo que ganamos y lo que ofren­damos? ¿Tenemos algo que esconder de los hombres? Nada se esconde de Dios.

C.     Luc. 12:2, 3, "Nada hay encubierto ... ni oculto ..."

D.    Heb. 4:13 explica la razón por la cual muchos no quieren "tener en cuenta a Dios" (Rom. 1:28). No quieren tener a Dios en el conocimiento. No les conviene, porque no quieren aceptar la verdad de su omnisciencia ni la verdad de su juicio. Saben que sus hechos no serán aceptados en el juicio final.

E.     Esto explica también la filosofía hueca llamada "evolución". Los hombres perversos y rebeldes promueven esta filosofía para negar la creación, porque si no fuimos creados por Dios, entonces ¿por qué creer que seremos juzgados por Dios? Si Dios no es el origen, el principio, tampoco será el fin.

IV. Pero También Es Un Pensamiento Consolador ... Para Los Hijos De Dios.

A.    Dios promete un reposo, y su palabra se cumple. Habrá un reposo. Heb. 4:9.

B.     Esta una carta advierte mucho, pero también consuela mucho. Es carta de mu­cho optimismo: 4:9, "Por tanto, queda un reposo para el pueblo de Dios"; 6:9, des­pués de hablar de la apostasía, dice, "Pero en cuanto a vosotros, oh amados, estamos persuadidos de cosas mejores, y que pertenecen a la salvación"; 10:39, otra vez después de una advertencia solemne, agrega, "Pero nosotros no somos de los que retroceden para perdición, sino de los que tienen fe para preservación del alma"; luego en 11:10, 16 habla de la esperanza viva de los fieles: "no tenemos aquí ciudad permanente, sino que buscamos la por venir" (13:14).

C.     El Señor conoce las necesidades de su pueblo (Mat. 6:8); además conoce las buenas obras de su pueblo: Mat. 10:42 "Y cualquiera que dé a uno de estos pequeñi­tos un vaso de agua fría solamente, por cuanto es discípulo, de cierto os digo que no perderá su recompensa". Heb. 6:10, "Porque Dios no es injusto para olvidar vuestra obra y el trabajo de amor que habéis mostrado hacia su nombre, ha­biendo servido a los santos y sirviéndoles aún".

D.    Apoc. 2 y 3, en cada carta Jesús dice "conozco tus obras".

E.     Dios sabe también las buenas inten­ciones de nuestro corazón, intenciones que no siempre se llevan a cabo. Por ejemplo, 1 Reyes 8:18, Dios dijo a David, "Cuanto a haber tenido en tu corazón edi­ficar casa a mi nombre, bien has hecho en tener tal deseo". Dios no se lo permitió, pero aprobó el pensamiento de David.

F.     2 Cor. 8:11, 12 dice lo mismo: "... Porque si primero hay la voluntad dis­puesta, será acepta según lo que uno tiene, no según lo que no tiene".

G.    Dios nos conoce mejor que nosotros mismos. Dice 1 Jn. 3:18-21 que si amamos los

unos a otros, "en esto conocemos que so­mos de la verdad, y aseguraremos nues­tros corazones delante de él; pues si nues­tro corazón nos reprende, mayor que nuestro corazón es Dios, y él sabe todas las cosas"; es decir, el sentir o el pensar nuestro no es el criterio final, ni en la aprobación (1 Cor. 4:4), ni en la des-aprobación. La conciencia no es la corte suprema para juzgarnos. La palabra de Dios hace esto. Algún cristiano fiel y cumplido puede desanimarse (posiblemente por causa de la enfer­medad, la fatiga, o las pruebas), porque la conciencia del cristiano fiel es muy exi­gente. Pero Dios sabe todo, sabe más que el corazón nuestro acerca de nosotros mismos. El nos dice en esta carta y a través del Nuevo Testamento cómo tener confianza, y cómo asegurar nuestros cora­zones. Decimos a los pentecostales que no deben guiarse por los sentimientos, y luego a veces hacemos la misma cosa con respecto a nuestra esperanza de la sal­vación.

Conclusión:

A.   La palabra de Dios es segura: tanto en sus promesas como en sus advertencias y amenazas. "El cielo y la tierra pasarán, pero mis palabras no pasarán" (Mat. 24:35, esta profecía sobre la caída de Jerusalén se cumplió).

B.   2 Ped. 3:10 también se cumplirá. ¿Qué clase de gente debemos ser? "Puesto que todas estas cosas han de ser deshechas, icómo no debéis vosotros an­dar en santa y piadosa manera de vivir ...?" (ver. 11).

C.   2 Cor. 5:10, el juicio es seguro. Te­nemos una cita inevitable (Heb. 9:27), y luego otra cita inevitable: primero la muerte, luego el juicio.

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